domingo, 1 de marzo de 2015

Política

El Liquidacionismo Histórico y la Reunión de Barranco

(Primera Parte)


Eduardo Ibarra


Entre el 22 y el 29 de enero del año en curso, Miguel Aragón publicó en cuatro partes el artículo Acerca del aniversario 86 de la reunión de Barranco, en el cual centralmente sostiene: 1) que el Partido Socialista del Perú no fue constituido en la reunión que se menciona en el título de su artículo ni en ningún otra reunión; 2) que el Programa del Partido escrito por Mariátegui no fue aprobado por la Reunión de Barranco ni por ninguna otra reunión. 

Una cuestión previa. En su artículo, Aragón escribió: “Ahora podemos  afirmar contundentemente, que el 7 de octubre de 1928 no se constituyó el Partido Socialista del Perú”. “En la Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928 se acordó constituir el Comité Organizador del Partido Socialista del Perú” (negritas en el original).

Por cierto, el “Ahora” que aparece en la primera cita, tiene fecha: 22 de enero de 2015.

Pero ocurre que, en Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador), ampliamente difundido por la internet en 2008,  señalé lo siguiente: “… la Reunión de Barranco no constituyó el Partido, propiamente hablando, sino el Grupo Organizador del Partido” (1).

Por eso, me veo obligado a señalar que, a esa constatación, Aragón llega con más de seis años de retraso. Desde luego, señalo esto sin un adarme de vanidad.

Como seguramente se comprende, mi citado borrador hace parte del estado de la cuestión. Por eso me veo obligado a señalar que Aragón ha cometido plagio. Por supuesto, señalo esto sin el menor ánimo de querella (2).

Una cuestión metodológica. El método marxista de investigación parte del análisis de los hechos, y no de las teorías. Por eso, la investigación de la lucha por la constitución del PSP debe partir del análisis del proceso real de esta lucha: primero, analizando el fenómeno para llegar a la esencia, y, luego, explicando el fenómeno por la esencia. Sólo así puede alcanzarse una intelección correcta del PSP.

Una dificultad. Los monumentos históricos relativos a este proceso (documentos, hechos, declaraciones), nos colocan, generalmente, en una situación semejante a la de los arqueólogos: en la situación de tener que interpretar.

En una carta, que Aragón cita como epígrafe de su artículo, Mariátegui le dijo a Luis E. Valcárcel: “El modo más leal de informarlo a este respecto, para que no se encuentre Ud. desorientado ante rumores confusos, me parece que es el de documentarlo. Ud. interrogará a los documentos y buscará en ellos la respuesta a cada cuestión”.

Como se ve, estos juicios expresan la confianza de Mariátegui en la capacidad y la honestidad intelectuales de Valcárcel. Pero al mismo tiempo –y como cuestión de fondo– encierran la idea, de indudable valor general, de que la lectura de cualquier texto no solo es un reto a la inteligencia del lector, sino también un desafío a su conciencia ética.

Precisamente en el estudio del proceso de constitución del PSP, se ha observado mucha impericia (lo que puede comprenderse), pero también, en muchos casos, una absoluta falta de ética (lo que es sumamente grave) (3).

Una cuestión terminológica. En los acuerdos de las reuniones de La Herradura y Barranco, puede constatarse que el término constitución se utiliza como sinónimo del término fundación: “Constituir la célula inicial del  Partido”; “dejar constituido el grupo organizador del Partido Socialista del Perú”; “los suscritos declaran constituido un Comité”; “el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista”.

Ciertamente entre los términos constitución y fundación existe una evidente sinonimia, pero el primero tiene una acepción que no tiene el segundo: así, en la literatura marxista relativa al PSP, por ejemplo, suele utilizarse el término constitución para dar cuenta de lo que Mariátegui llamó “proceso de definición teórica y de organización práctica” (Carta del 20 de junio de 1929 a Nicanor de la Fuente, Correspondencia, t.II, p.584), mientras el término fundación se limita a dar cuenta del acto de establecimiento de alguna cosa.

El proyecto de partido de Mariátegui. En documentos, artículos y cartas, Mariátegui expuso las líneas de su proyecto de partido, siendo la principal de ellas la concepción del PSP como un partido de clase (adherido al marxismo-leninismo) bajo la forma de partido de masas (militancia masiva de obreros y campesinos principalmente y basado en las masas trabajadoras organizadas).

El proceso real de la lucha por la constitución del PSP. Ciertamente una cosa es el proyecto de Mariátegui, y otra el proceso real que resultó de su aplicación bajo el influjo de la lucha de clases y de la lucha entre dos líneas.

Este proceso cubrió un período que va de 1923 a 1930. Con un antecedente: el Comité de Génova fundado en abril de 1922. Y, en el plano específicamente orgánico, cubrió un período que va de las reuniones de La Herradura y Barranco de setiembre-octubre de 1928 al frustrado intento de fundar públicamente el PSP en marzo de 1930. También con un antecedente: el mencionado Comité.

En la carta citada arriba, Mariátegui anotó: “He querido también, antes de escribirle, que Ud. estuviese enterado de las últimas etapas del proceso de definición teórica y de organización práctica, indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”.

El maestro se refirió, pues, al hecho de que el curso de los acontecimientos (trasformación del Apra en Partido Nacionalista Libertador y, por lo tanto, exacerbación de la lucha por la hegemonía en el seno de las masas) obligó a acelerar la fundación pública del PSP.

A propósito, Martínez de la Torre dejó el siguiente testimonio: “… cuando discutimos con Mariátegui el Manifiesto con el que surgía públicamente el Partido Socialista, la ‘fracción socialista’ planteó nuevamente la cuestión del nombre, iniciando un largo debate sobre la necesidad de que apareciéramos como Partido Comunista. No era sino una nueva maniobra para aplazar la publicación del Manifiesto, el cual llevaría sus firmas…” (Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t.I, p.209).

Este testimonio no fue negado nunca por ninguno de los involucrados, y, por esto, hay que reconocer que da cuenta de una realidad.

En marzo de 1930, el Grupo Organizador del Partido había logrado construir organización en Lima, Jauja, Trujillo, Chiclayo, Ica, Huaraz, Puno, Arequipa, Huánuco, Cajamarca, Chepén, Huacho, Cerro de Pasco, Cotabambas, y había logrado la adhesión de los grupos de Cuzco, México, Buenos Aires, La Paz y París.

Por otro lado, en mayo de 1929 había logrado fundar la CGTP.

No obstante, incluso habiendo logrado tan significativos avances, en el primer trimestre de 1930 el PSP no aparecía como “el primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana”. De ideas sí, pero no de masas.

Así, pues, ante el imprevisible desarrollo de los acontecimientos, Mariátegui intentó la fundación pública del PSP como partido de cuadros. Esta es la verdad histórica (4).

Este giro significó lo siguiente: 1) que Mariátegui consideró que, a principios de 1930, el Partido era una realidad; 2) que, al intentar su fundación pública, tuvo en cuenta la esencia de su proyecto (carácter de clase del partido) (5), y no su forma (de cuadros o de masas).

