jueves, 1 de julio de 2021

Política

La Cuestión de la Táctica del Proletariado en el Programa del Partido

Eduardo Ibarra 

EN LA HISTORIA de la lucha entre el proletariado y la burguesía, la táctica proletaria ha sido modificada por lo menos dos veces: la lucha por sorpresa con barricadas por la lucha electoral como forma principal de lucha (en las condiciones del capitalismo competitivo), y la lucha electoral por la táctica de combinar la lucha electoral con la lucha directa de las masas (en las condiciones del imperialismo). 

La lucha por sorpresa con barricadas había obtenido numerosas victorias (como, por ejemplo, en París en julio de 1830 y en febrero de 1848 y en Berlín en este mismo año), pero, dada la reestructuración de la guardia cívica (y especialmente su reaccionarización política) y la militarización de los gobiernos burguesas (y en particular el desarrollo de la tecnología militar), los ataques por sorpresa, según señaló Engels, perdieron eficacia ya después de 1849.

Puesto que las condiciones de la lucha de clases habían cambiado, la táctica del proletariado debió modificarse. Así, en las nuevas condiciones era necesario que las masas comprendiesen que debían intervenir directamente en la lucha revolucionaria, dejando atrás los tiempos en que la misma era actuada por una minoría consciente, pues dicha intervención era la única manera de compensar el fortalecimiento de la estructura y los cuerpos represivos del Estado burgués. Pero esta intervención tenía una condición primaria: que la teoría deviniera fuerza material prendiendo en las masas. Para esto era necesario un prolongado trabajo de propaganda. Este trabajo fue posibilitado por la implantación progresiva del sufragio electoral en los países de Europa. De esta forma el método de utilizar el sufragio universal reemplazó al método de la lucha por sorpresa con barricadas.

A propósito del nuevo método de lucha, Engels escribió:


Y aunque el sufragio universal no hubiese aportado más ventaja que la de permitirnos hacer un recuento de nuestras fuerzas cada tres años; la de acrecentar en igual medida, con el aumento periódicamente constatado e inesperadamente rápido del número de votos, la seguridad en el triunfo de los obreros y el terror de sus adversarios, convirtiéndose con ello en nuestro mejor medio de propaganda; la de informarnos con exactitud acerca de nuestra fuerza y la de todos los partidos adversarios, suministrándonos así el mejor instrumento posible para calcular las proporciones de nuestra acción y precaviéndonos por igual contra la timidez a destiempo y contra la extemporánea temeridad; aunque no obtuviésemos del sufragio universal más ventaja que ésta, bastaría y sobraría. Pero nos ha dado mucho más. Con la agitación electoral, nos ha suministrado un medio único para entrar en contacto con las masas del pueblo allí donde están lejos todavía de nosotros, para obligar a todos los partidos a defender ante el pueblo, frente a nuestros ataques, sus ideas y sus actos; y, además, abrió a nuestros representantes en el parlamento una tribuna desde lo alto de la cual pueden hablar a sus adversarios en la Cámara y a las masas fuera de ella con una autoridad y una libertad muy distintas de las que se tienen en la prensa y en los mítines. («Introducción» a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, de Marx).

 

Así, pues, en las condiciones del desarrollo relativamente pacífico del capitalismo, el nuevo método se convirtió en la forma principal de lucha.

 

Respecto a los resultados de esta circunstancia, Lenin escribió:

 

El oportunismo se ha ido incubando durante decenios por la especificidad de una época de desarrollo del capitalismo en que las condiciones de existencia relativamente civilizadas y pacíficas de una capa de obreros privilegiados los «aburguesaba», les proporcionaba unas migajas de los beneficios conseguidos por sus capitales nacionales y los mantenía alejados de las privaciones, de los sufrimientos y del estado de ánimo revolucionario de las masas que eran lanzadas a la ruina y que vivían en la miseria. (…) La fuerza de la costumbre, la rutina de una evolución relativamente «pacífica», los prejuicios nacionales, el temor a virajes rápidos y la falta de fe en estos virajes, todo esto, como es de suponer, han sido circunstancias complementarias que han vigorizado el oportunismo y han contribuido a la contemporización hipócrita y cobarde con él, bajo el pretexto de que esto es sólo temporal y obedece únicamente a causas y motivos especiales. (La bancarrota de la II Internacional).

 

También Stalin escribió sobre lo mismo:

 

El período en que dominó la II Internacional fue, principalmente, un período de formación y de instrucción de los ejércitos políticos proletarios en unas condiciones de desarrollo más o menos pacífico. Fue el período del parlamentarismo como forma preponderante de la lucha de clases. Las cuestiones de los grandes choques de clases, de la preparación del proletariado para las batallas revolucionarias, de las vías para llegar a la conquista de la dictadura del proletariado, no estaban entonces –así lo parecía– a la orden del día. La tarea reducíase a utilizar todas las vías de desarrollo legal para formar e instruir a los ejércitos proletarios, a utilizar el parlamentarismo adaptándose a las condiciones dadas, en las cuales el proletariado asumía y debía asumir –así lo parecía– el papel de oposición. No creo que sea necesario demostrar que, en ese período y con semejante concepción de las tareas del proletariado, no podía haber ni una estrategia coherente ni una táctica bien elaborada. Había pensamientos fragmentarios, ideas aisladas sobre táctica y estrategia, pero no había ni táctica ni estrategia.

