Capitalismo y Corrupción
César Risso
LA CORRUPCIÓN es uno de los mecanismos
que se emplean en la competencia entre las empresas capitalistas. Como su
objetivo es hacer máximas las ganancias, entonces tratan de obtener los
contratos con el Estado a través de la corrupción (coima), desplazando así a
sus competidores.
Sin
embargo, en la medida que la riqueza expresada en el nuevo valor creado por los
obreros asalariados, está contenida en las mercancías, y estas contienen las
horas de trabajo en las que se mide su valor de cambio, que se expresa en
dinero, se tiene que no puede haber más riqueza que las horas de trabajo contenidas
en todas las mercancías.
Por
lo tanto, la coima que entregan a las autoridades para obtener las “obras” es
parte de la plusvalía obtenida, y que va a recuperar la empresa en cuestión
cuando cobre por la entrega de la “obra”. Pero, además, a través de inflar el
precio de la obra, obtienen mayor plusvalía de la que originalmente les
correspondía, sustrayendo de esta forma los recursos de las entidades estatales
que contrataron a la empresa, y con ello apropiándose de los tributos que pagan
las empresas y todos los ciudadanos. Por lo tanto, la corrupción permite a los
capitalistas, en primer lugar competir con otros capitalistas; en segundo
lugar, obtener plusvalía; en tercer lugar, agenciarse más plusvalía de la
originalmente prevista; en cuarto lugar, recuperar los tributos que pagan al
Estado; en quinto lugar, privar a los organismos del Estado, y con ello a los
ciudadanos, de las obras que estaban previstas en los presupuestos respectivos,
obteniendo como resultado que no se realicen estas obras previstas, y en
consecuencia, arrebatando recursos que pudieron haber beneficiado a otras
empresas en la realización de estas obras, y a aquellos sectores de la
población que se beneficiarían con las obras.
Todo
esto como se puede ver en función del interés privado.
Y
dónde queda el libre mercado, considerado por la burguesía como el mejor
asignador de recursos. Pues en realidad el libre mercado es otro de los
mecanismos para que países enteros sean saqueados por las empresas
transnacionales, a través de los acuerdos comerciales. Pero también para que
los trabajadores asalariados sean estrujados hasta la médula sin ningún tipo de
protección.
En
otras palabras, el libre mercado es un mecanismo de saqueo de países, y de
sobre explotación de los trabajadores; en tanto que la corrupción es un
mecanismo de desplazamiento de las empresas competidoras, y de redistribución
de la plusvalía entre las empresas y el Estado, o mejor dicho entre las
empresas y los representantes del Estado.
Esto
nos conduce al tema de la llamada competitividad. Nos dicen que nuestras
empresas no son competitivas, y que a través del libre mercado, enfrentándose a
otras empresas, sobrevivirán las que mejor se adapten al mercado, logrando ser
competitivas. Pues bien, de lo que se trata es de ver cuál es la mejor forma de
sobrevivir para obtener los máximos beneficios, extrayendo trabajo no
remunerado de los trabajadores asalariados.
Los
mismos empresarios reconocen abiertamente que recurrirían a la corrupción para
el logro del objetivo de maximizar su beneficio:
“Un nivel de conciencia que dista mucho de lo que
piensan los ejecutivos, ya que según la encuesta global sobre fraude, de EY
(octubre 2015 – enero 2016), un 42% de los entrevistados pertenecientes a los
equipos financieros de la empresas consultadas, afirma que podrían justificar
comportamientos poco éticos con el objetivo de alcanzar metas financieras;
mientras que un 16% reconoce que justificaría un pago en efectivo para retener
o ganar un negocio.”1
Aunque a simple vista parece ilógico
que las empresas incurran en actos de corrupción, pues según estudios del Banco
Mundial, esto elevaría el costo, resulta que las empresas recurren a este
mecanismo pues el resultado económico es a su favor, es decir, sus ingresos
serían superiores a sus costos.
¿Cuánto
se pierde por la corrupción? En realidad hay perdedores y ganadores. Los
perdedores son los negocios desplazados por las empresas que recurrieron a la
corrupción para apartar a sus competidores. También son perdedores, y en una
magnitud mayor, aquellos sectores de la población que eventualmente se
beneficiarían de los proyectos que no se realizarían por la falta de recursos,
debido a que las empresas inflan los costos.