Y tiene una consecuencia: obliga a entender el proceso de constitución del PSP no desde su concepción teórica original, sino desde su realización práctica.

Así, pues, el PSP fue una realidad histórica, y el hecho de que no fuera formalmente fundado pública y legalmente, no niega en absoluto tal realidad.    

¿Qué era “el grupo organizador”? Pues un organismo de clase bajo la forma de organismo de cuadros. ¿Y qué era el PSP en marzo de 1930? Pues un organismo de clase bajo la forma organismo de cuadros.

Esta identidad de clase y de forma de existencia entre “el grupo organizador” y el PSP, determina que, ante la frustración definitiva del proyecto de Mariátegui, se tenga que reconocer que la Reunión de Barranco aparece como la realidad fenoménica a través de la cual se revela la realidad esencial de la fundación del partido del proletariado peruano.

Esto es lo que enseña el análisis concreto del proceso concreto del Partido de Mariátegui.  

Por eso, si en el borrador Mariátegui y el Partido Socialista del Perú afirmé lo citado arriba, en este mismo texto, como en otros posteriores, no dejé de señalar que el PSP se fundó el 7 de octubre de 1928.

Notas
[1] Obsérvese que, en las citas de Aragón y en la mía, el término constitución está utilizado como sinónimo del término fundación. Pero lo que he citado de mi borrador tiene un valor únicamente relativo, como se verá más adelante. En Aragón, por el contrario, tiene un valor absoluto, como también se verá más adelante. Por otro lado, debo señalar que mi borrador se encuentra en proceso de revisión y reelaboración, proceso que no avanza, sin embargo, tanto como quisiera, debido a las limitaciones que me impone el exilio en el acopio del material pertinente. Debo agregar, también, que este trabajo de revisión y reelaboración está planteado en el propio borrador: “El presente trabajo no agota ni podía agotar el tema examinado, pero, en la medida en que en el futuro podamos contar con antiguos y nuevos materiales (no consultados en esta oportunidad por motivos ajenos a nuestra voluntad), podrá ser refundido con nuevos datos y nuevas reflexiones”.  
[2] Aragón presenta sus argumentos como si con ellos estuviera renovando el enfoque del estudio del PSP. Por eso, no puedo dejar de señalar que esa renovación empezó hace mucho, y sin que él tuviera alguna participación en ello.
[3] Esta falta absoluta de ética cobra niveles de escándalo en el grupo liquidacionista de derecha. Gustavo Pérez, por ejemplo, tergiversó de la manera más grosera el numeral 3 de la moción escrita por Mariátegui y aprobada por la Reunión de Barranco, tergiversación asumida, por aquello de quien calla otorga, por todos los liquidacionistas sin excepción, y oportunistamente ocultada por Ramón García (ver Un artículo revelador y Ramón García y la manipulación III). El propio García,  por su parte, utilizando algunas falacias, como es su costumbre, tergiversó deliberadamente el numeral 4 del Programa del Partido escrito por Mariátegui. Silenciando este numeral, Aragón, a su turno, falsificó  sin el menor escrúpulo la filiación doctrinal del maestro. Naturalmente, podría traer otros ejemplos, pero los anotados bastan para demostrar la deslealtad de los mencionados personajes y sus copartidarios respecto a los documentos literarios de Mariátegui.
[4] Este hecho no invalidó ni mucho menos el proyecto original de un partido de clase bajo la forma de partido de masas. Ni lo invalidó ni lo invalida.
[5] El carácter de clase es la esencia del partido del proletariado, sencillamente porque su adhesión al marxismo-leninismo está determinada por algo interno a los militantes: su conciencia, mientras su forma de cuadros o de masas está determinada por algo externo: las condiciones objetivas de operatividad.




El Socialismo Heroico y Creador:
«Defensa del Marxismo»

(Décimo Tercera Parte)


                                                                                                                                               Jorge Oshiro


La voluntad colectiva: Gramsci y «La Cuestión Meridional»

Esta consideración no era simplemente una cuestión de táctica o estrategia política, ni mucho menos era el producto de una decisión circunstancial. Detrás y en el fondo de esta tesis política revolucionaria había toda una reflexión filosófica que había comenzado a expresarse en 1916. Es necesario, por lo menos sumariamente, resaltar los puntos más importantes de esta reflexión filosófica del joven Gramsci para comprender adecuadamente los alcances teórico-filosóficos de «Algunos temas sobre la cuestión meridional».

         En efecto. El primer gran artículo de Gramsci, «Socialismo y Cultura», aparece a comienzos de 1916, es decir en el momento que el joven italiano decide dedicar su vida a la revolución, según nos cuenta su biógrafo G. Fiori. No es un azar la preocupación gramsciana por el problema de la cultura, pues ella es uno de los núcleos fundamentales de su pensamiento .

         Para elaborar su definición de la cultura Gramsci retoma la tesis de Novalis que dice que

"Il supremo problema della cultura è impadronirsi del propio io trascentandale, di essere nello stesso tempo l'io del propio io" (El problema mayor de la cultura es apropiarse del proprio yo transcendental, de ser al mismo tiempo el yo del proprio yo)

Al mismo tiempo retoma la vieja fórmula griega, «Conócete a ti mismo», que Gramsci la cita a través de Solón, de Sócrates y de Vico. Esta exigencia de identidad, de autonomía del propio yo  nos sirve de hilo conductor para comprender su complejo pensamiento filosófico.

         El punto de partida de su pensar es el hecho que el hombre (el trabajador) no es dueño de sí mismo, que el hombre se define inicialmente por no ser sí-mismo, por su alienación. Como se recordará  este es también el punto de partida de Mariátegui, que se hace evidente cuando analiza la conciencia "melancólica" de "la gente peruana". Pero este punto de partida tenía ya una larga tradición, como fue el caso de Marx y Spinoza, a través de los cuales vamos a interpretar a Gramsci, de la misma manera como lo hemos hecho con Mariátegui (1).

         Decíamos que el punto de partida es el hombre alienado. Este estado de alienación lo llama Gramsci "pigrizia": "Gli uomini sono pigri" (los hombres son perezosos, abandonados), afirma Gramsci en la «Rivoluzione contro Il Capitale». Y el proceso revolucionario parte de este estado. Y la cultura, lejos de ser una mera "acumulación de conocimientos" (2), es para él

"...la organización, disciplina del propio yo, es toma de posesión de la propia personalidad, es conquista de una conciencia superior, por la cual se llega a comprender el propio valor histórico, la propia función en la vida, los propios derechos y los propios deberes".

Ahora bien. La Cultura como "organización, la disciplina del propio yo" significa directamente la organización de las clases subalternas, significa la superación del caos inicial, significa la transformación del "blocco amorfo", que la hegemonía y la dominación burguesa lo ha sumido, significa dar un orden, una disciplina a ese "caos sociale", o mejor aún, significa que ese blocco amorfo, ese caos sociale se dé a sí mismo un orden, una disciplina, que conquiste su propio yo, su propia personalidad (3). Esta conquista de la propia personalidad es la conquista del "si mismo", que a su vez implica evidentemente el conocimiento de sí mismo:

"Conoscere se stessi vuol dire essere se stessi, essere un elemento di ordine, ma del proprio ordine e della propria disciplina ad un ideale".

