jueves, 1 de noviembre de 2018

Política

La Crisis del Fujimorismo y la Justicia Burguesa

César Risso

DURANTE LAS ÚLTIMAS SEMANAS hemos podido apreciar la aplicación de los procesos legales instaurados por la burguesía para enfrentar a un sector de políticos que, siendo de derecha, ya no son requeridos para defender los intereses de la clase burguesa.

        El fujimorismo, que fue necesario tanto para el imperialismo como para la burguesía peruana, cumplió el papel de implementar el consenso de Washington. Así, liberalizó la economía, haciendo retroceder al Estado en su función de agente económico, de regulador, dejando al libre mercado como el único asignador de recursos. De otro lado, se enfrentó al accionar de Sendero Luminoso y del MRTA, al amparo del cual eliminó los sindicatos, y redujo o eliminó los derechos laborales de los trabajadores.

        En este doble papel, el fujimorismo cumplió su tarea como representante de la burguesía peruana e imperialista.

        Hecho esto, habiendo cambiado las condiciones, las tareas son otras: por ejemplo, mantener el actual sistema económico y el modelo neoliberal; imponer el pensamiento burgués por medio de los contenidos curriculares tanto en los colegios como en las universidades; desarrollar la propaganda ideológica de que el sistema capitalista es el mejor de los sistemas, etc. En consecuencia, la burguesía necesita otros representantes políticos. Representantes de sus intereses que estén a la altura de las tareas actuales. Y para esto, el actual fujimorismo no les sirve. La torpeza escandalosa de sus integrantes, el autoritarismo que muestran frente a los empresarios, etc., configura un panorama de dictadura de estos políticos que a la burguesía no le conviene ni le interesa.

        En este contexto, bajo la forma de juicios por la legalidad y la lucha contra la corrupción, la burguesía opera tras bambalinas, para deshacerse de sus otrora representantes, y que hoy son un incómodo grupo de mediocres; que no se han dado cuenta que ellos no son los que dominan, sino que tienen sus jefes, sus dueños, representados por el poder económico, al que sirvieron muy bien, pero que ahora, mareados con el poder no los reconocen como tales.

        Este sector de políticos, en medio de la corrupción en la que nació, fue enriqueciéndose, pero no lo suficiente como para formar un grupo económico de poder. Es imposible para ellos, por lo menos en los momentos actuales, competir con los grupos que dominan y controlan la economía peruana.

        Este grupo político, con su lideresa en la cárcel, puede recién darse cuenta, a pesar de que en segunda instancia pueda obtener la libertad, del papel que ha cumplido, de su rol, de su sumisión, y de los límites de su accionar. Estos ya se pueden dar cuenta de que su papel no puede seguir siendo el que han asumido en los últimos tiempos; que no pueden seguir entorpeciendo el normal desarrollo de la explotación capitalista; que no pueden perderse en controversias insustanciales, cuando sus amos esperan de ellos normas que les permitan potenciar su riqueza, etc.

        La burguesía imperialista ha aplicado varias veces la política de deshacerse de sus títeres. Así lo hizo con el dictador panameño Manuel Noriega, detenido por el gobierno norteamericano a pesar de haber sido un cercano colaborador de la CIA.

        En el Perú, la ex pareja presidencial, Ollanta Humala y Nadine Heredia, sufrió prisión preventiva. No obstante los delitos que motivaron su situación, más que un acto de justicia parecía una vendetta. Es decir, los grupos económicos de poder no aceptan personajes advenedizos para dirigir sus negocios.

        Al parecer, esta es la situación que atraviesa el fujimorismo.

        Si de justicia se tratara, serían muchos los políticos que estarían en prisión. Pero no es así. Se trata pues de servir con la sumisión debida a los grupos económicos de poder, para así evitar ir a la cárcel. Se puede robar y cometer todos los crímenes que se deseen en la función de administrar los negocios de la burguesía, pero no se puede poner en duda este poder. Menos aún criticar al sistema capitalista, ni al modelo neoliberal que nos han impuesto. Aunque, para ser claros, y que no quede ninguna duda, el fujimorismo no se ha enfrentado al capitalismo ni al modelo neoliberal, por el contrario, ha asumido su defensa.

        Mientras vemos el espectáculo de la confrontación entre la burguesía y algunos de sus representantes, las condiciones de los trabajadores peruanos no cambian. La pobreza sigue en aumento, la presencia de venezolanos sigue creciendo, con lo cual se promueve la reducción de las remuneraciones de los trabajadores.


        La organización de los trabajadores, del proletariado, de los trabajadores del campo, de los artesanos, de los trabajadores familiares no remunerados, etc., no puede ser furgón de cola de un sector de la burguesía. La lucha de los trabajadores tiene que ir dirigida contra el fundamento de sus precarias condiciones de trabajo; contra quienes detentan el poder efectivo; contra sus explotadores; en fin de cuentas, contra la burguesía y el sistema capitalista.



Nota:

Con un título pertinente para la oportunidad, publicamos un capítulo del ensayo Carlos Marx: Concepción del Mundo, Revolución Proletaria, Realización del Comunismo, que nuestro compañero Eduardo Ibarra publicó en celebración del Bicentenario del Natalicio del principal fundador del comunismo científico.

        La cuestión que se analiza en el texto es de suma importancia y de incuestionable actualidad: la relación entre el Estado-Comuna, la revolución cultural y la realización del comunismo y, en este contexto, el papel decisivo de la acción del proletariado y demás clases trabajadoras.

        El texto que publicamos presenta algunas diferencias con el publicado el 5 de mayo del presente.

01.11.2018.

Comité de Redacción.



El Estado-Comuna, la Revolución Cultural y la Realización del Comunismo


Eduardo Ibarra


En la carta a Weydemeyer del 5 de marzo de 1852, Marx señaló que su aporte a la teoría de la lucha de clases consistió en:

1) que la existencia de las clases está vinculada únicamente a fases particulares, históricas, del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura sólo constituye la transición a la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases. (Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 55)

La primera precisión concierne al paso de la «formación primaria» (comunidad primitiva) a la «formación secundaria» (sociedades clasistas); mientras las dos restantes competen al presente histórico: la lucha de clases en el capitalismo conduce a la dictadura del proletariado y, ésta, a la abolición de todas las clases.

Por eso, el contenido principal del Manifiesto es, precisamente, la idea de la dictadura del proletariado, aunque todavía no aparezca allí expresada en términos exactos desde el punto de vista del definitivo aparato categorial del comunismo científico:

… el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.

Es indudable que entonces Marx y Engels no tenían ni podían tener una idea exacta de la forma que asumiría la dictadura del proletariado. Hubieron de esperar que la propia experiencia de la clase obrera diera una respuesta a esta cuestión.

Así, después de la Comuna de París de 1871, Marx, en la Guerra civil en Francia, sostuvo que la Comuna era precisamente la forma al fin descubierta de la dominación política del proletariado. Y, en su Introducción a este libro de Marx, Engels escribió:

Ultimamente las palabras «dictadura del proletariado» han vuelto a sumir en santo terror al filisteo socialdemócrata. Pues bien, caballeros, ¿queréis saber qué faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡he ahí la dictadura del proletariado!

Ciertamente lo esencial de la Comuna de París es la forma que asumió la dominación política del proletariado: carácter legislativo-ejecutivo de los órganos del Estado, elección de los funcionarios públicos y revocabilidad de los mismos en cualquier momento, salario de los representantes equivalente al de un obrero medio, armamento del pueblo.

Esta forma de Estado no es ya, como es obvio, un Estado propiamente dicho, sino un semi-Estado, un Estado en extinción.

Pues bien, a nuestro modo de ver, el Estado-Comuna, en tanto Estado en extinción, es el único tipo de Estado que posibilita la progresiva reabsorción por las clases trabajadoras de las funciones estatales y, finalmente, la extinción de las clases, la lucha de clases y del propio Estado.(2)

Ahora bien, viendo en retrospectiva la historia de la revolución proletaria en el siglo XX, es pertinente preguntar: ¿queréis saber qué faz presenta la dictadura del proletariado? Y responder sin titubeos: mirad a la Revolución de Octubre: ¡he ahí la dictadura del proletariado!

