Un Libro Fundamental
Raúl Ticona*
El Desarrollo de la Teoría del Proletariado y el Problema de su Denominación es un libro de Eduardo Ibarra recientemente publicado, cuyos capítulos fueron redactados en los meses de noviembre y diciembre de 1998. Este libro es el resultado de una profunda y rigurosa investigación científica sobre el marxismo y su desarrollo en sus fuentes mismas. No pretendemos hacer una reseña exhaustiva sobre todos los temas abordados en el libro, sino únicamente llamar la atención sobre algunos de ellos.
Eduardo Ibarra afirma en el prólogo: “La idea fundamental, que recorre el libro, es que la aplicación del método marxista a las distintas condiciones históricas ha dado resultados teóricos que comportan un desarrollo de valor universal de la teoría del proletariado y que, justamente, este desarrollo es lo que determina su denominación contemporánea” (las cursivas son del autor) Este planteamiento se opone frontalmente a ese otro del revisionismo criollo, consistente en negar el desarrollo universal del marxismo. Eduardo Ibarra sostiene, pues, que el leninismo y el pensamiento de Mao constituyen un desarrollo del marxismo en la época del imperialismo y de la revolución proletaria.
En el estudio del desarrollo del marxismo E. Ibarra parte de la tesis de F. Engels sobre la relación entre el método marxista y los resultados teóricos alcanzados con su aplicación. Y señala, con Mariátegui, que el marxismo es “el sistema de una concepción unitaria y dialéctica”. Al respecto, sostiene que: “Pero esta definición no puede entenderse como que en el marxismo la teoría y el método constituyen una concepción unitaria sólo porque ambos elementos están estructuralmente relacionados entre sí, sino también y además porque ellos constituyen el sistema de una concepción dialéctica, es decir, un sistema en el cual la teoría y el método se interpenetran: la teoría se transforma en método, es decir, adquiere valor metodológico, y a la inversa, el método se transforma, también constantemente, en teoría” (p.17). Este planteamiento cuestiona aquel otro según el cual, aunque afirmando que el marxismo es esencialmente un método, hace a un lado la teoría, la cual, como afirma Ibarra, tiene un valor metodológico.
Asimismo, Ibarra señala que: “la contradicción fundamental inherente al marxismo es entre el método y la teoría” (p. 33; cursivas en el original) Con la aplicación del método marxista a distintas realidades y épocas históricas, “algunas de sus fórmulas y conclusiones tienen forzosamente que cambiar…”, pues “el marxismo es enemigo de todo dogmatismo” (Stalin). Así, sobre la forma que toma el desarrollo del marxismo, Eduardo Ibarra afirma: “La transformación del método en teoría y de la teoría en método, constituye, pues, la forma en que tiene lugar el desarrollo del marxismo al aplicárselo a las cambiantes condiciones de la actividad revolucionaria y, por tanto, una guía para la comprensión de ese desarrollo” (pp 34 y 35; cursivas en el original)
¿Cómo debe considerarse, tratarse, enfocarse, el desarrollo del marxismo? ¿Como una superación del marxismo mismo? E. Ibarra retoma el método de Stalin en el análisis del leninismo (método abandonado por muchos marxistas contemporáneos): la distinción entre concepción o principios de un lado, y “elementos teóricos nuevos” del otro. De acuerdo a esta distinción, Lenin, Stalin, Mao, desarrollaron el marxismo mediante la aportación de nuevos elementos teóricos, correspondientes a las nuevas condiciones históricas mundiales en que el proletariado desenvolvía su lucha política, así como a las particularidades que ofrecían las realidades rusa y china, pero no aportaron una concepción nueva ni nuevos principios. Los tres teóricos mencionados eran marxistas y, como tal, sus aportes no significaron, en este sentido, un momento superior al marxismo, en cuanto concepción y método, sino en cuanto aportación de nuevos elementos teóricos.