El pecado mortal de la II Internacional no consiste en haber practicado en su tiempo la táctica de utilizar las formas parlamentarias de lucha, sino en haber sobreestimado la importancia de estas formas, considerándolas casi las únicas; y cuando llegó el período de las batallas revolucionarias abiertas y el problema de las formas extraparlamentarias de lucha pasó a primer plano, los partidos de la II Internacional volvieron la espalda a las nuevas tareas, renunciaron a ellas. (Los fundamentos del leninismo).

 

Entre nosotros, Mariátegui escribió sobre el tema:

 

La función de la Segunda Internacional fue casi únicamente una función organizadora. Los partidos socialistas de esa época efectuaban una labor de reclutamiento. Sentían que la fecha de la revolución social se hallaba lejana. Se propusieron, por consiguiente, la conquista de algunas reformas interinas. El movimiento obrero adquirió así un ánima y una mentalidad reformistas. (La escena contemporánea).

 

Si bien es cierto, pues, que la utilización del sufragio universal permitió que los partidos de la clase obrera crecieran en número, etcétera, no es menos cierto que, a un tiempo mismo, el ambiente de la vida política legal corrompió poco a poco a sus representantes en las instituciones burguesas y aun a los propios partidos. Por eso Stalin señaló que

 

… los partidos de la II Internacional iban echando grasa y no querían pensar seriamente en la revolución, en la dictadura del proletariado, en la educación revolucionaria de las masas.

 

El caso paradigmático de este resultado fue el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán. Así, pues, no se cumplió el pronóstico de Engels según el cual

 

… antes de terminar el siglo habremos conquistado la mayor parte de las capas intermedias de la sociedad, tanto los pequeños burgueses como los pequeños campesinos y nos habremos convertido en la potencia decisiva del país, ante la que tendrán que inclinarse, quieran o no, todas las demás potencias. («Introducción»).

 

        Engels escribió:

 

… a medida que va madurando para emanciparse [el proletariado] se constituye como un partido independiente, elige sus propios representantes y no los de los capitalistas. El sufragio universal es, de esta suerte, el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es bastante. El día en que el termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas, qué deben hacer. (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).

 

Representativa, pues, de las condiciones del desarrollo más o menos pacífico del capitalismo, la teoría del termómetro del sufragio explica la siguiente afirmación:

 

Su crecimiento (el de los votos a favor del Partido Alemán) avanza de un modo tan espontáneo, tan constante, tan incontenible y al mismo tiempo tan tranquilo como un proceso de la naturaleza. («Introducción»).

 

De un modo tan espontáneo como un proceso de la naturaleza. Pero ¿puede decirse lo mismo en nuestra época de desarrollo catastrófico del capitalismo?

 

El punto de ebullición de que habló Engels es la guerra civil que debía producirse como la respuesta del proletariado y las clases trabajadoras en general al golpe de Estado de la burguesía.

 

Sin embargo, con la sapiencia de un verdadero teórico, Engels no absolutizó la lucha electoral y, por tanto, tampoco su teoría del termómetro del sufragio, no obstante haberla planteado en una época en la que la revolución proletaria no estaba en el orden del día. Así, esclareció:

 

… Liebknecht ya me ha hecho un lindo truco. De mi Introducción a los artículos de Marx sobre la Francia de 1848-50 ha extraído todo lo que podría servir para apoyar la táctica de paz a toda costa y de oposición a la fuerza y a la violencia, que por un tiempo le ha hecho alegre proponer, especialmente en el presente cuando se están preparando leyes coercitivas en Berlín. (Carta a Paul Lafargue del 3 de abril de 1895).

… propongo estas tácticas únicamente para la Alemania de hoy y solamente con una estipulación importante. En Francia, Bélgica, Italia y Austria, no se podían seguir estas tácticas en su totalidad y en Alemania podrían quedarse inaplicables mañana… (Citado por Bob Avakian en Para una cosecha de dragones).

 

Es decir, según Engels, la revolución no necesariamente tenía que producirse como resultado de un proceso que se desenvuelve «tan tranquilo como un proceso de la naturaleza» y que termina con el golpe de estado y la guerra civil, a pesar de que el proceso de la revolución se producía entonces en las condiciones del desarrollo relativamente pacífico del capitalismo, pues, de hecho, fuera de Alemania, la lucha entre el proletariado y la burguesía podía desarrollarse en circunstancias tales que el estallido de la guerra civil se produjese como resultado de otras causas.

