La Literatura en los
Niveles de Inicial y Primaria[1]
Julio Carmona
HAY UNA FAMOSA EXPRESIÓN REFERIDA AL CAMBIO que dice: “se acostumbra
cambiar algo para no cambiar nada”. Y puede ser atribuida a los cambios a que
se ha visto sometido el sistema educativo peruano en las dos últimas décadas. Y
esto lo percibimos en el Diseño Curricular Nacional. En su introducción leemos
lo siguiente: “El DCN presenta aquello que la Ley de Educación establece con
relación a la EBR (Educación Básica Regular), la cual organiza articuladamente los niveles que antes se concebían en forma separada.”
(Op. cit. p. 5. Negrita y cursiva nuestras). “¡Vaya! –dirá un lector
desprevenido–, por fin se acordaron de la articulación, y, al parecer, este es
un cambio significativo, pues se dice que antes no se había dado.” Pero ocurre
que eso no es tan cierto. Y ya vimos –al comienzo de este capítulo– que en 1994
fue creado el PAIP: Programa de Articulación Inicial Primaria. Con todo, se
podría reconocer que al menos lo novedoso del DCN estaría en una nueva
estructuración curricular, pero la misma introducción del documento aludido se
encarga de echar agua fría al apresurado entusiasmo, porque se dice ahí que
“Este proceso es producto de la articulación y reajuste de los currículos vigentes al 2005 en los niveles de
Educación Inicial, Primaria y Secundaria.” Y, en efecto, comparando las
estructuras curriculares de ambos períodos, se encuentra un parecido casi
mimético.
La literatura en el Nivel
Inicial
Veamos el siguiente cuadro comparativo de las
respectivas áreas:
1995
|
2005
|
Comunicación Integral
|
Comunicación Integral
|
Lógico Matemática
|
Lógico – Matemática
|
Ciencia y Ambiente
|
Ciencia y Ambiente
|
Personal Social
|
Personal – Social
|
Formación Religiosa
|
No hay[2]
|
Visto el cuadro, no queda sino preguntar ¿qué es lo que ha cambiado? Y
la respuesta monda y lironda es “nada o muy poco”, es decir: “cambia algo para
que no cambie nada”. Y eso “poco cambiado” es lo que vamos a analizar a
continuación. Y vamos a hacerlo con el Área de Comunicación Integral del DCN de
2005, área que nos compete directamente, y que ha sido dividida en tres
aspectos: a) Expresión y comprensión oral, b) Comprensión de imágenes y
símbolos, y c) Expresión a través del arte.
Pero, de inmediato, lo que se observa en su fundamentación
es que la literatura es la gran ausente. Porque, en el primer aspecto, de
Expresión y comprensión oral, el énfasis
se pone en los componentes eminentemente lingüísticos, desterrando de la
expresión y de la comprensión, orales, los valores emotivos. O sea que la literatura infantil no tiene cabida en
la educación infantil. A pesar de
que la pedagogía universal en todos los tiempos siempre la ha considerado
esencial, aunque –como dice Enzo PETRINI–: “Es obra del movimiento pedagógico
moderno el planteamiento crítico de la literatura para la infancia, o sea, la
valoración desde un punto de vista ante todo creativo, artístico, de todos
aquellos escritos que muestran tener cualidades especiales para el deleite y la
educación de los niños y de los adolescentes”. Y aunque la literatura, por
definición, es escrita, eso no quiere decir que se deba desdeñar su oralidad.
Es más existe una veta riquísima de literatura oral en el contexto de la
literatura popular. Pero los especialistas del DCN han preferido darse por no
enterados de su existencia, y han actuado como si la oralidad fuera privativa
de la comunicación informativa. Es decir, se privilegia el desarrollo
conceptual o lógico-gramatical del niño. Ignorando que él disfruta con las
incoherencias y las manifestaciones descabelladas, desatinadas, ilógicas y
hasta absurdas, integrantes todas ellas de la literatura y el arte infantiles.
