Nota:
La primera parte del artículo que sigue fue publicada
en la edición del 1º de marzo de esta revista digital. Puesto que en esta
segunda parte se toca la cuestión de la “célula secreta de los siete”,
publicamos como material adjunto el artículo Notas Sobre la “Célula Secreta de los Siete”.
01.04.2015
Comité de
Redacción.
El
Liquidacionismo Histórico y la Reunión de Barranco
(Segunda
Parte)
Eduardo
Ibarra
LA NEGACIÓN DE LA EXISTENCIA HISTÓRICA del PSP y de
la necesidad del partido del proletariado peruano hasta hoy. Esta doble negación que comete Aragón no puede
captarse sino en el marco del artículo que comento en las presentes notas y de
su carta a Gustavo Pérez anteriormente mencionada.
Precisamente, en esta carta puede leerse: “El frente unido en
nuestro país existe desde 1905 hasta el presente. Mientras que el partido del proletariado peruano hasta el presente
nunca ha existido, y no ha existido porque todavía no era ni es necesario. La constitución del partido del proletariado
peruano es una tarea del futuro cuando su existencia sea realmente necesaria,
cuando la maduración de las condiciones objetivas y subjetivas así lo reclamen
y lo exijan, y no cuando a un caudillo personalista se le ocurra como uno de
sus ocasionales caprichos” (cursivas mías).
Como se ve, Aragón sostiene que el
partido del proletariado peruano nunca ha existido, e incluso que en los años
1920 no era necesario y que ahora mismo tampoco lo es, y, con base en estas
afirmaciones, indirectamente pero sin disimulo, agravia a Mariátegui con
aquello de “ocasionales caprichos” y aquello de “caudillo personalista”.
Pues bien, en Ideología y política, Mariátegui señaló: “El feudalismo español se superpuso al agrarismo indígena, respetando
en parte sus formas comunitarias; pero esta misma adaptación creaba un orden
extático, un sistema económico cuyos factores de estagnación eran la mejor
garantía de la servidumbre indígena. La industria capitalista rompe este
equilibrio, interrumpe este estancamiento, creando nuevas fuerzas productoras y
nuevas relaciones de producción. El proletariado crece gradualmente a expensas
del artesanado y la servidumbre. La evolución económica y social de la nación
entra en una era de actividad y contradicciones que, en el plano ideológico,
causa la aparición y desarrollo del pensamiento socialista” (p.31). Y
puntualizó en los 7 Ensayos: “En
Lima, donde se ha constituido el primer núcleo de industrialismo, es también
donde, en perfecto acuerdo con el proceso histórico de la nación, se ha
balbuceado o se ha pronunciado la primera resonante palabra de marxismo”
(p.253).
Por otro lado, confesó: “Mariátegui regresa en este tiempo de Europa
con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase” (Ideología y política, p.100). “No cejaré
en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran
partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana” (carta a César Vallejo del 14 de octubre de 1929, Anuario Mariateguiano, Nº1, p.146) (6).
Y, así, en marzo de 1930 Mariátegui, presionado por el desarrollo de
los acontecimientos, se aprestó, como lo hemos recordado arriba, a fundar públicamente
el PSP, pues entendió que si bien no había alcanzado la condición de partido de
masas, como estaba concebido en su proyecto, de todos modos había logrado
convertirse en una realidad como partido de cuadros.
Lo esclarecido basta para poner al desnudo el liquidacionismo
histórico de Aragón.
Como seguramente se sabe, el 1º de enero del año en curso publiqué el
artículo Contra el liquidacionismo
histórico, donde critiqué los desaguisados de nuestro personaje, citados
arriba, y, por esto, desde entonces el aludido se encontró frente la disyuntiva
de proceder con espíritu autocrítico o, en su defecto, como un político
criollo.
Después de veintiún días, optó por lo segundo: en el artículo que
comento, publicado entre el 22 y el 29 de enero, silenció su negación de la
existencia histórica del PSP y el agravio que cometió contra Mariátegui, e
intentó desviar el debate trastrocando los términos del mismo con aquello de
que el PSP nunca fue fundado pública y legalmente.
La Reunión de La Herradura. Empeñado en negar la validez de esta reunión y sus
acuerdos, Aragón ha escrito: “Portocarrero trajo consigo una Propuesta
del Secretariado de la ISR, en la cual se proponía ‘constituir
el Partico Comunista en el Perú’”. “Algunos pocos militantes del
Comité de Lima, del Comité de Paris y del Comité del Cusco, acicateados por esa
entrometida e impertinente comunicación, comenzaron a presionar con
impaciencia en el Comité de Lima, para constituir de inmediato el partido,
posición apresurada que no era compartida por Mariátegui”. “Incluso en su desesperación, algunos de esos ‘impacientes’,
sorprendiendo con engaños a otros militantes, convocaron
y realizaron a espaldas de Mariátegui una Reunión en la Herradura el
día domingo 16 de setiembre de 1928…”. “En La Herradura… acordaron ‘constituir la célula inicial del Partido… cuyo
nombre sería el de Partido Socialista del Perú’ (negritas en el original;
elipsis mías).
“Posición
apresurada que no era compartida por Mariátegui”, dice Aragón. Pero ocurre
que, tal como he recordado arriba, el maestro señaló que el
proceso de constitución del PSP fue
“indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”.
Precisamente la Reunión de Barranco, la aprobación del programa del partido
(cosa que examinaré más adelante) y el intento de fundar públicamente el PSP en
marzo de 1930, son tres casos relevantes de aceleramiento en el proceso de
constitución. Así, pues, si Aragón fuese consecuente con su lógica, tendría que
acusar al maestro de haber sido víctima del “temperamento criollo” y, por lo
tanto, calificarlo de “impaciente”.
“Portocarrero trajo consigo una Propuesta
del Secretariado de la ISR en la cual se proponía ‘constituir el
Partico Comunista en el Perú’”, dice Aragón, y, unas líneas después, recuerda
que la Reunión de la Herradura acordó “constituir la célula inicial del
Partido… cuyo nombre sería el de Partido Socialista del Perú”.