Los
ganadores son los empresarios y los funcionarios corruptos.
Como
hemos señalado, lo que existe es la redistribución de la plusvalía. Esta no se
pierde, ni desaparece. Los empresarios corruptos obtienen una porción mayor de
plusvalía, la que pueden destinar a reinvertir en sus empresas, o simplemente
para su consumo personal. Los funcionarios corruptos, usarían la “coima” para
darse la gran vida, adquiriendo bienes y servicios por encima de sus ingresos
legales.
“Hace algún tiempo, desde la PCM calculaban que el
costo de la corrupción en el Perú equivaldría al 2% del PBI. Pero, considerando
que su presencia va en incremento, en Proética estiman que los efectos
económicos negativos se ubicarían entre un 3% y 5% del PBI, al año, es decir,
hasta unos S/33.800 millones.”
“Por esa razón, su presidente Jorge Medina considera
que esta problemática se ha convertido en un ‘verdadero atentado contra los
derechos humanos de los peruanos, especialmente de los más pobres, pues con
esos recursos podríamos aliviar la pobreza enormemente’.”
“Y no se equivoca, porque si consideramos que el cálculo
promedio representaría alrededor de S/21.700 millones, dicho dinero permitiría
atender 27 veces el presupuesto designado este año para un programa como
Pensión 65 (S/802 millones), o 58 veces lo establecido para Cuna Más (S/370
millones).”2
El reconocimiento de la constructora
brasileña, Odebrecht, del pago de 29 millones de dólares en sobornos para
conseguir los contratos de obras públicas, es una pequeña muestra del uso de la
corrupción por parte de las empresas.
El
periodo en cuestión va del año 2005 al 2014. Pero la historia de la corrupción
en el Perú, y en el mundo, tiene larga data. Esta se agudiza con el
advenimiento del sistema capitalista. La corrupción es consustancial al sistema
capitalista. Es parte del juego de los empresarios, juego que consiste en
arrebatarse la plusvalía creada por los trabajadores.
Si
la burguesía ha perfeccionado y ampliado la corrupción como mecanismo de
competencia y de saqueo, entonces, la única explicación para que se haya
destapado la enorme corrupción de la empresa brasileña Odebrecht, se debe a que
ha entrado en conflicto con los intereses de alguna poderosa empresa
transnacional. De modo que las acciones legales alrededor de este caso es otro
mecanismo de la competencia entre las empresas capitalistas.
En lo que va del dominio del sistema
capitalista, las diversas formas de violencia y de estafa han sido el elemento
común, que se ha ido generalizando.
En el inicio, en la llamada etapa de
la acumulación capitalista, se tiene que:
“Sabido es que en la historia real desempeñan un gran
papel la conquista, la esclavización, el robo y el asesinato; la violencia, en
una palabra”3
Durante el siglo XX, debido a la
competencia entre las potencias capitalistas, se desataron dos guerras
mundiales, con el consecuente destrozo de millones de seres humano, en una
carnicería sin límites, por el reparto del mundo, y por el nuevo reparto del
mismo, para beneficio de los capitalistas.
Desde
aquellos años, las guerras no han menguado. Siguen siendo otro mecanismo de
extracción de plusvalía.
¿Podemos
a estas alturas, con las evidencias del elevado nivel de salvaje explotación a
nivel planetaria por el capitalismo, creer que la corrupción es mal vista por
los propios capitalistas, cuando estos la emplean con ventaja y permanentemente?
¿o que los representantes estatales de la burguesía imperialista, se proponen
luchar efectivamente contra la corrupción?
No
hay otra solución que superar el capitalismo, para enviar a las guerras, la
explotación, la corrupción, el sabotaje, las invasiones, y demás formas de
explotación del hombre por el hombre, al museo de la historia.
_________
(2) Ídem.
(3) Carlos Marx. El Capital. Tomo I.
Capítulo XXIV, la llamada acumulación originaria. 1. El secreto de la
acumulación originaria.
La Polarización: Ley del
Sistema Capitalista Mundial
(Segunda y Última Parte)
Santiago
Ibarra
Lenin:
el capitalismo imperialista.