 

        Con el surgimiento del imperialismo, el capitalismo pasó de su desarrollo relativamente pacífico a su desarrollo catastrófico: exacerbación de todas las contradicciones del capitalismo y aparición de otras nuevas, crisis económicas cada vez más profundas, crisis políticas desestabilizadoras, guerras interimperialistas por un nuevo reparto del mundo, actualidad de la revolución proletaria, desarrollo del movimiento de liberación nacional. Por eso nuestra época es definida como la del imperialismo y de la revolución proletaria.

 

Este cambio en las condiciones de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, obligó a replantear la táctica proletaria: las nuevas condiciones no permitían ya la lucha electoral como forma principal de lucha, sino que exigía su combinación con la lucha directa de las masas. He ahí la nueva táctica proletaria.

 

Lenin escribió:

 

Saber encontrar, percibir, determinar exactamente la marcha concreta o el cambio brusco de los acontecimientos susceptibles de conducir a las masas a la grande y verdadera lucha revolucionaria final y decisiva, es en lo que consiste la misión principal del comunismo contemporáneo en la Europa occidental y en América.

Ejemplo: Inglaterra. No podemos saber –ni nadie se halla en estado de determinarlo por anticipado– cuándo estallará allí la verdadera revolución proletaria y cuál será el motivo principal que despertará, inflamará, lanzará a la lucha a las grandes masas, hoy aún adormecidas. Tenemos el deber, por consiguiente, de realizar todo nuestro trabajo preparatorio teniendo herradas las cuatro patas (según la expresión favorita del difunto Plejánov cuando todavía era marxista y revolucionario). Quizá sea una crisis parlamentaria la que «abra el paso», la que «rompa el hielo»; acaso una crisis que derive de las contradicciones coloniales e imperialistas irremediablemente complicadas, cada vez más inextricables y exasperadas; son posibles otras causas. No hablamos del género de lucha que decidirá la suerte de la revolución proletaria en Inglaterra (esta cuestión no sugiere duda alguna para ningún comunista, pues para todos nosotros está firmemente resuelta), pero sí del motivo que despertará a las masas proletarias adormecidas hoy todavía, las pondrá en movimiento y las conducirá a la revolución. No olvidemos que, por ejemplo, en la república burguesa de Francia, en una situación que, tanto desde el punto de vista internacional como del interior, era cien veces menos revolucionaria que la actual, bastó una circunstancia tan «inesperada» y tan «mezquina» como el asunto Dreyfus –una de las mil hazañas deshonrosas de la banda militarista reaccionaria– para conducir al pueblo a dos dedos de la guerra civil. (El estado y la revolución).

 

Así, pues, si ya en los tiempos a los que se refirió Engels, la lucha electoral tenía una validez solamente relativa, en las actuales condiciones del desarrollo catastrófico del capitalismo su validez es aun menor.

 

En nuestra época la teoría del termómetro del sufragio tiene vigencia como «el índice que sirve para medir la madurez de la clase obrera». Y, como señaló el propio Engels, tal termómetro «No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual».

 

Pero no tiene vigencia como el factor que marca para los trabajadores «el punto de ebullición», pues nuestra época presenta una variedad de causas que pueden dar lugar a la revolución, y no una sola como el golpe de estado en la argumentación de Engels.

 

        Por eso, en nuestra época y para nuestra época, Lenin escribió:

 

Solo los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder. (Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes).

 

Téngase en cuenta que, cuando Engels y Lenin se refieren a la lucha electoral, hablan del potenciamiento de la influencia entre las masas del partido proletario, y no de un partido oportunista o de un conglomerado de tendencias reformistas.

 

En resumidas cuentas, absolutizar en nuestra época la teoría del termómetro del sufragio, es no tener en cuenta las condiciones en las que la revolución proletaria mundial se desenvuelve desde el surgimiento del imperialismo y, a la par, es no tener en cuenta que Engels propuso dicha táctica «únicamente para la Alemania» de la últimas décadas del siglo XIX (táctica que podía quedar inaplicable posteriormente), «y solamente con una estipulación importante»: en otros países, como aquellos nombrados por Engels, la táctica del termómetro del sufragio no tenía aplicabilidad.

 

Para decirlo de otro modo, asumir librescamente la teoría del termómetro del sufragio es dar un salto hacia atrás, es retroceder hasta el siglo XIX, y, peor aún, es aterrizar en un solo país: Alemania.

 

Lenin señaló:

 

Para un marxista es indudable que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria…

Seguramente no cometeremos un error si señalamos estos tres signos principales: 1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; tal o cual crisis de las «alturas», una crisis de la política de la clase dominante. Que origina una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no suele bastar con que «los de abajo no quieran», sino que hace falta además que «los de arriba no puedan» seguir viviendo como hasta entonces. 2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de «paz» se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los mismos «de arriba», a una acción histórica independiente. (La bancarrota de la II Internacional).