Pues bien, si “algunos
pocos militantes”, “acicateados por esa entrometida e
impertinente comunicación” del Secretariado de la ISR, hubieran
convocado y realizado la Reunión de La Herradura “a espaldas de Mariátegui”,
como cree Aragón, entonces, como es lógico, dicha Reunión hubiese acordado la
propuesta de dicho Secretariado de fundar el partido con el nombre de Partido
Comunista, y no con el de Partido
Socialista (7).
Sin embargo, como es de
conocimiento general, la Reunión de la Herradura acordó el punto de vista de Mariátegui y, de esta forma, rechazó la propuesta del Secretariado de
la ISR.
Esta constatación basta
para probar que la Reunión de la Herradura no se realizó “a espaldas de
Mariátegui”, y, por otro lado, para probar la absoluta falta de lógica de la
conjetura de Aragón.
Pero también para
confirmar el testimonio de Martínez: “José Carlos Mariátegui no pudo asistir,
pero sus puntos de vista los presentó Martínez de la Torre” (Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t.II,
p.397) (8).
La Reunión de Barranco. Aragón dice: “En esa reunión conspirativa [la Reunión de La
Herradura], ellos llegaron a cuatro acuerdos… puntos que en lo
fundamental no fueron aprobados en la reunión del 7 de octubre en Barranco”. “En La Herradura… acordaron “constituir la célula inicial del Partido...”.
Mientras que, en Barranco el 7 de octubre… se aprobó “dejar constituido el
grupo organizador del Partido Socialista del Perú”. “El 16 de setiembre en La Herradura acordaron ‘afiliar (sic) la célula
inicial del partido a la III Internacional’. El 7 de octubre en Barranco, no se
aprobó esa afiliación…”. “El 7 de octubre, no se constituyó ningún ‘comité
ejecutivo’ del Partido, sino ‘el grupo organizador’ del Partido” (elipsis mías).
Aunque sin explicarse
claramente, Aragón recuerda que la Reunión de La Herradura acordó constituir
“la célula inicial del Partido”, mientras la Reunión de Barranco constituyó “el
grupo organizador del Partido”. Pero ocurre que, habiendo sido “la célula inicial”
precisamente “la célula secreta de los siete”, la Reunión de Barranco, en la
cual participaron algunos militantes que no eran parte de dicha célula (Luciano Castillo y Chávez León), no pudo sino aprobar
la fundación del “grupo organizador del Partido” con todos los asistentes.
No dice Aragón qué
quiere decir con aquello de que la Reunión de Barranco no acordó la afiliación
a la Tercera Internacional, pero aquí es necesario señalar que este hecho no
significó ninguna oposición de nadie a dicha afiliación, y esto basta para que
el hecho, referido crudamente por nuestro personaje, resulte irrelevante para
su posición, pues, como él mismo lo recuerda, aunque sin precisión, la Reunión
del 4 de marzo de 1930 aprobó la moción de afiliación del CC del PSP a la
Internacional (9).
Aragón dice: “El 7 de
octubre, no se constituyó ningún ‘comité ejecutivo’ del Partido”. De esta forma
silencia el hecho –tremendamente expresivo– de que, en la moción presentada por
Mariátegui y aprobada por la Reunión, se señala que “Los suscritos declaran
constituido un Comité”, el mismo que es mencionado también en los numerales 2,
3 y 6 de la misma moción.
Eso quiere decir que la
Reunión de Barranco tomó dos acuerdos en el plano organizativo: uno, dejar
constituido “el grupo organizador del Partido” con la totalidad de los
asistentes; otro, dejar constituida una instancia de Dirección: el “Comité
Ejecutivo del Partido”, al que precisamente se había referido la Reunión de La
Herradura.
La cuestión de “la célula secreta de los siete”. En la Reunión de
Barranco, esta célula copó el mencionado Comité. De esta forma se concretó lo
que la Reunión de la Herradura había acordado en su numeral 3: “El Comité Ejecutivo del Partido
Socialista estará formado por la ‘célula secreta de los siete’”.
Esta célula, como es
obvio, no estaba conformada únicamente por los seis elementos que participaron
en la Reunión de La Herradura, pues Mariátegui también era parte suya.
Ello explica que el Comité
Ejecutivo del Partido fuera copado por los siete miembros de la célula secreta,
con Mariátegui
a la cabeza (10).
El
partido del proletariado hoy: necesidad y posibilidad. La necesidad del
partido proletario surge con el desarrollo de la industria y de la clase
obrera. En el Perú, esto ocurrió en el primer tercio del siglo pasado, y, como
se ha visto, Mariátegui teorizó sobre el tema.
Hoy, con un mayor
desarrollo de la industria, una clase obrera comparativamente más numerosa y un
importante desenvolvimiento de la lucha de clases, el partido proletario es
tanto más necesario.
Sin embargo, Aragón
dice: “… hay que lamentar que muchos socialistas saturados
del ‘temperamento criollo’ todavía insuperado, se comporten con
absoluta impaciencia, y hoy como ayer, pretendan ‘constituir’, ‘reconstituir’ o
‘reivindicar’ la organización del partido de clase, al margen del desarrollo de
las condiciones objetivas y subjetivas del proceso real de la lucha de clases
en el país, y al margen de las enseñanzas del Camino de Mariátegui”.
Ciertamente con aquello
de “al margen del desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas”,
nuestro personaje niega tanto la necesidad del partido como la posibilidad de
luchar por la Reconstitución en las circunstancias actuales.
Negar la existencia
del partido del proletariado peruano desde los años 1920 hasta hoy, es el
“desarrollo” que ha hecho Aragón del liquidacionismo de derecha de su grupo.
El
partido del proletariado hoy: constitución y fundación. Aragón
dice: “La tarea de fundación del Partido Socialista del Perú, del ‘partido de
clase’ del proletariado peruano, del primer ‘partido de masas y de ideas’
también sigue siendo una tarea pendiente. Es muy posible que su
ejecución corresponda a los militantes de la próxima generación” (negritas en
el original).
Como se ve, Aragón
reduce toda la cuestión del partido a solo fundación. Confunde, desdeña o
escamotea la diferencia entre los conceptos de constitución y fundación, es
decir, entre el proceso histórico de la lucha por la Reconstitución y el acto
de establecer formalmente el partido.
