lunes, 1 de enero de 2024

Política

A Propósito de Algunas Ideas Erróneas

Eduardo Ibarra 

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¿Es cierto que el régimen militar de Velasco Alvarado fue nacionalista? Aunque no sea esta una cuestión que esté en el orden del día en el debate nacional, ante algunas declaraciones es preciso el debido esclarecimiento que permita entender el carácter de las medidas económicas y políticas de dicho régimen y su significación en el desarrollo de la lucha de clases en el Perú. Veamos, pues.

Cualquier marxista sabe que no existe uno solo sino varios tipos de nacionalismo. Existen el nacionalismo burgués, el nacionalismo pequeño burgués y el nacionalismo proletario. Por eso existen también nacionalizaciones capitalistas (actuadas por la burguesía y la pequeña burguesía) y nacionalizaciones novodemocráticas y socialistas (actuadas por el proletariado triunfante)

En “Nota polémica a ‘El conflicto minero’ por César Falcón”, Mariátegui sostiene:


Falcón olvida que el Estado demo-liberal es el órgano de la clase capitalista. Su revisionismo lo mueve a prescindir de la existencia o la realidad de las clases y más aún de su conflicto. El afán de considerar y examinar, particular y concretamente, el conflicto minero, lo lleva a separarlo y distinguirlo del conflicto entre capitalismo y socialismo.(1)

Esta afirmación mariateguiana no siempre es entendida en todas sus consecuencias. Pongamos como ejemplo una de esas consecuencias: en “Punto de vista anti-imperialista”, Mariátegui sostiene:

 

… somos anti-imperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa.(2) 

Así, en la concepción mariateguiana el antiimperialismo queda situado en el marco del “conflicto entre capitalismo y socialismo” y, por lo tanto, somos marxistas “porque oponemos al capitalismo el socialismo”. Por consiguiente, cualquier antiimperialismo (nacionalismo) que no esté situado en dicho marco, que no opone al capitalismo el socialismo llamado a sucederlo, como en el caso del antiimperialismo de Haya, “resulta… elevado a la categoría de un programa, de una actitud política, de un movimiento que se basta a sí mismo y que conduce, espontáneamente, no sabemos en virtud de que proceso, al socialismo, a la revolución social. Este concepto lleva a una desorbitada superestimación del movimiento anti-imperialista, a la exageración del mito de la lucha por la ‘segunda independencia’, al romanticismo de que estamos viviendo ya las jornadas de una nueva emancipación”,(3) y que, en el caso del régimen de Velasco, se expresó igualmente en el mito de la “segunda independencia” y en el mito de una sociedad “ni capitalista ni comunista”, que, naturalmente, hay que entender como una sociedad capitalista y, claro, en modo alguno comunista. 

        Decir que el régimen de Velasco fue nacionalista porque desactivó la vieja estructura semifeudal (aunque solo para evolucionar las formas de esa estructura), o porque rearmó al ejército para intentar la recuperación de los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico, o por cualquier otra cosa específica, significa sustraer el entendimiento de cada una de estas cuestiones del “conflicto entre capitalismo y socialismo”. 

        Lo que definió al régimen de Velasco –y continúa definiéndolo ante la historia– fue su carácter burgués, corporativo, contrarrevolucionario, anticomunista. 

Si el régimen de Velasco desactivó a la clase terrateniente feudal, fue porque, a comienzos de la década del sesenta, la lucha campesina había puesto en cuestión la vigencia de tal clase y la situación era propicia para el desarrollo de una guerra revolucionaria. Por lo tanto, la reforma agraria velasquista, actuada económicamente por la vía terrateniente y políticamente por la vía corporativo-burocrática, tuvo un carácter preventivo (preventivo de la revolución) Fue, pues, una medida en defensa del orden capitalista. 

El fortalecimiento armamentístico del ejército se debió a la intención de utilizar el centésimo aniversario de la Guerra del Pacífico (1979) a efecto de insuflar en las masas populares una borrachera nacionalista que sofocara la lucha de clases. Es decir, la publicitada intención velasquista tuvo un carácter burgués. 

Y lo mismo puede decirse de la nacionalización de la Brea y Pariñas, de la expropiación de los complejos agroindustriales, de la “comunitarización” de la gran prensa, de la implementación de la Reforma Educativa, etcétera. 

En resumidas cuentas, la economía, la política y la cultura impulsadas por el régimen de Velasco fue la respuesta general de la burguesía al desarrollo de la lucha de clase del proletariado. 

Con anterioridad a la conquista del poder, el antiimperialismo proletario aplica una táctica precisa que, en palabras de Mariátegui, se expresa así: 


Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera.(4) 

Y que, consumada la conquista del poder, se expresa en la nacionalización de la industria (con excepción de la pequeña), del comercio (con excepción del pequeño), de la tierra, de la banca, etcétera.

Por lo expuesto, llama la atención que algunos marxistas hayan hablado del nacionalismo del régimen de Velasco o del nacionalismo de alguna de sus medidas y que, incluso, uno de ellos haya hecho una autocrítica pública de su pasada creencia de que tal régimen había sido “fascistizante”. 

En conclusión, cuando un marxista habla de nacionalismo, siempre es necesario que especifique a qué tipo de nacionalismo se refiere. De otro modo solo estaría contribuyendo a confundir a la gente. 

Notas

[1] Ideología y política, pp. 230-231.

[2] Ob. cit., p. 95.

[3] Ob. cit., p. 90.

[4] Ob. cit., p. 91.

07.07.2023. 

Economía

El Capitalismo sin Bozal de Javier Milei

Cesar Risso

LA POLÍTICA ECONÓMICA aplicada por Javier Milei, lo presenta como un títere de la gran burguesía argentina. Es el espécimen que ha logrado encontrar para realizar lo que la burguesía quiere aplicar pero que no se atreve a hacerlo de forma tan extrema, pues teme las consecuencias que pueden traerle al capitalismo. No obstante estar detrás de estas medidas, la burguesía trabaja tras bambalinas, para que las consecuencias no sean vistas como resultado del sistema capitalista, sino como las elucubraciones de un desequilibrado. Así, antes de expectorar a Milei, habrán logrado algunas medidas para explotar en mejores condiciones, más “libremente”, a las clases trabajadoras.

Javier Milei cree que las medidas de política económica que está aplicando son lógicas y correctas, puesto que así lo propone la teoría económica burguesa. Sin embargo, en este sentido, se pone la lógica por encima de lo humano, dado que se conocen las graves consecuencias sobre las clases trabajadoras de estas medidas de política económica. Pero resulta que, la economía siendo una ciencia social, debería de colocar lo humano (situación de las clases trabajadoras) por encima de la “lógica”; pero para que esto sea así, debe superarse el sistema capitalista. Esta “lógica” capitalista, que corresponde a las leyes de la producción y distribución de los bienes materiales y los servicios que los seres humanos requerimos para existir es la que está vigente. Vale decir que, la economía estudia la forma en que las necesidades de los seres humanos se satisfacen, dependiendo de la forma en la que se ha organizado la producción. Así, las relaciones sociales de producción establecidas en base al desarrollo de las fuerzas productivas determinan la posición de los individuos en la producción, configurando las clases sociales. De modo que el capitalismo siendo una forma de organización de la producción, se basa en el sometimiento de los trabajadores bajo la forma de trabajo asalariado, y tiene como ley fundamental la obtención de plusvalía. La importancia de esta ley, descubierta por Carlos Marx, radica en que la producción tiene que generar para los capitalistas la máxima plusvalía, y de no ser así el sistema entraría en crisis.

Una primera deducción con respecto a la ciencia económica burguesa, es que no puede resolver la crisis económica. La prueba de esto no está solo en la situación argentina. Las mayores crisis económicas del capitalismo se han presentado o iniciado en los Estados Unidos, justamente donde se encuentra el mayor número de premios Nobel de economía. Esto nos conduce a reconocer la existencia de leyes económicas propias del capitalismo. Este reconocimiento se expresa en la existencia de las crisis económicas, de la ley de la tendencia decreciente de la cuota media de ganancia, de la ley del valor, etc.; leyes que no se pueden cambiar o vulnerar, sino a condición de cambiar el modo de producción.

Las medidas que viene dando Milei en Argentina, que hemos vivido en el Perú con el fujimorismo, muestran lo que es el capitalismo sin control: la sobre explotación de las clases trabajadoras; la entrega de empresas estatales a las grandes empresas privadas; la privación de derechos de los trabajadores, etc. Es decir, el capitalismo neoliberal en su versión más pura, y por lo tanto más absurda, que es la libertad total de las empresas privadas para explotar a los trabajadores.

La competencia entre capitalistas les exige reducir los costos, sobre todo los referidos a la mano de obra, de tal modo que cada empresa trata de pagar lo menos que pueda a sus trabajadores, mientras obtiene las más altas ganancias. Pero resulta que, si las empresas compiten por pagar cada vez menos a sus trabajadores, entonces el conjunto de la burguesía reduce al mínimo imaginable estas remuneraciones. En otras palabras, la burguesía sin su Estado, destruiría a la clase obrera, y con ello la fuente de su ganancia. En consecuencia, el Estado burgués, en alguna medida, controla los desmanes de los burgueses individuales, para defender los intereses de la burguesía como clase. No obstante, esto va a depender del sector de la burguesía que lidere el gobierno del Estado.

En la coyuntura que se vive en Argentina, la disminución brutal de las remuneraciones, más la hiperinflación que está en ciernes, significará la imposibilidad de los trabajadores argentinos de adquirir lo que necesitan para vivir. La burguesía en su conjunto no podrá afrontar esta situación dado que no podrá vender lo que produce. Ósea que, la búsqueda de ganancias elevadas, conduce a la crisis económica. Así, el pretendido ajuste fiscal propuesto por Milei, reforzará el déficit fiscal al no poder obtener ingresos por los impuestos, debido a la caída en su conjunto de la economía argentina.

Además, Milei ha vuelto a endeudar a Argentina, incrementando así la deuda externa, y con ello profundizando el déficit fiscal, el cual pretende combatir. Pero en este caso se trata, como es común en los Estados Unidos, de financiar a las empresas privadas con el dinero de los trabajadores, promoviendo así “ganancias privadas y deudas públicas (de las clases trabajadoras).”

“El capital financiero tiene total preeminencia en un gabinete bendecido por el FMI. Los bancos festejan la desregulación de las tarjetas de crédito y la eliminación del tope a los intereses punitorios que pagan sus clientes.

Ese protagonismo financiero quedó explicitado, con la emisión de un nuevo bono para saldar la deuda del Estado con los importadores. Ese título (Bopreal) pretende resarcir a las empresas que adquirieron bienes del exterior, sin contar con las divisas que Massa rehuyó entregarles ante la forzosa carencia de reservas. Para remediar ese impago, los adalides de la austeridad fiscal vuelven a endeudar el Estado, con un bono por 30 mil millones de dólares, que cotiza en divisas y ofrece elevados rendimientos”.1

De la supuesta honradez de Milei, de su experiencia y conocimiento al presentarse como experto en crecimiento económico, de lograr que Argentina sea la economía más rica del mundo, etc., debemos señalar que es parte, de un lado, de la propaganda electoral, y de otro lado, de la afiebrada visión de Milei. Por ejemplo, habla de la casta, de quienes se han beneficiado de las políticas peronistas; pero las medidas que está aplicando están dirigidas a favorecer a los grandes capitalistas, y a la burguesía en general.

“El libertario ya tiene preestablecidos a los ganadores de su partida. Diseña las privatizaciones a medida de esas firmas, mediante la conversión de las empresas públicas en sociedades anónimas. Cada capítulo de su mega decreto favorece a un grupo predeterminado.

La anulación de la ley de góndolas es para Coto, los cambios en los clubs de fútbol son para Macri, la remodelación del azúcar para Blaquier, la desregulación financiera para Galperín, el desmembramiento de YPF para Rocca y el descontrol de los alimentos para Arcor, Danone y Molinos”.2

Esta es la libertad que preconiza Javier Milei. La libertad de la burguesía de someter a las clases trabajadoras hasta el límite de lo soportable como seres humanos, esto es, en aplicar medidas que lleven a la condición de seres infrahumanos a los miembros de las clases trabajadoras. Esto es lo que en la visión de Milei es la base de la riqueza que llevará a Argentina a ocupar un lugar de privilegio en la economía mundial.

Veamos cómo interpreta la libertad y la lógica económica Javier Milei. Si contemplamos un aspecto, como por ejemplo el pretender cobrar por los daños económicos causados por las protestas, entonces, si fuera consecuente, debería de pagar Javier Milei, y todos sus ministros, por los daños causados a la población, por el desempleo, la crisis, la inflación, la pobreza, etc. Es decir, que su mala gestión y las consecuencias negativas en los trabajadores, y en la población en general, debería ser pagada a las víctimas por los responsables de tales consecuencias.

Evidentemente Javier Milei no va a hacer extensiva la aplicación consecuente de la política que está aplicando contra quienes protestan, por la sencilla razón de que es un representante de la burguesía; que solo le preocupa el impacto negativo en las ganancias; y que, el impacto negativo en las clases trabajadoras no le interesa. Es la expresión desnuda de los intereses de la burguesía, aunque planteada como algo inevitable. Y, en efecto es inevitable, si de lo que se trata es de conservar el capitalismo. Aunque con respecto a las medidas de política económica para enfrentar la crisis, hay alternativas menos graves, pero igualmente perjudiciales para las clases trabajadoras.

La devaluación de la moneda argentina ha elevado los costos de los insumos importados, así como de todas las mercancías importadas que se comercializan en el país. En consecuencia, el impacto en las ganancias de las empresas, así como en la capacidad de consumo de las clases trabajadoras se han visto seriamente afectados.

Por donde se mire, las medidas de Milei llevan a una serie de conflictos cuya agudización configura la magnitud de la crisis y la envergadura de la salida de la misma. La política económica capitalista conduce a la caída, más rápida o más lenta, de la actividad económica, hasta que llegada a un límite comienza a mejorar, pero después de haber destruido buena parte de las fuerzas productivas, como por ejemplo a la fuerza de trabajo, y los activos de las empresas.

A la política neoliberal no se le debe oponer la política económica keynesiana, en la que la participación del Estado permite a través de la inversión pública superar la crisis económica. En ambos casos se trata de destruir parte de las fuerzas productivas para reanimar la economía. Sin embargo, en el caso de la política keynesiana, el Estado puede amortiguar las consecuencias de la crisis, pero a condición de prolongarla. Cualquiera de las dos políticas económicas que se implemente, no pueden anular la existencia de las leyes económicas capitalistas, y, por lo tanto, en ambos casos, deben de recurrir a medidas que conduzcan a que las inversiones de los capitalistas obtengan las ganancias que esperan recibir. El objetivo es reanudar la explotación de las clases trabajadoras para, en mejores condiciones para la burguesía, obtener la máxima plusvalía.

Ya sea con las políticas socialdemócratas o las políticas neoliberales, la solución a la crisis económica capitalista es la misma, aunque con diversa intensidad. En este sentido, Milei o Massa, para el conjunto de las clases trabajadoras, iban a producir parecido efecto: más pobreza, más explotación, más desempleo, etc. Es decir, la solución a la crisis económica capitalista no estaba en la elección de Massa o de Milei, sino en la superación del modo de producción capitalista.

Superada la crisis económica actual en Argentina, no pasará mucho tiempo en que vuelva a presentarse. Esta es la tragedia de todos los países en los que domina el modo de producción capitalista.

___________

(1) https://katz.lahaine.org/b2-img/INCONSISTENCIASDEUNAINDITAAGRESIN.pdf

(2) Ibidem.


Contra el trotskismo

Nota:

El siguiente artículo revela, documentadamente, el papel que cumple el trotskismo en la lucha entre el socialismo y el capitalismo: utilizando un lenguaje marxista (como cualquier revisionismo), lo que hace es servir al capitalismo. Por lo demás, es oportuno observar que el artículo da cuenta del parecido de las posiciones de los trotskistas con las de los liquidadores con respecto a Gorbachov, del cual estos decían que estaba conduciendo a la Unión Soviética a pasar al comunismo y, además, en lo que se refiere a la imposibilidad de la restauración capitalista.

Un compañero decía en una reunión que hay que evitar los artículos-sábanas, y tiene razón. Pero en el caso de los artículos sobre el Trotsky, el trotskismo, Stalin y algunas otras cuestiones que estamos publicando, obligados por las circunstancias, desde el mes pasado en estas mismas páginas, hacemos una excepción, pues cuanto antes dejemos de publicar estos materiales, tanto mejor para el cumplimiento de nuestra tarea de contribuir a la reconstitución del Partido de Mariátegui. Por eso les sugerimos a los lectores copiar todos estos materiales y leerlos por etapas con mayor tranquilidad. Esta sugerencia vale asimismo para los materiales ya publicados en la edición anterior de este blog, como para los que serán publicados posteriormente.

01.01.2024.

Comité de Redacción.

 

El Trotskismo al Servicio de la CIA Contra los Países

Socialistas

Ludo Martens

DESPUÉS DEL TRIUNFO de la contrarrevolución burguesa en Europa del Este y en la Unión Soviética, queda de manifiesto y sin lugar a dudas entre los comunistas, cual es la verdadera motivación del trotskismo. El desarrollo del proceso contrarrevolucionario en Europa del Este y la Unión Soviética, nos revela claramente el sentido de clase que imprimen los trotskistas a su posición ideológica, permitiéndonos verificar en la práctica la ambivalencia del discurso que han sostenido por más de sesenta años. No es complicado, hoy día, percibir a través de su lenguaje "izquierdista" el verdadero objetivo de esta corriente. Nos basta leer las declaraciones que han hecho en los últimos dos o tres años, para ver que su estrategia central es el anticomunismo absoluto; una corriente que recluta a los elementos progresistas de la pequeña burguesía, para adoctrinarlos en el anticomunismo. En suma, decimos que esta tendencia sólo ha llevado a cabo con perseverancia, continuidad y convicción el combate contra el marxismo-leninismo y el movimiento comunista internacional. Es nuestro propósito probar la veracidad de estas afirmaciones, y lo haremos mediante el estudio y análisis de las proposiciones hechas por los trotskistas en el momento en que surgen las contrarrevoluciones, llamadas de terciopelo, que conllevaron a la restauración del capitalismo en Europa del Este y en la Unión Soviética. 

"La restauración del capitalismo es imposible!" 

En los años treinta Stalin planteó un cuestionamiento esencial: ¿En un país en el cuál el socialismo ha establecido la dictadura de la clase trabajadora, es posible el restablecimiento del capitalismo? Trotski respondió: el restablecimiento del capitalismo es imposible sin un levantamiento armado de la burguesía y sin una guerra civil prolongada. Su planteamiento de la "restauración imposible", sirvió para eliminar toda alerta política e ideológica favoreciendo una posición conciliadora y estimulante, tanto al interior del Partido, como hacia el enemigo de clase en la sociedad. 

Desde la Revolución Cultural, los Marxistas-Leninistas reafirmaron que un Partido Comunista puede degenerar al ser invadido por concepciones y teorías burguesas y pequeño burguesas. El revisionismo es la adopción de las ideas de la burguesía y la pequeña burguesía disfrazadas con terminología marxista-leninista. Cuando el revisionismo definitivamente logra acaparar un partido comunista, éste se vuelve el instrumento principal para el restablecimiento burgués progresivo, tanto en el plano ideológico-político como económico. Mandel, el líder principal de la llamada IV-Internacional, se ufana afirmando que esta teoría "estalinista" sólo sirve para justificar la arbitrariedad, haciendo así eco a una de las tesis de Trotski.

"Solo verdaderos tontos..."

En 1934 Stalin demostró que la corriente del grupo oportunista Zinoviev-Kamenev, llevaría necesariamente al restablecimiento del capitalismo en la Unión Soviética. La historia demostró que las críticas de Stalin a Trotski, al grupo Zinoviev-Kamenev y posteriormente a los seguidores de Bukarin, fueron de mucho acierto. El rechazo de esas proposiciones, en el curso de los años veinte y treinta, permitió mantener la dictadura del proletariado y construir el poder político y militar necesario para defender al socialismo de la agresión fascista. Muchas ideas de Trotski, Zinoviev y Bukarin fueron retomadas medio siglo después por los revisionistas Kruchov y Brezhnev; y solo dos años después de la rehabilitación oficial de estas ideas oportunistas por Gorbachov, el restablecimiento del capitalismo era un hecho real.

Es de recordar que en 1943, Trotski argumentó contra Stalin: "Sólo verdaderos tontos son capaces de creer que proposiciones capitalistas, tales como la propiedad privada de los medios de producción, o de la tierra, puedan restablecerse de una manera pacífica en la Unión Soviética, y que desemboquen en un régimen democrático-burgués. De hecho el capitalismo sólo puede restablecerse en Rusia a través de un violento golpe de Estado contrarrevolucionario, que exigiría diez veces más de víctimas que la Revolución de Octubre y la guerra civil." (1) Diez veces más, eso quiere decir que el restablecimiento del capitalismo en Rusia significaría un número de víctimas oscilando entre los 50 y 90 millones... 

1989: "La restauración imposible a mediano plazo"

Ya en 1989, momento en el cual las fuerzas contrarrevolucionarias ejercían su abierta ofensiva, Mandel persiste afirmando que el fantasma de la restauración capitalista no es otra cosa que una mentira estalinista, para justificar la "represión". En 1989, ya se habían pasado al campo imperialista Polonia y Hungría, sin embargo Mandel escribía: "La pequeña y media burguesía forman tan solo una minoría en la sociedad de estos estados obreros-burocráticos y gozan solamente de una ayuda limitada del gran capital internacional. Pero sumando todo esto, la confluencia de intereses no es suficiente para que a corto o a medio plazo se pueda imponer el capitalismo." (2)

Ya hace mucho tiempo que los marxistas-leninistas describieron las cuatro fuerzas sociales que forman la base para el restablecimiento. Primero, es la capa de burócratas y elementos corruptos en el seno del Partido y del aparato de Estado. Segundo, son las fuerzas políticas e ideológicas de las viejas clases reaccionarias. Tercero, son los nuevos elementos burgueses y explotadores que se han desarrollado dentro de la sociedad socialista. Cuarto y último, son las fuerzas imperialistas que, de manera abierta o clandestina, funcionan en los países socialistas. Mandel desconoce la existencia de las dos primeras formas y minimiza las otras, aunque desde Reagan se duplicó la infiltración e intervención capitalista.

