Nota:
Publicamos
una parte más del artículo de nuestro compañero Eduardo Ibarra.
Además,
dos nuevos artículos suyos. En uno de ellos desenmascara completamente la
maniobra de Aragón, quien en carta a un copartidario suyo pretendió silenciar
su negación de la existencia del PSP y su afrenta a José Carlos Mariátegui.
En
el otro desenmascara al grupo liquidacionista en su afán de servirse del PSP y
de José Carlos Mariátegui como coartada al propósito de sentar ciertas
condiciones para fundar un partido pluriclasista en el sentido socialdemócrata
del término. En este artículo nuestro compañero demuestra que detrás de la
conmemoración del aniversario del PSP se esconde una flagrante falsificación de
lo que realmente fue el Partido de Mariátegui, por lo que es claro que lo que
celebra el grupo liquidacionista es el aniversario de un PSP que solo existe en
sus sueños de liquidar el partido de clase.
Para
que el lector se percate de todos los aspectos fundamentales de la
falsificación que cometen los liquidacionistas de la realidad histórica del PSP
y de la personalidad ideológica de José Carlos Mariátegui, publicamos asimismo,
como material adjunto, una serie de textos de nuestro compañero circulados
ampliamente en el curso de la lucha en defensa de la verdad histórica del
Socialismo Peruano.
01.06.2015.
Comité de Redacción.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda
tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
El Liquidacionismo Histórico y la Reunión de
Barranco
(Cuarta Parte)
Eduardo Ibarra
UN CUESTIONAMIENTO OPORTUNISTA de la Reunión de
Barranco. En
el curso de su aplicación, el proyecto de partido Mariátegui fue:
1) de una labor organizativa clandestina (Reunión de Barranco, etcétera) a la
fundación legal del PSP (como se intentó en marzo de 1930); 2) de la acción de
un organismo de cuadros (”grupo organizador del Partido”) a la fundación de un
partido de masas (objetivo que no se alcanzó).
Por lo tanto, tan legítimos
fueron la Reunión de Barranco y el “grupo organizador” como lo hubieran sido la
fundación legal del PSP y la elección en el Congreso Constituyente del Comité
Central de un partido de masas.
Por eso las observaciones de
Aragón a la mencionada Reunión en el sentido de que ella fue “realizada a
espaldas de los militantes del socialismo peruano”, de que en ella “solamente
participaron ‘nueve militantes’” “sin recibir las opiniones y las
propuestas, ni estar presentes o representados los delegados de los
comités de otras ciudades del país” ni “los comités ya formados en algunas
otras ciudades del mundo”, equivalen a calificarla de inconsulta,
arbitraria, verticalista, antidemocrática.
Como se ve, Aragón cuestiona
la Reunión de Barranco y, de esta forma, cuestiona el proyecto de partido de
Mariátegui.
Acerca de la carta colectiva. Aragón dice que esta
carta esperaba ser fechada “después de [su] debate y aprobación, lo cual
nunca ocurrió”.
Pero veamos cuales fueron los hechos. En la carta
del 16 de abril de 1928 a la célula aprista de México, Mariátegui señaló:
“Hemos acordado una carta colectiva que muy pronto les enviaremos” (Correspondencia,
t.II, p.373).
En carta del 29 de setiembre de 1928 a Carlos
Arbulú, escribió: “… le acompaño dos cartas, una mía y otra que acordamos
suscribir yo y varios compañeros, pero que en breve resultó insuficiente ante
la prisa con que el grupo de México había avanzado en el sentido condenado
abiertamente por nosotros” (ibídem, pp.444-445).
En carta del 7 de octubre del mismo año a Nicanor
de la Fuente, anotó: “A Arbulú le he mandado copias de dos cartas en que
formulamos en Abril nuestros puntos de vista” (ibídem, p.451).
Y en carta del 19 de octubre del mismo año a Luis
Valcárcel, apuntó: “Empiezo por acompañarle la copia de una carta colectiva,
acordada en abril, y que pronto resultó inferior al desacuerdo provocado por la
precipitación del grupo de México…” (ibídem, p.459).
De estas afirmaciones del
maestro se desprende: 1) que la carta colectiva fue escrita en abril de 1928;
2) que fue “acordada”, es decir, convenida, concertada, pactada (no su
escritura, sino sus términos); 3) que “en breve resultó insuficiente…”; 4) que
fue remitida a diversos activistas.
Por eso Martínez señaló: “Con
esta ‘carta colectiva’ el grupo de Lima tomaba posición. Esta circular ejerció
gran influencia. Permitió la definición de los elementos que dentro del Apra,
no estaban de acuerdo con la orientación imprimida por Haya de la Torre” (Apuntes,
p.302) (24).
Las afirmaciones “en breve resultó insuficiente…”
(en la carta a Arubulú), y, “pronto resultó inferior al desacuerdo…” (en la
carta a Valcárcel), no sugieren necesariamente que la carta colectiva no
hubiera sido debatida y acordada, sino simplemente lo que dicen sus letras: que
rápidamente su contenido resultó inferior al grado de antagonismo alcanzado por
la divergencia con el aprismo naciente. Firmada o no por los fundadores (no hay
prueba documental de lo uno ni de lo otro), la cuestión de fondo es que la
carta fue acordada y representó sus puntos de vista.
Pues ¿habría sido posible que, seis meses
después de escrita, Mariátegui hablara de “nuestros puntos de
vista” si la carta colectiva no hubiese sido aprobada? ¿Habría sido posible que
la remitiera mencionándola como “carta colectiva”? ¿Mariátegui era un
falsario?
La carta colectiva no tuvo fecha de redacción sino
de remisión (25). Una carta de Alejandro Rojas, fechada en setiembre de 1928 en
Hamburgo, aunque escrita en New York, hace referencia a una carta recibida de
Mariátegui con fecha 10 de julio: “Su atenta del 10 de julio…· (ibídem, p.302; Correspondencia,
t.II, p.446).
Como se sabe, el maestro no mantenía
correspondencia personal con Rojas, por lo que puede tenerse la certidumbre de
que la aludida carta era la carta colectiva.
Y puede verificarse, asimismo, que dicha carta no
fue remitida a los diversos activistas sino a partir del 10 de julio de 1928
(26).
Dice también Aragón: “Tiempo
después, el mismo Mariátegui la utilizó [a la carta colectiva] solamente como
un testimonio o material ‘de referencia’”.
Pero la verdad es otra: en la carta a Arbulú,
Mariátegui sostiene que desea que su destinatario “se forme juicio completo de
este debate”.
En la carta a De la Fuente, luego de señalar “Esta
actitud nuestra contra una desviación…”, el maestro continúa con estas
palabras: “para que aprecien Uds. la posición de esos señores”. Habiendo
aludido antes el envío que había hecho a Arbulú de “copias de dos cartas”, el
“Uds” que aparece en lo citado hace referencia a esta persona y al propio De la
Fuente, por lo cual la frase “para que aprecien…” (así en plural, como se ve)
tiene que entenderse con el mismo alcance que tiene la que aparece en la citada
carta a Arbulú: “Deseo que Ud. se forme juicio completo de este debate”
En la carta a Valcárcel, se lee: “El modo mas leal
de informarlo a este respecto, para que no se encuentre Ud. desorientado ante
rumores confusos…”. La frase “para que no se encuentre Ud. desorientado…”,
implica que Mariátegui buscaba que Valcárcel tomara posición respecto a la
divergencia con Haya y sus repetidores.
En todos los casos, pues, Mariátegui utilizó la
carta colectiva como medio para que sus destinatarios tomaran posición, y no
como simple “testimonio” o mera “referencia”.
El método de Aragón. Aragón no parte de los
hechos, sino de las teorías. Ve al PSP desde su proyectada pero no consumada
fundación pública, y no desde el interior de su proceso real,
que se desarrolló, como ha quedado dicho, desde un organismo de cuadros y un
trabajo clandestino.
Por eso su lógica, que recorre las entrelíneas de
su artículo, se revela simplona: “el PSP no fue fundado pública y legalmente,
luego no existió” (el incrédulo puede ver el acápite Acerca del partido del
artículo que aquí comentamos).
Pero además su método está viciado de prejuicio: la
Reunión de la Herradura se realizó “a espaldas de Mariátegui”; cuestionamiento
de esta Reunión a nombre de un democratismo que guarda un evidente cordón
umbilical con su conocida concepción según la cual el partido se construye de
abajo arriba; el programa del Partido nunca fue aprobado.
De suyo se comprende que con semejante método no se
puede ir muy lejos. Por eso Aragón no es capaz de calar en el significado del
proceso real de constitución del PSP.
El nuevo planteamiento en el estudio del proceso de
constitución del PSP. Este planteamiento consiste en: 1) tener como
punto de partida del análisis el proceso real de constitución del PSP; 2) tener
presente que el proyecto original de Mariátegui fue modificado en el proceso de
su aplicación por la acción de la lucha de clases y de la lucha entre dos
líneas; 3) captar lo esencial detrás de lo fenoménico en el proceso real del
PSP; 4) tener en cuenta el intento de fundar públicamente el PSP como partido
de cuadros (marzo de 1930); 5) ver el proceso real de constitución del PSP
desde el significado de este intento; 6) reconocer que la diferencia, en más de
un punto, entre el proyecto original y el proceso real que resultó de su
aplicación, no invalida la vigencia de dicho proyecto, cuya nota principal es
la creación de un partido de clase bajo la forma de partido de masas; 7)
captar: a) lo que el proceso real tuvo del proyecto original (partir de un
trabajo clandestino para llegar a fundar un partido con estatus legal; partir
de un organismo de cuadros para fundar un partido de masas; el marxismo-leninismo
como la base de unidad del PSP, etcétera); b) lo que el proceso real no alcanzó
a tener del proyecto original (carácter de masas del PSP; fundación pública y
estatus legal; etcétera).
Si el proceso del PSP fuese visto desde el proyecto
original de Mariátegui, puede llegarse al absurdo de creer que, por cuanto
dicho proceso no se ajustó a este proyecto, entonces el PSP no existió; por
cuanto el programa fue aprobado por el Comité Central en una reunión del Comité
Ejecutivo del Partido y no en el proyectado pero no consumado Congreso
Constituyente, entonces el programa nunca fue aprobado; etcétera.
Como se ha visto, a ese absurdo llega Aragón.
Pero, por cuanto la intelección del proceso real de
constitución del PSP debe hacerse desde el significado del intento de fundarlo
como partido de cuadros, entonces la Reunión de Barranco aparece como la
Reunión Fundacional del PSP y, por lo tanto, los Acuerdos tomados por esta
Reunión pueden ser considerados como su Acta de Constitución.
En otras palabras, tras lo fenoménico de la Reunión
de Barranco se revela la realidad esencial de la fundación del PSP.
Finalmente, es menester señalar que el análisis de
la documentación disponible me ha llevado a los planteamientos expuestos hasta
aquí, y que el hallazgo de nuevos documentos y la necesidad de profundizar la
reflexión sobre el tema puede obligar a modificar algunas consideraciones (idea
sugerida hace más de seis años en el borrador Mariátegui y el Partido
Socialista del Perú), pero en modo alguno a negar el reconocimiento
del carácter marxista-leninista del PSP, su existencia histórica y su fundación
el 7 de octubre de 1928.
Lo que me anima, contra las groseras
falsificaciones de la verdad doctrinal y orgánica que comete el grupo
liquidacionista, es nada más que establecer y defender la verdad
histórica del PSP y la filiación doctrinal de José Carlos Mariátegui. Esto es
todo lo que he hecho y seguiré haciendo tantas veces como resulte
necesario.
Notas
[24]
En el mismo lugar, Martínez dejó escrito también: “Esta carta [de Haya del 20
de mayo] no recibió respuesta. Mariátegui cortó toda relación con Haya de la
Torre. Continuaba el trabajo. Se redactaron los puntos de vista respecto al
Apra, que se remitieron a todos los grupos extranjeros. He aquí la ‘carta
colectiva’ que fijaba la posición del grupo de Lima” (p.299). Da la impresión
de que la frase “los puntos de vista respecto al Apra” hiciera referencia a la
carta colectiva, y que, por lo tanto, esta carta hubiera sido una respuesta a
la de Haya, o sea que no fue escrita en abril sino después del 20 de mayo. Esto
no concuerda con la información contenida en las cartas de Mariátegui citadas
en el presente trabajo. Después de la afrentosa carta de Haya, Mariátegui
simplemente cortó con él toda correspondencia (ver Correspondencia,
t.II, p.491). Puede suponerse, por otro lado, que Martínez tuviera en cuenta la
fecha de remisión de la carta colectiva, y que, por esto, en sus Apuntes la
ubicara después de la de Haya, causando así la impresión anotada.