En nuestro ensayo La gran revolución socialista de octubre: conquistas, distorsiones, enseñanzas, sostuvimos algo que copiamos seguidamente:

Mientras la Comuna de París se produjo en las condiciones del capitalismo competitivo y cuando la revolución proletaria no estaba a la orden del día, la Revolución de Octubre se produjo en las condiciones del imperialismo y de la vigencia de la revolución proletaria.

En segundo lugar, mientras la Comuna de París se produjo en una ciudad con una población de unos pocos millones, la Revolución Rusa se produjo en un inmenso país que se extiende sobre dos continentes y que, en 1917, contaba con una población de más de ciento treinta millones de habitantes.

En tercer lugar, mientras la Comuna de París se produjo, como ya se dijo, en las circunstancias históricas en que el socialismo marxista y las diversas tendencias del socialismo no marxista no se habían decantado definitivamente, la Revolución Rusa se produjo cuando todas las tendencias del socialismo reformista habían puesto en primer plano su condición antimarxista.

En cuarto y último lugar, mientras la Comuna de    París se produjo, como ya se dijo también, sin que el proletariado parisiense contara con un partido marxista, la Revolución de Octubre fue dirigida por un partido de clase como el bolchevique.

Estas diferencias entre la Comuna de París y la Revolución de Octubre tienen su explicación en el cambio de las condiciones objetivas generales (paso del capitalismo competitivo al capitalismo imperialista) y en las situaciones específicas, objetivas y subjetivas, en que se produjo cada uno de dichos acontecimientos.
       
Dadas las condiciones internacionales y específicamente rusas, la Revolución de Octubre no pudo estabilizar el Estado-Comuna. Pues bien, esta experiencia demuestra que, si bien en nuestra época el Estado-Comuna conserva toda su vigencia, como regla su realización práctica es un proceso y no algo que pueda instaurarse de la noche a la mañana con una perspectiva de estabilidad garantizada.

Sin embargo, cierto doctrinarismo –que tiene sus antecedentes en los diversos grupos antipartido de los tiempos del partido comunista de Lenin–, pretende que el jefe de la Revolución Rusa hubiera tenido que mantener el Estado-Comuna surgido en 1917, y que, al no hacerlo, traicionó a la revolución.

Este doctrinarismo es tal precisamente porque, contraviniendo al materialismo, no tiene en cuenta la realidad objetiva, internacional y nacional rusa, que impidió darle estabilidad al Estado–Comuna.

En el artículo Economía y política en la época de la dictadura del proletariado, Lenin escribió:

Teóricamente, no cabe duda de que entre el capitalismo y el comunismo existe cierto período de transición. Este período no puede dejar de reunir los rasgos o las propiedades de ambas formaciones de la economía social, no puede menos de ser un período de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo naciente; o en otras palabras: entre el capitalismo vencido, pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero muy débil aún. (Obras escogidas en doce tomos, t. X, p. 177)

Como es de conocimiento común, el revisionismo jruschoviano renegó de la dictadura del proletariado con su tristemente célebre tesis de un «Estado de todo el pueblo», que, hasta como fórmula, es un absurdo completo.

Hoy, cuando, desde otro ángulo, se falsifica la dictadura del proletariado, hay que recordar que el socialismo no puede existir sin la dictadura del proletariado. Calificar de socialistas a países donde apenas hay en el gobierno una pequeña burguesía más o menos radicalizada que utiliza un discurso «socialista», pero que convive con la gran burguesía intermediaria del imperialismo y que, por tanto, conserva el régimen capitalista, es un completo despropósito.

El socialismo es un período de transición en cuyo curso tiene lugar la supresión progresiva de las diferencias de clase en general, de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales.

La dictadura del proletariado ha acumulado ya una ingente experiencia, tanto positiva como negativa.

El período de la dictadura del proletariado bajo el liderazgo de Stalin es un período marcadamente contradictorio, y nunca será bastante insistir en la necesidad de que el movimiento comunista internacional concluya el balance de su gestión. Es de esperar que esto ocurra en el presente siglo.

Grandes conquistas como la socialización de los medios de producción, la industrialización, la colectivización en la agricultura y el desarrollo de la técnica, la ciencia y la educación son hazañas del pueblo soviético bajo la dirección de Stalin. Por otro lado, los errores teóricos de este dirigente son un elemento negativo en la experiencia del proletariado en el poder, y, las graves extralimitaciones en la represión de los contrarrevolucionarios, es un aspecto oscuro que el proletariado tiene que cargar.

Mariátegui señaló:

La revolución no es una idílica apoteosis de ángeles del Renacimiento, sino la tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un orden nuevo. Ninguna revolución, ni la del cristianismo, ni la de la Reforma, ni la de la burguesía, se ha cumplido sin tragedia. La revolución socialista, que mueve a los hombres al combate sin promesas ultraterrenas, que solicita de ellos una extrema e incondicional entrega, no puede ser una excepción en esta inexorable ley de la historia. No se ha inventado aún la revolución anestésica, paradisiaca, y es indispensable afirmar que el hombre no alcanzará nunca la cima de su nueva creación, sino a través de un esfuerzo difícil y penoso en el que el dolor y la alegría se igualarán en intensidad. (El alma matinal, p. 198).

Como es evidente, Mariátegui se refiere a la tragedia que, en no pocos casos, implica la revolución socialista para sus propios dramatis personaes. En efecto, ahí donde activistas revolucionarios han aplicado arbitrariamente la  violencia creyendo que eso favorecía la causa de la revolución, lo único que han logrado es poner en evidencia su tragedia personal: la distancia entre su creencia y la verdadera índole de su acción.

En una entrevista con una delegación militar albanesa en 1967, Mao sostuvo:

la meta [de la revolución cultural es] resolver el problema de la concepción del mundo [y] la concepción del mundo no se les puede imponer [a las masas populares]. (Un Mundo Que Ganar, 1995, nº21, p. 8)

De esto se desprende que la concepción comunista del mundo tampoco se les puede imponer a los adversarios de clase. Es decir la meta de la revolución cultural no es una cuestión que pueda alcanzarse por medio de la imposición, forma elemental de violencia.

A diferencia de la Comuna de París de 1871, en nuestra época y mientras el cerco imperialista al socialismo sea una realidad, el Estado-Comuna implica un proceso de construcción con avances y retrocesos.

No son las estructuras políticas y sociales las que garantizan, por sí solas, el avance hacia el comunismo, sino la lucha del proletariado y demás clases trabajadoras. Esto explica la necesidad de la revolución cultural proletaria.

Dicho de otro modo, no es la forma del Estado-Comuna la que determina directamente, automáticamente, el avance hacia el comunismo y su realización. Si así fuera, estaría demás realizar periódicamente la revolución cultural proletaria, que, como se sabe, cumple la triple tarea de construir el socialismo, conjurar la restauración del capitalismo y desbrozar el camino al comunismo, y que, como se sabe también, tiene por meta la comunización de la concepción del mundo de la gente.

Así como el socialismo no deviene directamente de la economía capitalista, sino de la lucha de clases del proletariado, así también el comunismo no deviene directamente de la estructura y los procedimientos  del Estado-Comuna, sino de la lucha de clases del proletariado en las condiciones de dicho Estado.

Por eso puede comprenderse que, de haber sobrevivido a la contraofensiva reaccionaria, la Comuna de París se habría transformado en una comuna burguesa al desarrollarse sus contradicciones internas.

En conclusión: si bien es cierto que el Estado-Comuna es el mejor terreno para la lucha de las clases trabajadoras por la realización del comunismo, no reemplaza ni puede reemplazar esta lucha.

Por tanto, es claro que la extinción del Estado cubre dos etapas: 1) la instauración del Estado-Comuna; 2) la extinción progresiva de este Estado y, por tanto, de todo Estado.

        Así pues, concretamente hablando, la extinción del Estado es la extinción del Estado-Comuna.

Economía


La Corrupción Como Práctica de los Negocios en el Perú

César Risso

EN EL MARCO DE LA ACTUAL CONFRONTACIÓN entre la burguesía peruana y un sector de sus representantes políticos, y de la recurrente exoneración tributaria para las grandes empresas, la corrupción es uno de los elementos que permite a la burguesía aumentar sus ganancias.

        En el caso de las empresas farmacéuticas transnacionales, estas, según datos conservadores, han dejado de tributar 648 millones de soles en productos importados para enfrentar enfermedades como el cáncer, VIH y diabetes, en un periodo que va desde el 2001 al 20171.