Importante en este pasaje es la identidad entre el conocimiento de sí mismo y el ser sí mismo Y esta identidad se da porque el "ser" del sí mismo es "potencia" (4). Esta identidad entre el ser y la potencia la vemos claramente en un pasaje de «La Rivoluzione contro Il Capital». Hablando sobre el desarrollo de las masas en la Revolución dice Gramsci:

Notas
[1] La tradición abierta en la filosofía por Spinoza no es una línea armónica. Todo lo contrario. Avanza por contradicciones, modificándose continuamente. Pero permanecen dentro de un horizonte filosófico y oponiéndose, como tradición, a la otra línea filosófica, la cartesiana.
Mientras la razón cartesiana, para descubrir su propia actividad, convierte la Naturaleza en una entidad pasiva (en una máquina), cuya suprema "ley" es la ley de la inercia, la filosofía spinoziana es la primera defensa coherente y global de la Naturaleza que es "Potencia"(conatus), es Totalidad, es Dios. Mientras Descartes, siguiendo la tradición cristiana, hace de la Ratio un ser "trascendente", "sobre-natural", Spinoza la integra dentro de la Totalidad, ella es una expresión de la la Infinita potencia de la Naturaleza. El universo spinoziano es un universo de "individuos", es la unidad de lo viviente. Es este universo que debemos ver como telón de fondo en la obra de Gramsci.
[2] Gramsci: "Bisogna disabitursi e smettere di concepire la cultura como sapere enciclopedico...".
[3] Tal es la importancia de este estado inicial que nuestro autor lo va a reiterar frecuentemente utilizando diferentes expresiones: "blocco amorfo del popolo" (en «I Massimalisti Russi»), "caos popolo" (en «La Rivoluzione contro Il Capital»), "materia amorfa, caos sociale" en («Equilibrio»), "gregge senza pastore" (en «Il nostro Marx»).
[4] En el sentido spinoziano.(Cf.Et.I.Prop.29:"La potencia de Dios es su esencia misma").





Economía


Pluspetrol y la Penetración Capitalista en la Selva

César Risso

Aunque el gobierno no reconoce la contaminación del medio ambiente, se ha hecho hábito pagar por los impactos. Es decir, el impacto ambiental se vuelve una transacción comercial; y aunque le llaman bienes no mercadeables, le ponen precio, con lo cual transforman al medio ambiente en mercancía. Vale decir, a pesar de las graves consecuencias provocadas al medio ambiente, se paga por el derecho a contaminar. Esto es, los derechos se consiguen con dinero. No podía ser de otra forma en la sociedad capitalista.

Sin embargo, el dinero es también una mercancía, que tiene, entre otros, como valor de uso, el ser medio general de intercambio. Esta mercancía no puede permitir recuperar el daño provocado a la naturaleza y a sus pobladores; no tiene el poder mágico que le atribuyen la burguesía y sus apologistas.

Pero, además de evaluar el impacto que se produce al medio ambiente, tanto en el aspecto físico, biológico como social, se presentan casos que llaman accidentes, que son consecuencia, bien de la negativa a usar la tecnología adecuada para evitarlos, bien por negligencia de la misma empresa. En ambos casos, se debe a que con la finalidad de aumentar las ganancias, buscan por todos los medios disminuir los costos.

Así, se tiene que se impacta de manera calculada el medio ambiente, lo cual se valoriza en el EIA (Estudio de Impacto Ambiental), y se impacta “accidentalmente”, lo cual implica una multa y la remediación del daño.

En ambos casos, los pobladores de la zona son directamente afectados, tanto en los recursos que usan para satisfacer sus necesidades, como en sus formas de vida.

Veamos cómo describe José Fachín, líder Quechua, lo que han venido sufriendo como consecuencia de la actividad petrolera, no sin antes referir que “perdió siete hermanos por la contaminación. Fue torturado en las instalaciones de la empresa y encarcelado por la Policía Nacional en 2008. En 2009 fue liberado. Desde 2011 estudia derecho.” (MEMORIAL PARA EL TRIBUNAL ÉTICO POR LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA. http://therightsofnature.org/wp-content/uploads/2014.12.4-cuencas.Memorial.final_.pdf).

“Hablamos de más de 43 años de actividad petrolera en nuestros territorios, los mismo[s] que abarcan las cuencas de los ríos Pastaza, Tigre, Corrientes y Marañón, ubicados en el extremo noroeste del Perú, en la región amazónica de Loreto, la más grande del país.”

“El asentamiento de la actividad petrolera en nuestras cuencas causó desde inicios de los años 70 grandes impactos para el entorno, tanto en el lote 1AB como en el lote 8.”

“Para el lote 1AB la actividad más impactante para el medio ambiente (con impactos en la salud de los seres vivos) ha sido sin duda el vertido de millones de barriles de aguas de formación directamente a los ríos. Estas aguas contienen crudo y metales pesados, y son vertidas a altas temperaturas que afectan la vida acuática. La Universidad Autónoma de Barcelona calcula que el crudo derramado conjuntamente con las aguas de formación en los lotes 1AB y 8 sumaría unos 2,637,000 barriles, es decir unas 369,000 toneladas. Es decir un derrame mayor a todos los derrames provocados por tankers (barcos petroleros): el mayor derrame de un tanker fue en 1979 (atlantic empress), de 287,000 toneladas y el crudo derramado en los lotes 1AB y 8 es 10 veces el derrame del Exxon Valdez (37,000 toneladas). Estamos hablando de una destrucción y genocidio lento, silencioso, inmenso en nuestra Amazonía.”

“En el caso del lote 8, alrededor de la Batería 3, lo más impactante para el medio ambiente ha sido y es el mal estado del oleoducto Norperuano. Debido a esto, múltiples derrames se han producido en los años 2000, 2010, 2013 y 2014. El ultimo derrame registrado (Noviembre 2014) es a la altura de la Comunidad de San Pedro en el rio Marañón, y se registra crudo por más de 3 kilómetros y con 1.5 metros de profundidad.”

Estas son solo algunos de los efectos de la labor de Pluspetrol en la Selva.

El Plan de Manejo Ambiental en el proyecto es de US$ 1.04 millones. Si consideramos un tipo de cambio de S/ 3,00, tenemos un monto de S/ 3 120 000. Las multas que se le han impuesto a Pluspetrol por los “accidentes”, son de alrededor de S/ 40 000 000. Esto quiere decir que, comparando ambas cifras, el daño provocado al medio ambiente, fuera de la valoración del daño por la actividad normal de la empresa, equivale a la implementación de cerca de 13 proyectos, o es como si se hubiesen implementado trece proyectos en el mismo lugar. Con el agravante de que la empresa no ha pagado las multas, y mas bien las han judicializado, haciendo mucho mayor el daño. Además de considerar el cálculo de las multas por parte de los organismos de gobierno, evidentemente a favor de la empresa.

