La Corrupción Como Práctica de los Negocios en el Perú
César Risso
EN EL MARCO DE LA ACTUAL CONFRONTACIÓN
entre la burguesía peruana y un sector de sus representantes políticos, y de la
recurrente exoneración tributaria para las grandes empresas, la corrupción es
uno de los elementos que permite a la burguesía aumentar sus ganancias.
En
el caso de las empresas farmacéuticas transnacionales, estas, según datos
conservadores, han dejado de tributar 648 millones de soles en productos
importados para enfrentar enfermedades como el cáncer, VIH y diabetes, en un
periodo que va desde el 2001 al 20171.
La
exoneración del IGV y de los aranceles a estos medicamentos tiene como sustento
el alto costo para el tratamiento de las enfermedades señaladas. Sin embargo,
no ha habido reducción en el precio de estos medicamentos, y más bien las
empresas involucradas han tenido un aumento en sus utilidades: “[…] los precios
no bajaron en las proporciones esperadas y, en el caso de los oncológicos,
el margen de ganancias de las farmacéuticas se incrementó hasta
en un 64%.”2
Es
decir, el sustento puede ser lo más noble que se quiera. Tiene que ser así para
poder justificar el beneficio tributario. Pero el resultado siempre es el
mismo: incrementar las ganancias de las empresas.
Es
más, en este caso, no se discute la eficacia que pueda tener el medicamente,
solo se tiene que cumplir con algunos requisitos laxos para poder acceder al
beneficio.
La
pregunta es, quienes plantearon la propuesta correspondiente, ¿lo hicieron con
el verdadero y sincero afán de favorecer a las personas afectadas por estas
enfermedades? La respuesta es, evidentemente, no. Se sobreentiende que debe de
haber habido algún beneficio de por medio para plantear y aprobar la norma
respectiva.
Para
generalizar diremos que en casi todos los casos las coimas y la corrupción son
parte del negocio de vender el Estado. Esto es, vender el servicio que el
Estado presta de, entre otras funciones, legislar. Como los propios
congresistas han declarado, los proyectos que favorecen a determinadas regiones
o sectores rinden beneficios a los propios congresistas.
Estas
coimas se consideran como parte del costo de las empresas involucradas. Es
decir, esta modalidad es parte de la práctica cotidiana de las empresas en sus
negocios. De modo que, a estas alturas, se diría que la corrupción está
institucionalizada. Un abogado de la corrupción podría afirmar como sustento
para legalizar esta práctica que se debería aplicar el derecho consuetudinario,
es decir, la costumbre hecha ley.
Podríamos
decir que la corrupción es un segundo piso del manejo económico del país. El
primer piso es el sistema capitalista, la base de la explotación económica, que
eventualmente puede existir sin corrupción, pero no sin explotación, esto es,
sin trabajo asalariado.
“¿Cómo se
traduce esto para los ciudadanos? Un análisis de Contribuyentes por Respeto,
que toma como referencia la cifra de la Defensoría del Pueblo, da a conocer que
en los últimos cuatro gobiernos, desde el de Alejandro Toledo hasta el mandato
inconcluso de Pedro Pablo Kuczynski, la corrupción “le costó” al Estado
S/136,147 millones.”
“Ese
monto, según explica Juan José García, jefe de Investigación de Contribuyentes
por Respeto, hubiera sido suficiente para construir casi ocho veces la Línea 2
del Metro de Lima, edificar 651 centros penitenciarios en el país.”3
Y a todo esto, cómo responde la
burguesía: “Luchar contra un gigante. La informalidad en nuestro país supera la
barrera del 50%, eso ya todos lo sabemos. Sin embargo, ¿cuánto es lo que le
cuesta a las empresas ser formal?” “A una empresa, en promedio, le cuesta entre
45 a 55% más contratar a un trabajador de manera formal.”4
Alarmándonos
acerca de los llamados sobrecostos laborales, sobre lo cual insisten
permanentemente, tratan de inducirnos a pensar en que los problemas económicos
y sociales que afrontamos están en la informalidad. Y nos proponen que para
formalizar a un trabajador, es decir, para que tenga derechos laborales, es
necesario reducir o eliminar estos derechos laborales.
Sin
embargo, si se pretendiera formalizar a los trabajadores en nuestro país, sobre
todo en el caso de las microempresas, estas simplemente no podrían sostenerse
como negocio, pues no tendrían utilidades. Pero su existencia y sus bajos
costos permiten a las grandes y medianas empresas tener menores costos al
negociar con estos pequeños negocios, y también al producir bienes salario a
bajos costos permiten que las grandes y medianas empresas puedan pagar salarios
miserables a los trabajadores. Y esto, sin contar a los trabajadores familiares
no remunerados.
De
modo que la solución para la informalidad es una sola: reducir los beneficios
laborales de los trabajadores.
Pero
con todo el dinero que “se pierde” por la corrupción se hubiera muy bien podido
contribuir a formalizar a los trabajadores sin necesidad de afectar sus
derechos laborales.
La
burguesía debe pensar al respecto más o menos de la siguiente forma:
“Si formalizar a los trabajadores tiene un costo más
alto que lo que gasto en corrupción, entonces la corrupción es el mecanismo más
apropiado para incrementar nuestras ganancias.”
Probablemente la corrupción sea mal
vista como factor de competencia, puesto que el corrupto puede acceder a los
contratos millonarios con el Estado desplazando a otras empresas.
Redondeando
el análisis, la corrupción se ha mostrado como el método más eficaz para
incrementar las ganancias de la burguesía, las mismas que no podrían darse sin
la base del sistema capitalista, que en la economía peruana actual se da en su
versión neoliberal, al amparo del dominio del imperialismo.
___________
(1) http://ojo-publico.com/884/farmaceuticas-dejaron-de-pagar-s648-mlls-por-exoneraciones-tributarias
(2) Ídem.
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