domingo, 1 de diciembre de 2019

Política


El Método en la Elaboración del Programa de la Revolución

(Cuarta Parte)

Eduardo Ibarra

DESPUÉS DE EXPONER las cuestiones económicas fundamentales de la realidad peruana, el Programa sustenta el problema de la educación como elemento representativo del conjunto de la superestructura ideológico-cultural de nuestra sociedad.

7.- Sólo el socialismo puede resolver el problema de una educación efectivamente democrática e igualitaria, en virtud de la cual cada miembro de la sociedad reciba toda la instrucción a que su capacidad le de derecho. El régimen educacional socialista es el único que puede aplicar plena y sistemáticamente los principios de la escuela única, de la ciencia del trabajo, de las comunidades escolares, y en general de todos los ideales de la pedagogía revolucionaria contemporánea, incompatible con los privilegios de la escuela capitalista, que condena a las clases pobres a la inferioridad cultural y hace de la instrucción superior el monopolio de la riqueza (ibídem, pp. 161-62).

En el artículo La enseñanza y la economía, Mariátegui sostiene:
       
El problema de la enseñanza no puede ser bien comprendido al no ser considerado como un problema económico y como un problema social. El error de muchos reformadores ha residido en su método abstractamente idealista, en su doctrina exclusivamente pedagógica. Sus proyectos han ignorado el íntimo engranaje que hay entre la economía y la enseñanza y han pretendido modificar ésta sin conocer las leyes de aquélla. Por ende, no han acertado a reformar nada sino en la medida que las leyes económicas y sociales les ha consentido. (Temas de educación, p. 39).

Esta fundamentación de la ligazón entre economía y enseñanza, entre régimen económico y educación, explica que al feudalismo colonial impuesto por España correspondiera una educación de corte aristocrático, eclesiástico y literario; que a la República, que no supo liquidar la feudalidad ni impulsar con fuerza el capitalismo, correspondiera un formal liberalismo, y que, con respecto a la población “indígena”, mantuviera una mentalidad colonial, siendo los progresos educativos alcanzados en este período de casi doscientos años, más resultados de la lucha de las clases trabajadoras que de la iniciativa del Estado.

        Pero la ligazón entre economía y educación no responde a un determinismo rígido de causa a efecto. La educación, en el sentido más amplio de la palabra, guarda cierta autonomía con respecto al régimen económico, pues si el Estado, que presentemente representa al régimen capitalista, educa a la niñez y a la juventud en los principios de la burguesía, las clases trabajadoras se autoeducan en los principios de la nueva democracia, de la revolución, del socialismo. Por eso, refiriéndose a algunos hechos de su tiempo, Mariátegui señala:

Con el nacimiento de una corriente socialista y la aparición de una conciencia de clase en el proletariado urbano, interviene ahora en el debate un factor nuevo que modifica sustancialmente sus términos [los términos de la enseñanza]. La fundación de las Universidades Populares “Gonzáles Prada”, la adhesión de la juventud universitaria al principio de la socialización de la cultura, el ascendiente de un nuevo ideario educacional sobre los maestros, etc., interrumpen definitivamente el erudito y académico diálogo entre el espíritu demoliberal-burgués y el espíritu latifundista y aristocrático. (7 ensayos, p. 159).

Es decir, desde los tiempos de Mariátegui los términos del problema de la enseñanza, de la educación, no se presentan más, para el proletariado consciente, como la contradicción entre el liberalismo burgués y el espíritu feudal, sino como la contradicción entre el socialismo y el capitalismo.

No obstante, dadas las tareas de la primera etapa de nuestra revolución, algunas reivindicaciones democrático-burguesas en el ámbito de la educación son pertinentes.

Así como en su tiempo Mariátegui señaló algunos hechos expresivos de la aparición de la autoeducación de nuestras clases trabajadoras, ahora podemos referirnos en ese mismo terreno de cosas a la prensa y a la literatura clasistas, a los círculos de estudio marxistas y progresistas, a los maestros de escuela y de universidad clasistas, a los numerosos eventos culturales y artísticos que propagan ideas revolucionarias.

De esta realidad surge la verdad, sostenida por el Programa, de que solo el socialismo puede aplicar plena y sistemáticamente los principios de la escuela única, de la ciencia del trabajo, de las comunidades escolares, y en general de todos los ideales de la pedagogía revolucionaria contemporánea, es decir, la Escuela del Trabajo.

En el ya citado artículo La enseñanza y la economía, Mariátegui señala:

… la Escuela del trabajo es producto genuino, una concepción fundamental de una civilización creada por el trabajo y para el trabajo. (Temas de educación, p. 46).

Y puntualiza:

La Escuela del Trabajo representa un sentido de trabajadores. El Estado capitalista se ha guardado de adoptarlo y actuarlo plenamente. Se ha limitado a incorporar en la enseñanza primaria –enseñanza de clase– el “trabajo manual educativo”. Ha sido en Rusia donde la Escuela del Trabajo ha sido elevada al primer plano en la política educacional (ibídem, pp. 45-6).

La Escuela del Trabajo solo es realizable plenamente en las condiciones del socialismo y tiene por objeto la formación integral, politécnica y multifacética del educando en el curso de la interrelación y complementariedad de todos los niveles educativos y, por supuesto, en el marco general de la supresión del antagonismo entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, de la supresión de la separación entre la teoría y la práctica, de la supresión de la contradicción entre el campo y la ciudad, de la supresión de la diferencia entre el trabajo masculino y el trabajo femenino.

        Pero el socialismo no es un objetivo en sí mismo y no significaría mucho si no fuera concebido y llevado adelante como una sociedad de transición al comunismo. Por eso, es necesario avanzar constantemente sobre su terreno la lucha por la supresión de todas las diferencias de clase en general, de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, de todas las relaciones sociales que corresponden a estas relaciones de producción, de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales.

        Precisamente la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado comprende la movilización política de las amplias masas populares, es decir, la revolución cultural proletaria, que, como es de conocimiento general, tiene por objetivo comunizar la concepción del mundo de la gente y, por tanto, revolucionar todas las relaciones de producción y todas las relaciones sociales correspondientes a las relaciones de producción y, de este modo, avanzar la supresión de todas las diferencias de clase en general.

        Esta relación entre lo ideológico y lo económico-social está ya implícita en la tercera tesis sobre Feuerbach de Marx:

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ejem., en Roberto Owen).
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria. (Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, ELE, Moscú, s/f, p. 63; cursivas en el original).

Es decir, así como en general el socialismo no debe ser actuado sino como una sociedad de transición al comunismo, así también la educación en el socialismo, la Escuela del Trabajo, no debe ser concebida ni actuada como un fin en sí mismo, sino como la formación del hombre nuevo que debe hacer realidad la realización del comunismo.

Por tanto, en el socialismo la educación no es una cuestión exclusivamente de aula. Si en el capitalismo la educación desborda ya en mucho el aula en el propósito de la burguesía de imponer su concepción del mundo a través de la radio, la televisión, la prensa escrita, el cine, el internet, etc., en el socialismo, como en ninguna otra formación social, la educación se unimisma con la política en el objetivo del proletariado consciente de transformar las circunstancias y a los hombres mediante la práctica revolucionaria.

Así, la educación, en su sentido más amplio y más pleno, aparece como elemento fundamental de la cultura socialista, de la revolución permanente, de la revolución cultural proletaria.

El principio educativo del socialismo es el trabajo. Por eso Mariátegui señala: “El destino del hombre es la creación. Y el trabajo es creación, vale decir liberación. El hombre se realiza en su trabajo” (7 ensayos, p. 154).

Esto quiere decir que el socialismo es la transformación progresiva del trabajo enajenado en trabajo emancipado, del trabajo forzado en el trabajo como la primera necesidad vital del hombre. Y significa que, en tanto el hombre no produce únicamente acicateado por la necesidad material inmediata, sino también “con arreglo a las leyes de la belleza” (Marx), la educación en el socialismo comprende también la dimensión estética. Precisamente la belleza del comunismo como formación social reside en gran parte en esta dimensión.

Pero si en el socialismo el proletariado revolucionario tiene por objetivo fundamental la comunización de la concepción del mundo de la gente (sin cuya realización plena es imposible la realización del comunismo), entonces se comprenderá que la educación socialista, escolar y extraescolar, académica y extraacadémica, tiene por objetivo la formación del hombre nuevo, del hombre integral en el sentido de ser filósofo, científico, técnico, atleta y revolucionario, así como en el sentido de ser un hombre universal en sus necesidades y relaciones sociales.

En consecuencia, la Escuela del Trabajo Socialista aparece esencialmente como la escuela de formación del hombre nuevo cuya tarea histórica es la realización del comunismo.

El Programa de la revolución peruana deberá, pues, tener en cuenta el carácter transicional del socialismo, la formación del hombre nuevo, la lucha por la realización del comunismo. Esta es una de las lecciones que arroja la experiencia histórica de la dictadura del proletariado.

21.05.2019.



¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

A Propósito de la Negación de la Existencia del Partido de Mariátegui

Eduardo Ibarra

EN OCTUBRE DEL PRESENTE Miguel Aragón publicó en la red una nota con el título de ¿Qué ocurrió el 7 de octubre de 1928?, en la cual, conforme a su posición liquidacionista y arrastrado por una obsesión enfermiza, insiste en negar la existencia del Partido Socialista del Perú fundado el 7 de octubre de 1928.

En los presentes apuntes no argumentaré in extenso la verdad histórica del partido de Mariátegui, limitándome a este respecto a recordar que lo que hace Aragón es repetir una observación que aparece en mi trabajo Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador), difundido en la red en 2008 y citada en mi artículo La reunión de Barranco y el liquidacionismo histórico, artículo que adjunto.

Aragón repite mi observación, pues, pero, contrariamente a mi interpretación del proceso del PSP y a las conclusiones a que arribo, se sirve de tal observación para negar la existencia histórica del Partido Socialista del Perú.

Y, como es forzoso, agregaré un breve análisis del método que lleva a Aragón a cometer semejante negación. Como no es difícil percibir, dicho método es marcadamente formalista: con este término, claro está, no me refiero al formalismo como método de creación artística ni como elemento de una teoría literaria ni al formalismo en las matemáticas o en la filosofía, como en la ética kantiana, por ejemplo, sino a los recursos lógicos formales que utiliza Aragón para negar la existencia del Partido Socialista del Perú, fundado por Mariátegui, recursos que implican la negación de la dialéctica que, como lo sabe todo marxista, exige una concepción multilateral del problema investigado, una intelección exacta de las conexiones internas de los elementos que componen el problema y la revelación del significado esencial de tales conexiones (véase la nota 13 del capítulo I de mi libro El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución).

Precisamente debido a su método formalista, Aragón se muestra incapaz de penetrar en la esencia del proceso real derivado de la aplicación del proyecto de partido de Mariátegui.

Así, aparece atascado en la letra de los documentos, dando vueltas alrededor de los datos crudos, haciendo piruetas sobre la superficie de los hechos, es decir, exhibiendo su incapacidad de elevarse hasta la interpretación de los mismos. Su lógica formalista puede expresarse del modo siguiente: “la Reunión de Barranco constituyó el Grupo Organizador del Partido, no el Partido mismo que debía constituirse en un Congreso, que no se realizó, luego el PSP no existió.”

Habiendo puntualizado lo suficiente sobre los dos temas abordados, le sugiero al lector leer o releer los textos adjuntos.

Pues bien, la nota de Aragón aparece publicada en la red con un breve comentario de Manuel Velásquez dirigido directamente a Aragón, comentario que paso a analizar.

Velásquez dice: “En efecto, como señalas, el 7 de octubre de 1928, se constituyo (sic) la celula (sic) inicial del partido, con la misión (sic) de multiplicarse hasta llegar al evento nacional de constitucion (sin) del partido. Nunca se dio.”

Sin darse cuenta, Velásquez contraría a Ramón García, de quien servilmente se ha amamantado siempre teóricamente, pero además se contraría a sí mismo, pues al escribir que “nunca se dio” el “evento nacional de constitucion del partido”, niega lo que escribió en sus engañosos y fracasados “7 puntos de unidad para el cambio social”, donde, como es de conocimiento común, reconoció “la Constitución del Partido Socialista del Perú, en Barranco, el 7 de octubre de 1928.” (La creación heroica de Mariátegui. 80 aniversario, p. 11).