Samuel Taylor Coleridge, quien escribió un poema, Kubla Khan, literalmente sin pies ni cabeza y “que es empero una de
las obras maestras de la poesía británica y universal”, ha observado que: “la
poesía es mejor apreciada cuando sólo se la comprende en general y no perfectamente”.
Y no en vano se dice que la propuesta poética de uno de los grandes movimientos
del vanguardismo de comienzos del siglo XX, el movimiento Dadá, creado por el
gran poeta Tristán TZARA[3],
era el retorno a la expresión infantil sugerida por las sílabas infantiles con
que inicia el niño su habilidad oral: ”da – da”. Y otro grande de la literatura
de esos mismos años, el inglés T. S. ELIOT, escribió estos versos:
Aquí
estoy, por lo tanto, en medio del camino, después de veinte años
-veinte
años bien perdidos, los años de entreguerras-
tratando
de aprender a emplear las palabras, y cada tentativa
es un
comienzo totalmente nuevo y un tipo diferente de fracaso,
porque
uno sólo aprende a dominarlas
para
decir lo que ya no quiere decir, o de algún modo en que
ya no
quiere decirlo. Por eso cada nuevo intento
es un
nuevo comienzo, una excursión a lo inarticulado
con
un mísero equipo cada vez más gastado
en el
desorden general de la inexactitud del sentimiento.[4]
Es una visión desencantada de la vida que conduce al poeta a sentir la
inanidad del lenguaje, el que se trata de aprender constantemente, es decir, un
retorno intermitente a la infancia, aunque siempre se llega al fracaso, porque
“cada intento es un nuevo comienzo, una excursión a lo inarticulado en (…) la
inexactitud del sentimiento”, todo ello porque el poeta encuentra en la infancia
su más pura expresión, lo cual fue descrito de la manera más cabal por otro
grande, Rainer María Rilke, en carta a su joven corresponsal poeta, en los
siguientes términos:
Para los creadores no hay pobreza ni lugar
pobre, indiferente. Y aun cuando usted estuviese en una prisión cuyas paredes
no dejasen llegar hasta sus sentidos ninguno de los rumores del mundo, ¿no le
quedaría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, imperial, esa arca de los
recuerdos? Vuelva usted a ella su atención. Procure hacer emerger las hundidas
sensaciones de aquel vasto pasado: su personalidad se afirmará, su soledad se
agrandará y convertirá en un retiro crepuscular ante el cual pase, lejano, el
estrépito de los otros.[5]
Ahora bien, al revisar el segundo aspecto, la comprensión
de imágenes y símbolos, igual se aprecia
que la literatura es obviada de manera escandalosa, sin percatarse que ella
vive de imágenes y de símbolos, precisamente el imaginismo tuvo a Ezra Pound y
al ya citado T. S. Eliot como sus más altos exponentes, y el simbolismo a los
no menos importantes Verlaine, Rimbaud, Mallarmé, Valéry. Sobre el particular,
el teórico chileno Félix MARTÍNEZ Bonati
hace la siguiente precisión: “puede decirse que esta comunicación (poética) se
refiere a algo, es símbolo sui generis
del mundo, símbolo artístico”. Por su parte, el destacado semiólogo italiano Umberto ECO dice:
“El mensaje reviste una función estética cuando se estructura de una manera
ambigua y se presenta como auto reflexivo, es decir, cuando pretende atraer la
atención del destinatario sobre la propia forma, en primer lugar.” Y,
finalmente, el Abate BREMOND señala que incluso “La poesía popular de todos los
países, y aun la del nuestro, ama la falta de sentido, el disparate.” Es decir,
la literatura que tiene en la metáfora, la imagen y el símbolo su razón de ser,
que son su expresión por excelencia, no es tomada en cuenta para estimular en
el niño su “comprensión”. ¿Por qué? Porque se sigue considerando a las imágenes
y los símbolos como portadores de mensajes lógicos que es necesario
“comprender”.