Pluspetrol obtiene beneficios de la actividad capitalista de explotación del petróleo, a través del salario que paga a sus trabajadores, los cuales le rinden plusvalía (trabajo no remunerado). Esto es propio de toda empresa capitalista. A esto se añade todo lo que se ahorran en costos, al no proteger el medio ambiente, y al no restaurarlo, dejando un velo de destrucción en las comunidades nativas.

Los teóricos de la burguesía hablan del desarrollo sostenible, probablemente por temor a no encontrar en el futuro nada que explotar por el daño provocado al medio ambiente; o como medio para hacer del cuidado del medio ambiente otra fuente de ganancia.

El desarrollo sostenible es un término que designa la situación en la cual la explotación capitalista no debe agotar los recursos, puesto que estos pertenecen a la especie humana en su conjunto, y en consecuencia, las futuras generaciones tienen derecho a disfrutar de ellos. Aunque de lo que se trata es de que la burguesía tenga siempre algo en lo cual pueda aplicar la fuerza de trabajo bajo la forma asalariada para obtener plusvalía. Sin un medio material no puede haber tampoco explotación del trabajador, pues no habría a dónde aplicar la fuerza de trabajo para apropiarse de parte de su resultado.

Curiosamente, en los Estudios de Impacto Ambiental, plantean los llamados impactos positivos a nivel social, como el aumento de los ingresos de los nativos. Es decir, consideran que para los nativos es positivo recibir ingresos por trabajar para estas empresas. Esto es evidentemente positivo para las empresas que explotan mano de obra barata. Pero resulta que los nativos tienen una forma de producción conocida como economía mercantil simple. Que valoran no el dinero, sino los bienes como valores de uso.

Introduciendo el dinero, y las mercancías, entre los nativos, van minando poco a poco sus formas de vida, y socavando las bases de la economía colectivista en que se sustentan. Con esto sientan las bases de una organización capitalista de la producción en estas zonas; pero adherida al capitalismo imperialista, sometidos a la lógica de la ganancia; y alejándolos así, de un futuro socialista, que en su actual condición de nativos que viven en comunidades, con la propiedad común de la tierra, es más próxima a su forma de vida.

El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial

(Sexta Parte)


Samir Amin

El G-7 fue constituido con la finalidad de coordinar esta forma de gestión del sistema mundial por parte de las principales potencias capitalistas. Se sabe que su éxito en el terreno de la estabilización de los cambios ha sido muy limitado. Gerente de la crisis, el G-7 es un “ejecutivo mundial que no tiene ningún proyecto de conjunto para el mundo", como escribió Gustave Massiah. (10). En 1976 se conformó con fijar los principios del ajuste unilateral de la periferia; en 1980, con organizar el reciclado de los petrodólares a favor de la esfera financiera especulativa y, luego, con alentar la baja de los precios de las materias primas (la principal razón de la gue­rra del Golfo); en 1982, con organizar el reescalonamiento de la deuda (pero no se preocupó por crear las condiciones para resolver ese problema); en 1992, con incluir a Rusia y a los países del Este en las estrategias de ajuste unilateral, y hoy, con administrar la crisis yugoslava y la del "terrorismo".

De modo tal que ninguna de las variantes del escenario de "la gran recuperación" ofrece la menor oportunidad de algún desarrollo digno de ese nombre, ni siquiera para los pue­blos de los centros desarrollados y, a fortiori, para los de las periferias, aun cuando se trate de los de primera línea.

Por lo tanto, no faltarán los aguafiestas que perturben el despliegue del plan en sus diversas variantes. Pienso, entre otras posibilidades, en un recrudecimiento de las conse­cuentes luchas de clases ya visibles (diciembre de 1995 en Francia, enero de 1997 en Corea...). Si el movimiento se extiende, puede preparar las condiciones para que surja una alternativa progresista que examinaremos después. Pero pienso, asimismo, en las clases dirigentes de ciertos países que también pueden actuar a fin de desviar el modelo en un sentido que les sea más favorable y ampliar así su margen de autonomía. Tengo presente en este momento el caso de China, sobre todo si la solidaridad social que le da un marcado carácter nacional a su proyecto se viera reforzada por la in­tervención de fuerzas populares dejadas de lado; pero también pienso en Corea, en la India, en Brasil y hasta, en un futuro, en Rusia.

2. Uno podría imaginar que, en el caos en el que se en­cuentra instalado el mundo, la principal contradicción que puede darse en el presente es la que opone a dos centros en violenta competencia: los Estados Unidos y Europa. En ese marco, los Estados Unidos y el Japón consolidarían su alianza estratégica (pues el segundo no tendría otra opción) arras­trando consigo las dos semiperiferias de Asia (China, en particular) y de América latina, en tanto que Europa integraría en su área de dominación la nueva periferia rusa. (11).

Este es un escenario que me parece poco probable, ante todo porque supone que Europa existe como fuerza política unificada, que no es el caso, ni lo será al menos en un futuro visible. Por lo tanto, me parece que lo más probable es que sobreviva la hegemonía norteamericana -a pesar de sus debilidades- ostentando la dominación colectiva de la tríada sobre el resto del mundo. La segunda razón por la cual me parece difícil que aquel escenario prospere es porque implica que China consienta situarse bajo el ala del bloque Estados Unidos-Japón. Y esto me parece altamente dudoso; mi hipótesis sería que China tendería, antes bien, a arreglárselas sola explotando el conflicto entre los Estados Unidos y Euro­pa, en caso de que éste se agudizara. Y lo mismo cabe decir de la India y de Rusia (si ésta consigue superar su crisis).

Este "gran" proyecto, en todo caso, ya ha sido formulado en el ámbito de las regionalizaciones neoimperialistas (según el principio de sharing the burden) que articulan, detrás de cada una de las potencias constitutivas de la tríada, espacios geoestratégicos del Sur: Estados Unidos-Canadá-América Latina, iniciada con la integración de México a través del ALEÑA, Estados Unidos-Israel-países petroleros del golfo y Mashrek árabe, Unión Europea-Magreb-África subsaha- riana, Unión Europea (o Alemania)-Europa del Este, alter­nativamente Alemania-Estados Unidos-Europa del Este-ex URSS, Japón-ASEAN o Japón-Estados Unidos-Asia/Pa­cífico.

Este proyecto neoimperialista es perfectamente compa­tible con la aparición de una quincena de polos regionales y subregionales beneficiarios de "privilegios" dentro de su re­gión, pero que sin embargo continúan siendo relevos fieles de la mundialización "abierta". Los casos más evidentes son los de Alemania y el Japón, brillantes segundos de los Estados Unidos en este plan. Pero también Brasil, Turquía (y/o Irán) en Asia occidental central, Corea en Asia del Este, asistidos por potencias regionales de segunda línea (Egipto, Nigeria, Sudáfrica, Pakistán, Malasia). Como, por otra parte, también es perfectamente posible la "sublevación" de algunos de estos polos subregionales, que pueden decidir ampliar el espacio de su autonomía en conflicto con la mundialización -hege­monía norteamericana-. Pensemos, por ejemplo, en Brasil y en la iniciativa del Mercosur, suponiendo que ésta tome más distancia de los dogmas liberales.