Ciertamente la
posibilidad de impulsar la Reconstitución existe actualmente en un grado reducido:
tanto el PCP-SL con su errónea concepción de la Reconstitución, como el grupo
liquidacionista con su proyecto de un partido doctrinariamente heterogéneo y el
grupo de Jaime Lastra con su oportunismo de derecha, han abandonado la tarea de
la Reconstitución (11). Y punto, pues ninguna otra tendencia asumió esta tarea.
De paso, es menester subrayar que el grupo liquidacionista
es tal precisamente porque, con su proyecto de partido, pretende liquidar el
partido de clase (ya lo liquidó en su propio seno). Por eso la frase “La tarea
de fundación del Partido Socialista del Perú, del ‘partido de clase’ del
proletariado peruano”, que se gasta Aragón, revela una actitud demagógica, pues
su propuesta es la de su grupo. Pero sobre este punto me extenderé más
adelante.
No obstante todas las
vicisitudes y todas las dificultades, un pequeño grupo de luchadores, más o
menos disperso, mantiene en alto la bandera de la Reconstitución.
Este grupo ha cumplido
hasta hoy el honroso papel de haber defendido la filiación marxista-leninista
de Mariátegui y la verdad doctrinal y orgánica de PSP contra la campaña
antimariateguiana del grupo liquidacionista, contra la desviación del PCP-SL y
contra el conciliacionismo con el liquidacionismo promovido por el oportunismo
de derecha.
Puesto que la cuestión
es reconstituir el Partido de Mariátegui según
su proyecto original (12), es necesario reimpulsar el proceso de reconstitución
concretando la necesaria concentración orgánica.
La lucha por la
Reconstitución deberá terminar en la realización de un Congreso que refundará
el Partido de Mariátegui: NO HAY RECONSTITUCIÓN SIN REFUNDACIÓN NI REFUNDACIÓN
SIN RECONSTITUCIÓN.
Notas
[6] Como es evidente, con la primera cita el maestro se
refirió a la maduración, en el Perú de su tiempo, de las condiciones objetivas
que hicieron necesario el partido del proletariado, y, con la segunda, a su
voluntad organizadora derivada de su conciencia de esa necesidad.
[7] Téngase en cuenta que el nombre del partido era,
precisamente, la cuestión central en debate con la ISR y, en general, con la
Tercera Internacional.
[8] Aquí también hay que llamar la
atención sobre el hecho de que ninguno de los concurrentes a la Reunión de La
Herradura pudo negar jamás este testimonio.
[9] El texto de esta moción, escrita por
Mariátegui, es el siguiente “El C.C. del
partido adhiere a la Tercera Internacional y acuerda trabajar por obtener esta
misma adhesión de los demás grupos que integran el partido”. Obsérvese, pues,
que, en marzo de 1930, Mariátegui hablaba de “partido” y de “Comité Central”, y
no de “grupo organizador del Partido”
o de “Comité”, como en la Reunión de Barranco.
[10] Un análisis más extenso de la célula secreta se encuentra en el
artículo Notas sobre “la célula secreta
de los siete”, del suscrito.
[11] Ramón García y su grupo han renunciado públicamente a este
camino: (ver Organización:
contenido y forma).
[12] En marzo de 1930, el PSP, bajo la dirección de
Mariátegui, no era un partido de masas sino un partido de cuadros. Esta
realidad histórica plantea un problema: ¿qué es lo que hay que reconstituir?
¿El PSP tal como existió en el momento indicado? Ciertamente el proyecto
original de Mariátegui cobró una fisonomía distinta en el proceso de su
aplicación. Por eso la Reconstitución debe entenderse como la lucha por reconstituir el PSP en lo que tuvo del
proyecto original de Mariátegui. En consecuencia, la misma debe llevarse
adelante sobre la base de tres premisas: 1) la realidad histórica del PSP; 2)
el proyecto original de Mariátegui; 3) la realidad actual. El proyecto original
de Mariátegui fue de un partido de clase bajo la forma de partido de masas, es
decir, de un partido adherido al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario, con una correcta teoría de la realidad y la
revolución peruanas, con una militancia masiva de obreros y campesinos
básicamente y una influencia efectiva entre las clases trabajadoras
organizadas, militancia que debía ser pensante y operante y, finalmente, con un
estatus legal. Este conjunto hace lo que Mariátegui llamó “partido de masas
y de ideas”, y es, al mismo tiempo, el contenido de la Reconstitución.
Notas Sobre la “Célula Secreta de los Siete”
Eduardo Ibarra
LA
NEGACIÓN DE LA “VALIDEZ HISTÓRICA” de los Acuerdos de la Reunión de la
Herradura (1), que he confutado en el artículo A propósito de algunas “Observaciones”, obliga a un análisis
puntual de la cuestión de “la célula secreta de los siete”, que es contra lo
que centralmente apunta el negador (2).
Como se sabe, en el tomo 2 del libro Apuntes para una interpretación marxista
de historia social del Perú (3), de
Martínez de la Torre, aparece el Acta de la Reunión de la Herradura, realizada
el 16 de setiembre de 1928.
De acuerdo al numeral 1 de este
documento, la Reunión constituyó “la célula inicial del Partido”. Precisamente
esta célula fue “la célula secreta de los
siete”, que se menciona en el numeral 3, donde se especifica su razón de ser:
copar el Comité Ejecutivo del Partido.
En la Reunión de Barranco, realizada con la
participación de dos nuevos elementos, Luciano Castillo y Chávez León, la
célula secreta copó el Grupo Organizador del Partido. Así comenzó a cumplir con
su razón de ser.
En la Conferencia Comunista de Buenos Aires, junio
1929, Julio Portocarrero aludió, con el nombre de “grupo”, la existencia de la
célula secreta, aunque distorsionando su carácter y su alcance (3).
Pues bien, ninguno de los nombrados por Martínez como
participantes en la Reunión de la Herradura, negó jamás la realización y los
acuerdos de esta Reunión: ni en 1942, cuando Jorge del Prado la mencionó en su
libro Mariátegui y su obra; ni en
1948, cuando Martínez publicó sus Apuntes.
Por estas constataciones, en nuestro artículo
mencionado arriba asumimos la constitución de la célula secreta como un hecho.