Mandel utiliza los mismos argumentos para apoyar la contrarrevolución en la Unión Soviética: "¿Para dónde va la Unión Soviética de Gorbachov? Excluyamos, por ser imposible, la posibilidad del restablecimiento del capitalismo en la URSS, ya que de la misma manera que es imposible eliminar el capitalismo, tampoco este se puede restaurar progresivamente." (3)

Los trotskistas dispersaron a los cuatro vientos su teoría de imposibilidad de restauración mientras existiese la más mínima resistencia por parte del Partido Comunista y del Estado. Desde los años treinta, ésta teoría justificará la desproporcionada ayuda a todas las corrientes oportunistas y contrarrevolucionarias. En los años treinta y cuarenta también apoyaron a todas las corrientes y fracciones oportunistas en su lucha contra la dirección marxista-leninista del Partido. En 1956, aplaudieron el "corajudo-antistalinismo" de Kruchov, convirtiéndose en propagandistas de Soljenitsin, el reaccionario seguidor del Zar; apoyaron a todas las fuerzas reaccionarias nacionalistas y fascistas, como también a los disidentes pro-occidentales. Propagaron sin rodeos todas las teorías anticomunistas que estaban de moda en los círculos Gorbachovianos, e incluso destinaron dos tercios de su propio periódico a artículos de derecha, tomados del Novedades de Moscú y del Espoutnik.(4) Resumiendo, en nombre de la teoría de la restauración imposible, los trotskistas apoyaron a todos los contrarrevolucionarios, hasta el día que no quedó nada de las ideas e instituciones socialistas, creadas y defendidas por Lenin y Stalin. Una vez la batalla terminada, Mandel mencionó en una entrevista posterior a los hechos del Este, pasando cínicamente de la teoría de imposibilidad a la "restauración": "Excluyo la posibilidad de una restauración gradual y pacífica e imperceptible del capitalismo. Esta es una ilusión reformista, antes deberán romper la resistencia obrera...". Más adelante, continúa su declaración aludiendo a la trotskista Catherine Samary quien dice que la restauración es posible, pero se hará "exclusivamente sobre el modelo turco..." .(5) La evocación de una eventual restauración, no influye en lo absoluto en la política trotskista, que guarda invariablemente su objetivo primero: la destrucción de todo lo que se aparente al comunismo. De este modo tres meses más tarde, a fines de diciembre de 1989, cuando se produce el asalto final de la contrarrevolución, los trotskistas lanzan la siguiente consigna en primera página: "Solidaridad con la revolución que comienza al Este..."(6) 

De un lado "la burocracia" del otro "las masas"...

La tesis de restauración imposible les sirvió de camuflaje durante sesenta años para desertar decentemente y pasar al lado de los anticomunistas.

Stalin, y después Mao Tsetung, enfatizaron que la lucha de clases continúa dentro del socialismo; que la lucha entre el camino socialista y el camino capitalista permanece durante un gran período histórico, y por supuesto una restauración capitalista siempre es posible. Que para mantener y fortalecer el socialismo, se necesita un Partido Comunista marxista-leninista auténtico, una estructura que en momentos necesarios purifique sus filas de corrientes oportunistas. El socialismo se debe defender contra sus enemigos, contra los restos de las viejas clases reaccionarias, contra los nuevos elementos burgueses que renacen durante el nuevo régimen, y contra los agentes del imperialismo. 

Mandel y los trotskistas desarrollan una "teoría" original para combatir estos conceptos: la lucha de clases existe en realidad dentro del socialismo... Pero esta lucha opone la "burocracia" a las "masas populares". Denunciando violentamente "la burocracia", como lo hicieran antes los fascistas, los líderes trotskistas apoyan toda forma de oposición reaccionaria contra el socialismo, afirmando que este es el sentido de la reivindicación y de la voluntad de las "masas populares". Convirtiéndose en abogados de todas las fuerzas burguesas y anticomunistas, los trotskistas sitúan de un lado la "burocracia" que frena las libertades democráticas, y al otro lado las fuerzas de la "revolución política" que luchan por el "socialismo auténtico". Así escribe Mandel en octubre de 1989: "El sentido principal de todas las luchas políticas actuales no gira alrededor de la restauración del capitalismo, sino que se trata de avanzar hacia la revolución-política antiburocrática, es decir salvaguardar el total de las libertades democráticas que las masas conquistaron durante la Glasnost. La lucha principal no se sitúa entre las fuerzas pro-capitalistas y las fuerzas anticapitalistas sino que es la oposición de la burocracia contra el pueblo."(7) Partiendo de este punto de vista, que sitúa "la burocracia contra las masas", Mandel apoya abierta y explícitamente las fuerzas liberales, socialdemócratas, monarquistas y fascistas, en su lucha en contra de los restos del socialismo. 

"La Glasnost es trotskismo..."

En el momento que la burguesía internacional reconocía que la restauración del capitalismo ya era un hecho, Mandel recibía los honores de la prensa anticomunista de la Unión Soviética. Su desvergüenza llega a tal extremo que lo llevó a declarar que Gorbachov era un gran revolucionario, retomador de las teorías trotskistas. Dice Mandel: ahora pueden ver todos los comunistas del mundo quienes son los verdaderos revolucionarios y contrarrevolucionarios. Trotski, los trotskistas, Gorbachov y los seguidores de Gorbachov se encuentran en el campo de la revolución, Stalin y los estalinistas están en el campo de la contrarrevolución. Mandel declara en Managua que Stalin representa una "contrarrevolución violenta" (8). Felizmente, gracias al esfuerzo de Mandel y Gorbachov, hemos avanzado en 1990 hacia la verdadera revolución. He aquí la declaración de Mandel a Temps Nouveaux: "Temps Nouveaux: Declara Gorbachov que la perestroika es la nueva revolución auténtica? Ernesto Mandel: Si, efectivamente él dice eso, y esto es en realidad muy positivo. Nuestro movimiento ha defendido durante 55 años esta tesis, por lo cual se le denominó contrarrevolucionario. Hoy en día se comprende bien, en la Unión Soviética y en el seno de la mayoría de los movimientos comunistas internacionales, dónde se encontraban en realidad los verdaderos contrarrevolucionarios."(9) 

No hubo que esperar dos años, para ver caer la Unión Soviética en manos de la mafia pronorteaméricana y zarista, para ver florecer las fuerzas fascistas y zaristas en Rusia y las otras repúblicas, y para ver diferentes guerras civiles reaccionarias entre las diferentes fracciones burguesas de la población civil. Esto descubre la verdadera faz de los "revolucionarios" de la Glasnost y la Perestroika; esto demuestra también para qué fuerzas políticas Mandel trabaja, este profesional del anticomunismo. 

Catherine Samary, la otra estrella de la IV-Internacional, confirmó a la prensa soviética, que Gorbachov aplicó el programa desarrollado por Trotski. Ella hace el elogio de la Glasnost: "En vuestro país aún no se ha publicado nada acerca de la plataforma de izquierda que luchó contra Stalin y que propuso un camino alternativo para la construcción del socialismo. Pero están ustedes en vía de adoptar esas ideas: construir una democracia socialista auténtica y la autogestión."(10) 

El apoyo de Mandel a Yeltsin

Mandel, ferviente partidario de la Glasnost de Gorbachov, considera como obligación propia el apoyo a las fuerzas más a la "izquierda" de Gorbachov, ¡convirtiéndose así en el vocero de Yeltsin y Sakharov! A comienzos de 1989 Mandel presenta a Yeltsin como el representante de los trabajadores, el hombre de la democratización, que interpreta las ideas de la clase política consciente de la URSS! Mandel escribe en su libro sobre Gorbachov: "La destitución de Yeltsin (el 11 de noviembre de 1987) como dirigente del PCUS es un retroceso grave en el proceso de democratización de la URSS."(11) "Yeltsin es hoy la personalidad política más popular entre los trabajadores soviéticos. Espontáneamente se hicieron miles de etiquetas con el eslogan 'Que regrese Yeltsin'. Todo esto señala la voluntad de una clase política consciente, dispuesta a conservar y ampliar las libertades democráticas parciales obtenidas durante el período 1986-1988." (12) 

El 3 de abril de 1989 Mandel da la bienvenida "Al nacimiento de una izquierda más radical y masiva, con tres líneas directivas y progresistas que sobresalen en la plataforma de Yeltsin y Sakharov: contra los privilegios de la burocracia, por más igualdad y por un sistema multipartidario."(13) 

Sakharov, el representante de la "izquierda radical" tenía ya hace muchos años la reputación de agente oficial de la C.I.A. en la Unión Soviética. Él apoyó con entusiasmo la agresión norteamericana contra Vietnam. Compartía la idea de que los norteamericanos hubieran ganado la guerra "si hubiesen actuado con más decisión en el campo militar y sobre todo en el campo político."(14) 

La prensa internacional ha comentado la admiración de Yeltsin por el capitalismo norteamericano y reconoció los contactos de Yeltsin con la C.I.A., durante su primer viaje a los E.E.U.U. Incluso un periódico belga de derecha como De Gazet van Antwerpen, reconocía que Yeltsin exageraba al declarar: "El capitalismo no está en declive, al contrario, florece. Con poco dinero se puede comprar todo. En las calles no hay ningún peligro durante la noche. Incluso los desamparados tienen una visión positiva de la vida."(15) 

Después de estos propósitos abiertamente antisocialistas Mandel seguía considerando a Yeltsin como ¡"la izquierda radical democrática" del partido comunista de la URSS! 

A principios de 1990 continuaba la prensa trotskista demostrando su apoyo a la "democracia radical", y a la oposición en la Unión Soviética: "El Moskovkja Pravda del 23 de febrero de 1990 publicó 'la plataforma democrática' de la oposición radical democrática dirigida por Yeltsin. La plataforma exige: el ejercicio del poder por los soviéticos, elegidos en base a un sistema multipartidario, la abolición del "rol" dirigente del PC y la aprobación de una ley que legalice el sistema multipartidario."(16) 

Está claro que los trotskistas permanecen apoyando esos puntos de vista de Yeltsin, al coincidir con su línea "revolucionaria". 

Mandel llega a un extremo tal, que declara a Yeltsin como el nuevo Trotski: "En este momento Yeltsin representa la tendencia que está por la enorme reducción del aparato burocrático. El camina sobre las huellas de Trotski."(17) 

Mientras en 1991 Yannaviev trató de improvisar un golpe de Estado, Yeltsin por su parte preparó un golpe de Estado auténtico que destruía toda la legalidad del sistema existente: fue apoyado por una movilización internacional desenfrenada de todas las fuerzas imperialistas. Mandel y los trotskistas estaban por supuesto al lado de Yeltsin. "La movilización, la nueva vida propagada por Yeltsin y el rechazo al sistema anterior muestran el fracaso de lo que más parece un cambio de ruta, que un golpe de Estado. Hay que oponerse contra los cabecillas, y estar al lado de Yeltsin para que desarrolle la autoorganización, el pluralismo político y la libertad de opinión, que son las únicas garantías de los cambios que se aproximan. Somos partidarios de la nacionalización de las propiedades del Partido Comunista y de los sindicatos oficiales." (18) 

Para todos los anticapitalistas honestos era claro que Yeltsin representaba las fracciones ultraliberales y pro-norteamericanas de la nueva burguesía rusa, que conservaba con mucho honor la herencia zarista. Sin embargo los trotskistas aplaudieron el golpe de Estado contrarrevolucionario de Yeltsin, porque este abría camino a la "autoorganización", es decir la autoorganización de las masas contra el partido comunista, ya que el pluralismo introducía la libertad para los partidos liberales, socialdemocratas, fascistas y zaristas. La libertad para todos los partidos burgueses, acompañada de la inevitable represión contra las organizaciones comunistas, incluso llegando a su prohibición, lo que es propio de todo sistema burgués-pluralista. Un año más tarde nadie podía negar, incluso la gran burguesía internacional, el carácter de extrema derecha y proimperialista de Yeltsin. 

Como verdaderos provocadores anticomunistas, los trotskistas se atrevieron a titular: "¿Sigue Boris Yeltsin las huellas de Josef Stalin?"(19). Este ejemplo nos muestra que estos anticomunistas no retroceden ante ninguna bajeza. Ellos apoyaron hasta el final al liberal Yeltsin en su lucha anticomunista y lo compararon con su respetado jefe revolucionario, el gran Trotski; y después de algunos meses, cuando la restauración capitalista fue un hecho, luego que Yeltsin honró la memoria de los viejos Zares, los trotskistas declararon que Yeltsin, se parece a su peor enemigo: Stalin. 

"Un gran suspiro de alivio..." 

En abril de 1989, Mandel publicó un libro en el cual reflejaba todo lo que pensaba sobre Gorbachov, Yeltsin, y sobre todo de la Glasnost.

No olvidemos que difícilmente la burguesía escondía su entusiasmo por los cambios que Gorbachov introducía. La señora Thatcher se declaró partidaria de la Glasnost y de la perestroika; la burguesía anunciaba el fin del comunismo y el comienzo de una era de paz, de democracia y libertad. Con su solapado "lenguaje de izquierda" Mandel apoyó como siempre la corriente de moda en la burguesía. En su libro escribe: "La pesadilla del Estalinismo y del Brezhnevismo está definitivamente superada. El pueblo soviético, y el proletariado internacional, y toda la humanidad puede dar un suspiro de alivio." (20) Sin embargo, en este tiempo nosotros hemos enfatizado que la contrarrevolución en Europa del Este y en la Unión Soviética fue un triunfo estratégico del imperialismo; esto significaba una catástrofe para el pueblo de los países ex-socialistas; acentuaría la represión en el tercer mundo, donde el pueblo sería la primera víctima de los cambios. En aquel tiempo decían los trotskistas: "La locura de la dirección del PTB se acentúa." (21) En el mismo periódico trotskista, explicaban que "el gran suspiro de alivio para la humanidad", prometiendo un futuro sin intervenciones militares imperialistas para los pueblos del tercer mundo!: "Los movimientos de masas en Europa del Este significan también una amenaza... para el imperialismo. Una intervención internacional del imperialismo en el tercer mundo se hace mucho más difícil."(22) Y cuando un año después la coalición imperialista dirigió su agresión bárbara contra Irak, los trotskistas declararon que ellos luchaban contra Saddam Hussein y contra los aliados. Mientras tanto "el suspiro de alivio" en Europa del Este y la Unión Soviética, se convirtió en un grito de horror ante el desempleo, miseria, pobreza, nacionalismo reaccionario y guerra civil. 

Soñando con el "suspiro de alivio", del pueblo soviético, Mandel intenta dar un broche de oro a su libro. Resumimos la última página: "La evolución actual confirma que las predicciones de Trotski, de hace medio siglo, parecen más realistas y probables: "si el proletariado se activa, queda el aparato estalinista flotando en el aire. Si aun así ofrece resistencia se tomarán medidas, no tipo guerra civil, pero más bien medidas policiales. Aquí no se trata en ningún momento de un levantamiento contra la dictadura del proletariado, pero sí de retirar la maleza." Continúa: "La revolución que la burocracia prepara contra ella, no será una revolución social, como la de octubre de 1917, pues no se trata de cambiar la base económica de la sociedad, ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. Así será."(23) 

Es meritorio que Mandel se asocie al viejo Trotski en su análisis de la Glasnost (quien apenas un año después servirá para desenmascararlo como irremediable anticomunista). Después de 300 páginas de análisis, Mandel concluye que la predicción de Trotski podría realizarse gracias a la Glasnost. Hace medio siglo ya que Trotski se esforzaba para provocar un levantamiento antibolchevique. Como la dictadura del proletariado era consistente, y el Partido bolchevique movilizaba con dinamismo a las masas de campesinos y obreros, Trotski se refugió en la seductora demagogia "izquierdista": si se derroca al Partido "estalinista", la dictadura del proletariado seguirá vigente, y sólo se acabaría con "la falacia burocrática". El levantamiento desparasitaría un cuerpo sano. No habrán más clases reaccionarias o de venganza en el cuerpo de la sociedad soviética y no habrán nuevas fuerzas burguesas. El cuerpo socialista se levantará contra el "parásito estalinista". Trotski tenía que asegurar a los obreros que su levantamiento no cambiaría las bases económicas del socialismo; que en ningún momento se pensaría en introducir de nuevo la propiedad privada. ¡Por supuesto! Cincuenta años después daría Mandel las mismas seguridades utilizando estas sentencias como conclusión en su libro: la Glasnost y el proceso de "democratización" en la sociedad soviética, llevados hasta el final, conservarán y reforzarán la dictadura del proletariado, y no cambiarán nada en lo que respecta las bases económicas de la sociedad. Dos años después pudimos asistir al derrocamiento criminal y contrarrevolucionario, que fue justificado por estas cálidas palabras. 

La "revolución política antiburocrática" de los trotskistas 

Desde hace sesenta años, los trotskistas insisten en que quieren erradicar la burocracia en los países socialistas por medio de una "revolución política". El odio de Trotski al sistema socialista se hace notorio en su caracterización de la dirección bolchevique de la Unión Soviética: la "casta de nuevos ricos rapaces", la "oligarquía total", la "nueva aristocrácia", la "banda criminal de Stalin"(24), la "casta de los nuevos opresores y parásitos", la "burocracia total", el "grupillo autocrático".(25) Este es el mismo discurso que podemos encontrar en la literatura fascista a finales de los años treinta. 

Según Trotski la movilización de todas las fuerzas de oposición contra la "burocracia", conducirá a una revolución política que liberará a la sociedad socialista auténtica de los parásitos burócratas. Esta teoría constituye, según el grupo de Mandel, el núcleo de la doctrina trotskista: "La teorización del degeneramiento burocrático de la URSS y de la revolución política, es la adquisición programática más importante del movimiento trotskista. La revolución política y las tareas que comprenden su preparación dan la razón de existencia a la IV-Internacional." (26) 

Provocaciones al servicio de los nazis 

El significado real de la teoría de la "revolución política", se hizo claro en el transcurso de las luchas en los años treinta. Toda la burguesía de Occidente mostró su apreciación positiva por Trotski, por su "análisis profundo de la revolución traicionada". En realidad Trotski hablaba como un poseído anticomunista y su palabrería contra el Partido bolchevique y contra Stalin fueron y son aplaudidos aun por los ideólogos del imperialismo. Nos limitamos a dar aquí un ejemplo. En 1982 Henri Bernard, profesor emérito de la Academia Real Militar de Bélgica, editó un libro para prevenir a la opinión pública del peligro soviético. Él dice: “1934 se parece a 1982, los nazis de ayer se parecen a los comunistas de hoy, el antifascista Einstein encontró su seguidor en el anticomunista Soljenitsin.”(27) Para mostrarnos la amenaza que rodea al Occidente en 1982, Bernard juzgaba útil hacer un recorrido histórico por la Unión Soviética a partir de 1917. He aquí algunas frases recopiladas durante ese largo trayecto: "Lenin, como Trotski, era un ser humano. Su vida sentimental no era abatida por ninguna finesa. Trotski debía normalmente suceder a Lenin. A pesar de las divergencias de opinión, Lenin siguió conservando gran afecto por Trotski, y pensaba en él como su sucesor. Encontraba que Stalin era muy brutal. En el plano interno, Trotski rechazaba la burocracia atemorizante que paralizaba la máquina comunista. En fin, Trotski sostenía que un régimen sólo se podría desarrollar con una gran libertad de opinión, y un espíritu constructivo crítico. Artista, hombre de letras, inconforme y frecuentemente profeta, no se pudo reconciliar con los dogmas primarios del Partido."(28) De esta forma habla uno de los principales jefes del servicio de investigación militar, sobre los méritos de Trotski. 

En 1938, la agresión de Hitler es una amenaza constante para la Unión Soviética, momento en el cual el Partido Comunista lleva a cabo una lucha definitiva contra los derrotistas y colaboradores, y es precisamente ahí, cuando el Partido moviliza todas las fuerzas para la lucha gigantesca que se aproxima, que Trotski lleva a cabo su provocadora agitación, que sirvió sobre todo de argumento a los nazis. En 1938 se preparaban todos los comunistas y patriotas soviéticos, en cuerpo y alma, a las tareas políticas y militares en perspectivas de la agresión nazi. Los demenciales llamados de Trotski a un levantamiento armado, tan sólo encontraron resonancia en los peores enemigos del socialismo. He aquí algunos puntos de vista que Trotski defendía entre 1938 y 1940: "Solo se puede asegurar la defensa del país por medio de la destrucción del grupillo autocrático de saboteadores y derrotistas" - 3 de Julio de 1938.(29) En ese momento, ante la amenaza nazi, las tensiones en la Unión Soviética se hacían mayores. Algunos grupos de oportunistas, para quienes los sacrificios eran demasiados, y algunos grupos contrarrevolucionarios, habían planeado un golpe de estado. La depuración, estrictamente necesaria en vista de las perspectivas de guerra, debía ser dirigida precisamente contra estos grupos. Trotski les dio un argumento nuevo para apoyar la agitación contra el Partido: La derrota de la URSS por los nazis es un hecho si Stalin y los stalinistas permanecen en el poder, por esto hay que destituir la dirección actual del partido por medio de un levantamiento. Esto coincidía exactamente con los objetivos de los nazis, quienes querían desencadenar una guerra civil para realizar más fácilmente sus planes de invasión. 

"Sólo el derrocamiento del grupo separatista del Kremlín podrá restaurar la fuerza militar de la URSS. Todos los que de forma directa o indirecta apoyen el stalinismo, todos los que exageren la fuerza de su ejército, son los grandes enemigos de la revolución socialista y de los pueblos oprimidos." - 10 de octubre de 1938.(30) Habría que tener en cuenta que los nazis alemanes creyeron en esa propaganda y la apoyaron con firmeza para darle fin al bolchevismo. Pero después de 6 meses de guerra tuvieron que reconocer que ellos habían subestimado las posibilidades militares y la combatividad de los Soviéticos. 

"Solo un levantamiento del proletariado Soviético contra la tiranía vergonzosa de los nuevos parásitos puede salvar lo que queda en las bases de la sociedad de las conquistas de octubre" – 14 de noviembre de 1938.(31) "Las conquistas de la revolución de octubre sólo le pueden servir al pueblo si son capaces de actuar contra la burocracia stalinista, como cuando actuaron contra la burocracia zarista y la burguesía. (...) Esto sólo se puede lograr de una manera: Por medio del levantamiento de los obreros, los campesinos y los soldados del Ejército Rojo contra la nueva casta de opresores y parásitos. Para preparar un levantamiento de esta magnitud se necesita un nuevo partido, la IV Internacional" - Mayo de 1940.(32) Los lectores habrán notado la fecha en la cual se produjo esta prosa delirante: mayo de 1940. Hacía ya 7 meses que Inglaterra y Francia le habían declarado la guerra a la Alemania de Hitler; dos meses antes Finlandia, aliado de Alemania, capitulaba ante la Unión Soviética luego de tres meses de guerra. Stalin trataba por todos los medios de ganar tiempo, sabiendo que la agresión nazi se podría llevar a cabo en cualquier momento. En medio de estas circunstancias Trotski lanzaba provocaciones criminales y escandalosas, hizo un llamado al pueblo y más tarde al ejército contra "la nueva clase de parásitos". En aquel entonces era muy popular dicha terminología entre los seguidores de Hitler. ¿Cómo pudiese no haber llegado los bolcheviques a la conclusión que Trotski se había descarrilado de tal manera, que actuaba como un agente de Hitler? En vista de sus declaraciones anticomunistas, durante el período 1938-1940, Trotski y los pequeños grupos de sus acólitos se habían convertido en provocadores, conscientes y inconscientes, al servicio de los nazis. Pero ellos no pudieron ejercer la más mínima influencia en el desarrollo de los combates. Gracias a un esfuerzo gigantesco en la organización y movilización de la población, del Ejército Rojo y los grupos de guerrilleros, gracias a los esfuerzos sobrehumanos en el campo de producción militar y la construcción de nuevas fábricas, los bolcheviques fueron capaces de preparar al país eficazmente para una confrontación ineluctable contra los criminales nazis. Al final de la guerra antifascista los pequeños grupos de trotskistas en todo el mundo estaban completamente descreditados y aislados. 