Literatura 3


 
Nota

A partir de esta edición de CREACIÓN HEROICA, en esta sección de Literatura iremos publicando por partes un capítulo del libro inédito de nuestro compañero Julio Carmona, La Teoría del Reflejo. Una Explicación Marxista del Arte y la Literatura, capítulo que expone una crítica a la novela Confesiones de Tamara Fiol, de Miguel Gutiérrez. En esta oportunidad ofrecemos a nuestros lectores la parte correspondiente a la Introducción.

01.03.2015.
Comité de Redacción 


Introducción


Julio Carmona


En su libro de ensayos La invención novelesca, Miguel Gutiérrez escribió lo siguiente: «En general, los amigos –me refiero a los amigos del gremio– no se sienten felices cuando tú publicas. Cuando publiqué Hombres de caminos me sentí como ante un Tribunal. Con el dedo acusador uno de los amigos me dijo: “¡Has imitado a Faulkner!”. Otro: “Lástima. El tema del bandolerismo daba para una novela mayor”. Un tercero: “¡Qué descuidado eres con el lenguaje, Miguel!”.» (B-2008: 159).[1]

    Y nos atrevemos a decir que las opiniones de sus amigos a Miguel Gutiérrez ‘le llegan (para usar un eufemismo) a la punta del pájaro’, pues quien lo entrevista –ficticiamente– pregunta:

–Y tú, ¿cómo te sentiste?
  –¿Quieres que te sea franco?
  –Sabes que puedes confiar en mí.
  –Sentí una erección formidable. (Ibíd.)

Pero, después de leída la novela que aquí nos ocupa, Confesiones de Tamara Fiol (CTF, B-2009), creemos que Miguel Gutiérrez (MG) debería deponer ese prejuicio que tiene respecto de “los amigos del gremio”, cuyas opiniones no necesariamente han de responder a oscuros resquemores o aviesas envidias, porque hasta dos de esas ‘opiniones de sus amigos’ a las que alude le son aplicables a CTF: ‘las limitaciones de la novela’ y ‘el descuido del lenguaje’.

    Por lo que respecta al tema de ‘las limitaciones de la novela’, lo trataremos en el primer capítulo (en relación con los personajes). Y, a propósito de este tema, aquí adelantamos que MG debería reconocer que es derecho de cualquier lector crítico opinar que ‘pudo dar para una novela mayor’. Pero, si ante este tipo de opiniones el autor se la va a pasar despotricando en ensayos posteriores, lo que se ha de entender de ello es que hay una cierta intolerancia a la crítica adversa y que, en todo caso, se quiere sólo una crítica complaciente, o que se está ninguneando a los opinantes o, por  último, que todo ello responde a una “piconada” monda y lironda. Hasta aquí hemos dicho que esa reacción de MG es detectable en algunos de sus ensayos; pero con la publicación de su novela Una pasión latina (2011) esa ojeriza la ha trasladado también a la ficción, atribuyéndola a un personaje que viene a ser su alter ego: Artimidoro Correa [no se pierda de vista que éste es el apellido materno de MG], y dice de él que:

… se hizo de muchos adversarios y enemigos no sólo entre los sectores intelectuales del establishment, sino también entre los sectores de izquierda que juzgaban sus posiciones, aparte de irreverentes, demasiado heterodoxas y radicales[2]. (…) Por su parte, los críticos de izquierda se sumaron al ataque, aunque se centraron en demostrar las contradicciones ideológicas en que incurría Correa, señalando su caída libre hacia el lodazal de la peor novela burguesa. Esas críticas negativas le parecieron previsibles, razonables incluso, pero consideró el ensañamiento como una manifestación de la perfidia humana. (p. 36).

Con esa manera de juzgar sesgadamente las críticas severas que se le hacen (“como una manifestación de la perfidia humana”) o como las califica respecto de Mario Vargas Llosa, cuando dice que hubo “intelectuales mediocres y sobre todo oportunistas que encontraron en el cambio ideológico del autor de La Guerra del fin del mundo, la coartada perfecta para ocultar pasiones subalternas como los (sic) de la mezquindad y la envidia”[3], MG está recurriendo a la falacia ad hominen que no absuelve las críticas sino que las pretende desautorizar atacando a quienes las plantean: ‘mediocres, oportunistas, mezquinos, envidiosos, pérfidos’. Y bien se sabe que en la concurrencia social nadie está libre de crítica. Si hasta a un escritor de la talla de Borgesse le puede pescar alguna perla, pues es difícil admitir que decir ‘los tigres braman’ sea una licencia poética[4]. De esa manera MG no hace sino contradecir lo que él mismo hizo respecto de Mario Vargas Llosa, cuando censuró el fin que da a uno de los personajes (Galileo Gall) de La guerra del fin del mundo, y dijo: “Con eso, me parece a mí, Vargas Llosa cerró la posibilidad de un desarrollo mayor de esa novela, como reflexión histórica.” (C-1992: 106).[5] O sea que sí se puede decir de una novela que “pudo dar para mayor” (aunque el autor considere que a él no le dio la gana de hacerlo).[6]

   
Y el hecho de que nosotros aquí creamos que el tema de CTF ‘daba para más’ explica el título de esta introducción: “Confesiones de Tamara Fiol, ¿un novelón indigesto?” Aunque –es necesario aclararlo– la frase del interrogante la hemos tomado de la propia novela; en la p. 209, el narrador, Morgan Batres (MB), es recriminado por un interlocutor, de la siguiente manera: “Vamos, Morgan, déjate de cabronadas novelísticas. Lo tuyo es la crónica periodística. Convéncete. Y por lo que me cuentas de esa mina vas a terminar escribiendo un nove 
  
  En el segundo capítulo continuamos develando las limitaciones de la novela en estudio, pero esta vez en relación con el tema de la política que es –dígase de paso– uno de los más relevantes de la novela. En ese sentido, pensamos que es complementario del precedente (personajes), de manera especial en relación con los siguientes sub-temas: las mujeres de Sendero Luminoso y los específicos del marxismo, el anarquismo, el aprismo y dos figuras relevantes de la izquierda internacional: Stalin y Trotski. 

Las observaciones sobre el ‘descuido del lenguaje’ las haremos en el capítulo tercero, tratando no sólo los “errores” gramaticales, sino también las “erratas”, aparte de otras fallas de construcción (y todos difícilmente pueden anularse con el expediente de la “erección formidable”, ni con echarle la culpa al encargado de la corrección, Jorge Coaguila, quien figura como tal en los créditos editoriales, pues él –en todo caso– es corrector y no productor de errores); sin embargo, y finalmente, para evitar la repetición de citas, dichas observaciones las haremos al momento que aparezcan en cada capítulo. 