Ahora bien, para comprender esta constitución, hay
que tener en cuenta las condiciones objetivas en las que el grupo de Mariátegui
desarrolló su actividad organizadora de lo que debió ser el primer partido de
masas y de ideas de nuestra historia republicana.
En los años 1920, tales condiciones no
facilitaban el trabajo legal con vistas a un tal objetivo. El gobierno de
Leguía, como es de conocimiento general, sometió a Mariátegui a una constante
vigilancia y a una sañuda represión: asalto a su casa, apresamiento y clausura
de su revista Amauta y de su
periódico Labor. Esta acción
represiva afectó asimismo al movimiento popular: “complot comunista”,
confinamiento y deportación de activistas, etcétera (4).
Debido, pues, a esas condiciones adversas,
Mariátegui y sus compañeros adoptaron, como era lógico que hicieran, ciertas
medidas a fin de preservar su actividad organizativa partidaria. Entre ellas se
destacaron dos: 1) la realización de una reunión secreta (5); y, 2) la
constitución del “grupo organizador del Partido” y del Comité Ejecutivo del
Partido” en una reunión clandestina.
La reunión
secreta de “los compañeros de más solvencia, de más responsabilidad, capaces de
imprimir, desde el primer momento, una buena dirección al Partido que se
trataba de fundar” (Martínez, Apuntes, t.II,
p.397), tuvo como uno de sus objetivos la constitución de “la célula secreta de
los siete” con el propósito arriba señalado y la preparación de la Reunión de
Barranco.
Reunión secreta-reunión clandestina. Dadas las
condiciones de operatividad, estos fueron los primeros pasos organizativos de
los fundadores.
Tanto la Reunión de la Herradura como la Reunión de
Barranco, sentaron las bases doctrinales y organizativas para la fundación pública del Partido.
La fundación del Comité Ejecutivo del Partido con
los miembros de la célula secreta buscaba
asegurar el éxito del proceso de constitución, proceso que debía concluir con
la mencionada fundación pública. Con este evento la “célula secreta” habría
perdido su razón de ser.
La fundación pública del Partido fue un objetivo
expresado por el propio Mariátegui: “La libertad del Partido para actuar
pública y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta
acuerda a sus ciudadanos, para crear y difundir sin restricciones su prensa,
para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto
mismo de fundación pública de esta agrupación” (Ideología y política,
p.164).
Y expresado también, con cierto detalle, por
Martínez: “… cuando discutimos con Mariátegui el Manifiesto con el que surgía
públicamente el Partido Socialista…” (Apuntes,
t.I, p.209). Este Manifiesto “… debía llevar la firma de todos nosotros…” (ibídem, t.II, p.508).
Así, pues, por la vía de la labor organizativa
clandestina, el Partido marchó hacia su fundación pública.
Ahora bien, en marzo de 1930, cuando se intentó esta
fundación, su Comité Ejecutivo estaba conformado también por militantes que no
eran parte de la “célula secreta”, la misma que, desde la Conferencia Comunista
de Buenos Aires, prácticamente había dejado de existir debido al curso que
habían cobrado los acontecimientos (6).
Puede decirse, no obstante, que, durante algunos
meses, la célula secreta cumplió un papel positivo en el desarrollo del
proyecto de partido de José Carlos Mariátegui (7).
En conclusión: la
célula secreta fue concebida con un alcance estrictamente temporal.
Trabajo orgánico partidario clandestino-fundación
pública: he aquí la vía concebida –y actuada en parte– para constituir el PSP
como un partido de clase bajo la forma de partido de masas (8).
Naturalmente,
la idea de la fundación del PSP no fue una idea secreta ni clandestina.
En el debate
con Haya, Mariátegui había anunciado: “Los elementos de izquierda que en el
Perú concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho –y
organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y
orientación definidas…” (Martínez, Apuntes,
t.II, p.301).
Y,
paralelamente a la Reunión de la Herradura, anotó: “En nuestra bandera,
inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo. (Con este lema
afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido
Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (Ideología y política, p.246).
Así, pues, en el marco del debate en el
movimiento político popular, Mariátegui comunicó explícitamente la próxima
fundación del partido proletario, mientras que, en el marco del trabajo legal,
lo hizo en lenguaje alusivo.
Que en este
marco Mariátegui apelara al aludido lenguaje, da cuenta de lo que pensaba
acerca de las condiciones objetivas en las que desarrollaba su actividad
partidaria y, por consiguiente, de las medidas que tales condiciones imponían.
En
conclusión: Mariátegui y sus compañeros consideraron que, dadas las condiciones objetivas de operatividad, la fundación
pública del Partido tenía que alcanzarse a partir de una actividad clandestina
previa y, dadas las condiciones subjetivas en el naciente
movimiento marxista, bajo la
dirección temporal de una instancia secreta.
En términos
generales, puede decirse, por consiguiente, que si la labor de propaganda (Amauta, Labor, etc.) contribuyó poderosamente a preparar la base de masas
del PSP (CGTP, etcétera.), la actividad organizativa clandestina coadyuvó
potentemente al trabajo por fundar públicamente el Partido.
En el numeral 1 de los Acuerdos de la Reunión de la
Herradura se puede leer esta esclarecedora afirmación: “Constituir la célula
inicial del Partido, afiliado a la III Internacional…”.
Cualquiera que sepa leer, puede entender
perfectamente que lo citado sostiene la afiliación del Partido a la Tercera
Internacional, y no de la célula secreta
en particular.
Por lo tanto, la célula secreta no sólo que fue una
instancia orgánica de alcance temporal, sino que no se distinguió, por ninguna diferencia doctrinal, del resto de los
organismos partidarios.
En conclusión: la
célula secreta fue un recurso temporal de carácter estrictamente orgánico.
II
Como
se ha señalado, nada más nueve meses después de la Reunión de la Herradura,
Julio Portocarrero tergiversaba el carácter y el alcance de la célula secreta
en la Conferencia Comunista de Buenos Aires (9).
En ese evento, en efecto, presentó a dicha célula como doctrinariamente diversa al resto de los
organismos partidarios: “¿El partido socialista es la expresión de nuestro
pensamiento, de nuestra línea? El partido socialista lo hemos constituido como
táctica, como medida de ligazón con las masas. No venimos a decir que el partido socialista es la expresión
profunda de los que luchamos por los intereses del proletariado” (ibídem, p.422). “El partido
socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la
ideología de la Internacional Comunista” (ibídem,
p.423.).