Incluso cuando aquí se habla del “cuento” se
hace pensando en las imágenes o dibujos que lo ilustran y no en el mensaje
artístico que las palabras están creando; “el hombre convertido en árbol” de un
supuesto cuento es una imagen, un símbolo que no puede ser “comprendida” o
aprehendida por el niño a través de la palabra, sino –obligatoriamente– por la
línea gráfica. Y esto se entiende de la siguiente “fundamentación”:
Si bien el niño no “lee”, al acercarlo a las imágenes y cuentos,
desarrolla progresivamente estas capacidades, de decodificación de la imagen y
posteriormente de los símbolos, posibilitando que el niño, desde muy pequeño,
reconozca una fotografía de su mamá, comprenda la lectura de las imágenes de un
cuento, etc.
Digamos, en primer lugar, que no se justifica el uso de las comillas en
la frase Si bien el niño no “lee”,
lo sería en el sentido contrario: el
niño “lee”, porque esta expresión es impertinente, pues el niño –realmente–
no lee, y, en segundo término, en el texto no se le pone comillas a una
expresión que sí debió llevarlas, y es el caso de la parte final del párrafo
“comprenda la lectura de las imágenes de un cuento”, porque el niño no comprende una lectura en el sentido
literal, sino figurado, a través de los dibujos que ilustran el cuento. Y, en segundo término,
resulta que el cuento de que se habla en ese párrafo no es propiamente un
cuento literario, sino un cuento trasladado al dibujo. En poesía “una palabra
vale por mil imágenes”. ¿Por qué no apoyarse sólo en la magia de la palabra
para lograr que el niño “comprenda” (digamos mejor, traduzca con su
imaginación) las imágenes y símbolos, que es el idioma de la poesía y del
cuento? La lectura literaria, al decir de Paul VALÉRY:
... es una lectura que no tolera
ser 'corriente', y que sólo puede valer por la penetración profunda y
como ilimitada de sus efectos. Exige una participación vital, que es cosa muy
distinta de una simple comprensión del texto. La comprensión es sin duda
necesaria; pero está muy lejos de ser suficiente.
Estas
consideraciones lo más probable es que no hayan estado dentro de las
preocupaciones de los especialistas del MED; más bien cabe pensar que en su
subconsciente haya estado latente (¿o patente?) la intención de deshacerse de la literatura en la educación.
Sobre el particular insistimos, con Paul Valery:
En cuanto a aquellos que
no sienten muy intensamente ni la presencia ni la ausencia de la Poesía, sin
duda es ésta para ellos sólo una cosa abstracta y misteriosamente admitida:
cosa tan vana como se quiera, aunque una tradición que es conveniente respetar
conceda a esa entidad uno de esos valores indeterminados que flotan en el
espíritu público. La consideración concedida a un título de nobleza en una
nación democrática, puede aquí servir de ejemplo. Admito que la esencia de la
Poesía sea, según las diversas naturalezas de los espíritus, o de valor nulo o
de importancia infinita: lo que la asimila a Dios mismo. Pero lo absurdo es que
entre esos hombres sin gran apetito de Poesía, que no conocen su necesidad ni
la hubiesen inventado, quiere la desgracia que figure buen número de quienes
tienen el encargo o destino de juzgarla, de discurrir sobre ella, de suscitar y
cultivar su gusto, y, en suma, de dispensar lo que no tienen.
Lamentablemente,
entre “esos hombres sin gran apetito de Poesía”, ciertamente se puede
considerar a los “especialistas” del Ministerio de Educación, o a los
especialistas en lengua sin formación literaria. Porque para considerar a un profesor formado literariamente no basta
que haya estado cinco años estudiando la “especialidad de docente en lengua y
literatura”, ni siquiera lo avala el hecho de que sienta gusto por la
literatura ni aun que “la escriba” (y que incluso sea un buen escritor). A todo
ello hay que agregarle la vocación
docente literaria, que implica especializarse o formarse, además, en didáctica [especial] de la literatura.
En la mayoría de los casos, no se cumple con este requisito, al menos en lo que
se refiere a los profesores que “tienen el encargo o destino de juzgarla, de
discurrir sobre ella, de suscitar y cultivar su gusto” (diagnosis que puede
hacerse extensiva a muchas otras asignaturas, por no decir a todas).