Por otro lado –aunque siempre sobre el poco cuidado que MG le asigna a la corrección gramatical–, es justo decir que él mismo es consciente de ello; en el prólogo a la primera edición de su ensayo La generación del 50, anotó lo siguiente: “No puedo omitir mi reconocimiento y gratitud a Vilma, compañera de toda la vida, quien (…) controló mis irreverencias con la gramática” (B. 1988: p. 17). Esta atingencia, con todo, no lo exonera de responsabilidad, del mismo modo como ‘la ignorancia de la ley no absuelve de su cumplimiento’ o como “la ignorancia social no significa inocencia”. Sin exagerar, podemos decir que son raras las páginas de CTF en las que no haya algún “descuido”; los márgenes del ejemplar que hemos manejado están saturados de notas y observaciones. Veamos aquí ciertos errores que ilustran el caso. En la página de la dedicatoria se lee: “También para Mendis, mi flaquita”. Y hay falta de claridad en la construcción (lo que puede ser considerado como un error), pues se puede entender en dos sentidos: a) que una obra anterior le ha sido dedicada a Mendis, y ésta también… o b) que el libro está dedicado a otras personas –que son omitidas–y ‘también a Mendis…’ Pero, a propósito de omisiones, llama poderosamente la atención que en la solapa del libro, en la que se incluyen los datos del autor, cuando se habla del grupo Narración se omita el nombre de Oswaldo Reynoso, lo cual colinda con lo inverosímil, si se sabe que fue por iniciativa de Reynoso que se fundó la revista del grupo Narración, dato que es proporcionado por el mismo MG; en La invención novelesca dice: “… por iniciativa de Oswaldo Reynoso, fundamos la revista Narración, cuyo primer número se publicó en 1966”(p. 89).[7] Por otro lado, cabe precisar que en eso de las dedicatorias, MG se ha manejado con cierta dosis de misterio o maleabilidad; por ejemplo, en la primera edición de Hombres de caminos, hay esta dedicatoria. “Para D., este avance”, y sobre el particular recordamos haberle consultado, personalmente, creyendo que esa “D” hacía referencia al nombre de su hijo, Dimitri (Gutiérrez Aguilar); pero lo negó, sin precisarnos el dato. Entonces optamos por atribuirlo a Deyanira que es el personaje a quien –en ausencia– Martín Villar le refiere la historia de la novela (y que podía ser alguna persona real a quien MG prefería mantener en el anonimato).[8] Asimismo, hay que precisar que esta dedicatoria desaparece en la segunda edición. Igual desaparición ocurrirá con otra dedicatoria de la primera edición de La generación del cincuenta

A Carlos Eduardo Ayala Aguilar, mi hijo,  desaparecido durante el genocidio de los combatientes sociales presos en la isla El Frontón, Callao, Perú, los días 18 y 19 de junio de 1986, con estas palabras de Balzac: “De todas las semillas confiadas a la tierra, la que da más rápida cosecha es la sangre vertida por los mártires” (Cursiva nuestra).

Y en la segunda edición de dicho libro esa dedicatoria se modifica así: “A la memoria de Carlos Eduardo Ayala Aguilar, a quien crié desde muy niño como mi hijo”, y agrega nuevos datos a la noticia de su muerte, pero elimina la cita de Balzac. Igual eliminación de cita se hace en la segunda edición de Hombres de caminos, pues en la primera edición había la siguiente de Miguel Ángel Asturias:
“Uno cree que inventa muchas veces lo que otros         han olvidado. Cuando uno cuenta lo que ya no se cuenta, dice uno, yo lo inventé, es mío. Pero lo que uno efectivamente está haciendo es recordar.”[9]

Cita ésta que coincide con el significado de la teoría del reflejo marxista.[10] Pero –se puede adelantar aquí– esa omisión está coincidiendo con la nueva teoría de la literatura asumida por MG y que sostiene en su libro –de título por demás significativo– La invención novelesca, el que expresamente contradice la cita de Asturias y desecha la teoría del reflejo marxista, propugnando en su lugar la teoría formalista, burguesa, de que la literatura o la novela es una “invención”, es decir, un artificio que deviene “ente autónomo”.

Como se sabe, el novelista tiene libertades y licencias que le permiten transgredir el orden –y hasta la lógica– de la realidad. Aunque esa libertad –también es preciso puntualizarlo–, como toda libertad, tiene sus límites, pues de lo contrario el escritor se convertiría en un iconoclasta antojadizo o un autócrata irredento. Y si él mismo no administra esos límites, para eso está la crítica (no sólo la crítica profesional).Pero, por lo común, los escritores suelen tenerle aversión a la crítica, y, si no lo manifiestan cuando ellos mismos son criticados (acción de muy mal gusto, dígase de paso), lo hacen como “escuderos” de otros (obviamente, sin que estos otros hayan solicitado su defensa). Por ejemplo, en el libro Lexicografía, de Marco Aurelio Denegri, se refiere que Ernesto Sabato, en algún momento, salió en defensa de Dostoievsky, de Stendahl y de Cervantes, y lo hizo de la siguiente manera: 

un crítico ruso, menos memorable que su disparate,afirmó que Dostoievsky no sabía escribir; un cierto profesor francés de preceptiva señaló las torpezas literarias de Stendahl; y, entre nosotros, Paul Groussac decidió que Cervantes escribía una prosa de sobremesa. Como si se dijera que Aristóteles, Kant y Hegel no sabían pensar. (Cit. por DENEGRI, A. 2011: 95).

De esa cita se desprende que Sabato –sin quererlo, seguramente– estaba haciendo la función de crítico (estaba criticando al crítico), pero al hacerlo no se curó de la ligereza que acusaba, pues ningunea a los criticados –al extremo de omitir sus nombres, en el primero y segundo casos– y, en el tercero, no refuta la opinión que cita; con el agravante de comparar literatura con filosofía, pues llega a la conclusión de que si se dice que Dostoievsky, Stendahl y Cervantes no sabían escribir es como si se dijera que Aristóteles, Kant y Hegel no sabían pensar. Y, en realidad,  no hay equivalencia en los casos comparados. Asumimos que a los escritores mencionados se les está censurando algún error de construcción o alguna falla gramatical, lo cual es distinto al pensar de los filósofos, y no es que los escritores no sepan pensar, pero por su parte los filósofos –seguramente– también incurrían en errores de escritura: nadie está libre. Y decimos esto último porque ni el mismo Sabato se ve exonerado. Pruebas al canto. Veamos sólo una falla escritural suya, dice: 

… si es posible contar con indiferencia o prescindencia[11] la historia para un programa de TV de un contrabandista o de un espía en Hong Kong, es radicalmente imposible esa objetividad para un escritor que angustiosamente expresa el drama del hombre contemporáneo.[12] (SABATO, A.2006: 26).

