Una Respuesta a la Denuncia
Impulsiva de Pamela Paul contra la Revolución Cultural de Mao...
O la Manera en que se Elimina el Pensamiento Crítico en “La Década que no se
Puede Eliminar”
Raymond Lotta
LA EDICIÓN IMPRESA del 19
de mayo del New York Times sacó un artículo de opinión de
Pamela Paul titulado “La década que no se puede eliminar”. Es un ataque vil y
desinformado a la Revolución Cultural que inició y dirigió Mao Zedong en 1966 —
y que duró hasta 1976, cuando una nueva clase explotadora derrocó al
socialismo.
Paul repite las mentiras y distorsiones habituales sobre la Revolución
Cultural: que “los intelectuales fueron torturados”, que Mao “trató de purgar a
la sociedad china de todos los elementos no comunistas que quedaban”, que esto
fue un “trauma político” en grande, en el que “camarada se volvió contra
camarada, amigo contra amigo, esposo contra esposa e hijo contra pariente”.
Cita cifras (sin fundamento) de que “de 1,6 millones a 2 millones de muertes”
resultaron de lo que ella describe como “los horrores del maoísmo”.
Este tipo de tergiversaciones, el desprecio flagrante de las verdaderas
políticas y la orientación-liderazgo de la Revolución Cultural, y los cuentos
sensacionalistas del “terror de chusmas” se deconstruyen y refutan en los materiales
disponibles en la página de recursos Pongamos las Cosas en Claro sobre las Revoluciones China y Rusa, ahora en revcom.us en inglés. Se puede encontrar un análisis integral
de la Revolución Cultural en los escritos de Bob Avakian, especialmente en “La Revolución Cultural de China… el arte y la
cultura… el disentimiento y la efervescencia… y el avance de la revolución
hacia el comunismo”; en una extensa entrevista conmigo sobre la historia de la revolución comunista; y hay otras
investigaciones y trabajos importantes de varios autores y académicos sobre la
Revolución Cultural, incluidos algunos que participaron en ella1.
Paul reduce una década compleja y turbulenta de lucha, de
experimentación y de transformación que hacía época a la violencia vengativa.
Es alucinante cómo ella elide la pregunta más esencial: ¿de qué se
trataba en realidad la Revolución Cultural... y cuáles cambios operó? Sería
como si se escribiera una historia de la Guerra Civil de Estados Unidos y se
mantuviera al nivel de la escala de desorden, dislocación y muerte; se
interpretó como una “tragedia” innecesaria de “hermano contra hermano” en todos
los hogares y lugares de trabajo — pero no se dijera nada sobre la cuestión
fundamental y el conflicto que subyacía a esta guerra: la esclavitud y su
conservación y expansión, o su abolición2.
1. Algunos hitos clave de una década
verdaderamente liberadora... que Pamela Paul anula
Paul trafica con saldos
de muertes sin fundamento, pero no dice nada sobre la de vida de
innumerables personas salvadas por la Revolución Cultural
— por ejemplo, por la expansión sin precedentes de los servicios de salud al
campo y la creación de la salud universal más igualitaria, basada en las
necesidades en el mundo entero. (¡Para que conste, Shanghái tenía una tasa de
mortalidad infantil más baja a principios de la década de 1970 que la ciudad de
Nueva York!) Se mantiene al lector en la oscuridad respecto al etos de “servir
al pueblo” que guiaba la gestión de la economía, que personas de todos los
ámbitos de la vida adoptaron como criterio para evaluar y, sí, criticar a la
dirección en todos los niveles.
Al leer el artículo de Paul, tampoco se llegaría a entender cómo se estaba creando una nueva cultura revolucionaria, con ballets y óperas que sintetizaban e hibridaban técnicas y formas musicales y de baile occidentales y no occidentales — que contaban historias no de dinastías feudales sino de crear un mundo nuevo, de mujeres que despertaban a la lucha por la liberación. Y simplemente para tener claridad acerca de las acusaciones de saquear museos, a la vez que se desarrollaba una intensa lucha ideológica contra las costumbres, tradiciones y cultura antiguas y esclavizantes — la política oficial del estado era proteger las reliquias culturales.
¿Había problemas en la manera de tratar a los intelectuales y artistas
profesionales? Sí. ¿Fueron perseguidos, castigados y asesinados como categoría?
No. Eso es una tontería al estilo de los “cuentos de la Cripta”. Para repetir,
los lectores pueden consultar las citadas fuentes.