Es decir, después de haber calificado la problemática del PSP de “cementerio” (diciendo con esto que dicha problemática es cosa que no merece ningún análisis), Velásquez se muestra ahora ganado a la posición de Aragón, según la cual el PSP no fue constituido el 7 de octubre de 1928 (con lo que dice que el PSP fue un nonato).

De esta forma el converso revela el mismo formalismo que Aragón.

También dice Velásquez: “…quizá (sic) esa sea una de las razones para la desaparición (sic) organica (sic) de la linea (sic) de Mariategui (sic). Que paso en Chosica con el Partido Comunista? (sic) Se puede recomocer (sic) a ese y a esos partidos (sic) que salieron de esa organizacion? (sic) Tienen algo que ver con esa organizacion? (sic).

Como se ve, Velásquez sostiene “la desaparición organica de la línea de Mariátegui.”

Pero ocurre que no hubo ninguna “desaparición” de la línea de Mariátegui, como ingenua o malintencionadamente sostiene Velásquez, pues incluso después de que la reunión de Chosica del 20 de mayo de 1930, le cambió el nombre al Partido por acuerdo mayoritario de su CC, la línea de Mariátegui continuó existiendo, mal que bien, en las bases del Partido, cuya existencia no tiene en cuenta Velásquez porque cree que el PSP era nada más que su CC.

Puesta a un lado la línea de Mariátegui, el Partido Comunista apareció desde los años treinta como un partido oportunista. Esto significa que, dada la línea hegemónica en sus filas, el partido de la clase obrera peruana se había convertido en un partido de ese carácter. Pero que una línea oportunista hegemonizara en el Partido, no significa que en su seno no se mantuviera una tendencia marxista-leninista, mariateguiana, la misma que, precisamente, forjó el Camino de Mariátegui. La existencia de este Camino tiene curso desde los años treinta y tiene por delante una larga vida, tanto dentro como fuera del Partido. Esta es una particularidad que los liquidadores están lejos de comprender.

Encubrir la lucha entre la línea marxista-leninista de Mariátegui y las diversas líneas oportunistas en la historia del Partido, silenciar esta lucha, y, así, escamotear el relevante triunfo alcanzado por los continuadores de Mariátegui sobre el revisionismo en la V Conferencia Nacional del PCP, 1965, es una expresión de la misma ceguera que impide reconocer el triunfo alcanzado en los últimos años por la línea mariateguiana sobre la línea liquidacionista de derecha, a la cual está adscrito Velásquez.

Así pues, con aquello de la “desaparición” de la línea de Mariátegui y, por tanto, con su negación de la lucha entre las dos líneas en la historia del Partido, Velásquez niega el Camino de Mariátegui.

Pero además, ¿cómo es eso de que la reunión de Chosica le cambió el nombre al Partido, si, repitiendo a Aragón, Velásquez dice que el PSP nunca fue constituido? ¿A qué partido le cambió la línea la reunión de Chosica?

De hecho, Velásquez le otorga a esta reunión un carácter fundacional, y esto contraviene la verdad histórica: el cambio de nombre del Partido de Mariátegui no significó la fundación de otro partido.

¿Acaso el cambio de nombre de, por ejemplo, el Partido Socialdemócrata de Rusia por el de Partido Comunista (b) de Rusia significó la fundación de otro partido?

Así pues, el cambio de nombre del Partido y tampoco el cambio de su línea significaron la fundación de otro partido, pues tales cambios representaron la hegemonización en las filas partidarias de la línea izquierdista encabezada por Ravines, pero, como hemos visto, no la “desaparición” de la línea de Mariátegui, no la “desaparición” de la tendencia mariateguiana.

Pero hay más. Para alcanzar sus fines oportunistas, los liquidadores, para no perder la costumbre, recurren a una doble contabilidad: mientras por un lado sostienen que el Partido Socialista Unificado de Alemania, partido revisionista de cabo a rabo y restaurador del capitalismo, era “El Partido de Marx” (véanse el artículo El movimiento comunista, de Ramón García, y el capítulo II de mi libro El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución), por otro lado afirman que la reunión de Chosica fundó otro partido, no obstante que en las filas del PCP continuó existiendo una tendencia marxista-leninista, una tendencia mariateguiana, como ya señalé más de una vez.

        Así pues, los liquidadores deberían primero ponerse de acuerdo consigo mismos.

Finalmente, el comentarista dice: “Destaco la necesidad de un partido de clase”.

Como lo sabe todo el mundo, el grupo liquidacionista ha abjurado del marxismo-leninismo y postula como base de su unidad un “marxismo” a secas, un “marxismo” negador del leninismo como desarrollo de valor universal del marxismo, y, por esto, un “marxismo” antileninista.

¿Un partido que ha abjurado del marxismo-leninismo, es decir, un partido que ha renegado de la doctrina del proletariado, puede ser un partido de clase?

Obviamente, un partido con una semejante posición doctrinal no es ni puede ser un partido de clase, pues, como señaló Engels, el partido de clase resulta de la fusión de la doctrina comunista –del marxismo-leninismo, en cabal lenguaje contemporáneo– con el movimiento obrero (véase mi folleto El partido del proletariado).

¿En el Perú, un partido que, contra la verdad histórica, niega la filiación marxista-leninista de Mariátegui y del PSP, puede ser un partido de clase?

Ciertamente un partido que comete semejante negación no es ni puede ser un partido de clase, pues tal negación abre las puertas a la idea de un partido no marxista-leninista, que es precisamente lo que propugnan los liquidadores.

¿Un partido de dos niveles orgánicos, uno secreto, restringido, “marxista” antileninista, y otro público, masivo, doctrinariamente variopinto, puede ser un partido de clase?

Indudablemente, un partido que se revela así como un partido doctrinariamente heterogéneo, como un partido-amalgama, no es ni puede ser un partido de clase.

Etcétera, etcétera.

Pues bien, todo lo subrayado está claro desde hace mucho, por lo que la frase “partido de clase” en labios de Velásquez aparece como expresión de la más absoluta incapacidad de pensar teóricamente, o, en su defecto, como un caso de cínica demagogia.

Pero, naturalmente, puesto que la obcecación les alcanza, Velásquez y el resto de liquidadores pueden seguir utilizando la frase “partido de clase”, pero es un hecho que desde hace tiempo no pueden engañar a nadie. Así pues, solo se engañan a sí mismos. Y, esto es patético.

17.11.2019.



Material Adjunto



¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


La Reunión de Barranco y el Liquidacionismo Histórico

E.I.

ENTRE EL 22 Y EL 29 DE ENERO del año en curso, Miguel Aragón publicó en cuatro partes el artículo Acerca del aniversario 86 de la reunión de Barranco, en el cual sostiene centralmente: 1) que el Partido Socialista del Perú no fue constituido en esta reunión ni en ninguna otra; 2) que el programa del Partido no fue aprobado en esta reunión ni en ninguna otra.

Una cuestión previa

En el mencionado artículo, Aragón escribió: “Ahora podemos  afirmar contundentemente, que el 7 de octubre de 1928 no se constituyó el Partido Socialista del Perú”. “En la Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928 se acordó constituir el Comité Organizador del Partido Socialista del Perú” (negritas en el original).

Por cierto, el “Ahora” que aparece en la primera cita, tiene fecha: 22 de enero de 2015.

Pero ocurre que, en Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador), ampliamente difundido en la red en 2008,  y que, por esto, Aragón conoce, señalé lo siguiente: “… la Reunión de Barranco no constituyó el Partido, propiamente hablando, sino el Grupo Organizador del Partido.”(1)

Por eso, me veo obligado a señalar que, a esa constatación, Aragón llega con más de seis años de retraso. Desde luego, señalo esto sin un adarme de vanidad.

Como seguramente se comprende, mi citado borrador hace parte del estado de la cuestión. Por eso me veo obligado a señalar que Aragón ha cometido plagio. Por supuesto, señalo esto sin el menor ánimo de querella.(2)

Una cuestión metodológica

El método marxista de investigación parte del análisis de los hechos, y no de las teorías. Por eso, la investigación del PSP debe partir del análisis de su proceso real: primero, analizando el fenómeno para llegar a la esencia y, luego, explicando el fenómeno por la esencia. Solo así puede alcanzarse una comprensión correcta del proceso histórico del Partido de Mariátegui.

Una dificultad

Los monumentos históricos relativos a este proceso (hechos, documentos, testimonios), nos colocan, generalmente, en una situación semejante a la de los arqueólogos: en la situación de tener que interpretar.

En carta del 19 de octubre de 1928, Mariátegui se dirigió a Luis E. Valcárcel en los términos que siguen: “El modo más leal de informarlo a este respecto [la polémica con Haya], para que no se encuentre Ud. desorientado ante rumores confusos, me parece que es el de documentarlo. Ud. interrogará a los documentos y buscará en ellos la respuesta a cada cuestión.” (Correspondencia, t. II, p. 459).

Como se ve, estos juicios expresan la confianza de Mariátegui en la capacidad y la honestidad intelectuales de Valcárcel. Pero al mismo tiempo –y como cuestión de fondo– encierran la idea, de indudable valor general, de que la lectura de cualquier texto no solo es un reto a la inteligencia del lector, sino también un desafío a su conciencia ética.

Precisamente en el estudio del proceso de constitución del PSP, se ha observado mucha impericia (lo que puede comprenderse), pero también, en muchos casos, una absoluta falta de ética (lo cual es sumamente grave).(3)

Una cuestión terminológica

En los acuerdos de las reuniones de La Herradura y Barranco, puede constatarse que el término constitución se utiliza como sinónimo del término fundación: “Constituir la célula inicial del  Partido”; “dejar constituido el grupo organizador del Partido Socialista del Perú”; “los suscritos declaran constituido un Comité”; “el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista”.

Ciertamente entre los términos constitución y fundación existe una evidente sinonimia, pero el primero tiene una acepción que no tiene el segundo: así por ejemplo, en la literatura marxista relativa al PSP suele utilizarse el término constitución para dar cuenta de lo que Mariátegui llamó “proceso de definición teórica y de organización práctica”(4), mientras el término fundación se limita a dar cuenta del acto que, verbigracia, hubiese sido el establecimiento público del PSP en marzo de 1930.(5)

El proyecto de partido de Mariátegui

En documentos, artículos y cartas, Mariátegui expuso las líneas de su proyecto de partido, siendo la principal de ellas la concepción del PSP como un partido de clase (adherido al marxismo-leninismo) bajo la forma de partido de masas (militancia masiva de obreros y campesinos principalmente y basado en las masas trabajadoras organizadas).

El proceso real de la lucha por la constitución del PSP

Sin duda una cosa es el proyecto de Mariátegui, y otra el proceso real que resultó de su aplicación bajo el influjo de la lucha de clases y de la lucha entre las dos líneas.

Tal proceso cubrió un período que va de 1923 a 1930, y, en el plano específicamente orgánico, un período que va de las reuniones de La Herradura y Barranco de setiembre y octubre de 1928, al frustrado intento de fundar públicamente el PSP. Con un antecedente indirecto: el Comité de Propaganda y Organización Socialistas fundado en noviembre de 1918; y un antecedente directo: el Comité de Génova fundado en abril de 1922.

En la carta a Nicanor de la Fuente, citada en la nota 4 del presente artículo, Mariátegui apuntó: “He querido también, antes de escribirle, que Ud. estuviese enterado de las últimas etapas del proceso de definición teórica y de organización práctica, indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”.

El maestro se refirió, pues, al hecho de que el curso de los acontecimientos (trasformación del Apra en Partido Nacionalista Libertador y, por lo tanto, exacerbación de la lucha por la hegemonía en el seno de las masas) obligó a acelerar la fundación pública del Partido.

A propósito, Martínez de la Torre dejó el siguiente testimonio: “… cuando discutimos con Mariátegui el Manifiesto con el que surgía públicamente el Partido Socialista, la ‘fracción socialista’ planteó nuevamente la cuestión del nombre, iniciando un largo debate sobre la necesidad de que apareciéramos como Partido Comunista. No era sino una nueva maniobra para aplazar la publicación del Manifiesto, el cual llevaría sus firmas…” (Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. I, p. 209).