 

Es decir, la revolución se produce por la conjunción de causas diversas, pero ligadas entre sí, como las señaladas por Lenin.

 

El movimiento revolucionario de las masas aparece pues en nuestra época como el termómetro que, contrariamente a la teoría del termómetro del sufragio de Engels, sí puede llegar y llegará –y llegó ya en no pocos casos– a marcar «el punto de ebullición».

 

Por supuesto, los marxista-leninistas no se oponen a la lucha legal (participación en las elecciones al parlamento, a los municipios, etc.), es decir, no son partidarios del infantilismo de izquierda y, por eso, no juegan a la revolución ni parlotean en abstracto sobre la misma. Los marxista-leninistas adhieren a la teoría sobre la lucha legal expuesta por Lenin en La enfermedad infantil.

 

Pero, por eso mismo, consideran que la lucha legal electoral debe servir a la lucha ilegal, aunque legítima, de las masas. En síntesis, la táctica proletaria debe apuntar a desarrollar un movimiento revolucionario de masas. En consecuencia, la lucha legal (parlamentaria, municipal, etc.) debe ser abordada desde la perspectiva del movimiento revolucionario de masas, y, por tanto, este movimiento no puede abordarse desde la perspectiva de la lucha electoral, como hace el oportunismo.

 

Pero, como es claro, dicho movimiento implica un trabajo ilegal de propaganda y de organización, la preparación de las fuerzas de la revolución.

 

El principio fundamental de la táctica proletaria es: 1) mantener la independencia política del proletariado tanto en la lucha legal como en la lucha de masas; 2) combinar los intereses inmediatos del movimiento con sus intereses futuros; 3) vincular el movimiento presente con el proceso general y el objetivo final de la lucha de clase del proletariado.

 

Como se ve, la cuestión de la táctica del proletariado es tan importante en la política del Partido, que su exposición no puede quedar por fuera de su Programa General.

 

18.07.2019.

Lucha electoral

Capitalismo Popular y Nacionalista Como Desenlace de la Lucha Electoral

César Risso

LA BURGUESÍA VOCIFERA ¡No hay lucha de clases! Pero resulta que, en este proceso electoral, la segunda vuelta ha sido la mejor escuela en los últimos años para comprender la concepción materialista de la historia. La lucha de clases se ha desarrollado a nivel nacional de manera abierta, pasando de las luchas concretas, de las luchas contra la contaminación, etc., a la lucha contra toda la derecha, y contra sus intelectuales a sueldo. 

La burguesía estará sorprendida de ver cómo el dinero que posee a raudales no ha podido comprar votos, sobre todo los votos de los explotados, de los que viven en pobreza, de los que habitan en el llamado corredor minero, a quienes se les había ofrecido entregar dinero en efectivo del canon minero. La burguesía, y sus intelectuales, debe estar pensando que su dinero es falso.

En las movilizaciones iniciales a favor de Keiko Fujimori y Fuerza Popular, hemos podido ver mujeres llorando por sus hijos y por sus hermanos, porque dicen que van a comer basura al igual que en Cuba y en Venezuela. Debemos concluir que la burguesía se ha hundido en la ignorancia. Los mejores colegios y universidades, que son los más caros, enseñan solo la forma de ganar dinero, es decir, son los mejores para formar burgueses explotadores, pero ignorantes. A eso se reduce la cultura burguesa.

Estas personas no se han enterado de los enormes logros en la educación y en la salud en Cuba; no se han enterado de la eliminación del analfabetismo en Cuba; de la construcción de viviendas para las clases populares en Venezuela. La formación de seres humanos solidarios no les cabe en la cabeza. Su individualismo exacerbado solo ve la ganancia, el dinero, la explotación de las clases trabajadoras, así como sus propios privilegios.

El terror que siente la derecha no se debe a la posibilidad de la violencia política, sino a la posibilidad de perder su condición de clase explotadora; de que su mundo, construido para extraer ganancias de la fuerza de trabajo, se desmorone.

El lenguaje político de la derecha ha mutado en la segunda vuelta. Por ejemplo, a los de izquierda se les llama caviares o comunistas. Los caviares son de izquierda, pero de cierto estatus social, y los comunistas son de izquierda, pero de las clases explotadas.

Ahora terroristas son todos los opositores a Fuerza Popular, y sobre todo a Keiko Fujimori. Parece que, para la derecha, la democracia burguesa se concentra, y por lo tanto está representada, en Fuerza Popular y en Keiko Fujimori.

Hasta en esto muestra pobreza el fujimorismo, que hace algunos años había perdido el trabajo de ser los representantes políticos de la burguesía, entre otras cosas por su mediocridad.