Aquí va una pregunta de reflexión para Pamela Paul. ¿Por qué las fuerzas
más radicales de la década de 1960 y principios de la de 1970 en Estados
Unidos, como el Partido Pantera Negra y las corrientes dentro del movimiento de
liberación de la mujer, recurrían a la experiencia y la teoría de la Revolución
Cultural, les sacaba lecciones y las popularizaban? Fue porque la Revolución
Cultural fue la cumbre de la rebelión mundial y el levantamiento revolucionario
que sacudían a los cimientos de la sociedad de clases opresiva. Y la China
maoísta estaba viviendo algo absolutamente sin precedentes: una “revolución
dentro de la revolución” maravillosa. Fue una fuente de inspiración y esperanza
para la gente por todo el mundo que anhelaba y luchaba por la emancipación.
Pero Pamela Paul elude esta realidad y recae perezosamente en las
narrativas burguesas de la Revolución Cultural como un “terror de las chusmas”
instigado por un Mao fanático. No es como si ella tuviera que trabajar duro en
esta tesis. Al fin y al cabo, nos bombardean de manera incesante con el mensaje
de que el comunismo es una idea “peligrosa” e inviable que solo puede conducir
a pesadillas. Lo escuchamos en boca de las clases dominantes y de los ideólogos
dentro de la academia; los medios de comunicación lo refuerzan; una verdadera
industria casera de reminiscencias de “sufrimientos” muy publicitadas,
especialmente de personas que perdieron privilegios y posición social, le da al
argumento de la historia un “rostro humano” y una pátina de autenticidad.
“La década que no se puede eliminar” encaja a la perfección en la
narrativa anticomunista generalizada. Pero debo decir que es decepcionante que
Pamela Paul produzca un texto tan intelectualmente irresponsable. Ella ha
estado dispuesta a “ir contra la corriente” (para usar una frase maoísta de la
Revolución Cultural) al alzar la voz contra la difamación, las acusaciones
falsas, las acusaciones sin necesidad de sustanciación presentadas contra
escritoras como Jeanine Cummins, autora de la novela American Dirt...
y las afirmaciones sin fundamento de transfobia dirigidas contra la autora J.
K. Rowling. Ella ha levantado la bandera de los hechos y la evidencia en oposición
al juicio irreflexivo y la censura.
Pero en materia de la monumental revolución político-social que fue la
Revolución Cultural, Pamela Paul arroja por la ventana el pensamiento crítico y
el análisis histórico riguroso. En su artículo, Paul lamenta “la ausencia de
una historia verídica” de la Revolución Cultural. Pero este es un llamado
engañoso a tergiversar aún más la Revolución Cultural en
nombre del “ajuste de cuentas” histórico. Así, analicemos la “historia
verídica”.
2. ¿Cuál fue el trasfondo
histórico y cuáles fueron los verdaderos objetivos de la Revolución Cultural?
Sí, esa pregunta
fundamental omitida por Pamela Paul. La Revolución Cultural liderada por Mao
estuvo guiada por su análisis científico de la compleja realidad de la sociedad
china y los verdaderos peligros que enfrentaba el socialismo en ese momento.
Mao lanzó la Revolución Cultural para abordar un problema histórico
mundial de la revolución comunista: cómo mantener una revolución cuyo objetivo
es poner fin a toda explotación y opresión en el camino hacia la realización de
ese objetivo. Y cómo hacerlo de manera que habilite a millones de masas a
entender y bregar con este problema, librar nuevas formas de lucha
revolucionaria bajo el socialismo para prevenir la
restauración del capitalismo y revolucionar aún más las instituciones de la
sociedad y el modo de pensar y valores de las personas.
Tenemos que poner las cosas en un panorama más amplio. En 1949, la revolución china, que movilizó a millones de personas bajo la dirección de Mao, tomó al poder. Expulsó al imperialismo extranjero e hizo añicos el viejo orden económico y social opresivo caracterizado por el gobierno despótico de los terratenientes en el campo y el corrupto capitalismo en las ciudades. La revolución estableció un nuevo poder estatal socialista y una economía orientada a satisfacer las necesidades básicas. La revolución bajo la dirección de Mao se puso a forjar nuevas instituciones liberadoras y nuevas relaciones cooperativas y colectivas entre las personas, para desafiar la subordinación profundamente arraigada de las mujeres y llevar a cabo otras transformaciones sociales.
La Revolución Cultural de China se caracterizó por
una expansión sin precedentes de los servicios de salud en las comunidades
históricamente oprimidas y la creación del sistema de atención médica universal
más igualitario y basado en las necesidades, en el mundo. En la imagen: los
“médicos descalzos”, personas capacitadas en medicina básica y preventiva,
atienden a personas en la región de Mongolia Interior.