Este testimonio no fue negado nunca por ninguno de los involucrados, y, ya solo por esto, hay que reconocer que da cuenta de una realidad.

En marzo de 1930, el PSP había logrado construir organización en Lima, Jauja, Trujillo, Chiclayo, Ica, Huaraz, Puno, Arequipa, Huánuco, Cajamarca, Chepén, Huacho, Cerro de Pasco, Cotabambas, y había logrado la adhesión de los grupos de Cuzco, México, Buenos Aires, La Paz y París.

Por otro lado, en mayo de 1929 había logrado fundar la CGTP y el mismo año participó decisivamente en la fundación de la Federación de Yanaconas.

No obstante, incluso con tan significativos avances, en el primer trimestre de 1930 el Partido de Mariátegui no aparecía como “el primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana”. De ideas sí, pero no de masas.

Así, pues, ante el imprevisible curso que cobró el desarrollo de los acontecimientos, Mariátegui intentó la fundación pública del PSP como partido de cuadros. Esta es la verdad histórica.

Este giro el proceso del PSP significó lo siguiente: 1) que Mariátegui consideró que, a principios de 1930, el Partido era una realidad; 2) que esta realidad expresaba la esencia del proyecto mariateguiano: partido de clase, aunque no su forma imaginada: partido de masas.(6)

Y tiene una consecuencia: obliga a entender el proceso de constitución del PSP desde el significado del intento de fundarlo como partido de cuadros.

Así, pues, el PSP fue una realidad histórica, y el hecho de que no fuera formalmente fundado pública y legalmente, no niega en absoluto tal realidad.

¿Qué era “el grupo organizador del Partido”? Pues un organismo de clase bajo la forma de organismo de cuadros. Y, ¿qué era el PSP en marzo de 1930? Pues un organismo de clase bajo la forma de organismo de cuadros.

Esta identidad de clase y de forma de existencia entre “el grupo organizador” y el PSP, determina que, ante la frustración del proceso imaginado en el proyecto de Mariátegui, sea necesario replantear el significado de la Reunión de Barranco.

Esto es lo que exige el análisis concreto del proceso concreto del Partido de Mariátegui.

Por eso, si en el borrador Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador), afirmé que “la Reunión de Barranco no constituyó, etcétera”, en este mismo texto, como en otros posteriores, no dejé de señalar que el PSP fue fundado el 7 de octubre de 1928.

La negación de la existencia histórica del PSP y de la necesidad del partido del proletariado peruano hasta hoy

Esta doble negación que comete Aragón no puede captarse cabalmente sino en el marco del artículo que comento en las presentes notas y de su carta a Gustavo Pérez citada en mi artículo Contra el liquidacionismo histórico.

En la mencionada carta puede leerse: “El frente unido en nuestro país existe desde 1905 hasta el presente. Mientras que el partido del proletariado peruano hasta el presente nunca ha existido, y no ha existido porque todavía no era ni es necesario. La constitución del partido del proletariado peruano es una tarea del futuro cuando su existencia sea realmente necesaria, cuando la maduración de las condiciones objetivas y subjetivas así lo reclamen y lo exijan, y no cuando a un caudillo personalista se le ocurra como uno de sus  ocasionales caprichos” (cursivas mías).

Como se ve, Aragón sostiene que el partido del proletariado peruano nunca ha existido, e, incluso, que en los años 1920 no era necesario y que hasta ahora mismo no lo es, y, con base en estas afirmaciones, indirectamente pero sin disimulo, agravia a Mariátegui con aquello de “ocasionales caprichos” y aquello de “caudillo personalista.”

Pues bien, en Ideología y política, Mariátegui señala: “El feudalismo español se superpuso al agrarismo indígena, respetando en parte sus formas comunitarias; pero esta misma adaptación creaba un orden extático, un sistema económico cuyos factores de estagnación eran la mejor garantía de la servidumbre indígena. La industria capitalista rompe este equilibrio, interrumpe este estancamiento, creando nuevas fuerzas productoras y nuevas relaciones de producción. El proletariado crece gradualmente a expensas del artesanado y la servidumbre. La evolución económica y social de la nación entra en una era de actividad y contradicciones que, en el plano ideológico, causa la aparición y desarrollo del pensamiento socialista” (p.31). Y puntualizó en los 7 Ensayos: “En Lima, donde se ha constituido el primer núcleo de industrialismo, es también donde, en perfecto acuerdo con el proceso histórico de la nación, se ha balbuceado o se ha pronunciado la primera resonante palabra de marxismo” (p.253).

Asimismo, confesó: “Mariátegui regresa en este tiempo de Europa con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase.” (Ideología y política, p. 100). “No cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana.” (Carta del 14 de octubre de 1929 a César Vallejo, en Anuario Mariateguiano, Nº 1, p. 146).

Como es evidente, con la primera cita el maestro se refirió a la maduración, en el Perú de su tiempo, de las condiciones objetivas que hicieron necesario el partido del proletariado, y, con las otras dos, su voluntad organizadora derivada de su conciencia de dicha necesidad.

Pues bien, lo citado basta para poner al desnudo el liquidacionismo histórico de Aragón.

Ciertamente desde la publicación de mi artículo Contra el liquidacionismo histórico (01.01.2015), nuestro personaje se encontró ante la disyuntiva de proceder con espíritu autocrítico o, en su defecto, como un oportunista.

Después de veintiún días, optó por lo segundo: en el artículo que comento, silenció su negación de la existencia histórica del PSP y el agravio que cometió contra Mariátegui, e intentó desviar el debate esgrimiendo que el PSP nunca fue fundado pública y legalmente.

La Reunión de La Herradura

Empeñado en negar la validez de esta reunión y sus acuerdos, Aragón ha escrito: “Portocarrero trajo consigo una Propuesta del Secretariado de la ISR, en la cual se proponía  ‘constituir el Partico Comunista en el Perú’”. “Algunos pocos  militantes del Comité de Lima, del Comité de Paris y del Comité del Cusco, acicateados por esa entrometida e impertinente  comunicación, comenzaron a presionar con impaciencia en el Comité de Lima, para constituir de inmediato el partido, posición apresurada que no era compartida por Mariátegui”.Incluso  en su desesperación, algunos de esos ‘impacientes’, sorprendiendo con engaños a otros militantes, convocaron y realizaron a espaldas de Mariátegui una  Reunión en la Herradura el día domingo 16 de setiembre de 1928…”. En La Herradura… acordaron ‘constituir la célula inicial del Partido… cuyo nombre sería el de Partido Socialista del Perú’ (negritas en el original; elipsis mías).

“Posición apresurada que no era compartida por Mariátegui”, dice Aragón. Pero ocurre que, tal como he recordado arriba, el maestro señaló que el proceso de constitución del PSP fue “indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”. Precisamente las reuniones de La Herradura y Barranco, la aprobación del programa del partido (cuestión que veremos más adelante) y el intento de fundar públicamente el PSP, constituyen los casos más relevantes de aceleramiento en el proceso de Constitución. Así, pues, si Aragón fuese consecuente con su lógica, tendría que acusar al maestro de haber sido víctima del “temperamento criollo” y, por lo tanto, calificarlo de “impaciente”.

Portocarrero trajo consigo una Propuesta del Secretariado de la ISR en la cual se proponía  ‘constituir el Partico Comunista en el Perú’”, afirma Aragón, y, unas líneas después, recuerda que la Reunión de la Herradura acordó “constituir la célula inicial del Partido… cuyo nombre sería el de Partido Socialista del Perú”.

Pues bien, si “algunos pocos militantes”, “acicateados por esa entrometida e impertinente  comunicación” del Secretariado de la ISR, hubiesen convocado y realizado la Reunión de La Herradura “a espaldas de Mariátegui”, como cree Aragón, entonces, como es lógico, dicha Reunión hubiese acordado la propuesta de dicho Secretariado de fundar el partido con el nombre de Partido Comunista, y no con el de Partido Socialista.(7)

Sin embargo, como es de conocimiento general, la Reunión de la Herradura acordó el punto de vista de Mariátegui y, así, rechazó la propuesta del Secretariado de la ISR.

Esta constatación basta para probar que la Reunión de la Herradura no se realizó “a espaldas de Mariátegui”, y, por otro lado, para probar la absoluta falta de lógica de la conjetura de Aragón.

Pero también para confirmar el testimonio de Martínez: “José Carlos Mariátegui no pudo asistir, pero sus puntos de vista los presentó Martínez de la Torre.”(8)

La Reunión de Barranco

Aragón dice: “En esa reunión conspirativa [la Reunión de La Herradura],  ellos llegaron a cuatro acuerdos… puntos que en lo fundamental no fueron aprobados en la reunión del 7 de octubre en Barranco”.En La Herradura… acordaron “constituir la célula inicial del Partido...”. Mientras que, en Barranco el 7 de octubre… se aprobó “dejar constituido el grupo organizador del Partido Socialista del Perú”. El 16 de setiembre en La Herradura acordaron ‘afiliar (sic) la célula inicial del partido a la III Internacional’. El 7 de octubre en Barranco, no se aprobó esa afiliación…”. “El 7 de octubre, no se constituyó ningún ‘comité ejecutivo’ del Partido, sino ‘el grupo organizador’ del Partido” (elipsis mías).

Sin explicar claramente su intención, Aragón recuerda que la Reunión de La Herradura acordó constituir “la célula inicial del Partido”, mientras la Reunión de Barranco constituyó “el grupo organizador del Partido”. Pero ocurre que, habiendo sido “la célula inicial” precisamente “la célula secreta de los siete”, la Reunión de Barranco, en la cual, como se sabe, participaron algunos militantes que no eran parte de dicha célula (Luciano Castillo y Chávez León), no pudo sino aprobar la fundación del “grupo organizador del Partido” con la totalidad de los asistentes.

También sin explicar claramente su intención, Aragón indica que la Reunión de Barranco no acordó la afiliación a la Tercera Internacional. Pero esta observación resulta irrelevante para su posición, pues, como él mismo lo sabe, la Reunión del 4 de marzo de 1930 aprobó la moción de Mariátegui de afiliación del CC del PSP a la Internacional.(9)

Aragón dice que “El 7 de octubre, no se constituyó ningún ‘comité ejecutivo’ del Partido”. De esta forma silencia el hecho –tremendamente expresivo– de que, en la moción presentada por Mariátegui y aprobada por la Reunión de Barranco, se señala que “Los suscritos declaran constituido un Comité”, el mismo que es mencionado también en los numerales 2, 3 y 6 de la misma moción.

Ello quiere decir que dicha Reunión tomó dos acuerdos en el terreno orgánico: uno, dejar constituido “el grupo organizador del Partido” con la totalidad de los asistentes; otro, dejar constituida una instancia de Dirección: el “Comité Ejecutivo del Partido”, al que precisamente se había referido la Reunión de La Herradura.

La cuestión de “la célula secreta de los siete”

Esta Reunión había acordado en su numeral 3: “El Comité Ejecutivo del Partido Socialista estará formado por la ‘célula secreta de los siete’”.

Y así fue: en la Reunión de Barranco esta célula, con  Mariátegui a la cabeza, copó el mencionado Comité.(10)

El partido del proletariado hoy: necesidad y posibilidad

La necesidad del partido proletario surge con el desarrollo de la industria y de la clase obrera. En el Perú, esto ocurrió en las primeras décadas del siglo pasado, y, como se ha visto, Mariátegui teorizó sobre el tema.

Hoy, con un desarrollo mayor de la industria, una clase obrera comparativamente más numerosa y un desarrollo mayor de las contradicciones entre las clases, el partido proletario es tanto más necesario.

Sin embargo, Aragón dice: “… hay que lamentar que muchos socialistas saturados del  ‘temperamento criollo’ todavía insuperado, se comporten con absoluta impaciencia, y hoy como ayer, pretendan ‘constituir’, ‘reconstituir’ o ‘reivindicar’ la organización del partido de clase, al margen del desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas del proceso real de la lucha de clases en el país, y al margen de las enseñanzas del Camino de Mariátegui”.

Ciertamente con aquello de “al margen del desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas”, nuestro personaje niega tanto la necesidad del partido como la posibilidad de luchar por la Reconstitución en las actuales condiciones.