        La exoneración del IGV y de los aranceles a estos medicamentos tiene como sustento el alto costo para el tratamiento de las enfermedades señaladas. Sin embargo, no ha habido reducción en el precio de estos medicamentos, y más bien las empresas involucradas han tenido un aumento en sus utilidades: “[…] los precios no bajaron en las proporciones esperadas y, en el caso de los oncológicos, el margen de ganancias de las farmacéuticas se incrementó hasta en un 64%.”2

        Es decir, el sustento puede ser lo más noble que se quiera. Tiene que ser así para poder justificar el beneficio tributario. Pero el resultado siempre es el mismo: incrementar las ganancias de las empresas.

        Es más, en este caso, no se discute la eficacia que pueda tener el medicamente, solo se tiene que cumplir con algunos requisitos laxos para poder acceder al beneficio.

        La pregunta es, quienes plantearon la propuesta correspondiente, ¿lo hicieron con el verdadero y sincero afán de favorecer a las personas afectadas por estas enfermedades? La respuesta es, evidentemente, no. Se sobreentiende que debe de haber habido algún beneficio de por medio para plantear y aprobar la norma respectiva.

        Para generalizar diremos que en casi todos los casos las coimas y la corrupción son parte del negocio de vender el Estado. Esto es, vender el servicio que el Estado presta de, entre otras funciones, legislar. Como los propios congresistas han declarado, los proyectos que favorecen a determinadas regiones o sectores rinden beneficios a los propios congresistas.

        Estas coimas se consideran como parte del costo de las empresas involucradas. Es decir, esta modalidad es parte de la práctica cotidiana de las empresas en sus negocios. De modo que, a estas alturas, se diría que la corrupción está institucionalizada. Un abogado de la corrupción podría afirmar como sustento para legalizar esta práctica que se debería aplicar el derecho consuetudinario, es decir, la costumbre hecha ley.

        Podríamos decir que la corrupción es un segundo piso del manejo económico del país. El primer piso es el sistema capitalista, la base de la explotación económica, que eventualmente puede existir sin corrupción, pero no sin explotación, esto es, sin trabajo asalariado.

        “¿Cómo se traduce esto para los ciudadanos? Un análisis de Contribuyentes por Respeto, que toma como referencia la cifra de la Defensoría del Pueblo, da a conocer que en los últimos cuatro gobiernos, desde el de Alejandro Toledo hasta el mandato inconcluso de Pedro Pablo Kuczynski, la corrupción “le costó” al Estado S/136,147 millones.”

        “Ese monto, según explica Juan José García, jefe de Investigación de Contribuyentes por Respeto, hubiera sido suficiente para construir casi ocho veces la Línea 2 del Metro de Lima, edificar 651 centros penitenciarios en el país.”3

Y a todo esto, cómo responde la burguesía: “Luchar contra un gigante. La informalidad en nuestro país supera la barrera del 50%, eso ya todos lo sabemos. Sin embargo, ¿cuánto es lo que le cuesta a las empresas ser formal?” “A una empresa, en promedio, le cuesta entre 45 a 55% más contratar a un trabajador de manera formal.”4

        Alarmándonos acerca de los llamados sobrecostos laborales, sobre lo cual insisten permanentemente, tratan de inducirnos a pensar en que los problemas económicos y sociales que afrontamos están en la informalidad. Y nos proponen que para formalizar a un trabajador, es decir, para que tenga derechos laborales, es necesario reducir o eliminar estos derechos laborales.

        Sin embargo, si se pretendiera formalizar a los trabajadores en nuestro país, sobre todo en el caso de las microempresas, estas simplemente no podrían sostenerse como negocio, pues no tendrían utilidades. Pero su existencia y sus bajos costos permiten a las grandes y medianas empresas tener menores costos al negociar con estos pequeños negocios, y también al producir bienes salario a bajos costos permiten que las grandes y medianas empresas puedan pagar salarios miserables a los trabajadores. Y esto, sin contar a los trabajadores familiares no remunerados.

        De modo que la solución para la informalidad es una sola: reducir los beneficios laborales de los trabajadores.

        Pero con todo el dinero que “se pierde” por la corrupción se hubiera muy bien podido contribuir a formalizar a los trabajadores sin necesidad de afectar sus derechos laborales.

        La burguesía debe pensar al respecto más o menos de la siguiente forma:

“Si formalizar a los trabajadores tiene un costo más alto que lo que gasto en corrupción, entonces la corrupción es el mecanismo más apropiado para incrementar nuestras ganancias.”

Probablemente la corrupción sea mal vista como factor de competencia, puesto que el corrupto puede acceder a los contratos millonarios con el Estado desplazando a otras empresas.

        Redondeando el análisis, la corrupción se ha mostrado como el método más eficaz para incrementar las ganancias de la burguesía, las mismas que no podrían darse sin la base del sistema capitalista, que en la economía peruana actual se da en su versión neoliberal, al amparo del dominio del imperialismo.
___________
(2) Ídem.

Internacionales


Un Huracán Llamado Bolsonaro. Raíces de un Fenómeno Socio-Político


El ascenso vertiginoso de la ultraderecha tiene raíces históricas, sociales y culturales que es necesario desentrañar para ir más allá de los adjetivos. Las elites dominantes han abandonado la democracia como instancia de negociación de intereses opuestos y parecen encaminarse hacia un enfrentamiento radical con los sectores populares. En Brasil esto significa una guerra de clases, de colores de piel y de géneros, donde las mujeres, los negros y los pobres son el objetivo a batir.

La arrasadora victoria de Jair Messias Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, es el mayor tsunami político, social y cultural que ha vivido este país en su historia. Si dejamos de lado las posturas elitistas y conspirativas, debemos aceptar que la gente sabía a quién votaba, que no lo hicieron engañados ni presionados. Más aún, esta vez los grandes medios no jugaron a favor del candidato ultraderechista, difundieron sus bravatas y no escatimaron críticas.

Para completar este breve cuadro, debe saberse que Bolsonaro tuvo muy poco tiempo en los espacios gratuitos de la tevé, los que en otras ocasiones cambiaron las preferencias electorales. Por pertenecer a un pequeño partido sin casi representación parlamentaria (el PSL, Partido Social Liberal), debió utilizar las redes sociales, donde tuvo una performance muy superior a la de los demás postulantes. Se presentó como el candidato antisistema aunque lleva 27 años como diputado, y consiguió captar los sentimientos en contra del establishment de la mayoría de los brasileños.

Bolsonaro surfeó y alentó la ola social conservadora, machista y racista, pero no fue el hacedor de esos sentimientos. Los aprovechó porque coinciden con su forma de ver el mundo.

La tormenta política del domingo pasado llevó hasta las instituciones a personajes desconocidos, como Eduardo Bolsonaro, el hijo, que reunió 1,8 millones de votos para lograr su banca de diputado, la mayor votación para ese cargo en la historia del país. La desconocida abogada Janaina Paschoal, que fue una pieza clave en la destitución de Dilma Rousseff en 2016 (fue una de las autoras del pedido de impeachment contra la expresidenta), fue electa con el mayor caudal de votos que se recuerda para su cargo de diputada estatal, en el estado de São Paulo. Kim Kataguiri, un joven impresentable animador del Movimiento Brasil Libre (MBL) que llenó las calles en 2015 y 2016 contra el PT, fue electo por el derechista Demócratas (DEM) y aspira a presidir la Cámara de Diputados federal.

EL CENTRO DERROTADO

La derecha en su conjunto consiguió 301 de los 513 escaños de la cámara baja (véase nota en página 13), un aumento sustancial, ya que en 2010 tenía 190 diputados y en 2014, 238. La izquierda perdió uno respecto a las elecciones de 2014: obtuvo 137 diputados, pero en 2010 había alcanzado 166. El gran derrotado fue el centro, que cayó a 75 escaños, de 137 en 2014. Entre los partidos, el MDB de Temer y el PSDB de Fernando Henrique Cardoso son los grandes derrotados con apenas 31 y 25 diputados respectivamente. Hubo además una proliferación de nuevos partidos con escasa representación, pero que en su conjunto suman 95 escaños, la mayoría de la derecha (la organización de los datos anteriores, en las categorías “izquierda”, “centro” y “derecha”, fue hecha por el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Universidad Estatal de Campinas y fue publicada por el Observatório das Eleições).