Pero incluso a medida que avanzaba la revolución, China seguía siendo,
analizó Mao, una sociedad caracterizada por desigualdades y diferencias
sociales: entre las ciudades y las zonas rurales; entre una minoría que
trabajaba principalmente en el campo de las ideas y la administración y
aquellos que se dedicaban principalmente a la actividad manual; entre industria
y agricultura; entre hombres y mujeres; etcétera. Seguían existiendo
diferencias en los ingresos — y el dinero y el precio seguían siendo elementos
integrales del funcionamiento de la economía. Esas “cicatrices” de la sociedad
de clases no podían ser eliminadas de la noche a la mañana, pero tampoco se
podía simplemente “vivir con ellas”. Estas desigualdades tenían que ser restringidas,
reducidas y con el tiempo superadas.
Mao fue más allá. Analizó cómo una nueva clase privilegiada, una nueva clase capitalista burguesa —cuyas raíces yacen en los tipos de desigualdades que acabamos de describir— había surgido dentro de los niveles más altos del Partido Comunista de China y del gobierno. Esta nueva burguesía aspiraba (en nombre de un socialismo más “eficiente”) a poner la economía sobre cimientos basados en las ganancias; a poner el sistema educativo sobre una base elitista y tecnocrática; a concentrar los recursos en las ciudades, lejos del campo donde vivía la gran mayoría de la gente (campesinos) en ese momento.
Estos “seguidores del camino capitalista” contaban con enorme fuerza e influencia a principios de la década de 1960 en el ejército, en las instituciones de gobernanza, económicas, educativas y culturales. Ya estaban implementando tales políticas de las maneras que podían. A mediados de la década de 1960, estaban maniobrando para tomar el poder.
Ese fue el telón de fondo del mundo real para la Revolución Cultural.
Durante diez años, Mao lideró una revolución de masas para impedir la
restauración capitalista. Se hizo que la sociedad “se saltara por los aires”.
Los nuevos sistemas de gobernanza política habilitaron a los trabajadores y
campesinos para asumir una mayor responsabilidad para el rumbo de la sociedad.
La investigación de “puertas abiertas” llevó a los científicos al campo para
realizar experimentos junto con los campesinos y compartir su vida. Ya hablé de
los importantes avances en la cultura.
No obstante, los seguidores del camino capitalista acumularon fuerzas
para llevar a cabo un golpe de estado violento en 1976. Estas fuerzas
arrestaron a la viuda de Mao, Chiang Ching, quien murió en prisión junto con
altos importantes líderes de la Revolución Cultural, y asesinaron a muchos
otros.
La China de hoy está gobernada por una nueva clase capitalista burguesa
— el blanco político mismo de la Revolución Cultural. Estos seguidores del
camino capitalista en el poder reestructuraron sistemáticamente la economía
socialista de China, convirtiendo a China en una maquiladora para el
capitalismo mundial, en una sociedad plagada de algunas de las desigualdades de
riqueza e ingresos más extremas del mundo. China es ahora el segundo hogar más
grande de multimillonarios. Es el contaminador número 1 de carbono del mundo.
China se ha convertido en una potencia capitalista-imperialista que saquea los
recursos en África y en otras partes.
Por motivos de legitimidad y estabilidad, esta nueva clase dominante
burguesa se siente impelida a mantener el Partido Comunista — ahora como una
fuerza represiva que hace cumplir los dictados del capital y persigue los
intereses imperialistas de China. Y suprime la verdadera historia de
la Revolución Cultural por los contrastes obvios con lo que están haciendo hoy.
3. ¿Cuáles fueron los métodos de la
Revolución Cultural?
Sí, otro asunto
fundamental omitido por Paul: los verdaderos métodos de la Revolución Cultural.
Mao tenía por objeto impedir la restauración del capitalismo — no por medio de
purgas y asesinatos, sino convocando y movilizando a decenas y cientos de
millones de trabajadores, campesinos y estudiantes para emprender una “segunda
revolución” para derrocar a estos seguidores del camino capitalista por medio
de lucha política y llevar adelante la revolución en todas las esferas de la
sociedad.
Las principales formas de lucha de la Revolución Cultural fueron
el debate de masas (sobre la política y el rumbo de la
sociedad) en foros públicos, periódicos y carteles murales; la movilización
política de masas: manifestaciones, huelgas, levantamientos políticos
que condujeron a nuevas formas de poder político y más participativas; y
las críticas de masas en reuniones y asambleas públicas a las
autoridades que promovían las políticas y programas neocapitalistas, así como a
los administradores, profesionales de alto rango, expertos y otros que fueron
influenciados por una perspectiva elitista burguesa y que se había venido
alejando de la gente básica.