Negar la existencia del partido del proletariado peruano desde los años 1920 hasta hoy, es una expresión específica de liquidacionismo, y negar su necesidad actual a favor del trabajo frenteunionista, es una forma específica de frentismo. Precisamente Aragón está en esta línea.

El partido del proletariado hoy: constitución y fundación

Aragón dice: “La tarea de fundación del Partido Socialista del Perú, del ‘partido de clase’ del proletariado peruano, del primer ‘partido de masas y de ideas’ también sigue siendo una tarea pendiente. Es muy posible que su ejecución corresponda a los militantes de la próxima generación” (negritas en el original).

Como se ve, Aragón reduce toda la cuestión del partido a solo fundación. Confunde, desdeña o escamotea la diferencia entre los conceptos de constitución y fundación, es decir, entre el proceso histórico de la lucha por la Reconstitución y el acto de establecer formalmente el partido.

Sin duda la posibilidad de impulsar la Reconstitución existe actualmente en un grado disminuido: tanto el PCP-SL con su errónea concepción de la Reconstitución(11), como el grupo liquidacionista con su proyecto de un partido doctrinariamente variopinto(12) y el oportunismo de derecha con su extravío teórico y práctico(13), han hecho a un lado la Reconstitución del Partido de Mariátegui. Y punto, pues ninguna otra tendencia asumió esta tarea.

Contra ese abandono y no obstante todas las vicisitudes, un pequeño número de luchadores, más o menos disperso, mantiene en alto la bandera de la Reconstitución.

Tales luchadores han cumplido hasta hoy el honroso papel de haber defendido la filiación marxista-leninista de Mariátegui y la verdad doctrinal y orgánica del PSP contra la campaña antimariateguiana del grupo liquidacionista, contra el conciliacionismo con el liquidacionismo promovido por el oportunismo de derecha, así como también contra otras tendencias adversas a la verdad histórica de Mariátegui y su partido.

Puesto que de lo que se trata es de reconstituir el Partido de Mariátegui(14), es menester hacer conciencia de la necesidad de impulsar el proceso de reconstitución concretando la indispensable concentración orgánica. Esta es la tarea actual más urgente del proletariado consciente.

El programa del Partido

Presentando el proyecto de programa escrito por Mariátegui, Martínez escribió: “A fin de unificar doctrinariamente el pensamiento y la acción de los grupos iniciales del Partido Socialista, Mariátegui elaboró los siguientes puntos programáticos que fueron remitidos a las células del país y del extranjero” (Apuntes, t.II, p.398). Y más adelante agregó: “Sobre estos principios programáticos se inició, no sólo el trabajo práctico, sino el proceso de unificación ideológica, el proceso para la elaboración de una teoría y una acción conscientemente disciplinada y emprendedora” (ibídem, p.402).

Ciertamente en los Acuerdos de la Reunión de Barranco no aparece ninguno relativo a la aprobación del proyecto de Mariátegui. Pero de las palabras de Martínez se desprende limpiamente que, previo debate, la reunión tomó dos acuerdos relativos a dicho proyecto: 1) remitirlo a las células del país y del extranjero; 2) unificar doctrinariamente, sobre su base, el pensamiento y la acción de los grupos iniciales del Partido.

Unificar doctrinariamente el pensamiento partidario significaba concretar la adhesión de la militancia al marxismo-leninismo: “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha”.

Unificar doctrinariamente la acción de los grupos iniciales del Partido significaba hacer que tal acción tuviera una neta base doctrinal a fin de “encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo”.

Es razonable, por lo tanto, reconocer que la Reunión de Barranco aprobó, en primera instancia, el proyecto de Mariátegui, con cargo, naturalmente, a que, con los aportes de otros militantes, fuera aprobado por el programado Congreso Constituyente. Esta es la razón por la cual en los acuerdos de la mencionada Reunión no aparezca ninguna alusión a la indicada inicial aprobación.

En conclusión: “el grupo organizador del Partido”, con Mariátegui a la cabeza, tuvo como base de su unidad el marxismo-leninismo.

En carta a Ravines del 18 de mayo de 1930, Juan Paiva apuntó: “El 7 de setiembre del año pasado, pocas horas antes de que me redujeran a prisión, el C.E. del P. discutía los puntos programáticos y, recuerdo que en esa ocasión no hubo una sola objeción sustancial en cuanto al fundamento teorético del programa.”(15)

El 10 de marzo de 1930, Mariátegui le escribió a José Malanca: “Dígale a Seoane que no he sabido nunca si recibió la carta que hace varios meses le dirigí acompañándole copia de los puntos aprobados del programa del P.S.”(16)

Estos dos testimonios son suficientes para probar que el Comité Ejecutivo del Partido debatió y aprobó el programa del PSP.

Así, pues, el CEP, al tener que adelantar el surgimiento público del Partido, hubo de adelantar la aprobación del programa, pues no hubiera sido posible dicha fundación sin un programa que proponerle al pueblo peruano.

En consecuencia, hay base suficiente para tener la certidumbre de que la decisión de adelantar la fundación pública el Partido debió tomarse con anterioridad a setiembre de 1929.(17)

Es una tarea particularmente importante ubicar el programa aprobado por el CEP. Pero, mientras ello no se logre, a fin de aproximarnos a lo que pudo haber sido su contenido, no existe otro medio que la ponderación de probabilidades.

Si, según parece, el debate sobre el programa del PSP tuvo como base los proyectos existentes a la sazón(18), entonces hay que reconocer de entrada que es posible que lo aprobado recogiera algunos puntos de cada uno de ellos.

Ahora bien, por su amplio contenido y su consistente argumentación, puede suponerse que el proyecto de Mariátegui debió haber sido el documento base del debate.(19)

Pues bien, la afirmación de Paiva en el sentido de que “en esa ocasión no hubo una sola objeción sustancial en cuanto al fundamento teorético del programa”, permite pensar que lo primero que acordó el CEP fue la base de unidad ideológica (doctrinal, teórica) del PSP.

Dicho acuerdo se habría allanado rápidamente debido a que en el proyecto de Mariátegui el marxismo-leninismo aparece como la base de unidad ideológica del PSP y otro tanto ocurre en el proyecto del grupo de París: “La ideología que aceptamos es la del marxismo y la del leninismo militante y revolucionario, doctrina que aceptamos integralmente en todos sus aspectos: filosófico, político y económico-social.”(20)

Por otro lado, es casi seguro que los ocho puntos restantes de la parte doctrinal del proyecto mariateguiano, así como los puntos 1, 2, 3 y 4 del proyecto de programa del grupo de París, no fueron motivo de desacuerdo.(21)

Asimismo, por su corrección, la parte de reivindicaciones inmediatas del proyecto de Mariátegui no debió suscitar tampoco ninguna discrepancia.(22)

Es menester recordar que el proyecto de programa del grupo de París era parte de las Tesis sobre la acción por desarrollar en el Perú, remitidas al grupo de Mariátegui en diciembre de 1928, es decir apenas dos meses y pico después de la Reunión de Barranco, Tesis acerca de las cuales Martínez anotó: “… no fueron aceptadas en su totalidad por el grupo de Lima.” (Apuntes, t. II, p. 335).

Los puntos 5 y 6 del mencionado proyecto, dicen: “5º- Armamento inmediato de los obreros y campesinos y transformación del ejército y de la policía en milicia obrera”. “6º- Instauración de los municipios de obreros, campesinos y soldados, en lugar de la dominación de clase de los grandes propietarios de la tierra y de la iglesia.” (Apuntes, t. II, p. 421).

“Armamento inmediato…”, “Instauración de los municipios obreros, campesinos y soldados…”, es decir, municipios de activistas armados, lo cual revela una concepción ultraizquierdista, insurreccionalista e inmediatista de la revolución, por lo que puede suponerse que los citados puntos fueron parte de aquellas cuestiones no aceptadas por el grupo de Lima.

Asimismo, es necesario mencionar que, en relación al programa del grupo de París, Hugo Pesce escribió: “Ha sido aprobado en su contenido, con unas cuantas modificaciones formales. Sin embargo, hemos acordado redactarlo en forma más amplia, contemplando otras particularidades.”(23)

Pero sucede que, conforme a la documentación disponible, la afirmación citada, que data de junio de 1929, es puesta en cuestión por los hechos: 1) la no aceptación en su totalidad de las Tesis (lo cual posiblemente se puso de manifiesto a principios de 1929); 2) el comienzo del debate del programa del PSP tuvo lugar en setiembre de ese mismo año, es decir, tres meses después de la fecha de la afirmación de Pesce; 3) la aprobación, el 7 de octubre, del proyecto de programa de Mariátegui, lo cual determinaba que el grupo de Lima no estuviera en grado de aprobar por separado el proyecto del grupo de París; 4) en 1929 el CEP (ampliado ya con otros militantes) era el espacio idóneo para aprobar el programa del PSP, tal como efectivamente ocurrió en la segunda mitad del mencionado año.

Mariátegui dejó constancia de que “los puntos aprobados del programa del PS” fueron remitidos a Seoane, a la sazón residente en Buenos Aires. Por eso, es seguro que fueron remitidos también a otros activistas tanto en el extranjero como en el país.

Por cuanto Paiva dio cuenta de una reunión de setiembre de 1929 donde empezó a debatirse el programa, y puesto que en marzo de 1930 Mariátegui señaló que hacía “varios meses” le había enviado a Seoane los puntos aprobados del programa del PSP, puede suponerse con razón que esta aprobación debió haber tenido lugar en algún momento del período setiembre-diciembre de 1929.

En conclusión: el PSP aprobó su programa posteriormente a la Reunión de Barranco y, como es ocioso decirlo, antes del programado pero no realizado Congreso Constituyente.

Pues bien, no obstante el hecho incontestable de que el PSP aprobó un programa, Aragón dice que “Mariátegui murió en abril de 1930, sin que se debatiera y acordara la propuesta programática que debía y debe unificar a los socialistas peruanos”. “En síntesis, la amplia Propuesta Programática desarrollada por Mariátegui no fue aprobada en la Reunión de Barranco, ni en ningún otro evento posterior. Su estudio, debate, revisión  y aprobación es una tarea que sigue pendiente (negritas en el original).

Por otro lado, a las diversas organizaciones de izquierda, nuestro personaje les espeta: “nunca se  tomaron el trabajo de estudiar, debatir y fijar una posición definida con respecto a la Propuesta  Programática dejada por Mariátegui”. Y agrega: “¿Con que (sic) derecho ellos se reclaman continuadores y seguidores de Mariátegui, si ignoran lo más sustancial de su legado: la propuesta de Programa?”

Cualquiera diría, pues, que Aragón se mueve acicateado por el celo revolucionario de defender el programa de Mariátegui.

Pero, ¿cuál es la verdad? Es decir, ¿cuál es la “posición definida” de Aragón respecto a dicho programa?

Como ha quedado demostrado, el proyecto de Mariátegui fue aprobado, en principio, por “el grupo organizador del Partido Socialista” el 7 de octubre de 1928, y, luego, entre setiembre y diciembre de 1929, el CEP aprobó el programa del Partido sobre la base de dicho proyecto.

Pero, como se ha visto, Aragón dice que el proyecto de Mariátegui “no fue aprobad[o] en la Reunión de Barranco, ni en ningún otro evento posterior.”(24)

Ante la verdad histórica del marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP acordada por Mariátegui, Aragón, siguiendo servilmente a Ramón García, ha renegado esta base de unidad.

Esta es, pues, la “posición definida” de Aragón y, en general, del grupo liquidacionista ante “lo más sustancial [del] legado” de Mariátegui.(25)

Así, aquello de “tarea pendiente” y aquello “de estudiar, debatir y fijar una posición definida” respecto al programa de Mariátegui, tiene como pie, en Aragón y su grupo, la torcida opinión de que este programa nunca fue debatido ni aprobado, y, al mismo tiempo, el adelanto de la negación de la base de unidad ideológica del PSP acordada por Mariátegui.

¿Con qué derecho, pues, Aragón y sus congéneres ideológicos podrían reclamarse continuadores de Mariátegui?

