Latifundio
Tradicional: Fugas de Peones Esclavizados en Piura
(Primera Parte)
Roque Ramírez Cueva
LAS
IDEAS, PROPOSICIONES Y TESTIMONIOS vertidos en esta parte introductoria, antes
del siguiente subtítulo, tienen como
propósito escenificar en el presente relato de historia regional, el contexto
en el cual sobrevivieron las personas esclavizadas en la etapa colonial y en
tiempos tempranos de la llamada república o de pre industrialización en el Perú.
Con la intención de indagar factores y/o las causas por las cuales, estos trabajadores –particularmente peones de
latifundio- esclavizados toma la decisión de dar respuestas a la agresión
proveniente de las fuerzas dominantes esclavizadoras; que es lo mismo decir, de
una feroz expoliación impuesta por el latifundismo tradicional y caducante.
Un par de estas respuestas, de interés al
presente estudio, fue la planeación de fuga y consecuente establecimiento del
asentamiento humano clandestino. En lo referente a la primera, decimos planeación y no sólo fuga. Es obvio
entender que ejecutar una fuga por fugarse sin tomar previsiones no daba
resultado, y traía como consecuencia sino más tortura la muerte, la experiencia
de cientos de años les advirtió de ello. Mas, planear la fuga –en su acepción
aproximada a planificación- significaba proponerse no volver a caer, al menos
fácilmente, en las garras de los latifundistas crueles, quienes tenían muy bien
organizado todo un sistema de vigilancia
y aparato represivo. Sin duda, los castigos y torturas a esclavos por fugarse
eran brutales, el investigador Jaramillo García lo explica así: (1)
“En ello se jugaban
la vida; los esclavos negros estaban conscientes que después de veinte días de
ausencia, les esperaba la horca en caso de ser capturados. Si regresaban o se
les capturaba a los diez días, se les condenaba a penas draconianas e
inhumanas, llegando inclusive en algunos casos, al extremo de amputarles un
pie.”
Los
especialistas en historia han encontrado rasgos, restos y otras fuentes que
certifican y muestran la existencia de fugas y la construcción o constitución
de asentamientos humanos atípicos en los cuales se obligaban a refugiarse los
peones esclavizados. Algunos de estos campamentos fueron temporales, y otros
tuvieron mayor pervivencia. No hubo asentamientos de larga pervivencia, y los
que se erigieron fueron muy pocos. En el Perú no hubo urgencia de levantar más
por las siguientes razones: los esclavos podían acceder a dejar esta condición
privativa y llegar a ser libres, “Recién a partir del siglo XVII se hizo
significativa la presencia de los libertos, llamados horros”(2); otra razón, fue el hecho que el
régimen latifundista y esclavista no se extendió a todo el territorio peruano,
sino se estableció casi sólo en la costa, como lo fundamenta Quiroz Chueca.(3)
Esos asentamientos humanos, atípicos por no
ser constituidos según la norma hispana de fundación de ciudades y/o pueblos
coloniales y no poder erigirse en base a una infraestructura sólida que
requiere cubrir necesidades sanitarias, servicios, ornato y de orden urbano,
son llamados Palenques en el Perú y parte de América, en Brasil se les dice
Quilombos. En Piura hubo uno en el área regional de la actual Provincia de
Morropón. Más adelante le reservamos un capítulo de estudio. ¿Por qué se impulsó
la conformación de los palenques? ¿Qué obligó a formar estos asentamientos?
La respuesta inmediata nos llevaría a
señalar que aquello respondía al interés de ejecutar fugas organizadas. Si se
concebía la planeación de una fuga exitosa, obviamente les demandaba sumar
organización, porque tal meta exigía comprometer mayores recursos materiales y,
sobre todo, humanos. Sin embargo, no es tan simple la respuesta. La principal réplica
es debido al sistema de latifundio, respecto de la tenencia de la tierra, que producía la tierra con técnicas artesanales
y obsoletas, además de usar mano de obra esclavizada. El historiador Alejandro
Reyes Flores, especialista en historia colonial, precisa:(4)
“Las causas fueron
las habituales por las que se sublevaban los esclavos en el Perú colonial y en
el resto de América: malos tratamientos objetivados en apaleamiento, baja en la
dieta alimenticia, que para los esclavos era como su jornal”
Ese
mundo de hacendados y gamonales o latifundistas duró en el Perú desde el S. XVI
al S. XX; incluso hasta el primer lustro de la década de 1960 a 1969 persistía.