Las tormentas tienen resultados como el que mostró la primera vuelta: no dejan nada en su lugar, sacan a la superficie aquello que estaba sumergido y, tras el desolador panorama del día después, enseñan las heces que nadie quería ver. Pero muestran también que, debajo y detrás de las heridas, hay caminos posibles que las fuerzas institucionales y sus acomodados analistas se niegan a transitar.

        El día después enseña varios hechos que deben ser desmenuzados para avizorar lo que puede depararnos el futuro inmediato: el ¡Ya Basta! que pronunció la sociedad en 2013, la herencia de la dictadura militar, el fin del lulismo y las limitaciones de la izquierda para afrontar los nuevos escenarios.

EL FACTOR JUNIO 2013

Fue el momento decisivo, el que formateó la coyuntura actual, desde la caída de Dilma hasta el ascenso de Bolsonaro. Junio de 2013 comenzó con manifestaciones del Movimiento Pase Libre (MPL) contra el aumento de las tarifas del transporte urbano, que consiguió movilizar alrededor de 10 mil personas. Se trata de una agrupación juvenil formada en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, que encarna a los jóvenes estudiantes de las ciudades y tiene formas de organización y movilización horizontales y festivas.

        La reacción de la policía militar fue, como siempre, brutal. Pero esta vez la población de las grandes ciudades sorprendió a todos, al salir a las calles por cientos de miles y hasta millones. A lo largo del mes, 20 millones ocuparon las calles en 353 ciudades. Fue un evento fundamental de la historia reciente de Brasil, que mostró los altos niveles de descontento y frustración social pero, a la vez, la potencia transformadora que anidaba en la sociedad.

El PT no entendió que se trataba de un clamor pidiendo más: más inclusión, mejores servicios sociales, más igualdad, exigiendo un paso más en las políticas sociales que se venían aplicando, lo que implicaba tocar los intereses del 1% más pudiente del país. El gobierno y su partido retrocedieron espantados, sin comprender que podían ponerse al frente las multitudes para desbloquear un sistema político que jugaba a favor de las elites.

Suele sucederle a los que están arriba, que los murmullos de abajo los inquietan, porque sueñan con la paz social para seguir representando a los ausentes. En efecto, la representación es un teatro que sólo funciona si los representados ocupan las sillas para que los representantes se hagan cargo del escenario.

La ultraderecha, sin embargo, supo interpretar las debilidades de la presa (el gobierno del PT), como esos cazadores contumaces, entendió los puntos flacos de la presa (la corrupción) y se lanzó con saña en una guerra de rapiña. Los resultados están a la vista. La izquierda vació las calles en junio de 2013 y se las dejó a una derecha que desde las vísperas de la dictadura (1964) había perdido toda conexión con las multitudes. El PT y el conjunto de la izquierda perdieron la única oportunidad que habían tenido de torcerle el brazo a la derecha y las elites.

Luego vinieron las millonarias manifestaciones contra el gobierno del PT, la ilegítima destitución de Dilma, la multiplicación de los sentimientos contra los partidos y el sistema político y, finalmente, el crecimiento imparable de Bolsonaro. Es cierto que la crisis económica es el telón de fondo de todo este proceso, que polarizó aún más a la sociedad. Pero había otros caminos si la izquierda hubiera dejado los cómodos despachos para aquilatar los verdaderos dolores de la población más pobre.

LA HERENCIA DE LA DICTADURA

Brasil es el único caso en la región en el que no hubo un Nunca Más, ni juicios a los militares y civiles del régimen. Lo peor es que para buena parte de la población —además de las elites por supuesto—, la dictadura fue un buen momento económico y representó el lanzamiento de Brasil como potencia regional.
La dictadura generó importantes inversiones en obras de infraestructura, consiguió un crecimiento económico sostenido en la década de 1960 y comienzos de 1970, hasta que llegó el estancamiento. En el imaginario de muchos brasileños, fue un período positivo, tanto en lo económico como en la autoestima nacional. Fueron los años de oro de la geopolítica brasileña delineada por el general Golbery do Couto e Silva que llevó al país a tener una presencia determinante entre sus vecinos y convertirse en la principal potencia regional, al doblegar a la Argentina en la vieja competencia por la expansión de influencias.

Según el filósofo Vladimir Safatle, “la dictadura se acomodó a un horizonte de democracia formal pero en lo subterráneo estaba allí, presente y conservada. Las policías continuaron siendo policías militares, las fuerzas armadas siguieron intocadas, ningún torturador fue preso y se preservó a los grupos políticos ligados a la dictadura” (Agencia Pública, 9-X-18). En consecuencia, cuando la Nueva república nacida luego de la dictadura (1964-1985) comenzó a naufragar, el horizonte de 1964 reapareció como el imaginario del país deseable, para una parte sustancial de la población.

Como ejemplo de esta realidad, están no sólo las brutales declaraciones de Bolsonaro contra gays, lesbianas, negros e indios, sino las de importantes personalidades del sistema judicial. El nuevo presidente del Supremo Tribunal Federal, José Antonio Dias Toffoli, justifico días atrás el golpe de Estado de los militares diciendo que prefiere referirse a ese momento como el “movimiento de 1964”(iG Último Segundo, 1-X-18). Safatle asegura que “no conseguimos terminar con la dictadura” y opinó que el PT podría haberlo hecho pero ni siquiera lo intentó, pese a que Lula alcanzó un increíble 84% de aprobación cuando dejó el gobierno.

Otras consecuencias de la continuidad de la dictadura en democracia, es la composición de las instituciones del Estado. En el parlamento los sectores más reaccionarios vienen creciendo de formar sostenida desde 2010 y alcanzaron la hegemonía en 2014. El bloque ruralista que apoya el agronegocio y rechaza con violencia la reforma agraria, cuento con casi 200 diputados, mientras la bancada evangélica oscila en torno a los 76 diputados. La “bancada de la bala” (que defiende la pena de muerte y el armamento de la población) pasó de no tener ningún senador a conseguir 18 sillones de los 54 que estaban en disputa (Uol, 9-X-18).

En el mismo sentido puede registrarse la abrumadora presencia de militares en el equipo de campaña de Bolsonaro, empezando por su candidato a vicepresidente, el general Hamilton Mourão, que defiende desde la eliminación del aguinaldo hasta una nueva Constitución, pero sin asamblea constituyente. Quizá lo que mejor revela el espíritu de esta ultraderecha, son los pasos dados por Bolsonaro cuando estaba en el proceso de elegir a su vice: uno de los sondeados fue el “príncipe” Luiz Philippe de Orléans e Bragança, descendiente de familia imperial (Carta Capital, 5-VIII-18).

EL FIN DEL LULISMO

El fin del lulismo tiene dos raíces: la crisis económica de 2008 y el nuevo activismo social. La paz social era la clave de bóveda del consenso entre trabajadores y empresarios, así como de un “presidencialismo de coalición” que albergaba partidos de izquierda y de centro derecha, como el MDB de Michel Temer.

Las consecuencias de la crisis económica de 2008, que derrumbó los precios de las commodities y derechizó a las elites, sumada a las jornadas de junio de 2013 que hicieron añicos la paz social, enterraron el llamado consenso lulista. Cuando apenas había inaugurado su segundo gobierno, el 1 de enero de 2015, Dilma Rousseff se propuso calmar al gran capital a través de un ajuste fiscal que erosionó buena parte de las conquistas de la década anterior.

El descontento de la base social del PT fue capitalizado por la derecha más intransigente. Recordemos que Dilma ganó con el 51 por ciento de los votos, pero meses después su popularidad se situaba por debajo del 10 por ciento. Con el ajuste fiscal el PT perdió una base social laboriosamente construida, que se había mantenido fiel al partido durante dos décadas de derrotas, antes de llegar al poder.

Lo cierto es que el lulismo no fracasó, sino se agotó. Durante una década había proporcionado ganancias a la mayoría de los brasileños, incluyendo a la gran banca , que obtuvo los mayores dividendos de su historia. Pero el modelo desarrollista había llegado a su fin, ya que se había agotado la posibilidad de seguir mejorando la situación de los sectores populares sin realizar cambios estructurales que afectaran a los grupos dominantes. Algo que el PT aún se niega a aceptar.