En este breve texto hay más de un error, como lo hemos precisado en las dos notas a pie de página; pero destaquemos sólo el siguiente, de construcción escritural: al decir “contar la historia para un programa de TV de un contrabandista o de un espía de Hong Kong”, se entiende que el programa de TV es de (pertenece a) un contrabandista o un espía, cuando –para evitar la anfibología– ha podido decir: ‘contar la historia de un contrabandista o de un espía de Hong Kong para un programa de TV’. Luego continúa Denegri: 

No le gusta a Sábato[13] lo que él llama ‘variaciones palabreras sobre palabras’ [en todos los casos, la cursiva es de Denegri], y sin duda por eso respeta unas veces la concordancia y otras no. En efecto, dos líneas antes de escribir eso de las ‘variaciones’, se refiere al concepto de realidad que caracteriza a ciertos autores, y en lugar de decir que los caracteriza, comete la inconcordancia de decir que ‘lo’ caracteriza. Y después agrega lo siguiente, y esto sí es de antología: ‘En épocas de agotamiento y refinamiento (y los dos adverbios casi siempre califican juntos una realidad social) […].’ ¿Pero quién le ha dicho a Sábato que agotamiento y refinamiento son adverbios? Hasta un chico de primaria sabe que son substantivos; y sabe también que el adverbio no califica, sino modifica; es elemental. Y no se me diga que se trata de erratas; no, son errores del tamaño de un puño. Entonces, ¿qué autoridad tiene Sábato para desestimar las observaciones gramaticales? (op. cit. p. 96).
Lo interesante es que, después de esta reconvención a Sabato, nuestro autor –Denegri– se ocupa de Miguel Gutiérrez, en los siguientes términos: “Hombres de Caminos[14], de Miguel Gutiérrez, es libro que yo no había leído. Hace unos días lo leí, por recomendación de un amigo, aunque sin imaginarme que en esta novela iba a tropezar con errores de a folio cuya comisión es, si no inexplicable, sorprendente, en autor tan encomiado.” Y, a párrafo seguido, continúa Denegri: 

Amén de los errores, hay también erratas, y como diría Jacinto Benavente, “con profusión democrática”; sin embargo, no me ocuparé de éstas, sólo de los errores, y únicamente de los principales, pero que bastan y sobran para afear y desmerecer una obra que habría sido más aceptable sin ellos. Con ellos, cojea demasiado. Si no están bien escritas, entonces hoy llega a ser mayor, en mi sentir, la extemporaneidad de las novelas de la ruralia. Mal escritas, se olvidan pronto. En este mundo digital y globalizado, las novelas de la ruralia carecen de porvenir. Ello no obstante, de mí sé decir que en lo presente leería complacido una obra impecablemente escrita de tema rural, con gamonales, bandoleros, cholada y todo lo demás; pero mi complacencia se debería a la forma bella, no al fondo.

Y, sobre este tópico, es pertinente hacer la siguiente reconvención: Es obvio que con el término ruralia, Denegri está clasificando –sin decirlo explícitamente– a la novela aludida de MG dentro de lo que –con terminología más difundida– se llama nativismo, indigenismo, ruralismo y hasta costumbrismo. Y, de paso, nos está diciendo que, en esa clasificación, la novela de MG resulta ser extemporánea e irredimible por los errores que él denuncia. Y, realmente, es una exageración. La novela de MG –con todos sus dislates gramaticales– trasciende no sólo el ámbito del indigenismo (o ruralia, para Denegri), para insertarse en la dimensión del nuevo realismo latinoamericano, inserción que, lamentablemente, con la novela aquí comentada (CTF), ha abandonado, lo cual –con cierto regocijo teórico– es reivindicado en sus últimos ensayos. (Pero éste es un tema que trataremos en el cuarto y último capítulo de este trabajo). Sin embargo –y hay que decirlo con todas sus letras– Marco Aurelio Denegri no ha sabido aplicarse su propia medicina expuesta en el siguiente párrafo del texto citado: 

  Si la observación gramatical, o como dicen los impugnados, la gramatiquería, no sólo intenta señalar un yerro sintáctico, o un dislate ortográfico, o una metáfora inaceptable, sino que pretende, al indicar esos defectos, desmerecer toda la obra, que naturalmente puede tener otros valores, entonces no es atendible la observación. (Ibíd.)[15]

  Y Denegri concluye su introducción diciendo:

expondré enseguida las incorrecciones       gramaticales que se aprecian en la novela Hombres de Caminos. Creo que Miguel Gutiérrez sabrá aprovechar mis censuras y reparos. Las objeciones fundadas son preferibles siempre a los ditirambos que prodigan los amigos y a las inepcias y mentiras de la crítica especializada. (Op. cit. 97-98).

Por nuestra parte decimos que no es el caso transcribir aquí dichas objeciones. Cabe, sí, hacer la siguiente acotación: Que Miguel Gutiérrez no tomó en cuenta las censuras y reparos de Denegri –porque éste, como hemos comprobado por las páginas que cita, hizo sus observaciones al texto de la primera edición, y, pues, el de la tercera (manejado por nosotros), de diferente paginación, permanece inalterable, al menos en lo que a los reparos de Denegri se refiere–. Aunque también, al parecer, Denegri exagera en su acuciosidad, pues tratándose de una obra narrativa ha de tenerse en cuenta que el autor puede ser consciente de los errores, pero admitirlos (en interés del relato) por ser atribuibles al narrador o a un personaje.[16] Y es el caso del siguiente supuesto error detectado por Denegri: 

Si quiero formar el nombre abstracto del adjetivo delgado, entonces usaré el sufijo –ez y diré delgadez; y de ácido, acidez; y de mulato, mulatez; pero de ninguna manera ‘mulatés’, como cree Gutiérrez, que estampa este dislate en la p. 37 y lo repite en la 65.

Y resulta que, en ambos casos, quien usa el término mulatés es el personaje Sansón Carrasco; es más, se puede advertir que en la p. 37 lo hace encerrándolo entre comillas, connotando, así, que lo usa tal como se lo endosan a él mismo los gamonales. 

Por lo demás, la crítica lexicográfica y gramatical de Denegri es atendible, pero –repetimos– fue desatendida en la tercera (y suponemos que lo mismo ocurrió con la segunda) edición de Hombres de caminos[17]por su autor, MG, quien sus razones tendría. Obviamente, sería soberbio de nuestra parte pretender lograr lo que no pudo el eminente lexicógrafo. Por eso es preciso aclarar que no es ese el objetivo de este trabajo. El que realizamos aquí es un ejercicio que aprovecharemos nosotros mismos, sin ser por eso éste un objetivo crucial –por demás hedonista y egolátrico–. Pero, del mismo modo como hemos degustado, con provecho, el trabajo ejemplar de Marco Aurelio Denegri, asimismo, esperamos que este trabajo encuentre un oído receptor para sus incisiones, y que logren éstas su aceptación –que es lo deseable– aunque también, si es pertinente, su acerva crítica y hasta rechazo, para que de esa manera se siga engarzando la cadena de esta labor crítica tan ingrata para unos y alegre para otros (como dice el valse de “El Cholo” Berrocal).

Ya hemos adelantado que en el cuarto y último capítulo nos proponemos analizar la concepción ideológica y estético/poética de Miguel Gutiérrez, que se encuentra sugerida en algunos pasajes de CTF, y que también vamos a rastrear en sus ensayos (inclusive en sus declaraciones periodísticas); porque creemos que ha habido un cambio en la postura teórica o ideológica de nuestro autor en esa dimensión trascendental de su producción literaria. Es más, creemos que ese cambio es el que explica las defecciones que hemos detectado en la novela aquí estudiada.

