Proposición del Libro
Inkas y Filósofos de V. Mazzi. Sistemas Comunicativos y Registrales Diferentes
(Primera parte)
Roque Ramírez Cueva.
EN
DIVERSAS SOCIEDADES OCCIDENTALES Y ASIÁTICAS el invento de la escritura y sus
varios soportes –papel, cuero, fibra vegetal, piedra, etc.- fue el medio por el
cual se pudo mantener y conservar latente la memoria oral, las ideas y saberes
orales y los datos contables, también memorizados antes de la aparición de este
revolucionario invento. A las sociedades humanas a partir de su condición de
Estado les era imposible seguir desarrollando sus estructuras, por tanto su
poderío, sin el esencial aporte de este instrumento guarda memoria, ahora se
concibe como guarda y registro de información. Aparte de las ideas y saberes
empíricos, las sociedades tuvieron que guardar, preservar y registrar
conocimientos y pensamientos que iban camino a dejar el empirismo, ahí es donde
los propios hombres se inventaron la escritura.
Respecto del Tawantisuyu era factible no
imaginar sino dar por cierta la existencia de un sistema de escritura. La
dimensión de este estado con casi 12 millones de personas, un vasto territorio
(casi medio sub continente sudamericano), más un extenso y complicado sistema administrativo
obligaba a dar por cierto la existencia de dicho sistema. La interrogante que
se imponía obviamente era ¿es posible desarrollar y regimentar un estado de
estructuras enormes e intrincadas sólo con el ejercicio de la memoria? NO, es y
ha sido la respuesta de los sabios y de los que tenemos sentido común.
Sin embargo, los historiadores, los
arqueólogos y otros hombres inquietos por el saber han tratado de buscar sin
éxito evidencias de algún tipo de escritura ideográfica, jeroglífica,
alfabética o de signos geométricos (tal como ensayaron Victoria de la Jara y
Burns). En algún momento de la difusión del saber nuestro, se aceptó con
optimismo la proposición de un tipo de escritura
con signos geométricos (Burns), pero no pudo demostrarse sus formas de
funcionamiento, ni se logró la decodificación de un texto básico. Así, en ese
esfuerzo por encontrar un tipo de escritura de los Inkas parecido o aproximado
a los hallados en fragmentos líticos, en papiros, en códices, en rollos de
papel no se ha dado un resultado que la devele.
A mi modesto entender, el error mayor fue
considerar que existían sólo estos tipos de escritura o sistemas comunicativos, porque eso es la
escritura, un gran y mejor sistema comunicativo
en relación al oral. O tal vez, precisamente porque no se ha comprehendido
a la escritura como un sistema comunicativo y registral. En el caso del Perú,
el yerro –de investigadores europeos- se alentó además por el hecho de observar
a la sociedad tawantisuyana como similar a la azteca, en tanto eran próximas en
el espacio y tiempo, asumiendo razones étnicas, de estructuras de estado, de
tecnologías (diferentes a las europeas), y como los aztecas y mayas
desarrollaron un tipo de escritura ideográfica plasmada en códices, se
consideraría por cierto posible que en el Tawantisuyu habría una escritura
similar.
Casi nadie percibió o imaginó que el sistema
comunicativo y registral en tiempo de los Inkas podría o tendría que ser
distinto y diferente a los ya existentes (comentados atrás) en los demás
continentes. Es decir, pocos vislumbraron que la forma de guardar la memoria y
conservar información y conocimiento podía ser también de otra forma, en base a
una tecnología y signos no comunes, no estandarizados con la escritura
alfabética o ideográfica. En esta premisa se desdeñó aquello diferente que estuvo siempre ante
nuestros ojos y alcance de manos: el Khipu con un soporte de cuerdas que
contiene un sistema comunicativo estructurado en base a nudos y tonos
cromáticos, ambos direccionales (vertical u horizontal). Hasta el momento se
aceptaba que el Khipu permitía el registro sólo de datos contables.
¿Por qué no se entendía que el khipu era más
que un instrumento de registro contable? ¿Por qué no se concebía que el khipu
pudiera ser un sistema comunicativo? Tal vez no se prestó atención al entorno
de sus evidencias, las cuales los cronistas dan testimonio objetivo de su
presencia. Estos rastros se observan en el signo lingüístico, en los archivos
y/o bibliotecas y en los registros de censos y tributación. Leamos sólo un par
de ejemplos.