Aunque
el imperialismo (no el “Imperio”, como plantean Negri y Hardt) haya sufrido
cambios fundamentales en las últimas décadas, es importante referirse a algunos
aspectos del mismo estudiados y subrayados por Lenin. Lenin destacaba que el
imperialismo es el capitalismo monopolista, que surge del capitalismo de libre
competencia. (Lenin, a partir de esta premisa, criticaba ásperamente la crítica
pequeñoburguesa al imperialismo, que busca sustituir a éste por el capitalismo
de libre competencia; Lenin retrucaba: ¡el capitalismo monopolista, el
imperialismo, es un engendro de la libre competencia!). El imperialismo se
caracteriza por el predominio del capital financiero, por la superioridad de
éste sobre el resto de capitales, por su política colonial, de pillaje y
sometimiento de muchas naciones por un grupúsculo de asociaciones monopolistas,
a través de la exportación de capitales y otros mecanismos, lo que le da al
imperialismo un carácter rentista, parasitario: “El mundo ha quedado dividido
entre un puñado de Estados usureros y una mayoría gigantesca de Estados
deudores” (12) Por esto, la cuestión nacional bajo el imperialismo se convierte
en un problema álgido, pues la tendencia natural del imperialismo es a la
dominación, no a la libertad, a la violación de la independencia política de
los Estados nacionales, no al respeto de su soberanía. Los ejemplos actuales
sobran, sólo mencionemos la actual guerra imperialista que Estados Unidos y sus
aliados libran contra Irak.
Samir
Amin: La polarización a escala global
El capitalismo unifica al
mundo, pero no lo homogeneiza: lo polariza crecientemente.
Samir Amin es tal vez el teórico marxista que en las últimas décadas ha
insistido más en la naturaleza polarizante del sistema capitalista mundial, y
la ha explicado. El capitalismo integra, unifica al mundo por primera vez en la
historia de la humanidad, pero no lo homogeneiza; al contrario, lo polariza
crecientemente. Hay que combatir decididamente las ilusiones que siembran las
potencias imperialistas, y que tienen eco en la burguesía y la pequeña
burguesía de las periferias, ilusiones que tienen que ver con la idea de que
las periferias pueden alcanzar alguna vez a los centros. El capitalismo es un
sistema mundial, y la ley de la pauperización hay que constatarla también a
este nivel. Mientras que Marx analizaba la ley de la pauperización al nivel del
modo de producción capitalista, Samir Amin lo hace al nivel del capitalismo
como sistema mundial, que tiene, sin embargo, su fundamento en aquél.
Cuando los países del centro se
constituyeron como tales construyeron economías autocentradas (construcción de
industrias de bienes de consumo masivo e industria de bienes de capital en sus
propios espacios nacionales), mientras que en los países de las periferias se
construían economías extravertidas, especializadas, cuyo motor no se sitúa
dentro de las mismos, sino en los centros; vale decir, se constituyeron desde
el principio como satélites, como apéndices de las economías capitalistas del
centro, al servicio de la acumulación de capital dentro de éstos. Esto fue y es
posible porque en los países periféricos sus clases dominantes tienen intereses
solidarios con el capital monopolista.
La polarización entre centros y
periferias es inmanente al despliegue del capitalismo a escala mundial.
Mientras que la riqueza se concentra en los centros, la pobreza se concentra en
las periferias. Samir Amin explica la situación privilegiada de los centros por
la posición de dominio que tienen en el sistema capitalista mundial, por la
transferencia de valor que se produce desde las periferias hacia sus espacios
nacionales. A su vez, la situación de las periferias se explica por el bloqueo
a que están sujetas por la posición que ocupan en el sistema capitalista
mundial, por la forma en que se relacionan con el mercado mundial, con las
economías capitalistas del centro, por su sometimiento a los intereses de los
grandes capitales monopolistas.
Es pertinente recordar que en el Perú,
nuestro Amauta José Carlos Mariátegui visionariamente comprendió la naturaleza
del desarrollo capitalista periférico en la época del imperialismo:
“La
condición económica de estas repúblicas [latinoamericanas], es, sin duda,
semicolonial, y, a medida que crezca su capitalismo y, en consecuencia, la
penetración imperialista, tiene que acentuarse este carácter de su economía”
(13).
Cómo funciona la
polarización a escala global: el intercambio desigual.