Quienes tuvimos ocho a quince años de edad por estas fechas, fuimos testigos del
estertor y liquidación de este sistema de explotación de la tierra y de los
trabajadores. A la edad de ocho años en la ciudad, se jugaba sin restricciones
cuando no se tenía que estudiar, mientras tanto observábamos a otros niños de
las zonas rurales, ayudar a trabajar
las chacras de sus padres. Esos niños tenían la misma edad o nos llevaban un
par de años, y tenían tareas, obligaciones hoscas.
Luego, leyendo periódicos, o por los
maestros, nos enteramos que aquellos niños no ayudaban a sus padres sino
trabajaban para el dueño de la hacienda Yapatera, lo mismo laboraban otros para
el gamonal de la hacienda Pabur, y otros propietarios latifundistas. Los
jóvenes crecidos en las haciendas, con acceso a estudios secundarios o superiores
después de la confiscación de tierras ejecutada mediante el decreto ley Nº
17716 de Reforma Agraria (5), dado
en 1969 por el presidente Juan Velasco Alvarado, militar de tendencia
nacionalista; decíamos, esos jóvenes de Yapatera -ya accedidos a la escuela- nos
testimonian que el trabajo de aquellos niños no era juego sino una labor
cumpliendo tareas difíciles para su edad (6).
En todo caso se ha comprobado que eran labores muy recias, rudas. Alejandro
Reyes, especialista en historia colonial registra niños esclavizados en las
haciendas de Cañete, realizando tareas propias de adultos recios:
“Es importante
señalar que algunos niños de 9 a 12 años se encuentran empadronados en alguna
actividad artesanal como platero, herrero e incluso labrador. ¿Es esta
característica general en los pueblos costeños? Porque nos resulta algo inusual
ubicar niños con una ocupación tan difícil y donde se necesita invertir mucha
vitalidad como el de herrero y sin embargo, hay niños desempeñando esta labor” (7)
El
anterior testimonio acerca de los hijos de trabajadores cumpliendo tareas rudas
en la segunda mitad del siglo XX, para el hacendado de la antigua hacienda
Yapatera, que había recurrido a la mano de obra esclavizada, nos lleva a
preguntarnos por los otros niños hijos de padres esclavos –cientos de años
atrás- y que fueron forzados a trabajar, ¿en qué serían ocupados? ¿Cargarían en
sus espaldas o en carretas el bagazo de la caña exprimida, tan igual como la
vida de sus padres? El bagazo era usado como combustible para encender los
hornos de las fábricas de azúcar y las mismas requerían de abundante bagazo,
por lo que inferimos el trabajo de acarrearlo demandaba mucho tiempo y brazos.(8)
Los niños trabajaban más de ocho horas y
terminaban con el cuerpo entumecido y fuerte dolor de espalda, más el hambre
torturando sus estómagos. ¿Ya adolescentes, fueron llevados a cortar caña? El
trabajo en la zafra era más rudo que cargar bagazo. Se conoce que los esclavos
adultos trabajaban entre 14 a 18 horas diarias, y la jornada empezaba entre 4 a
5 de la mañana, según decisiones del latifundista. Este horario rígido, con
apenas diferencia de cuatro a cinco horas, fue impuesto a los niños y
adolescentes esclavizados, quienes laboraban diez horas promedio.(9)
¿Niños esclavizados? Sí, como sus padres,
como sus abuelos, como todo su clan secuestrado de África. Su persona al igual
que la de sus progenitores le pertenecía al patrón, al hacendado, quien no los
consideraba como humanos sino como alguna herramienta, un objeto más, alguno de
sus aperos. López Albújar para escribir
su novela Matalaché obtuvo un inventario
de hacienda o estancia, en el cual podemos leer que entre las herramientas y
aperos se incluye a las personas esclavizadas, sean niños, mujeres (10). Alejandro Reyes, igual registra
peones esclavizados en compraventa de una hacienda de Cañete, regentada por la
Orden religiosa de La Buena Muerte.