Una cuestión de especial importancia que plantea Eduardo Ibarra, como lo hiciera Stalin en su momento, es que el desarrollo del marxismo hay que ir a buscarlo centralmente en “la teoría de la revolución proletaria en general y la teoría de la dictadura del proletariado en particular”, porque el marxismo es, ante todo, un método de transformación de la realidad, una guía para la acción, una brújula en la lucha contra los crímenes y las injusticias del capitalismo. Hay que comprender, pues, en toda su profundidad la onceava tesis de Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
Como es de conocimiento general, en el movimiento comunista peruano e internacional el problema del desarrollo del marxismo y el de su denominación ha sido motivo de controversia en los últimos cincuenta años. El maoísmo delirante, con su definición del pensamiento de Mao como “tercera etapa”, reduce el leninismo y el marxismo a la condición de meras etapas, además de negar, tanto como el revisionismo criollo, el leninismo como el marxismo de nuestra época. Stalin definió el leninismo como “el marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias”. El mundo ha sufrido grandes transformaciones, pero no ha cambiado la época. De manera que los aportes de Mao se producen también en la época del imperialismo y, obviamente, no representan una nueva época. El leninismo, concepto dentro del cual debe comprenderse también el pensamiento de Stalin y el pensamiento de Mao, es el marxismo de nuestra época.
Al respecto, Eduardo Ibarra llama la atención sobre el hecho de que las raíces históricas del pensamiento de Mao son las mismas que las del leninismo: la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias, por lo cual precisa que uno y otro sistema de pensamiento no pueden comprenderse sino como dos etapas sucesivas en el desarrollo del marxismo en la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias, y, específicamente, el pensamiento de Mao, como un desarrollo directo del leninismo, “un desarrollo del marxismo de nuestra época y, por tanto, un desarrollo del marxismo en general” (p. 68; las negrillas son nuestras).
Piénsese en la siguiente afirmación de E. Ibarra: “Desde el siglo XVIII la revolución se desplaza de Occidente a Oriente. Pero día llegará en que se desplace de Oriente a Occidente. Por eso la lucha obrero urbana y la lucha campesina rural no pueden comprenderse sino como dos formas de lucha sucesivamente vigentes y hasta potencialmente coincidentes en el proceso en espiral de la lucha revolucionaria a escala mundial. De hecho, ambas formas de lucha constituyen un proceso único e indivisible, el proceso de la revolución proletaria mundial. Este proceso, por tanto, revela lo común y la diferencia entre el pensamiento de Lenin y el pensamiento de Stalin de una parte y el pensamiento de Mao de otra. Es decir que, si las condiciones particulares tanto de Rusia como de China marcaron la diferencia entre el pensamiento de los dos primeros con respecto al último, las condiciones generales de nuestra época marcaron el contenido común a los tres pensamientos” (pp. 66,67; cursivas en el original)
Ahora bien, en cuanto al problema de la denominación, el autor sostiene que el nombre científicamente exacto de la teoría del proletariado es el de COMUNISMO CIENTÍFICO, “aunque la necesidad –históricamente determinada y, por tanto, políticamente legítima- de demarcar nítidamente los campos entre el marxismo y el revisionismo, hacen pertinente denominar la teoría proletaria como la TEORÍA DE MARX, ENGELS, LENIN, STALIN, MAO” (pp. 99 y 100, mayúsculas en el original)
Este libro marca, sin duda, un hito en la historia del movimiento comunista peruano e internacional. Constituye una notable contribución al esclarecimiento del problema del desarrollo de la teoría del proletariado y su denominación. Pero el lector encontrará en el libro, además, otras exquisitas observaciones teóricas. Podemos decir que el estudio y la discusión de este libro es fundamental para la militancia revolucionaria en su deber ineludible de alcanzar claridad teórica sobre el marxismo, la ciencia de la revolución, y en el de transformar revolucionariamente el mundo.
*Con el presente artículo Raúl Ticona se suma al blog como colaborador. (Comité de Redacción).
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