Método de Ascenso de lo Abstracto a lo Concreto
(Tercera
Parte)
Mitrofan
Alexeiev
C)
Procedimientos lógicos del método
“El método de ascenso de lo abstracto a lo
concreto –escribe Marx– es sólo el procedimiento con que el pensamiento asimila
lo concreto, lo reproduce espiritualmente como concreto” [C. Marx. Contribución a la crítica de la economía
política] Como es un método de esta índole, le son propios ciertos
procedimientos lógicos de investigación, característicos y que sólo existen en
él. Aplicar el método ascensional significa utilizar dichos procedimientos.
Es
cierto que el pensamiento que utiliza el método ascensional también posee y
aplica otros procedimientos lógicos de investigación (estudiados por la lógica
formal). Sin embargo, no son ellos los que forman los caracteres específicos
del método ascensional. Los procedimientos más importantes de dicho método son
los siguientes: el de investigar las contradicciones, el estudio lógico e
histórico, el examen de los fenómenos en su aspecto puro, etc. Nos detendremos
en los dos primeros.
Se
entiende que el procedimiento no investiga las contradicciones lógico-formales,
sino las dialécticas, que se caracterizan por la existencia de dos aspectos
opuestos en el mismo objeto. Estos aspectos son “momentos correlativos,
indivisibles, que se condicionan el uno al otro, pero que al mismo tiempo son
extremos opuestos que se excluyen recíprocamente” (Marx). Las contradicciones
dialécticas son contradicciones internas del objeto estudiado, y por eso no hay
que buscarlas fuera de él, ni entre el objeto dado y algún otro, sino en el
propio objeto.
Marx
revela en El Capital la contradicción
inherente a la mercancía misma, estableciendo sus dos factores: el valor de uso
y el de cambio. Estos valores forman una contradicción real: el primero expresa
en las mercancías lo singular y el segundo lo general. Esta es la primera regla
para estudiar las contradicciones por el método ascensional.
Después
de establecer la contradicción, comienza el análisis separado de los aspectos
opuestos que la constituyen. Primero se estudia un opuesto, luego el otro; por
lo demás, el orden del análisis no es en modo alguno indiferente. El análisis
del opuesto que en el objeto dado es idéntico al de otros, se efectúa en primer
término. Tal será en la mercancía el valor de uso (que también existe en
productos del trabajo que no son mercancías). Luego se analiza la oposición del
objeto dado. Esta es en la mercancía el valor de cambio, que es, al mismo
tiempo, la oposición fundamental. El valor de uso constituye la base natural
del valor de cambio, y aparece como el “portador sustancial del valor de cambio”.
Por este motivo Marx estudia al principio el valor de uso, y no el de cambio.
Si hubiera empezado por este último, habría infringido la coherencia de su
exposición, porque entonces hubiera debido retomar el valor de cambio para
pasar al de uso.
Tal
es la segunda regla para investigar la contradicción por el método ascensional.
Después
de revelar la contradicción del objeto y de estudiar sus aspectos opuestos,
corresponde establecer qué se oculta detrás de ella, o sea, cuál es su esencia
y base interna.
Marx
pasa entonces del análisis de la contradicción de la mercancía a la del
trabajo, señalando que la contradicción de la primera es sólo la expresión de
la contradicción del segundo. La contradicción del trabajo, que origina la
mercancía, consiste en lo siguiente: “El trabajo es siempre, en uno de sus
aspectos, despliegue de fuerza humana de trabajo en sentido fisiológico; así
considerado, como trabajo humano, igual a otro trabajo abstracto, forma el
valor de la mercancía. Pero, a la par, el trabajo es siempre, en otro aspecto,
inversión de fuerza de trabajo bajo una forma concreta, encaminada a un fin; y
así considerado, como trabajo concreto, útil, produce los valores de uso” [C.
Marx. El Capital, t. I] La esencia de
la contradicción se revela así mediante el análisis de su manifestación
interna.
Esta
es la tercera particularidad del estudio de la contradicción por el método
ascensional.
Una
vez establecida la contradicción, analizados sus aspectos y descubierta la base
desde la cual surge, comienza la búsqueda de cómo se resuelve. Esta etapa de la
investigación de las contradicciones está determinada por la naturaleza misma
del ascenso de lo abstracto a lo concreto como proceso, ante el cual se plantea
la tarea de reproducir el objeto estudiado en toda su integridad dialéctica, y
por consiguiente en toda su contradicción. Aquí es necesario considerar que
resolver la contradicción no es en modo alguno conciliar los opuestos que la
componen, sino conservarlos y desarrollarlos. Por consiguiente, si la contradicción
se resuelve, esto significa que la lucha de las fuerzas opuestas ha adquirido
una nueva forma de movimiento.