Por último, no nos queda sino expresar nuestra gratitud a las personas que, ya sea con su apoyo moral o con la oportuna lectura de este trabajo (que, en algunos casos, motivó sugerencias o propició la recomendación bibliográfica pertinente y hasta cesión de la misma) permitieron que pudiera cumplir con el objetivo de aportar –en el plano de la investigación literaria– con elementos que esperamos sean significativos para una mejor comprensión de lo que es o debe ser la literatura y la investigación universitaria para nuestra disciplina.




[1]    El punto que va después de la comilla y del signo de admiración es erróneo y corresponde al original. Cada vez que esto ocurra lo indicaremos sólo con el signo “sic”. Las comillas latinas o españolas (« ») las usamos para diferenciarlas de las inglesas (“ ”) cuando éstas corresponden al original. Asimismo, aquí debemos precisar que la bibliografía la dividimos en tres apartados: A. General, B. Del autor, y C. Hemerografía, según eso, las referencias bibliográficas irán precedidas de las letras correspondientes, el año de la edición y el número de página.

[2]   Nótese la contradicción, puesto que el juzgar unas posiciones como “heterodoxas y radicales” tiene que hacerse desde los sectores de izquierda ortodoxos; y nunca la heterodoxia se ha caracterizado por el radicalismo, éste es propio de la ortodoxia; por tanto, al heterodoxo no se le puede juzgar de radical sino, más bien, de moderado o reblandecido (que es, en la práctica, la actitud asumida por MG).

[3]  Y, en realidad, la crítica de los errores no puede tener como motivación la envidia, y, a propósito, el signo “sic” indica que si se está refiriendo a “las pasiones”, ha debido decir: ‘como las’, y no “como los”.

[4]   “Si un tigre depredaba las majadas/ o lo oían bramar en la tiniebla…”, poema “Simón Carbajal”, en: La rosa profunda. Obra poética 3, Madrid, Alianza Editorial, 1998, p. 32.

[5]   Cursiva nuestra. Y siempre será así. Cuando corresponda a los textos citados, así se hará constar.

[6]   En el libro Los Andes en la novela peruana actual, MG escribió: “Luis Nieto Degregori ha logrado escribir un buen relato (…), aunque el texto puede ser considerado más bien como el boceto de una obra mayor” (B-1999: 17). Es más, en otro ensayo admite que un estudioso de la literatura diga eso aplicado a otro autor (MVLl): “Paradójicamente, el personaje más humano y desgarrado y casi trágico creado por nuestro autor es el protagonista de esa novela tendenciosa (…) titulada Historia de Mayta, que con justicia se merecía una novela mayor (Silva Tuesta), menos repulsiva (MG)”. (La generación del 50, B-1988: 156-157). Vale hacer aquí la siguiente salvedad: Es más duro decir de una novela que es repulsiva a decir que es indigesta.

[7]   En el libro de ensayos La cabeza y los pies de la dialéctica (2011), también dice: “La iniciativa de editar una revista dedicada de manera exclusiva a la narrativa y al debate ideológico correspondió al narrador Oswaldo Reynoso” (p. 379).

[8]    En la última novela publicada por MG, Una pasión latina (2011), este personaje, Deyanira Urribarri, vuelve a ser mencionado (y mantenido en el misterio), p. 204.

[9]   Idea similar se encuentra en una cita de Maeterlinck que hace Robert Musil, dice: “Apenas expresamos algo lo empobrecemos singularmente. Creemos que nos hemos sumergido en las profundidades de los abismos y cuando volvemos a la superficie la gota de agua que pende de la pálida punta de nuestros dedos ya no se parece al mar de que procede. Creemos que hemos descubierto en una gruta maravillosa tesoros y cuando volvemos a la luz del día sólo traemos con nosotros piedras falsas y trozos de vidrio; y sin embargo en las tinieblas relumbra aún, inmutable, el tesoro.” Las tribulaciones del estudiante Törless, Colombia, Editorial Oveja Negra, 1984.

[10]  Y no sólo marxista; alguien que no lo es dice: “Lo que piensa en el hombre no es él mismo sino su comunidad social.” L. Gumplowicz, citado por Ernst Wallner, “Prejuicio y sociedad”. En Universitas, p. 170. Gabriel García Márquez, dice, por su parte: “Ninguna ficción es totalmente inventada, siempre son elaboraciones de experiencias” (en una entrevista de Internet). Decir lo contrario es asumir la posición del idealismo formalista y maniqueo que sólo admite como bueno lo que se aleja más de la realidad, y le niega existencia a aquello que pregona su deuda con ella, tal es el caso de José Saramago, quien dijo: “Yo no invento, sólo miro por detrás de lo que ya existe.”
[11]    ¿Con prescindencia de qué? No dice de qué se está prescindiendo. Y eso es un gazapo.

[12]    ¿O sea que para Sabato la existencia de los contrabandistas y de los espías no es parte del drama humano? Y no se comprende tampoco por qué esa objetividad (usada al tratar las historias del contrabandista o del espía) es imposible de ser usada por un escritor que ‘angustiosamente expresa el drama del hombre contemporáneo’; preguntamos, primero: ¿de quién es la angustia: del escritor o del hombre contemporáneo? Y, segundo, ¿de dónde surge la angustia del hombre?, ¿no es de los hechos reales, que constituyen la objetividad per se?

[13]   El lector puede observar, en el libro citado, que Denegri le pone tilde al apellido “Sábato”, y no hemos visto ningún libro de este autor que avale esa decisión: en todos –al menos los por nosotros consultados– aparece sin tilde.

[14]    Es pertinente hacer aquí otra observación a nuestro autor, pues omite consignar la referencia bibliográfica de este libro de Miguel Gutiérrez, no obstante que va a hacer profusas citas de él, indicando los números de página; pero sin remitir al lector ya sea a su primera, a su segunda o a su tercera ediciones aparecidas en 1988, 1998 y 2009, respectivamente, y el libro de Denegri es de 2011. Las ediciones manejadas por nosotros son la primera y tercera.

[15] Algo similar pensaba Proust, refiriéndose a Flaubert, dice: “Dejemos a un lado, no digo ya las simples inadvertencias, sino la corrección gramatical; es una cualidad útil, aunque negativa (un buen alumno, encargado de releer las pruebas de Flaubert, hubiera sido capaz de eliminar muchos errores). De cualquier modo, hay una belleza gramatical (como existe también una belleza moral, dramática, etc.) que nada tiene que ver con la corrección.” PROUST, 2000, “A propósito del estilo de Flaubert”: 14.

[16]  Es el caso del personaje lírico de César Vallejo a quien éste hace escribir: “Viban los compañeros, Pedro Rojas”, error que no es achacable al autor, y responde al interés del texto.

Obsérvese que cuando citamos a Denegri respetamos el uso que él hace del título Hombres de Caminos: con mayúsculas las palabras principales, conforme a la técnica anglosajona, mientras que nosotros lo hacemos de acuerdo con la técnica latina o románica: sólo la primera palabra con mayúscula. Cf. Umberto Eco, Cómo se hace la tesis. (A-1977).
CREACIÓN HEROICA