“Por la
documentación de la compra venta de 1724, se prueba que Casablanca tenía además
de las 300 fanegadas de tierras, un molino, herramientas, varias en mal estado,
ganado caballar y vacuno (no en grandes cantidades), olivares, lomas de pastos y
apenas 15 esclavos, la mayoría de ellos "viejos".” (11)
Tal
concepción de la clase terrateniente de considerar a los peones agrícolas como
máquinas, objetos, como herramientas, nos indica que la vida de ellos, su cuerpo,
aun su tiempo, no les pertenecía a estos trabajadores. Dependían de la voluntad
y decisiones del terrateniente negrero (12).
De esa manera, si obtenían una pizca de tiempo que pudieran aprovechar,
únicamente los domingos por la tarde, no lo usaban para descansar. Después de
todo, salvo los trabajadores domésticos que trabajaban un tanto menos duro, los
esclavizados supieron muy claro que sólo la muerte los liberaba de ese
sometimiento inhumano. En cambio, mientras sobrevivían, en ese breve espacio dominical,
les interesaba recuperar o experimentar chispas de su condición humana, de su
dignidad, de su naturaleza de hombres plena de sentimientos y emociones.
La danza y música de estos trabajadores
esclavizados que nos han llegado hasta
hoy, las cuales danzamos y tarareamos, tiene origen en aquellos brevísimos
momentos en el que se dedicaban a rescatar tal condición humana casi anulada.
Diversos datos evidencian que los domingos por la tarde se entregaban con
frenesí y obsesión a danzar al ritmo de sus tambores, solo como ellos conocían
la danza, natural, espontánea y, lo esencial, conservando en esta
semiclandestinidad su espiritualidad religiosa, su comunión con los orishas y
espíritus protectores que les legó el mundo africano. Luis Roca, en su libro
sobre la historia de Zaña, lo resume bien: “Los esclavos negros llegaron con
sus costumbres y hábitos. Trajeron su canto, danza, su cosmovisión, dioses,
ritos y su propio idioma. […] Los esclavos negros conservaron su visión mágico-religiosa.” (13)
Este contexto, aparte de las referencias a
la hacienda Yapatera, Pabur y otras haciendas de la provincia de Morropón, es
la visualización general del fenómeno socio económico de esclavización de
peones agrícolas en el plano nacional. En el caso de Piura, Espinoza Claudio,
uno de los historiadores especializados en la región, propone que para estos
ámbitos el contexto social, económico y político es muy diferente al resto del
país y de América: “Los esclavos/as y libertos/as empiezan a vivir un nuevo
tiempo social y político cuya existencia es totalmente diferente a la de
América caribeña y el África”. (14)
Y eso diferente tal vez se exprese en la
circunstancia evidenciable que los trabajadores esclavizados de la región
fueron quienes más pronto se adaptaron al orden dominante y, en un buen
porcentaje, aceptaron su lugar en el estrato social establecido, por tanto se
amoldaron por conveniencia a los usos y costumbres de la sociedad piurana
colonial de la época (15),
consecuencia de ello es que las manifestaciones culturales heredadas son ralamente
distintas de las de los mestizos y criollos. Hay una distinción, sí, mas no
nítida, difusa diríamos. Si miramos a otros, no son mayoritariamente peculiares
como los de Chincha en la Costa Sur, o, más cerca, ni como los de Zaña en
Lambayeque, con los cuales limitan territorios.
Espinoza
Claudio, en su investigación deja claramente sentado que esa otra diferencia
está signada por el hecho que la intromisión forzada de trabajadores
esclavizados no sólo fue masificándose con los siglos sino que este avance fue
acompañado a su vez de un desarrollo proporcionalmente inverso (16): si al inicio hubo una mayor
presencia de gente secuestrada desde el África, introducida en las haciendas de
la región, con menor presencia de gente negra mestiza en las ciudades; con el
paso del tiempo, la gente esclavizada fue menor y fue creciendo el número de
esclavizados que dejaron de serlo, conocidos en la historia como libertos,
tanto varones como mujeres. Esto debido a que los latifundistas y patrones de
la región fueron más flexibles para conceder la manumisión.