Hay quienes han cuestionado a los pobladores del corredor minero por haber votado masivamente por Pedro Castillo. La crítica es porque se les había ofrecido entregar el 40% del canon minero y no lo aceptaron. No entiende la burguesía el sentido de dicho rechazo porque para la burguesía su dios es el dinero. El pueblo sabe que el dinero burgués viene con explotación, con corrupción, con contaminación del medio ambiente, en fin, con todo el veneno de lo que es el capitalismo; pero, además, el pueblo no quiere regalos, quiere vivir de su esfuerzo, de su capacidad de trabajar y de contribuir con el conjunto de la sociedad. La burguesía, que vive de la explotación, que existe porque se apropia de la riqueza que ella misma no ha creado, por lo cual piensa que todos pueden vivir así, no está en capacidad de entender que se rechace el dinero. Su límite de clase la hace incapaz de comprender la racionalidad del pueblo trabajador.

La gente que marcha en favor de la señora Keiko, y que dice que defiende la democracia, nunca marchó a favor de los oprimidos y explotados; nunca defendió los intereses de los maestros; nunca apoyó a los comuneros que luchaban contra las mineras que contaminaban el agua y las tierras que son sus fuentes de vida; nunca se manifestaron contra la contaminación que provocaba la minería, con la consecuencia trágica de niños muertos, etc. Pero ahora hay que creerles cuando dicen que luchan por la democracia, por la democracia burguesa habría que precisar, para defender sus privilegios y los de sus amos a los que sirven.

La burguesía en su desesperación, al ver la posibilidad de perder sus privilegios, echa mano de todo lo que puede, de los métodos legales y de los ilegales, de los métodos pacíficos y violentos, de la mentira, del terror, instigando a la población contra las clases explotadas. Mientras tanto, las clases trabajadoras ven la oportunidad de alzarse con el poder, aunque por ahora solo se trata del gobierno del poder burgués.

Mientras la burguesía azuza a la violencia más o menos espontánea y desorganizada contra Pedro Castillo y los partidarios de Perú Libre, tras bambalinas va planificando la forma de arrebatarle el gobierno al pueblo.

       La forma que adquiera la defensa de la voluntad popular en esta segunda vuelta, será responsabilidad de la burguesía y de sus representantes, quienes han polarizado la lucha, haciendo comprender al pueblo lo que verdaderamente está en pugna: el poder, y por medio de él, la transformación de la lucha electoral por el gobierno del poder, en lucha por la transformación de la sociedad, por la eliminación de la explotación capitalista.


“Las grandes cosas no se alcanzan fácilmente, y el hombre debe tener siempre en cuenta el peligro que hay en juzgar fuerzas, movimientos, instituciones, y actos según nuestras pequeñas lealtades o comodidades, empleando frases morales sonoras y no en el sentido del más alto bien moral: la libertad. Este es el error de ciertos pensadores contemporáneos, como John Dewey y Aldous Huxley, que se oponen al único movimiento genuino que se orienta hacia el socialismo, basándose en que los medios determinan el fin y en que, desde el momento en que los medios no los satisfacen, siguen contentos con el mundo capitalista, es decir, con la pobreza, la desocupación de millones de hombres y las guerras de rapiña. Pero ellos ignoran que los medios para alcanzar el socialismo están determinados, mucho menos por la naturaleza del socialismo, que por la naturaleza del capitalismo. Y esto sucede igualmente con todo gran movimiento progresivo. No es lo nuevo, lo que ‘todavía no es’, lo que determina los medios a emplearse; en realidad, los determina lo viejo, lo que ya es. La necesidad de liberación de los esclavos no fue lo que determinó los medios que emplearon los abolicionistas para conseguirla; lo que los determinó fue la naturaleza del poder de los propietarios de esclavos, como Thoreau lo expresó, escribiendo que los partidarios de la esclavitud no tenían razón al decir que el remedio, en el caso de la liberación de los esclavos, sería peor que la enfermedad. Y agregó: ‘En todo caso, el gobierno tiene la culpa de que el remedio sea peor que la enfermedad. El gobierno es el que lo hace peor’. Así también la naturaleza del capitalismo -y no la naturaleza del socialismo- es lo que determina los medios necesarios que deben emplearse para alcanzar el Estado socialista.”(1)

Otra de las tácticas de la burguesía consiste en obligar a Pedro Castillo a hablar en el lenguaje burgués, a respetar la democracia burguesa, a reconocer los valores del individualismo, es decir, quieren en el gobierno a un títere de la burguesía, a un hijo del pueblo actuando como representante de los intereses de la burguesía.

El pedido de Pedro Castillo para que Julio Velarde siga a la cabeza del Banco Central de Reserva, puede tranquilizar a la burguesía, pero no deja de ser una mala señal para quienes quieren el cambio. La estabilidad monetaria va de la mano con la política fiscal y de la inversión pública. La propuesta de Perú Libre es clara a este respecto, buscando destinar mayores porcentajes del presupuesto para la salud y la educación, lo que va de la mano con el cambio de la Constitución que se propone. En este sentido, se perfila un gobierno popular, pero con técnicos burgueses. En otras palabras, el gobierno de Pedro Castillo se va configurando como un capitalismo popular y tal vez nacionalista.