Veamos, por último, el tercer aspecto del área
de comunicación integral del nivel inicial: Expresión
a través del arte. Y ahí vemos que la literatura sigue brillando por su
ausencia. De su fundamentación se deduce que sólo se considera como arte a la
plástica, a la música y al teatro. Veamos una parte de esa fundamentación: “…
la expresión a través del arte se refiere a todos los medios no verbales que lo inician (al niño) en
la comunicación…”; pero si la literatura artística es la llave maestra para
abrir la puerta del arte, ¿no se constituye por ello en un medio idóneo –de
mayor mérito que las otras artes– para introducir al niño en la comunicación?
¿Por qué no incluir a la literatura –junto con las otras artes– en la
“expresión a través del arte”, si lo que se busca es que los niños y las niñas
vayan “desarrollando su lenguaje verbal (¡) y ampliando de esta manera su
repertorio (¡) comunicativo”? Pero esto para los especialistas del MED es
ficción.
La literatura en el Nivel
Primario
Igual que hemos hecho con el nivel precedente, diseñemos el cuadro
comparativo de las dos estructuras curriculares de los períodos de 1995 y de
2005 (vigente) en relación con las áreas en que se divide este nivel, para
luego detenernos en el área de nuestra competencia: la Comunicación Integral.
1995
|
2005
|
Desarrollo Personal – Social
|
Personal – Social
|
Comunicación Integral
|
Comunicación Integral
|
Ciencia y Ambiente
|
Ciencia y Ambiente
|
Lógico Matemática
|
Lógico Matemática
|
Formación Religiosa
|
Educación Religiosa
|
(Incluida como Expresión
Artística en el área de Comunicación integral)
|
Educación por el Arte
|
No hay
|
Educación Física
|
Destaquemos los aspectos en que se divide el
área de Comunicación Integral de la estructura curricular de 1995, siempre
haciendo un análisis comparado con el diseño de 2005. Y si se supone que la
literatura está ubicada en el área de Comunicación Integral, veamos cómo figura
en los aspectos en que se divide dicha área (en ambos diseños):
a)
En el aspecto Comunicación oral del
diseño 1995 (como hemos visto en el currículo de Inicial, y como ocurre en la
estructura curricular de 2005, aunque en ésta recibe el nombre de “Expresión y
comprensión oral”, como en el aspecto de Inicial), no se menciona para nada a la literatura. Y es extraño que esto
ocurra (en los tres casos) pues da la impresión de que se estimara –como ya
tuvimos oportunidad de manifestarlo– que las formas de oralidad de la
literatura son nulas o inexistentes.
b) Comunicación escrita. Esta denominación
corresponde al segundo aspecto del diseño de 1995 y en él se incluye a la literatura
como un ejercicio de “producción de textos”, es decir, propiciando que el niño
y la niña puedan “escribir poemas u otros textos literarios”. Mientras que la
sub área equivalente del currículo de 2005, que recoge la denominación de
“Producción de textos”, para nada
menciona a la literatura. Todo está referido a la comunicación
informativa.
c) La lectura de imágenes. Este aspecto
del diseño de 1995 no figura en el de 2005, aunque se podría suponer que está
incluido en el Área de “Educación por el Arte”, pero tampoco está, en ésta sólo
hay: “Expresión artística” y “Apreciación artística”; en todo caso en el diseño
de 2005 está la “comprensión de textos”, que no figura en el de 1995; pero,
volviendo a ésta, llama también la atención que “la lectura de imágenes” fuera
separada de “la expresión artística”, si del mismo modo como se estima que el
arte está inmerso en la comunicación, asimismo ha debido considerarse que la
imagen lo está respecto del arte (aunque otros campos -como la publicidad- la
usen); y
d) La expresión artística figura en el
diseño de 1995 como parte de la Comunicación Integral, mientras que en el
diseño de 2005 se la ha creado como un área especial, “Educación Artística”,
pero sin que figure la literatura en su fundamentación y sólo se la menciona en
los cuadros de competencias a lograr, con la siguiente indicación: “Lee por
placer textos literarios y no literarios de su preferencia.” En la de 1995, es
este aspecto el único que incluía (nominalmente) a la literatura para
desarrollar actividades como una más de las artísticas consideradas:
“musicales, literarias, plásticas y
escénicas”, lo que no hace sino ratificar nuestra incidencia en la naturaleza
artística de la literatura; pero en ambos casos cuando se refieren al arte –en
la práctica– lo relacionan más con las plásticas, el teatro y la música.