[25]
La carta colectiva no tuvo, en efecto, fecha de redacción. Pero de esto no se
colige que se hubiera pensado ponerle fecha una vez que fuera firmada, pues es
posible que llevara las firmas de los fundadores desde el momento de su
acuerdo. Puede suponerse, por lo tanto, que lo que ocurrió fue que se pensó
ponerle la fecha en que fuera remitida por primera vez, lo que no ocurrió por
aquello de que “pronto resultó inferior al desacuerdo”. Luego, cuando se
consideró pertinente circularla de todos modos, llevó la fecha del 10 de julio
de 1928.
[26]
En la Correspondencia no hay una sola carta del período
abril-09 de julio, que de cuenta de la carta colectiva, lo cual estaría
indicando que aquello de que “muy pronto les enviaremos [la carta colectiva]”
no se cumplió debido a que “en breve resultó insuficiente”. ¿Cuán en breve?
Todo indica que la carta de Mariátegui del 16 de abril a la célula aprista de
México fue una actualización de los términos de la divergencia.
28.02.2015.
La Fullería de Miguel Aragón
Eduardo Ibarra
EN
LA FECHA DE MI ARTÍCULO El liquidacionismo histórico y la Reunión
de Barranco, 28.02.2015, no conocía la carta del 7 de febrero del personaje
del título dirigida a su copartidario Manuel Velásquez, en la cual intenta
silenciar mi crítica a su negación de la existencia histórica del PSP y a su
afrenta a Mariátegui.
Analizaré, pues, en las presentes líneas el aludido
intento.
Para facilitarle las cosas al lector, cito la
criticada afirmación de Aragón: “El frente unido en nuestro país existe
desde 1905 hasta el presente. Mientras que el partido del proletariado
peruano hasta el presente nunca ha existido, y no ha existido porque todavía no
era ni es necesario. La constitución del partido del proletariado
peruano es una tarea del futuro cuando su existencia sea realmente necesaria,
cuando la maduración de las condiciones objetivas y subjetivas así lo reclamen
y lo exijan, y no cuando a un caudillo personalista se le
ocurra como uno de sus ocasionales caprichos” (carta del 4 de
noviembre de 2015 a Gustavo Pérez. Cursivas mías).
Como se ve, no existe la más mínima dificultad para
que el lector se percate de que Aragón niega la existencia histórica del
Partido Socialista del Perú.
Tampoco para que pueda percatarse de su afrenta a
Mariátegui: si bien el reproche “y no cuando a un caudillo personalista se le
ocurra como uno de sus ocasionales caprichos”, está enfilado contra Ramón
García (no examinaré aquí el hecho de que, por razones diferentes, este
personaje es un “caudillo” de gabinete), es claro de toda claridad que,
habiendo sustentado Aragón su reproche en el argumento de que su mencionado
copartidario pretende fundar un partido cuando no existen para ello “las
condiciones objetivas y subjetivas”, aquello de “caudillo personalista” y aquello
de “ocasionales caprichos” le cae también a Mariátegui, pues, como se ha visto,
según el reprochador el partido del proletariado peruano en los tiempos del
maestro “todavía no era… necesario”.
Así, pues, Aragón sugiere, sin querer queriendo,
que Mariátegui fue un “caudillo personalista” y el PSP apenas el producto de un ocasional capricho suyo.
De esa forma insolente ha extendido la negación del
partido de clase –sostenida por su grupo– a la negación de la existencia del
PSP. Esto último se llama liquidacionismo histórico.
Pues bien, ¿cómo reaccionó Aragón ante nuestra
crítica a sus desaguisados?
En la aludida carta del 7 de febrero, escribió: “…
en el interín, con fecha 04 de noviembre adelanté algunas opiniones [sobre tres
pronunciamientos acerca del aniversario del PSP] en carta dirigida a nuestro
común amigo Gustavo Pérez Hinojosa. Adelanto de opiniones que motivaron
que el comentarista Eduardo Ibarra escribiera, con fecha 01 de enero del
presente, su alborotado texto Contra el Liquidacionismo Histórico,
en el cual él despliega su ya conocido estilo superficial, primero
escribe los “adjetivos”, y después trata de acomodar los hechos y las ideas,
para que calcen dentro de sus presunciones apriorísticas”.
Como se ve, Aragón
pretende que su afirmación según la cual “el partido del proletariado
peruano hasta el presente nunca ha existido”, apenas es una “presunción
apriorística” mía.
Al mismo tiempo, intenta
encubrir su afrenta a Mariátegui, presentándola asimismo como otra “presunción
apriorística” mía.
Así, pues, por arte de
birlibirloque, la negación de la existencia histórica del PSP no es ninguna
negación de la existencia histórica del PSP, y la afrenta a Mariátegui no es
ninguna afrenta a Mariátegui.
Pero además, el
negador-afrentador pretende meter confusión acusándome de haber utilizado un
adjetivo en el título de mi artículo (“primero escribe los ‘adjetivos’”).
Sucede, sin embargo, que el
término liquidacionismo histórico no es un adjetivo, sino un concepto político
que, justamente, da cuenta de la negación de la existencia histórica del PSP.
Por lo tanto, nuestro personaje ha demostrado, por decir lo menos, una
clamorosa incapacidad de distinguir entre un concepto político y un adjetivo.
Entre paréntesis: la
maniobra de acusar de adjetivo, en el sentido de insulto, toda calificación
debida, ha sido muy utilizado en los últimos años por el grupo liquidacionista
en su desesperado e infructuoso afán de invalidar la justa calificación de sus
posiciones contrarias al marxismo-leninismo y a la Creación Heroica de
Mariátegui. Para dar al traste con este afán, basta señalar aquí dos hechos: 1)
los maestros del proletariado no se inhibieron nunca de calificar con debidos
adjetivos las posiciones contrarias a la causa del proletariado: de la multitud
de ejemplos que pueden traerse, basta recordar aquí uno solo: en el libro La
revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin utilizó, como es
notorio, el adjetivo renegado. ¿No estuvo bien esto? Ciertamente en la lucha
contra el oportunismo y los oportunistas, hay que llamar al pan pan y al vino
vino. Esto, desde luego, no le gusta a Aragón, pues el procedimiento sirve para
calificar debidamente su revisionismo liquidacionista y sus métodos criollos,
y, por esto, posiblemente no le faltan ganas de dar otro ejemplo de su
impostura acusando a Lenin de poner primero el adjetivo y después los
argumentos, o sea, de haber tenido un “estilo superficial”; 2) la maniobra de
nuestro personaje no alcanza para ocultar el hecho de que precisamente son él y
sus copartidarios quienes se han desbordado siempre en adjetivos contra sus
críticos, es decir, los que han procedido y siguen procediendo como el ladrón
que grita ¡al ladrón! Por ejemplo en el artículo Acerca de un
comentario insustancial sobre política concreta, (artículo que refuto
en otro lugar), Aragón se gastó no pocos adjetivos y frases adjetivadas contra
el suscrito: “insustancial” (desde el título, como se puede ver, lo que
demuestra que nuestro liquidacionista puso primero el adjetivo y después sus
falacias, revelando así, según su propia lógica, tener un “estilo
superficial”), “Sr. Ibarra”, “divagaciones en abstracto”, “cruzados
anti revisionistas", “pomposos como ineficientes promotores de
la ‘reconstitución del obsoleto PC del P’”, “elucubraciones mentales”, “los
idealistas, como Ibarra”, “especulaciones mentales a las cuales denominan
‘creación heroica’”, “crítica insustancial”, "francotirador",
“’inacción’ paralizante”, "charlatán", “doctrinarismo libresco”.
Así derrama su bilis Aragón.
Pues bien, para terminar
con el punto, recordaré que es tal su actitud insultante, que a sus propios
copartidarios los ha llamado, entre otras cosas, “sumisos peones”, y, llegando
al extremo, a uno de ellos lo ha calificado de “delincuente”, ni más ni menos.
Así, sin ruborizarse, Aragón
se exhibe en el escenario de la izquierda peruana (1).
Como se ha visto, a efecto de
encubrir su negación del PSP y su afrenta a Mariátegui, ha calificado mi
crítica de “estilo superficial” y a mi artículo de “alborotado texto”.
Es decir que, según su extraña
lógica, es “superficial” haber comprendido que él niega la existencia histórica
del PSP, así como también es “superficial” haber captado su afrenta a
Mariátegui.
Lo profundo –desde su
interesada óptica– es no darse cuenta de su mencionada negación y no captar en
absoluto su aludida afrenta.
En la medida en que mi
artículo Contra el liquidacionisno histórico revela
sus desaguisados y su descomposición ideológica y moral, Aragón no ha
encontrado otra forma de encubrir todo esto que colgándole la etiqueta de
“alborotado texto”.
Es obvio, pues, que, con esa
frase adjetivada –y, en general, con sus diversivas afirmaciones citadas
arriba–, nuestro personaje pretende confundir, engañar, manipular al lector.
Esta es su moral.
¿Por qué Aragón recurre a la
más desvergonzada fullería a efecto de descalificar mi crítica en lugar de
asumir la actitud honrada de reconocer sus desaguisados?
Porque su descomposición
ideológica y moral ha anulado en él toda capacidad de rectificación en punto a
las cuestiones que definen su oportunismo y su liquidacionismo.
Es menester señalar, no tan de
pasada, que la descomposición de Aragón es expresión de la descomposición de su
grupo.
¿Acaso, EN CASI CINCO MESES,
los liquidacionistas, en general, no han guardado cómplice silencio ante la
negación de la existencia del PSP y la afrenta a Mariátegui? (2).
Obviamente, ese silencio tiene
esta causa: la falsificación de la verdad doctrinal y orgánica del PSP, obra de
Ramón García repetida servilmente por sus seguidores (incluido Aragón), es una
negación de la verdad histórica de dicho partido. Esto es ya extender el
liquidacionismo al campo de la historia.
De esa forma de
liquidacionismo histórico a aquella otra que niega sin más la existencia del
Partido de Mariátegui, solo había un paso: este paso ha sido dado por nuestro
personaje, quien tiene así el dudoso mérito de haber profundizado el
liquidacionismo de su grupo.
Por eso no sorprende el
silencio de sus copartidarios ante semejante profundización. Y ante la afrenta
a Mariátegui.
Este es el “mariateguismo” del
grupo liquidacionista. Este es su “socialismo peruano”.
Como es natural, en cualquier
debate cada quien interviene con su posición política, su capacidad teórica y
su talla moral.
Así, en el actual, una vez más
Aragón ha puesto en evidencia su revisionismo liquidacionista, ha exhibido su
dudosa capacidad teórica y ha mostrado sin rubor que su talla moral puede
medirse con un dedo meñique.
Notas
[1] En las presentes líneas no es mi propósito
analizar si se justifica o no esta adjetivación contra sus propios
copartidarios, sino subrayar el hecho de que, en relación a ellos y al
suscrito, nuestro personaje se muestra abundoso en el uso de adjetivos, lo que
prueba que su discurso contra los adjetivos es nada mas que una impostura.
[2] No es la primera vez que los liquidacionistas
callan ante flagrantes y groseras expresiones de antimariateguismo en sus
propias filas. Esto, desde luego, no tiene porqué sorprender a nadie,
sencillamente porque en todo lo que se refiere a la verdad universal, a la
verdad doctrinal y orgánica del PSP y a la identidad doctrinal de
Mariátegui, el grupo liquidacionista tiene una posición abiertamente
antimariateguiana.
27.03.2015.
Eduardo Ibarra.
Material Adjunto
La Impotencia del Grupo Revisionista
(Fragmento)
E.I.
ES
TÍPICO DEL OPORTUNISMO DE TODOS los tiempos la doblez, como en el caso que
examinamos. En cambio el marxismo enseña que hay que ser francos. Los adjetivos
calificativos cumplen un papel imprescindible en el lenguaje humano (por algo
existen), y, concretamente, en política tienen la utilidad de revelar la
cualidad de una idea, una posición, una actitud, una conducta.
Marx calificó de “estupidez de escolar” la idea de
Bakunin de fortalecer el régimen de propiedad parcelaria, agrandándola por la
simple anexión de las grandes fincas a las tierras de los campesinos. Engels
calificó de “ignorante arrogancia” las pretensiones teóricas de Dühring. Lenin
calificó de “renegado” a Kautski por las razones que todos conocemos.
Mariátegui calificó de “criollamente oportunista y equívoco” a Martínez por su
actitud ante el movimiento obrero peruano de 1919. Etcétera, etcétera.