Pero
además, la presentó como si hubiera sido
concebida con un alcance permanente: “Si con nuestro grupo podemos
controlar el partido y dirigir sus acciones, ¿no es acaso un medio bueno de
ligazón con las masas?” (Martínez, Apuntes,
t.II, p.422).
Después, Jorge del Prado presentó también la célula
secreta como permanente: “… dentro del Comité Organizador del Partido, formado
en 1928, él [Mariátegui] se preocupó de organizar una <<célula>> (o fracción) comunista, encargada de garantizar, en forma permanente, la justa línea
política del Partido”. Y, sin solución de continuidad, agregó: “Por si esto
fuera poco, Mariátegui en ningún momento dejó de pensar que dicho partido
debería adherirse a los principios marxistas-leninistas de la III
Internacional…” (Mariátegui y su obra,
Ediciones Nuevo Horizonte, Lima, 1946, p.99. Cursivas nuestras).
Estas afirmaciones obligan a preguntarse: si
el partido era adherente del marxismo-leninismo, ¿para qué, pues, una célula
secreta permanente?
En
los años 1960, Ramón García se sumó a la falsificación de la verdad histórica
del PSP: “Un punto importante de la discusión para la formación del Partido,
fue el concerniente a su carácter legal. Como consta en el Acta [de
Constitución], de acuerdo a las circunstancias concretas, el Partido fue
denominado Socialista, para poder aprovechar en algo las posibilidades legales.
Pero todos estuvieron de acuerdo en constituir, dentro de la organización, los
grupos secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido” (La organización del proletariado, p.197,
nota al pie de página).
Como se ve, en García la falsificación cobraba
un aspecto más grotesco: no se trataba ya de un grupo –como en Portocarrero o
de una “fracción” como en Del Prado–, sino de muchos grupos, es decir, de toda
una estructura dentro del Partido, o sea, de un partido dentro de otro partido.
Así, pues, García concebía al PSP con dos
estructuras orgánicas, una dentro de otra, pero sin diferenciarlas todavía
doctrinariamente.
Por otro lado, su afirmación “los grupos
secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido”, obliga a
preguntarse: si el PSP era un partido marxista-leninista (como entonces admitía
García), ¿para qué, pues, “grupos secretos que velarían por el carácter
bolchevique del Partido”?
Ni
Jorge del Prado ni Ramón García fueron capaces, cada uno en su momento, de
explicar cómo así una fracción secreta en el caso del primero y toda una
estructura de grupos secretos en el del segundo, podía ser garantía de
consecuencia en un partido marxista-leninista (10).
La
consecuencia de la militancia con respecto al marxismo-leninismo resulta de su
lucha en dos frentes (lucha permanente contra el dogmatismo y el empirismo), y,
asimismo, de la lucha entre dos líneas (lucha recurrente contra el oportunismo
y el revisionismo), y no de la vigilancia
de algunos pocos o muchos encapuchados (11).
Cuarenta años después, en 2007, Ramón García
insistió en su monserga: “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba
como ‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de
los siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primer partido de masas e ideas (sic)
de toda nuestra historia republicana” (La
creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 aniversario, p.22).
Así, a su antigua falsificación de presentar
al PSP con dos niveles orgánicos, García le ha agregado ahora el supuesto
negado de que ambas estructuras eran doctrinariamente diversas.
Siguiendo, pues, la línea iniciada por
Julio Portocarrero y Hugo Pesce y
continuada por Jorge del Prado, García ha
profundizado su falsificación de la verdad histórica del Partido de
Mariátegui.
Precisamente
con base en esa falsificación, promueve ahora un partido de dos niveles: uno
secreto, restringido, doctrinariamente homogéneo (marxista a secas, es decir
marxista no leninista), y otro
público, masivo, doctrinariamente híbrido.
Así las
cosas, el partido de García no solo que no sería un partido de clase, sino que
tampoco sería un partido de masas en el sentido marxista del término.
En la
concepción de Mariátegui, el PSP debió ser un partido de masas con un carácter
de clase, mientras el proyecto de García es de un partido de masas con un
carácter policlasista (12).
Por lo
tanto, el pretendido partido de García es absolutamente contrario al Partido de
Mariátegui.
Pero la
marrullería del grupo revisionista es tal, que pretende disimular su
desenmascarada trastienda con el señuelo que es la frase “[nuestro] objetivo…
[es] la constitución [de un] partido de clase” (Manuel Velásquez).
También con el señuelo que es la frase “reconstitución del
PS” (Propuesta de plan 2012-2018) (13).
Asimismo con el señuelo que es levantar la frase
“partido de masas y de ideas”, pero vaciada del concepto que encierra en
Mariátegui.
Igualmente con el señuelo que es la idea de “una organización de proyección nacional” (14).
Tales
señuelos, sin embargo, no le han servido en todos los casos, pues la mayoría de
tendencias y activistas que pretendió sorprender, tuvo la capacidad de calar,
más o menos tempranamente, en el carácter oportunista de su proyecto de partido
(15).
III
En
carta del 04.11 del año en curso, dirigida a César Risso, Aragón ha planteado
sus reparos al proyecto de un partido de dos niveles.
Así, intenta
sustentar su posición en la conjetura de que los acuerdos de la Reunión de la
Herradura no tienen “validez histórica” (16).
Por lo
demás, sostiene que, entre esos acuerdos, el “central fue la propuesta de formación de la ‘célula secreta de
los siete’" (cursivas en
negritas en el original), a la que considera como
el “Punto de referencia, que más de un caudillo
personalista ha utilizado posteriormente para dar sustento a la antojadiza
propuesta del ‘partido de dos niveles’" (17).
Como se ve, sus observaciones se
limitan al aspecto orgánico, y no tocan en absoluto el aspecto doctrinal del proyecto de García.
Pero ocurre que el
proyecto de García no sólo se basa en la falsificación de la verdad orgánica
del PSP, sino también en la falsificación de su verdad doctrinal.