De tal suerte, pues, que en la última versión
del DCN (2005) la literatura ha sido desterrada definitivamente del nivel de
Primaria, parece que por ahí va la “articulación” con Inicial. La inclusión o
mención tangencial de algunos textos literarios (cuentos, textos narrativos,
etc.) no desdice lo aseverado, al contrario lo ratifica, porque esa mención se
hace sin la autonomía que nuestra materia requiere para su posterior desarrollo
en Secundaria.[6]
Si de esa comprobada ausencia, pasamos a una situación más delicada, pongamos
el caso de hacer que el discente comprenda cuál es la diferencia entre Lengua y
Literatura, tenemos que decir que no hay
nada, lo cual se puede calificar como “el continuismo del vacío”. Es decir,
se continúa manteniendo a la literatura sin precisar sus alcances o dimensión
específicos. Esto que puede ser tomado como un cuestionamiento puramente
formal, tiene, por el contrario, implicancias mucho más profundas. Porque al
usarse en la fundamentación de los curricula
expresiones como éstas:
Así, el niño y la niña reconocen que la función
fundamental del lenguaje es establecer la comunicación, es intercambiar y
compartir ideas, saberes, sentimientos y experiencias en situaciones
auténticas…, y no establecerse una precisión necesaria entre las expresiones ideas y sentimientos, por ejemplo, y no hacerse la diferenciación entre sus
usuarias, la Lengua y la Literatura, se está dejando de lado un
aspecto, a todas luces esencial, que, contrariamente, se debe ir inculcando en
el niño tanto en inicial como en primaria, como elementos claves para su
formación integral, es decir, que entre Lengua y Literatura hay un matiz
diferencial, como lo hay entre lo racional y lo emocional.
De
otro lado, aunque cabe la posibilidad de que en ambas estructuras curriculares
se puedan establecer esas diferencias, a partir de la recomendación que en
ellas se hace –de manera tan general– de utilizar “creaciones literarias” (y es
probable que un docente creador, sagaz y
avisado se percate del hecho[7]),
sin embargo, esto no revela otra situación que estar dejando las cosas al azar.
Y lo cierto es que en las estructuras curriculares no se pueden enunciar las
propuestas en el nivel de la connotación, sino que deben plantearse como una
solución de problemas y de la manera más explícita posible. Porque no es lo
mismo la lectura gramatical, lingüística, informativa, que la lectura
literaria; no es lo mismo escribir una carta que escribir un poema; no es lo
mismo leer un cuento que un artículo de periódico –sin que esto implique
segregación cualitativa.
De
esa situación tan alarmante de ver que la literatura no figura, explícitamente,
nominalmente, en ninguno de los documentos analizados (salvo la mención
circunstancial de algunas de sus especies, como ya hemos visto), se tiene que
concluir que la Literatura está
allí de facto, y de manera
inorgánica. Es decir, no se la presenta ni siquiera con la nominación del
género Literatura Infantil; de éste se utilizan sólo algunos materiales, como
complemento para el desarrollo de otras
actividades, como es el aprestamiento de la lectura. Es decir, aparece como
especie, no como género; como medio, no como fin. Entonces, la pertinencia de
nuestra propuesta se convierte en clamorosa, deviniendo casi EXIGENCIA, pues la
literatura requiere ser INTEGRADA –de manera efectiva– en estos niveles, que
son básicos para cimentar la comprensión de lo que es la literatura. Y no de
esperar hasta la secundaria para, recién –en el tercer año–, darle carta de
ciudadanía. Pero esa integración, por supuesto, no debe ser sólo nominal, sino
estructural u orgánica. Que se haga sentir de manera autónoma. No, dependiendo
de la enseñanza o la estructura de la lengua ni de la comunicación. Y menos que
se la desdeñe como algo prescindible, inútil, vacuo, intrascendente,
irrelevante, fútil, que tal parece ser la intención, con visos de
auto-traición.
