sábado, 5 de abril de 2014

Creación

Dos Poemas de Pablo Neruda*

La Canción del Castigo


      No hay que contar con su arrepentimiento,
                      ni hay que esperar del cielo este trabajo:

                      el que trajo a la tierra este tormento
                      debe encontrar sus jueces aquí abajo,
                      por la justicia y por el escarmiento.

                      No lo aniquilaremos por venganza
                      sino por lo que canto y lo que infundo:
                      mi razón es la paz y la esperanza.

                      Nuestros amores son de todo el mundo.

                      Y el insecto voraz no se suicida
                      sino que enrosca y clava su veneno

                      hasta que la canción insecticida,
                      levantando en el alba mi tintero,

                      llame a todos los hombres a borrar
                      al Jefe ensangrentado y embustero,
                      que mandó por el cielo y por el mar

                      que no vivieran más pueblos enteros,
                      pueblos de amor y de sabiduría
                      que en aquel otro extremo del planeta,

                      en Vietnam, en lejanas alquerías,
                      junto al arroz, en blancas bicicletas
      fundaban el amor y la alegría:

      pueblos que Nixon, el analfabeto,
      ni siquiera de nombre conocía
      y que mandó a matar con un decreto

      el lejano chacal indiferente.



Testamento


        Dejo a los sindicatos
        del cobre, del carbón y del salitre
        mi casa junto al mar de Isla Negra.
        Quiero que allí reposen los maltratados hijos
        de mi patria, saqueada por hachas y traidores,
        desbaratada en su sagrada sangre,
        consumida en volcánicos harapos.

        Quiero que al limpio amor que recorriera
        mi dominio, descansen los cansados,
        se sienten a mi mesa los oscuros,
        duerman sobre mi cama los heridos.

        Hermano, ésta es mi casa, entra en el mundo
        de flor marina y piedra constelada
        que levanté luchando en mi pobreza.
        Aquí nació el sonido en mi ventana
        como en una creciente caracola
        y luego estableció sus latitudes
        en mi desordenada geología.

        Tú vienes de abrasados corredores,
        de túneles mordidos por el odio,
        por el salto sulfúrico del viento:
        aquí tienes la paz que te destino,
        agua y espacio de mi oceanía.



*Poeta chileno (1904-1973). Obras importantes: Crepusculario; Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada; Residencia en la Tierra; Tercera Residencia; Canto General; Los Versos del Capitán; Odas Elementales; Cien Sonetos de Amor; Memorial de Isla Negra; Las Manos del Día; La Espada Encendida. (Nota del Comité de Redacción)

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