Kruchov dio la oportunidad a los trotskistas anticomunistas de levantarse con la crítica al gigantesco trabajo del camarada Stalin tomando las mismas palabras de la reacción mundial. Por ello hoy la línea de Kruchov que fue profundizada y ampliada por Brezhnev y Gorbachov dio paso a la restauración del capitalismo salvaje. En vista de esto, decimos hoy, que aquellos que no son capaces de reconocer el carácter provocador, anticomunista y profascista de las mencionadas tesis de Trotski, no son verdaderos comunistas. 

Mandel apoya a los nazis ucranianos 

Observemos ahora qué fuerzas políticas y sociales han sido apoyadas por los trotskistas desde la segunda guerra mundial en nombre de su "revolución política". Cuando en 1941 los nazis invadieron una parte de la Unión Soviética, ellos fundaron y apoyaron en Ucrania un movimiento nacionalista y pro-nazi, que asesinaba a miles de judíos, polacos y comunistas. En 1944 a su partida los nazis dejaron grupos fascistas ucranianos adiestrados por oficiales alemanes nazis. El grupo de Mandel aplaudió esta contrarrevolución nazi, ¡como si esta fuese una parte de la "revolución política antiburocrática"! ¿Increíble? Juzgue usted mismo. 

En 1988 escribía Mandel: "Durante la segunda guerra mundial la IV-Internacional subestimó el potencial revolucionario del movimiento nacionalista ucraniano. La Internacional tan sólo percibía la existencia del movimiento nacional revolucionario de liberación cinco años después de la guerra, cuando los combatientes ucranianos liberaban su última batalla." (33) Aquí se dejaron ver los trotskistas claramente como provocadores al servicio directo de los nazis. Los trotskistas utilizaron en esta oportunidad la mentira que, desde 1945, fue divulgada por el servicio norteamericano de información, según el cual los nacionalistas ucranianos hubiesen luchado contra Hitler y contra Stalin. ¿Cuál será la verdad? En una revista para ex-combatientes del frente Este, relataba un oficial alemán del Waffen-SS sus experiencias en Ucrania. El reconoce que el pueblo ucraniano "estaba muy defraudado con la política alemana durante la invasión." Antes de retirarse el ejército alemán había formado la división Galicia de la Waffen-SS, que estaba compuesta por ucranianos y dirigida por militares alemanes. Melnik, el comandante del Ejército ucraniano insurreccional tomo "la responsable decisión de luchar en dos frentes: contra los Soviéticos y contra los Alemanes." (contra los alemanes... que ya se estaban retirando). El oficial nazi describe las luchas que él liberó en julio de 1944 junto con "sus ucranianos" contra el Ejército Rojo. "El hecho que soldados alemanes y ucranianos conjuntamente hayan combatido contra el enemigo común le dio una nueva dimensión a la historia de las relaciones nazi-ucranianos." (34) Es realmente una realidad maravillosa esta "revolución política trotskista" con el Waffen-SS a la cabeza! 

Con la contrarrevolución en Berlín y Budapest 

La gran mayoría de la población alemana apoyó activamente el régimen de Hitler durante toda la guerra. Cinco años después de la derrota la influencia de los nazis estaba presente, tanto en Alemania de Oeste como del Este. En el Oeste siguen los viejos nazis y los colaboradores de los nazis a la cabeza de las grandes empresas, magistratura y el ejército. La guerra fría desatada por los Estados Unidos e Inglaterra, conservaba el anticomunismo entre aquellos que en la RDA añoraban el sistema anterior. Cuando en 1953 en Berlín del Este revienta una revuelta dirigida por viejos nazis y apoyada por el grupo del General Gehlen (ex-jefe del servicio secreto nazi y desertado hacia la C.I.A.), Mandel aplaudió esta "lucha antiburocrática". "La casta burócrata no retrocede ante las peores crueldades, esta lección histórica fue escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953." (35) 

En Hungría había dominado sin tregua el régimen fascista de Horthy desde 1919 hasta 1944. En 1956 revienta la contrarrevolución húngara, lanzada por los fascistas con el apoyo de la C.I.A.; Mandel aplaudió: "La revolución húngara de octubre-noviembre de 1956 es la que ha llegado más lejos en el camino a la revolución política antiburócratica." (36) Queremos agregar aquí que aquellos que en 1989 en Budapest pidieron el comercio libre y la alianza a la OTAN declaraban con ello la realización del programa de levantamiento anticomunista de 1956. Con ello honraron la memoria de su "Héroe Nacional", Imre Nagy, quien el 31 de octubre de 1956 se retiraba del pacto de Varsovia y declaró con ello la "neutralidad" de Hungría... esta fue precisamente la frase más repetida que se formuló en Radio Europa Libre. (37) La prensa trotskista aprobó las grandes manifestaciones anticomunistas del verano de 1989 en Hungría. Así escribe Mandel "Esta semana protestaron un millón de personas en Budapest, rindiéndole homenaje a la memoria del camarada Imre Nagy, dirigente comunista del gobierno de esta revolución, fusilado por los estalinistas." (38) (Entre paréntesis, la prensa fascista también hizo honores a Nagy, este partidario nacionalista ejecutado por los estalinistas...). El mismo periódico trotskista declararía más lejos: "Imre Nagy tuvo que pagar con su vida por su acción valerosa al lado de los consejos de obreros en el gran Budapest. Estos consejos exigieron la democracia dentro del socialismo." (39) En el libro "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo" hemos dedicado un capitulo al análisis de la contrarrevolución de 1956 en Hungría. 

Con Solidarnosc, el "Poder Obrero" 

Solidarnosc fue presentada por los trotskistas como una organización comprometida en la lucha contra la burocracia estalinista y por el socialismo proletario! La IV-Internacional escribe en 1980: “Solidarnosc trabaja, por lo menos a nivel local y regional, objetivamente visto, cada vez más como un órgano de doble poder; la revolución política antiburocrática apenas ha comenzado ya en Polonia. La experiencia polaca muestra el contenido de la revolución proletaria de las exigencias democráticas y nacionales en los estados obreros burocratizados." (40) 

Los trotskistas se quejan que aún en 1981, Solidarnosc no quiere tomarse el Poder, aunque ellos representan el Poder alternativo, el de los trabajadores. "La gente está desarmada por la incapacidad de Solidarnosc de tomarse el Poder: sería trágico en este momento si el odio del totalitarismo llegase a desarmar a los obreros que están confrontandose con una dictadura totalitaria. Lo que existe ahora contra el Estado es la fuerza de los obreros polacos." (41) Y cuando Solidarnosc se extiende en 1989 con la ayuda de Reagan, Bush y la señora Thatcher y de todos los servicios de inteligencia del Oeste y está listo para tomarse el poder, Mandel aun no ha cambiado de opinión en lo que corresponde a la naturaleza auténtica de Solidarnosc y declara: "El gobierno de Solidarnosc es un triunfo para la clase obrera." (42) 

Con la CIA, en Checoslovaquia 

En 1990 en Checoslovaquia toma el poder Vaclav Havel, generalmente conocido como colaborador de Radio Europa Libre y de la C.I.A., nombrando al conocido trotskista Peter Uhl como director de la agencia de prensa checoslovaca, vocero oficial del nuevo estado burgués pronorteamericano! 

Uhl escribe: "Se puede discutir hasta qué punto ha sido justificada la teoría de Trotski sobre la revolución política. Yo pienso que es en Checoslovaquia donde la realidad más se acerca a esta teoría." (43) El 12 de noviembre reflexiona Mandel lo mismo, y lleva esta idea hasta lo absurdo: él compara la contrarrevolución checoslovaca... con la gran Revolución de Octubre! En su resumen escriben los trotskistas: "Nuestro Camarada Ernesto Mandel ha confirmado más claro que nunca de que no hay ninguna duda: lo que vivimos ahora en Checoslovaquia y la RDA es la verdadera revolución con una magnitud y una profundidad sin precedentes desde la revolución rusa de 1917." (44) Peter Uhl dio una descripción extraordinaria de la "revolución política" en Checoslovaquia, como una revolución anticomunista realizada por el frente de todas las fuerzas reaccionarias: "Habrá algunos que veían en Carta 77 un paso hacia la revolución política, también yo; otros veían en ella un medio para predicar la palabra de Cristo; era un verdadero laboratorio de tolerancia." "Mientras que se trata de decir que se está en contra del 'comunismo', contra el stalinismo, contra la burocracia, todo el mundo está de acuerdo." (45) Linda descripción del frente de los fascistas clericales, los nacionalistas reaccionarios, los social-demócratas, los agentes de la Radio Europa Libre y de los trotskistas en servicio. 

Agregamos lo que los trotskistas nos enseñaban en 1989: "Que la historia de Checoslovaquia ha tomado una revancha fantástica. El honor de Dubcek se restablece." (46) Aunque verdaderos comunistas pudiesen divergir de opinión sobre la pregunta si la intervención soviética de 1968 fue justo o no, no habrán dudas en lo que respecta al análisis unánime de "la primavera de Praga" como una contrarrevolución de tipo socialdemócrata. 

En "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", le dedicamos un capitulo completo a Checoslovaquia entre 1968 y 1989 donde se aclara la relación entre las ideas socialdemocratas de Dubcek en 1968 y las de la revolución de terciopelo de Havel y de Uhl. También se comentan los puntos de vista de Castro, que apoyó la intervención, y de China, que la condenó. 

La revolución proletaria en la RDA! 

Desde septiembre de 1989, la burguesía revanchista de la República Federal Alemana apoyó con grandes medios económicos, con su radio y televisión la agitación anticomunista en la RDA. El grupo de Mandel asegura que "una verdadera revolución política empieza". (47) Dos semanas después, ¡Mandel da la bienvenida a la revolución proletaria en la RDA! "El exito del movimiento de masas que ha sacudido a la RDA tienen la magnitud de una verdadera revolución.

Este movimiento sobrepasa todo lo que se ha visto en Europa desde 1968, quizás desde la revolución española. El carácter proletario con el cual se ha iniciado la revolución en la RDA se demuestra por la inmensa perturbación en las fábricas." (48) Un mes después, en diciembre de 1989 la excitación de Mandel llegaba a su punto máximo: "Estoy realmente excitado con todo lo que sucede en Berlín. Todo lo que Rosa Luxemburg, Trotski y Lenin algún día esperaron, se realiza ahora. La primera revolución, desde la revolución de los países bajos en el siglo XVI, que no es amenazada por una intervención militar internacional. Nos encontramos ante la primera generación alemana, desde hace doscientos años, completamente antimilitarista y antinacionalista. Lo que estimula mi entusiasmo es la magnitud y la fuerza de este movimiento popular. De los quinientos mil habitantes de Leipzig, salieron a la calle durante ocho lunes consecutivos entre 200 y 300 mil personas. En Alemania del Este la corriente antisocialista es escasa. Nadie puede decir donde sucederá la próxima revolución en Rusia, Francia, Sudafrica o España, pero lo que es seguro es que las revoluciones en Alemania del Este y Checoslovaquia tendrán sus frutos". (49) Para ilustrar el carácter socialista de estos movimientos, cita la IV-Internacional una declaración de... un grupo socialdemocrata. Sin embargo es justamente la socialdemocracia uno de los fuertes del imperialismo alemán como potencia expansionista. La estrategia y la táctica que Willy Brandt utilizó para infiltrar e influenciar el partido comunista de la RDA, para dividirlo y así destruirlo, tuvo un papel muy importante en la degeneración oportunista de la S.E.D. Los trotskistas citaban el siguiente texto: "La democratización necesaria en la RDA supone una oposición al poder, y a la pretensión de ser vocero de la verdad del partido dominante. Para nosotros, la formación de un partido socialdemócrata es muy importante. Nuestras orientaciones programáticas: formación de un Estado de derecho, democracia parlamentaria y pluripartidismo; economía social de mercado con una prohibición a la formación de monopolios; y la libertad de instaurar sindicatos independientes." (50) De esta manera los trotskistas presentan un programa que alaba abiertamente el régimen burgués, como ilustración del carácter "proletario" de la "revolución política", que se está llevando a cabo... 

La Glasnost y el sistema multipartidario contra los "stalinistas" 

Mandel estableció tres criterios para distinguir a los seguidores del "stalinismo", y de las fuerzas que estaban a favor del camino hacia el "socialismo democrático y autogestionario": la posición con respecto a la Glasnost de Gorbachov, al rol del partido comunista, y a la represión en la plaza Tien An Men (51). 

"Que viva la Glasnost!" 

"Definimos a la Glasnost como un proceso de cambios políticos que amplían el ejercicio de las libertades democráticas", escribió Mandel. (52) En el libro "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", hemos ofrecido un capítulo completo a demostrar que los cinco años de la Glasnost, prepararon sistemáticamente los espíritus para toda la restauración del capitalismo integral; que la Glasnost ha resucitado los ideales de la gran burguesía rusa de 1917; que la Glasnost le dio la voz a todos los anticomunistas, a gentes de la CIA como William Colby, su director anterior, o al pastor Moon, a los seguidores del zarismo y a la iglesia ortodoxa zarista, a antiguos colaboradores nazis y a los hombres de Vlassov y de Bandera. Mandel hablaba de "libertades democráticas" en general sin carácter de clase, en el momento que Gorbachov daba libertad a todos los contrarrevolucionarios que querían enterrar las últimas estructuras e influencias socialistas. El principio base del leninismo es que el socialismo es una dictadura de clase, que une a los trabajadores, contra las fuerzas de la burguesía, contra los explotadores. Lenin dice: "Reconocemos que toda libertad, si ella no está subordinada a liberar el trabajo de la opresión capitalista, es un engaño." (53) 

"Abajo el partido único!" 

La Glasnost cedió la palabra a todas las corrientes anticomunistas, e hizo posible que todas las fuerzas capitalistas y pro-imperialistas se organizasen y lucharan abiertamente por la restauración. Mandel aclamó en 1989 la instauración de partidos anticomunistas y contrarrevolucionarias en la URSS. "El comienzo de elecciones auténticas, como hoy se manifiesta en la URSS, es un gran paso adelante. Pero se necesitan elecciones realmente libres, con libertad para constituir tendencias, fracciones y partidos diversos, sin restricciones ideologicas." (54) 

Entre 1989 1990, Mandel logra encontrar su mayor sueño, que es la legalización "de partidos diversos sin restricciones ideológicas", como también la posibilidad de que la burguesía soviética se manifieste por medio de partidos socialdemócratas, liberales, demócrata-cristianos, nacionalistas-zaristas, etc. Este pluralismo burgués marco el fin del socialismo y trajo la restauración completa del capitalismo. Hoy, la práctica de la lucha de clases ha demostrado el carácter y la naturaleza de esta exigencia fundamental de los trotskistas. Con esto, una vez más se comprueba la verdad que tantas veces fue repetida por el Partido bolchevique y el camarada Stalin: el trotskismo es la social-democracia de derecha, empacada en palabrero de "izquierda". En el capítulo: "Partido único o pluripartidismo", dice Mandel: "Si se supone que tan sólo se pueden legalizar aquellos partidos y organizaciones que no tengan programas burgueses (y pequeñoburgueses?) ¿dónde se va a trazar la línea de demarcación? ¿Se prohibirán partidos que tienen miembros mayoritariamente obreros, pero que defienden una ideología burguesa? ¿Dónde se pondrá la línea demarcatoria entre un 'programa burgués' y la 'ideología reformista'? Entonces, ¿hay que prohibir los partidos reformistas? Hay que suprimir la social-democracia? (...) Ninguna democracia obrera auténtica es posible sin la libertad de instaurar un sistema multipartidario" (55) Sí, Lenin prohibió los partidos social-demócratas, es decir los menchevistas y los socialrevolucionarios, porque ellos lucharon durante la guerra civil al lado del zarismo, de la burguesía y de los ejércitos intervencionistas; y porque ellos fueron derrotados junto con las fuerzas feudales y de la burguesía. Y Lenin recalcó tantas veces que un representante inteligente de la gran burguesía, Milioukov, comprendía perfectamente que durante el primer período tan sólo un partido social-demócrata de "izquierda" tendría posibilidades de movilizar las masas en la lucha antibolchevique. 

"No reprimir la contrarrevolución!" 

El trotskismo nunca perderá de vista su enemigo, el marxismo leninismo y el movimiento comunista internacional. Por eso Mandel concentra todos sus esfuerzos contra aquellos que denuncian los procesos contrarrevolucionarios. 

Durante 1989, dos tendencias políticas intentaron enfrentar la contrarrevolución en marcha. Como primero, fuerzas en Europa del Este que durante muchos años mostraron inclinaciones oportunistas del tipo de Kruchov, y que con respecto a la Unión Soviética mostraban un ciego seguimiento, pero que empezaron a darse cuenta de las verdaderas intenciones de Gorbachov; y como segundo, el Partido Comunista chino, que reprimió la revuelta antisocialista en Pekin. 

Para acelerar el proceso de restauración en la Unión Soviética, Gorbachov dio luz verde a las fuerzas anticomunistas en Europa del Este, intentando impedir que los auténticos comunistas construyeran un frente anti-restauración. Al mismo tiempo, la restauración en Europa del Este tenía que alentar y ayudar a los "reformadores" de la URSS. Cuando la restauración prácticamente se había culminado en Polonia y Hungría, decía Mandel: "Europa del Este es sacudida en este momento por una crisis sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En contra de lo que un análisis superficial pudiese hacer parecer, la burguesía europea no ve con buenos ojos esta desestabilización. Ella no guarda ninguna esperanza de recuperar a los países del Este para el capitalismo." (56) Un año después, esa afirmación dejo a Mandel como el payaso de la contrarrevolución. Pero sirvió para justificar la ayuda a las fuerzas antisocialistas en su asalto contra la "burocracia". Mandel minó toda vigilancia contra la nueva burguesía y el imperialismo. Al mismo tiempo, Mandel instauró una vigilancia inigualable contra las débiles fuerzas comunistas, que resistían a la ofensiva burguesía! "Se está tratando de organizar una especie de 'frente internacional' anti-Gorbachov, que incluye a aquellos que son llamados 'conservadores' en Rumania, Checoslovaquia, Alemania del Este, minorías neo-estalinistas en Polonia y Hungría."(57) 

En abril de 1989, Mandel da bienvenida al evidente progreso de la restauración burguesa en Polonia y Hungría, la que llama "experiencia pluralista". Havel es su héroe y los opositores a la restauración son enemigos irreductibles. "Al momento que en Polonia y Hungría se dan los primeros pasos en una experiencia limitada de pluralismo, la dirección de Praga reafirma el principio de 'rol dirigente del partido' (...) La prensa en Alemania del Este continua apoyando la represión en Checoslovaquia, y estimula la formación del eje Praga-Berlin-Bucarest contra la Perestroika. A Havel, el Neues Deutschland, lo señala de provocador." "Envíen mensajes de solidaridad a Vaclav Havel en la cárcel."(58) Para los trotskistas cada represión a las fuerzas antisocialistas, cada encarcelamiento de agentes subversivos que trabajan para la CIA, como Havel, es un crimen monstruoso. 

En mayo de 1989, los estudiantes anticomunistas de Pekin habían aclamado a Gorbachov gritando: "Que viva la Glasnost y la perestroika!" y "Que viva Solidarnosc!". Cuando el 4 de junio de 1989 las revueltas contrarrevolucionarias fueron reprimidas, se puso Mandel al lado de la extrema derecha internacional, para ese momento dirigida por el Kuomintang, el Partido fascista al Poder en Taiwan. En una primera reacción por los acontecimientos de Pekin, Mandel escribió: "La casta burocrática...no retrocede ante los crímenes más repugnantes. Esta lección de la historia ya fue escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953, en Praga en 1968, en Gdansk en 1970 y en Varsovia en 1981. La magnitud de las crueldades en Pekin tan sólo se puede comparar con la manera como se aplastó la revolución húngara en 1956. (...) Los verdugos de Pekin aún no han ganado la batalla y el pueblo chino hoy se levanta. La insurrección se expande por el país. El ejército se desmorona y una verdadera guerra civil amenaza."(59) Como los fascistas de Taiwan, los trotskistas esperaban que se desatara en China una "verdadera guerra civil" contra "la clase burocrática". Después Mandel ha hecho un análisis "teórico" en el cual asegura lo siguiente: "La comuna (!) de Pekin en abril-mayo de 1989, fue el comienzo de una revolución política real que trataba de reemplazar el poder corrupto e ineficaz de una casta de burócratas, por el poder autentico de las masas populares (...) Las masas que se levantaron en Pekin no tenían ningún interés en restaurar el capitalismo. Tampoco era su objetivo."(60) 

Aunque no eran los únicos, felizmente, que debían salvar el honor, rápidamente declararon: "Tan sólo el ala izquierda del partido comunista de la URSS ha salvado el honor del comunismo." "Hoy estamos orgullosos de ir mano a mano con otros comunistas en nuestra protesta contra la represión sangrienta en China. La primera reacción fue la de Boris Yeltsin. 'Lo que sucede en China es un crimen' declaro el recién elegido miembro de Soviet Supremo." (61) Por supuesto, Mandel estaba orgulloso de la compañía de Yeltsin. 

En el ensayo "Tien An Men 1989: de la deriva revisionista al levantamiento contrarrevolucionario", hemos demostrado el verdadero carácter del movimiento de Pekin. Fang Li-Zhi, indiscutiblemente el padre espiritual de la "protesta" estudiantil de Pekin, declaró el 17 de enero de 1989: "El socialismo, tipo Lenin-Stalin-Mao esta completamente descreditado. ¿Es compatible la forma típica china de régimen dictatorial, con el mercado libre? La dictadura socialista esta entrelazada con el sistema de propiedad colectiva y su ideología es contraria al derecho de propiedad exigido por el mercado libre". Tres de los principales lideres de Pekin, Yan Jiaqi, Wuer Kiaxi y Wang Runnan, se refugiaron en Francia y allí instauraron la Federación para la Democracia. Ellos fijaron los objetivos en su programa: "Desarrollar una economía de iniciativa privada y poner fin a la dictadura del partido único". En nombre del sistema multipartidario, ellos se anexaron al partido fascista del Kuomintang. Wuer Kiaxi alabado en la prensa trotskista, se reunió el 29 de enero 1990 con el jefe del servicio de espionaje taiwanes en la República Popular de China. A él, John Chang, le declaró: "La comunicación entre los chinos anticomunistas es el primer paso hacia la unidad." Yan Jiagi y Wang Runnan también visitaron Taiwan. Yan declaró que "el hecho que Taiwan tenga un gobierno democrático nos da la bienvenida. Esto me parece la base más importante para la unificación de Taiwan y la China continental." Yueh Wu, el líder del llamado "Sindicato Obrero Independiente", tan querido por los trotskistas, llego a Taiwan el 16 de junio de 1990... invitado por la Liga Mundial Anticomunista. (62) Así, en su intento para diferenciar a los estalinistas, que defienden los principios marxistasleninistas, de los seguidores del "socialismo multipartidario", Mandel lanzo un tercer criterio: "Otro indicador es la posición con respecto a la represión sangrienta de la Comuna de Pekin. Casi todos los partidos que son seguidores de la Glasnost, los encontramos de nuevo entre aquellos que condenaron las crueldades en la plaza Tien An Men." (63) 

Los "Estalinistas" desde Pyongyang hasta La Havana 

En octubre de 1989, Mandel clasifica como fuerzas "estalinistas" a los partidos comunistas de China, Alemania del Este, Vietnam, Rumania, Checoslovaquia, Bulgaria, Japón, la India (el PCI marxista), Corea del Norte, Albania, Portugal y a los grupos que él cataloga de pro-albaneses y maoistas. Y también al Partido comunista cubano. Cuando Mandel declara que "el partido comunista cubano ocupa una posición especial", hace referencia a su táctica particular, con respecto a Cuba, para ayudar a la destrucción del Partido comunista. Esto se aclara en base a la siguiente tesis que propone: "Los ataques de Fidel Castro y de la dirección cubana contra la Glasnost, esto quiere decir, contra el proceso de democratización parcial que se adelanta en la URSS, son contrarios a los intereses del proletariado soviético, del proletariado mundial y a los de la revolución cubana. Ellos arriesgan de provocar una verdadera crisis de legitimidad de la dirección cubana, ante una parte de las masas, sobre todo en los jóvenes". "Las limitaciones de libertad de pensamiento se hacen cada vez más abundantes en Cuba." El partido comunista "sustituye" a las masas. "Este doloroso retroceso ideologico, a largo plazo es un suicidio." Castro no puede combatir eficientemente "la degeneración burocrática del Estado cubano" porque él "rechaza la Glasnost, la democratización pluralista, el control institucional por las masas". "No le queda nada más que la lucha burocrática contra la burocracia. El va en camino a una derrota como lo hemos visto en la URSS y la República Popular China" (64). 