(…)
Por supuesto, para los roedores de la superficie de
las palabras, los adjetivos calificativos que hay en nuestro mencionado
artículo pueden ser inventariados como tales adjetivos calificativos,
independientemente de si están justificados o no. Pero el marxista serio,
analítico, capaz de ir al fondo de la cuestión, tiene que considerar que esos adjetivos
están justificados por la verdad de los hechos. ESTA ES LA CUESTIÓN*.
En la literatura de Gustavo Pérez**, los
calificativos aparecen apenas como simples insultos, como meros agravios,
sencillamente porque no se basan en la verdad de los hechos, sino precisamente
en su tergiversación. Esto puede comprobarse fácilmente leyendo o releyendo
nuestros artículos donde criticamos al mencionado y, particularmente, el
artículo Radiografía de un confusionista.
En cambio, aquellos adjetivos que hemos utilizado
contra el oportunismo y los oportunistas, se justifican plenamente,
sencillamente porque califican de un modo veraz y puntual cosas que hacen mucho
daño a la causa del proletariado.
Contra toda hipocresía, y en la línea de los
maestros, REIVINDICAMOS FRANCAMENTE EL DERECHO DEL PROLETARIADO DE CALIFICAR
DEBIDAMENTE LAS IDEAS, POSICIONES, ACTITUDES Y CONDUCTAS QUE HACEN MUCHO DAÑO A
LA CAUSA REVOLUCIONARIA.
Así, y sólo así, la clase y las masas pueden captar
las múltiples expresiones del oportunismo y los oportunistas.
Mariátegui señaló que su actitud sólita era
polemizar poco con los individuos y mucho con las ideas, pero no dijo que
era no polemizar en absoluto con los individuos. La
calificación que hizo de la actitud de Martínez, recordada arriba, es, entre
otros, un ejemplo de ello. Cuando el oportunista es recalcitrante, mentiroso,
retorcido, manipulador, etcétera, es indudable que hay que desenmascarar no
sólo su ideología sino también su sicología. No hacerlo es encubrir su
responsabilidad como portador de ideas, posiciones, actitudes y conductas que
hacen mucho daño a la clase y a las masas. La clase y las masas tienen el
derecho de conocer la ideología y la sicología de quienes introducen el
pernicioso espíritu burgués en sus filas, y tienen, además, la necesidad de
conocer la identidad de los portadores de semejante espíritu para que su acción
negativa no corroa libremente el movimiento. Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao,
Mariátegui, no criticaron las ideas contrarias al marxismo, perniciosas para el
movimiento revolucionario, encubriendo la identidad de sus portadores. Esto
está muy claro, pero, no obstante, sin embargo, todavía ahora, el espíritu
conciliador y blandengue encubre al revisionismo y a los revisionistas.
*Aragón es incapaz de entender este fondo de la
cuestión, o, en su defecto, lo escamotea deliberadamente. (Nota del Comité de
Redacción).
**Y en la de todos los liquidacionistas, desde Ramón
García hasta Perico de los Palotes. (Nota del Comité de Redacción).
07.09.12.
El Liquidacionismo de Derecha y el Aniversario del
PSP
E.I.
EN
EL PROGRAMA DEL PARTIDO, José Carlos Mariátegui dejó sentado: “El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de
lucha”.
Así, pues, a más de reconocer la verdad universal del
proletariado (“El marxismo-leninismo es el método…”) y establecer la obligatoriedad de
este reconocimiento (“El Partido Socialista del Perú, lo adopta…”), el
maestro definió su personal filiación doctrinal.
Sin embargo, en el artículo El movimiento comunista, Ramón García
escribió: “… de las tres consignas básicas [de la Revolución de Octubre], sólo
queda el Marxismo-Leninismo, pero cada vez más limitada geográficamente a la
URSS (1). Este término se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas
indicando el método marxista, no la doctrina. Y menos como nueva época. No es
casual que su obra se llame Defensa del Marxismo, a secas, y no, por ejemplo,
Defensa del Marxismo-Leninismo” (2).
Con estas falacias niega el marxismo-leninismo: 1) como la verdad universal del
proletariado; 2) como la base de unidad del PSP; 3) como la filiación doctrinal
de Mariátegui.
De esa
forma, pues, García falsifica la verdad doctrinal del PSP y de su fundador.
En la Moción aprobada por la Reunión del C.C. del 4 de marzo de 1930, se
señala: “El P.S. es un partido de clase, y por consiguiente, repudia toda
tendencia que signifique fusión con las fuerzas u organismos políticos de las
otras clases. Condena como oportunista toda política que plantee la renuncia
momentánea del proletariado a su independencia de programa y de acción, que en
todo momento debe mantenerse íntegramente” (Martínez, Apuntes para una interpretación
marxista de historia social del Perú, t.II, p.487).
Es decir, el PSP fue un partido doctrinariamente homogéneo en toda su
composición. Por eso: 1) rechazaba toda fusión con fuerzas políticas diversas;
2) defendía así su independencia ideológica, política y orgánica.
No obstante, en el artículo 80 aniversario
(5), García escribió: “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba
como ‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de
los siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primer gran partido de masas e
ideas (sic) de toda nuestra historia republicana’”.
Con esa falacia, nuestro personaje niega el
carácter orgánicamente homogéneo del PSP.
De esa forma, pues, falsifica
la verdad orgánica del PSP.
En conclusión, García falsifica la
verdad histórica del Partido de Mariátegui.
Para decirlo de otro modo, se ha aderezado su
propio PSP conforme a su designio liquidacionista.
Así, pues, la imagen del PSP que intenta vender
solo existe en su cabeza y en la cabeza de quienes, mostrando su incapacidad de
discernir teóricamente la cuestión o, en su defecto, mostrando
desvergonzadamente su espíritu servil, se limitan a repetir la falsificación.
¿Por qué García falsifica de la manera más grosera
la verdad histórica del PSP y la filiación doctrinal de Mariátegui? Porque,
para acreditar su proyecto de un partido doctrinariamente variopinto, necesita
utilizar a ambos como coartada.
Como se ha visto, el proyecto de un
partido-amalgama no tiene ningún punto de contacto doctrinal y orgánico con el
Partido de Mariátegui.
Por eso García terminó renunciando fácilmente a la
Reconstitución (3).
En efecto, en el artículo Organización:
contenido y forma, escribió: “La propia experiencia, la propia
lucha enseñó a través de la investigación de continuadores, que la
Reconstitución se hundía en un círculo vicioso”. “La ‘reconstitución’ ha
devenido fiasco en el país”.
Pero la realidad es que lo que devino fiasco fue su reconstitución,
entre otras cosas porque desertó de la obligación que tenía de
mantenerse a la cabeza de su grupo, como la tiene cualquier
político del mundo ante sus seguidores.
Como es de conocimiento general, García lleva ¡más
de cuarenta años sentado en su pedestal de cristal!
Habiendo, pues, renegado la Reconstitución, desde
hace algunos años promueve una “organización de proyección nacional” con el
concurso de toda clase de oportunistas y revisionistas (4).
En conclusión, el PSP de García (“marxista” no leninista;
dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles, etcétera), no es en modo
alguno el PSP de Mariátegui que los marxistas conocen y reconocen.
Tampoco el Mariátegui del que habla (marxista a
secas, socialista no comunista, etcétera) es el Mariátegui
histórico que los marxistas conocen y reconocen.
Por eso, la publicación, el 7 de octubre pasado, de
un artículo de Manuel Velásquez conmemorando el 86 aniversario del PSP, no es
más que una expresión más de la actitud del grupo liquidacionista de utilizar
al PSP y a Mariátegui como coartada a efecto de acreditar su proyecto de un
partido pluriclasista (5), contrario por principio al partido fundado en
octubre de 1928.
Es una tremenda hipocresía y una profunda cobardía
que, conmemorando el aniversario del PSP, el grupo liquidacionista no plantee
su concepción de este partido como “marxista” no leninista; con una estructura
de dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles; con una dirección secreta;
y con masas militantes doctrinariamente variopintas.
José Carlos Mariátegui señaló: “tenemos la
obligación de reivindicar el derecho de la clase obrera a organizarse en un
partido autónomo” (Correspondencia, t.II, p.490).
En cambio Haya de la Torre dijo: “El Apra es
partido, alianza y frente. ¿Imposible? Ya verá Ud. que sí. No porque en Europa
no haya nada parecido no podrá dejar de haberlo en América” (ibídem,
p.378).
Hoy como ayer, la esencia del
debate es: partido de clase o partido pluriclasista.
Por eso, afirmamos: “tenemos la obligación de
reivindicar el derecho del proletariado a organizarse en un partido de clase,
y, por esto, nuestra tarea es Reconstituir el Partido de Mariátegui”.
En cambio el grupo liquidacionista dice: “fundemos
un partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles, es decir, un
partido-frente, y con este fin utilicemos al PSP y a Mariátegui como coartada”.
Esto revela su descomposición ideológica, política
y moral.
Así, pues, el artículo de Velásquez y mil artículos
más que puedan escribir él mismo o algún otro liquidacionista sobre el PSP y su
fundador, siempre serán inútiles, pues siempre se
sabrá que detrás de su letra se encuentra la falsificación de la verdad
histórica del PSP y de José Carlos Mariátegui, o sea, la negación del partido
de clase.
Esto es una verdad que ninguna falacia puede negar
sin revelar una torcida fisonomía mental.
Notas
[1]
Observe el lector que García reduce el marxismo-leninismo a la condición de una
simple consigna, siendo que es un concepto que expresa el desarrollo de la
teoría del proletariado.
[2]
Este barato argumento estadístico y, en general, las falacias citadas fueron
objeto de una puntual crítica, ante la cual lo mismo García que sus repetidores
no pudieron presentar ni un solo argumento que al menos pueda llamarse serio.
[3]
En realidad, García renegó la Reconstitución desde mucho antes: desde que, hace
más o menos veinticinco años, comenzó a falsificar sistemáticamente la verdad
doctrinal y orgánica del PSP y la filiación doctrinal de José Carlos
Mariátegui. De modo que cuando finalmente llegó a lo que tenía que llegar: al abandono
de la palabra Reconstitución, fue porque hacía mucho la había renegado como
concepto: la Reconstitución es la Reconstitución del Partido de
Mariátegui o no es nada.
[4]
Ejemplo de ello fue que, en 2012, el grupo liquidacionista hizo todo lo posible
por fusionarse con el PCP-Unidad, representante tradicional del revisionismo en
nuestro país, fracasando sin embargo en el intento.
[5]
El partido de masas que propone García, es un partido pluriclasista no por
el diverso origen de clase de sus militantes, sino por su
diversa posición ideológica, es decir, es un partido
pluriclasista en el sentido socialdemócrata del término. En esta misma línea,
el grupo liquidacionista pretende hacer pasar el Centenario de la revista Nuestra
Epoca como el Centenario del Socialismo Peruano. Oportunamente hemos
demostrado que ambas cosas no son lo mismo. Pero a fin de que el lector se
percate con toda precisión de qué hay detrás de aquella pretensión, citaré una
afirmación de Velásquez que expresa el hecho de que los liquidacionistas no
distinguen –por incapacidad o servilismo– entre socialismo reformista y
socialismo marxista. He aquí la aludida afirmación: “el año 1918 [se refiere a
la aparición de Nuestra Epoca], según mi opinión, es un año clave
para el Socialismo Peruano, porque marca la orientación definitiva de Mariátegui”
(carta a Miguel Aragón del 29.01.2011. Cursivas mías). Pero cualquier marxista
con dos dedos de frente sabe que lo que marcó “la orientación definitiva de
Mariátegui” fue su asimilación al marxismo en la segunda mitad de 1920. La
afirmación de Velásquez demuestra, pues, algo que desde hace mucho hemos
sostenido: pasar el Centenario de Nuestra Epoca por el Centenario del
Socialismo Peruano es diluir el socialismo marxista en el variopinto mapa del
socialismo en general.
02.04.2015.
Notas Sobre la Creación Heroica de Mariátegui
(Fragmento)
E.I.
POR
CUANTO MARIÁTEGUI SEÑALÓ que de su viaje a Europa data su asimilación al
marxismo, es lógico suponer que los artículos reunidos en el tomo 15 de
sus Obras Completas, bajo el título Cartas de Italia,
pueden dar respuesta al interrogante.
La Creación Heroica de Mariátegui comienza con el
primer artículo que expresa su toma de posición marxista. ¿Cuál, pues, de los
53 artículos que componen el mencionado tomo desde su décima primera edición,
1991, expresa esta toma de posición? ¿Cuál de esos artículos es el inicio de su
labor de difusión en nuestro pueblo del conocimiento marxista de la situación
mundial, labor que continuó con otros artículos que forman el mismo tomo 15 y,
naturalmente, con aquellos otros que forman La escena contemporánea y
los tomos 3 (específicamente La emoción de nuestro tiempo), 8, 12,
16, 17 y 18 de sus Obras, para mencionar únicamente los textos
básicos sobre el tema?