El cronista Juan Diez de Betanzos, en Summa y
Narración de los Inka (1) menciona
el uso de objetos u cosas que comunican de lo que ofrece –hoy sería lo que se
vende- o produce la persona o familia que coloca tales símbolos frente a su
vivienda (hoy son reemplazados por el aviso, el afiche, la pancarta, el
letrero):
“y supiese la vida de
cada uno y de qué vivía y qué ganados criaba y el que criaba ganados tuviese
colgadas en su puerta insignias dello como era alguna pata o quijada de oveja
[llama o alpaca]” (corchete nuestro)
Estas
insignias, en la España del siglo XV, como vemos, eran tenidos como signos,
símbolos (lingüísticos) que comunicaban de alguna actividad que se realizaba o
producía. Los mismos signos fueron usados en el Tawantisuyu a pedido de la
administración como refuerzo de un sistema comunicativo mayor. Aun en el siglo
actual subsisten estos signos que nos comunican determinada actividad como la
bandera blanca en las ventas de chicha, el manojo de hojas de yuca o camote
frente a la casa del agricultor, la hoja de plátano para la venta de tamales,
etc.
En las crónicas igual se da testimonio de la
existencia de locales institucionales que cumplían la función de ser archivos o
bibliotecas (según el punto de vista). El español Agustín de Zárate (2) nos da fe acerca de casas especiales
dedicadas a conservar y exhibir los khipu (que eran tenidos –ya se dijo- como
libros contables) a cargo de funcionarios especializados llamados Khipukamayuq:
“…;y en cada
provincia hay personas que tienen cargo de poner memoria por estas cuerdas las
cosas generales, que llaman quippo camaios, y así, se hallan casas públicas
llenas de estas cuerdas, las cuales con gran facilidad da a entender el que las
tiene a cargo, aunque sean de muchas edades [antiguas] antes de él” (corchete
nuestro)
Además,
por los cronistas nos informamos que los gobernantes del Tawantisuyu se
preocuparon por desarrollar políticas de control de la población con fines
tributarios y de asistencia pública, mediante censos. Y de esto hicieron un
registro técnico, descriptivo y explicativo en los khipu. Santillán (3) ofrece el siguiente testimonio:
“Porque se preciaban
los ingas de saber cuántas ánimas había dejado de su señorío y gobierno, y
cuantas en cada edad, y cuánto se multiplicaban; y cómo iban multiplicándose
los indios y entrando en edad para poder ser tributarios, los acrescentaba
curacas y señores, porque de la dicha edad no había de tener ningún curaca más
número de cien indios tributarios”
Como
bien afirma Mazzi (4) “el khipu …
distingue jerarquía de valores en el censo para los tributos, le permite
vislumbrar un saber contable inventado y desarrollado para gobernar extenso
territorio”.
Entonces, dijimos, no se prestó atención a estas
huellas periféricas que desde las crónicas nos advertían de la presencia de un
sistema comunicativo diferente al estándar de la escritura. Pero, bueno, a
propósito de Mazzi, su nombre completo es Víctor Mazzi Huaycucho, investigador
del pensamiento autóctono, es quien fundamenta la proposición de que el Khipu
es un sistema comunicativo y registral capaz de contener información contable y
guardar historias, narraciones e ideas reflexivas de nivel filosófico. Es uno
de los pocos que nos da una respuesta acerca de que los Inka pudieron gobernar
tan extenso territorio, gracias a este sistema comunicativo y registral, cuyo
soporte son las cuerdas que contienen signos en nudos y colores. Tal
proposición la realiza en su libro Inkas
y Filósofos (Mazzi, 2016).
Según la investigación de Mazzi H. el
cronista “Sarmiento indica que no
encontró un sistema de escritura tal como lo tenían en España, pero anotó que
los khipucamayuq tenían un sistema comunicativo alternativo muy eficiente”.