Esto muestra que el odio de los trotskistas por "el régimen burocrático unipartidario", se extiende hasta el "Partido único cubano". Si su táctica de acercamiento difiere, es porque están convencidos que pueden destruir más eficientemente al movimiento comunista en América Latina, por medio de la infiltración al partido comunista cubano y a los partidos allegados a Cuba. Esto ha sido claramente demostrado en el trabajo destructivo que estos anticomunistas ejecutaron durante diez años al interior del Frente Sandinista. Ahora ellos esperan poder acercarse al ala "progresista, antiburocrática y reformista" del Partido comunista cubano. Ellos esperan que los continuos encuentros de los Cubanos con los soviéticos, será suficiente para haber formado partidarios de la Glasnost y del pluripartidismo. 

Entre tiempos, hemos tenido la oportunidad de verificar, en la ex-URSS y en la Europa del Este, las consecuencias que han dejado los consejos de Mandel: triunfo de la contrarrevolución; una restauración total del capitalismo; resurgimiento del fascismo y del nacionalismo reaccionario; un capitalismo de los más salvajes, donde los super-ricos han llevado a millones de personas a la miseria, a la guerra civil. No existe ninguna duda de que el Partido Comunista cubano, tomará las medidas necesarias para impedir la infiltración de estos contrarrevolucionarios y anticomunistas profesionales. 

Notas

(1) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Ed. Union générale d'éditions, 1976, Collection 10-18, p.26

(2) Mandel, Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.20.

(3) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989, p.20 et 23.

(4) Rood, n° 14, 15 août1989

(5) Rood, 24 octobre 1989, p.6-7

(6) Rood, n° 24, 26 décembre 1989, p.1.

(7) Mandel, Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.20.

(8) Inprecor, 11-24 septembre 1992, p. 19.

(9) Temps Nouveau, n° 38-1990, p.41-42.

(10) Catherine Samary dans Argumenti e fakti, 2 décembre 1989, Inprecor, n° 302, 9-23 février 1990, p.27.

(11) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p. 303.

(12) Ibidem, p.305-306

(13) Inprecor, n° 285, 3 avril 1989, p.4.

(14) Sakharov, Mon pays et le monde, Ed. Seuil, 1975, p.75.

(15) Gazet van Antwerpen, 18 septembre 1989, p.6.

(16) Inprecor, n° 304, 9-22 mars 1990, p.36.

(17) Mandel, Financieel Ekonomische Tijd, 23 mars 1990: Ernest Mandel, Gorbatchev is te vergelijken met Roosevelt en De Gaulle.

(18) Inprecor, hors série, 29 août 1991, p. 1-3.

(19) Harry Mol, Rood, n° 2, 22 janvier 1992, p.20.

(20) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p.23.

(21) Rood, 9 janvier 1990, p. 10.

(22) Ibidem, p. 12.

(23) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p.340.

(24) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gén. d'Editions, Paris, 1976, Collection 10-18, p.193, 256, 257, 247.

(25) Trotsky, La Lutte antibureaucratique en URSS, Union gén. d'Editions, 1975, p.300, 301, 169, 213.

(26) Turpin Pierre, Le trotskysme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988, p.61-62.

(27) Bernard Henri, 1982, p.9.

(28) Ibidem, p.48-49.

(29) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gén. d'Editions, Paris, 1976, Collection 10-18, p.169

(30) Ibidem, p.188.

(31) Ibidem, p.206.

(32) Ibidem, p.302-303.

(33) Turpin Pierre Le trotskysme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988, p.23.

(34) Berkenkruis, juni 1992, n° 6, p.4-5, reprennant un article de Der Freiwillige, octobre 1956.

(35) Rood, 6 juni 1989, p.2.

(36) Inprecor, XIe Congrès mondial de la IVe Internationale, novembre 1979, p.250.

(37) Martens Ludo, L'URSS et la contre-révolution de velours, Ed. EPO, Bruxelles, 1990, p.107.

(38) Rood, 20 juin 1989, p. 6.

(39) Rood, n° 12, 20 juin 1989, p.12.

(40) Inprecor, n° 105, 6 juillet 1981, p.14.

(41) Sean Connoly, Inprecor, n° 108, 14 sept. 1981, p.24.

(42) Mandel, Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p.4.

(43) Petr Uhl, Inprecor, n° 304, 9-22 mars 1990, p.26.

(44) Rood, 26 décembre 1989, p.5.

(45) Inprecor, n° 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.

(46) Rood, 26 décembre 1989, p. 8.

(47) Inprecor, n° 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.

(48) Mandel, Inprecor, n° 297, 13-26 novembre 1989, p.3.

(49) Humo, 21 décembre 1989, p.18-20.

(50) Groupe d'Initiative pour un Parti Social-Démocrate en RDA, 12 septembre 1989, dans Inprecor, n° 297, 13-26 novembre 1989, p.10.

(51) Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.

(52) Mandel, Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p. 15.

(53) Lénine, Le Ier Congrès de l'enseignement extra-scolaire, 19 mai 1919, t.29, p.356-362.

(54) Mandel, Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p.4.

(55) Inprecor, numéro spécial, IXe Congrès mondial, 1979, p.236-237.

(56) Mandel, Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p.4.

(57) Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p 3.

(58) Inprecor, n° 287, 1er Mai 1989, p.8-9.

(59) Rood, 6 juin 1989, p.2.

(60) Rood, 20 juin 1989, p. 6-7.

(61) Rood, 20 juin 1989, p.6 et 12.

(62) Tien An Men 1989: de la dérive révisionniste à l'émeute contre-révolutionnaire, dans Etudes marxistes, n° 12, septembre. 1991, Bruxelles, p. 62-63.

(63) Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.

(64) Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.18-19.

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Octubre 20 de 1992.



Historia de Trotsky y del trotskismo

(Extractos)

 

José Antonio Egido 

I

¿Quien fue Trotsky? 

Trotsky fue de 1904 a 1914 un declarado enemigo de Lenin. En 1904 le acusó de ser un dictador, autócrata asiático, revolucionario burgués y escisionista fanático en su folleto “Nuestras tareas políticas”. Se opuso a la teoría leninista del partido. Trotsky fue un dirigente menchevique opuesto a los bolcheviques. Se opuso a la tesis de Lenin sobre la transformación de la revolución democráticoburguesa en socialista oponiéndole su teoría sobre la “revolución permanente”. Eso le llevaría a negar la construcción del socialismo en la URSS si no triunfaba una revolución socialista en Occidente. La Revolución de la clase obrera europea occidental en los años 20 y 30 fue aplastada en sangre (Finlandia, Hungría, Polonia, Bulgaria, Baviera, Berlín, Milán, España) y el tiempo quitó completamente la razón a Trotsky. 

Otra discrepancia grave de Trotsky con el leninismo es negar el papel revolucionario del campesinado y en 1905 lanzó la consigna “¡No al Zar, gobierno obrero!” que olvidaba por completo a este importante sector social. 

En 1913 escribió al menchevique Chjeidze que “el leninismo descansa por completo en estos momentos en la mentira y la falsificación y lleva en su seno el elemento emponzoñado de su propia desintegración”. 

En la conferencia de Zimmerwald de 1915 se sigue oponiendo a Lenin. 

Hasta 1917 mantiene una posición ante la cuestión nacional opuesta a la de Lenin y similar a la de Rosa Luxemburgo, negando el derecho de autodeterminación. 

En julio de 1917 el Partido Comunista de Rusia (es decir, tres meses antes de la revolución) acepta el ingreso del grupo heterogéneo que lidera Trotsky llamado Meyrayontsi formado por 4 mil militantes. 

Trotsky no se opuso al plan de Lenin de desencadenar la insurrección pero propuso aplazarla hasta el II Congreso de los Soviets. 

Se vuelve a oponer en la cuestión de la paz de Brest-Litovsk de diciembre de 1917, lo que le lleva a dimitir de su puesto de Comisario del Pueblo para las relaciones internacionales. 

En 1919 tiene el principal momento de gloria de su vida al dirigir y organizar el Ejército Rojo, aunque una llamada “oposición militar” comunista le critica por dar empleo y mando en el mismo a 50 mil ex oficiales zaristas. 

El 5 de marzo de 1920 Trotsky ordena el exterminio de los marinos revolucionarios de Kronstadt levantados contra el gobierno bolchevique. 

En el X Congreso del partido vota por la prohibición de las corrientes internas aunque después de muerto Lenin, proclama la libertad de fracciones para “intentar socavar la unidad del Partido”. 

Se opone a la “Nueva política económica” (NEP) lanzada por Lenin y escribe su folleto Nuevo Curso. 

En 1921 defiende al partido menchevique de Georgia pasado a la contrarrevolución. 

En 1924 el Partido Bolchevique lanza una primera campaña contra el trotskismo. 

En 1936 escribe su libro La Revolución traicionada afirmando que “no existe el menor socialismo en la URSS”, convocando el derrocamiento violento del poder soviético y vaticinando la derrota soviética en la inminente guerra contra la Alemania nazi. Obviamente el libro es acogido por todas las fuerzas reaccionarias dispuestas a destruir la Unión Soviética. Como dice un francés, “la última cosa que le pasó por la cabeza fue un piolet enviado por correo certificado por Stalin” aunque no hay unanimidad sobre la autoría en el asesinato de Trotsky. El antiguo resistente comunista francés Raymond Casas sostiene que su asesino era su más cercano secretario particular, Ramón Mercader, “Monard”, que tras una fuerte discusión con él le hundió su piolet en el cráneo gritando “No eres más que un cabrón! Esto es lo que mereces”. Harpal Brar mantiene también que Trotsky fue eliminado por un trotskista.

Formación de la corriente trotskista.

Un diccionario soviético asegura que “el trotskismo es una corriente política-ideológica oportunista pequeño-burguesa hostil al Marxismo Leninismo. Surgió en 1903 como reacción a la etapa leninista de desarrollo del marxismo, al nacimiento en Rusia del partido revolucionario de tipo nuevo, y reflejaba el talante de cierta parte de la intelectualidad urbana pequeño-burguesa proclive al revolucionarismo retórico”. 

En 1929 Trotsky niega que vaya a crear una IV Internacional diciendo, “que no hay en el mundo ningún sitio para ella”. 

Trotsky fue el primero en lanzar el slogan comunismo = fascismo. 

La corriente trotskista se opone a la construcción del socialismo en la URSS en los años 30. 

En los años 30 pequeños grupos se unen a Trotsky. El 6 de abril de 1930 se crea en Paris un secretariado formado por Andreu Nin, el francés Alfred Rosmer, el hijo de Trotsky, Leon Sedov y algún otro. El 3 de septiembre de 1938 proclama la creación de la IV Internacional trotskista en una conferencia en Montreuil, en las afueras de París. 

En 1938 los tribunales soviéticos juzgaron a los trotskistas soviéticos. Según Raymond Casas el “famoso proceso de Moscú del 2 al 13 de marzo de 1938, seguido por observadores y periodistas de los países capitalistas, ha revelado la actividad de los agentes de Trotsky con las redes nazis y reaccionarias preparando la invasión de la URSS y el derrocamiento del poder estalinista, lo que no pudo nunca hacerse por la fuerza sino sólo por el entrismo y la descomposición interna del estalinismo, después del Marxismo-Leninismo, lo que ha tenido como resultado entregar la URSS a la mafia actual salida del “gulag””. 

Retomando las definiciones soviéticas, “en el sentido metodológico y gnoseológico es característico del trotskismo un extremado subjetivismo y voluntarismo, un tosco esquematismo y el empleo de la sofística. La base ideológica del trotskismo fue la “teoría de la revolución permanente” que, nutrida parasitariamente de la idea de la revolución permanente expresada por Marx y Engels, apuntaba contra la doctrina leninista de la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista”. 

En mayo de 1940, en vísperas de la invasión nazi de la URSS, la IV afirma en un manifiesto ser partidaria a la vez de la defensa de la URSS y el combate contra la “oligarquía de Moscú” (es decir el Partido bolchevique). 

El grupo más numeroso estaba en los USA, el Socialist Workers Party (SWP), creado en 1938. Sus dirigentes Max Shachtman (que visitó a Trotsky en su exilio de Turquía y en abril de 1930 había formado parte del primer buró internacional trotskista en compañía de Andreu Nin, el hijo de Trotsky y otros) Albert Glotzer y Martin Abern salen del mismo en 1940 para fundar el Workers Party (WP) que tiene 323 miembros. Abern muere en 1947. Evolucionando siempre a la derecha en 1949 el grupo se declara abiertamente socialdemócrata y pasa a llamarse Independent Socialist League (ISL) y en los 50 se disuelve. Shachtman defiende la tesis del “colectivismo burocrático” relativo a la URSS. Él y sus colaboradores ingresan en el ala más anticomunista del partido demócrata. Defienden a la burocracia sindical anticomunista de George Meny en la AFL-CIO. Apoya la invasión norteamericana de Cuba en Bahía de Cochinos y la agresión USA contra el Pueblo de Vietnam. Fue asesor del sindicato de maestros de la “AFL-CIA” que funciona como brazo del departamento de estado USA apoyando y financiando a gansters anticomunistas en Europa Occidental y grupos fascistoides en el campo socialista. Muere en 1972. Otro compañero de Shachtman y Abern en el comité de dirección del SWP en los años 30, James Burnham, afirma que la URSS es una sociedad de clases, manifiesta públicamente su desprecio por el marxismo y se convierte en el principal ideólogo de la CIA en la guerra fría. Burnham y Sidney Hook crearon el Partido Socialista Obrero que más tarde daría lugar al SWP. En 1944 escribió un informe que llamó la atención de la recién creada CIA que le invitó a dirigir la división de guerra política y sicológica de su oficina de coordinación política. Una brillante intervención suya fue la creación del Congreso para la Libertad de la Cultura, plataforma de propaganda anticomunista y de creación cultural reaccionaria y pro imperialista. En dicho congreso ocupó puestos el trotskista Max Sachtman. En una reunión de dicho “congreso” financiado por la CIA en Berlín en 1950, defiende la posibilidad de un ataque nuclear contra la URSS. En 1953 insiste en la necesidad de atacar militarmente la URSS en su libro Contención o Liberación. Escribe la Revolución gerencial en 1941 y en su libro Los Maquiavelistas ataca las teorías a favor de la igualdad social. Interviene de manera crucial en 1953 en la operación de la CIA para derrocar y asesinar al presidente iraní Mossadeg. En los años 70 es reconocido como una autoridad entre los círculos intelectuales más reaccionarios y belicistas. En 1983 el presidente Reagan le dio la medalla presidencial de la Libertad en premio a su larga carrera trotskista, fascista e imperialista. Murió en 1987. A pesar de esta trayectoria los trotskistas del Marxist Internet Archive aseguran que Burnham es “marxista”. Una fracción del WP reingresa en el SWP. La formaban Johnson y Forest que decían que la URSS era “capitalismo de estado”. Johnson era el seudónimo del especialista en cricket C.L.R. James y Forest era la ex secretaria de Trotsky Raya Dybayevskaya que fundó una secta matriarcal en Detroit. El antiguo colaborador ruso de Trotsky, Sol Levitas, tras exiliarse en USA se convirtió en agente de la CIA, colaborador del Congreso por la Libertad cultural y director de una de sus revistas paraoficiales, New Leader. Los trotskistas Philip Rahv (huido con su familia de Ucrania al triunfar la Revolución de Octubre) y William Phillips se apoderan de la revista Partisan Review de Nueva York, en su origen en 1934 vinculada al Partido Comunista de los USA y una de cuyas principales tareas era la defensa de la Unión Soviética, y la convierten en un órgano trotskista y antistalinista. Se convirtió en un importante órgano de propaganda anticomunista internacional financiado por la CIA. James Burnham envió informes confidenciales a Trotski sobre la evolución de la revista y uno de sus redactores le invitó en 1937 a colaborar con la misma. El trotskista que había militado en la misma célula que Burnham, Daniel Bell, antiguo estudiante del City College de Nueva York, se convirtió en el ideólogo conservador de la sociedad de consumo yanki. Miembro del Comité Americano por la Libertad Cultural financiado por la CIA, se negó a condenar el macartismo. El POUM español de influencia trotskista tiene una triste historia. De un lado en Aragón expropia en 1936-37 a modestísimos semi-proletarios y pequeños campesinos, implantando sobre ellos una auténtica dictadura fascista en nombre de “la revolución socialista”; por el otro, cuando van a Madrid en noviembre de 1936 a luchar contra el fascismo manifiestan mucha cobardía y debilidad huyendo del frente de la Ciudad Universitaria. Impulsó patrullas incontroladas que asesinaron a los comunistas, socialistas y republicanos que se les opusieron, según Arthur London. El 7 de diciembre de 1936 pide a la Generalitat que conceda el derecho de asilo a Trotsky. Este grupo con la CNT da un golpe de estado en Barcelona en mayo de 1937 contra la República que se salda con la muerte de 500 personas y que favorece objetivamente al fascismo. Diversas pruebas documentales implican a dirigentes del POUM con los franquistas. Su dirigente Andreu Nin es detenido, interrogado y ejecutado por los servicios de seguridad de la República. Su dirigente Maurín, al ser detenido por los franquistas, en lugar de ser fusilado, como hacían con los simples oficiales del Ejército Popular y con los más modestos líderes sindicales de cualquier aldea remota, es liberado a los pocos años y aparece en el exilio en una bien saneada situación económica. Su otro dirigente Julián Gorkín (de verdadero nombre Julián Gómez García-Ribera), expulsado del PCE en 1929 por publicar una obra de Trotsky en Madrid, se convirtió en un relevante agente de la CIA en América Latina hasta el punto de ser nombrado delegado latinoamericano del congreso por la libertad cultural. Otro de sus dirigentes, Pere Pagès (alias Victor Alba), colaboró también con el congreso por la libertad cultural, plataforma anticomunista de la CIA. El veterano inglés de las Brigadas Internacionales (que fueron calumniadas por los trotskistas, que acusaban a su jefe francés André Marty de ser el “carnicero de Albacete” y de estar al servicio de Stalin) Frank Grahan denuncia a los trotskistas por hacer circular el bulo que Stalin iba a dejar de enviar armas a la República española después de que Mussolini empezó a hundir barcos soviéticos. El antiguo voluntario internacional del POUM y participante en los combates contra la República en Barcelona en 1937, el trotskista inglés George Orwell fue un activo colaborador del imperialismo. Produjo obras usadas por la CIA para la propaganda anticomunistas (Rebelión en la granja y 1984), entregó al servicio secreto británico listas de comunistas y cobró dinero por escribir artículos anticomunistas. Escribió sobre la obra de Burnham The Managerial Revolution, tres artículos laudatorios. En la 2ª guerra mundial algunos trotskistas aplican mecánica y dogmáticamente los mismos análisis que hacían los marxistas en la 1ª guerra mundial. El resultado es que algunos de ellos “fraternizan con los soldados del ejército de ocupación” hitleriano, que, según ellos, son “trabajadores de uniforme” y condenan como “terrorismo” la resistencia armada de los partisanos. Mientras fraternizaban con las tropas invasoras, los trotskistas luchaban en Francia “contra los stalinistas y los gaullistas”. Profundizando su traición se opusieron a la “insurrección nacional” antinazi y al Frente Popular. En Francia y Grecia la resistencia fusila a varios trotskistas acusados de colaborar con el ejército hitleriano. En Francia el grupo Barta, entre los que está David Korner, ideólogo de Lutte Ouvrière, se negó a ninguna actividad resistente argumentando que la invasión alemana correspondía a una guerra entre “dos imperialismos”. En Italia el primer grupo trotskista fue creado por soldados británicos y norteamericanos en la citada guerra. En 1944 los grupos trotskistas ingleses Liga Marxista, Grupo Marxista y Liga Obrera Internacional se unificaron dando lugar al PC revolucionario que contaba con 500 miembros. En 1949 se dividió en varios grupitos. En 1952 el secretariado internacional de la IV Internacional dirigido por su secretario general Michel Raptis, “Pablo”, expulsó al grupo francés de Lambert-Bleitbreux-Lequenne que creó el Partido Comunista Internacionalista (PCI) y el Comité Internacional de la IV Internacional. En abril de 1952 las milicias armadas de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia derrotan al ejército burgués, pero se niegan a tomar el poder perdiendo una ocasión extraordinaria de hacer la Revolución socialista y liberar al oprimido pueblo indígena obrero y campesino. Uno de los principales responsables es el POR trotskista, entonces con cierta influencia en los sindicatos, que decidió dar “apoyo crítico” al gobierno burgués de Paz Estenssoro que, lógicamente, reconstruyó el ejército hasta que éste pudo dar un golpe de estado en 1964 y aplastar a la Central Obrera Boliviana (COB). 

Tras el XX Congreso del PCUS en el que toma el poder un ala revisionista que condena los supuestos “crímenes” de Stalin, el trotskismo experimenta un cierto renacimiento. En 1962 los trotskistas latinoamericanos liderados por Posadas crearon su propio buró latinoamericano negándose a seguir las órdenes del secretariado internacional. En los años 60 el SWP norteamericano tiene, según el revolucionario argentino Santucho, “algunos miles de militantes de origen pequeño burgués, intelectuales, profesionales y estudiantes...constituyen el ala derecha de la IV Internacional”. En 1973 el PRT argentino, que fue exterminado por la dictadura argentina de 1976 a 1983, abandona la IV Internacional denunciando que esta corriente tiene “enormes limitaciones y una tradición escasamente reivindicable” y que incluye en su seno a “aventureros contrarrevolucionarios”. El trotskismo presta buenos servicios al imperialismo patrocinando grupos anticomunistas que lucharon contra el régimen socialista del Este europeo, apoyando la contrarrevolución lanzada desde el poder gorbachoviano de 1989 a 1991 y apoyando a todas las fuerzas pro imperialistas y anticomunistas responsables de la liquidación de la Federación Socialista Yugoslava, de las terribles guerras civiles que allí se produjeron y de la intervención militar y política del imperialismo euronorteamericano. Como dicen los comunistas argentinos del Partido de la Liberación (P.L.), los trotskistas son “camaradas de ruta” del proceso contrarrevolucionario inspirado por Margaret Thatcher, Ronald Reagan, George Bush, Helmut Kohl y Juan Pablo II”. 