Carteles en grandes caracteres en las paredes de
una fábrica en China proporcionaron a las masas una nueva forma de lucha
revolucionaria bajo el socialismo para impedir la restauración
del capitalismo.
Estos métodos de lucha se detallaron claramente en
documentos oficiales y ampliamente publicitados, incluida la siguiente
orientación: “Donde haya debate, debe llevarse a cabo mediante el
razonamiento y no por la fuerza”.
Actos de violencia y asesinatos sí tuvieron lugar
durante la Revolución Cultural. Pero lo siguiente es lo que muestra la
evidencia:
· Esta no fue la tendencia principal de la Revolución Cultural, y no
fue la orientación de Mao.
·
Cuando las cosas tomaron un rumbo violento, Mao y las fuerzas
revolucionarias condenaron y criticaron a tales tendencias por medio de
declaraciones, directrices, editoriales e intervenciones directas.
·
Gran parte de la violencia fomentada durante la Revolución Cultural en
realidad la instigaron las nuevas fuerzas capitalistas, especialmente con el
propósito de desacreditar a Mao.
Había deficiencias y problemas, incluso graves, en
el enfoque más amplio de la Revolución Cultural. Al intentar reducir esa gran
división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, al promover la nueva
actividad revolucionaria de arte y cultura de campesinos y trabajadores, se
aplicaron demasiadas restricciones al trabajo artístico e intelectual
profesional. No se tenía el tipo de efervescencia intelectual-cultural
necesaria en una sociedad en el camino hacia el comunismo. No se entendía la
gran importancia del disentimiento, incluido el disentimiento desde
perspectivas antisocialistas. Este tema se ha explorado a fondo en el trabajo
de Bob Avakian3.
4. Recuerdos, nostalgia y la lucha por la verdad histórica
Paul impulsa su argumento
contra la Revolución Cultural invocando el tema del nuevo libro Red
Memory: The Afterlives of China’s Cultural Revolution de la periodista
británica Tania Branigan. Se trata de la noción de que en China, no se permite
que la gente recuerde, existe un “olvido forzado” acerca de la Revolución
Cultural. Traducción: no se anima lo suficiente y no se dirige desde las
instituciones a las personas para recordar colectivamente en cierto sentido —
es decir, para tener y abrazar el recuerdo de... “los horrores
del maoísmo”.
Lo que es aún más inquietante para Branigan y Paul es el problema de
recordar de manera equivocada, específicamente lo que ven como una “nostalgia”
peligrosa acerca de la Revolución Cultural. Lamentan que sectores de la
juventud “anhelen su ‘idealismo’ y claridad [de la Revolución Cultural]”, y que
“los ex Guardias Rojos recuerdan la unidad y el propósito que faltan en la
sociedad materialista de hoy [en China]”.
Pamela Paul va un paso más allá. Equipara este tipo de simpatía y
atracción por la Revolución Cultural a la “nostalgia” y las “recreaciones” de
la Guerra Civil en Estados Unidos — con sus “estatuas a la Confederación
esclavista y bodas en las plantaciones del Sur”. A lo que debo responder
cortésmente: ¿en qué universo vive? La Revolución Cultural fue la
continuación de la lucha de los ex esclavos, siervos, oprimidos y explotados
por la emancipación. Provocó, y sigue provocando, “pavor” entre los
opresores y los ideólogos de la opresión (y entre las personas lastimeramente
mal informadas).
Paul cita la obra del poeta y ensayista Clint Smith How the Word
Is Passed y el papel que los recuerdos y la historia pueden desempeñar
para dar sentido al pasado y al presente de Estados Unidos — su legado de
esclavitud y segregación. Y, por analogía, sugiere que ese tipo de “ajuste de
cuentas” es lo que se necesita en China con respecto a la Revolución Cultural.
Pero, una vez más, ¡ella está completamente equivocada y tergiversa la
realidad!
¿Sabe Pamela Paul que, en abril de 1968, después del asesinato de Martin
Luther King, cuando los negros se levantaron en poderosas rebeliones, Mao
Zedong emitió una poderosa declaración de apoyo? Declaró que ese levantamiento
justo del pueblo negro era una “toque de clarín en el combate de todo el pueblo
estadounidense explotado y oprimido contra la brutal dominación de la burguesía
monopolista” y “un inmenso apoyo y estímulo a la lucha de todos los pueblos del
mundo contra el imperialismo yanqui, y a la lucha del pueblo vietnamita contra
éste”. ¿Cómo se ha transmitido ese “mensaje” a ustedes?