En el terreno político, la gobernabilidad lulista se basaba en un amplio acuerdo que sumaba más de una decena de partidos, la mayoría de centro derecha como el MDB. Pero esa coalición se desintegró durante el segundo gobierno de Dilma, entre otras cosas porque la sociedad eligió en 2014 el parlamento más derechista de las últimas décadas, que fue el que la destituyó en 2016.

Otra consecuencia del ascenso de la derecha más conservadora, es la crisis de la socialdemocracia de Cardoso. El PSDB perdió toda relevancia, así como el MDB y el DEM que eran la base de la derecha neoliberal. El PSDB se formó en 1988 durante la transición a la democracia y la redacción de la Constitución. Junto al PT fueron los rivales más enconados de la política brasileña, pero a la vez era los dos principales partidos capaces de aglutinar una amplia colación a su alrededor, algo que le permitió a Cardoso gobernar entre 1994 y 2002.

        Los resultados del candidato presidencial del PSDB, Geraldo Alckmin, el 7 de octubre, de apenas el 4 por ciento de los sufragios, enseñan la crisis del partido histórico de las elites y las clases medias blancas urbanas. Su base social emigró a Bolsonaro, por lo menos en las elecciones federales, aunque aún conserva cierto protagonismo en el estado de São Paulo, donde se asientan sus núcleos históricos. El descalabro de este sector, neoliberal pero democrático, puede tener hondas repercusiones en el futuro inmediato, independientemente de quién gane el domingo 28.

LA IZQUIERDA SIN ESTRATEGIA

Lo que se viene ahora es una fenomenal ofensiva contra los derechos laborales, contra la población negra e indígena, contra todos los movimientos sociales. Con o sin Bolsonaro, porque su política ya ganó y se ha hecho un lugar en la sociedad y en las instituciones. Cuando dice que hay que “poner punto final a todos los activismos en Brasil”, está reflejando un sentimiento muy extendido, que pone por delante el orden a los derechos (Expresso, 8-X-18).

No es un caso aislado. La ministra de Seguridad argentina Patricia Bullrich, acaba de lanzar su propio exabrupto, esta semana en una entrevista televisada, al vincular los movimientos sociales con el narcotráfico, abriendo de ese modo el grifo de la represión. Se trata de desviar el sentimiento de inseguridad hacia los actores colectivos que resultan obstáculos para implementar medidas más profundas contra las economías populares y la soberanía estatal sobre los bienes comunes.

Sobre el futuro inmediato, el cientista político César Benjamin señala: “Temo que un gobierno de Boslonaro sea peor que el gobierno militar. Hay una movilización de grupos, de masas que lo apoyan, que el régimen militar nunca tuvo. Una vez que llegue a la presidencia, un hacendado de Pará puede entender que llegó la hora de lanzar sus pistoleros, un policía que participa de un grupo de exterminio entenderá que puede ir más lejos”. Concluye con una frase lapidaria: “El sistema vigente de los años 80, especialmente desde la Constitución de 1988, ya no existe más” (Piauí, 8-X-18).

Cuando la izquierda apostó todo a una democracia claramente deficiente, sucedieron dos cosas. Primero, se evidenciaron sus dificultades a la hora de moverse en el borde de los cauces institucionales, como lo hacen todos los movimientos sociales. Hacerlo, significaría poner en riesgo los miles de cargos estatales y todos los beneficios materiales y simbólicos que conllevan. En cierto sentido enseñó su incapacidad de cambiar su estrategia, cuando la derecha sí lo hizo.

Segundo, optar por este camino suponía no tomar en cuenta que para los sectores que la izquierda dice representar, como los jóvenes y las mujeres de las favelas —los más atacados por el sistema del “orden”-, nunca hubo democracia verdadera. Estos sectores se ven forzados a moverse en el filo de la legalidad, porque, usando un concepto de Fanon, en la “zona del no-ser”, donde los derechos humanos son papel mojado, la sensatez les dice que no pueden confiar en las instituciones estatales. La impunidad del crimen de Marielle Franco habla por sí sola.

Limitarse al terreno electoral es suicida para un movimiento de izquierda, cuando del otro lado están rifando las libertades mínimas. Entre la lucha armada de los 60 y la adhesión ciega a elecciones sin democracia, hay otros caminos posibles. Los que vienen transitando tantos pueblos organizados para recuperar la tierra, cuidar la salud, el agua y la vida. Si algo nos enseña el Brasil de estos años, es que hace falta tomar otros rumbos, no limitados a la estrategia estatista, probablemente inciertos, pero que tienen la virtud de abrir el abanico de posibilidades.

Fuente: Rebelión

Psicología

El Desarrollo de los Procesos Psicológicos Superiores
(Lev S. Vygotski)1


María Benel


EL TEXTO QUE VAMOS A COMENTAR es la edición realizada por los docentes universitarios norteamericanos Michael Cole, Vera John-Steiner, Sylvia Scribner y Ellen Souberman, atendiendo a una solicitud de Alexander Luria. Sus fuentes fueron dos obras de Vygotski: la todavía inédita Herramienta y símbolo en el desarrollo de los niños (1930) y La historia del desarrollo de las funciones psicológicas superiores (publicada en el segundo volumen de las obras de Vygotski, Moscú, 1960).  A partir de estos textos, proporcionados por Luria, los editores compusieron un volumen dividido en dos partes: Teoría y datos básicos, constituida por cinco capítulos, e Implicaciones educacionales, conformada por tres.

Dado que el estilo de Vygotski se tornó difícil a partir del agravamiento de su enfermedad, los editores han incluido otros artículos y ensayos del gran psicólogo soviético para explicar de manera más completa algunos capítulos. Asimismo, han rastreado las fuentes bibliográficas que usó Vygotski, las que ya no tuvo tiempo de registrar debido a su carrera contra el tiempo y contra la enfermedad que lo aquejaba.

El resultado es un libro poderoso, sintético y profundo, en el cual se puede apreciar la sólida teoría vygotskiana (basada en el materialismo histórico y dialéctico) sobre el origen social de las funciones psicológicas superiores, y los múltiples caminos que de ella se desprenden hacia la pedagogía, la educación de niños especiales, la enseñanza de la lectoescritura, etc. Caminos que deberían ser retomados por todos aquellos que deseamos contribuir a una concepción marxista en la educación y en la psicología.


1. Pensamiento y lenguaje

Premunido de una concepción materialista del mundo, con profundas lecturas de Marx, Engels y Lenin (y de las fuentes de ellos: Spinoza, Hegel), y conocedor de las investigaciones de sus contemporáneos, Vygotski establece las siguientes conclusiones:

·      La inteligencia práctica (o pensamiento práctico, cf. p. 43) y el lenguaje tienen orígenes distintos. Evolutivamente, aquella hace su aparición primero (alrededor de los seis meses, según las investigaciones citadas por Vygotski).
·      Cuando el lenguaje converge con la actividad práctica se abre el camino para el desarrollo cognitivo más puramente humano: la capacidad de abstracción.
·      El lenguaje, además de la función de reflejar el mundo externo, cumple una función comunicativa y una función planificadora.

Para comprobar sus conclusiones, Vygotski y su equipo de trabajo desarrollaron experimentos donde pudieron verificar la relación entre acción y lenguaje, y el papel de este último en la resolución de problemas. En dichos experimentos, Vygotski puso en práctica el método de la doble estimulación, del cual hablaremos más adelante.

Estos experimentos mostraron que una vez que los niños pueden hablar, la forma en que resuelven un problema se amplía. Es decir, pueden ir más allá de los estímulos que conforman el espacio inmediato de la actividad. Pueden recurrir a otros estímulos (palabras) para crear un plan específico de solución.

En esa convergencia entre inteligencia práctica y lenguaje, Vygotski y sus colaboradores identificaron dos estadios:
·      Primero, el lenguaje acompaña las acciones del niño y refleja de manera desorganizada sus esfuerzos por solucionar un problema.
·      Luego, el lenguaje precede a la acción; es decir, ayuda a la formación de un plan que será realizado más adelante.