II 

La lucha consecuente de los comunistas contra los trotskistas. 

En 1914 Lenin escribió en su folleto sobre el derecho a la autodeterminación que “¡Trotski es más peligroso que un enemigo!”. Ese mismo año, el 9 de mayo, escribe: “Los viejos militantes marxistas rusos conocen bien a Trotski y no hace falta hablarles de él. Pero la joven generación obrera no le conoce y es necesario hablarles de él. Porque es una figura típica de los 5 grupos extranjeros que flotan entre los liquidadores y el Partido” 

El pleno del Comité Central (C.C.) del Partido Comunista (Bolchevique) de Rusia de enero de 1925 estima que “el conjunto de las intervenciones de Trotski contra el partido puede ser definido ahora... como el deseo de transformar la ideología del PCR en una especie de “bolchevismo” sin leninismo “modernizado” por Trotski. Eso no es bolchevismo. Es una revisión del bolchevismo”. El documento repasa las cuatro discusiones que el partido ha debido mantener con Trotski: sobre la paz de Brest, sobre los sindicatos, sobre el aparato del partido, la que lleva en ese momento en la que “Trotski ha emprendido ya la cruzada abierta contra los fundamentos de la concepción bolchevique del mundo”. 

El XV Congreso del Partido (1927) caracteriza al trotskismo como “instrumento de la tercera fuerza contra el régimen de la dictadura del proletariado”. 

El 8 de junio de 1926 el Presidium del Comité ejecutivo de la Internacional Comunista (I.C.) aprobó un documento que denunciaba las posiciones sectarias de los trotskistas. 

El pleno conjunto del CC y de la CCC del PC(b) de la URSS de agosto de 1927 recuerda que “el partido y la KOMINTERN... condenaron en 1923 a la oposición trotskista, caracterizando sus opiniones como una desviación pequeño-burguesa”. El XV congreso del PC(b) de la URSS en diciembre de 1927 considera que la oposición trotskista-menchevique calumnia a la URSS calificándola de Estado termidoriano degenerado, niega la dictadura del proletariado en la URSS y entabla una lucha contrarrevolucionaria contra ella. “La oposición trotskista ha roto por completo con el leninismo y defiende una plataforma menchevique-liquidadora, ayuda a los enemigos de la URSS con sus calumnias y realiza una labor escisionista inaudita”. En febrero de 1928 el IX Pleno del mismo órgano aprobó las resoluciones del XV Congreso soviético y declaró la pertenencia al trotskismo incompatible con la afiliación a la I.C.      

El 27 de octubre de 1928 los miembros de la dirección del PC Americano (PCA) Max Schachtman y Martín Abern que declararon su total apoyo a Trotsky fueron expulsados y crearon la Liga Comunista de América (LCA). En 1934 el PCA se enfrenta a la fusión de la LCA con el Partido Obrero Americano (AWP). En 1937 denuncia a la revista Partisan Review que invita a colaborar a Trotsky y que terminaría como un órgano de propaganda de la CIA. El dirigente comunista norteamericano William Z. Foster escribió que la lucha contra el trotskismo en los años 30 “decidía no sólo el destino de la Revolución en Rusia sino también el del Movimiento Comunista mundial. La victoria de las fuerzas trotskistas significaría el éxito decisivo de la reacción mundial”. En 1927 el secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) Chen Duxiu es destituido y expulsado del Partido por sus posiciones trotskistas y capitulacionistas. Intenta conspirar contra el nuevo secretario del Partido Wang Ming. Éste escribe que “en el verano de 1927 fue derrotado el oportunismo de derecha de Chen Duxiu,... en el otoño de 1929 fracasó el grupo de liquidadores trotskistas-chenduxiuistas”. Considera que los trotskistas son “cómplices activos de la reacción imperialista”. De 1928 a 1930 el Partido Comunista Brasileño (PCB) expulsa a los troskistas que formaron la “Liga Comunista Internacionalista” que, tras criticar la insurrección popular en 1935 de la Alianza Nacional Libertadora (ANP) y a su jefe, el líder comunista Luiz Carlos Prestes, desapareció en 1936. En 1932 y 1933 los trotskistas fueron expulsados del Partido Comunista de Cuba y constituyeron el “Partido bolchevique internacional”. La Historia del Partido del Trabajo de Albania señala como en 1934, en los comienzos del comunismo albanés, se desató una lucha entre comunistas y trotskistas en el seno del “Grupo Comunista” de la ciudad de Korça: “Los elementos trotskistas se lanzaron con furia contra la línea seguida por Ali Kelmendi y contra la parte más sana del Grupo, esforzándose en obstruir por todos los medios la ampliación de la labor y la influencia de los comunistas entre las masas. Su representante principal, Niko Xoxi, ambicionaba tomar la dirección del Grupo para luego obligarlo a que aceptase los puntos de vista trotskistas”. La lucha se saldó con el desenmascaramiento y la expulsión de N. Xoxi del comité directivo del grupo. En 1935 el fundador del Partido Comunista de Bélgica (PCB) Joseph Jacquemotte derrota a los trotskistas en la Conferencia del Partido de Charleroi. En una fecha sin determinar el “Amauta” José Carlos Mariátegui, fundador del PC peruano y gran pensador marxista escribe: “El trotskismo sabe de un radicalismo teórico que no logra condensarse en fórmulas concretas y precisas”. En 1936 el gran comunista catalán Joan Comorera redacta la declaración de principios para la unificación de 4 partidos revolucionarios que dará lugar al Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) excluyendo explícitamente a los trotskistas. En marzo de 1937 Stalin acusa al trotskismo de pasar de corriente política de la clase obrera a “banda cínica y sin principios de saboteadores, agentes de diversión, espías y asesinos”. En 1937 Ho Chi Min indica al PC de Indochina que no hay que aceptar absolutamente ningún compromiso con los trotskistas. Según Santucho, los trotskistas vietnamitas se enfrentaron abiertamente al PC justamente cuando éste comienza a desarrollar la guerrilla. El Pleno de su C.C. de marzo de 1938 señala que se ha subestimado el peligro trotskista y la colaboración sin principios con los trotskistas. En marzo de 1939 este PC llama en un manifiesto a barrer a los trotskistas. En los años 40 las publicaciones ilegales del Partido y del Frente Viet Minh luchan contra “los trotskistas provocadores y saboteadores”. En Octubre de 1938 Mao Tsetung afirma ante el C. C. del PCCh que “los servicios secretos del imperialismo japonés tratan constantemente de minar nuestro Partido y de hacer que, disfrazados de activistas, se infiltren en él colaboracionistas, trotskistas, elementos pro japoneses, degenerados y arribistas”. A finales de los años 30 el Partido Comunista de Chile expulsa de sus filas a los trotskistas, que crean el “Partido Comunista de Izquierdas” y comienzan a luchar contra el Frente Popular que termina por fracasar en 1940-41. El Che Guevara escribió que “Consideramos que el partido trotskista actúa contra la Revolución”. La oposición sistemática del trotskista “Partido Obrero Revolucionario” (POR) a la Revolución Cubana fue perseguida: en 1961 fue destruida una edición en español de La Revolución permanente de Trotsky, en 1962 un trotskista fue detenido mientras difundía un panfleto, un mitin en honor a Trotsky fue prohibido en Guantánamo y su secretario general Idalberto Ferrera Acosta fue detenido durante 48 horas. En 1965 un grupo de trotskistas fue procesado. La represión cesó y los detenidos fueron liberados cuando los trotskistas se comprometieron a cesar en su actividad contrarrevolucionaria. En 1966 Fidel Castro acusó al trotskismo de ser “instrumento vulgar del imperialismo y de la reacción”. Las fuerzas revolucionarias mexicanas tomaron medidas para combatir la influencia contrarrevolucionaria del trotskismo. La Liga Comunista 23 de septiembre (LC23S) ejecutó al dirigente del PRT Alfonso Peralta Reyes en 1976 e informó que no toleraría la propaganda trotskista. Respondiendo a calumnias de un trotskista irlandés, el presidente nacional del Partido Comunista de Irlanda (PCI) Michael O'Riordan escribe que “Los hechos son testarudos y testimonian que el trotskismo, teórica y prácticamente, ha sido un fracaso en la historia y en ninguna parte ha podido instaurar el poder de la clase obrera”. El traidor Gorbachov rehabilitó a Trotsky poco antes de la liquidación de la URSS. En septiembre de 1993 el Partido de la Liberación (P.L.) de Argentina sale al paso de la política reformista y anticomunista de los trotskistas argentinos con el importante documento “Nuestra confrontación con el trotskismo”. La lucha de los comunistas contra el trotskismo sigue en el siglo XXI. El líder de la Coordinación Comunista que lucha contra la degeneración del PC de Francia Jean-Luc Sallé estima que “la destrucción programada del PCF crea las condiciones para un reforzamiento de las corrientes trotskistas. Aprovechan su gran ocasión: la de impedir la emergencia de un partido comunista auténtico y crear un partido trotskista que conduciría a la clase obrera al impasse... y reforzaría el dispositivo socialdemócrata, apoyo social del capitalismo. Las tácticas varían. LO y LCR quieren a partir de sus éxitos electorales, crear una formación a “la izquierda” del PCF mutado. El Partido de los Trabajadores (PT) practica el entrismo en el PCF... Para la coordinación comunista los dos adversarios de la reconstrucción del partido son los liquidadores reformistas y los trotskistas”. En el seno del Partido Comunista de Filipinas (CPP) se produce una crisis política en 1991. Una parte de sus miembros, considerados traidores por el Partido, abrazan el troskismo y crean en 1998 el “Partido revolucionario de los trabajadores de Filipinas”. Uno de sus cuadros será ejecutado en el 2001 por el Partido. En el 2002 el líder de la Coordination Communiste pour la reconstruction du parti communiste revolutionnaire, que en 1999 había abandonado ya el PCF, Maurice Cukierman declara: “Hace falta recordar que a menudo el trotskismo es la escuela de formación política de los dirigentes socialdemócratas. El anticomunismo y antisovietismo que destilan dan prueba del callejón sin salida en el que intentan encerrar a la clase obrera”. También en el 2002 Raymond Casas, antiguo cuadro del PCF, uno de los fundadores del PC Marxista-Leninista de Francia, escribe que “el trotskismo es un peligro serio para un partido revolucionario aunque puede convertirse en una comedia ridícula. Los comunistas sinceros y lúcidos tienen que estar seguros que la reconstrucción de un verdadero partido revolucionario exige la vigilancia más grande en relación al trotskismo, cáncer mundial de todo Partido Comunista serio. La experiencia debe convertirnos en implacables en este punto, bajo pena de no conocer nunca un partido sólido, anhelado y esperado por las masas laboriosas”. En el 2003 el comunista belga Johnny Coopmans imparte un curso titulado “El trotskismo, una doctrina antimarxista?” en la universidad marxista de verano del PTB. Afirma que “analizar el trotskismo es aprender a construir hoy un movimiento comunista”.

El presidente del PC de la Federación Rusa (PCFR) Guennadi Ziuganov escribe en el 2004 que “Haremos lo posible para no permitir en nuestras filas el espíritu del trotskismo, o lo que es lo mismo, los intentos de determinados activistas engreídos, que se sienten superiores, “superhombres, por encima del CC, de sus leyes, de sus decisiones, dando de este modo la excusa a determinada parte del partido a hacer un trabajo de desgaste que haga perder la confianza de ese mismo CC”. En el seminario de Bruselas del PTB de mayo del 2005 “Comunistas en Lucha” de Francia afirman que “en realidad los socialdemócratas y los trotskistas prosiguen su tradicional actividad de zapa al servicio de la burguesía y del sistema de explotación capitalista. Los socialdemócratas y los contrarrevolucionarios trotskistas extienden las ilusiones reformistas para desviar a los trabajadores de la actividad revolucionaria”. 

Favorables a la dominación británica de Irlanda del Norte. 

En 1969 el SWP británico de Tony Cliff apoyó la intervención de las tropas en Irlanda del Norte. En 1995 una escuela de verano del AWL presentó un debate con Ken Maginnis, vocero de seguridad del Ulster Unionist Party y un consejero de la policía del Ulster RUC. Defiende que las tropas británicas en el Ulster son un “árbitro neutral”. El Comité por una Internacional Obrera de Peter Taafe patrocina al líder fascista loyalist Billy Hutchinson. 

Enemigos de la Revolución popular china. 

Entre los estudiantes chinos en Moscú en los años 20 surgió el trotskismo que desarrollaron al regresar a casa. Se llamaron “Fracción Opositora de Izquierda del Partido Comunista de China” o “Fracción Leninista de los Bolcheviques de China”. Se oponía a la dictadura del Kuomintang y al mismo tiempo tenía grandes contradicciones con el PCCh. Se opusieron en 1927 a la línea de la Internacional Comunista en relación a la revolución china que llamaba a realizar un trabajo flexible con el Kuomintang ya que caracterizaba esa fase como democrático-burguesa. Los trotskistas calificaron esa línea como antimarxista y llamaron a crear de inmediato soviet en China. 

En 1931 varios grupos trotskistas se unieron en una dirección unificada. Consideraban que tras la revolución de 1927 en China se había establecido el capitalismo. Atacaban al Ejército Rojo chino, se oponían a la lucha armada dirigida por el PCCh. El grupo fue destruido por el Kuomintang en su fase reaccionaria. Sus integrantes siempre fueron muy pocos. 

La oposición de los trotskistas chinos a la Revolución popular se manifiesta cuando en 1949 la denuncian como una “contrarrevolución burguesa y estaliniana” tal y como lo recoge un autor filotroskista y por lo tanto bastante creíble. 

En 1952 el PCCh detuvo a 200 o 300 trotskistas chinos, entre ellos el dirigente Zheng Chaolin, antiguo compañero de Chen, que fue liberado en 1979. 

La LICR-LRCI considera que la República Popular China (RPCh) es un régimen “bonapartista” y capitalista desde 1949, que el capitalismo se ha restaurado y denuncian la planificación “burocrática”. Una fracción de la LO francesa estima refiriéndose a China que “la dictadura justifica sus crímenes por la necesidad de mantener el orden social y la estabilidad”. Para ellos la RP de China no existe sino el “imperio del medio”. Basan su análisis en datos de la economista burguesa Francoise Lemoine y la revista burguesa anticomunista Perspectives Chinoises. 

Saboteadores de la Revolución anticolonialista argelina. 

La corriente trotskista de Lambert, el PCI francés, calumnia al FLN llamándole “asesinos del FLN” y apoya al partido autonomista y reformista de Messali Hadj, el MNA, que terminó colaborando con el colonialismo francés. Su rival trotskista MICHEL Pablo fue asesor del presidente Ben Bella, lo que fue una de las razones que dio el grupo de izquierda del FLN y del Ejército Nacional Argelino dirigido por Houari Boumedián, Buteflika y otros para el derrocamiento de Ben Bella en 1963. Pablo presumía de haber ayudado a redactar la ley de reforma argelina y de haber inspirado la “autogestión” de Ben Bella. 

El 22 de septiembre de 1965 el diario del FLN El Moudjahid denuncia que varios grupitos trotskistas locales reciben directamente de la “IV Internacional” indicaciones para la realización de actividades subversivas opositoras. 

Partidarios de la opresión nacional anti-tamil en Sri Lanka. 

En 1964 el fuerte partido trotskista srilankés Lanka Sama Samaja Party (LSSP) entra a formar parte de un gobierno burgués. En 1970 el LSSP participa en un segundo gobierno burgués que aplasta brutalmente la revuelta de la organización marxista Frente de Liberación Popular-Janata Vimukhti Peramuna (JVP) en 1971. El JVP se vengó dando muerte a varios trotskistas en atentados. El mismo gobierno crea una nueva constitución que institucionaliza la discriminación anti-tamil haciendo del cingalés lengua oficial y del budismo religión de estado. 

Propagandistas de los contrarrevolucionarios feudales afganos. 

La International Socialist Organisation (ISO) aclamaba a los terroristas integristas financiados por la CIA en lucha contra el gobierno comunista de Afganistán y contra el Ejército Rojo, como “luchadores por la libertad”. La League for the Revolutionnary Party y el Revolutionary Communist Party de USA apoyaron a los mismos terroristas. En los 70 la AWL inglesa, cuando se llamaba International Communist League, denunció la intervención soviética en Afganistán. 

Activos agentes de la contrarrevolución burguesa que destruyó el campo socialista. 

Raymond Casas subraya que “el único hecho de armas histórico del troskismo es haber participado en la destrucción de la URSS con todo lo que hay en el mundo de reaccionarios, integristas e imperialistas”. Su actividad en contra de la URSS y del campo socialista asociado a la URSS fue incansable. Ya en julio de 1953 Mandel escribió un artículo en apoyo a la sublevación anticomunista en Berlín Este. El secretariado trotskista de París apoyó el fracasado golpe fascista de Hungría en contra del gobierno comunista y de la República Popular de 1956 llamándolo “revolución”. El militante del secretariado unificado de la IV Internacional, el periodista checoslovaco Petr Uhl, era miembro del grupo contrarrevolucionario “Carta 77” que luchaba contra el socialismo en la República Socialista de Checoslovaquia con apoyo de la CIA y pagó con cárcel como sus cómplices, Vaclav Havel y otros. Cuando triunfa la contrarrevolución, el jefe burgués Havel le nombra responsable de la agencia oficial de noticias. 

El troskista Nahuel Moreno afirma en sus “tesis para la actualización del programa de transición” que impulsa la “revolución política contra los estados obreros degenerados” del este europeo, China y Cuba colocándose objetivamente del lado de la subversión imperialista. 

La mayoría de los grupúsculos trotskistas apoyaron el sindicato polaco reaccionario y proimperialista Solidarnosc. La revista mensual del Secretariado unificado Inprecor dedicó un nº especial en 1980, el nº 17, monográficamente a defender Solidarnosc y atacar el régimen socialista polaco. La OCI y el PCI de Lambert hicieron del apoyo a Solidarnosc su principal actividad. La alianza entonces de Lambert y Moreno llamada “Cuarta internacional-Comité internacional” realizó en 1980 una campaña en favor de Solidarnosc. Los trotskistas polacos, como Zbigniew Kowalewski, de Lodz, colaboraron con los ultrarreaccionarios en la dirección de dicho sindicato. 

El PTS argentino declaró en marzo de 1990 cuando la burguesía alemana se disponía a destrozar la RDA: ”Nos manifestamos claramente por la defensa del derecho de las masas alemanas a unificarse como ellas lo deseen, aun cuando decidan hacerlo en los marcos del capitalismo”. 

El WP británico apoyó la contrarrevolución de Eltsin en 1991. Una vez en el poder la burguesía contrarrevolucionaria, los trotskistas colaboran con ella en los procesos antipopulares de privatización. Un caso muy claro es el de Eslovaquia donde el partido trotskista “Asociación de Trabajadores de Eslovaquia-ZRS” entra en el gobierno con el partido burgués MPSD y el partido fascista heredero del régimen pronazi de monseñor Tiso, partido nacional. Su militante Bisak es ministro de la privatización. Su también militante Josef Kolman preside el consejo gubernamental para integrar Eslovaquia en la UE y en la OTAN. Su “casa madre” internacional, el Partido de los Trabajadores francés y su dirigente y candidato a las presidenciales del 2002 Daniel Gluckstein defiende fervorosamente la participación de sus asociados en dicho gobierno.

Un grupo trotskista rival dice que “la ZRS se halla por entero en el terreno proimperialista. El explícito apoyo de la Asociación Internacional de los Trabajadores lambertista al partido que tiene como miembro al ministro de las privatizaciones eslovacas, confirma que también el lambertismo está metido hasta el cuello en la podredumbre restauracionista y proimperialista”. 

Agentes provocadores contra la Revolución Popular Sandinista (RPS). 

En junio de 1979, un mes antes del triunfo de la Revolución Popular Sandinista que derribó la dictadura somozista, varios grupos del S.U. (“Partido Socialista de los trabajadores” (PST) de Colombia y otros trotskistas dirigidos por el argentino Moreno) crearon una brigada militar formada por 100 agentes troskistas para combatir con el FSLN en la ofensiva final. Esta brigada se presenta fraudulentamente como parte del FSLN y afirma actuar en nombre de su dirección, sin aceptar la disciplina del FSLN. En la ciudad de Bluefields la brigada se presenta como la dirección legítima del FSLN obligando al FSLN a enviar un destacamento armado para controlar a los provocadores. Cuando se negó a integrarse en el FSLN, la brigada fue expulsada del país en el mes de agosto. El FSLN acusa también a los troskistas de apropiarse de fondos que han recolectado sobre el terreno. El S.U. protestó por esta medida mas que justificada pero al parecer expulsaron a los provocadores de su propia organización. En cambio la OCI francesa les apoyó y denunció la “represión de militantes obreros y revolucionarios”. No en vano su jefe Pierre Lambert denunció el gobierno sandinista por ser “burgués”. 

Partidarios de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia. 

En 1999 el dirigente francés de la LCR, de AC y de Attac, Cristophe Ageriton, pide armas para la UÇK. La sección irlandesa del SU, Socialist Democracy, reclama “el armamento de las víctimas de Milosevic”. En Bélgica POS-SAP no se opuso a los bombardeos de la OTAN contra los serbiobosnios y pidió al igual que Occidente el “derecho a la autodeterminación y a la autodefensa” de los bosnio-musulmanes. Los principales dirigentes del S.U. apoyaron la conferencia de Rambouillet en la que el imperialismo chantajeó de manera indecente al gobierno yugoslavo para justificar su posterior guerra genocida contra Yugoslavia. La LIT impulsa una campaña en solidaridad con el gobierno islámico de Bosnia apoyado por el imperialismo para así mejor desmembrar Yugoslavia y justificar una intervención general de sus tropas. La AWL inglesa apoya al UÇK otaniano y participa en la manifestación en Londres del 10 de abril de 1999 a favor de Kosovo que fue un apoyo al bombardeo de la OTAN. El WP inglés se une a esta manifestación que estaba inundada de banderas de la OTAN y de Albania y de consignas como “Buena suerte, OTAN” y “OTAN, es ahora o nunca”. El WP y otros grupos laboristas organizan un mitin el 11 de mayo del 99 en el que hablan oradores abiertamente pro OTAN. La Fracción Trotskista (Estrategia Internacional) declara que la UÇK fascista es “una guerrilla con una dirección nacionalista que en el último periodo fue ganando creciente apoyo hasta transformarse en la dirección de la lucha por la independencia”. El boletín Militant del MAS belga apoya la “resistencia del pueblo kosovar” y afirma con un desconocimiento de la historia sorprendente que Milosevic representa “la herencia desastrosa del estalinismo”. Desconocen al parecer que Milosevic fué un dirigente de la Liga Comunista de tradición titista y antiestalinista. 

Enemigos de la Revolución filipina. 

La única actividad conocida del S.U. de la IV Internacional en relación a Filipinas es el ataque, la descalificación y la denuncia radical contra la fuerza principal de la Revolución filipina, el Partido Comunista (CPP). En el XX Congreso internacional del S.U. acuerdan expresar su condena. Les escandaliza el hecho que algunos troskistas enfrentados a la dirección del Partido y finalmente salidos de sus filas han sido considerados “agentes” del ejército y ejecutados. De hecho los propios troskistas reconocen que un ex dirigente del CPP, Romulo Kintanar, tras romper con el partido se convirtió en agente represivo del régimen antipopular. Fue ajusticiado el 23 de enero del 2003. Desconocemos el fundamento de las actuaciones contra el CPP. Lo que sí resulta llamativo es que los troskistas del S.U. jamás hayan condenado el régimen reaccionario dependiente del imperialismo norteamericano ni hayan denunciado su política de asesinato sistemático de sindicalistas y progresistas. 