Pensar que solo Julio Velarde puede llevar adelante la política monetaria, es adherir a una posición filosófica subjetivista, que hace recaer en determinado individuo las dotes intelectuales y volitivas para el buen manejo monetario. Es decir, se piensa en que en un individuo puede habitar, en su conciencia, la capacidad de comprender los intereses actualmente en pugna, y con esta lucidez conducir la política monetaria correctamente, es decir, poner la “moneda” al servicio del pueblo. Si esta visión es dominante en Pedro Castillo, entonces se entiende el retroceso que ha dado en el cuestionamiento de diversas instituciones burguesas. Y esto tiene que ver con la concepción de que el problema de la explotación y de la corrupción es un problema de determinados individuos explotadores y corruptos, en lugar de atribuir estos males a las leyes de desarrollo del sistema capitalista en su conjunto.

El pueblo no puede pasar sobre sí mismo. Su nivel de conciencia actual solo da para un gobierno que promueva un capitalismo popular y nacionalista. En este camino podría eventualmente lograrse la industrialización de nuestro país, y mejorar temporalmente las condiciones de vida del pueblo trabajador.

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(1) Selsam, Howard, Socialismo y ética. El significado de la libertad. Ediciones Siglo XX, Buenos Aires, 1946.

Internacionales

Cuba: Con Vacunas Propias*

Por | 01/07/2021 | Cuba

Fuentes: SEMlac

«Estoy feliz», dice a SEMlac la cubana María Caridad González, mientras sostiene el algodón sobre el pinchazo en su brazo. «Esta primera dosis de la vacuna es el primer paso para poder ir a ver a mis nietos, que hace más de un año y medio que no los visito por culpa de la covid», añade.

A sus 67 años y con una hipertensión que la obliga a ser muy cautelosa, esta vecina del municipio Cerro, en La Habana, confía en que Abdala, una de las formulaciones cubanas contra la enfermedad, será el camino que le permitirá llegar hasta Bayamo, a unos 740 kilómetros de la capital, donde están su hijo, los nietos y sus hermanos.

«La pandemia ha separado a las familias, a mí me tiene casi sin salir de mi casa, pero confío en los científicos nuestros, estoy segura de que gracias a ellos podremos ponerle freno a estas separaciones y, más importante todavía, parar la enfermedad y las muertes», afirma.

Como González, muchas personas en Cuba cifran sus esperanzas en los inmunógenos creados allí para contrarrestar la covid-19, cinco en total, de los cuales hasta el momento dos han logrado superar el requisito de 50 por ciento de eficacia establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para convertirse en vacuna, mientras los otros tres transitan por diferentes fases de ensayos clínicos.

Con una industria biofarmacéutica poderosa –capaz de producir ocho de las 13 vacunas que protegen a infantes en el país y generadora de fármacos novedosos-, la nación caribeña apostó a la creación de sus propios candidatos vacunales desde el inicio de la epidemia.

La ciencia cubana acumula más de 30 años en el diseño y producción de vacunas, entre ellas contra la meningitis tipo B, C y contra la Haemophilus influenzae tipo B, primera cuyo antígeno se logró por vía sintética. Cuba fue, igualmente, el primer país de América Latina en lograr una vacuna pentavalente.

Frente a la covid-19, era una cuestión de soberanía, han repetido dirigentes gubernamentales y personal científico. También una decisión que responde a la situación económica de la isla, con escasos recursos financieros para comprar las dosis que demanda su población de más de 11 millones de habitantes.

Así nació la línea Soberana, producida por el Instituto Finlay de Vacunas (IFV) e integrada por Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus; y surgieron también, elaboradas por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), Abdala y Mambisa, esta última de aplicación nasal.

Científicos cubanos optaron por una plataforma tecnológica conocida y segura: las denominadas vacunas de subunidades (emplean una parte del virus), sobre la cual tenían dominio científico y tecnológico, lo que les permitió avanzar con mayor rapidez y garantizar su escalado productivo.

En este caso, usaron como base el mismo antígeno del SARS-CoV-2, el dominio de unión al receptor de la proteína S (RBD por sus siglas en inglés), pero producido en sistemas diferentes: uno en células de mamíferos y otro en células de levaduras.

Así, en poco más de un año obtuvieron dos candidatos que ya concluyeron sus estudios clínicos de fase III, con eficacia para validarse como vacunas y solicitar la autorización de uso de emergencia a la autoridad reguladora nacional, el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed).

Las vacunas por dentro

El pasado 24 de junio, el CIGB presentó al Cecmed el expediente del candidato vacunal Abdala para solicitar su uso de emergencia. La formulación -diseñada a partir de la proteína RBD producida de manera recombinante en células de levadura Pichia pastoris, y con hidróxido de aluminio como adyuvante- alcanzó una eficacia de 92,28 por ciento, luego del estudio de fase III, donde participaron 48.000 personas.