En palabras del propio Vygotski:

En un principio, el lenguaje sigue a las acciones, está provocado y dominado por la actividad. Sin embargo, en los estadios superiores, cuando el lenguaje se desplaza hacia el punto de partida de una actividad, surge una nueva relación entre la palabra y la acción. Ahora el lenguaje guía, determina y domina el curso de la acción; la función planificadora del lenguaje hace su aparición junto con la ya existente función del lenguaje de reflejar el mundo externo (p. 53).

Ahora bien, Vygotski explica que las funciones cognoscitiva y comunicativa del lenguaje son la base para la función planificadora. Y aquí, la aplicación del materialismo histórico y dialéctico es creativa y elegante. Veamos: el niño adquiere el lenguaje por la interacción con los adultos que lo rodean. “Los signos y las palabras sirven a los niños en primer lugar y sobre todo, como un medio de contacto social con las personas” (p. 54). Este vendría a ser un uso interpersonal del lenguaje (lenguaje socializado). Pero cuando, en una etapa posterior de su desarrollo, el lenguaje se convierte en una ayuda para la acción posterior, el niño ya no lo utiliza para dirigirse al adulto sino para dirigirse a sí mismo y planificar su propia conducta. Este lenguaje socializado se interioriza, adquiere un uso intrapersonal, además del interpersonal.De esta manera, lo social se demuestra íntimamente ligado a lo individual. Se podría decir que un individuo se constituye como tal porque logra “aplicar una actitud social a sí mismo”. Aparente contradicción para un pensamiento metafísico; pero no para una concepción dialéctica.

Finalmente, Vygotski cierra la importancia del lenguaje y del símbolo yendo más allá del papel que ambos cumplen en el desarrollo del niño. El lenguaje, con su función planificadora, ha marcado la historia de la humanidad, al sentar las bases de una actividad propiamente humana: el trabajo productivo.


2. El origen social de las funciones psicológicas superiores

Vygotski da cuenta de que la relación entre acción (uso de instrumentos, inteligencia práctica) y lenguaje influye en varias funciones psicológicas, como la percepción, la atención y la memoria, y contribuye a la formación de dos nuevas funciones: las representaciones simbólicas y la acción voluntaria.

En el caso de la percepción, establece con claridad que el sistema perceptivo humano no es una “continuación directa y ulterior perfección de las formas de la percepción animal, ni siquiera de aquellos animales más próximos al género humano” (p. 58).  ¿Por qué? Porque en el ser humano, la percepción está mediatizada por el lenguaje. Esto quiere decir que cuando, por ejemplo, el ojo humano observa dos líneas que se entrecruzan, esta información no queda allí, sino que recibe un nombre: “una cruz”. A esto es lo que Vygotski llama percepción de objetos reales, “… yo no veo el mundo simplemente con colores y formas, sino que también percibo el mundo con sentido y significado” (p. 61).

En el desarrollo cognitivo del ser humano, la función inicial de etiquetar las cosas con nombres da paso a la función sintetizadora del lenguaje, la que, a su vez, genera formas más complejas de percepción. Esto puede observarse cuando se percibe una melodía, donde además de percibir sonidos que corresponden a determinadas notas musicales, percibimos un ritmo que nos transmite ciertas emociones. Y si poseemos formación musical, que implica el manejo de un lenguaje especializado, podremos tener una percepción más profunda de la melodía escuchada (pertinencia de los movimientos, diálogo entre instrumentos, etc.). He ahí la función sintetizadora del lenguaje y cómo genera niveles más complejos de percepción. Como afirma Vygotski, esto no tiene analogía con ningún proceso perceptivo del resto de animales superiores.

En cuanto a la atención, Vygotski afirma que “… los estudios han señalado que la capacidad o incapacidad de dirigir la propia atención es un determinante esencial del éxito o el fracaso de cualquier operación práctica” (p. 63). Esta afirmación se basa en que para realizar cualquier operación práctica, el ser humano debe abarcar con su atención todos los campos perceptivos (pasados y presentes), lo que se logra reconstruyendo las actividades separadas que son parte de las operaciones necesarias. En esta reconstrucción juegan un rol fundamental la memoria y el lenguaje. Como señala Vygotski:

A través de formulaciones verbales de situaciones y actividades pasadas, el niño se libera de las limitaciones del recuerdo directo y es capaz de sintetizar el pasado y el presente para seguir sus propósitos.
(…)
Creado con la ayuda del lenguaje, el campo temporal para la acción se extiende tanto hacia adelante como hacia atrás. La futura actividad que puede incluirse en una actividad continua está representada por signos (pp. 64-65).

La relación dialéctica entre el uso de instrumentos (acción) y el lenguaje influye en las funciones psicológicas de percepción, atención y memoria, generando la nueva función de representaciones simbólicas. El ser humano alcanza, así, lo que se ha denominado dentro de la Psicología no marxista: capacidad de abstracción o de operar mentalmente con símbolos, sin un referente concreto. Sin embargo, la Psicología no marxista –ajena a un enfoque histórico y dialéctico- no puede explicar la dinámica del desarrollo humano que da como resultado la representación simbólica y tampoco puede dar cuenta de la influencia que esta ejerce en el resto de funciones psicológicas. Esta es solo una muestra de la potencia que posee el materialismo histórico y dialéctico para analizar la realidad y que Vygotski supo utilizar con maestría y sutileza, al punto que para aplicar el marxismo a la Psicología no le fue necesario utilizar el clásico “método de citas” de sus contemporáneos soviéticos, que tanto daño hizo a la ciencia y al marxismo.

Por otro lado, Vygotski considera que habría una función psicológica que más que el intelecto desarrollado es la que distingue a la especie humana del resto de seres vivos: la actividad voluntaria. Tal como señaló Kurt Lewin en su análisis de la psicología de la actividad proyectada, y Vygotski está de acuerdo con ello, la actividad voluntaria es un producto del desarrollo histórico-cultural de la conducta y es un rasgo único de la psicología humana.

Vygotski señala que, en el caso de los seres humanos, incluso en los primeros estadios de su desarrollo histórico, “… fueron más allá de los límites de las funciones psicológicas que les eran propias por naturaleza, progresando hacia una nueva organización de su conducta culturalmente elaborada” (p. 68). ¿A qué se refiere con esto? A que desde etapas muy antiguas, el ser humano ha utilizado estímulos artificiales o autogenerados (inicios de la escritura, hacer nudos o marcas en un palo para recordar cosas) que le han permitido ir más allá de las dimensiones biológicas de su sistema nervioso y así alcanzar una nueva organización de su conducta: una conducta culturalmente elaborada.

Por otro lado, hay que señalar que estos estímulos artificiales o autogenerados son los que se denominan signos. La utilización de los mismos es un rasgo de las funciones psicológicas superiores, las cuales no son el producto de la pura lógica, sino

… el resultado de un proceso complejo y prolongado, sujeto a todas las leyes básicas de la evolución psicológica. Ello significa que, en los niños, la actividad de utilizar signos no es algo simplemente inventado o transmitido por los adultos; es más bien algo que surge de lo que originariamente no es una operación con signos, convirtiéndose en tal después de una serie de transformaciones cualitativas (p. 78).

Vygotski señala que dentro del desarrollo psicológico general hay dos líneas de desarrollo cualitativamente distintas, las que se entrelazan para dar origen a lo que él denomina “la historia de la conducta del niño: los procesos elementales, de origen biológico, y las funciones psicológicas superiores, de origen sociocultural. Esta historia de la conducta del niño está marcada por el uso de instrumentos y el lenguaje humano, el uso de signos. Y todas las complejas operaciones con signos encuentran su contenido en los procesos elementales. A esta evolución, Vygotski la denomina “historia natural del signo”.


3. El uso de herramientas y el concepto de internalización

Vygotski señala que:

… la creación y utilización de signos como método auxiliar para resolver un problema psicológico determinado (recordar, comparar algo, relatar cosas, elegir, etc.) es un proceso análogo a la creación y utilización de instrumentos en lo que al aspecto psicológico se refiere. El signo actúa como un instrumento de actividad psicológica, al igual que una herramienta lo hace en el trabajo (p. 88).

Sin embargo, nuestro autor se apresura a señalar que así como tienen rasgos similares, también poseen diferencias esenciales. Lo similar entre ambas es que se encuentran bajo el concepto general de adaptaciones artificiales, que cumplen una función mediadora (o actividad mediata). El ser humano usa las herramientas para hacerlas actuar sobre otras cosas y así conseguir sus fines. Asimismo, usa los signos para actuar sobre su propia conducta.