II
Así
como el paso de Marx y Engels del idealismo y la democracia revolucionaria al
materialismo dialéctico y al comunismo científico fue un proceso que duró
aproximadamente diez años (desde finales de la década de 1830 hasta finales de
la década siguiente), y que concluye con los libros Miseria de la
Filosofía y el Manifiesto del Partido Comunista que,
según señaló Lenin, representan el marxismo maduro (es decir el marxismo con
sus partes fundidas en una concepción integral del mundo), el paso de
Mariátegui del socialismo a lo Araquistain (“criticismo socializante”) al
socialismo marxista (“método fundamentalmente dialéctico”) fue también un
proceso, el cual, como bien sabe, cubrió poco más de dos años: de la primera
mitad de 1918 a la segunda mitad de 1920.
Mariátegui experimentó el desarrollo de la lucha de
clases en Italia y, en general, en la Europa posterior a la guerra de 1914-1918
y, al mismo tiempo, siguió con especial atención el proceso del socialismo
italiano y, en general, del socialismo europeo en ese mismo período.
Precisamente la asimilación de estos dos hechos determinó su paso definitivo al
marxismo, cosa que ocurrió en algún momento de la segunda mitad de 1920. Es
claro que es misión imposible datar el hecho con exactitud matemática, pero en
enero de 1921 Mariátegui participa como periodista en el Congreso de Livorno
del Partido Socialista Italiano y adhiere a la minoría que constituirá el
Partido Comunista. Lo que importa, sin embargo, en las presentes notas, es
identificar el escrito que expresa la adhesión de Mariátegui al marxismo.
A nuestro modo de ver, el artículo El cisma
del socialismo, escrito en marzo 1921 y publicado en El Tiempo el
12 de junio del mismo año, expresa la asunción del marxismo por Mariátegui. Y
no por su tema, sino por el punto de vista adoptado para el tratamiento del
mismo, aunque no sea menos cierto que el tema facilitó la expresión del punto
de vista marxista.
En el artículo Las fuerzas socialistas
italianas, escrito en abril de 1920, Mariátegui, refiriéndose a las dos
facciones de dichas fuerzas, la minimalista y la maximalista (para decirlo en
términos que durante un tiempo utilizó para distinguir reformismo de
revolucionarismo), escribió: “una parte del Partido Socialista no cree en la
posibilidad de la revolución inmediata. Más aún. No cree en la capacidad del
proletariado actual para asumir el poder. Y juzga que hay que ocuparse de
crearle esta capacidad. Y que hay que utilizar la fuerza parlamentaria del
socialismo. Los ciento cincuenta y seis votos socialistas pueden servir para
muchas reformas urgentes. Para todas aquellas reformas a las cuales no negarían
su voto otros grupos de la izquierda parlamentaria. En tanto, otra parte del
Partido Socialista, la parte extremista, cree en la posibilidad de la revolución.
Juzga necesario que la acción del Partido se reduzca a organizarla, a
precipitarla. Estima que el Partido debe reservar su labor constructiva para
cuando el poder esté íntegramente en manos del proletariado. Que no proceder
así es retardar la revolución y colaborar con la burguesía” (8).
Es importante poner atención en este razonamiento
de Mariátegui, pues la distinción que hace de las tendencias en el socialismo
italiano en función de la posición de cada una de ellas ante el poder político
de la burguesía, le permite diferenciar el reformismo del revolucionarismo.
Este razonamiento, sin embargo, es genéricamente clasista, y no definidamente
marxista (9). Esto explica que, en el artículo La
Sociedad de las Naciones, escrito en mayo del mismo año, es decir,
aproximadamente un mes después del citado anteriormente, escribiera que “El
proletariado socialista lucha por una ‘internacional’ de clase, por una
internacional netamente proletaria. Llámese segunda o tercera internacional,
llámese de Ginebra o de Moscú, la internacional obrera es fundamentalmente una
sola” (10).
En cambio, en el artículo El cisma del
socialismo, Mariátegui ha tomado ya una posición netamente
marxista: “no existe sino un partido efectivamente maximalista: el partido de
Bombacci, de Bordiga, de Graziadei. El partido que se ha separado del
socialismo oficial en el Congreso de Livorno a causa de que la mayoría del
socialismo oficial quería suscribir el programa de Moscú con varias reservas
escritas y demasiadas reservas mentales”. “La fracción derechista
diferenciándose de las demás fracciones derechistas europeas, no estaba con la
Segunda Internacional. Verbalmente, lo mismo que la fracción centrista, estaba
con la Internacional de Moscú. Pero realmente la adhesión de ambas al
maximalismo, no era sino retórica, tal vez, más que de que resintiesen con la
Tercera Internacional, de que no se sentían con la Segunda”. “La división ha
sido, por esto, inevitable y necesaria”. “El Partido Comunista, entre tanto, ha
recogido el programa maximalista adoptado por la mayoría socialista hace dos
años en el Congreso de Boloña y abandonado ayer en el Congreso de Livorno.
Obediente a ese programa, el Partido Comunista trabaja exclusivamente por la
revolución y para la revolución. Esta preparación para la revolución no es como
se comprende, una preparación material. Es una preparación principalmente
espiritual” (11).
El artículo El cisma del socialismo expresa,
pues, el paso de Mariátegui del socialismo no marxista al
socialismo marxista, es decir, el inicio de su teorización marxista, el
principio de su análisis de la realidad conforme al método marxista, el punto
de partida de su Creación Heroica.
(…)
Por Creación Heroica de
Mariátegui hay que entender toda su Producción Marxista, que, obviamente, tiene como
Contenido Medular la aplicación del método marxista a la definición de la
realidad peruana. Por lo tanto, es un hecho que dicha Creación tiene su partida
de nacimiento en marzo 1921, con la escritura del artículo El cisma del
socialismo.
Con la escritura de este artículo, pues, y no con
su publicación el 12 de junio en El Tiempo, exactamente como tiene
que reconocerse que el marxismo surgió entre noviembre de 1845 y abril de 1846
con la escritura de La ideología alemana, libro que se mantuvo inédito
hasta 1932, pero en cuyas páginas Marx y Engels sentaron los cimientos de la
concepción comunista del mundo.
Notas
[8]
T.15, p.73.
[9]
Jorge Falcón sostiene: “El artículo, autorizado y édito, que yo ubico primero
de Mariátegui en específico tema socialista con trato de militante inclinación
hacia el marxismo, es el titulado Las fuerzas socialistas italianas,
escrito en Abril de 1920” (Mariátegui: arquitecto sindical, Empresa
Editora Amauta, Lima, 1980, p.133). Esta afirmación no le serviría a nadie para
controvertir mi tesis según la cual el artículo El cisma del socialismo es
el primer escrito marxista de Mariátegui, pues, como se ha podido ver, Falcón
habla de la “… militante inclinación hacia el marxismo…”, y no, por supuesto,
de una militancia marxista de Mariátegui.
[10]
T.15, p.80.
[11] Ibídem,
pp.127, 128 y 129.
19.01.08.
Notas Sobre la Creación Heroica de
Mariátegui II
(En el 90 Aniversario de la Creación Heroica de
Mariátegui)
(Fragmento)
E.I.
POR
CONSIGUIENTE, SI EL TÉRMINO Creación Heroica designa el producto,
teórico y práctico, de la aplicación vívida del marxismo, el término derivado
Creación Heroica de Mariátegui designa el Pensamiento Marxista de Mariátegui,
en su doble cualidad de reflejo y objetivación.
Este es el significado especial, de clase, que
tiene el término Creación Heroica, de usanza entre los
marxistas peruanos, así como el término derivado Creación
Heroica de Mariátegui, utilizado para designar el producto de la aplicación del
marxismo a nuestra realidad concreta.
En la Advertencia a los 7
Ensayos, Mariátegui escribió: “Tengo una declarada y enérgica ambición: la
de concurrir a la creación del socialismo peruano” (1). Por cuanto aquí la
palabra socialismo está utilizada con el mismo significado especial, de
clase, que en Aniversario y balance, la cita prueba, igual que
la anterior, que los términos Creación Heroica de Mariátegui y Socialismo
Peruano tienen el mismo contenido ideológico, sencillamente porque el
Socialismo Peruano no sería tal si no es Creación Heroica, es decir, si no es
aplicación vívida del marxismo.
Pero así como en estos dos casos ejemplares
Mariátegui utilizó el término socialismo en su acepción especial de clase, en
otras ocasiones lo utilizó en su acepción más dilatada. Así procedió, verbigracia,
en la conocida nota Del autor: “La orientación socialista de
Mariátegui tiene su punto de arranque en la publicación a mediados de 1918 de
la revista “Nuestra Epoca”, influida por la “España” de Araquistain…” (2).
Por lo tanto, el lector está obligado a identificar
en la literatura mariateguiana en qué sentido está utilizado en cada caso el
término socialismo. De otro modo correría el riesgo de absolutizar una de las
dos acepciones, con las previsibles consecuencias del caso.
De otro lado, en la misma nota aparece esta
esclarecedora afirmación: “… en Europa [Mariátegui] se ocupó de estudios de
política, economía, sociología, filosofía, etc. De su viaje data su
asimilación al marxismo” (3), de manera que, al leer lo citado en el
parágrafo anterior, el lector está ya informado de que esta asimilación
constituyó una ruptura con el socialismo reformista. El reconocimiento de esta
ruptura es de especial importancia en la comprensión de la relación entre
el inicial socialismo no marxista de
Mariátegui y su definitivo socialismo marxista, y no
reconocerla equivale a creer que la diferencia entre uno y otro socialismo es
únicamente de grado.
(…)
III
El
orientamiento socialista de Mariátegui puede ser dividido en dos grandes
etapas: una primera, no marxista, y una segunda, marxista. La
primera va de junio de 1918 al primer semestre de 1920. Es la etapa del
Mariátegui socialista a lo Araquistain. Es la etapa de la revista Nuestra
Época, del Comité de Propaganda y Organización Socialistas, del
diario La Razón, de la partida de Mariátegui a Europa en octubre de
1919 y de las primeras estaciones de su trayectoria en este continente. La
segunda va del segundo semestre de 1920 al 16 de abril de 1930. Es
la etapa del Mariátegui marxista. Es la etapa de su artículo El cisma
del socialismo, de la “célula de Génova”, de su participación en el
Congreso de Livorno, de su activismo en el Partido Comunista Italiano, de su
regreso al Perú para fundar “un partido de clase”, de sus conferencias en la
UPGP, de la revista Amauta y el periódico Labor,
de sus libros 7 Ensayos, Defensa del marxismo, Ideología
y Política y El alma matinal y otras estaciones del hombre de
hoy, de la fundación del Partido Socialista del Perú y la Confederación
General de Trabajadores, de sus tesis presentadas al Congreso Sindical de
Montevideo de mayo de 1929 y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana
de Buenos Aires de junio del mismo año, de su moción de afiliación a la Tercera
Internacional, etcétera, etcétera. Esta creación marxista, teórica y
práctica, es la Creación Heroica de Mariátegui (9).
El análisis de la relación entre estas dos etapas
del proceso ideológico de Mariátegui no puede hacerse sino desde la perspectiva
de su definitiva etapa marxista. ¿Por qué el maestro, contrariamente a otros,
supo romper con su inicial socialismo reformista y asimilarse al marxismo? ¿Por
qué sobre esta base alcanzó a concretar una aplicación vívida del marxismo, su
Creación Heroica? La revista Nuestra Época, el Comité de Propaganda
y el diario La Razón son otras tantas estaciones del
socialismo a lo Araquistain de Mariátegui, pero, en conjunto, constituyen una
etapa que fue superada por medio de una ruptura. Por lo tanto, esta etapa –inicial,
transitoria, efímera– tiene una importancia relativa, pues su examen
permite esclarecer: 1) los elementos componentes de las estaciones que se
sucedieron hasta el momento en que el maestro se asimiló a la doctrina de Marx;
2) las cualidades morales e intelectuales que le permitieron dar este
trascendental salto.
Mariátegui tuvo una posición especial en el
socialismo reformista. Con César Falcón, Humberto del Aguila, Fausto Posada y
otros activistas, constituyó el ala izquierda de ese socialismo, y desde ella
combatió el colaboracionismo de algunos personajes. Esta constatación no tiene
una importancia menor en la trayectoria del maestro.