Sarmiento de Gamboa da testimonio que la información registrada en los khipu,
si bien quedaba archivada, guardada, preservada, de ningún modo se ocultaba, no
se le consideró secreto de estado. Por el contrario, se le difundió y trasmitió
de una generación a otra entre los funcionarios especialistas en ejecutarla y
administrarla, se le dio acceso a los hijos de
éstos, a las familias nobles de las panaka cusqueñas y regionales. Se le
difundió desde el aspecto e interés que,
aparte de registrar información contable, narraba sucesos importantes, cuando
no eventos históricos. Sarmiento Gamboa (5),
dice:
“…refiriendo las
cosas antiguas pasadas hasta sus tiempos, repitiéndoselas muchas veces, como
quién lee lección en cátedra, haciéndolos repetir las tales lecciones
historiales a los oyentes, hasta que se les quedaran en la memoria fijas. Y así
cada uno de sus descendientes iba comunicando sus anales por esta orden dicha, para conservar sus
historias y hazañas y antigüedades y los números de la gente, pueblos y
provincias, días, meses y años, batallas…”
Este
contador, no es el único que testimonia la función comunicativa del khipu y la
difusión de sus datos contenidos entre las familias de la nobleza, generación
tras generación. El cronista religioso Cristóbal de Molina (6) menciona sobre los Khipu que “estos
iban de generación en generación mostrando lo pasado y empapándolo en la
memoria a los que habían de entrar, que por maravilla no se olvidaban cosa por
pequeña que fuese”
Lo interesante de esta proposición es conocer
que en los khipu se registró y preservó todo tipo de información y
conocimiento, todo saber proveniente de tecnología hecha, todo razonamiento,
todo pensamiento reflexivo y filosófico, todo dato astronómico, histórico, y
cultural; además de todo tipo de información contable. Mazzi, citando a Molina
(2008:19) sustenta que fue el Inka Pachacuti quien estableció otras funciones
al khipu, aparte de las contables:
“Este Inka fue el
primero que empezó a poner cuenta y razón en todas las cosas y el que, quitó y
dio cultos y ceremonias; y el que hizo los doce meses del año, dando nombre a
cada uno y haciendo las ceremonias que en cada uno de ellos hacen, porque no
obstante que antes que reinasen sus antecesores tenían meses y años por
sus khipu, no se regían con tanto
concierto…"
Las
fuentes tomadas de los cronistas por V.
Mazzi Huaycucho son abundantes, las mencionadas atrás y las que se mencionen
adelante en esta nota argumentativa, han sido seleccionadas de su libro Inkas y
Filósofos, publicado recién en el pasado Junio (2016).
A propósito del Tawantisuyo, en su estructura
socio-económica de corte imperial, llegó a desarrollar y erigirse como una
sociedad avanzada, entre otros factores, debido a los conocimientos e
información registrados y difundidos
mediante los khipu. Según Mazzi es Cabello de Balboa, aparte de otros cronistas,
quien da a entender que los khipu y sus cultores y artífices –los khipucamayuq-
cumplen similar función a la cumplida por los escritores (escribanos les
llamarían en España) y contadores. Cabello de Balboa, lo testimonia de esta
manera:
“…[los indios]
antiguos comenzaron a usar de ciertos
nudos dados en ciertos hilos de colores varios, y según era lo que pretendían,
y querían entender de los tales nudos, y hilos así era el color que anudauan a
la grandeza y diferencia de el nudo (o nudos) que hacían, y había oficiales tan
expertos en esta manera de conocer y anudar como hay entre nosotros Escribanos,
y contadores liberales…”.
En
otras palabras -reiterativas-, si se compara a los khipucamayuq con aquellos
que escriben en Europa, llamados escribanos, se puede inferir que la escritura alfabética
de los españoles fue ejercitada como estructura comunicativa para registrar
información y el conocimiento que se quisiese conservar para uso posterior
inmediato u mediato. Esta estructura de comunicación en la sociedad
tawantisuyana fue cumplida sin duda alguna por el Khipu.
De esta noción, Mazzi nos muestra mayores
evidencias, al referirse a los testimonios dados por el cronista Joseph de
Acosta. Decimos que sin duda es este cronista, quién con una percepción
visionaria “sostiene que el khipu suple eficazmente la ausencia de letras”
(Mazzi, 2016). Leamos, el texto donde da fe el propio cronista De Acosta:
“…Y
en cada manojo de éstos, tantos nudos y nuditos, y hilillos atados; unos
colorados, otros verdes, otros azules, otros blancos, finalmente tantas diferencias,
que así nosotros [españoles] de veinte cuatro letras guisándolas en diferentes
maneras sacamos tanta infinidad de vocablos, así éstos de sus nudos y colores,
sacaban innumerables significaciones de [muchas] cosas.” (Corchetes de Mazzi)
Hasta
aquí nos detenemos, concluyendo que el khipu es un sistema comunicativo y
registral, en una segunda parte seguiremos opinando e infiriendo sobre los
Khipu, según la lectura que suscita el libro Inkas y Filósofos de Víctor Mazzi Huaycucho. Siendo casi lego en filosofía,
afronto con mayor opción –modestia aparte- los otros temas del citado libro,
como el de los khipu y sus funciones comunicativas.
Notas:
Las
citas 1, 2, 3, 4, 5,
6, y las citas del propio Mazzi
Huaycucho y otras referencias han sido tomadas de su libro Inkas y Filósofos, Lima. Ediciones del mismo autor. 2016. Leyendo
el libro las ubicarán. No es formal, mencionarlo de este modo, pero se sugiere
leer todos los capítulos del libro.
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