Hay que destacar que el subdesarrollo de nuestros países no es tanto igual a la
persistencia de formas precapitalistas de producción, como lo pretenden algunos
analistas al servicio del gran capital. El subdesarrollo es ante todo un
producto de la penetración del capital monopolista en nuestras economías - que
las clases dominantes locales hacen posible-, a través de formas como a) la
explotación de sus recursos naturales, b) la exportación e inversión de sus
capitales excedentes en nuestras regiones y c) la venta de sus productos
manufacturados en los mercados de las periferias (14). Ahora bien, Amin no
analiza el intercambio desigual en el plano del intercambio, sino que va al
fondo de las cosas, al plano del proceso de producción. En primer lugar, Amin
afirma que la producción de mercancías está destinada al mercado mundial y el
trabajo que cristaliza en las mercancías tiene también carácter mundial. Una
hora de trabajo en dos países distintos, uno del centro y otro de la periferia,
produce el mismo valor. Pero el salario del trabajador de la periferia está muy
por debajo del salario del trabajador del centro. Esta situación no se debe a
las diferencias de productividades, sino a la inmovilidad del trabajo. En las periferias
hay superexplotación de la fuerza de trabajo, una tasa de plusvalía muy
superior a la tasa de plusvalía que se produce en los centros. Amin lo explica
de la siguiente manera:
“Es
evidente que la hora de trabajo aquí y allá crea el mismo valor, y si la fuerza
de trabajo tiene aquí un valor inferior, es decir, si el salario real es
inferior, la tasa de plusvalía es necesariamente superior. Los bienes
salariales que constituyen la contrapartida real del valor de la fuerza de
trabajo son mercancías internacionales que tienen un valor internacional. Si la
jornada de trabajo es igual en A y en B (por ejemplo 8 horas), si la
remuneración real del trabajador es diez veces superior en B (salario real en B
igual a 10 kilogramos de trigo por día contra solamente un kilogramo en A), y
si 10 kilogramos de trigo son producidos en el mundo (allí donde la
productividad en esta actividad es la más elevada) en 4 horas, la tasa de
plusvalía en B será del 100% (4 horas de trabajo necesario y 4 horas de
sobretrabajo), mientras que se elevará a 1.900% en A (24 minutos de trabajo
necesario y 7 horas 36 minutos de sobretrabajo). Para mantener este
razonamiento, no hay que comparar la productividad en las dos producciones
capitalistas en las que A y B se especializan: eso no tiene sentido” (15)
Samir
Amin concluye: 1) hay transferencia de valor, desde las periferias hacia los
centros, por la superexplotación del trabajo en las periferias, lo que
contribuye a aumentar la masa de plusvalía relativa en los centros, al abaratar
así en éstos los medios de subsistencia, y 2) hay intercambio desigual cuando
las diferencias salariales son mayores a las diferencias de productividad.
Cómo funciona la polarización a escala global: la ley del
valor mundializada. Ahora bien, ¿por qué existen grandes
diferencias salariales entre los trabajadores del centro y de las periferias en
ramas de la economía que tienen análogos niveles de productividad? Samir Amin
llama la atención sobre el hecho de que Marx teoriza sobre la ley del valor de
un modo “general, abstracto e indeterminado”, dentro del marco de un espacio
nacional. Dentro de éste, hay un triple mercado integrado: de mercancías, de
capitales y de trabajo. En el sistema capitalista mundial, empero, hay sólo un
doble mercado libre: de mercancías y de capitales. El mercado de trabajo, por
el contrario, se encuentra compartimentado en lo fundamental en el marco de los
estados nacionales. A escala mundial la ley del valor está truncada. Es así
como Samir Amin explica las diferencias salariales existentes entre los
trabajadores de los centros y las periferias, dentro de sectores de la economía
que tienen similares niveles de productividad. En palabras de Amin, “la ley del valor mundializada engendra por
fuerza la polarización, y expresa la pauperización que supone la
acumulación a escala mundial. Se trata de
un fenómeno nuevo, sin precedentes en la historia anterior” (16) (las
cursivas son nuestras).