Marx,
al iniciar su estudio sobre la contradicción de la mercancía, señala cómo ésta
se desarrolla con la aparición del dinero, con la trasformación del mismo en
capital, qué forma adquiere este último en el contenido de la jornada de
trabajo, etc. Muestra el desenvolvimiento de la contradicción con el ejemplo de
las formas simple, desarrollada, universal y monetaria del valor. En la forma
simple una mercancía se cambia por otra. Ya aquí la oposición interna, oculta
en la mercancía, entre el valor de uso y el valor, se expresa a través de su
oposición externa como relación entre dos mercancías, una de las cuales
desempeña el papel de valor de uso y otra el de valor de cambio. “…La forma
simple de valor de una mercancía –señala Marx– es, por tanto, la forma simple
en la que se manifiesta la antítesis de valor de uso y de valor encerrado en
ella.” [C. Marx. El Capital, t. I] En
las formas desarrollada y universal del valor esta antítesis se ahonda cada vez
más, la separación entre el valor equivalente y relativo aumenta sin cesar.
“Pero en el mismo grado en que se desarrolla la forma de valor en general, se
desarrolla también la antítesis entre sus dos polos, entre la forma relativa de
valor y la forma equivalencial.” [C. Marx. El
Capital, t. I] En el dinero, “forma abstracta y general de todas las
oposiciones que implica el trabajo burgués” [C. Marx. Contribución a la crítica de la economía política], culmina la
separación entre el valor y el valor de usos, al mismo tiempo que se ahonda
también su contradicción como contradicción del acto del cambio. El dinero, surgido
para facilitarlo, comienza a obstaculizarlo, pues divide el acto único del
cambio en la venta y la compra. Con la aparición del dinero el comercio se
bifurca en cambio por bienes de uso y cambio por el valor. Se desarrollan las
contradicciones entre las funciones del dinero como medio de pago, de
atesoramiento, etc. Sin embargo, las contradicciones inherentes a la mercancía
alcanzan su máxima agudeza y complejidad cuando el dinero se trasforma en
capital. Ahí adquieren un carácter antagónico claramente manifiesto, porque con
relación al trabajo y el capital aparecen como fuerzas en pugna el proletariado
y la burguesía. De este modo Marx observa cómo la contradicción implicada en el
mismo punto de partida, la mercancía, el valor de uso y de cambio que, a su
vez, expresa la del trabajo concreto y el abstracto, halla sus formas de movimiento
en otras categorías de la producción capitalista.
Con
ello se manifiesta aún otro rasgo característico de la investigación de las
contradicciones por el método ascensional: estas mismas se desarrollan de lo
abstracto a lo concreto.
La
particularidad del segundo procedimiento lógico –revelar la ley y sus formas de
manifestación– se origina también en la esencia del método ascensional, y está
determinada por el carácter dialéctico de la relación mutua que existe entre
estas categorías unidas a él (la ley y sus formas de manifestación).
La
ley es la conexión interna y necesaria que existe entre los fenómenos, es lo
esencial que hay en ellos [C. Marx. El
Capital, t. III]. Por este motivo nunca está en la superficie de los
mismos. Descubrirlas en los fenómenos es tarea de la ciencia. “…es tarea de la
ciencia –escribe Marx– reducir los movimientos visibles y puramente aparentes a
los movimientos reales interiores…” [C. Marx. El Capital, t. III].
Como
en la realidad efectiva no existe jamás la ley en su aspecto puro, sino que
sólo aparece en su forma de manifestación, el proceso del conocimiento
científico, el descubrimiento de la ley, se divide en dos etapas. La primera
guarda relación con el estudio de la superficie, de los fenómenos en los que se
revela la ley. En esta etapa se debe establecer la ley misma penetrando en la
esencia de los fenómenos, o sea, hallar detrás del aparente caos de
eventualidades algo necesario, estable, esencial. En la segunda etapa se
verifica la separación de la ley de las formas en que se manifiesta, explicando
las particularidades del proceso según el cual la ley se revela. Esto es lo
específico en el descubrimiento de la ley por el procedimiento de ascenso de lo
abstracto a lo concreto.
Veamos
un ejemplo de El Capital.
El
hecho de que en la economía mercantil impera el valor era bien conocido antes
de Marx (por el propio D. Ricardo, por ejemplo). Sin embargo, al autor de El Capital le corresponde el mérito de
haber descubierto la ley del valor, que antes de él sólo constituía una serie
de condiciones sin vigencia alguna en la práctica. Marx descubre dicha ley por
el procedimiento que los matemáticos denominan “determinación mediante la
abstracción”. Compara diversas mercancías y llega a la conclusión de que si
pueden cambiarse entre sí es porque poseen
algo en común, que no puede ser el valor de uso, ni el color, ni el
peso, ya que dichos caracteres son en ellas absolutamente distintos. Pero sí es
evidente que el elemento común a las distintas mercancías consiste en que son
productos del trabajo, a saber, del trabajo abstracto. Es valor es la
materialización de dicho trabajo, y el cambio de las mercancías por el valor, o
sea, conforme a la cantidad de trabajo socialmente necesario gastado en ellas,
será la ley del valor.