El concepto de “actividad mediata” fue introducido por Hegel en su Lógica (cf. Tomo II, p. 163), pero con un sentido más amplio y general: consideraba que la razón humana se caracteriza, sobre todo, por su actividad mediata, por la cual logra sus fines haciendo actuar a los objetos y que reaccionen unos con otros sin intervenir para nada en el proceso. Marx, en El capital, recoge este planteamiento de Hegel y lo aplica a las herramientas para demostrar que el ser humano las usa para actuar sobre otras cosas “como medios de poder y de acuerdo con sus fines”.

Pero las semejanzas entre herramientas y signos terminan ahí para dar paso a una diferencia esencial entre ellas: los distintos modos en que orientan la actividad humana. Mientras que la herramienta está externamente orientada, esto es, genera cambios en los objetos, el signo lo está internamente, es decir, el cambio se da en las funciones psicológicas (internas) y no en el objeto de una operación psicológica.

Una vez que se han señalado las semejanzas y diferencias entre herramienta y signo, Vygotskiestablece la relación entre ambos:

El dominio de la naturaleza [uso de herramientas] y el de la conducta [uso de signos] están sumamente relacionados, puesto que la alteración de la naturaleza por parte del hombre altera, a su vez, la propia naturaleza del hombre (p. 91).

Es así que se puede concluir que la actividad material del ser humano, la transformación que hace del mundo a través del uso de herramientas, es la que proporciona el infinito universo de actividades donde pueden operar las nuevas funciones psicológicas. Y es dentro de este contexto que se pueden llamar funciones psicológicas superiores, pues combinan el uso de herramientas y de signos. Esto, como ya se ha visto anteriormente, es una característica propia del ser humano, un resultado de la cultura que genera cuando se relaciona con su entorno y lo transforma para poder sobrevivir.

Es en este punto que Vygotski propone el concepto de “internalización”, entendida como “la reconstrucción interna de una operación externa”. El proceso de internalización consiste en una serie de transformaciones:

·      Una operación que inicialmente representa una actividad externa se reconstruye y comienza a suceder internamente. Aquí, el uso de signos es fundamental.
·      Un proceso interpersonal queda transformado en otro intrapersonal. Esta es la conocida fórmula vygotskiana: “En el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, a nivel social, y más tarde, a nivel individual; primero entre personas (interpsicológica), y después, en el interior del propio niño (intrapsicológica)” (p. 94). Lo que quiere decir que todas las funciones psicológicas superiores (que combinan uso de herramientas y signos) son el resultado de las relaciones entre humanos. Estos se relacionan para sobrevivir en su entorno, para lo cual lo transforman y en esa transformación generan un producto que se llama cultura. Dentro de ella se encuentra el lenguaje, que cumple primeramente –como ya se ha visto- una función comunicativa y luego una función planificadora, basada en la capacidad del ser humano de hacer que los signos cumplan una función mediadora.
·      La transformación de un proceso interpersonal en un proceso intrapersonal es el resultado de una prolongada serie de sucesos evolutivos. En otras palabras, es el resultado final de un desarrollo prolongado, donde las leyes que rigen su actividad cambian y se integran a un nuevo sistema con sus propias leyes. Aquí Vygotskiutiliza de manera sutil y natural, sin recurrir a ningún artificio teórico, el materialismo histórico y dialéctico: hay que estudiar las cosas en su devenir y en este proceso hay que captar el movimiento interno de las mismas, las contradicciones, la identidad y lucha de contrarios que hay en su seno, el paso de una vieja unidad y los opuestos que la constituyen a una nueva unidad con sus nuevos opuestos, es decir, cuando un nuevo proceso reemplaza al viejo (cf. Mao tse-tung, Las contradicciones, cap. II Universalidad de la contradicción).

Cerramos con una contundente conclusión de nuestro autor:

La internalización de las actividades socialmente arraigadas e históricamente desarrolladas es el rasgo distintivo de la psicología humana, la base del salto cualitativo de la psicología animal a la humana (p. 94).


4. Un nuevo método para la Psicología

Vygotski cuestiona lo que él denomina “esquema estímulo-respuesta”, forma de análisis aplicada en la Psicología que consiste en

… enfrentar al sujeto a una especie de situación de estímulo destinada influir en él de un modo determinado, para luego examinarlo y analizar la(s) respuesta(s) provocada(s) por dicha situación estímulo (p. 95).

El autor considera que este esquema, adoptado por la psicología introspectiva en la década de 1880, solo puede utilizarse adecuadamente para el estudio de los procesos elementales de carácter psicofisiológico, donde los “fenómenos (…) podían ser interpretados de modo plausible como directamente unidos a los agentes externos” (p. 97). En el caso de las funciones psicológicas superiores, el “esquema estímulo-respuesta” resulta insuficiente porque solo considera la influencia de la naturaleza en los seres humanos y no comprende que “… el hombre, a su vez, modifica la naturaleza y crea, mediante los cambios que provoca en ella, nuevas condiciones naturales para su existencia” (p. 98).

Vygotski propone la necesidad de un nuevo esquema analítico en Psicología, que sea capaz de comprender y explicar la interacción entre naturaleza y ser humano. Para él, este nuevo esquema proviene directamente de la diferencia que Engels estableció en su obra Dialéctica de la Naturaleza entre las aproximaciones naturalistas y dialécticas relativas a la comprensión de la historia humana.Como se puede observar,nuestro autor se adscribe a la aproximación dialéctica para el análisis de las funciones psicológicas superiores, conformada por tres principios:

·      Análisis del proceso, no del objeto: por lo general, el análisis psicológico tradicional ha tratado a los procesos que analiza como si fueran objetos fijos y estables, dividiéndolos en sus componentes. Este tipo de análisis debe complementarse con el análisis de los procesos, es decir, el estudio de los principales hitos que constituyen la historia de los procesos. Para este cometido, es la psicología evolutiva y no la experimental, la más útil. Es así que el método propuesto por Vygotski y sus colaboradores consiste en crear artificialmente un proceso de desarrollo psicológico y estudiarlo desde sus estadios iniciales.

·      Explicación versus descripción: el método usado en la Psicología se concentra en describir los objetos de estudio, más que explicarlos. Con lo cual no puede revelar las relaciones dinámico-causales reales que subyacen a los fenómenos. Para fundamentar este principio, Vygotski  se apoya en lo que dicen Kurt Lewin y Marx sobre el análisis fenotípico:

Kurt Lewin compara el análisis fenomenológico, basado en rasgos externos (fenotipos), con lo que él llama análisis genotípico, en el que un fenómeno se explica en base a su origen más que a su apariencia externa (p. 100).

Nuestra investigación acerca del lenguaje de los niños pequeños nos conduce al principio básico formulado por Lewin: dos procesos fenotípicamente idénticos o similares pueden ser radicalmente distintos el uno del otro en sus aspectos dinámico-causales y viceversa; dos procesos que están muy próximos en lo que a su naturaleza dinámico-causal se refiere, pueden ser fenotípicamente distintos (p. 101).

Marx explicó la aproximación fenotípica de modo general, al afirmar que ‘si la esencia de los objetos coincidiera con la forma de sus manifestaciones externas, la ciencia sería totalmente superflua’; observación sumamente razonable (pp. 101-102).

Entonces, un análisis verdaderamente objetivo implica un estudio tanto del proceso (donde se expresa el origen, esencia o naturaleza del fenómeno) como de las manifestaciones externas.

·      El estudio de la “conducta fosilizada”: en Psicología, una “conducta fosilizada” hace referencia a procesos que han recorrido un largo estadio de desarrollo histórico y han terminado por fosilizarse, por detenerse, y en el presente se repiten de manera mecánica. Para Vygotski, estas “conductas fosilizadas” son de sumo interés para la Psicología, pues vienen a ser “reminiscencias del desarrollo histórico de la conducta” y en ellas se encuentran fundidos pasado y presente, con lo cual su estudio contribuye a una mejor comprensión del desarrollo de las funciones psicológicas superiores.