Aquí va otra ironía. El período de la Reconstrucción en la historia de
Estados Unidos, entre los años 1867 y 1877, presenció una transformación social
radical: en la participación de las personas anteriormente esclavizadas en la
vida política, en el acceso a los recursos económicos, en la creación de
oportunidades educativas. Pero durante décadas —y no solo en las obras
históricas que reflejaban la antigua perspectiva de la Confederación
esclavista, sino también en gran parte de la historiografía imperante—, esos
años se describieron como una época de excesos, extralimitación del gobierno,
violencia vengativa, de “politicastros” que buscaban el engrandecimiento
personal. Muy al estilo de las narrativas tradicionales contra la Revolución
Cultural que se disfrazan de historia y contribuyen a una sabiduría
convencional incuestionable.
5. Un punto fundamental de orientación, y
una invitación
En 2013, Bob Avakian
escribió un ensayo breve pero importante titulado: “Una pregunta agudamente planteada… ¿Nat Turner o Thomas Jefferson?”. Se inicia así:
¿Una rebelión de esclavos o un esclavista? ¿Se apoya a los oprimidos y
su rebelión en contra del sistema opresivo y que se busca un camino
radicalmente diferente, aunque con ciertos errores y excesos — o se apoya a los
opresores, y a los dirigentes y los guardianes de un orden opresivo anticuado,
quienes tal vez hablen de unos “derechos inalienables” pero aplican una
brutalidad gratuita y un terror muy concreto sobre las masas populares a fin de
reforzar y perpetuar su sistema de opresión?
Y más adelante en este ensayo, él plantea la siguiente pregunta:
¿Tenemos que aprender no sólo de la experiencia abrumadoramente positiva
del movimiento comunista hasta hoy, pero también de sus deficiencias, lo que
incluye a veces los errores serios y hasta los excesos? Sí, eso es una parte
importante de la nueva síntesis del comunismo, y es crucial para poder hacer
algo aún mejor en la nueva etapa de la revolución comunista.
Eso se aplica profundamente a la Revolución Cultural. Tenemos que
aprender de sus enormes hazañas, de hecho rescatar la verdad de esas hazañas
contra las tergiversaciones, pero también tenemos que aprender de sus errores y
excesos. Precisamente para hacer algo mejor, sobre la base del nuevo comunismo
desarrollado por Bob Avakian, en hacer la revolución para liberar a la
humanidad de toda opresión en el mundo de hoy.
Con este espíritu, invito
a Pamela Paul a que acuda a Libros Revolución en Harlem para sostener una
conversación seria y receptiva sobre la verdadera historia de la Revolución
Cultural.
_______________
1. Vea, por ejemplo,
Mobo Gao, Gao Village: Rural Life in Modern China; Dongping
Han, The Unknown Cultural Revolution: Life and Change in a
Chinese Village; y Xueping Zhong, et al., Some of Us: Chinese Women
Growing Up in the Mao Era.
2. Lo que, de hecho, es la manera en que se
enseñaba esa historia hasta hace muy poco en Estados Unidos, no solo en las
escuelas sino por medio de la cultura popular, como la película Lo que
el viento se llevó (y lo que se está enseñando nuevamente en lugares
como Florida y Texas).
3. Para tomar otro ejemplo, Bob Avakian ha escrito
sobre la “noción muy equivocada y perjudicial…de que la verdad tiene un
carácter de clase — de que existe una verdad burguesa y existe una verdad
proletaria. Esto incluso se logró expresar en las directivas que guiaron la
Revolución Cultural de China y fue en contra de su carácter arrolladoramente
positivo como una lucha revolucionaria de masas que contaba con una dirección
sobre una base comunista”. Este pasaje se encuentra en la sección “La ciencia”
de BREAKTHROUGHS (ABRIENDO BRECHAS): El avance histórico hecho por Marx, y
el nuevo avance histórico del nuevo comunismo y cabe
estudiarlo a fondo, y respecto al trabajo que Avakian ha hecho sobre tanto la
epistemología, o la teoría del conocimiento, del nuevo comunismo, como una
concepción distinta de la manera en que se debería ejercer el poder estatal
socialista, se recomienda fuertemente que los lectores consulten la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte que
establece la visión panorámica y el plano concreto para una sociedad socialista
en la que se fomentan el disentimiento y la efervescencia intelectual, y la
búsqueda de la verdad, a una escala sin precedente, y forman parte del tejido
mismo de la nueva sociedad socialista.
Fuente:
revcom.us
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