Enemigos del Pueblo Palestino. 

Los trotskistas belgas del LSP-MAS (Movimiento por una Alternativa Socialista) declaran en el 2002 que ninguna organización Palestina merece apoyo, consideran que la OLP es una organización de terroristas, que el FPLP es otra organización terrorista que con el asesinato del ministro sionista fascista Ze’vi ha ayudado a la política de Sharon. Su dirigente Micha Teller escribe que el FPLP es una de las organizaciones mas siniestras y criminales de Palestina. Mientras Arafat es asediado por el ejército sionista que destruye su residencia la LSP le llama “capitalista corrompido”. 

Enemigos de la Revolución Africana. 

Según el intelectual comunista indio residente en Gran Bretaña Harpal Brar, hay un diputado trotskista en el Parlamento de Zimbabwe de la organización International Socialista Organisation (ISO). Se enfrenta al gobierno del ZANU de Robert Mugabe mientras éste sufre los fuertes ataques de la antigua metrópoli británica por su política de expropiación de los agricultores blancos. Afirma que los trotskistas nigerianos de la Campaign for a Worker’s Alternative y el Democratic Socialist Movement sabotean el movimiento anti-imperialista y revolucionario. En Costa de Marfil, Kenya, las islas Mauricio y Reunión y Togo funcionan partidos trotskistas. El actual rector de la escuela superior del PC de Cuba y destacado dirigente comunista cubano Raúl Valdés Vivó escribe sobre la nefasta influencia del afán de ciertos sectores de lograr aumentos de salario sin esperar a que el desarrollo de la economía de Etiopía revolucionaria de los años 70 lo permita: “Elementos trotskizantes alientan ese fenómeno negativo, lo mismo que procuran apoderarse de puestos de dirección en los “kebeles” (órganos locales de poder) para utilizarlos, en un momento dado, contra el poder revolucionario. Con firmeza son rechazados esos elementos trotskizantes por las masas laboriosas, pero el daño que pueden hacer no debe subestimarse”. 

El trotskismo como cuña de la burguesía en contra del comunismo. 

En los años 70 un candidato electoral comunista francés apellidado Durand recibió un cheque del Ministerio del Interior con una cantidad de dinero. Tras la correspondiente investigación se descubrió que el destinatario no era él sino otro candidato con el mismo apellido pero trotskista. La burguesía financiaba al trotskismo para debilitar electoralmente al PC francés. 

Historia de Trotsky y del trotskismo (IV y final) 

Practican el entrismo para sabotear desde el interior las organizaciones de izquierda. El entrismo es un invento del propio Trotsky que en 1934 planteó la entrada de sus seguidores de la Liga Comunista francesa en el Partido Socialista-Sección Francesa de la internacional obrera (SFIO). Así en 1934 la LC pasó a llamarse “Grupo bolchevique-leninista (SFIO)”. Un comunista soviético afirma que Trotsky fue “iniciador de la táctica del contrabando político y de los agentes ideológicos”. Un diccionario soviético que hemos citado presenta así el entrismo: el trotskismo “busca nuevos procedimientos de actividad subversiva antirrevolucionaria utilizando la táctica del denominado entrismo, es decir, la infiltración enmascarada, el doble juego, en las organizaciones democráticas de masas con el fin de minarlas desde dentro, de introducir la desorganización en su trabajo, de reclutar partidarios”. Los trotskistas lo practican con frecuencia. En julio de 1964 los trotskistas penetraron en el seno del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre de Guatemala con el propósito de lanzar una campaña de ataques políticos contra el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT, comunista). Los disconformes con las tesis trotskistas se separaron de dicha organización para crear las Fuerzas Armadas Rebeldes. Varias organizaciones amplias de izquierda como el Partido de los Trabajadores (PT) del Brasil, Euskal Herritarrok, el Partido de la Refundación Comunista de Italia (PRCI), el PRD de México, el Partido del Socialismo Democrático (PDS) de Alemania e Izquierda Unida (IU) de España sufren la acción corrosiva y de zapa de diversas tendencias, sectas y corrientes trotskistas que procuran apartarlo de la fidelidad a los ideales de la Revolución Socialista y de la clase obrera y convertirlas en organizaciones socialdemócratas oportunistas con un lenguaje más o menos izquierdista, según las circunstancias. 

La gran burguesía ama a los trotskistas. 

En 1929 el diario británico más importante, Daily Express, invita a Trotsky a escribir una serie de artículos durante tres días pagándoselos a precio de oro. En julio de 1933 el gobierno de derechas de Daladier autoriza a Trotsky a residir en Francia. La Universidad anticomunista y proimperialista de Harvard dispone hace años de un archivo Trotsky que ha sido muy útil durante la guerra fría contra el comunismo. Es curioso observar cómo los dirigentes e ideólogos trotskistas no tienen ningún problema en desarrollar carreras en las universidades burguesas anticomunistas alcanzando incluso puestos de responsabilidad. Es el caso de Daniel Bensaïd, Pierre Broué, Fougeyrollas, Catherine Samary y Pierre Naville en Francia, de Ernst Mandel y Roland Lew en Bélgica, de Ramón Zallo en la UPV-EHU, de Jaime Pastor en la UNED española.

La prensa burguesa francesa dedica sus esfuerzos en hacer propaganda del trotskismo: El periódico reaccionario francés Figaro Littéraire del 28 de febrero del 2002 dedica sus artículos centrales a alabar el troskismo. En marzo del 2002 Radio TV Luxemburgo (RTL) invita a la portavoz de LO Arlette Laguillier a un debate en horario de máxima audiencia. El periódico Le Monde apoya el 4 de enero del 2003 con despliegue de medios tipográficos la publicación de un libro del fundador de la Lutte Ouvrière (LO) Robert Barcia, Hardy. Le dedica una foto en colores en la primera página, una entrevista en páginas interiores en la que denuncia a Fidel Castro como no demócrata y al Che Guevara como su colaborador, y una reseña. Una TV privada dedica a LO un programa especial el domingo 10 de agosto del 2003 en la emisión “Secrets d’actualité” en el que los trotskistas de LCR son utilizados para atacar a la LO. Los guiñoles del Canal + francés hacen descarada propaganda de Laguillier y Besancento mientras denigran a Lenin y a cualquier posibilidad de Revolución socialista. 

Los trotskistas y los fascistas, aliados en la lucha anticomunista. 

En Francia el trotskista Jean Rous, que había liderado la tendencia “La Voix de Lénine” en el seno del “Partido Socialista Obrero Campesino” (PSOP), disuelto al comenzar la guerra en 1940, crea un “movimiento nacional revolucionario” (MNR) de ideología pro nazi. El MNR se muestra favorable a la colaboración con Alemania. Los miembros de otro grupo trotskista francés, “Partido Comunista internacionalista” (PCI, que también desaparece), Henri Molnier y Roger Foirier, practican el entrismo en el partido fascista “Rassemblement National Populaire” (RNP) de Déat. Otros trotskistas les “condenan a muerte” por su colaboración con los fascistas. Un libro destaca la eficaz y activa militancia de Foirier en ese partido que al parecer dura hasta 1941. Hubo en Francia unos pocos trotskistas del tercer partido trotskista de la época, el “Partido Obrero Internacionalista”, que lucharon contra la ocupación en Bretaña y región parisina pero aislados de su dirección política y en ocasiones en desacuerdo con la misma. En esa época a los trotskistas se les conocía como los “hitlero-trotskistas”. Según la revista germano-occidental Die Neue Gessellschaft publicada en mayo de 1962 Hitler decía que “Trotski le enseñó muchas cosas”. En su biografía de Adolf Hitler, Der Fürher, Konrad Heiden afirma que en 1930 el jefe nazi blandió el libro de Trostsky Mi vida ante sus correligionarios gritando: “He aprendido mucho (con la lectura del libro) y vosotros también podéis aprender”. En los años 70 la secta trostskista francesa La Vieille Taupe creada en 1967 por un aventurero llamado Pierre Guillaume, antiguo miembro del grupo “Socialismo y barbarie” de Castoriadis y Lefort, apoya al profesor de literatura pro nazi que niega los crímenes nazis e intenta disculpar a este régimen nazi, Robert Faurisson, que fue expulsado de la Universidad y condenado por calumnias. Dicho grupúsculo publicó sus obras. La dictadura franquista publica ampliamente propaganda troskista mientras aplica una férrea censura y prohíbe toda idea progresista, democrática y antifascista. Por ejemplo en 1961 se edita legalmente en Barcelona la obra de Julián Gorkín, “Cómo asesinó Stalin a Trotski”; en 1967 la editorial Plaza & Janés publica la biografía de Stalin escrita por Trotsky, y en 1974 se publica la obra de Gorkín “El proceso de Moscú: el sacrificio de Andrés Nin”... 

Pacifistas burgueses. 

En los años 60 y 70 el SWP trotskista controlando la National Peace Action Coalition (NPAC) en USA impulsa la campaña “Traer las tropas a casa ahora” para pedir la retirada de las tropas USA de Vietnam. En ocasiones atacaba a quienes se solidarizaban con los combatientes comunistas vietnamitas. 

Aliados entusiastas de la socialdemocracia europea. 

Ya en los años 30 el trotskista caribeño CLR James se integró en el partido laborista británico y los trotskistas llegaron a dominar la Labour League of Youth en el norte de Londres. En los años 60 la SLL de Healy conquista la dirección de la juventud del partido laborista británico. En 1971 el miembro de la OCI de Lambert Lionel Jospin entra en el PS llegando a ser primer ministro. En 1981 esa organización llamó a votar por el socialdemócrata de derechas Mitterrand a las presidenciales francesas y le apoyó con todas sus fuerzas llegando a organizar el servicio de orden del PS en su toma de posesión. En 1986 el miembro de la dirección de la OCI y presidente de la Unión de Estudiantes de Francia Jean-Christophe Cambadelis se unió al PS junto a otros 400 militantes. Un diario francés escribe que Mitterrand supo emplear a su favor la capacidad demagógica de los trotskistas, su experiencia en manipular asambleas y su experiencia para reducir la influencia del PCF. En 1997 la LCR llamó a votar por Jospin. La LICR pide el voto para Jospin, Blair (tanto en 1997 como en 2001) y Schroëder (en el 2002). La AWL de Matgamna pertenece y apoya al partido laborista y al gobierno de Tony Blair. El POS belga tiene algunos electos locales pero surgidos de listas del SP (Flandes) o PS (Walonia). El POSI español es considerado un instrumento del PSOE para influir en la extrema izquierda. Su núcleo principal está en Getafe. Sus miembros pertenecen a las juventudes del PSOE. Los veteranos del POUM han pasado también al PSOE.


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13 de octubre de 2006.



Trotsky y el Trotskismo: Un Análisis Crítico Desde el Marxismo-Leninismo


DESDE LA ORGANIZACIÓN COMUNISTA REVOLUCIÓN queremos contribuir con un análisis que trate de explicar por qué históricamente la aplastante mayoría de personas que nos organizamos como comunistas hemos rechazado el trotskismo. Queremos hacer esta contribución porque sabemos que esta es una cuestión que a menudo suscita dudas entre quienes empiezan a implicarse más activamente en las luchas sociales, especialmente cuando se acercan al movimiento comunista y se encuentran con que, lo que desde fuera parece una trifulca entre comunistas rusos de la primera mitad del siglo XX, sigue saliendo a relucir de tanto en tanto. 

Si fuera por nuestra organización, este debate podría darse tranquilamente y de manera bien documentada entre aquellas personas que realmente quieren luchar por un cambio social real en favor de la clase trabajadora, pero somos conscientes de que es el 21 de agosto cuando toda la prensa de los capitalistas y los políticos del sistema, desde la izquierda reformista hasta la derecha liberal-conservadora, usan la muerte de Trotsky a manos de Ramón Mercader como forma de atacar al comunismo, de reforzar la idea de que existen comunistas buenos y comunistas malos, y los comunistas buenos, “casualmente”, siempre son aquellos que han dado lugar a movimientos que no han ido a ninguna parte.

Por eso, aunque haya a quien pueda resultarle de mal gusto, publicamos este artículo como respuesta al falso debate forzado por los capitalistas.

Qué pasa con Trotsky

Para muchas personas que se interesan por el socialismo y no tienen contacto previo con militantes comunistas, Trotsky suele ser una de las primeras opciones a consultar. Al fin y al cabo, Trotsky parece ser la figura revolucionaria “menos incómoda”, después de Marx y Engels. Tomó parte importante en la Revolución Bolchevique, luchó contra el Ejército Blanco zarista y después se sacrificó por los pecados de la humanidad, quedó, según nos dicen, sin mancha, perseguido por sus ideales verdaderamente comunistas por una burocracia totalitaria y desalmada.

Trotsky siempre ha sido, y sigue siendo, un icono utilizado por los capitalistas incluso después de la Guerra Fría por un motivo: ellos creen que demuestra inapelablemente cómo la revolución y el socialismo siempre salen mal, siempre acaban distorsionados y deformados. Suaviza la propaganda anticomunista más cruda, que presenta a los comunistas como totalitarios sin escrúpulos, diciendo: “bueno, quizás hay algunos buenos, pero al final son los tontos útiles de los otros comunistas, mira cómo acabó Trotsky”.

Desde luego, si uno quiere ser crítico con el capitalismo y cree que es posible un sistema mejor, Trotsky es la alternativa más reconfortante. Nada de incómodos dilemas históricos, “el socialismo nunca ha existido”, nada de discusiones con amigos, familia o compañeros de lucha, “la Unión Soviética y las demás experiencias socialistas fueron efectivamente dictaduras más parecidas al fascismo que al socialismo”.

El problema es que, como iremos viendo a lo largo de este artículo, no es casualidad que el trotskismo no plantee nunca compromisos o dilemas históricos. Tanto cuando Trotsky estaba vivo como, especialmente, tras su muerte, el trotskismo atrae a personas progresistas precisamente por la visión épica y reconfortante de que es posible a la vez abordar decididamente los más importantes problemas sociales partiendo de un análisis materialista de la realidad, sin tener que pasar por el aro de la realidad para resolverlos.

Trotsky y el trotskismo:

El trotskismo como corriente política está íntimamente ligado a la figura de Trotsky y el grupo de militantes allegados que capitaneaba. Pero el trotskismo no es un accidente histórico, la figura de Trotsky y su trascendencia como continuo “acompañante crítico” de los bolcheviques y, más tarde, de Lenin no hubiera existido nunca si Trotsky no hubiera representado políticamente a alguien, a una postura política que siempre existe dentro de la lucha de clases.

Por eso, es útil empezar por entender la trayectoria de Trotsky a grandes rasgos, porque en su carácter contradictorio se explica la verdadera naturaleza de la posición que representa Trotsky en la lucha de clases.

Leon Trotsky (Lev Davidovich Bronstein por su nombre de pila) tuvo una carrera política atravesada por 3 constantes que están relacionadas entre sí:

 1. Ante cada dilema histórico, estar a la izquierda de la realidad

Ante cualquier situación que claramente dividía en dos campos bien delimitados a los socialistas, Trotsky siempre creía haber encontrado una síntesis superadora genial que permitía aparcar las diferencias bajo su mando, una síntesis que permitía conformarse con una “dulce derrota” cubierta de épica revolucionaria.

a) Cuando el desarrollo del imperialismo, con su monopolismo y la burocratización y militarización de los Estados planteó a los revolucionarios la tarea de decidir qué instrumento revolucionario necesitaban:

Unos defendían la necesidad de un Partido que fuera una organización de combate profesional y disciplinada (postura bolchevique), otros un Partido que hiciera de portavoz pasivo y aglutinador de los trabajadores de toda tendencia autodenominada socialista (postura menchevique)[1].

Trotsky plantea su superación: ni partido de masas reformista, ni partido de vanguardia revolucionario, partido de masas revolucionario, unidad entre los que defienden una vía y otra lo que, por supuesto, implica un partido de masas que, frente a un enemigo tan preciso como el Estado capitalista, solo puede ser reformista.

Cuando la revolución democrática rusa de 1905 obliga a los socialistas rusos a definir la alternativa al zarismo, los socialistas rusos se dividen en dos grandes grupos:

Dejar que tome el poder la burguesía y confiar en que ella llevará hasta el final la limpieza de todos los reductos zaristas, aunque esta burguesía claramente tenga más que perder si se alía con las masas populares que con la aristocracia feudal y la burguesía imperialista internacional (mencheviques).

O, por el contrario, los socialistas deben defender una dictadura obrero-campesina que resuelva las tareas democráticas en el campo mientras asienta el poder obrero y el socialismo en la ciudad, y va deslindando a las diferentes capas del campesinado para ganar al campesinado pobre y medio para el socialismo, de manera que el poder obrero cuente con una potente base en un país eminentemente campesino (bolcheviques).

Trotsky se saca de la chistera otra genialidad superadora que no convence a prácticamente nadie: el proletariado no puede confiar en la burguesía liberal, pero tampoco puede confiar en el campesinado, que necesariamente terminará enfrentándose al proletariado porque la revolución agraria y la revolución socialista son, según Trotsky, antagónicas, así que la tarea en Rusia (y cualquier otro país por atrasado que sea) debe ser la toma del poder en exclusiva por parte de la clase obrera teniendo como apoyo principal no a las clases oprimidas por el capitalismo en ese país, sino a la clase obrera internacional, que con toda seguridad se alzará revolucionariamente en solidaridad con el proletariado ruso[2].

Esta postura ya sonaba entonces muy utópica, pero la Historia ha disipado toda posible duda sobre quién supuso el apoyo principal del poder soviético: las capas populares del campesinado soviético.

b) Cuando los bolcheviques acaban de tomar el poder y la joven República soviética necesita salir de la I Guerra Mundial, de nuevo aparecen dos posturas:

O lanzarse a una conquista revolucionaria de Europa (Bujarin), o reconocer la debilidad del recién nacido Estado obrero y firmar un tratado de paz aunque suponga perder algunos territorios del antiguo Imperio Ruso ocupados por las potencias beligerantes (Lenin y Stalin).

Trotsky textualmente propone “ni guerra, ni paz”[3], lo que la joven República soviética debe hacer es no firmar ningún tratado, no comprometerse a nada, simplemente cesar el fuego unilateralmente y esperar que, como consecuencia de ello, si las potencias imperialistas intentan atacar la Rusia soviética, los trabajadores de dichas naciones es completamente seguro que se alzaran en armas contra sus propios gobiernos, y la revolución mundial comenzará.

En la práctica, Trotsky bloqueó las negociaciones de paz, lo que supuso que las potencias imperialistas rompieran finalmente las negociaciones y la Rusia soviética tuviese que enviar a la desesperada un armisticio que terminó traduciéndose en una paz sin contrapartidas con Alemania y una invasión por parte del resto de potencias imperialistas.

c) Cuando, pasados los primeros años 20, ya resulta evidente que no va a haber pronto una revolución socialista en Europa Occidental que asista y sirva de apoyo a la URSS, la cuestión de a dónde tiene que ir la URSS, cómo debe desarrollarse el socialismo, aparece sobre la mesa y, de nuevo, se pueden divisar dos grandes grupos:

Por un lado, un grupo de dirigentes soviéticos defiende que, en mayor o menor medida, la URSS debe conformarse con una economía que se apoye sobre los pequeños capitalistas terratenientes en el campo y la dependencia técnica y de capitales hacia las potencias imperialistas en la industria (Bujarin, Zinoviev y Kamenev, con matices), mientras que otro grupo plantea que no, que la construcción socialista debe abordarse con decisión, empezando por la gran industria y dando pasos progresivos en el campo contra los grandes terratenientes que acaparan y especulan con la producción agraria, para fortalecer el poder obrero y que esto, a su vez, permita convertir a la URSS en un cuartel general para una verdadera revolución mundial (Stalin)[4].

Ante esta disyuntiva, Trotsky niega la mayor, rompe con el debate tal y como está planteado y dice que el debate no está en cómo construir el socialismo en la URSS, sino siquiera si es posible hacerlo. Con argumentos pretendidamente económicos[5], Trotsky viene a decir que la construcción del socialismo en la URSS, la construcción de una producción completamente planificada y bajo control obrero, es imposible, que sin una revolución mundial, necesariamente la dependencia de la URSS subdesarrollada hacia los países capitalistas hará que tenga que retroceder hacia el capitalismo.

En la práctica, su postura no supone alternativa alguna para la clase obrera soviética, simplemente oscila entre el derrotismo del sector de la derecha del PCUS(b)[6] y un aventurerismo que le lleva a proponer aún en 1926-1927, con la economía soviética maltrecha recién salida de la NEP, a querer cargar frontalmente contra los campesinos ricos y medios[7].

2.Todo el poder para los visionarios

Aunque pueda sonar provocador, la segunda constante en la política de Trotsky es precisamente su convicción no declarada de que el factor decisivo para una política revolucionaria exitosa es el mando absoluto e incontestable de uno o unos pocos visionarios geniales (en su caso, él mismo). Cuando las masas o las bases de la organización rechazan ese mando, deben existir subterfugios, instrumentos de reserva, para que esos grandes visionarios incomprendidos puedan seguir maniobrando para regresar en algún momento y arreglar los desperfectos.

Así es como se entienden dos aspectos aparentemente contradictorios de la política de Trotsky: su extremo autoritarismo cuando ostenta posiciones de mando y su exigencia de un democratismo extremo, aun a riesgo de dividir gravemente las filas revolucionarias, cuando queda en minoría.

El autoritarismo en Trotsky:

La vena autoritaria, casi aristocrática, de Trotsky, aunque poco aireada por la prensa capitalista y el movimiento trotskista, es notable para cualquiera que se moleste en leer una de sus obras, especialmente posteriores a la Revolución de Octubre.

La visión que Trotsky tiene sobre un buen político revolucionario, cosa que va reduciéndose cada vez más y más hasta incluirlo básicamente a él solo, es la de un genio que pronostica el desarrollo de los acontecimientos con años de antelación, y que está condenado a ver cómo su visión choca con los bajos deseos de las “masas atrasadas” no proletarias y, muy especialmente, de los militantes del Partido.

Y es que si para alguien tiene tinta Trotsky a lo largo de su carrera política es para los militantes bolcheviques que hacen posible la toma del poder, la construcción del poder obrero y, después, la construcción socialista. Burócratas incorregibles, aspirantes a ministro menchevique y otras lindezas son algunos de los calificativos más flojos que Trotsky dirige contra los militantes revolucionarios dentro y fuera de la URSS.

Al leer cómo recuerda Trotsky la Revolución de Octubre, como un cúmulo de dirigentes bolcheviques inútiles que, si no llega a ser por Trotsky, nunca hubieran hecho la Revolución[8] o cómo describe a los militantes revolucionarios que estaban siendo masacrados por el fascismo y por las democracias burguesas occidentales en 1938[9], ya se deja entrever la visión que Trotsky tiene de la política revolucionaria: grandes visionarios teniendo que lidiar con inútiles sin seso o sin fuerza de voluntad.