Las clases dominantes del mundo levantan
la ideología del “libre mercado”, pero conservan en lo esencial sus fronteras
cerradas a los trabajadores de las periferias. La construcción de un muro en la
frontera entre Estados Unidos y México, y las leyes aprobadas o por aprobarse en
países de Europa y los Estados Unidos contra los inmigrantes de las periferias,
de América Latina, de África y de Asia, ilustran dramáticamente el hecho
mencionado.
Los cinco monopolios del centro.
La polarización es ley del desarrollo del sistema capitalista mundial, pero
cambia de formas. Entre 1500 y 1800 el
“capital mercantil es hegemónico en los centros atlánticos dominantes” y se
forman “zonas periféricas (América) cuya función presuponía su total aceptación
de la lógica de acumulación del capital” (17). Entre 1800 y 1945 la
polarización toma la forma de contraposición entre países industrializados
versus países no industrializados (exportadores de materias primas y productos
agrícolas). Luego, gradualmente, con los procesos de industrialización que
impulsaran las periferias gracias a los movimientos de liberación nacional y a
los regímenes del “socialismo real”, la polarización global irá cobrando una
forma histórica distinta.
Así, desde 1945 a la actualidad la
polarización global irá adquiriendo su fundamento en los cinco monopolios de
los centros sobre los que Amin llama la atención desde hace más de una década
(18):
1)
Monopolio tecnológico.
2)
Control de los mercados financieros mundiales.
3)
Control de los recursos naturales del planeta.
4)
Monopolio de los medios de comunicación.
5)
Monopolio de las armas de destrucción masiva.
Resulta decisivo por varias razones
comprender en profundidad la nueva forma que ha tomado la polarización global.
La industrialización que cobró impulso en las periferias a mediados del siglo
pasado no ha dado fin con la polarización a escala mundial. Reconocido este
hecho, no se trata de negar importancia al impulso del desarrollo de las
fuerzas productivas en las periferias. Y
de ninguna manera aceptar y adaptarse genuflexamente al sistema imperialista.
Un gran número de países de las periferias lograron muy bajos niveles de
industrialización, incluso dentro de la industria de bienes de consumo masivo.
Estos países continúan dependiendo en gran medida de la exportación de materias
primas y productos agrícolas, y su industrialización es una tarea pendiente. De
lo que se trata, en cambio, es de subrayar la importancia que en la actualidad
tiene para las periferias hacer frente a los monopolios indicados, condición
insoslayable de su desarrollo. La industrialización de las periferias, dentro
de este nuevo marco mundial de polarización, sobre todo, dentro del marco del
monopolio de las tecnologías y del capital financiero por los centros, “puede
volverse una especie de sistema moderno de putting
out (de encargos), controlado por los centros financieros y tecnológicos”
(19).
Amin anota que la diferenciación entre
un “Cuarto Mundo” y un “Tercer Mundo”, “en vías de industrialización”,
“no
es inofensivo en el espíritu de quienes lo proponen: supone que el Tercer Mundo
de los NIC (Newly Industrializad Countries, Países de Reciente
industrialización) está ‘cubriendo la brecha’ (o puede hacerlo), mientras que
el Cuarto Mundo se hunde. Olvida que la
industrialización ya no es el fundamento de la polarización. Prefiero decir
por ende que el corazón de la periferia de mañana –en formación– está
constituido por los países que tendrán como función esencial suministrar los
productos industriales; y que el “Cuarto Mundo” ilustra el carácter destructivo
de la expansión capitalista, lo que no es nuevo, sino que siempre acompañó la
historia real del capitalismo.” (Las cursivas son nuestras) (20)
De
lo que se trata, pues, es de llamar la atención acerca del nuevo contexto
internacional bajo el que las periferias continúan su industrialización. De lo
que se trata, pues, es de hacer la crítica radical de los proyectos
desarrollistas en cualquiera de sus versiones. De lo que se trata es de hacer
la crítica radical de los proyectos “socialistas” que rinden culto al
desarrollo de las fuerzas productivas, reproduciendo, así, la alienación
economicista propia del modo de producción capitalista. De lo que se trata,
pues, como sostiene Amin, es de “asociar… los objetivos de cierto desarrollo de
las fuerzas productivas de las periferias del sistema a los objetivos de
superar las lógicas de conjunto de la gestión capitalista de la sociedad”
(alienación economicista, creciente polarización) (21).