Y,
en realidad, el no haber hecho hasta ahora en inicial y primaria esta distinción
ha dado por resultado que en secundaria (que es el nivel en el que recién
aparece la Literatura con una presencia explícita, aunque siempre mezclada en
una misma asignatura con la Comunicación y la Lengua) los alumnos sigan creyendo que para leer un texto
literario les basta con hacer lo mismo que leer un artículo periodístico. Y
entonces la tan voceada “articulación” entre inicial y primaria, y más aún
entre éstas y
secundaria seguirá siendo –por lo menos en lo que a la
literatura concierne– una ilusión irredenta. La literatura seguirá siendo la
Cenicienta de la Educación y, en el peor de los casos, desterrada de su
función.
Y
aquí cabe precisar que esa otra voceada palabra “integración” (usada también
abusivamente) se ve, pues, confundida con “mezcolanza”, pues al no hacer los
distingos pertinentes que, de hecho y de derecho, hay entre Lengua y
Literatura, se comete no sólo un abuso sino una injusticia contra la
Literatura, sin que se le haga ningún favor a la Lengua, máxime si a las dos se
las mezcla con la comunicación y la
expresión artística. Si bien es cierto la Lengua y la Literatura están ligadas
por el estudio de un mismo objeto: la palabra, no menos cierto es que ésta
–en cada caso– cumple funciones distintas; en el primero, de la Lengua, es informar, en el segundo, de la
Literatura, es formar. En el primer
caso la palabra hace referencia a hechos
reales; en el segundo, a hechos
imaginarios. La Lengua es el estudio
de una ciencia. La Literatura
es el estudio de un arte. La
Literatura estudia la palabra no como portadora de verdades, sino como
portadora de imágenes. La Lengua se mueve en el plano racional (apela a la
razón). La Literatura se desenvuelve en el plano emocional (apela al
sentimiento). Como dice Julio Ramón RIBEYRO, en una de sus inquisitivas prosas:
El
meollo del asunto reside en que un crítico está expuesto ha (sic) ser
contradicho o superado. La obra crítica se juzga por su coeficiente de verdad.
La escala verdad-error en cambio no se aplica jamás a los creadores. Los creadores
jamás se equivocan. Ellos solamente fracasan.
[2] Por lo que respecta a la “Formación
religiosa”, al menos aquí
se ha optado
por respetar la libertad de conciencia del niño, en
concordancia con el mandato constitucional, lo cual no ocurre en Primaria, como
veremos oportunamente.
[3] Tristan TZARA
es el seudónimo del poeta y ensayista Samuel Rosenstock, que nació en Moineşti,
Bacau, Rumanía (1896-1963).
[4] T. S. ELIOT
que nació en EE.UU. aunque finalmente adoptó la nacionalidad inglesa
(1888-1965), texto traducido en J. M. Cohen, Poesía de nuestro tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1965.
p. 32.
[5] Rainer María RILKE (1965). Cartas a un joven
poeta. Buenos Aires: Siglo Veinte, pp. 25-26. Rainer Maria Rilke nació en Praga, el 4
de diciembre de 1875, y murió en Val-Mont, Suiza, el 29 de diciembre de 1926.
Es considerado uno de los poetas más importantes en alemán.
[6] Como ya se dijo, en el párrafo anterior, en
los cuadros de las competencias del DCN se mencionan algunas especies
literarias como relatos, narraciones, textos narrativos, etc., es decir,
incidiendo sólo en aquellos cuyo tipo permite comprender rápido el referente,
pero no se alude, para nada, a la poesía lírica, cuya comprensión es de mayor
complejidad.
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