Con estos principios queda claro que la Psicología, para lograr su cometido como ciencia, debe recurrir a un estudio histórico de los objetos de su interés. Sin embargo, como señala Vygotski, usualmente los científicos identifican “estudio histórico” con el estudio de hechos pasados. No entienden que: “Estudiar algo desde el punto de vista histórico significa estudiarlo en su proceso de cambio; esta es la exigencia básica del método dialéctico…” (p. 104). Y aquí Vygotski demuestra, nuevamente, su profundo conocimiento del materialismo histórico y dialéctico, el cual aplica a la Psicología de manera natural: “En este caso, el método es, simultáneamente, requisito previo y producto, la herramienta y el resultado del estudio” (p. 105). Afirmación que concuerda sobre la naturaleza del materialismo histórico: “… constituye una teoría científica [resultado] coherente y armónica, que explica el desarrollo de la sociedad (…). Es, además, el único método científico [herramienta] certero, para estudiar los fenómenos sociales…” (Konstantinov, 1963, p. 2).

Vygotski concluye proponiendo un método que sí analizaría los procesos psicológicos: el método funcional de doble estimulación. En este se propone una tarea que supera las posibilidades del niño; pero, además, se le brinda un estímulo neutro que toma la función de un signo, con lo que se puede “estudiar el proceso de realización de una tarea mediante la ayuda de medios auxiliares específicos…” (p. 118).  Así, en una sola situación se puede reconstruir el desarrollo de las funciones psicológicas básicas a las superiores.

Estamos convencidos de que nuestra aproximación a la objetivación de los procesos psicológicos internos es más adecuada, en lo que concierne a los objetivos de la investigación psicológica, que el método que se dedica a estudiar las respuestas objetivas ya existentes. Únicamente la objetivación del proceso interno garantiza el acceso a formas específicas de conducta superior, opuestas a formas subordinadas (p. 119).


5. Aprendizaje y desarrollo: la Zona de desarrollo próximo

Vygotski menciona las tres concepciones más conocidas acerca de la relación entre desarrollo y aprendizaje. La primera considera que el desarrollo es independiente del aprendizaje. El primero avanza más rápido y el segundo no desempeña ningún papel en el desarrollo; es decir, “… el desarrollo o maduración se considera como una condición previa del aprendizaje, pero nunca como un resultado del mismo” (p. 125). La teoría de Piaget se ubicaría dentro de esta concepción.

La segunda considera que el aprendizaje es desarrollo. Esta noción fue elaborada por Williams James, quien redujo el aprendizaje a la formación de hábitos y a la acumulación de respuestas más complejas que las innatas. Thorndike se ubicaría dentro de esta concepción.

La tercera combina las dos anteriores. Para ella, el desarrollo y el aprendizaje son mutuamente dependientes e interactivos: “… el proceso de maduración prepara y posibilita un proceso específico de aprendizaje. El proceso de aprendizaje estimula y hace avanzar al proceso de maduración” (p. 127). Sin embargo, esta posición teórica considera que el desarrollo siempre será más amplio que el aprendizaje. Las propuestas de la Escuela de la Gestalt estarían dentro de esta concepción.

A partir de la revisión de estas tres concepciones, Vygotski propone el concepto de Zona de desarrollo próximo (ZDP), en el que sintetiza su concepción sobre la relación entre aprendizaje y desarrollo. La ZDP

… no es otra cosa que la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más (p. 133).

Es evidente que Vygotski elaboró el potente concepto de ZDP a partir del doble proceso de formación de las funciones psicológicas superiores. Desde que el niño nace accede a la vida cultural e intelectual de quienes lo rodean. Es en la interacción y en la cooperación con sus semejantes que el niño realiza una serie de actividades y tareas que, en primera instancia, no podrá llevar a cabo solo y requerirá ayuda de los adultos o de coetáneos más expertos. Esto, a su vez, estimulará una serie de procesos evolutivos internos que llevarán a la internalización y, en consecuencia, a la realización independiente de aquellas actividades que antes se hacían con ayuda.

Ahora bien, el niño que puede imitar lo que hace un adulto o un coetáneo experto posee en estado embrionario esas funciones que más adelante alcanzarán su madurez. Es así que Vygotski nunca desestimó lo que hoy en día se denomina “lo orgánico”; por el contrario, reconoce que es la base sobre la cual el aprendizaje hará su tarea: tender los puentes para que el desarrollo del ser  humano alcance sus máximos niveles de expresión.

Sin embargo, Vygotski lamenta que la tendencia general dentro de la Psicología y la educación especial sea trabajar con lo que el niño ya sabe hacer, por lo que esta educación se torna sumamente conservadora y no aporta nada nuevo ni enriquecedor al desarrollo mental de los educandos.

Mención aparte merece la educación que se brinda a los niños con retardo mental. Basada en la idea de enseñar solo lo que el niño ya sabe o lo que puede hacer por sí solo, esta educación se reduce a reforzar un pensamiento concreto, sin permitir que estos niños desarrollen los pocos rudimentos de pensamiento abstracto que pudieran tener y que les permitirían neutralizar o superar sus dificultades cognitivas.

La ZDP se puso de moda en nuestro país desde mediados de los años 90 del siglo pasado; sin embargo, nadie o casi nadie pudo aplicarla a cabalidad, pues no se tomó en cuenta que la ZDP no es una técnica, tampoco una metodología que se puede aplicar de manera mecánica como una receta. La ZDP es un concepto que debe ser aplicado dentro de una concepción dialéctico-materialista, la que proveerá las líneas directrices para aterrizar  dicho concepto en la práctica pedagógica. A Vygotski no le alcanzó el tiempo para esto. Sus últimos años de vida fueron una carrera contra la enfermedad, por lo que concentró sus esfuerzos en formular lo más completamente posible su teoría del origen social de las funciones psicológicas superiores y dejar abiertos numerosos caminos de estudio para sus discípulos y seguidores. En EE.UU. el más notable es Jerome Bruner, con sus conceptos de “andamiaje” y “formatos de interacción madre-niño”. En Perú, Josefa Lora ha diseñado una propuesta para la enseñanza de la psicomotricidad (“La tarea de movimiento”) que pone en práctica la ZDP.

Hasta aquí los aspectos centrales de la teoría vygotskiana. Sin embargo, el libro que estamos comentando cierra con dos capítulos interesantes, donde Vygotski bosqueja algunas ideas para comprender el papel del juego en el desarrollo del niño y la importancia del lenguaje escrito. En el primero, cuestiona tanto a los estudiosos que han considerado al juego como una actividad placentera como a los que piensan que es una acción simbólica. Asimismo, cuestiona a quienes proponen que en el juego todo puede suceder, que no tiene reglas. Sus observaciones sobre el juego, bien sustentadas y siempre dentro de la teoría del origen social de las funciones psicológicas superiores, concluyen que el juego crea una ZDP en el niño y es una fuente de desarrollo para él.

En cuanto a la importancia del lenguaje escrito, Vygotski señala que en la enseñanza de la escritura se han privilegiado los aspectos motores de la misma, olvidando que el lenguaje escrito es: “… un determinado sistema de símbolos y signos, cuyo dominio representa un punto crítico decisivo en el desarrollo cultural del niño” (p. 160). A partir de los estudios de otros investigadores, Vygotski hace algunas aproximaciones generales al tema y considera al dibujo y al gesto como precursores del lenguaje escrito. Para el autor, el lenguaje escrito comprende un simbolismo de primer orden (símbolos que designan directamente objetos o acciones) y otro de segundo orden (signos escritos para los símbolos hablados de las palabras). A criterio de Vygotski, una enseñanza adecuada de la escritura debería hacer que el niño comprenda que así como se pueden dibujar objetos, se puede plasmar el lenguaje. Y que también comprenda que esto último es útil, necesario, importante para la vida.

Vygotski nos deja abierto un camino más de investigación.

______________
(1) Vygotski, L.S. (2000). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica. [Versión castellana de Mind in society. TheDevelopment of HigherPsychologicalProcesses (1978). Cambridge, Massachusetts: Harvard UniversityPress]. Salvo que se señale otra cosa, todas las citas corresponden a esta edición.

Referencias

Hegel, G.W.F. (1985). Lógica. Tomo II. Buenos Aires: Hyspamérica.

Konstantinov, F.V. (1963). El materialismo histórico. México D.F.: Grijalbo.

Mao tse-tung (1969). Las contradicciones. México D.F. Grijalbo. Colección 70.
CREACIÓN HEROICA