Ahora bien,
entre esas dos falsificaciones, existe una relación de causa y efecto: la idea
de un partido de “dos niveles” se presenta como la materialización orgánica de
la heterogeneidad doctrinaria que significa un marxismo sin leninismo en el “nivel secreto” y una diversidad doctrinaria en
el “nivel público”.
Así, pues,
este proyecto de partido: 1) reniega el modelo de partido legado por Mariátegui;
2) reniega el principio del centralismo democrático; 3) sobrevalora el papel
del individuo en las personas que forman el nivel secreto y subvalora este
papel en las personas que formarían el nivel público; 5) conculca la
independencia ideológica, política y orgánica del proletariado, es decir, reniega el partido de clase.
Desde luego, no es
que la crítica de Aragón no sea justa. Un partido con dos niveles orgánicos
permanente es una concepción contraria al marxismo. Pero, por no ver
Aragón el aspecto doctrinal de la cuestión, es decir su esencia, su crítica no
contribuye a esclarecer cabalmente el carácter oportunista del proyecto de
García. Como se sabe, Aragón comparte el proyecto de un partido del variopinto
socialismo en general, es decir, de un partido no de clase, y, debido a
esto, no está en condiciones de hacer una crítica de fondo a dicho proyecto.
Para decirlo de una vez por todas: lo que Aragón
pone en evidencia con su crítica limitada a lo orgánico, es una completa
incapacidad de desembarazarse de la carga oportunista y revisionista que hace
mucho García le colgó en las espaldas: negación del marxismo-leninismo,
negación de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y el PSP, etcétera.
Puede
decirse, por otra parte, que dicha crítica expresa el límite al que se puede
llegar en un grupo donde el seguidismo y el servilismo han hecho fáciles
víctimas.
Finalmente,
quienquiera puede darse cuenta hasta dónde puede llegar, en el marco de la
izquierda, el grupo revisionista con su negación del marxismo-leninismo; su
tergiversación de cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento de
Mariátegui; su falsificación de la filiación doctrinal del maestro y de la
realidad doctrinal y orgánica del PSP; su plan de reestructurar el Estado burgués
en sus bases municipales; su negación del partido de clase; su binomio egotismo
burgués-servilismo feudal; sus métodos criollos.
Desde
luego, no está descartado que un grupo oportunista pueda convertirse en un
partido de masas. En los años treinta el grupo de Haya (tipificado como
oportunista pequeño burgués por José Carlos Mariátegui), se convirtió en el
primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana. Esto es un
hecho que sólo la más extrema ceguera intelectual puede negar.
El drama
del Socialismo Peruano en su período auroral fue, pues, que, debiendo haber
constituido el primer partido de masas y de ideas de nuestra historia
republicana, esta condición la alcanzó un grupo oportunista, por razones que no
es el caso analizar en el presente artículo.
Los
agonistas del Socialismo Peruano –tú, yo, él, nosotros, vosotros, ellos–
debemos tener en cuenta esa negativa experiencia y, en estos tiempos decisivos,
saber deslindar con el proyecto de un partido doctrinariamente variopinto, no de clase, revisionista, al mismo
tiempo que centralizar los esfuerzos por llevar adelante la
Reconstitución del Partido de Mariátegui.
La
Reconstitución implica construir un partido adherido al marxismo-leninismo y al
internacionalismo proletario, con una correcta concepción de la revolución y
una justa estrategia de masas, una militancia pensante y operante y, de
continuar las condiciones actuales, con un estatus legal.
ESTE PARTIDO
DE CLASE SERÍA EL PRIMER PARTIDO DE MASAS Y DE IDEAS EN LA HISTORIA DEL
PROLETARIADO PERUANO.
Notas:
[1] En su carta a César Risso del 4 de noviembre del presente, Aragón
cuestiona “la validez histórica” de los acuerdos
de la Reunión de la Herradura. Dice: “Hasta donde yo he podido avanzar en mis
investigaciones, en el transcurso de los dos últimos decenios, ese texto es de
dudosa procedencia”. Pero no dice por qué es “de dudosa procedencia”, lo que
constituye un vicio de argumentación.
[2]
Puesto que Aragón no ha presentado ni una sola prueba, su negación de la
constitución de una célula secreta en la Reunión de la Herradura no pasa de ser
una mera conjetura. Aragón dice: “Mariátegui en ninguna de sus cartas y
artículos posteriores al 16 de setiembre, nunca informó ni
comentó sobre los supuestos ‘acuerdos’ de esa reunión”.
¿Pero cómo puede creer Aragón que Mariátegui podía comentar en artículos y
cartas UNA REUNIÓN SECRETA? Mariátegui no era infidente, y tampoco ingenuo para
creer que sus cartas no eran pasibles de ser reveladas o caer en manos de la
policía.
[3] La
presencia de Hugo Pesce en la Conferencia de
Buenos Aires obliga a preguntarse: ¿la célula secreta fue ampliada con este
militante? Por otro lado, es menester señalar que la publicación de los debates
habidos en la Conferencia de Buenos Aires reveló ante la militancia partidaria
la existencia de un “Grupo”, y, de esta forma, la célula secreta dejó de ser
tal.
[4]
Para una idea más precisa de la represión contra Mariátegui y el movimiento
popular de su tiempo, puede verse el ensayo El
proyectado viaje a Buenos Aires de José Carlos Mariátegui, publicado en los
grupos de correo y, particularmente, en la revista digital CREACIÓN HEROICA.
[5]
Con el término secreta enfatizo el hecho de que la Reunión de la Herradura fue
realizada sin el conocimiento de otros elementos que después participarían de
la Reunión de Barranco. Pero, obviamente, esta Reunión fue también, al mismo
tiempo, clandestina.
[6]
Como se sabe, en dicha Conferencia Julio Portocarrero había distorsionado la
concepción mariateguiana del PSP, y, además, había retornado al país con la
actitud de cambiarle el nombre al Partido. En la Reunión de Santa Eulalia del
20 de mayo de 1930 –a poco más de un mes de la muerte de Mariátegui– votó a
favor del cambio de nombre.
[7]
Incluso en la Conferencia de Buenos
Aires, la actuación de Julio Portocarrero fue contradictoria. Mientras por una
parte distorsionó –junto a Hugo Pesce– la concepción de Mariátegui del PSP, por
ejemplo, por otra parte defendió –también junto a Hugo Pesce– sus tesis Antecedentes y desarrollo de la acción
clasista, Punto de vista
anti-imperialista y El problema
indígena, que hace parte del trabajo El
problema de las razas en América Latina.