“Un
sector de los esclavos de las haciendas se moviliza por los encargos que les
confían los propietarios rurales. Este tipo de movilidad espacial será también
utilizado para ganar una mejor posición en las negociaciones que debían
conducirlos a la libertad. En Piura son las mujeres las que obtienen en mayor número
la libertad comparado con los varones esclavos; aquí existe una ley que señala
que los hijos/as nacidas de una negra liberta nacen y pasan a la condición de
individuos libres.” (17)
Bien, en el
anterior párrafo decimos, ‘en buen porcentaje aceptaron su lugar en el estrato
social establecido’. Esta afirmación nos infiere, por cierto, que hubo otro
porcentaje considerable de trabajadores esclavizados no conformes con el
espacio asignado a ellos en las relaciones sociales de producción, en las
cuales ocupaban el último piso del sótano por configurar una imagen de la cual
no se dude, en cuanto a marginalidad social alcanzada se refiere, en la etapa
colonial. Esto produjo consecuencias –ya dijimos- tales como la planeación de
fugas y el asentamiento atípico no perdurable de un pueblo conformado por
cimarrones en nuestra región.
Recordemos que ya se advirtió antes, los
anteriores efectos forman parte de las respuestas dadas por los trabajadores
ante la cruenta explotación ejercida por los latifundistas. Por tanto, a pesar
de ser accesible y flexible el proceso de manumisión, hubo respuestas no pacíficas
ante la agresión de dichos señores del latifundio. Por ejemplo, Roca Torres,
citando a Granda, transcribe que “…la ruina de esta explotación también permite
un incremento en las fugas de los esclavos…” (18). El mismo historiador Roca agrega, más adelante: “Una de las
características de la costa norte, después de 1821, era que un sector de negros
como protesta…se rebela y se dedica al cimarronaje y al bandolerismo…” (19)
En capitulo dos veremos detalles de las
fugas en el contexto de la esclavitud en la región Piura, concretamente en el
ámbito de las antiguas haciendas situadas en lo que hoy se conoce como la
Provincia de Morropón.
Notas
Bibliográficas:
(1) Jaramillo García,
Enrique. Los esclavos negros
en el Perú y América colonial y republicana: su contribución a la economía y la cultura. Universidad Nacional Mayor
de San Marcos. Versión Digital.
(2) Quiroz Chueca,
Francisco. Un palenque llamado Lima.
Alma Mater UNMSM Editorial.
Versión electrónica 1609-9036 http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/Alma_Mater/1997_n13-14/palenque.htm
(3)
Quiroz Chueca, Francisco, Ibid. Contenido II
Esclavitud.
(4)
Reyes Flores, Alejandro. Esclavitud en el valle de cañete siglo XVIII haciendas Casablanca y la
Quebrada. SISBID, R. Digital UNMSM.
http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/inv_sociales/N03_1999/esclavitud.htm
(5)
Revista CEPES Nº 108. La Reforma Agraria… : Testimonio
de Félix Eustaquio, Villa Hermosa, Huaraz. «La mejor herencia que ha dejado la
reforma agraria es que los trabajadores (…) pudieron formar a hijos
profesionales. Eso no hubiera sido posible sin este proceso,” http://www.cepes.org.pe/revista/r-agra108/LRA108-15-22.pdf
(6)
Testimonio de Jóvenes, ex integrante de Grupo Juventud
en Marcha de Yapatera: Octavio Céspedes C. (Taba). Y de Sra. Pascuala
Arévalo, habitante de la Hacienda
Yapatera.
(7)
Reyes Flores, Alejandro. Esclavitud en el valle de cañete,etc. Ibid. http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/inv_sociales/N03_1999/esclavitud.htm
(8)
Leante, César. Capitán
de Cimarrones. (Novela histórica) Barcelona, editorial Argos Vergara. 1982.
p. 9
(9)
Leante, César. Capitán
de Cimarrones. Ibid. P. 10
(10)
G. Escajadillo, Tomás. La narrativa de López Albújar,
Conup, Lima, 1972
(11)
Reyes Flores, Alejandro. Esclavitud en el valle de cañete,etc. Ibid.
(12)
“En esa línea, las leyes otorgaron a los propietarios
el poder de decisión sobre algunos aspectos de la vida de sus esclavos como
disponer de su cuerpo y la fuerza laboral, dónde y con quiénes debía vivir, qué
comer, el libre tránsito, entre otros aspectos…un control absoluto y del otro
lado un esclavo obediente, dependiente y despojado del derecho a manejar su
propia vida” Maribel Arrelucea B. y Jesús A. Cosamalón A. La presencia afrodescendiente en el perú siglos xvi-xx.
(13)
Roca Torres, Luis. La Otra
Historia (Memoria colectiva y canto del pueblo de Zaña). Lima. Instituto de
Apoyo Agrario, Editores. 1985.