Hasta el día de hoy la inversión
extranjera directa sigue produciéndose en países como los nuestros básicamente
en el sector primario exportador, pero –y esto es menos reconocido en general-,
las inversiones en la industria manufacturera de exportación, que se
fundamentan en la superexplotación de la fuerza de trabajo, están perfectamente
integradas en la nueva división internacional del trabajo.
Por lo demás, el incremento de las tasas
de crecimiento económico de los países de América Latina en la década de 2000,
determinada por una coyuntura internacional favorable consistente en el
incremento de la demanda de materias primas, no constituye sino el “desarrollo
del subdesarrollo”, como sentenciara André Günder Frank.
Transformar
el mundo. El socialismo: única alternativa a la barbarie del capitalismo
El
discurso de “lucha contra la pobreza” de instituciones financieras
internacionales al servicio del gran capital como el Banco Mundial no puede
sino ser comprendido como el cinismo de los expropiadores. Siembran ilusiones:
¡pero no cosechan paz! Porque la resistencia de los pueblos ha estado presente
en la historia desde los orígenes del capitalismo hasta la actualidad. El día
de mañana no será diferente. En este sentido, la revolución social constituye
la forma más alta que cobra la resistencia de los desposeídos a su
deshumanización objetiva y subjetiva, para utilizar la expresión de
Hinkelammert.
La alienación economicista impide ver
las causas profundas de la creciente pauperización de las masas, y a no pocos
de reconocer el problema mismo. Revertir cualitativamente la actual situación
implica una nueva correlación de fuerzas a nivel mundial, favorable a las
clases populares. De aquí la urgente necesidad de construir un verdadero
internacionalismo de los pueblos del mundo. De aquí la imperiosa necesidad de
la militancia revolucionaria. De aquí la perentoria necesidad de que esta
militancia se articule decididamente con los excluidos del sistema capitalista
para atacar el problema por la raíz.
Hace mucho que el capitalismo dejó de
coincidir con el progreso. El capitalismo no ofrece a las inmensas mayorías
sino más miseria, mayores sufrimientos. Ningún proyecto de “capitalismo
nacional”, de “capitalismo popular” o de “capitalismo con rostro humano” es
capaz de dar fin con la pauperización creciente de las masas. El socialismo
mundial es la única alternativa verdaderamente humana a la creciente
deshumanización que nos impone el capitalismo mundial. Mas el socialismo no
puede ser reducido a un proyecto de desarrollo de las fuerzas productivas. Debe
retomarse el proyecto de socialismo como la conquista de una civilización
cualitativamente superior al capitalismo. Y el socialismo en el siglo XXI, así
como en el siglo XX, será otra vez el resultado de las luchas de los
trabajadores contra el capital.
____________
Notas:
(12)
Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, en Obras Escogidas en
tres tomos, Tomo I, Moscú, Progreso, 1970, p. 775.
(13)
“Punto de Vista Anti-imperialista” en: Obras Completas de José Carlos
Mariátegui, Tomo 13. Perú-Lima, Empresa Editora Amauta, 1978.
(14)
Ver Roffinelli, Gabriela, Samir Amin y la mundialización del capital.
España-Madrid, Campo de Ideas, 2004, p. 72. Hemos organizado los dos acápites
acerca de cómo funciona la polarización a escala mundial con la ayuda de la
didáctica exposición que hiciera G. Roffinelli del pensamiento de Samir Amin.
(15)
Palabras de Samir Amin, citado en Roffinelli, Gabriela, op.cit., pp. 75-76.
(16)
“3. Capitalismo y sistema-mundo” en: Amin, Samir, Los desafíos de la
mundialización. México D.F.-España, Siglo XXI Editores, 1999, p. 59.
(17)
“El futuro de la polarización global” en: Amin, Samir, El capitalismo en la era
de la globalización. España-Barcelona, Ediciones Paidós, 1999, pp.15-26.
(18)
Ibid.
(19)
“3. Capitalismo y sistema-mundo” en Amin, Samir, Los desafíos…, p. 68.
(20)
Ibid., p.70.
(21)
Amin, Samir, Más allá del capitalismo senil. Por un siglo XXI no
norteamericano. Argentina-Buenos Aires, Editorial Paidós SAICF, 2003, p. 14.
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