En conclusión: el PSP aprobó un programa, pero, por cuanto no ha llegado a nosotros su texto, podemos y debemos asumir el programa de Mariátegui como base del actual debate programático. Por lo tanto, estamos ante la tarea ineludible de revisarlo y actualizarlo.

Un cuestionamiento oportunista de la Reunión de Barranco.

El proceso real del PSP que partió del proyecto de Mariátegui, se dirigió: 1) de una labor organizativa clandestina (las reuniones de La Herradura y Barranco, etcétera) a la fundación pública del PSP (como se intentó en marzo de 1930); 2) de la acción de un organismo de cuadros (”grupo organizador del Partido”) a la fundación de un partido de masas (objetivo no alcanzado).

Por lo tanto, tan legítimos fueron la Reunión de Barranco y el “grupo organizador” como lo hubieran sido la fundación pública del PSP y la elección en el Congreso Constituyente de un Comité Central representativo de dicho partido como partido de masas.

Por eso las observaciones de Aragón a la Reunión de Barranco en el sentido de que ella fue “realizada a espaldas de los militantes del socialismo peruano”, de que en ella “solamente participaron ‘nueve militantes’” “sin recibir las opiniones y las propuestas, ni estar presentes o representados los delegados de los comités de otras ciudades del país” ni “los comités ya formados en algunas otras ciudades del mundo”, equivalen a calificar dicha Reunión de inconsulta, arbitraria, verticalista, antidemocrática.

Así, pues, al cuestionar la Reunión de Barranco, Aragón cuestiona el proyecto de partido de Mariátegui.

Acerca de la carta colectiva

Aragón dice que esta carta esperaba ser fechada “después de [su] debate y aprobación, lo cual nunca ocurrió”.

Pero veamos cuales fueron los hechos.

En la carta del 16 de abril de 1928 a la célula aprista de México, Mariátegui señaló: “Hemos acordado una carta colectiva que muy pronto les enviaremos.” (Correspondencia, t. II, p. 373).

En carta del 29 de setiembre de 1928 a Carlos Arbulú, escribió: “… le acompaño dos cartas, una mía y otra que acordamos suscribir yo y varios compañeros, pero que en breve resultó insuficiente ante la prisa con que el grupo de México había avanzado en el sentido condenado abiertamente por nosotros” (ibídem, pp. 444-45). En carta del 7 de octubre del mismo año a Nicanor de la Fuente, anotó: “A Arbulú le he mandado copias de dos cartas en que formulamos en Abril nuestros puntos de vista” (ibídem, p. 451). Y, en carta del 19 de octubre del mismo año a Luis Valcárcel, apuntó: “Empiezo por acompañarle la copia de una carta colectiva, acordada en abril, y que pronto resultó inferior al desacuerdo provocado por la precipitación  del grupo de México…” (ibídem, p. 459).

De estas afirmaciones del maestro se desprende: 1) que la carta colectiva fue escrita en abril de 1928; 2) que fue “acordada”, es decir, convenida, concertada, pactada; 3) que “en breve resultó insuficiente…”; 4) que fue remitida a diversos activistas; 5) que contenía los puntos de vista de los fundadores (“nuestros puntos de vista”).

Por eso Martínez señaló: “Con esta ‘carta colectiva’ el grupo de Lima tomaba posición. Esta circular ejerció gran influencia. Permitió la definición de los elementos que dentro del Apra, no estaban de acuerdo con la orientación imprimida por Haya de la Torre.”(26)

Las afirmaciones “en breve resultó insuficiente…” (en la carta a Arubulú), y, “pronto resultó inferior al desacuerdo…” (en la carta a Valcárcel), no sugieren que la carta colectiva no hubiera sido debatida y acordada, sino nada más que lo que dicen sus letras: que rápidamente su contenido resultó inferior al grado de antagonismo alcanzado por la divergencia. Firmada o no (no hay prueba documental de lo uno ni de lo otro), la cuestión de fondo es que la carta fue acordada y representó los puntos de vista de los fundadores. Pues, ¿habría sido posible que, seis meses después de escrita, Mariátegui hablara de “nuestros puntos de vista” si la carta colectiva no hubiese sido aprobada? ¿Habría sido posible que la remitiera mencionándola como  “carta colectiva”? ¿Mariátegui era un falsario?

La carta colectiva no tuvo fecha de redacción sino de remisión(27). Una carta de un tal Alejandro Rojas (seudónimo incidental de Haya de la Torre, según Aragón), fechada en setiembre de 1928 en Hamburgo, aunque escrita en New York, hace referencia a una carta remitida a su persona por Mariátegui con fecha del 10 de julio: “Su atenta del 10 de julio…” (Correspondencia, t. II, p. 446).

Como se puede verificar, en la Correspondencia no aparece ninguna carta de Mariátegui con dicha fecha dirigida a Rojas, lo cual permite asegurar que la recibida por este personaje fue la carta colectiva.(28)

Si el 10 de julio de 1928(29) Mariátegui envió la carta colectiva a Rojas, entonces es factible suponer que a partir de dicha fecha fue remitida también a otros activistas.

Dice Aragón: “Tiempo después, el mismo Mariátegui la utilizó [la carta colectiva] solamente como un testimonio o material ‘de referencia’”.

Pero la verdad es otra. En la carta a Arbulú, Mariátegui sostiene que desea que su destinatario “se forme juicio completo de este debate”. En la carta a De la Fuente, luego de señalar “Esta actitud nuestra contra una desviación…”, el maestro continúa con estas palabras: “para que aprecien Uds. la posición de esos señores.” Habiendo aludido antes el envío que había hecho a Arbulú de “copias de dos cartas”, el “Uds” que aparece en lo citado se refiere a esta persona y al propio De la Fuente, por lo cual la frase “para que aprecien…” tiene que entenderse con el mismo alcance que tiene la que aparece en la citada carta a Arbulú: “Deseo que Ud. se forme juicio completo de este debate.” En la carta a Valcárcel, se lee: “El modo más leal de informarlo a este respecto, para que no se encuentre Ud. desorientado ante rumores confusos…”. La frase “para que no se encuentre Ud. desorientado…”, implica que Mariátegui buscaba que Valcárcel tomara posición respecto a la divergencia con Haya y sus repetidores.

En todos los casos, pues, Mariátegui, no obstante haber señalado que la carta colectiva “pronto resultó inferior al desacuerdo…”, utilizó la misma como material que les permitiera a sus destinatarios tomar posición, y no como simple “testimonio” o mera “referencia”.

El método de Aragón

Aragón no parte de los hechos, sino de las teorías. Ve al PSP desde su proyectada pero no consumada fundación pública, y no desde el interior de su proceso real que se desarrolló a partir de un organismo de cuadros y un trabajo clandestino para concluir con el intento de fundarlo como partido de cuadros.

Por eso su lógica se revela simplona: “el PSP no fue fundado pública y legalmente, luego no existió”.

Pero además su método está viciado de prejuicios: 1) la Reunión de la Herradura se realizó “a espaldas de Mariátegui”; 2) esta Reunión no fue democrática (calificación ésta que guarda un cordón umbilical con la conocida concepción del calificador según la cual el partido se construye de abajo arriba; 3) el programa del Partido nunca fue aprobado, etcétera.

De suyo se comprende que con semejante método no se puede ir muy lejos. Por eso no extraña que Aragón no sea capaz de calar en el significado del proceso real de constitución del PSP.

El nuevo planteamiento en el estudio del PSP

Este planteamiento consiste en: 1) tener como punto de partida del análisis el proceso real de constitución del PSP; 2) contrastar este proceso con el proyecto original de Mariátegui; 3) captar lo esencial detrás de lo fenoménico en el curso de dicho proceso; 4) tener presente el intento de fundar el PSP públicamente como partido de cuadros; 5) ver su proceso real desde el significado de este intento; 6) reconocer que la diferencia, en más de un punto, entre el proyecto original de Mariátegui y lo que resultó de su aplicación, no invalida la vigencia de dicho proyecto, cuyo objetivo es la creación de un partido de clase bajo la forma de partido de masas; 7) captar: a) lo que el proceso real tuvo del proyecto original: partir de un trabajo clandestino para llegar a fundar un partido con estatus legal y de un organismo de cuadros para fundar un partido de masas; el marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP, etcétera; b) lo que el proceso real no alcanzó a tener del proyecto original: carácter de masas del PSP; fundación pública y estatus legal; etcétera.

Si el proceso del PSP fuese visto desde el proyecto original de Mariátegui, puede llegarse al absurdo de creer que, por cuanto dicho proceso resultó distinto al proyecto, entonces el PSP no existió realmente; por cuanto el programa fue aprobado por el Comité Ejecutivo del Partido y no en el proyectado pero no concretado Congreso Constituyente, entonces el programa nunca fue aprobado realmente; etcétera.

Precisamente este absurdo es el punto de vista de Aragón.

Por cuanto la comprensión del proceso real de constitución del PSP debe hacerse desde el intento de fundarlo como partido de cuadros, entonces la Reunión de Barranco aparece como la Reunión Fundacional del PSP y los Acuerdos tomados por esta Reunión aparecen como su Acta de Constitución.

Así, pues, la fundación del “grupo organizador del Partido” en la Reunión de Barranco es la realidad  fenoménica tras la cual se encuentra esta realidad esencial: la fundación del PSP.

El socialismo variopinto del grupo liquidacionista

Todo el secreto de la negación del marxismo-leninismo, de la negación de la identidad doctrinal de Mariátegui y de la falsificación  de la verdad doctrinal y orgánica del PSP, se revela en la propuesta de un partido de dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles, es decir, en el intento de liquidar el partido de clase.(30)

Por eso no es casual que, al final de su artículo, Aragón escribiera: “… los socialistas peruanos previamente tenemos que cumplir un compromiso de honor: Conmemorar dignamente el Centenario del movimiento socialista peruano en el año 2018”.Felizmente, ya contamos con un Documento Base de Estudio y Debate para el desarrollo del centenario, el Capítulo V, Las primeras divagaciones socialistas, del primer tomo del libro de Guillermo Rouillon La Creación Heroica de José Carlos Mariátegui”. “Ese capítulo, Las primeras divagaciones socialistas, me parece que puede ser la mejor fuente de inspiración y estímulo para los nuevos contingentes de socialistas,  y no solo para ellos” (negritas en el original).

Precisamente estas afirmaciones de Aragón –como otras por el estilo de otros liquidadores– encierra el designio de diluir la identidad marxista-leninista de Mariátegui en su inicial socialismo a lo Araquistain.

Como es de conocimiento general, en el escrito Por qué creación heroica, Ramón García utiliza tramposamente la nota Del Autor de Mariátegui: cita que “La orientación socialista de Mariátegui tiene su punto de arranque en la publicación a mediados de 1918 de la revista ‘Nuestra Epoca’”, y silencia la afirmación según la cual la asimilación del maestro al marxismo data de su estancia en Europa.

Así, pues, mientras Mariátegui, con la honestidad que lo caracterizó, dio cuenta, en el mismo texto, del momento en que comenzó su orientación socialista en el sentido general del término, y del momento en que rompió con su inicial socialismo a lo Araquistain y se asimiló al marxismo, García, con la deshonestidad que lo caracteriza, menciona el primer momento y silencia el segundo porque ello conviene a su designio de diluir el socialismo marxista en el variopinto mapa del socialismo en general, es decir, a su aspiración de liquidar el partido de clase.(31)

Es claro que, si Mariátegui no hubiese sido consciente de la diferencia de principio existente entre el socialismo reformista y el socialismo marxista, no hubiese dejado constancia de su asimilación al marxismo durante su estancia europea, pues, a fin de dar cuenta de su “orientación socialista”, le hubiese bastado mencionar el punto de arranque de su socialismo en el sentido general del término.

Pero Mariátegui era consciente de tal diferencia, y, por esto, señaló los dos momentos de su proceso doctrinal.(32)

Lenin señaló que a Marx y Engels no les interesaba el socialismo en general, sino específicamente el socialismo científico, proletario, marxista en lenguaje contemporáneo.

Pero, debido a sus afanes liquidacionistas, a García le interesa el socialismo en general, y no, por supuesto, particularmente el socialismo marxista.

Por eso silencia el momento de la ruptura de Mariátegui con su socialismo a lo Araquistain y su asimilación al marxismo-leninismo.