(14)
Espinoza Claudio, César. La sociedad de negros
esclavos y libertos en la región de Piura Anotaciones sobre manumisión y
politización social, 1780-1812. Investigaciones sociales Vol.18 N°33,
pp.167-185 [2014]UNMSM-IIHS. LIMA. Versión digital.
(15)
“En efecto, los niños desde una temprana edad comienzan
a hablar la lengua de sus amos, el castellano; también practican y conocen la
cultura cotidiana de sus amos, de obediencia, respeto, de sumisión, de la
existencia de leyes y reglamentos que regulan la coexistencia familiar”
(Espinosa Claudio, Ibid. P. 6. V. digital).
(16)
Espinoza Claudio, César. La sociedad de negros
esclavos y libertos, etc. Ibid. P.
5. Versión digital.
(17)
Espinoza Claudio, César. La sociedad de negros
esclavos y libertos, etc. Ibid. P.
9. Versión digital
(18)
Roca Torres, Luis. La Otra
Historia. Ibid, p. 114.
(19)
Roca Torres, Luis. La Otra
Historia. Ibid, p. 142.
Resistencia, lucha y
emancipación: categorías claves para enseñar Historia de Cuba. Concluyen postgrados en La Habana y Camagüey.
Eddie Quiñones Días de
Villegas
EL PASADO 29 DE MAYO CONCLUYÓ en la
capital habanera la primera edición del postgrado “Resistencia, lucha y
emancipación: categorías claves para enseñar Historia de Cuba”, convocado por
el Centro de Estudios Educacionales de la Universidad de Ciencias Pedagógicas
“Enrique José Varona”, dirigido a los profesores de Historia de los
preuniversitarios de la capital. En una versión intensiva, durante los días 30
de mayo – 3 de junio, se efectuó una segunda versión del curso en Camagüey,
esta vez dirigido a la comunidad universitaria agramotina.
El postgrado parte de los
resultados historiográficos y de enseñanza acumulados en más de una década de
trabajo de base, desarrollados por el proyecto de colaboración de la Unión
Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) en La Habana, con la Dirección
Provincial de Educación, con el objetivo de apoyar la capacitación de los
profesores de Historia. Estos esfuerzos, con la cooperación de la
universidad pedagógica y de su Centro de Estudios entraron en una nueva fase de
sistematización propuesta y consolidación, lo que se expresó en la propuesta
docente puesta en ejecución y en los materiales de apoyo que la integran.
En la presentación del
Postgrado el Dr.C. Felipe de J. Pérez Cruz, profesor titular del citado Centro
de Estudios Educacionales, quien ha conducido el proyecto precisa los propósitos
y el contenido de la oferta:
“Frente al debate sobre el estado y
los resultados de la Enseñanza de la Historia, no pensamos que la dificultad
principal este en los errores históricos y los enfoques desactualizados que
aparecen en algunos de los libros de texto, o en las debilidades que le asistan
a los programas en curso. No acreditamos la especie injusta referente a que
nuestros profesores –incluidos los noveles, los que están en formación o
reorientación-, sean profesionales incapaces”.
Pensamos –continúa el profesor Pérez
Cruz- que el problema
principal en el orden disciplinar se conforma en al menos cinco direcciones,
estrechamente interconectadas: Una primera, es la falta de crítica marxista, de
incorporación de nuevas categorías, conocimientos y enfoque en temas ya
estudiados y validados por la historiografía nacional. Aquí se abre en su
particularidad de esencialidad, el legado conceptual del Comandante en Jefe de
la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, cuando alienta a cambiar todo lo que debe
ser cambiado.
Impacta de manera particular
el débil tratamiento por la historiografía nacional de sujetos históricos,
temas y períodos, como es el caso del aporte indígena, el papel de las mujeres,
los negros, mulatos y sectores populares, las Iglesias y la religiosidad, el
insuficiente tratamiento de los procesos de la república neocolonial, la
ausencia de sistematización del período de la Revolución en el poder, los
desenfoques de dogma en temas decisivos como el de la construcción de unidad
política y el frecuente desconocimiento de la relación Cuba-
Caribe-América Latina-mundo. Hace falta para entender nuestro presente y futuro
recolocar el conflicto contra el imperio estadounidense en esa relación
nación-región-mundo. No hay otra manera de asumir el destino y la
responsabilidad histórica de las y los patriotas cubanos.