El socialismo reformista de los años diez y veinte
del siglo pasado ha tenido una continuidad, es decir, tiene una historia. El
Partido Socialista de Castillo y el Partido Socialista Revolucionario de los
años setenta, continuaron, con distintos matices, ese socialismo, del mismo
modo que, reclamos aparte, hoy por hoy lo continúan el PCP-Unidad, el Partido
Socialista Peruano y algunas otras tendencias. Pues bien, la revista Nuestra
Época, el Comité de Propaganda y el diario La Razón, son, por
razones obvias, parte de esa historia (10).
Pero ocurre que, como es de conocimiento general,
Mariátegui rompió con el socialismo reformista en la segunda mitad de 1920 y,
con su artículo El cisma del socialismo de marzo del año
siguiente, dio inicio a otra historia: A LA HISTORIA DEL SOCIALISMO PROLETARIO,
DE CLASE, MARXISTA-LENINISTA.
Este socialismo es la Creación Heroica de
Mariátegui, es decir el Socialismo Peruano propiamente dicho (11), cuya
concreción marcó un antes y un después en el proceso ideológico y político del
proletariado nacional.
Lealmente autocrítico, Mariátegui hizo en su
momento la crítica de su socialismo a lo Araquistain, por ejemplo cuando en
1929 se refirió al Comité de Propaganda: “El grupo tiende a asimilarse a todos
los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar aquellos que
provienen del radicalismo gonzales-pradista y se conservan fuera de los
partidos políticos” (12). En consecuencia, ya nada más por esta observación
crítica (13), Mariátegui no cabe en una visión del Socialismo Peruano
indiferente a la trascendencia sin parangón de su ruptura con el socialismo
reformista; indiferente al hecho de que sólo con su Creación Heroica el
Socialismo en el Perú alcanzó la condición de Socialismo Peruano;
indiferente al carácter especial, de clase, marxista, del Socialismo Peruano,
el cual, como es indiscutible, desde el principio transformó
radicalmente el objetivo de la lucha de clase del proletariado.
Es posible que subrayar el socialismo a lo
Araquistain de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y
del diario La Razón, resulte un escándalo para algunos, pero sólo
porque su visión de la trayectoria de Mariátegui no distingue entre
socialismo no marxista y socialismo marxista, o, para decirlo
de otro modo, porque diluyen el socialismo marxista en el socialismo en
general. El solo hecho de pretender pasar el centenario del socialismo no marxista
por el centenario del Socialismo Peruano, prueba la verdad de nuestro aserto.
Hay, pues, quienes ven la continuidad en la
trayectoria ideológica y política de Mariátegui (emoción social, ética, actitud
de servir al proletariado, consecuencia con las luchas de las clases
trabajadoras, capacidad de encontrar la verdad en los hechos), pero no son
capaces de captar la discontinuidad que hay en la misma (ruptura con el
socialismo a lo Araquistain y adhesión al marxismo), o, en todo caso, no son
capaces de captar el hecho de que lo verdaderamente trascendental en la
vida de Mariátegui no fue su inicial y transitorio socialismo no marxista, sino
su definitivo socialismo marxista, su Creación Heroica, su Socialismo Peruano,
el cual, por ser tal, abrió por primera vez en nuestra historia la posibilidad
real de la lucha por el poder. No porque Mariátegui desempeñara un papel de
primer orden en la revista, el comité y el diario mencionados arriba, el
socialismo a lo Araquistain que caracterizó a estas experiencias, deja de ser
socialismo no marxista. Pero también, no porque su inicial socialismo fuera lo
que fue, su Creación Heroica no va a tener la trascendencia que tiene.
IV
Pues
bien. No obstante estar claro para cualquier lector atento, objetivo, honrado,
que los términos Socialismo Peruano y Creación Heroica tienen, tanto en Aniversario
y balance como en la Advertencia a los 7
Ensayos, un significado específico, de clase, precisamente marxista, Ramón
García embrolla las cosas pretendiendo que en 2018 se cumple el “centenario del
socialismo peruano”, lo cual, como ha quedado sentado, significa diluir el
Socialismo Peruano (así con mayúsculas por proletario) en el socialismo peruano
en la acepción más dilatada del término (así con minúsculas por la oportunista
tendenciosidad que encierra).
El Socialismo Peruano tiene su punto de partida en
marzo de 1921 y, como es obvio, cumplirá su Centenario en marzo de 1921. De
manera que pretender celebrar este Centenario en 2018, es tomar como coartada
el aniversario de la revista Nuestra Época, a fin de
celebrar el centenario del socialismo reformista. (14).
El socialismo reformista no fue Creación Heroica,
en el sentido mariateguiano del término. El propio maestro señaló: “En ambos
números [de la revista Nuestra Época], se esboza una tendencia
fuertemente influenciada por España, la revista de Araquistain, que
un año más tarde reapareció en La Razón…” (15). Baste comentar que
si alguien se ha aderezado su propio concepto de creación heroica, puede
utilizarlo para definir este socialismo a lo Araquistain, pero, desde luego, no
puede apelar a Mariátegui para fundamentar su desaguisado.
Datar el nacimiento de la Creación Heroica de
Mariátegui, es decir del Socialismo Peruano, el 7 de octubre de 1928, es una
falsificación de su VERDAD HISTÓRICA. Pero datarla el 22 de junio
de 1918, a más de una falsificación de esta verdad, es una
falsificación de su VERDAD IDEOLÓGICA. En otras palabras, es una
negación, mal encubierta, del concepto mariateguiano de Creación Heroica y una
negación, también mal encubierta, del derivado concepto de Creación Heroica de
Mariátegui. Esta doble negación es, pues, un hecho sumamente grave y
extraordinariamente peligroso, pero, en el grupo de Ramón García, nadie ha sido
capaz de asumir una actitud crítica frente a la misma. Esta penosa realidad da
cuenta de cómo están las cosas en sus filas.
La doble negación que comete Ramón García es
absolutamente inadmisible para cualquier marxista e, incluso, para cualquier
persona suficientemente informada. Pero, por lo visto, hay quienes la han
asumido sin ningún problema, irreflexivamente, sin chistar, seguramente porque
ella aparece más acorde, en primer lugar, con la dilución en sus espíritus del
clasismo proletario, y, en segundo lugar, con el proyecto de un partido de “dos
niveles”, es decir, de un partido a lo Portocarrero-Pesce, de un partido de
“todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar” a los
elementos de los diversos matices del oportunismo y el revisionismo que activan
en nuestro medio.
La negación del concepto mariateguiano de Creación
Heroica y del derivado concepto de Creación Heroica de Mariátegui, se
corresponde, pues, con el proyecto de un partido doctrinariamente
heterogéneo, contrario por principio al Partido de clase de
Mariátegui. Este es el fondo de la cuestión. Esta es la trastienda que
encierra la intención de celebrar el centenario del socialismo reformista como
si se tratase del Socialismo Peruano (16).
Esta trastienda es parte de la torpe y oportunista
campaña que desenvuelven desde hace años Ramón García y sus repetidores POR
NEGAR LA FILIACIÓN MARXISTA-LENINISTA DE MARIÁTEGUI Y EL PSP.
Pero, por supuesto, se entiende que el grupo
revisionista quiera celebrar el centenario del socialismo reformista y no el
centenario del socialismo proletario. Por algo es un grupo revisionista.
Por cuanto el Centenario del Socialismo Proletario,
es decir de la Creación Heroica de Mariátegui, o sea del Socialismo Peruano, se
cumplirá en 2021, podemos afirmar, lealmente, que los marxistas sabremos
celebrarlo con la dignidad propia de tan importante acontecimiento (17).
V
Como
el seguidismo, y aun el servilismo, no es un absoluto en ninguna parte, Manuel
Velásquez ha guardado distancia con respecto a la falsificación que comete
Ramón García del punto de arranque del Socialismo Peruano, pero sólo para
defender la falsa idea de que su fecha de nacimiento es el 7 de octubre de
1928, es decir, sólo para defender esta falsificación contra la otra
falsificación. Esta penosa realidad da cuenta de cómo están las cosas en el
grupo revisionista (18).
El concepto mariateguiano de Creación Heroica
designa el producto, teórico y práctico, de la aplicación vívida del marxismo a
las condiciones concretas de América, y, por lo tanto, a las particulares del
Perú. Todo marxista tiene la obligación, política y ética a la vez, de
respetar escrupulosamente esta verdad sustentada por Mariátegui.
El concepto marxista de Creación Heroica de
Mariátegui designa el producto original de dicha aplicación. Por lo
tanto, todo marxista tiene también la obligación, política y ética a la
vez, de respetar escrupulosamente esta verdad establecida sobre la base de lo
sustentado por Mariátegui.
En marzo de 1921 Mariátegui escribió el primer
artículo que expresó netamente su identidad marxista, marcando así el principio
de su Creación Heroica, y, por lo tanto, este mes ella cumple su 90
Aniversario. Igualmente, todo marxista tiene la obligación, política y
ética a la vez, de respetar escrupulosamente esta Verdad Histórica.
Defender el concepto mariateguiano de Creación Heroica;
defender el carácter de clase de los conceptos de Creación Heroica de
Mariátegui y de Socialismo Peruano; defender la verdad de la historia de este
Socialismo. He aquí un deber de todo marxista consecuente y honrado.
Notas
[1]
P.12.
[2]
T.13, p.17.
[3] Ibídem,
p.16. Cursivas nuestras.
[9]
Esta verdad no impide reconocer que en su estación pre-marxista Mariátegui
tuviera juicios dignos de atención y hasta de asimilación. La capacidad de
encontrar la verdad en los hechos no es exclusiva de los marxistas ni mucho
menos. Pero borrar toda diferencia entre el Mariátegui socialista a lo
Araquistain y el Mariátegui marxista-leninista, comporta, de hecho, una
posición oportunista.
[10]
Pero, al mismo tiempo, la revista, el organismo y el diario mencionados son
parte de la biografía intelectual de Mariátegui, o, más exactamente, de su
personal proceso ideológico. La ruptura del maestro con el socialismo
reformista significó el punto de partida del socialismo marxista, y se entiende
que, a partir de este momento, el proceso del socialismo marxista es ajeno al
proceso que siguió el socialismo reformista. En otras palabras, a partir de la
primera manifestación literaria de la asimilación de Mariátegui al marxismo, el
socialismo reformista y el socialismo marxista se presentaron como caminos
paralelos. Por eso meterlos en un mismo saco utilizando a Mariátegui como
coartada, constituye una actitud confusionista. En conclusión, examinar el
período de socialismo a lo Araquistain de Mariátegui tiene sentido solo desde la
óptica de su definitivo socialismo marxista, es decir solo si sirve para
explicar su capacidad de ascensión ideológica que lo llevó a romper con su
primer socialismo y asumir el socialismo de Marx y Engels; solo si sirve para
explicar que el resultado práctico de esa ruptura y de esta asunción fue la
transformación del proletariado peruano de clase en sí en clase para sí; solo
si sirve para reconocer que la fundación del PSP, producto organizativo mayor
de la asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo, constituye el punto de
partida de la revolución peruana. Sin esta perspectiva, la celebración del
Centenario de la revista Nuestra Epoca aparecería únicamente
como la celebración del socialismo reformista, que es precisamente lo que hace
el grupo revisionista.
[11]
En su expresión primera, fundacional, basal, se sobreentiende. Como se
sobreentiende que esta expresión está vigente en el proceso revolucionario de
nuestro pueblo.
[12]
T.13, p.99.
[13]
Esta observación crítica, que puede constatarse en más de una afirmación
mariateguiana, tiene algunas veces, como en la anotada, una connotación
autocrítica.
[14]
Es necesario no confundir dos cosas: el centenario de la revista Nuestra
Época y el centenario del Socialismo Peruano. Puesto que, como se ha
visto, Nuestra Época fue una revista fuertemente
influenciada por el socialismo a lo Araquistain, su centenario
coincide con el centenario del socialismo reformista. Pues bien, el socialismo
proletario, es decir el Socialismo Peruano, tiene como punto de partida el
artículo de Mariátegui El cisma del socialismo, escrito
en marzo de 1921. En consecuencia, utilizar como coartada la revista Nuestra
Época para pretender que el centenario del Socialismo Peruano se
cumple en 2018, es escamotear el hecho histórico de la ruptura de Mariátegui
con el socialismo reformista y su asunción del socialismo marxista. Nuestra
Época fue la estación inicial del socialismo de Mariátegui, hablando
en general. En el proceso ideológico del maestro, esta estación tiene su
importancia, sin duda, en el sentido ya expuesto en el presente artículo, y,
por lo tanto, los marxistas pueden y deben conmemorar su centenario, pero sin
pretender pasarlo como el Centenario del Socialismo Peruano. Confundir
intencionalmente el aniversario de Nuestra Época con el
aniversario del Socialismo Peruano, es maniobra que les sirve a Ramón García y
sus repetidores para intentar un partido del variopinto socialismo en general
(cosa que disimulan tras el término socialismo peruano), es decir un
partido-amalgama. Esta es la trastienda de su tergiversación del término
socialismo peruano, de su intento de pasar el centenario del socialismo
reformista por el Centenario del Socialismo Peruano.