Por eso pretende pasar el Centenario de Nuestra Epoca como el Centenario del Socialismo Peruano.

Por eso la palabra socialismo le sirve para encubrir la condición revisionista de diversas tendencias que actúan en la escena nacional, así como su propia condición de revisiónista.

Como es evidente, con todo ello pone un signo de igualdad entre el socialismo reformista y el socialismo marxista, entre el revisionismo y el marxismo.

Por eso pretende un partido del variopinto socialismo en general, y no del socialismo marxista en particular.

Así, pues, lo que hace García es falsificar el proceso doctrinal de Mariátegui y del proletariado peruano, tergiversar la índole de clase de la Creación Heroica de Mariátegui, negar el carácter de clase del Socialismo Peruano, etcétera.

Pero ocurre que el Socialismo Peruano es el producto de la aplicación del marxismo-leninismo a nuestra realidad concreta, y no, por supuesto, la aplicación el indefinido socialismo en general.

Mariátegui esclareció: “El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”.

En nuestro caso, la fusión de dicha doctrina con nuestra realidad fue posible a partir de la asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo.

Por lo tanto, el Socialismo Peruano es el florecimiento en el Perú del marxismo-leninismo como verdad particular.

Así, el marxismo-leninismo se revela y verifica como el contenido ideológico del Socialismo Peruano.

En consecuencia, datar la partida de nacimiento del Socialismo Peruano en junio de 1918 es escamotear el marxismo-leninismo como su fundamento doctrinal, como su contenido doctrinal, como el sello que da cuenta de su carácter de clase.

Desde hace tiempo está esclarecido que el 22 de julio de 2018 no se cumple el Centenario del Socialismo Peruano, sino el Centenario de la revista Nuestra Epoca, es decir, del punto de arranque de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido general del término: de Mariátegui, y no, claro está, del movimiento socialista en el mismo sentido general.(33)

Por eso es una verdad básica que el punto de arranque del Socialismo Peruano es marzo de 1921, cuando Mariátegui escribió su primer artículo de índole marxista: El cisma del socialismo.

Lo confirman las siguientes palabras del propio Mariátegui: “De su viaje [por Europa] data su asimilación al marxismo”.

Y también estos conceptos, igualmente suyos: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista”. (Correspondencia, t. II, p. 331; cursivas mías).

Sería necesario ser un obtuso rematado para no darse cuenta qué quiso decir y qué dijo efectivamente el maestro con lo citado.

Por lo tanto, si el punto de arranque de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido general del término, fue la revista Nuestra Epoca, el punto de arranque de su definitiva orientación marxista-leninista fue marzo de 1921.(34)

Y, es esta orientación definitiva lo que, para cualquier marxista, tiene especial relevancia tanto en el proceso doctrinal de Mariátegui como, por sus consecuencias, en el proceso ideológico y político del proletariado peruano.(35)

El método correcto para estudiar y esclarecer la etapa de socialista a lo Araquistain de Mariátegui consiste en analizarla desde la perspectiva de su asimilación al marxismo-leninismo, y no, desde luego, como hace García, en analizarla en sí misma tratando de encontrar marxismo donde no lo hubo.(36)

Pero, conforme a su designio de liquidar el partido de clase en el marco de la izquierda peruana (ya lo liquidó en el marco de su grupo), García pretende pasar el Centenario de la revista Nuestra Epoca como el Centenario del Socialismo Peruano a fin de pescar algunos incautos para consumar el nivel público de su partido dirigido desde hace más de seis años por un pequeño grupo de encapuchados.

Como es obvio, lo que hemos citado de Aragón a propósito de su “compromiso de honor” de celebrar el centenario de Nuestra Epoca como el centenario del “movimiento socialista”, encierra todas las falacias y todas las trampas señaladas en el presente apartado.

Así, pues, en último análisis, lo que pretende celebrar el grupo liquidacionista es el centenario del socialismo reformista, y no, por supuesto, el centenario del socialismo marxista-leninista, el centenario del Socialismo Peruano.

En conclusión, el grupo de García chapotea sin remedio en las aguas negras de la negación del marxismo-leninismo, de la falsificación de la identidad doctrinal de Mariátegui, de la tergiversación de la verdad doctrinal y orgánica del PSP, de la dilución del socialismo marxista en el variopinto mapa del socialismo en general y, por lo tanto, de la negación del carácter de clase del Socialismo Peruano, de la negación del partido de clase; etcétera, etcétera.

La crisis del grupo liquidacionista

Durante una década aproximadamente, este grupo se ha esforzado por tragarse con engaños a algunas tendencias en el marco del trabajo frenteunitario.

Pero, desenmascaradas sus posiciones oportunistas y, además, evidenciados sus métodos criollos y su egotismo burgués, el mencionado grupo ha quedado políticamente aislado.

Así, pues, la crisis del grupo liquidacionista es la crisis de sus posiciones: negación del marxismo-leninismo; falsificación de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y el PSP; tergiversación de cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento de Mariátegui; acción legal municipal como el pretenso camino al socialismo; negación del partido de clase; egotismo burgués; servilismo feudal; métodos criollos.

Publicitando con rimbombancia la celebración del centenario de la revista Nuestra Epoca como si fuese el centenario del Socialismo Peruano, los liquidadores no podrán evitar que el 22 de junio de 2018 marque el fracaso definitivo de su proyecto según el cual el PCP-Unidad, el PCP-Patria Roja, el PCP-Sendero Luminoso, el PSP y otras organizaciones y grupos tendrían que integrarse en un solo partido bajo la línea liquidacionista de Ramón García.

Conclusión

El liquidacionismo histórico de Aragón pretende presentar la acción de Mariátegui como un escenario desolador: el PSP no existió; no hubo un programa aprobado; el marxismo-leninismo no fue acordado; etcétera, etcétera.

De esta forma intenta liquidar el legado marxista-leninista de Mariátegui.

Si el grupo liquidacionista falsifica la realidad histórica del PSP, en su permanente afán de profundizar las posiciones oportunistas de García, Aragón sostiene que el PSP nunca existió.

Aragón alardea: “Como resultado de una nueva relectura, ordenada y profunda,   del libro Correspondencia de Mariátegui (publicado en diciembre de 1984),  de las cartas adicionales incluidas en los once números de la revista Anuario Mariateguiano  (publicados entre los años 1989 y 1999), del libro Escritos de José Carlos Mariátegui 1928 (publicado el año 2009), así como del Tomo II del libro Apuntes para una Interpretación marxista de  Historia Social del Perú de Ricardo Martínez de la Torre, y otros textos adicionales,  en los últimos años estamos llegando  a nuevas conclusiones, diferentes a las dos anteriormente anotadas. Tengo que reconocer que el largo debate sostenido durante el decenio 2003-2013, con el caudillaje personalista promovido por  algunos defensores a ultranza de la superada tendencia “partidarista”, ha influido positivamente en esta búsqueda que nos aproxima más a la verdad” (negritas en el original).

Las lucubraciones según las cuales la Reunión de la Herradura se realizó “a espaldas de Mariátegui”;  la negación de la “célula secreta de los siete”; la conjetura de que el PSP no fue fundado en la Reunión de Barranco; la creencia de que en los años veinte del siglo pasado no era necesario el partido del proletariado peruano; la negación sin más de la existencia del PSP; el silenciamiento de que este partido aprobó su programa; el escamoteo de que el proceso constitutivo del PSP fue “indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”; la negación de que el 7 de octubre de 1928 se eligió el Comité Ejecutivo del Partido; la suposición según la cual la carta colectiva no fue debatida y aprobada; etcétera, etcétera; son todas cuestiones que, oh paradoja, han resultado “de una nueva relectura, ordenada y profunda” de parte de Aragón.

Es pues con esa “relectura ordenada y profunda” que nuestro personaje pretende hacer creer que se ha aproximado “más a la verdad”.

Pero, como se ha visto, todo lo que ha hecho es profundizar la falsificación de la verdad histórica del PSP y, de esta forma, ahondar el liquidacionismo de derecha de García.

Remito al lector a los términos, citados arriba, de la carta de Mariátegui a Luis. E. Valcárcel, pues los hechos demuestran que, interrogando a los documentos relativos al PSP, Aragón ha ofrecido el deplorable espectáculo de su deslealtad respecto a los mismos: tergiversando unos, silenciando otros.

Pero la doble moral es tal, que ha tenido la audacia de utilizar los aludidos términos como epígrafe de su artículo.

Esta es la forma como Aragón utiliza a Mariátegui como coartada. Esta es la forma como se revela en su persona la general descomposición ideológica y moral del grupo liquidacionista.
   
En Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador), escribí: “… toda esta cuestión… del PSP es un problema complejo y, por esto, su planteamiento y su resolución exigen que nuestros cerebros funcionen con cierta complejidad. Y sin el peso de los prejuicios.”

Pero, como se ha podido ver, Aragón no cumple con ninguna de tales exigencias.