La evaluación la hizo un comité independiente, formado por especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, el Centro de Inmunología Molecular y el Ministerio de Salud Pública, con capacidad técnica para analizar la información generada por estas investigaciones.

Esa misma institución consideró que el otro candidato vacunal, Soberana 02, obtuvo una eficacia del 62 por ciento, luego de aplicar dosis en un estudio con más de 44.000 personas. Aún faltan por conocer los resultados de ese esquema combinado con la Soberana Plus, pero se espera entre 85 y 95 por ciento, según Vicente Vérez Bencomo, director del IFV.

Los anuncios hechos hasta ahora son motivo de celebración. De acuerdo con expertos de la nación caribeña, los datos de sus formulaciones son muy reconfortantes y se originaron en un escenario de circulación de cepas mutantes, algunas de las cuales tienen una mayor transmisibilidad.

La estrategia cubana de desarrollar varios candidatos vacunales permite, además, varias alternativas terapéuticas. Tal es el caso de Soberana Plus, elaborada a partir de la proteína del RBD del SARS-CoV-2 y producida por biotecnología en células CHO, expresada en forma dimérica y absorbida en gel de hidróxido de aluminio; que puede utilizarse como dosis de refuerzo.

Este candidato vacunal transita actualmente por ensayos clínicos fase II en convalecientes de covid-19 y hasta el momento tiene un perfil de seguridad excelente, aseguran especialistas, sin eventos adversos graves, además de probarse que una sola dosis incrementa notablemente los títulos de anticuerpos neutralizantes del virus, aumentando la protección y disminuyendo el riesgo de reinfección.

La información revelada durante esos estudios, que incluyeron 450 pacientes que tuvieron la enfermedad, permitió también su consideración para una intervención sanitaria en el personal de salud convaleciente.

Según la doctora María Elena Soto, jefa del departamento de Atención Primaria de Salud del Ministerio de Salud Pública, la experiencia inició el 4 de junio en La Habana y luego se extendió a todo el país, para proteger a un grupo particularmente vulnerable. Alrededor de 10.000 deben ser inmunizados con este candidato en un esquema de dosis única en el sector de la salud, explicó.

El director del IFV espera que los resultados del fármaco permitan extenderlo pronto al resto de personas convalecientes, «pues en un escenario de circulación de cepas tan disímiles es importante que quienes han sufrido ya la enfermedad también estén protegidos, de manera tal que se reduzca el riesgo de reinfección», sostuvo ante la prensa.

Acerca de Soberana 01, Vérez Bencomo puntualizó que es muy buena estimulando el sistema inmune. Está basada en el antígeno RBD del virus, producido a partir de células de mamíferos, y contiene antígenos de membrana del meningococo serotipo B, más hidróxido de aluminio como adyuvante. La formulación utiliza proteínas de la membrana externa del meningococo para estimular la inmunidad innata como primera barrera o señal de alarma, y hasta el momento los resultados son alentadores.

Actualmente está en la fase final de la preparación del protocolo para el ensayo fase II/III, para el cual se planifica también un escalado hacia la población entre 60 y 80 años, y otro dirigido a la pediátrica.

En tanto, Mambisa, diseñada por especialistas del CIGB para la administración intranasal, emplea la misma proteína RBD, pero producida de manera recombinante en células de levadura Pichia pastoris, más el antígeno de la nucleocápsida de la hepatitis B.

Según la doctora Marta Ayala, directora del CIGB, está modulado para producir la inmunidad mucosal y la inmunidad sistémica, lo cual es muy valioso al ser esa vía la puerta de entrada del virus y, de igual modo, el canal para la transmisión.

Sus propiedades han llevado a que se considere dosis de refuerzo para convalecientes y vacunados, detalló la experta y agregó que en el ensayo clínico fase I/II con convalecientes también se están estudiando tres dispositivos para la administración intranasal, de conjunto con el Cecmed y el Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos.

La idea es definir cuál será más factible, pues el bloqueo económico de Estados Unidos a Cuba impide adquirir esos recursos, comentó.

Protección para los más vulnerables

Cuando Edgar Díaz y Mercedes Guilarte recibieron el aviso del médico de la familia para ir a vacunarse, su primer pensamiento fue para sus hijos. Padres de dos niños que apenas han salido de casa en medio de la pandemia, afirman a SEMlac que ahora están más tranquilos, pues la protección de los adultos es también la de los menores, mientras no haya una vacuna disponible para los más pequeños.

En Cuba, los menores de 20 años fueron alrededor del 18 por ciento de los 2.698 casos positivos diagnosticados el 26 de junio.

La cifra asciende por día. El Ministerio de Salud Pública reportó, durante la primera ola de la enfermedad, alrededor de 200 contagios en la población pediátrica; en la segunda ola subieron a 600 y, actualmente, superan los 40.000 desde el inicio de la epidemia.

El pasado 16 de junio, la nación caribeña inició el ensayo fase I/II con dos dosis de Soberana 02 y una de Soberana Plus en niños y adolescentes.