Hay que resolver la débil
cultura histórica que predomina en nuestra propuesta de enseñanza como
resultado de males una y otra vez criticados, pero no resueltos: La falta de
amplitud y regocijo por el conocimiento particular, el relato histórico, la
anécdota y la biografía de las personalidades y sus mentalidades, se continúa
con un hacer discursivo que trasciende la escuela en el que el énfasis está en
la efemérides, en lo conmemorativo.
Cuando de enseñanza de la
Historia se trata reparamos muy poco, en la separación pronunciada que se ha
dado en las últimas tres décadas entre la investigación histórica que se
produce en nuestras instituciones académicas y las demandas e intereses concretos
del sistema de la educación. Por último es menos importante la sesión de
identidad científica de la disciplina Enseñanza de la Historia frente a la
Historiografía y la Filosofía Política”. Se impone rescatar la autoridad de la
Enseñanza de la Historia en el proceso pedagógico escolar y extraescolar.
En criterio del profesor
Pérez Cruz no basta con explicar los problemas, se precisa proponer soluciones
y caminos de perfeccionamiento. Y en tal dirección propone en el curso la
concepción teórico metodológica que denomina Direccionalidad pedagógica de la historiografía y la
investigación histórica, que acompaña de una estrategia que
privilegia la re conceptualización epistemológica e historiográfica de enfoques
y contenidos en la investigación histórica, los sistema de conocimientos, las
orientaciones metodológicas, los materiales de estudio y textos de la Enseñanza
de la Historia de Cuba. La propuesta sustenta el eje de la resistencia, lucha y
emancipación como categorías claves para enseñar Historia de Cuba.
Cuando precisamos el eje de
la resistencia, lucha y emancipación como categorías claves para enseñar
Historia de Cuba
–aclara Pérez Cruz-, no
estamos proponiendo un nuevo esquema reduccionista, sino un camino para pensar
entre todos y todas las totalidades, para abordar las historias locales y
regionales, las historias sociales, económicas y culturales, las historias de
vida, la macro y la microhistoria.
Un hecho significativo
resulta en la coincidencia de opiniones entre los profesores cursantes del postgrado.
En la Habana el profesor del Ramsés Piedra Castellín, del preuniversitario José
de la Luz y Caballero afirma que:
(…) al socializar los temas con los colegas de mi
colectivo, todos profesores con años de experiencia, nos percatamos de que
carecíamos de profundidad en el conocimiento de los hechos, y nos faltaba
claridad conceptual. A partir de lo aprendido en el postgrado tenemos
herramientas para recontar la Historia. Hemos accedido a las más recientes
investigaciones, presentadas desde una nueva re conceptualización, en critica
propositiva a los enfoques positivistas que perviven, a la colonialidad que aún
no nos sacudimos.
Para el MSc. Carlos Amengor
Ministral, profesor del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Camagüey:
(…)la propuesta que se nos presenta constituye una
valiosa herramienta para el trabajo docente y político-ideológico de la
academia en la época actual, una convocatoria a profundizar en la investigación
y producción histórica para aportar a la docencia”.
Junto con el profesor Pérez Cruz
fueron docentes del curso el destacado antropólogo Dr.C. Antonio Martínez
Fuentes, Profesor Titular e Investigador de Mérito de la Escuela Nacional de
Salud Pública, y el Especialista Ernesto Limia Díaz, historiador que ya
acredita una importante contribución a la historiografía nacional.
La mejor evaluación del
curso en criterio de sus organizadores está en sus perspectivas de continuidad.
Este primer encuentro se concentró en temas de la Historia Antigua y Colonial y
el propósito es avanzar en el abordaje de la historia nacional hasta nuestras
décadas más recientes de Revolución Socialista. En el Centro de Estudios
Educacionales de la Universidad de Ciencias Pedagógicas se elabora en estos
momentos una segunda propuesta que extenderá la mirada hasta el inicio de la
república en 1902. En La Habana la Dirección Provincial de Educación prepara
una nueva convocatoria del postgrado para el próximo curso. En Camagüey,
coordinados por la Escuela Provincial del PCC “Cándido González Morales”, los
profesores de las universidades participantes, de la Dirección de Patrimonio y
de la Dirección de Educación acordaron auto convocarse en fecha próxima para
intercambiar sobre las experiencias en la introducción en la docencia de los
enfoques y temas estudiados.
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