Este desprecio por la militancia intermedia y de base del Partido Comunista, como torpes que frenan la voluntad revolucionaria de las masas que solo un genio puede interpretar, se materializa en varios momentos de su carrera política, especialmente tras la toma del poder:

a) Durante su etapa como dirigente máximo del Ejército Rojo en la Guerra Civil contra el Ejército Blanco y las potencias imperialistas invasoras, es bien conocido que Trotsky apostó firmemente por utilizar el conocimiento militar de los militares zaristas. Al principio, accedió a que estos militares fueran controlados por Comisarios Políticos bolcheviques, pero a medida que estos Comisarios Políticos fueron volviéndose incómodos para que hiciera valer su propia estrategia de guerra, propuso subordinarlos por completo al mando militar antiguamente zarista y llegó a ejecutar a Comisarios Políticos comunistas para dar ejemplo[10].

b) En esta misma campaña militar, Trotsky mostró cómo su “audacia revolucionaria” no se detenía ante las molestas opiniones de las masas populares. En la campaña en Polonia, su postura respecto a “liberar” Polonia contra el deseo de los polacos fue notoria, y le valió una gran polémica con Stalin[11].

c) En 1920 y 1921, al calor del debate sobre qué papel debían jugar los sindicatos bajo la dictadura del proletariado, Trotsky intentó en la práctica militarizar los sindicatos, someter a los sindicatos a una estricta dictadura dirigida desde los ámbitos de planificación económica, dado que, pese a que el Partido Comunista con Lenin aún vivo entendía que, aun con un Estado obrero-campesino, existen tendencias burocráticas (más aún en 1921), Trotsky veía ya este Estado obrero como algo perfecto, contra el que no tenía sentido que existieran sindicatos porque no tenían nadie contra quién protestar, no tenían nadie a quien exigirle mejoras materiales para la clase trabajadora, si el Estado ya era obrero, ¿cómo iba a haber que ganarse a los obreros?[12].

Aunque Lenin trató de hacérselo entender en 1920 con la obra que hemos citado arriba, Trotsky siguió tratando de hacer valer desde sus puestos de control su particular dictadura del proletariado sobre el proletariado, pasando por encima de la voluntad de los trabajadores sindicados e incluso contra los deseos de los comunistas organizados en dichos sindicatos[13].

Estos son algunos ejemplos clave que muestran la visión del ejercicio del poder en Trotsky. Y, el complemento perfecto que va apareciendo con el paso de los años es su conocida defensa del derecho a constituir fracciones dentro del Partido Comunista. Veamos este proceso.

El fraccionalismo: La otra cara de la moneda

En el X Congreso del PCUS(b), en 1921, a propuesta de Lenin, son ilegalizadas las fracciones dentro del Partido Comunista, cosa que se hará extensiva a todos los Partidos Comunistas del mundo. El sentido que esto tiene es el siguiente: el Partido Comunista no es un partido político pensado para hacer de portavoz de un grupo de gente en las instituciones representativas burguesas. Es una herramienta que pretende reclutar y formar a las y los revolucionarios más entregados y capaces para, conjuntamente, aplicando el método científico, tratar de llegar a las mejores conclusiones posibles sobre cómo llevar a la clase obrera al poder, construir el socialismo y llegar al comunismo. Mientras se da la toma de decisiones, la libertad para opinar y discutir es total, de hecho, no es solo un derecho, es una obligación de cada militante velar porque todas las opiniones sean documentadas y expresadas.

Pero, a diferencia de cualquier otro caso en el que se aplique el método científico, la revolución no es algo que pueda esperar, el laboratorio es la práctica de la lucha de clases, y es un laboratorio bastante hostil. La división interna, las refriegas, la desconfianza o la simple dispersión de fuerzas y falta de claridad en la cadena de mando han sido, son y serán aprovechadas por los capitalistas y sus cuerpos de represión para impedir el avance de las posiciones del Partido Comunista.

Una vez tomado el poder, el Partido Comunista que ha dirigido la revolución, se convierte por el propio desarrollo del proceso, en el dirigente máximo de la Revolución, e intensifica la profesionalización de su forma de trabajar, analizar y debatir, la transparencia y rendición de cuentas hacia la clase obrera y el compromiso de incluir y formar continuamente a las personas más honestas, esforzadas y comprometidas con el progreso social de entre la clase obrera.

La clase obrera conserva la última palabra en todos los aspectos, ya que es quien decide qué se hace y qué no con su voto y su participación activa en los consejos que integran la Democracia Obrera (los famosos soviets en la URSS), de manera que la tarea del Partido Comunista es tratar de encontrar las mejores propuestas para el avance del socialismo y la profundización del poder obrero, así como el avance de la revolución mundial, y, con esas propuestas en la mano, hacer lo posible para convencer a la población trabajadora de estas propuestas, así como aprender de ella y recoger sus aportaciones.

Así, lo que puede ser caricaturizado como una dictadura de un solo partido, es en realidad un sistema complejo en el que un trabajador cualquiera tiene mucho más que decir y hacer que en cualquier democracia capitalista, y el Partido Comunista es un instrumento político unido por mil hilos a la propia clase obrera.

Trotsky, en el momento en que tiene lugar la Revolución y hasta 1921, entiende esto, al menos sobre el papel. Está de acuerdo con ello porque él está, a todas luces, en el top 5 de dirigentes más influyentes de la Revolución de Octubre, y mientras está en esa posición, no tiene miramientos en excederse en el uso de la fuerza contra cualquiera que disienta con él, incluso miembros del Partido Comunista que se atienen a los cauces correctos.

Sin embargo, sus posturas van volviéndolo impopular: los trotskistas van perdiendo popularidad a medida que el Partido Comunista bolchevique, ya en ejercicio del poder, crece y toman más importancia cuestiones prácticas sobre cómo atraer hacia la política del gobierno soviético por su propia voluntad y no por la fuerza a las masas trabajadoras y campesinas (cuestión del control del mando militar zarista, de los sindicatos, de cuándo y cómo iniciar la ofensiva contra los terratenientes…), y sobre qué camino debe tomar la construcción socialista en la URSS.

Así, datos del propio PCUS(b) muestran cómo los trotskistas eran cerca de un cuarto de la militancia bolchevique en 1918, y para el año 1927, sumando a todo el bloque de oposición (Trotsky por la izquierda y Zinoviev y Kamenev por la derecha), solo son unos 3000 militantes del total de 572.000 que integran el Partido.[14]

Así, a medida que Trotsky es apartado de puestos de mando, va perdiendo capacidad de aplicar por hechos consumados, su línea política dejando en papel mojado los acuerdos del Partido (como había hecho anteriormente en la firma de Paz de Brest-Listovsk, el Ejército Rojo o los sindicatos), de aprovechar los recovecos burocráticos del Partido, y entonces entra en juego cada vez más y más su derecho a imponer una y otra vez el debate de sus tesis políticas.

Su anterior tolerancia con las fracciones se convierte en una defensa apasionada de las mismas, y, de hecho, ejerce en numerosas ocasiones ilegalmente el fraccionalismo dentro del Partido Comunista para tratar de volver a llevar a debate, con alguna pequeña modificación, sus tesis ya rechazadas entorno a distintos aspectos del socialismo en un solo país, la revolución permanente, la cuestión agraria, los sindicatos, etc. No nos es posible citar un solo ejemplo de esto, de hecho, prácticamente todas las polémicas soviéticas entre el año 1924 y el año 1929 son una reiteración de discusiones una y otra vez sobre detalles de la línea de Trotsky frente a la línea oficial del Partido Comunista, donde son contraargumentadas de forma rigurosa y rechazadas.[15]

Finalmente, en un momento en que sus intentos reiterados de volver a forzar la votación de sus tesis políticas ha llegado a traer problemas de seguridad, como el contacto con una imprenta opositora liberal clandestina que está, a su vez, pasando información al exilio zarista y las potencias imperialistas, y su campaña contra el gobierno soviético ha llegado a extremos que dan a entender a las potencias imperialistas que la URSS está lista para ser invadida o directamente para rendirse, Trotsky es exiliado forzosamente en 1929, no sin antes habérsele ofrecido una tregua a cambio de que disuelva su fracción y vuelva al Partido Comunista, tregua que aceptan Zinoviev y Kamenev, pero no Trotsky, que intentará una vez más constituir una fracción de cara a implantar sus tesis (ya rechazadas) en el XV Congreso del PC(b)[16].

Aunque Trotsky siempre entendió que básicamente se le desplazó de un puesto que era suyo por derecho, fue mediante un debate abierto y frontal como él perdió el favor de los militantes del Partido Comunista, que, a su vez, estaban conectados mediante organizaciones de masas no comunistas (como los sindicatos o los soviets) al resto de la clase trabajadora. Realmente la defensa del fraccionalismo era la defensa del derecho a utilizar la aritmética interna del aparato de un partido político, como haría alguien en el PP o el PSOE, para recuperar mediante los cupos lo que no podía ganar por los votos y los debates.

Así pues, la forma en que Trotsky entiende la política revolucionaria no es la de constituir un Partido cohesionado y disciplinado donde todo el mundo juegue un papel, y que esté conectado con la clase obrera y otras clases oprimidas a través de organizaciones de masas no comunistas, sino la de un pequeño partido de genios que continuamente dan golpes de palacio en el aparato para sacar adelante su visión perfecta y acabada, caiga quien caiga. Es en esa visión burocrática y burguesa de la política como hay que entender esa doble naturaleza contradictoria de Trotsky: autoritarismo burocrático desde el poder, fraccionalismo desde la oposición.

La obra teórica de Trotsky: demagogia vestida de ciencia

Una cuestión especialmente problemática a la hora de abordar la obra teórica de Trotsky para tratar de entenderla y, en nuestro caso, de explicar qué defiende y por qué lo que defiende no nos sirve a las y los comunistas, es que Trotsky no utiliza un método de polémica científico.

El marxismo parte de la aplicación del método científico a la realidad social. La idea es que, cuando hay un debate, si realmente creemos en la revolución, hemos de hacer todo lo posible por argumentar exponiendo lo que pensamos sinceramente, investigando a fondo los problemas y contrastándolos a la luz de la realidad social que podemos contrastar con datos, de nuestra experiencia en la lucha de clases, la de nuestros compañeros y compañeras, y la de los revolucionarios que nos precedieron, que está recogida en forma de obras teóricas marxistas.

Cuando algo nos importa mucho, cuando verdaderamente queremos resolver un problema y hemos de resolverlo en grupo, ha de estar claro si estamos de acuerdo en cuál es el problema, en los puntos principales para resolverlo, en las tareas para cumplir esos objetivos, en quién se encarga de ellas, etc.

Cuando, echando la vista atrás, tenemos que hacer un balance serio de por qué algo ha salido mal, si verdaderamente nos importa que el error no vuelva a repetirse, hemos de buscar qué errores ha habido que hayan podido llevar a cometer el error: ¿fueron al analizar el problema?, ¿fueron al encontrar los puntos principales para resolverlo?, ¿se dieron al planificar las tareas para resolverlo? Si verdaderamente nos importa, no nos dedicamos a escampar la culpa, a lavarnos las manos respecto a lo ocurrido, y mucho menos a sembrar confusión respecto a todo lo anterior para poder decir “os lo dije”.

Esta es una forma de debatir muy diferente a la que se encuentra en la política que se contenta en la práctica con reformar el capitalismo. Si el objetivo real no es hacer una revolución, sino ganar unas elecciones, ganar un puesto en un partido o simplemente sentirse más radical que otra persona, ganan mucho más peso los juegos de palabras, las descontextualizaciones…

Muy habitual entre quienes hacen política de manera oportunista es difuminar las diferencias en el momento de toma de decisiones para sacar adelante sus posturas o poder salir electo en un cargo de responsabilidad y forzar su agenda política particular (“en el fondo estamos todos de acuerdo”, “estamos diciendo lo mismo con diferentes palabras”, “venimos de diferentes tradiciones, pero todos queremos lo mismo”).

Si se toma cualquiera de las obras importantes de polémica por parte de Trotsky y se compara con una de Marx, Engels, Lenin, Stalin… Cuesta poco comprobar el contraste. La claridad con la que los autores comunistas más conocidos destacan sus argumentos principales, corrigen sus anteriores errores y se distinguen de aquellos con quienes polemizan, no tiene nada que ver con Trotsky.

Tomemos, por ejemplo, la obra de La Revolución Permanente. En esta obra, Trotsky únicamente polemiza entorno al contenido principal de la polémica que él mismo aborda[17] en la introducción y tras el epílogo y, aun con ello, realmente no ofrece un balance sistemático de por qué no puede construirse el socialismo en un solo país.

Por el contrario, cuando se le acusa de haber tenido y seguir teniendo una postura idealista radical y diferente a la de Lenin y los bolcheviques en la cuestión de la dictadura obrero-campesina, Trotsky asegura indignadísimo que eso no es cierto, que si acaso en 1906 él tenía todavía más claro que Lenin que la dictadura de los obreros era posible y se apoyaría en los campesinos, y que la diferencia entre su postura y la de Lenin era poco más que un juego de palabras.

Cualquiera que logre pasar del tercer capítulo de la obra de Trotsky de 1906, Resultados y perspectivas, podrá ver claramente que no, que Trotsky no defendía lo mismo que Lenin con pocas diferencias. Que en todo momento Trotsky acusa a los bolcheviques de ser idealistas que piensan que al campesinado se le puede ganar para la construcción socialista, y que, según él, el campesinado se alzará contra la dictadura obrera, y esta solo puede confiar en la inevitable revolución mundial que se desencadenará tras la revolución socialista en Rusia.

También en La Revolución Permanente, Trotsky reduce sus choques con Lenin en el antiguo POSDR sobre si tener o no un Partido de nuevo tipo, disciplinado y centralista democrático, a una pequeña rencilla en la que Lenin simplemente habría criticado a Trotsky haber sido demasiado bienpensante y conciliador con los mencheviques reformistas. Esto en 1929, borrando de un plumazo lo que él mismo había reconocido con Lenin todavía vivo[18]: que Trotsky se había opuesto a toda la concepción política del Partido revolucionario que propone Lenin.

Naturalmente no hay ningún problema en que, como Trotsky dice en 1923, tardase en rechazar el menchevismo y abrazar el bolchevismo. El problema está en que, según pasan los años, Trotsky reescribe la historia para aparecer cada vez más y más como el ojito derecho de Lenin, y que poco menos que Lenin le hizo una crítica en 1903 por ser demasiado bueno, crítica que Trotsky acepta teatralmente en retrospectiva.

Y esta no es la última técnica propia de club de debate que le queda a Trotsky para intentar que sus posturas políticas queden difuminadas y encontrar la manera de colarlas en el Partido Comunista “por la puerta de atrás”.

Quizás una de las más paradigmáticas es cuando, en 1923[19], en pleno debate sobre si adoptar o no una serie de tesis de Trotsky propuestas tanto a la Internacional Comunista como al Partido Comunista, Trotsky niega directamente que exista el trotskismo. ¡La misma persona que 15 años más tarde estará construyendo su propia IV Internacional Comunista!

Suena más divertido todavía si se piensa hoy en día, cuando cualquiera que haya consultado la web de un par de organizaciones comunistas sabría identificar una organización trotskista a la legua.

Y, de la misma manera que Trotsky difumina al extremo, más aún según pasan los años, sus importantes diferencias políticas con Lenin, a su vez es usualmente acusado de exagerar teatralmente las diferencias que él llama “de principios” con tal de poder aplicar su particular forma autoritaria y burocrática de ejercer el liderazgo político apoyándose en los documentos congresuales aprobados[20].

Resumiendo:

Aunque aún quedan por abordar dos aspectos principales que definen la corriente política trotskista, hemos querido analizar primero la política realmente existente de Trotsky, sus características fundamentales, lo que es, más allá de lo que dice ser, para poder entender mejor no solo la política de Trotsky y el trotskismo originario, sino las distintas variantes que han evolucionado a partir de la IV Internacional.

Como se puede comprobar, Trotsky trascendió políticamente porque representa una postura que existe en la lucha de clases: una de las posturas pequeñoburguesas.

Es la postura de quien toma parte en la lucha social en el campo de los oprimidos y sabe que hay una serie de cuestiones que no pueden pasarse por alto (necesidad de la revolución, de la dictadura del proletariado, del socialismo para llegar al comunismo…), pero, por otro lado, en lo concreto es incapaz de hacer el esfuerzo de bajar a la realidad y trabajar con la realidad concreta de la lucha de clases, ya sea porque siente que las masas son demasiado atrasadas y no confía en su acción, porque siente que ha de comprometer sus ideales y la lucha de clases va demasiado lenta, porque el socialismo no es tan bonito como imaginaba; de manera que, a final de cuentas, se contenta con ser un militante activo socialmente que critica desde posiciones idealistas todo lo demás, haciendo las cosas más fáciles al reformismo e, incluso, a la reacción en ocasiones.

Ante los dilemas, salirse por la tangente con poses extremistas que no tienen aplicación práctica o que, directamente, son contraproducentes porque intentan pasar por encima de los deseos de las masas; en la organización del Partido y las asociaciones de lucha de las masas, capturar lo antes posible los puestos de mando con cualquier recurso posible para que estén “en buenas manos” y utilizar todos los subterfugios necesarios para conservar ese poder o recuperarlo si se ha perdido; en el debate y la polémica, embrollar todo lo que se pueda y hacer uso de trucos retóricos para ganar posiciones.

Esa es la forma de hacer política de Trotsky, es la experiencia que Trotsky condensa en sus escritos, en su teoría, y está en el ADN del movimiento trotskista, por muy honestos que puedan ser sus militantes.

Ahora, pasemos a analizar sus dos legados principales: la teoría de la Revolución Permanente y el Programa de Transición.

 Revolución permanente

Como ya hemos adelantado anteriormente, a diferencia de la teoría que podemos encontrar en Lenin, que es sistemática y clara, la teoría en Trotsky es mucho más confusa, cambiante y errática, en la medida en que sus obras se utilizan, por un lado, para exponer sus puntos de vista, pero, por otro, para intentar convencer a los miembros del Partido Comunista de la URSS o al Movimiento Comunista Internacional de que sus puntos de vista y los de Lenin son idénticos.

Efectivamente, en su obra de 1929, La Revolución Permanente, Trotsky no se molesta en destacar exactamente cuáles de sus tesis sobre la Revolución Permanente difieren con las tesis oficiales del Partido Comunista, pero podemos encontrar tres, tanto de la lectura de esta obra como de otras anteriores y algunos de sus posicionamientos en el pasado[21]:

1. El socialismo no puede construirse en un solo país, por mucho que se monopolice el comercio con el exterior. Tarde o temprano, el crecimiento económico se detendrá, la economía se estancará y habrá que rendirse ante el mundo capitalista o restaurar total o parcialmente el capitalismo. Además, el socialismo en un solo país genera tendencias chovinistas atrasadas que llevan necesariamente a abandonar la perspectiva de la revolución mundial.

2. La dictadura que construyen los proletarios tras tomar el poder es siempre y únicamente una dictadura exclusiva del proletariado que se apoya sobre diferentes clases, campesinado u otras, pero teniendo este apoyo fecha de caducidad, debido a las irreconciliables contradicciones entre las tareas de la revolución agraria (nacionalización de la tierra y reparto para su usufructo) con las tareas de la revolución socialista (colectivización), de manera que el único apoyo confiable de la dictadura del proletariado es el proletariado de otros países, que, con la presión adecuada desde fuera, es seguro que se alzaría y tomaría el poder.

3. Independientemente del país del que se esté hablando, del régimen político que haya, la burguesía nacional no es nunca un aliado. El único aliado del que se puede hablar es aquel que es manifiestamente más débil que el proletariado, como el campesinado ruso, la pequeña burguesía o los intelectuales. La experiencia de la revolución rusa con la burguesía liberal urbana que se vendió al imperialismo es una experiencia universal.

Sobre el punto 1, de la no viabilidad del socialismo en un solo país, la Historia lo ha refutado.

Sobre si es viable o no a nivel económico, podemos tomar el ejemplo de Albania. Con la población aproximada de Cataluña, partiendo del subdesarrollo extremo y con unos recursos limitados, fue capaz de construir y mantener durante años un país socialista, en el que, de hecho, como garantía para hacer efectivo el control obrero de la producción, los gerentes y directivos cobraban menos que el obrero medio.

La cuestión fundamental es que Trotsky nunca llega a expresar convincentemente cuál es la diferencia fundamental entre el país en el que él mismo es dirigente y ese mismo país cuando él ya no es dirigente. Qué hace que, habiendo socializado toda la producción, habiendo absorbido la técnica productiva de las potencias imperialistas, habiendo situado a los directivos y gerentes por debajo en todos los sentidos a un obrero medio[22], con la misma línea política adoptada con Lenin todavía vivo y Trotsky en puestos de mando…La URSS no pueda ser socialista porque es una pesadilla cuasi-fascista donde el tirano Stalin aterroriza a la población.

En otras palabras, la concepción que Trotsky tiene del socialismo es deliberadamente poco clara, de manera que su crítica sobre la viabilidad o no de construir el socialismo en un solo país es un tanto superflua, una vez que sus predicciones agoreras sobre que la URSS se iba a hundir en cualquier momento en los años 30-40 fracasan.

Por último, y quizás el punto más trascendental, es el punto de que el socialismo en un solo país es supuestamente una traición a la revolución mundial. En 1928 ya critica que esta concepción del “socialismo nacional” (el nombre se lo da Trotsky) poco más o menos supone que los obreros “hagan guardia en la frontera de la URSS”[23]. Pero, ¿es esto cierto?

La verdad es que nunca ha estado claro en qué consistía la propuesta de Trotsky de que la URSS debía volcarse en la Revolución Mundial en los primeros años 20. Si, con ello, se refiere al intento de invasión de Polonia con el Ejército Rojo bajo su mando, ya sabemos cómo hubiera acabado.

Pero lo cierto es que la URSS sí jugó un papel internacionalista innegable durante el mandato de Stalin, y, de hecho, la construcción del socialismo fue crucial en ello. Algunos ejemplos:

a) Ya en los años 20 y, especialmente, en los años 30, cientos y miles de militantes comunistas, obreros de todo género, etnia y nacionalidad, pasaron por la URSS para formarse como cuadros revolucionarios, y volvieron a sus respectivos países como potentes organizadores sociales. Además, junto a la Internacional Comunista, esto ayudó a hacer que los Partidos Comunistas de todo el mundo superasen estrecheces racistas o chovinistas[24].

b) En la Guerra Civil española, la organización de las Brigadas Internacionales por parte de la Internacional Comunista, así como el envío de armas y especialistas técnicos y militares soviéticos para asistir a la II República Española frente al bando fascista.

c) En la preparación ante la inminente II Guerra Mundial, donde la construcción socialista permitió destinar recursos al margen del criterio capitalista de rentabilidad máxima, permitiendo fomentar la industria pesada pese a ser menos rentable y, además, hacerlo aceleradamente gracias al entusiasmo de la población, así como de manera repartida en todo el territorio, e incluso asumiendo el coste de pequeñas ineficiencias inaceptables para un capitalista pero aceptables para un país socialista que se prepara para una guerra, como equipar con ruedas la maquinaria y las fábricas para poder desplazarlas fácilmente país adentro ante una posible invasión.

d) Durante la II Guerra Mundial, prestando apoyo político, logístico y militar a los partisanos italianos y franceses, así como organizando la trama conocida como Orquesta Roja en la Alemania nazi, crucial para terminar con el régimen nazi.

e) Tras la Guerra Mundial, la asistencia política, técnica y militar a las Democracias Populares antifascistas, Albania y China a partir de 1949.