Notas
[1] Obsérvese que, en las citas de Aragón y en la mía, el término constitución está utilizado como sinónimo del término fundación. Pero en lo que he citado de mi borrador esta sinonimia tiene un valor relativo, como se verá más adelante. En Aragón, en cambio, tiene un valor absoluto, como también se verá más adelante. Por otro lado, debo señalar que mi borrador se encuentra en proceso de revisión y reelaboración, proceso que no avanza, sin embargo, tanto como quisiera, debido a las limitaciones que me impone el exilio en el acopio del material pertinente. Debo agregar, asimismo, que este trabajo de revisión y reelaboración está planteado en el propio borrador: “El presente trabajo no agota ni podía agotar el tema examinado, pero, en la medida en que en el futuro podamos contar con antiguos y nuevos materiales (no consultados en esta oportunidad por motivos ajenos a nuestra voluntad), podrá ser refundido con nuevos datos y nuevas reflexiones”.
[2] Aragón presenta sus argumentos como si con ellos estuviera renovando el enfoque del estudio del PSP. Por eso, no puedo dejar de señalar que esa renovación empezó hace mucho, y sin que él tuviera alguna participación en ello.
[3] Esta falta absoluta de ética cobra niveles de escándalo en el grupo liquidacionista. Gustavo Pérez, por ejemplo, tergiversó de la manera más cínica el numeral 3 de la moción escrita por Mariátegui y aprobada por la Reunión de Barranco, tergiversación asumida, por aquello de quien calla otorga, por todos sus copartidarios sin excepción, y desvergonzadamente ocultada por García (véanse mis artículos Un artículo revelador y Ramón García y la manipulación III, publicados en el blog CREACIÓN HEROICA). El mismo García, por otra parte, utilizando algunas falacias, silenció deliberadamente el numeral 4 del Programa del Partido escrito por Mariátegui, intentando así negar el marxismo-leninismo y el carácter de nuestra época y, por lo tanto, el marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP (véase mi libro El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación, p. 97, nota). Silenciando el mencionado numeral, Aragón, a su turno, repitiendo servilmente a García, falsificó sin el menor escrúpulo la filiación doctrinal del maestro (véase el capítulo III de mi libro El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui). Obviamente, podría traer muchos ejemplos más, pero los anotados bastan para demostrar la falsificación que cometen los mencionados personajes de la Creación Heroica de Mariátegui.
[4] Carta del 20 de junio de 1929 a Nicanor de la Fuente, Correspondencia, t. II, p. 584. Este concepto de Mariátegui es particularmente importante, pues expresa el contenido del proceso constitutivo del PSP: definición teórica, es decir, establecimiento del marxismo-leninismo como la base de su unidad (“El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha”); análisis concreto de nuestra realidad concreta (teoría de la realidad y la revolución peruanas); política concreta (táctica y estrategia); concepción del partido del proletariado peruano (partido de clase bajo la forma de partido de masas); y organización práctica, es decir, construcción orgánica del Partido y organización de las amplias masas populares.
[5] El 1 y el 4 de marzo de 1930 se realizaron sendas reuniones del CC del PSP. Comentándolas, Martínez de la Torre refiere que “la ‘fracción socialista’” pretextó la cuestión del nombre del Partido para boicotear su surgimiento público (véase Apuntes, t. I, p. 209). Esto estaría indicando que el intento de fundación pública del PSP tuvo lugar en el mes de marzo de 1930.
[6] Este hecho no invalidó ni mucho menos el proyecto original de un partido de clase bajo la forma de partido de masas. Ni lo invalidó ni lo invalida.
[7] El nombre del partido era, precisamente, la cuestión central en debate con el Secretariado de la ISR.
[8] Apuntes, t. II, p. 397. Hay que llamar la atención sobre el hecho de que ninguno de los concurrentes a la Reunión de La Herradura pudo negar jamás este testimonio.
[9] El texto de esta moción es el siguiente: “El C.C. del partido adhiere a la Tercera Internacional y acuerda trabajar por obtener esta misma adhesión de los demás grupos que integran el partido”. Obsérvese, pues, que, en marzo de 1930, Mariátegui hablaba de partido y de Comité Central, y no de “grupo organizador del Partido” o de “Comité”, como en la Reunión de Barranco.
[10] Un análisis más o menos extenso de la célula secreta se encuentra en mi artículo Notas sobre “la célula secreta de los siete”, publicado en el blog ya mencionado.
[11] Este partido concibe la reconstitución como reconstitución del partido de cuadros, como fue el que se derivó de la reunión del 20 de mayo de 1930.
[12] Este grupo ha renunciado públicamente a la reconstitución (véase García, Organización: contenido y forma). Por lo demás, es menester remarcar que el grupo liquidacionista es tal precisamente porque, con su proyecto de un partido-amalgama, intenta liquidar el partido de clase. Por eso la frase “La tarea de fundación del Partido Socialista del Perú, del ‘partido de clase’ del proletariado peruano”, que se gasta Aragón, revela una actitud engañosa.
[13] Esta tendencia, aunque agita la reconstitución, no tiene la menor idea del camino propio que implica la realización de esta tarea y, por esto, ha perdido el tiempo y el camino pretendiendo que el frente dirige al partido.
[14] En marzo de 1930, el PSP, bajo la dirección de Mariátegui, no era un partido de masas sino un partido de cuadros. Esto, sin duda, plantea un problema: ¿qué es lo que hay que reconstituir? ¿El PSP tal como existió en el momento indicado? Ciertamente el proyecto original de Mariátegui cobró una fisonomía distinta en el momento de su aplicación. Por eso la Reconstitución debe entenderse como un proceso de lucha por reconstituir el PSP en lo que tuvo del proyecto original de Mariátegui y, al mismo tiempo, en lo que tuvo como plasmación de este proyecto. En consecuencia, la Reconstitución debe llevarse adelante teniendo en cuenta tres premisas: 1) la realidad histórica del PSP; 2) el proyecto original de Mariátegui; 3) la realidad actual. El proyecto original de Mariátegui fue de un partido de clase bajo la forma de partido de masas, es decir, adherido al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario, con una correcta teoría de la realidad y la revolución peruanas, una estrategia de masas, una militancia pensante y operante y un estatus legal. Este es, en esencia, el contenido de lo que Mariátegui llamó partido de masas y de ideas. Pero Mariátegui comenzó a plasmar su proyecto organizando primero un partido de cuadros; por lo tanto, su proyecto comprendía dos etapas: una primera, de un partido de cuadros, y una segunda, de un partido de masas derivado del desarrollo del partido de cuadros. Este es, por lo tanto, el contenido de la Reconstitución, aunque en la medida en que hay que tener en cuenta la realidad actual, el término marxismo-leninismo hay que entenderlo como la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao.
[15] Martínez, Apuntes, t. II, p. 510. Obsérvese que Paiva habla de Comité Ejecutivo del Partido.
[16] Correspondencia, t. II, p. 738; cursivas mías. Obsérvese que Mariátegui habla “de los puntos aprobados del programa del P.S”. Es decir que, por un lado, habla de Partido Socialista, y no de “grupo organizador del Partido”, y, por otro, de los puntos aprobados del programa, lo que demuestra de manera incontestable que el PSP aprobó un programa. No sería convincente la consideración de que la afirmación mariateguiana sugiere que el CEP aprobó únicamente algunos puntos, pues es improbable que se remitiera a los activistas algo que no fuera el programa completo. Además, ¿cómo hubiera sido posible que el PSP intentara surgir públicamente con un programa incompleto? El hecho de que el 10 de marzo Mariátegui hablara de PSP y no de “grupo organizador del Partido”, significa que, consciente de que entonces el Partido era una realidad como partido de cuadros y ad portas de fundarlo públicamente como tal, el “grupo organizador del Partido” había perdido vigencia. Esto explica por qué en las mociones redactadas por Mariátegui y aprobadas por las reuniones del 1 y el 4 de marzo de 1930, se hable de Partido Socialista, y no de “grupo organizador del Partido”, de Comité Central, y no  de Comité Ejecutivo del Partido (a la sazón este Comité aparecía como una instancia dentro del CC). Esta constatación demuestra que Mariátegui habíase hecho consciente de que al no haber alcanzado el Partido la condición de partido de masas, su proceso real obligaba a una interpretación que no podía limitarse a los términos de su proyecto original, sino que tenía que partir del intento de surgir públicamente como partido de cuadros. Así, pues, mientras en 1929 y 1930 Mariátegui hablaba de Comité Central, Castillo, en su carta del 16 de marzo de 1930, se dirige a Mariátegui como “Compañero Secretario General del Comité Organizador del Partido Socialista del Perú” (aunque en el tenor de la misma carta hablara del “Comité Central organizador del Partido Socialista”, cosa en la que Aragón no ha reparado o que simplemente ha silenciado). Estos hechos demuestran pues que, dando muestra de una ejemplar flexibilidad mental, Mariátegui llegó a comprender el PSP desde el punto vista de su proceso real, y no desde el ángulo de su proyecto original, mientras Castillo, lejos de esta comprensión, se quedó atascado en la nomenclatura primitiva de las instancias partidarias. En 1930 el Partido era ya un partido organizado, y precisamente por esto se intentó su fundación pública. Cumplido su papel, aunque bajo una forma distinta a la proyectada, en 1930 el “grupo organizador” aparecía como una instancia orgánica superada por el desarrollo del Partido. Pero, como se ha visto, siguiendo a Castillo, Aragón se encuentra prisionero de un nombre que ya no tenía vigencia en circunstancias en que el PSP intentaba surgir públicamente.
[17] Así lo probaría la siguiente afirmación de Esteban Pavletich: “Su carta de hoy me alivia de ese reproche ya que en ella anuncia la constitución del Partido Socialista Revolucionario Peruano.” (Correspondencia, t. II, p. 608).
[18] El de Mariátegui, el del grupo de París y acaso también el proyecto anónimo (¿de Luciano Castillo?) publicado por Flores Galindo en Pensamiento Comunista. Antología.
[19] Esto no debe haber significado la suma simple de los puntos de los diversos proyectos, sino la incorporación, con redacción renovada, de los puntos pertinentes del proyecto del grupo de París (y tal vez del proyecto anónimo) al texto del proyecto de Mariátegui, a fin de preservar su unidad estilística.
[20] Martínez, Apuntes, t. II, p. 328. Pretender ver, a estas alturas, una diferencia sustancial y no meramente formal entre el término compuesto marxismo-leninismo y los términos marxismo y leninismo ligados así por la conjunción y, sería recurrir al criollo recurso, característico de la cabeza del grupo liquidacionista, de jugar con las palabras.
[21] Estos puntos son los siguientes: “1º- Expropiación, sin indemnización de los latifundios; entrega de una parte a los ‘ayllus’ y comunidades, prestando todo el contingente de la técnica agrícola moderna. Repartición del resto entre los colonos, arrendatarios y yanaconas. “2º- Confiscación de las empresas extranjeras: minas, industrias, bancos y de las empresas más importantes de la burguesía nacional”. “3º- Desconocimiento de la deuda del Estado y liquidación de todo controlo por parte del imperialismo”. “4º- Jornada de 8 horas en la ciudad y en las dependencias agrícolas del Estado, y abolición de toda forma de servidumbre y semiesclavitud” (Martínez, Apuntes, t. II, p. 421).
[22] Los miembros del grupo de París sostuvieron que “El programa [el que ellos habían remitido al grupo de Lima] puede ser, como es natural, ampliado por ustedes. Queda asimismo a su cargo la elaboración de un programa de conquistas inmediatas o programa mínimo” (Martínez, Apuntes, t. II, p. 334). Por otro lado, dejo dicho que no me referiré aquí a los puntos del proyecto anónimo, pues presentemente no cuento con él. Por eso, si en el futuro tengo la oportunidad de releerlo (después de treinta años aproximadamente), podría ampliar, si fuese necesario, la parte correspondiente de mi exposición.
[23] Ibídem, p. 484. Obsérvese, por lo demás, que Pesce plantea las cosas como si el debate programático en el PSP se hubiese dado sobre la base del proyecto del grupo de París: “unas cuantas modificaciones formales”; “hemos acordado redactarlo en forma más amplia”. Este planteamiento no responde, desde luego, a la realidad de las cosas.
[24] Como en tantas otras cosas, en relación al programa del PSP Aragón tiene un embrollo en la cabeza. Por un lado, reivindica el carácter democrático de la actitud de Mariátegui: “Mariátegui nunca tuvo la intención de imponer autoritariamente su propuesta de programa, sino de escuchar otras propuestas, exponer su propia propuesta, debatirla, desarrollarla y enriquecerla,  con la participación y aportes  de todos…”. Por otro lado, sin embargo, reduce el debate del programa en los años 1920 al proyecto mariateguiano: “… la amplia Propuesta Programática desarrollada por Mariátegui no fue aprobada en la Reunión de Barranco, ni en ningún otro evento posterior”. Más aún: reduce también el debate actual a este solo proyecto: “Su estudio, debate, revisión y aprobación…”. Olvidando, pues, el ejemplo mariateguiano, nuestro personaje no solo se muestra retrospectivamente sino también presentemente sectario. En realidad, el debate programático presenta actualmente tres premisas: 1) los proyectos existentes en la década de 1920 (pues no se conoce el programa aprobado); 2) el programa de Mariátegui como el documento fundamental (pues apareció en esta calidad en el debate programático); 3) la realidad actual.
[25] En el programa de Mariátegui “lo más sustancial” es la aplicación del método marxista-leninista, pues ello permitió una interpretación y una fundamentación correctas de los diversos puntos de su contenido. En otras palabras, el marxismo-leninismo aparece ahí como lo determinante y lo identificativo.
[26] Apuntes, t. II, p. 302. En este mismo lugar, Martínez dejó escrito también: “Esta carta [de Haya del 20 de mayo] no recibió respuesta. Mariátegui cortó toda relación con Haya de la Torre. Continuaba el trabajo. Se redactaron los puntos de vista respecto al Apra, que se remitieron a todos los grupos extranjeros. He aquí la ‘carta colectiva’ que fijaba la posición del grupo de Lima” (p. 299). Esta afirmación sugiere que la carta colectiva fue posterior a la aludida carta de Haya, lo cual no concuerda con las afirmaciones de Mariátegui y con la cita del propio Martínez que aparecen copiadas en el presente artículo.
[27] La carta colectiva no tuvo, en efecto, fecha de redacción. Pero de esto no se colige que se hubiera pensado ponerle fecha una vez que fuera firmada, pues si fue “acordada” en abril y representó “nuestros puntos de vista”, posiblemente fue firmada en el momento de su acuerdo. Puede suponerse, por lo tanto, que lo que ocurrió fue que se pensó ponerle la fecha en que fuera remitida por primera vez. Y, efectivamente, ante la historia aparece fechada el 10 de julio de 1928.
[28] Es sabido que Mariátegui no mantenía correspondencia con Rojas. De manera que si le remitió una carta fechada el 10 de julio, donde es tratada la divergencia con Haya, ella debe ser la carta colectiva.
[29] En la Correspondencia no hay una sola carta del período abril-09 de julio, que dé cuenta de la carta colectiva, lo cual indica que aquello de que “muy pronto les enviaremos [la carta colectiva]” no se cumplió debido a que la misma “en breve resultó insuficiente”. ¿Cuán en breve? La carta de Mariátegui del 16 de abril a la célula aprista de México fue una actualización de los términos de la divergencia.
[30] En un medio como el peruano donde la autoridad intelectual y política del fundador de nuestro socialismo marxista es inmensa, la forma más fácil –pero también la más torpe– de pasar como buena moneda posiciones oportunistas es utilizando a Mariátegui y al PSP como coartada. Esto es lo que hacen García y otros liquidadores que, así, han demostrado no tener el valor elemental de plantear sus posiciones a nombre propio: si de renegar el marxismo-leninismo se trata, pues aducen que Mariátegui y el PSP no fueron marxista-leninistas; si de negar el carácter de clase del PSP se trata, pues aducen que este partido tuvo dos niveles doctrinariamente disímiles; etcétera, etcétera. Estas y otras posiciones antimariateguianas han sido, sin embargo, oportuna y completamente desenmascaradas.
[31] En otro lugar he citado una afirmación de Manuel Velásquez que expresa más netamente que otras el intento del grupo liquidacionista de consumar la mencionada dilución del socialismo marxista en el mapa del variopinto socialismo en general. Esta afirmación, que es la repetición de una de Aragón, según me parece recordar, es la que sigue: “el año 1918 [se refiere a la aparición de Nuestra Epoca], según mi opinión, es un año clave para el Socialismo Peruano, porque marca la orientación definitiva de Mariátegui” (carta a Miguel Aragón del 29.01.2011; cursivas mías). Es decir, según el citado, la “orientación definitiva de Mariátegui” se dio con su adhesión al socialismo en general, y no con su adhesión al socialismo marxista en particular. De este modo, sin distinguir entre socialismo a lo Araquistain y socialismo marxista, el mencionado liquidador –y con él todo su grupo– diluye el socialismo marxista en el socialismo en general. Todo marxista, sin embargo, sabe que lo que constituyó la orientación definitiva de Mariátegui fue su adhesión al marxismo-leninismo en la segunda mitad de 1920.
[32] Es menester señalar que al socialismo marxista se llega directamente rompiendo con concepciones burguesas o pequeño burguesas, o, en su defecto, por medio de un paso intermedio: rompiendo con un inicial socialismo reformista. Precisamente este fue el caso de Mariátegui, quien llegó al socialismo marxista rompiendo con su inicial socialismo a lo Araquistain. Sin embargo, en grotesca expresión de la permanente actitud falsaria del grupo liquidacionista, Domingo Suárez, polemizando con el suscrito, no tuvo el menor escrúpulo de decir que, ya en el tiempo de la revista Nuestra Epoca, Mariátegui era “marxista convicto y confeso”. Movido, pues, por el prurito pequeño burgués de aparecer como “ganador” de una discusión, se dio de bruces contra la propia afirmación de Mariátegui en el sentido de que su asimilación al marxismo data de su estancia en Europa.
[33] De Mariátegui, pues, con anterioridad a Nuestra Epoca –y a partir de 1916–, se formó un pequeño movimiento a instancias de las lecciones de Víctor Maúrtua. Esta es la realidad. Pero, para sus fines, el grupo liquidacionista silencia esta verdad histórica, pues Maúrtua no le otorga capacidad de engaño como sí la utilización de Mariátegui. Por lo tanto, es claro que el grupo liquidacionista falsifica también el proceso del socialismo reformista en nuestro medio. La revista Nuestra Epoca es el punto de partida de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido dilatado del término, y no del movimiento socialista en este mismo sentido. Lo señala el propio maestro: “La orientación socialista de Mariátegui tiene su punto de arranque en la publicación a mediados de 1918 de la revista ‘Nuestra Epoca’” (Ideología y política, p. 17). De Mariátegui, pues, de Mariátegui. Por lo tanto, identificar este punto de arranque personal con el punto de arranque del movimiento socialista en el sentido general del término, significa no solo falsificar la realidad histórica, sino también evidenciar, por enésima vez, que todo lo que hace el grupo liquidacionista es utilizar a Mariátegui como coartada.
[34] Mariátegui se asimiló al marxismo-leninismo en algún momento de la segunda mitad de 1920, pero esta asimilación tuvo su primera expresión literaria en marzo del año siguiente con la escritura del artículo El cisma del socialismo.
[35] En efecto, sin la ruptura con el socialismo a lo Araquistain y sin su asimilación al marxismo-leninismo, Mariátegui no hubiese podido plasmar su Creación Heroica, es decir, su aplicación vívida de la verdad universal a nuestra realidad concreta, o sea, no hubiese podido hacer florecer en nuestro medio el marxismo-leninismo como verdad particular; no hubiese podido dotar al pueblo peruano de la necesaria conciencia de clase; no hubiese sido posible que constituyera el partido del proletariado peruano; no hubiese sido posible que estableciera la toma del poder como el objetivo político de nuestro pueblo. Esto es una realidad que tiene que ser defendida por todo marxista ante las conocidas posiciones del grupo liquidacionista. Esta defensa tiene el siguiente contenido fundamental: 1) defensa del marxismo-leninismo como verdad universal, como la filiación doctrinal de Mariátegui y el PSP, como el sello de clase de la Creación Heroica de Mariátegui y del Socialismo Peruano; 2) defensa de la conciencia de clase del pueblo peruano; 3) defensa del partido de clase; 4) defensa del camino de la revolución peruana. Esta defensa hace posible desarrollar el Socialismo Peruano y la lucha por la emancipación de nuestro pueblo.
[36] En efecto, en un artículo publicado en Anuario Mariateguiano, Nº 2, 1990, pp. 145-47, el mencionado intenta, con argumentos sofísticos, demostrar lo indemostrable: que el Socialismo Peruano tiene su punto de arranque con la publicación de la revista Nuestra Epoca. En otro lugar analizaremos tal intento y, específicamente, el equívoco método utilizado por el autor del artículo con el afán de falsificar la verdad histórica del proceso doctrinal de Mariátegui.