Al
fundamentar de este modo la ley del valor, Marx parte del fenómeno del valor de
cambio, del cual el precio, expresión monetaria del valor, es una forma
particular. Empieza por la relación de cambio, en la que los valores de uso de
una especie se cambian por los de otra. No olvida subrayar la diferencia entre
valor de cambio y el valor, consistente en que “el primero de ellos se modifica
de continuo, de acuerdo con el tiempo y lugar”. Con este descubrimiento de la
ley (el valor) en el fenómeno (valor de cambio) finaliza la primera etapa del
análisis. Luego comienza la segunda, no menos difícil: separar de la ley
(valor) las formas en que se manifiesta (valor de cambio). Marx describe estas
dos etapas de la investigación con las siguientes palabras: “Aquel algo común
que toma cuerpo en la relación de cambio o valor de cambio de la mercancía es,
por tanto su valor. En el curso de nuestra investigación volveremos de nuevo al
valor de cambio, como expresión obligada o forma obligada de manifestarse el
valor, que por ahora estudiaremos independientemente de esta forma”. [C. Marx. El Capital, t. I] Y en otro pasaje:
“…Comenzamos estudiando el valor de cambio o relación de cambio de las
mercancía, para descubrir, encerrado en esta relación, su valor. Ahora no
tenemos más remedio que retrotraernos nuevamente a esta forma o manifestación o
manifestación del valor”. [C. Marx. El
Capital, t. I] La separación entre la forma del valor y el valor (o sea,
entre el fenómeno y la esencia) se lleva a cabo en el parágrafo 3 del primer
capítulo del tomo I de El Capital.
Con respecto a la importancia de esta etapa de la investigación, Marx escribe:
“Ahora bien, es menester que consigamos nosotros lo que la economía burguesa no
ha intentado siquiera: poner en claro la génesis de la forma dinero, para lo
cual tendremos que investigar remontándonos desde esta forma fascinadora hasta
sus manifestaciones más sencilla y humildes: el desarrollo de la expresión del
valor que se encierra en la relación de valor de las mercancías. Con ello
veremos, al mismo tiempo, cómo se esfuma el enigma del dinero”. [C. Marx. El Capital, t. I] Y luego sigue la
mencionada distinción entre las formas simple, desarrollada, universal y
monetaria del valor. La forma monetaria del valor es el precio. Por
consiguiente, el valor se manifiesta en el precio, y la ley del valor en las
diversas fluctuaciones de los precios. Ya aquí se encierra la falta de
coincidencia entre la forma de manifestación de la ley (el precio) y la ley
misma (el valor), lo cual crea una antinomia insoluble para el investigador
inexperto en la dialéctica, que separa el fenómeno de la esencia. Esta no
coincidencia se pone de manifiesto en la transformación del precio en precio de
producción. Veamos cómo ocurre esto.
Según
la ley del valor, las mercancías deben cambiarse de acuerdo con la cantidad de
trabajo socialmente necesaria invertido en ellas. Entretanto, cada mercancía,
tomada por separado, se vende, no por su valor, sino siempre por encima o
debajo del mismo. Surge así una antinomia que los economistas burgueses
trataron de resolver mediante el principio lógico-formal del tercero excluido,
desechando una alternativa y conservando la otra. Este fue precisamente el
camino tomado por D. Ricardo, quien partió de la noción de la coincidencia e
indirecta del precio con el valor, pero al encontrar en la realidad casos que contradecían
la ley del valor formulada por él mismo, la desechó y comenzó a sostener que el
valor no se hallaba en modo alguno en la base del cambio de mercancías. Al
señalar el error del método adoptado por los economistas burgueses, Marx
escribe: “Inmediatamente se comprende el fundamento histórico de este modo de
proceder, su necesidad científica en la historia de la economía, y también su
endeblez histórica, que no estriba simplemente en la forma, sino que conduce,
además, a resultados falsos, pues saltando por encima de los eslabones
indispensables, pretende exponer directamente la concordancia de las categorías
económicas.” [C. Marx. Teorías de la
Plusvalía]
Marx
abordó de modo muy diferente el problema, pues, siguiendo el método dialéctico,
consideró que la manifestación de la ley del valor y la propia ley no eran la
misma cosa. Puso en claro que en las diversas ramas de la producción
capitalista existe una estructura orgánica desigual del capital, por lo que hay
también distintas cuotas de ganancia. La concurrencia de capitales determina
una nivelación de la cuota de ganancia, estableciendo un promedio entre ellas.
Sobre esta base se forma el precio de producción que, como es natural, se
diferencia del valor. Además, la competencia de los productores de mercancías,
que los obliga a expenderlas un poco más baratas para poder efectuar ventas,
las fluctuaciones de la oferta y la demanda, etc., ahondan la diferencia entre
el precio de la mercancía y el valor. Pero dicha discordancia no niega en
absoluto la vigencia de la ley, pues ésta nunca es idéntica a las formas de su
manifestación.
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