[8] Para la fundación clandestina del “grupo organizador
del Partido” bastó un pequeño número de cuadros como los que se reunieron en
Barranco el 7 de octubre de 1928. Para la fundación pública del PSP hacía falta
una extensa militancia de obreros y campesinos y, al mismo tiempo, era
necesario concretar una dirección directa, centralizada, operativa sobre las
amplias masas obreras y campesinas organizadas. Pero, en el marco de la lucha
contra el oportunismo pequeño burgués del Apra naciente, el Partido no podía
esperar alcanzar dicha situación en su grado más óptimo: la lucha por la
hegemonía en el movimiento popular obligó a saltar algunas etapas y, así, en
marzo de 1930, el Partido intentó su fundación pública, cosa que no se produjo
por la oposición del ala reformista.
[9]
Llama la atención que en la revelación, en mencionada Conferencia, de la
“célula secreta”, estuviera involucrado Hugo Pesce (que no era parte suya).
Esto quiere decir: o bien Pesce había sido incorporado a dicha célula, o bien
al hacer la revelación Julio Portocarrero, enteró a Pesce quien, entonces,
simplemente la asumió.
[10]
Eso de más solventes y más responsables
es un factor relativo. Así lo prueba el propio derrotero de la célula secreta.
En un plano general, es un hecho que ninguna instancia orgánica secreta puede
garantizar consecuencia con respecto a las premisas establecidas. Conocedor de
la dialéctica en el Partido, Mariátegui no concibió, por eso, la célula secreta
como una instancia permanente, sino temporal. Concebir un nivel orgánico
permanente en el Partido no solo es una flagrante negación del principio del centralismo
democrático, sino también de la dialéctica inherente al Partido, o sea, del
reflejo de la lucha de clases en todas sus instancias orgánicas. Esto es lo que
hacen Ramón García y sus repetidores.
[11]
Precisamente el proyecto de García de
un partido de “dos niveles” expresa una concepción que niega a la militancia la
función de luchar conscientemente contra el dogmatismo, el empirismo, el
oportunismo y el revisionismo, pues en dicho proyecto la suerte del partido
está librada a la vigilancia del nivel
secreto. Ahora mismo puede observarse esta desviación en la relación del nivel
secreto del grupo revisionista con su inicial nivel público que, como es de
conocimiento común, se limita a repetir el discurso y los ucases del primer
nivel. Esto es lo que García pretende hacer extensivo a la entera izquierda
peruana, probando así su despotismo, directamente proporcional a su egotismo
burgués.
[12] Para
que las cosas queden claras: el carácter de clase del Partido está determinado no por la extracción social de sus
militantes, sino por la ideología a la
que adhieren. Por lo tanto, el
Partido es de clase porque sus
militantes adhieren al marxismo-leninismo. Ahora bien, un partido
doctrinariamente heterogéneo, tampoco tiene esta condición por la extracción
social de sus militantes, sino porque
estos adhieren a diversas ideologías.
Es por eso que el proyecto de García es de un partido policlasista.
[13]
Hace tiempo que el grupo revisionista ha renunciado públicamente a la
Reconstitución. En el artículo Organización:
contenido y forma, García escribió:
“La propia experiencia, la propia
lucha enseñó a través de la investigación de continuadores, que la Reconstitución
se hundía en un círculo vicioso”. “La ‘reconstitución’ ha devenido fiasco en el
país”. Y, en el artículo Organización: nombre posible, reveló con
qué pretende reemplazar la Reconstitución: con “una organización de proyección
nacional”, integrada, por supuesto, por toda clase de oportunismo y toda clase
de revisionismo. Así, pues, el hecho de que en su cuarto seminario el grupo
revisionista haya pretendido sorprender a los participantes con aquello de
“reconstitución del PS”, da la medida de sus métodos criollos y, por lo tanto,
de su descomposición moral.
[14]
Señuelo,
porque es la forma en que el grupo de
García pretende que la izquierda se una partidariamente bajo su línea
revisionista. Por lo demás, un partido-amalgama es la más completa negación de
lo que fue el PSP. Dadas las notorias y notables diferencias doctrinales, la
unidad de la izquierda peruana no es posible bajo la forma de partido, pero sí de frente. Hacia esta meta que
tienen que moverse las diversas tendencias.
[15] Algunas tendencias y activistas, sin embargo, han participado –en
calidad de “organizadores” unos, de invitados otros– en los seminarios y
eventos promovidos por el grupo revisionista a fin de fundar el nivel público
de su partido. De esta forma evidenciaron un cierto espíritu seguidista, pero,
después, en el curso de los eventos, tuvieron el suficiente criterio para no
caer en la emboscada.
[16] Aragón es ambiguo. En una parte de su carta habla de “los supuestos
‘acuerdos’” de la Reunión de Barranco, mientras en otras partes pone en duda
“la validez histórica del mencionado texto”, y apunta esta frase: “la
mencionada reunión supuestamente realizada en La Herradura el 16 de setiembre
de 1928”. ¿Supuestamente? ¿Qué es, pues, lo que niega Aragón? ¿La fecha de la
Reunión? ¿La realización de la Reunión misma? ¿Son “supuestos” los Acuerdos de
la Reunión de la Herradura? ¿Considera reales estos Acuerdos, pero, como dice,
no tienen “validez histórica”? Ciertamente Aragón tiene un embrollo en la
cabeza, no obstante que su pesquisa lleva dos décadas.
[17] Es menester
apuntar que el “punto central” de la Reunión de la Herradura no fue la cuestión
de la “célula secreta”, sino la declaración de afiliación del Partido a la
Tercera Internacional, pues ello representó su definición como partido
marxista-leninista, cosa que se hizo evidente en el Programa del Partido,
redactado por Mariátegui a solicitud del Grupo Organizador.
20.11.13.
El Socialismo Heroico y Creador:
«Defensa del Marxismo»
(Décimo
Cuarta Parte)
Jorge Oshiro
"...y la masa...va pasando de caos-pueblo a entidad de
pensamiento cada vez más ordenado, y cada vez es más consciente de su potencia,
de su capacidad de hacerse con la responsabilidad social, de convertirse en
árbitro de su propio destino".