[15] 7
Ensayos, p.254, nota al pie de página. Puesto que el concepto mariateguiano
de Creación Heroica tiene dos elementos: el marxismo y la realidad americana (y
específicamente la realidad peruana), es claro que la producción literaria del
maestro, anterior a su asimilación al marxismo, no es Creación Heroica, no
obstante lo correcta que puede ser en algunos casos. Ser “nacionalista”
por el género de los estudios, no significaba serlo también por la posición
ideológica, esto es, por la aplicación creadora del marxismo a las condiciones
particulares de nuestra realidad. Mariátegui era consciente de esta
verdad. En la hoja de vida Del autor, señaló honradamente: “El
trato de Mariátegui con los tópicos nacionales no es, como algunos creen,
posterior a su regreso a Europa. Es evidente que en Europa se ocupó
particularmente en estudios de política, economía, sociología, filosofía, etc.
De su viaje data su asimilación al marxismo. Pero no hay que olvidar que a los
14 ó 15 años empezó a trabajar en el periodismo y que, por consiguiente, a
partir de esa edad tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del
Perú, aunque carecía, para enjuiciarlos, de puntos de vista
sistemáticos” (t.13, p.16. Cursivas nuestras). Es claro que, con eso “de
puntos de vista sistemáticos”, el maestro aludió al método marxista. Por eso,
en carta del 10 de enero de 1928 a su amigo Samuel Glusberg, precisó: “A mi
vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de
Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación
europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme
al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331).
[16]
El hecho de que García y su grupo apelen a la obra de Mariátegui no desmiente
en absoluto nuestra afirmación.
[17]
La celebración del Centenario del Socialismo Peruano en 2021 debe examinar el
proceso doctrinal de Mariátegui desde la experiencia de la revista Nuestra
Época, e incluso desde antes, pues de hecho la primera estación en el
orientamiento socialista de Mariátegui, en el sentido general de la expresión,
data de poco antes de junio de 1918. Pero, naturalmente, este examen no debe
confundir el socialismo pre-marxista del maestro con su posterior y definitivo
socialismo marxista, y, por lo tanto, sin pasar dicho socialismo pre-marxista
como punto de partida del Socialismo Peruano, término que encierra un concepto
muy concreto establecido por el propio Mariátegui: aplicación vívida del
marxismo a nuestra realidad concreta.
[18]
Mostrando la precariedad de su independencia de criterio, finalmente Velásquez
se rindió ante las falacias de García. De esta forma todo lo que ha hecho es
cambiar moco por baba.
10.03.11.
Apuntes Sobre el Socialismo Peruano
(Fragmento)
E.I.
POR
OTRO LADO, CUANDO ARAGÓN afirma que “no es correcto afirmar ‘Mariátegui
comunista’ o ‘Mariátegui marxista-leninista’”, porque él mismo “se declaró
‘marxista convicto y confeso’ en los ‘7 Ensayos’ e ‘Ideología y Política’”
(12), lo que plantea, de hecho, es un socialismo no comunista y
un marxismo sin leninismo como la identidad ideológica de
Mariátegui. Este oportunista punto de vista y la consideración de que “la
primera generación de 1918 a 1946” fue “dirigida primero por
Mariátegui y posteriormente por Moisés Arroyo Posadas”, revelan qué entiende
también Aragón por Socialismo en general y por Socialismo Peruano en particular
y, por lo tanto, revela igualmente el fondo de la propuesta de García de un
partido socialista.
Señalados puntualmente los hechos, puede entenderse
ahora qué quieren decir –qué dicen efectivamente– García y sus repetidores con
los términos Socialismo, Socialismo Peruano, Movimiento Socialista Nacional y
Movimiento Socialista Internacional, así como qué pretenden con su proyecto de
un partido socialista. En la medida en que este proyecto apunta a un
partido “internamente” homogéneo en lo doctrinario y “externamente”
heterogéneo, también en lo doctrinario (13), es decir, a un partido
doctrinariamente variopinto, está claro entonces que lo que se propone el grupo
liquidacionista es un partido con las puertas abiertas a toda forma de oportunismo.
Mariátegui luchó por un partido doctrinariamente
homogéneo, marxista-leninista, tanto vertical como horizontalmente. Por
consiguiente, la discusión sobre el nombre del Partido en el Perú de hoy no es
una discusión sobre palabras, sino que tiene este fondo: la defensa del
carácter netamente proletario del Partido contra la intención de fundar un
partido doctrinariamente híbrido. Este hecho permite concluir que, si el nombre
de Socialista del Partido de Mariátegui fue una adaptación del comunismo a
nuestras condiciones concretas del decenio de 1920, en el proyecto de García
ese mismo nombre expresa una negación del partido como la materialización de la
doctrina comunista.
Así, pues, la concepción que tiene el grupo
liquidacionista del término Socialismo Peruano y, por lo tanto, la concepción
que tiene del partido del proletariado peruano, son contrarias a la concepción
de Mariátegui. Y, desde luego, ninguna gimnasia verbal puede escamotear esta
verdad. Menos todavía un derrame biliar.
Notas
(12)
Estas tendenciosas afirmaciones las hizo Aragón en su discusión con Jaime
Lastra y Santiago Ibarra. Y, aunque después maniobró para encubrir su punto de
vista oportunista y, así, confundir a los lectores, fue finalmente
desenmascarado. El lector puede consultar a propósito mis artículos Mariátegui
y el leninismo, Un comentario indispensable y Defensa de una verdad
mariateguiana.
(13)
En Aniversario 80 (5), García dice: “El PSP tenía dos niveles:
internamente funcionaba como ‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’
(como ‘célula secreta de los siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primero
gran partido de masas e ideas de toda nuestra historia republicana’”. Esta
falsa interpretación de la estructura del Partido de Mariátegui es la que el
citado pretende ahora consumar con la fundación de un otro partido socialista.
Pero, desde luego, el análisis de esta cuestión tiene que ser materia de otro
artículo.
10.05.08.
Mariátegui y la Base de Unidad del Partido
(Fragmento)
E.I.
ASÍ,
LA ADHESIÓN DEL PSP al marxismo-leninismo presenta dos aspectos concomitantes:
el reconocimiento del desarrollo de la teoría proletaria (“El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios”), y la obligatoriedad de este reconocimiento
(“El Partido Socialista del Perú lo adopta como su método de lucha”).
Por lo tanto, no se trata de un reconocimiento y
una adhesión particulares, individuales, privativos, sino colectivos,
orgánicos, partidarios.
08.02.2008.
Nota 64 del Artículo El Partido de Masas y
de Ideas de José Carlos Mariátegui
E.I.
ESTAS
CURSIVAS ENFATIZAN que la adhesión al marxismo-leninismo fue una realidad en
todas las instancias orgánicas del PSP. Esto es una prueba más de que
Mariátegui no concibió su partido como un partido de “dos niveles”. Sin
embargo, contra esta realidad, en el libro La organización del
proletariado, García escribió que “… todos estuvieron de acuerdo en
constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por el
carácter bolchevique del Partido” (Ediciones Bandera Roja, Lima, 1967, p.197).
Es evidente, por lo tanto, que todo lo que hace ahora el mencionado
personaje, es darle continuidad a su falsificación de la verdad histórica
del PSP. Pero sus antojadizas y torpes especulaciones se
han venido abajo con la demostración de que el PSP fue un partido
doctrinariamente homogéneo. Es un hecho iluminador que, a Mariátegui,
observador zahorí, no se le pasara la lección del fracaso de algunas tentativas
de formar un partido de dos niveles, como se había intentado en su tiempo en
Panamá, Bolivia, Ecuador, Brasil y Colombia. No obstante las
esclarecedoras afirmaciones de Mariátegui, citadas en el presente trabajo,
desde hace años García y sus repetidores desenvuelven una campaña que tiene el
doble objetivo de negar la verdad universal del marxismo-leninismo y el
marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP. Así por ejemplo, Gustavo Pérez,
operador furibundo de dicha campaña, en el artículo La formación
socialista revolucionaria italiana de Mariátegui y la ortodoxia socialista rusa,
intenta negar el marxismo-leninismo sosteniendo, de entrada, que “Es una
constatación práctica, que Mariátegui no se autodenominó ‘marxista-leninista’ y
se declaró simplemente ‘Marxista convicto y confeso’…, que tituló solo ‘Defensa
del marxismo’ a uno de sus mas (sic) importantes libros, escrito precisamente
en defensa del marxismo revolucionario, y que solo hiciese dos (o 3) alusiones
al ‘marxismo-leninismo’ en toda su obra, entre ellas las que figuran en el
Programa del Partido Socialista del Perú, que el (sic) constituyese”. De este
modo establece la premisa que pone en evidencia la intención con la cual, al
final del artículo, cita la siguiente afirmación de Mariátegui: "Lenin no
es un ideólogo sino un realizador. El ideólogo, el creador de una doctrina
carece, generalmente, de sagacidad, de perspicacia y de elasticidad para
realizarla. Toda doctrina tiene, por eso sus teóricos y sus políticos. Lenin es
un político: no es un teórico". Pues bien, quienquiera que lea esta cita
movido por la pasión de captar la verdad, tiene que darse cuenta de que los
términos ideólogo y teórico no aparecen allí
en su acepción habitual, sino en un sentido especial: designando a quien es
“creador de una doctrina”. Así, en el contexto verbal dado, Marx es,
obviamente, el ideólogo (“el creador de una doctrina”), y, como consecuencia,
Lenin es, también obviamente, el político (el realizador de la doctrina de
Marx). La afirmación mariateguiana encierra, pues, una verdad elemental: Marx
fue el creador de la doctrina comunista, mientras Lenin fue un realizador de la
misma. Pero, ¿acaso Marx no fue también, al mismo tiempo, un político, en el
sentido habitual de la palabra? Y, ¿acaso Lenin no fue también, al mismo
tiempo, un teórico, igualmente en el sentido habitual de la palabra? Entonces,
la comprensión objetiva, correcta, honrada de la afirmación mariateguiana, no
niega ni puede negar que, en el marco del sentido habitual de los términos
teórico y político, Marx aparezca también como político y Lenin aparezca
también como teórico. Obras del valor de Materialismo y
empiriocriticismo, Cuadernos filosóficos, El imperialismo, fase superior del
capitalismo, ¿Qué Hacer?, Un paso adelante, dos pasos atrás, Dos tácticas de la
socialdemocracia en la revolución democrática, El estado y la revolución, entre
otras, prueban que Lenin desarrolló el marxismo, precisamente
realizando la doctrina de Marx. Esto es, asimismo, una verdad elemental.
Ahora bien, la utilización dolosa que hace Pérez de la afirmación
mariateguiana, está enderezada a silenciar el hecho de que, en el Programa
del Partido, el maestro definió la identidad doctrinal del PSP y,
por lo tanto, la suya propia. Esta definición aparece, pues, como es
notorio, no en un artículo, donde, por lo general, Mariátegui evitaba la jerga
partidaria, sino en un documento fundamental del Partido
Socialista del Perú, donde, como es lógico, no le era posible ahorrarse un
lenguaje doctrinalmente exacto. Esto es una constatación práctica. Así, pues,
el silenciamiento que pretende Pérez tiene por destino manifiesto negar que el
leninismo es “la nueva etapa marxista”, es decir, que “El marxismo-leninismo es
el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios”
(Mariátegui). La utilización dolosa de la cita del maestro es, por cierto, un
caso –entre otros– en que la tergiversación de una afirmación suya es
enderezada a negar otra afirmación suya también. Es el truco de utilizar a
Mariátegui contra Mariátegui. Es el truco de parapetarse detrás de su
autoridad. Es el truco de utilizarlo como coartada. El padre de este truco es
Ramón García, quien, utilizándolo sin ningún escrúpulo, ha impuesto en su grupo
la negación de la identidad marxista-leninista de Mariátegui y el PSP. Esta
negación (derivada de la negación del marxismo-leninismo) es un intento por
sentar una base para un partido-amalgama. Ciertamente la actitud de García es
de una clamorosa deshonestidad intelectual: achaca a Mariátegui sus
propias posiciones revisionistas; intenta macular al maestro con tales
posiciones; no tiene el valor elemental de plantearlas a nombre propio; no
tiene el coraje de sostener, desde su posición revisionista, que Mariátegui se
equivocó al adherir al marxismo-leninismo y al establecerlo como base de unidad
del PSP. Respecto a estas cuestiones, en más de dos décadas García no ha
hecho más que esgrimir falacias. Contra la feroz y torpe campaña antileninista
y antimariateguiana del grupo liquidacionista, SE ALZA EL MARXISMO-LENINISMO DE
MARIÁTEGUI Y EL PSP COMO UNA MONTAÑA INELUDIBLE.