28.02.2015.


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


Contra el Liquidacionismo Histórico

E. I.

EN UNA CARTA A Gustavo Pérez del 4 de noviembre del año que ha concluido, Miguel Aragón ha sostenido lo siguiente: “El frente unido  en nuestro país existe desde 1905 hasta el presente. Mientras que el partido del proletariado peruano hasta el presente nunca ha existido, y no ha existido porque todavía no era ni es necesario. La  constitución del partido del proletariado peruano es una tarea del futuro cuando su existencia sea realmente necesaria, cuando la maduración de las condiciones objetivas y subjetivas así lo reclamen y lo exijan, y no cuando a un caudillo personalista se le ocurra como uno de sus  ocasionales caprichos”.

        En lo que toca al PSP, la afirmación de Aragón representa la extensión del liquidacionismo al campo de la historia, y, por esto, un intento de borrar de la memoria colectiva del pueblo peruano la verdad histórica del PSP.

Desde la publicación de la citada carta a la fecha, han pasado casi dos meses y, como puede constatarse, en el grupo liquidacionista de derecha que dirige Ramón García nadie se ha alzado críticamente contra semejante negación del PSP, lo cual prueba, una vez más, que la ideología que rige las relaciones internas de dicho grupo es el “dejar hacer y dejar pasar” del liberalismo burgués. Pero, desde luego, esta constatación no tiene por qué extrañar a nadie, pues sería ingenuo esperar que quienes tergiversan el carácter marxista-leninista de la Creación Heroica de Mariátegui salgan a defender esta Creación en su materialización como Partido Socialista del Perú.

Puesto que, como se sabe, el que calla otorga, puede suponerse, con razón, que en el mencionado grupo se asume semejante negación: el silencio otorgador de sus miembros no es cuestión reciente, pues viene de hace tiempo: de noviembre de 2013, cuando Aragón negó la verdad histórica de los acuerdos de la Reunión de la Herradura, e incluso de antes: desde que García empezó a falsificar la verdad doctrinal y orgánica del PSP, a falsear la verdad ideológica de la Creación Heroica de Mariátegui y a tergiversar cuestiones fundamentales dirimentes de esta Creación.

El pensamiento de Mariátegui expresa la fusión de la verdad universal del marxismo-leninismo (“El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha”) con la realidad peruana (“aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú”).

Así, pues, el pensamiento de Mariátegui es pensamiento de clase, pensamiento proletario, pensamiento de partido. Por eso puede decirse que el PSP fue su materialización organizativa.

Por lo tanto, negar la existencia histórica del PSP es negar la Creación Heroica de Mariátegui.

Esta negación se expresa en el hecho de que el grupo liquidacionista niega la filiación marxista-leninista de Mariátegui, del PSP, del Socialismo Peruano. Esta realidad, demostrada más de una vez, no puede dejar de percibirse por el hecho de que tal grupo se empeña en utilizar a Mariátegui y a su Partido como coartada a fin de intentar pasar de contrabando sus posiciones oportunistas.

Pero el liquidacionismo histórico de Aragón presenta además una actitud afrentosa con respecto a Mariátegui. Ciertamente la expresión “y no cuando a un caudillo personalista se le ocurra como uno de sus  ocasionales caprichos”, está enfilada contra su copartidario García, pero, en la medida en que, según su autor, en los años veinte del siglo pasado el partido del proletariado peruano “todavía no era… necesario”, aquello de “caudillo personalista” y de “ocasionales caprichos” le cae también a Mariátegui.

Así, pues, Aragón ha pasado de la negación de la verdad histórica de los acuerdos de la Reunión de la Herradura, a la negación de la existencia misma del PSP.

Esta negación del PSP y aquella afrenta a Mariátegui –así como muchas otras posiciones antimariateguianas oportunamente desenmascaradas– pintan de cuerpo entero al grupo liquidacionista.

Si las clases reaccionarias intentan siempre borrar de la memoria de los pueblos sus tradiciones revolucionarias, el oportunismo busca siempre falsificarlas y, ahora, concretamente, el grupo liquidacionista busca borrar de la memoria del pueblo peruano la verdad histórica del PSP y la verdad ideológica y teórica de la Creación Heroica de Mariátegui.

De hecho, con su campaña antimariateguiana el grupo liquidacionista ha ido tan lejos como Ravines con su “desaumatización”, como Del Prado con su revisionismo, como Paredes con su liquidacionismo de fines de los años 1960.

Del liquidacionismo de “izquierda” de los años 1970 al liquidacionismo de derecha de hoy, es el derrotero del grupo que encabeza Ramón García.

Como hemos visto, este liquidacionismo ha sido extendido ahora al campo de la historia. Pero también al campo del frente unido, como veremos en otro lugar.

La Creación Heroica de Mariátegui, teórica y práctica, es la piedra basal vigente del Socialismo Peruano y, por esto, la piedra de toque que separa a marxistas de oportunistas. Por eso, ningún esfuerzo del grupo liquidacionista ni ningún silencio pusilánime de nadie podrá borrar su realidad de la conciencia de nuestro pueblo.

Defendiendo la existencia histórica del PSP y la verdad de la Creación Heroica de Mariátegui, el presente artículo proporciona la necesaria información a la izquierda peruana acerca del límite extremo a que ha llegado el grupo liquidacionista en su campaña antimariateguiana, en su descomposición ideológica, en su consunción moral.

01.01.2015.



¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

En el 87 Aniversario de la Fundación del PSP

(Fragmento)

E.I.

DESLINDANDO CON HAYA, LOS FUNDADORES, con Mariátegui a la cabeza, señalaron en la carta colectiva de abril de 1928: “Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho -y organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas…”(1).

Como se ve, medio año antes de la Reunión de Barranco, los fundadores señalaron que constituían “de hecho” “un grupo o Partido Socialista”, no obstante que entonces no estaban “formalmente” constituidos como una u otra cosa.

Esta distinción entre lo factual y lo formal, esta preeminencia que los fundadores le daban a la realidad esencial sobre la realidad fenoménica, es especialmente importante para entender el significado histórico de la Reunión del 7 de octubre de 1928.

En efecto, formalmente, la Reunión de Barranco constituyó el “grupo organizador del Partido”. Esto es indiscutible. Sin embargo, dado el curso seguido por el proceso de Constitución, dicha Reunión aparece de hecho como la Reunión Fundacional del PSP. Esto también es indiscutible.

Notas
[1] Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, p. 301; cursivas nuestras. Es menester señalar que la carta colectiva fue redactada por Mariátegui.

07.10.2015.

CREACIÓN HEROICA