Retengamos
esta triple identidad: conocerse a sí mismo=ser sí mismo=conocer la propia
potencia. Es decir, que el conocimiento de sí mismo es al mismo tiempo el
conocimiento de la propia potencia, que es a la vez la misma esencia del hombre
Y esta triple identidad nos va a llevar al siguiente concepto: voluntad. Veamos
ahora qué significa "voluntad" para el joven Gramsci:
"Voluntad, en el sentido marxista, significa consciencia del
fin, que a su vez significa noción exacta de la propia potencia y de los medios
para expresarla en la acción.Significa por lo tanto en primer lugar distinción,
individuación de la clase, vida política independiente de aquella otra clase,
organización compacta y disciplinada a los fines propios específicos sin
desviaciones ni vacilaciones. Significa impulso rectilíneo al fin máximo".
Se aprecia la
casi identidad entre los conceptos cultura y voluntad. Digo la "casi"
identidad entre voluntad y cultura, pues es necesario aún especificar el
concepto "voluntad", como voluntad colectiva.
La
conquista de la propia personalidad, del yo "trascendental" implica en el pensamiento del joven Gramsci
la existencia de una voluntad colectiva. Retomemos ahora la cita en la cual
dice Gramsci que los hombres son "pigri" y agrega:
"...necesitan organizarse, exteriormente primero, en
corporaciones y ligas y luego íntimamente, en el pensamiento, en las
voluntades".
Este pasaje
es de vital importancia, pues en él nos dice nuestro autor que la
"voluntad", lejos de ser una fenómeno "innato" tal como lo
explica la filosofía idealista desde Descartes hasta Sartre, es un producto
histórico, social, que ella es una forma de relación humana, que primero
aparece como organización colectiva, "exteriormente" y sólo luego, (poi),
en la subjetividad, "íntimamente", en el pensamiento, en la voluntad.[1]
Tanto
para Spinoza como para Gramsci el alma, es decir el hombre en tanto que piensa,
es activo. Y es esta actividad que la filosofía idealista (Descartes) la
reservan solamente a la voluntad que independiente del pensamiento deviene una
sustancia metafísica. Muy diferente la concepción gramsciana de la
voluntad-pensamiento(conocimiento).
La
cultura deviene así en el pensamiento de Gramsci en la expresión de una
voluntad colectiva, que no sería, por lo tanto, otra cosa que una cierta forma
de ver, de concebir, de pensar y modificar el mundo a partir de determinados
intereses.
Así
la sociedad capitalista, basada en la explotación de las clases subalternas se
articula a través de una voluntad colectiva, la voluntad colectiva de la clase
burguesa o de un sector de ella, que aparece, es su forma
"democrática", como voluntad colectiva de la totalidad social.
Esta
voluntad colectiva de un sector minoritario -pero poseedor de los instrumentos
de producción- mantiene, para la conservación y reproducción constante de la
articulación social, una relativa atomización del cuerpo social. Esta
atomización del cuerpo social es lo que Gramsci llama, como ya se ha
mencionado, "blocco amorfo del popolo", "caos popolo",
"materia amorfa, caos sociale".
Decimos
"relativa atomización", pues ella expresa una evidente contradicción
entre la articulación rigurosa de la producción y la desarticulación entre los
miembros de las clases productoras, sumido cada cual "en su vida
privada".
En
otras palabras: la contradicción entre la articulación rigurosa del trabajo
(social) y la desarticulación manifiesta de la vida (social); los hombres
trabajan juntos colectivamente, pero viven separados, cada cual en su pequeño
mundo. La expresión política de esta manifiesta contradicción es el "democratismo-parlamentario
burgués", en el cual, "cada cual", en voto secreto, es decir
"privado" elije "libremente" a "su" candidato,
que en su conjunto no hace otra cosa que llevar adelante los negocios de la
"voluntad colectiva" burguesa.
El
proceso revolucionario y la construcción de una sociedad sin clases, es decir,
la creación de la sociedad civil, capaz de absorber la sociedad política,
depende de esta voluntad colectiva de las masas trabajadoras.
Esta
categoría de la voluntad colectiva es fundamental en los «Escritos juveniles»,
pero su importancia, ya se puede apreciar, se extiende a toda la obra
gramsciana, pues ella está a la base de conceptos tan conocidos y
(ab)usados como "hegemonía", "bloque histórico" (que es el
desarrollo posterior de ese "blocco amorfo" inicial),
"intelectuales", "práctica" etc.etc..
De
allí que hayamos hablado de la importancia de "horizonte", de
"norte" que tiene los escritos juveniles dentro del contexto total
del pensamiento de Gramsci. ¿Cómo se forma esta voluntad colectiva? Gramsci:
"Una voluntad de ese tipo necesita para formarse normalmente de un largo proceso de
infiltraciones capilares; de una larga serie de experiencias de clases. Los
hombres son "pigri", lerdos, pasivos y tienen la necesidad de
organizarse primeramente en corporaciones, en asociaciones, luego íntimamente,
en el pensamiento, en la voluntad... de una incesante continuidad y
multiplicidad de estímulos exteriores".
[1] Agreguemos de pasada, que esta última parte del pasaje, "nel
pensiero, nelle vollontà…" señala un aspecto importante de su pensamiento
filosófico. El joven revolucionario italiano no hace ninguna diferencia
esencial entre estas dos categorías, es decir, concibe el pensamiento como
movimiento dinámico, como potencia, de allí que el "conocerse" a sí
mismo pueda ser al mismo tiempo "ser-sí-mismo" y
"ser-potente" como se ha aludido más arriba. La referencia a Spinoza
es aquí de importancia para comprender adecuadamente lo que aquí se está
diciendo. En ET.II. la definición 3. escribe Spinoza: "Por idea entiendo
un concepto del alma, que el alma forma por ser una cosa pensante. Explicación:
Digo concepto más bien que percepción, porque le nombre de percepción parece
indicar que el alma padece en virtud del objeto; en cambio, el concepto parece
expresar una acción del alma".También en el pensamiento de Gramsci hay que
acentuar este carácter de "acción del alma".
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