16.05.2008.
Ramón García o la Manipulación III
(Fragmento)
E.I.
ESTOS ASERTOS PRUEBAN fehacientemente que
Mariátegui entendía por partido “una facción orgánica y doctrinariamente
homogénea”, y que, por el Partido Socialista que se aprestaba a organizar,
entendía una facción “de filiación y orientación definidas”, es decir, un
partido “orgánica y doctrinariamente homogéneo”. Por lo tanto, es claro que,
conforme a la visión marxista, Mariátegui consideraba que el carácter de clase
del partido proletario no está determinado por la extracción social de sus
militantes, sino por la doctrina que lo hace orgánicamente homogéneo.
Por eso, si en el Programa
del Partido estableció el marxismo–leninismo como la base de su
unidad, en la Moción aprobada por la Reunión de Barranco señaló que “La
organización de los obreros y campesinos, con
carácter netamente clasista, constituye el objeto de nuestro esfuerzo
y nuestra propaganda…” (14).
Estas aserciones prueban, a su
vez, que, puesto que el PSP era un partido “orgánica y
doctrinariamente homogéneo”, entonces no tenía ni podía tener dos
niveles orgánicos permanentes doctrinariamente disímiles entre sí.
En consecuencia, cuando
García, falsificando la verdad histórica, pretende que el PSP “tenía dos
niveles”, lo que hace es negar el carácter de clase del Partido de Mariátegui,
y, así, su “qué entender por ‘partido de masas y de ideas’”, tiene, en él –y
desde hace tiempo– esta respuesta: por un partido tal hay que entender un
partido de clases, así en plural, es decir, un partido pluriclasista, un
partido de trabajadores sin la base doctrinal del marxismo-leninismo (15).
Pero además, es menester
señalar que la cualidad de partido doctrinariamente homogéneo del PSP fue
concretamente definida en contraposición a su opuesto: el proyecto de partido
doctrinariamente heterogéneo de Haya de la Torre.
Por eso, el proyecto de García
no solo es un reciclaje del modelo de partido que levantaron Portocarrero y
Pesce en junio de 1929, sino también, al mismo tiempo, un proyecto que tiene su
antecedente en el partido pluriclasista de Haya de la Torre.
El partido de García no sería,
pues, un partido de clase y, por lo tanto, tampoco un partido de masas y de
ideas en el sentido mariateguiano del término.
Notas
[14] Ibídem, p.397. Cursivas nuestras. En
este caso, la frase “con carácter netamente clasista” no puede entenderse en un
sentido sindical, sino ideológico. Por eso es equivalente a esta otra: “con
carácter netamente marxista-leninista”.
[15]
De hecho, García comete el trastrueque de pasar el modelo de partido levantado
por Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos
Aires, como el modelo de José Carlos Mariátegui. Este trastrueque viene de
1967, y demuestra que nuestro liquidacionista concibe al PSP como algo que no
fue: un partido de dos niveles, un partido doctrinariamente variopinto, un
partido revisionista. Hasta este punto extremo ha llegado su falsificación de
la verdad histórica del partido de Mariátegui.
09.08.2010.
Nota 1 del Artículo Mariátegui y la Base de Unidad
del Partido
E.I.
COMENTANDO
EL PUNTO 4 del Programa del Partido, García ha escrito: “… es
necesario precisar términos como… período, etapa, estadio… pues tienen
connotación diferente” (Las cinco caídas de yo el supremo. Elipsis y
cursivas nuestras). Es notorio que, con esta afirmación, el comentador
escamotea la connotación unívoca con que Mariátegui utilizó
los referidos términos en el mencionado documento, donde, sin excepción,
aparecen designando lo que, en la literatura marxista, se conoce como la época
del imperialismo y de la revolución proletaria. La univocidad concreta de
los tres términos es, pues, un hecho, pero, con su equívoca afirmación (con su
apelación al sentido de cada palabra fuera de contexto), García niega dicha
univocidad a fin de hacer potable su negación del carácter de nuestra época y
del marxismo-leninismo como el marxismo de nuestra época.
Dos Notas de Un Artículo Revelador
E.I.
[10]
PERO EL PSP FUE UN PARTIDO de clase, sencillamente porque su unidad orgánica
tenía por base el marxismo-leninismo. Claro que puede decirse que el partido de
clase bajo la forma de partido de masas es, al mismo tiempo, un partido
pluriclasista, pero sólo porque sus militantes tienen un diverso origen social.
En cambio, el partido de masas que propone García, es un partido
pluriclasista por la diversa posición ideológica de sus
militantes.
[12]
EN LA MISMA LÍNEA DE LENIN, la misma línea de Lenin, Antonio Gramsci esclareció
el carácter de clase del Partido como determinado por la ideología, y, por
esto, no consideró que el partido de clase no pueda ser, al mismo tiempo, un
partido de masas: “El Partido comunista requiere una unidad ideológica
completa para poder desempeñar en todo momento su función de guía de
la clase obrera. La unidad ideológica es la condición de la fuerza del partido
y de su capacidad política; es indispensable para transformarlo en un partido
bolchevique. La base de la unidad ideológica es la doctrina del
marxismo y del leninismo, entendido este último como la doctrina marxista
adaptada a los problemas del período del imperialismo y del comienzo de la
revolución proletaria”. “Situando la base organizativa en el
lugar de producción, el partido efectúa una elección a propósito de la clase en
que se apoya. Se proclama un partido de clase y el partido de una sola clase,
la clase obrera”. “Es evidente que el partido comunista no puede ser solamente
un partido de obreros. La clase obrera y su partido no pueden prescindir de los
intelectuales ni pueden pasar por alto la necesidad de reagrupar a su alrededor
y de conducir a todos los elementos que por una u otra vía se ven impulsados a
rebelarse contra el capitalismo. Así, pues, el partido comunista no puede
cerrar las puertas a los campesinos; más bien debe tener campesinos y servirse
de ellos para estrechar los vínculos políticos entre el proletariado y las
clases rurales. Pero hay que rechazar enérgicamente, como
contrarrevolucionaria, toda concepción que haga del partido una ‘síntesis’ de
elementos heterogéneos, en vez de sostener sin concesiones que él
mismo es una parte del proletariado, que el proletariado debe imprimirle las
características de su propia organización y que el proletariado debe tener
asegurada en el partido una función directiva” (Las tesis de Lyon,
Ediciones Alborada, Lima, 1984, pp.22, 27-28. Negritas y cursivas nuestras).
12.04.2010.
El Concepto Mariateguiano de Partido de Masas y de
Ideas
(Fragmento)
E.I.
DESDE
LA SEGUNDA MITAD DE LOS AÑOS 1980, Ramón García falsifica la identidad
doctrinal de José Carlos Mariátegui y del PSP a fin de hacer pasar de
contrabando su “marxismo” sin leninismo y su proyecto de un
partido doctrinariamente heterogéneo.
Es decir le achaca a Mariátegui sus propias
posiciones oportunistas y liquidacionistas, y, como es obvio, este criollo
procedimiento lo pinta de cuerpo entero.
Puesto que el carácter de clase del Partido está
determinado por su doctrina, es claro que un partido doctrinariamente
heterogéneo no es ni puede ser un partido de clase (8).
Precisamente el proyectado partido del grupo
liquidacionista es la materialización de un “marxismo” sin leninismo
en su ya fundada instancia secreta, y, en su instancia pública por fundarse,
sería la materialización de disímiles posiciones doctrinales. Esto es lo que se
llama partido-amalgama.
Esta amalgama doctrinal explica que los promotores
de semejante partido quieran titularlo socialista (9).
Notas
[8]
Precisamente es el caso del proyecto de un partido de dos niveles. Heterogéneo
en lo doctrinal, este partido no podría reclamar para sí la condición de
partido de clase: las diversas tendencias que concurrirían en su interior,
representarían los intereses de distintas fracciones de clase y aun de
distintas clases, y, por lo tanto, no representaría homogéneamente los
intereses históricos del proletariado revolucionario. Esto es una verdad
elemental. Sin embargo, en una carta abierta dirigida a Cesar Risso y al autor
de estas líneas, Manuel Velásquez sostuvo que “La idea de realizar un seminario…
tiene como objetivo… la constitución [de un] partido de clase” (elipsis
nuestras). Ciertamente este es un clamoroso caso de demagogia, es decir, de
política criolla.
[9]
El nombre del Partido no es un problema formal sino un problema de gran importancia
política. La insistencia del grupo liquidacionista en el nombre de socialista
no es casual, pues este nombre le sirve para expresar el proyecto de un partido
del variopinto socialismo en general.
12.07.2012.
El Desmonte de una Conspiración Contra José Carlos
Mariátegui y el PSP
(Fragmento)
E.I.
DESCE
LUEGO, EL PUNTO DE ARRANQUE del socialismo de Mariátegui, en el sentido general
del término, es la revista Nuestra Época, “fuertemente
influenciada por España, la revista de Araquistain”, como el propio
maestro puntualizó con ejemplar honestidad en la hoja de vida Del Autor.
Por eso, si de la orientación socialista en general de Mariátegui se trata,
puede y debe celebrarse el aniversario de Nuestra Época, pero sin
confundirlo con el aniversario del Socialismo Peruano. Hacer pasar el
aniversario de Nuestra Época por el aniversario del Socialismo
Peruano, es utilizar a Mariátegui como coartada a fin de diluir el
socialismo marxista en el variopinto socialismo en general.
¿Por qué el aniversario de Nuestra Época no es
el aniversario del Socialismo Peruano? Porque, el Socialismo Peruano, es
tal en la medida en que es la fructificación de la verdad universal del
marxismo-leninismo en nuestra realidad concreta (5).
Como se sabe, la asimilación de Mariátegui al
marxismo data de su viaje a Europa, y, concretamente, del período
julio-diciembre de 1920. Cualquier partidario consciente de la dialéctica sabe
que esta asimilación comportó una ruptura con su inicial socialismo a lo
Araquistain.
Notas
[5]
En la carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Mariátegui sostuvo: “A
mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de
Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea
e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme
al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas
nuestras). ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que dicha investigación marcó
una ruptura con respecto al “trato de Mariátegui con los tópicos nacionales” (Ideología
y política, p.16), anterior a su regreso de Europa, pues, como él mismo
señaló, entonces “carecía para enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (ibídem),
es decir que, tal trato con dichos tópicos no fue, como es obvio, “conforme al
método marxista”. No obstante esta realidad, la capacidad del maestro de buscar
la verdad en los hechos y su consecuencia con las luchas populares, lo llevó,
ya en el bienio 1918-1920, a sostener ideas y posiciones correctas que, por lo
tanto, aparecen como los antecedentes de su Creación Heroica y, en algunos
casos, como asimilables a esta Creación, tal como lo hemos señalado en otro
lugar. Pero, hablando con propiedad, la Creación Heroica de Mariátegui tiene su
punto de arranque en marzo de 1921, con la escritura del artículo El
cisma del socialismo, el primer escrito netamente marxista del maestro.
Así, pues, sostenemos que es importante celebrar el centenario de la
revista Nuestra Época, por la sencilla razón de que es una
excelente oportunidad para dilucidar el punto de partida del proceso
intelectual que finalmente llevó a José Carlos Mariátegui a asumir el
marxismo-leninismo como el fundamento ideológico del
Socialismo Peruano.
01.9.2012.
Dos Notas del Artículo El Concepto
Mariateguiano de Partido de Masas y de Ideas
E.I.
[11]
NO OBSTANTE ESTA RENUNCIA [a la Reconstitución], el grupo liquidacionista hizo
aparecer el término… en su Propuesta de plan 2012-2018: “reconstitución
del PS”, “El Partido Socialista Peruano reconstituido” (obsérvese, de paso, que
le cambió el nombre al Partido de Mariátegui). Esta utilización del término
reconstitución es otro caso de clamorosa demagogia, es decir, de política
criolla.