Sobre el punto 2, la dictadura exclusiva del proletariado apoyándose principalmente en el proletariado internacional:

De nuevo, esta teoría no es tanto una teoría como una carta a los Reyes Magos. Lo más parecido a verdaderas argumentaciones que se ofrecen al respecto son la inevitabilidad de que las masas europeas se alcen en solidaridad con la Revolución Rusa[25].

Realmente, sobre lo que de verdad se asienta esta “teoría” es más bien sobre la convicción de que es inevitable que el campesinado acabe alzándose contra el proletariado[26]. En este caso, es Lenin quien, en primer lugar, y realmente no polemizando con Trotsky sino con Kautsky (viejo dirigente marxista reconvertido en reformista), explica por qué es posible ganar gradualmente al campesinado para el socialismo, siempre que se vayan aplicando progresivamente las tareas de la revolución democrático-burguesa en el campo (acabar con la aristocracia terrateniente y los restos de feudalismo, reparto de la tierra, alfabetización, combate al oscurantismo religioso, participación política…) y el proletariado vaya ganándose al campesinado pobre para acabar terminando con los caciques que Lenin describió como “ricachos del campo” (kulaks)[27].

Como el propio Lenin explica, no puede distinguirse radicalmente cuándo empiezan y acaban las tareas de la revolución democrático-burguesa y las tareas de la revolución socialista en el campo, pero las primeras van dirigidas contra los restos del feudalismo, mientras que las segundas van contra el capitalismo y de la mano de todos los explotados por el capitalismo, incluyendo al principio los burgueses rurales (kulaks). Naturalmente, la dictadura es de obreros y campesinos, pero los campesinos que realmente pueden ganarse para el socialismo son los pequeños campesinos que se ven obligados a alquilar tierra y material de labranza para trabajar, de manera que las tareas de la revolución democrático-burguesa, al culturizar a los campesinos y eliminar a los grandes aristócratas terratenientes, cediendo la tierra propiedad ahora del Estado para que la usen los campesinos, permite a estos pequeños campesinos ver que su enemigo ahora son los “ricachos del campo”, que deben excluirlos de los soviets, que sus verdaderos aliados son los obreros urbanos, con los que intercambian comida a cambio de instrumental y mercancías elaboradas[28].

Esto fue lo que se estuvo haciendo en el campo en la URSS hasta que, en los años 30, con la necesidad de acelerar la industrialización y garantizar el abastecimiento, el gobierno soviético se vio obligado a lanzar una colectivización forzosa que generó gran resistencia entre los kulaks y problemas de abastecimiento durante unos años, que el gobierno soviético trató de evitar hasta que, finalmente logró estabilizar la situación tras la II Guerra Mundial, ya sobre la base de cooperativas y empresas agrícolas socializadas[29].

Sobre el punto 3, el cierre en banda a una posible alianza con la burguesía nacional:

Aunque este pretendía ser, en principio, un punto menor de la teoría de La Revolución Permanente, es el único que realmente ha tenido trascendencia práctica, dado que los otros dos no dependían de la voluntad de Trotsky ni del movimiento trotskista.

Pero, por supuesto, no nos estamos refiriendo con esto a que Trotsky y su IV Internacional lograran organizar, como aseguraban que era absolutamente inevitable que ocurriera[30], sino a que hemos podido ver en la práctica en qué se traduce el análisis de que es imposible apoyarse en una burguesía nacional para una revolución de liberación nacional en un país dominado por el imperialismo.

El rechazo a la revolución conjunta con la burguesía nacional, unido al esquematismo entorno a la relación entre la clase obrera y el campesinado, llevó a que Trotsky fuera tremendamente insistente en que la Internacional Comunista había ahogado para siempre la revolución en China[31].

Hubiera sido interesante ver la reacción de Trotsky si hubiera vivido para ver, en 1949, la Revolución China, una Revolución de liberación nacional dirigida por el Partido Comunista Chino “seguidista del campesinado” (según Trotsky) y, además, en un régimen revolucionario conjunto con el campesinado y con la burguesía nacional patriótica[32].

En cualquier caso, la noción detrás de esta postura toma un carácter más peliagudo cuando pretende hacerse extensiva a la postura de los comunistas en potencias imperialistas que, según Trotsky, en ningún caso deberían solidarizarse con el Gobierno no imperialista (Trotsky no considera que un gobierno no comunista pueda ser antiimperialista) ante una agresión externa, simplemente deben mostrar solidaridad con su pueblo y apoyar el alzamiento de los trabajadores del país dominado también contra su Gobierno[33]. Para colmo, en esta categoría Trotsky incluye a la URSS ante un posible ataque por parte de los nazis.

Es decir, Trotsky desdibuja por completo la noción de contradicción principal y contradicción secundaria, hace como que no existe, y trata de extrapolar un esquema de acción a todos los países.

En todas sus obras se desvive por matizar esto, por explicar que, por supuesto, hay tareas burguesas, se pueden tejer alianzas… Pero el hincapié que realiza en todos sus escritos cuando se posiciona de manera más concreta deja ver a las claras un esquematismo que el movimiento trotskista históricamente ha reproducido:

En los países dominados, tener exactamente la misma agitación que se tendría en una potencia imperialista, combatiendo frontalmente por igual a la burguesía nacional en su conjunto y a la burguesía compradora aliada de los imperialistas. En las potencias imperialistas, demasiado a menudo se ha podido encontrar a trotskistas y reformistas de autodeclarada inspiración trotskista confiando ciegamente en procesos de desestabilización claramente en manos de las potencias imperialistas contra Gobiernos antiimperialistas.

En resumen, la teoría de la Revolución Permanente no es la teoría leninista de la Revolución, es un sucedáneo idealista incapaz de ofrecer herramientas reales para superar el capitalismo, y presenta un esquematismo que hace que sea particularmente susceptible de acabar haciéndole el juego a las potencias imperialistas dentro del movimiento obrero.

El programa de transición y las demandas transicionales

Este es quizás un punto menos conocido fuera del movimiento trotskista, pero es uno de los postulados cruciales con los que realmente arranca la IV Internacional.

Por supuesto, como ocurre con La Revolución Permanente, no es un programa viable. De hecho, la consulta del documento que da nombre a la doctrina[34], leído hoy en día supone casi un documento cómico en vista de lo tajantemente que la IV Internacional expresa su “quítate tú que me pongo yo”, al menos si no fuera por su maximalismo y sectarismo que pueden hacer hervir la sangre a alguien con memoria histórica.

Para entender mejor la idea de las demandas transicionales y el problema que suponen, es necesario detenerse un momento a reflexionar sobre las fases que toma la lucha de clases. Para presentar la información de manera ordenada y comprensible, utilizaremos a continuación el análisis de las fases de la lucha de clases sintetizado por Willi Dickhut[35] a partir de los análisis de diversos dirigentes comunistas:

Lo primero que hay que tener claro es que la revolución no puede hacerse en cualquier momento.

Para hacer una revolución es necesario un Partido Comunista con las características explicadas anteriormente[36] que, además, sea capaz mediante su referencialidad interviniendo en las organizaciones de lucha de masas, de constituir un frente único de la clase obrera (en el caso de una potencia imperialista desarrollada), un frente de liberación nacional democrático (en una potencia dominada) o un frente popular (en una dictadura fascista).

Y, por supuesto, las masas no están masivamente organizadas, porque el capitalismo no es un sistema que fomente la participación política precisamente[37], así que no basta con que las masas organizadas en frentes dirigidos por el Partido Comunista estén listas, también ha de estarlo una mayoría decisiva de la clase obrera y, en menor medida, de otras capas populares, cosa que depende de muchos más factores.

De esta manera, la mayor parte del tiempo la población explotada y oprimida por el capitalismo se encuentra en una fase no revolucionaria de la lucha de clases, donde la población da luchas por reformas que mejoren su nivel de vida y se enfrentan contra el Estado o los capitalistas de manera dispersa y puntual.

En estas circunstancias, la tarea principal de las y los comunistas es constituir el Partido Comunista yendo a las masas tanto para aprender de ellas como para aprender a dirigirlas y ganar referencialidad, a la vez que tratan de llevar esas luchas por reformas a su nivel más consecuente e intransigente posible, tratando de popularizar reivindicaciones políticas, utilizando la ventana de oportunidad que abren para hacer ver cómo opera el capitalismo, cómo opera el reformismo y cómo operan políticamente las distintas clases sociales y dando a conocer el objetivo final.

Distintos motivos, desde la acción progresiva del Partido por organizar luchas políticas hasta una crisis del capitalismo y el Estado pueden hacer pasar de esa fase de calma relativa a una fase de turbulencias, la fase con una situación revolucionaria aguda, una fase en la que es posible imaginar que, si las cosas siguen escalando, termine habiendo una represión.

En esta segunda fase, las luchas dispersas por reformas, principalmente económicas, dan paso a las grandes luchas políticas de masas, incluyendo huelgas políticas, y es posible plantear formas más avanzadas de lucha contra el Estado capitalista.

Es en esa situación en la que los dirigentes comunistas señalan la importancia de hacer las llamadas demandas transicionales, demandas en las que pasar de una situación de poder absoluto de la burguesía, como el que vivimos ahora, a una situación en que las masas ejerzan pequeños reductos de poder obrero (situación de poder dual). Esas demandas transicionales son llamados a la acción de las masas para convertir sus protestas en ejercicios de poder, como, por ejemplo, tomar el control indefinido de una serie de fábricas, no de manera simbólica, sino de manera indefinida, y ponerlas al servicio de comunidades en las que quien mande sean las masas trabajadoras con los organismos de poder constituidos por ellas.

Naturalmente, especialmente en un país capitalista con un Estado totalmente desarrollado, como España, estas situaciones de poder dual no pueden durar mucho, y, en cualquier caso, no siempre una situación revolucionaria aguda tiene por qué llegar a establecer situaciones de poder dual a una escala reseñable. Si el Partido Comunista no es lo suficientemente fuerte o decidido, se retrocede al punto de partida, las masas se desmoralizan, los organismos de poder obrero se pierden, el poder total de los capitalistas vuelve.

Si, por lo contrario, se logran situaciones de poder dual o directamente una ofensiva abierta contra el Estado, se entra en la tercera fase, que es el choque frontal y violento entre las masas trabajadoras en lucha y el Estado capitalista.

¿Por qué hemos dado todo este rodeo? Porque lo que Trotsky plantea en su programa de transición con numerosos ejemplos y casos concretos es todo lo contrario, es desdibujar, difuminar las diferencias entre la fase no revolucionaria y la fase revolucionaria de la lucha.

La propuesta de Trotsky, que es la lección que él extrae de Octubre (contra el juicio de todo el resto de dirigentes de la Revolución de Octubre) es que el Partido obrero debe ser decidido, que cualquier situación es susceptible de convertirse rápidamente en una situación revolucionaria aguda, y que la manera de garantizar el éxito en ese momento es plantear demandas transicionales ante cada conflicto que se presente.

La consulta del programa electoral de cualquier Partido trotskista, la consulta de los panfletos que muchas organizaciones trotskistas reparten en conflictos obreros dan una buena muestra de por dónde van los tiros: plantear siempre a las masas, en cuanto se trate de una huelga de gran calado al menos, que hagan escalar la lucha a ocupación de fábricas, a la puesta inmediata de la fábrica bajo control obrero.

¿Qué problema tienen estas demandas transicionales cuando no son viables?

1. Que los trabajadores, por puro sentido común, son conscientes de que no son viables. Esto facilita que la clase trabajadora termine rechazando a los comunistas (al fin y al cabo, los trotskistas suelen presentarse como comunistas) por utópicos.

2. Que, todavía peor, si el grupo trotskista tiene buena fama entre los trabajadores por tener algún militante entre ellos, genere falsas ilusiones en que un gobierno burgués, incluso aunque haya enfrente una huelga muy decidida, va a nacionalizar y entregar a los obreros una fábrica para… ¿para qué?, ¿qué van a hacer los trabajadores con una empresa aislada insertada en una cadena productiva capitalista más amplia? Además de llevar a un callejón sin salida, puede distorsionar lo que es posible lograr del Estado capitalista en una fase de defensiva estratégica.

3. Que, incluso peor aún, las consignas transicionales que piden “control obrero de la producción” para ya, sean interpretadas como que existe una versión buena de la cogestión, de la colaboración entre los representantes de los trabajadores y la dirección de una empresa que, como se ha probado mil veces, termina con los representantes de los trabajadores siendo rehenes de los beneficios económicos de la empresa, beneficios que, por definición, no pueden ponerse en cuestión.

4.  Que suponen un placebo para quienes las hacen. Tal y como le ocurría al propio Trotsky, plantear sin ton ni son propuestas “de máximos para ya” ante cualquier conflicto social que escale un poco es una manera de pasar de puntillas sobre la tarea de acercar a los trabajadores realmente existentes aquí y ahora a puntos de vista de confrontación con el Estado capitalista y, más aún, revolucionarios.

El problema es que Trotsky, una vez más, en lugar de partir de las reflexiones de otros dirigentes comunistas, incluyendo Lenin, sobre las distintas fases por las que pasó la lucha de clases en Rusia, o las reflexiones de revolucionarios de la Internacional Comunista como Lozovsky sobre las demandas transicionales, decide que ni en misa ni repicando, que ni con los Partidos Socialdemócratas y su hipócrita distinción entre programa mínimo y máximo, ni con los marxistas-leninistas y su análisis de las distintas fases de la lucha de clases.

Ante esta disyuntiva, fiel a su estilo y a la postura que representa en la lucha de clases, Trotsky sale una vez más por la tangente con una pose ultra revolucionaria que no sirve de nada, más que para desmoralizar a los trabajadores y, si acaso, lavar la cara al gobierno capitalista.

Por lo demás, el Programa de Transición viene a sistematizar todos los planteamientos que atraviesan la obra política de Trotsky y que ya hemos analizado en su mayoría, y son todo un testamento político a la intransigencia más absurda, a la confusión absoluta del enemigo principal. Animamos a todo el mundo a leer el delirio que supone el Programa de Transición y sus pronósticos sobre el futuro glorioso de la IV Internacional.

Por no terminar sin dar algunos ejemplos, diremos que este maximalismo lleva a Trotsky a plantear cuestiones como que, en el año 1938, con las cárceles llenas de comunistas tanto en los países fascistas como en las democracias capitalistas, el enemigo principal a abatir son los comunistas de la III Internacional, que son burócratas sindicales[38], que ante la inminente guerra mundial causada por la expansión del imperialismo fascista, la única postura posible es la misma que tuvieron los bolcheviques en la I Guerra Mundial, llamando al boikot a la Guerra[39], donde se critica la resistencia antifascista de los comunistas en Europa occidental no como un intento fallido tratado de sacar adelante por lo mejor de la clase obrera de dichos países (incluida España) del que sacar conclusiones y aprender, sino como una traición directa fruto del acomodo y de la cooptación de esos comunistas por la URSS, presentada como un régimen despótico equiparable al nazismo, que debe combatirse tanto como el fascismo.

Conclusión

Desde la Organización Comunista Revolución esperamos que esta modesta contribución crítica a Trotsky y el trotskismo sirva para entender por qué hay que rechazar el mito anticomunista que trata de dividirnos entre “comunistas buenos y malos” para dispersar nuestras fuerzas, facilitar la represión y seguir agitando uno de los más útiles iconos contra el comunismo.

Queremos hacer hincapié en que el objetivo de este documento no ha sido en ningún momento hacer un repaso exhaustivo de los fallos y aciertos de Trotsky, ni siquiera hacer un retrato histórico de su figura en el contexto político en el que vivió. Otros han abordado esa tarea antes con más detalle.

Hemos querido explicar la significación política de su postura, que ha trascendido precisamente porque Trotsky es más que el propio Trotsky. Trotsky representa la condensación de la experiencia política del radicalismo pequeñoburgués en su forma más extravagante y extrema, en su forma más beligerante con las posiciones revolucionarias honestas y en su forma más funcional en la práctica a los reaccionarios y reformistas.

Somos conscientes de que, en muchos sentidos, esta tarea ya fue abordada en su día por los comunistas que siguieron a Lenin, empezando por Stalin. Pero la propaganda capitalista y la manera en la que el revisionismo ha configurado su postura sobre Stalin han llevado a que, salvo para quienes ya están muy cercanos al comunismo, Stalin no sea considerado una fuente válida, de manera que hemos hecho el pequeño esfuerzo de volver a demostrar los principales puntos que caracterizan el pensamiento de Trotsky y su forma de hacer política en el campo de los oprimidos.

Si este artículo contribuye a clarificar conceptos a unos pocos simpatizantes del comunismo en nuestro país, el pequeño esfuerzo habrá valido la pena.

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[1] 1903, debate central del Segundo Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), que organizaba todavía a los marxistas tanto revolucionarios como reformistas.

[2] Resultados y perspectivas, Leon Trotsky, 1906

[3] Capítulo La paz de la obra Mi Vida, Leon Trotsky, 1930

[4] Cuestiones del Leninismo, Iosif Stalin, 1926

[5] La Revolución Permanente, Leon Trotsky, 1929 e Informe Político del Comité Central al XVI Congreso del PCUS(b), Iosif Stalin, 1930.

[6] Partido Comunista de la Unión Soviética (Bolchevique), nombre oficial del Partido Comunista de la URSS hasta el año 52.

[7] Sobre las cuestiones de la Política Agraria en la URSS, I. Stalin, 1929

[8] La Revolución Permanente, Leon Trotsky, 1929 y ¿Trotskismo o Leninismo?, I. Stalin, 1924.

[9] Programa de Transición: La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional, Leon Trotsky, 1938

[10] Aunque esto es un hecho histórico bien documentado, incluso presente en Wikipedia, puede encontrarse en algunos libros de historiadores burgueses anticomunistas como Stalin: Paradoxes of Power, S. Kotkin

[11] Ídem

[12] Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotski, 1920, Vladimir I. Lenin.

[13] Nuestras discrepancias, I. Stalin.

[14] El Partido y la Oposición; discurso de Stalin ante la XVI Conferencia del Partido en la provincia de Moscú, 1927.

[15] Es de interés señalar que, a menudo, se mezcla la pérdida de popularidad de Trotsky con la represión política durante el periodo de las purgas, dando a entender que Trotsky no perdió popularidad, sino que fue violentamente perseguido. Lo cierto es que, sin entrar en la cuestión de las purgas, que han sido tratadas en numerosas ocasiones desde una postura marxista-leninista, ni Trotsky ni ningún otro opositor interno del PCUS(b) fue víctima de la represión mientras tienen lugar estos debates, ya que éstos se dan entre 1923 y 1929, mientras que las purgas se concentran entre 1936 y 1938. De hecho, la consulta de las obras de Trotsky y Zinoviev durante este periodo, como Lecciones de Octubre (1926, Trotsky) o Sobre el régimen del Partido (1927, Zinoviev), denuncian a lo sumo procedimientos burocráticos que también son discutidos y contraargumentados en algunas de las demás obras de Stalin que hemos ido citando en este texto.

[16] Ídem.

[17] Socialismo en un solo país como cuartel general de la revolución mundial vs revolución permanente, dictadura obrero-campesina vs dictadura de los obreros con apoyo de la revolución internacional y apoyándose temporalmente en los campesinos.

[18] Nuestras divergencias, Leon Trotsky, 1923.

[19] Ídem.

[20] Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotski, 1920, Vladimir I. Lenin.

[21] Especialmente en Resultados y Perspectivas, de 1906, pero también es visible a lo largo de sus posicionamientos respecto a la revolución en las colonias tanto en La Revolución Permanente (1929) como en Crítica del Programa de la Internacional Comunista (1928) y, en adelante, en sus opiniones sobre la Revolución China.

[22] Podemos encontrar ejemplos de todo esto en fuentes liberales occidentales de 1943, como en Two Commonwealths, un libro escrito por K. E. Holmes para la prestigiosa (y ya difunta) editorial británica de divulgación general George G. Harrap & Company LTD, en su serie informativa sobre la vida en la Unión Soviética The soviets and Ourselves.

[23] Crítica del Programa de la Internacional Comunista, Leon Trotsky, 1928.

[24] En el caso español, Discurso de Manuilisky (1931) y Carta abierta de la IC a los miembros del PCE (1932), son dos ejemplos que permitieron corregir la línea maximalista y chovinista del primer PCE; y en el caso estadounidense, la promoción continua por parte de la IC de comunistas afroamericanos, destacando el caso de Harry Haywood como delegado entre 1928 y 1930 para la IC, contribuyendo a la redacción de la línea de la IC sobre la cuestión afroamericana en los EEUU.

[25] Resultados y perspectivas, Leon Trotsky, 1906.

[26] Ídem.

[27] Capítulo Servilismo ante la burguesía con el pretexto del “análisis económico”, en el libro La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky, V. I. Lenin, 1918.

[28] Ídem.

[29] Stalin: Waiting for the truth, Grover Furr, 2019.

[30] El Programa de Transición, Leon Trotsky, 1938.

[31] Crítica del Programa de la Internacional Comunista (1928), La Revolución Permanente (1929) y El Programa de Transición (1938), Leon Trotsky.

[32] Sobre la Nueva Democracia, Mao Tse-Tung, 1940 y Cinco Conversaciones con Economistas Soviéticos (1941-1952), I. Stalin.

[33] El Programa de Transición, Leon Trotsky, 1938.

[34] Ídem.

[35] Willi Dickhut (1904-1992) fue un dirigente comunista revolucionario alemán. Metalúrgico, sindicalista y militante en el KPD desde 1926, pasó 8 meses de formación y colaboración en la URSS (1928-1929), de donde volvió a Alemania para jugar un rol más activo como representante del KPD en Solingen. Luchador antifascista en plena Alemania nazi y represaliado por ello, tras la II Guerra Mundial fue un militante destacado del KPD hasta que éste lo expulsó en 1966 por sus posturas antirrevisionistas, tras lo cual organizó la organización comunista KABD, germen del actual Partido Marxista-Leninista de Alemania (MLPD). Contribuyó con múltiples obras teóricas y, en este caso, nos basamos en su libro Sindicatos y Lucha de clases (1973).

[36] A este respecto, hay múltiples obras que explican el por qué, siendo de las más conocidas el Qué Hacer (1902) La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo (1920), especialmente sus capítulos finales, ambos libros de V. I. Lenin, dan una visión bastante completa.

[37] Aunque es una realidad conocida, puede encontrarse una explicación detallada en el Capítulo V, Las Bases de la Extinción Económica del Estado de El Estado y la Revolución, V. I. Lenin, 1917.

[38] Aunque los comunistas habían sido o estaban siendo expulsados masivamente de los sindicatos socialdemócratas y lo serían más todavía en el futuro en algunos países como EEUU. No debe confundirse esta denuncia con el rechazo que hacemos los comunistas a la línea reformista que fue cuajando en Partidos Comunistas como el de Francia e Italia en la inmediata post II Guerra Mundial, y que fueron denunciadas de hecho por la Cominform, el organismo de coordinación del PCUS con algunos Partidos Comunistas europeos en 1947 y 1948.

[39] Esto toma niveles casi cómicos en sus discursos de cara a la fundación de un partido trotskista en los EEUU, donde propone que los trotskistas sean, junto con el sector pro-nazi del Partido Republicano de los EEUU, quienes defiendan la no intervención de EEUU en la II Guerra Mundial.



CREACIÓN HEROICA