[14]
A FIN DE NEGAR EL MARXISMO-LENINISMO de Mariátegui y el PSP, García escribió:
“Este término se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas indicando el
método marxista, no la doctrina”. Pues bien, la frase “partido de masas
y de ideas” aparece en la literatura mariateguiana una sola
vez, y no precisamente en un documento de la importancia del Programa
del Partido, sino en una carta a César Vallejo. Por lo tanto, si García
fuese consecuente con su argumento estadístico, no hubiese tenido que asumir
aquella frase. Pero la ha asumido, aunque, como está demostrado, vaciada de su
contenido. El hecho, pues, de que, en este caso, no haya aplicado su aludido
argumento, demuestra que el mismo no pasa de ser un equívoco recurso enderezado
a negar el marxismo-leninismo de Mariátegui. Si de justificar esta negación se
trata, García grita: “¡solo se encuentra dos veces en la obra de JCM, solo se
encuentra dos veces!”. Pero, si de utilizar la frase mariateguiana de un
partido de masas y de ideas se trata, musita para sí mismo: “no importa que se
encuentre una sola vez en la obra de JCM, no importa que se encuentre una sola
vez”. Esta doble contabilidad es una expresión de su espíritu
criollo.
Tres Notas del Artículo El Desmonte de Una
Conspiración Contra José Carlos Mariátegui y el PSP
E.I.
[4]
CIERTAMENTE HAY QUE SABER leer a Mariátegui. El editorial Aniversario y
balance (setiembre de 1928) y la fundación del Partido Socialista del
Perú (octubre del mismo año), guardan una relación intrínseca y, por esto,
esclarecedora. En el editorial, se puede leer: “En la lucha entre dos sistemas,
entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer
término. La originalidad a ultranza, es una preocupación literaria y anárquica.
En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra:
Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la
idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (Ideología y
política, p.247). ¿Qué significado tiene aquí la palabra socialismo? Para
contestar esta interrogante, hay que tener en cuenta este juicio del propio
Mariátegui: “‘Nueva generación’, ‘nuevo espíritu’, ‘nueva sensibilidad’,
todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de estos otros
rótulos: ‘vanguardia’, ‘izquierda’, ‘renovación’. Fueron nuevos y buenos en su
hora. Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones provisionales,
por razones contingentes de topografía y orientación. Hoy resultan ya demasiado
genéricos y anfibológicos. Bajo estos rótulos empiezan a pasar gruesos
contrabandos. La nueva generación no será efectivamente nueva sino en la medida
en que sepa ser, en fin, adulta, creadora” (ibídem, p.248). Como se ve,
lo citado da cuenta de que Mariátegui trazaba una línea demarcatoria entre la
“nueva generación”, así a secas, que, en su momento, había representado “una
nueva actitud espiritual”, y “la nueva generación”, “adulta, creadora”,
marxista-leninista, es decir, entre la primera generación del socialismo
reformista en sus diversas vertientes y la primera generación del Socialismo
Peruano. Así, pues, al declarar Mariátegui, en el editorial del número 17 de Amauta,
que, “Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista”,
estaba señalando que su revista se declaraba categóricamente marxista. En la
nota 23 del Cap. I del presente libro, hemos copiado la afirmación
mariateguiana que prueba esta verdad. Por lo tanto, es claro que ese proceso de
definición ideológica sirvió para deslindar, categóricamente, con
los diversos matices del socialismo reformista, y principalmente con la
tendencia aprista. Precisamente, en carta del 29 de setiembre de 1928 a Carlos
Arbulú, el maestro aclaró: “El editorial se refiere, por una parte, al
vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales y, por otra
parte, a cierta desviación que ha intentado propagarse en nuestras propias
filas, a propósito del Apra” (Correspondencia, t.II, p.444). Por eso, un
mes después, en el Programa del Partido, Mariátegui estableció el
marxismo-leninismo como su base de unidad. Así, pues, tanto en Aniversario
y balance como en el Programa… y, aún más, en el propio
título del Partido, el término socialismo tiene el significado de socialismo
marxista-leninista, y no el de socialismo en general. Esto es una
verdad elemental, y no tenemos la culpa de que, en pleno debate
ideológico, sea necesario todavía explicarla.
[6]
EN LA PRIMERA CONFERENCIA en la UPGP, el maestro señaló: “Una parte del
socialismo se ha afirmado en su orientación social-democrática,
colaboracionista; la otra parte ha seguido una orientación
anticolaboracionista, revolucionaria. Y esta parte del socialismo es la que,
para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptado el nombre de
comunismo”. “Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no
en sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en
colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas”. “Yo
participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período
revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis
social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis
evolucionistas” (Historia de la crisis mundial, EEA, Lima, 1985, pp.21 y
22). Habría que ser muy poco perspicaz para no darse cuenta de que, cuando
Mariátegui sostiene que aquí, como en Europa, los proletarios tienen
que dividirse en reformistas y maximalistas, está diciendo que tienen que
dividirse en socialistas (reformistas) y comunistas (maximalistas). Sólo porque
entendía que en su tiempo la degeneración del socialismo no se había
producido aún en nuestro medio, y, por lo tanto, la vieja y grande palabra
conservaba todavía su grandeza, evitó el término comunismo,
que, sin embargo, está implícito como concepto en los términos anticolaboracionistas y maximalistas.
Dicho en otras palabras, en el Perú de su tiempo Mariátegui entendió y utilizó
el término socialismo como sinónimo del término comunismo, sinonimia que, en la
Europa de ese tiempo, había perdido vigencia, pues allí la degeneración del socialismo
había impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En
consecuencia, en relación a esta realidad, en el Perú de los años veinte el
término socialista como título del Partido apareció también como una
designación específica.
[7]
EN DICHA NOTA, GARCÍA se salta a la garrocha del año 1919 hasta el año 1923, es
decir, elude completamente la estadía de Mariátegui en Europa, o sea, omite el
período durante el cual el maestro se asimiló al marxismo. Esta deliberada
omisión basta como prueba de su torcida intención.
01.09.2012.
El
Socialismo Heroico y Creador:
«Defensa
del Marxismo»
(Décimo Sexta Parte)
Jorge
Oshiro
Y CONCLUYE:
"lo cual quiere decir en Italia,
dadas las reales relaciones de clases existentes, en la medida en que consigue
obtener el consenso de las amplias masas campesinas".
Para Maria A. Macchiocchi era la
primera vez que Gramsci empleaba este concepto. Pero hay que agregar a esta
afirmación que Gramsci empleó por primera vez explícitamente un concepto que ya
venía desarrollando implícitamente o con otro nombre, es decir con el concepto
de "voluntad colectiva". Pues la "hegemonía" no es otra
cosa que la voluntad colectiva de una clase sobre el resto de la sociedad, en
el sentido de crear real o ficticiamente la posibilidad de integrar las otras
voluntades a esa voluntad dirigente. Y obtener las voluntades de los otros no
es otra cosa que ganar el consenso.
Pero
la voluntad colectiva tiene dos caras: para dentro de su real colectividad, es
decir para los integrantes de esa voluntad el fenómeno es siempre consensual.
La colectividad, para que esa voluntad colectiva funcione, debe estar de
acuerdo. Pero para aquellos que no se "integren" o sometan a ella, la
voluntad colectiva se vuelve dominio. En este sentido dentro de cualquier tipo
de sociedad de clases, es decir donde la voluntad colectiva, por razones
materiales, no pueda ser absoluta, ella es consenso y dominio, según a quien se
dirija. En este sentido es necesario comprender bien la cita anterior de
Gramsci.
El
dice que el "proletariado puede convertirse en clase dirigente y
dominante" y esto quiere decir: "dirigente" en relación con las
clases aliadas, "dominante" en relación con las clases enemigas. Por
eso que dirá líneas abajo que debe "obtener el consenso de las
amplias masas campesinas".
Es
decir: reprime al enemigo de clase, con la violencia si es necesario, educa a
las clases aliadas es decir les trasmite una cultura, que les va a posibilitar
a "empadronarsi del propio io trascendental", es decir "ser ella
misma", romper con el círculo de la pigrezza o de la alienación.
Como
se puede apreciar los conceptos de "Cultura", "Hegemonía" y
"Voluntad Colectiva" son íntimamente solidarias o más aún son
expresiones diferentes de un solo concepto, pues la cultura es siempre una
específica voluntad colectiva que tiende necesariamente a la hegemonía.
El
proletariado en cuanto que se desarrolla y se fortalece como voluntad
colectiva, es decir en cuanto es cada vez más consciente de sí, es decir de su
potencia, es decir en cuanto que se más consciente de sus fines y de los medios
para estos fines, se expandirá necesariamente, será hegemónica, expandirá
su cultura proletaria.
Y
qué más natural que él se extienda a las otras regiones explotadas como son los
amplios sectores campesinos. Allí viven sus "aliados naturales". Pero
para eso tendrá necesariamente que luchar contra las hegemonías ya
existentes que han ganado la "voluntad" campesina desde hace muchos
siglos: -la hegemonía del gran terrateniente a través de los intelectuales
Gramsci:
"La sociedad meridional es un gran
bloque agrario constituido por tres estratos sociales: la gran masa campesina
amorfa y disgregada, los intelectuales de la pequeña y media burguesía rural,
los grandes terratenientes y los grandes intelectuales".
Gramsci dice que
"los campesinos meridionales se
encuentran perpetuamente en fermentación, pero como masa, son incapaces de dar
una expresión centralizada a sus aspiraciones".
Los intelectuales reciben de la base
campesina los impulsos de su actividad política, pero
"Son los grandes propietarios, en
el terreno político, y los grandes intelectuales, en el terreno ideológico quienes
centralizan y dominan, en última instancia, todo ese conjunto de
manifestaciones".
La triada conceptual
"cultura-voluntad colectiva-hegemonía" ha generado otro concepto: el
intelectual, que ya estaba implícito en esta triada. Así se van generar los dos
conceptos de intelectuales: el intelectual tradicional y el intelectual
orgánico.
Aquí
nos detenemos en el desarrollo de la «Cuestión Meridional» para dirigirnos otra
vez a «Los Siete Ensayos».
Mariátegui
y el leninismo
Aquí tratamos fundamentalmente el
aspecto filosófico de su pensamiento y desde este punto de vista hay entre su
pensamiento filosófico "agonista" y "mítico" por un lado y
el "materialismo dialéctico" de sello moscovita enormes diferencias
que prohiben toda identificación teórica.
"El
Perú es un país de rótulos y etiquetas", escribía Mariátegui en el primer
número de «Amauta» para acentuar una vez más su profunda antipatía por una
forma de ver la realidad a través de determinadas fórmulas.
Y
cuando después luchaba porque el socialismo no sea en el Perú "calco ni
copia" sino "creador y heroico", permanecía militantemente en
esta posición. Toda etiqueta y rótulo falsifica, tergiversa la realidad; la
simplifica y la reduce a una abstracción.
Y
para él realidad es siempre "totalidad orgánica", por lo tanto
imposible de formularla en determinadas frases sintéticas. Todo el interés de
"clasificar" a Mariátegui, de "ubicarlo" políticamente ha
tenido siempre un interés de "usar" su imagen, de explotar su
prestigio para acrecentar el propio. O bien para desprestigiarlo. Por eso el
interés metodológico de este trabajo es dejar de lado, al comienzo, toda forma
de "etiquetear" al pensador revolucionario peruano para poderlo
comprender en su profunda dimensión.
Nuestro
interés es primeramente negar toda forma de "ismos" en este
pensamiento creador, pues ellos implican el dominio de la "Letra"
(muerta) sobre el espíritu (viviente). Y si hemos hecho paralelos con el
pensamiento de Unamuno, Sorel, Waldo Frank y Gramsci, lo hemos hecho en el sentido
de comparar y deslindar pensamientos vivientes, de personas concretas y no de
"ismos". Un estudio comparativo entre el pensamiento filosófico de
Mariátegui y el de Lenín lo dedicaremos, si las circunstancias son propicias,
en un próximo estudio.
Pero
lo que sí ya se puede afirmar, después de todo la investigación realizada hasta
aquí, es que el revolucionario peruano no es "leninista", ni tampoco
"marxista" si por este concepto se entiende "seguidor", más
o menos pasivo de la doctrina de otro, que ya "ha dicho todo".
Seguimos
a Labriola en el sentido de considerar que la dotrina marxista está lejos
de estar acabada, está en proceso de elaboración y desarrollo constante,
adecuándose a las necesidades históricas de la época.
En
este sentido me inclino más a pensar que Mariátegui, de la misma manera que
Gramsci es un co-fundador del marxismo en este siglo, y sobre todo del siglo
próximo, de la misma manera que Labriola como afirmaba G. Labica al comienzo de
este trabajo.
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