Soberana-pediatría, como se le ha denominado, incluirá 350 sujetos entre 3 y 18 años, sanos, con voluntariedad expresada mediante consentimiento informado, refirió la doctora Meiby de la Caridad Rodríguez, directora de investigaciones clínicas del IFV, al comentar las características del estudio.

Mientras, el CIGB espera por el permiso de la autoridad reguladora nacional para comenzar el ensayo clínico Ismaelillo, que permitirá evaluar la seguridad e inmunogenicidad de Abdala en niños y adolescentes.

Otro grupo vulnerable, los adultos mayores, han sido priorizados hasta el momento en las intervenciones sanitarias que se desarrollan en localidades y poblaciones de riesgo, como las que se llevan a cabo actualmente en La Habana y tres municipios de la aledaña provincia de Matanzas.

Hasta el 25 de junio, dos millones 634.418 personas habían recibido al menos una dosis de alguno de los candidatos vacunales cubanos, lo que equivale a más del 24 por ciento de la población cubana.

Esperanza en medio de la pandemia

Estas noticias y el programa de vacunación que avanza representan para Marianela Méndez, residente en Holguín, a unos 740 kilómetros de la capital, la esperanza de que ella y su familia pronto podrán acceder a la vacuna.

La joven maestra observa con preocupación el incremento de los enfermos de covid-19 en los últimos días, que alcanzaron la cifra más alta de diagnosticados el pasado 26 de junio, con 2.698 y un total de 12.185 casos activos.

De acuerdo con el programa de inmunización masiva de las autoridades de salud, debe vacunarse 70 por ciento de la población en el mes de agosto y la totalidad de habitantes antes de que concluya el año.

Mientras llega ese momento, personas como María Caridad González comienzan a hacer planes para cuando sea posible viajar a otras provincias. «Quiero poder celebrar el fin de año con mi familia reunida», confiesa. «Yo confío en la vacuna que me acaban de poner, falta que la gente ponga de su parte».

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(*) Tomado de Rebelión: https://rebelion.org/cuba-con-vacunas-propias/

 

Filosofía

El Carácter Critico Revolucionario y el Espíritu de Partido del Método Marxista*

M. Rosental

EL CAPITAL TRADUCE en forma enérgica y brillante una particularidad esencial del método y de la teoría marxistas del conocimiento: el espíritu crítico revolucionario y el espíritu de partido propios de la filosofía marxista en su conjunto y de su método en particular. El Capital es un modelo clásico de armonía entre el análisis objetivo -en el mejor sentido, en el sentido científico del término- de los hechos y la pasión revolucionaria, la defensa consecuente de los intereses de la clase más avanzada de la sociedad capitalista: el proletariado. Marx dedicó casi toda su vida a la redacción de este libro. Ello se explica, no sólo por la complejidad y la dificultad de la obra emprendida, sino también por el hecho de que Marx entendió a la perfección la importancia de su obra para la liberación del proletariado de la esclavitud capitalista. Sabía que su libro sería, como él mismo lo decía, "como un terrible proyectil lanzado a la cabeza de la burguesía".

En este gran objetivo, cuya búsqueda animó a Marx y cuyo espíritu impregna la obra de la primera a la última página, reside la fuerza explosiva de El Capital. Marx habló de ella en términos emocionantes, en una carta dirigida el 30 de abril de 1867 a S. Meyer, cuando el libro I estaba en prensa:

“¿Que por qué nunca le contesté? Porque estuve ron­ dando constantemente al borde de la tumba. Por eso tenía que emplear todo momento en que era capaz de trabajar para poder terminar el trabajo al cual he sacrificado mi salud, mi felicidad en la vida y mi familia. Espero que esta explicación no requiera más detalles. Me río de los llamados hombres 'prácticos' y de su sabiduría. Si uno resolviera ser un buey podría, desde luego, dar la espalda a las agonías de la humanidad y mirar por su propio pellejo, Pero yo me habría considerado realmente impráctico si no hubiera terminado por completo mi libro, por lo menos en borrador."1

Los "sufrimientos de la humanidad" son los sufrimientos de todas las masas laboriosas a las que el capital introduce en su "mortero"-, en el cual las muele implacablemente para enriquecer a un puñado de explotadores. El Capital nos proporciona una notable muestra de ese materialismo marxista de partido de que hablaba Lenin en su obra El contenido económico del populismo y la crítica que de él hace Struve en su libro. Por un parte, hacía notar Lenin, el marxista aplica el punto de vista del análisis objetivo de los fenómenos en forma más profunda y sistemática que los "objetivistas" tan elogiados, que se jactan de ser "sin partido" y convierten el estudio objetivo y científico de los hechos en la apología del régimen burgués. En su obra, Marx no se aparta ni un solo instante de los hechos, ni introduce en sus investigaciones nada que se aleje, aunque sólo sea un poco, del estado de cosas objetivo. Por otra parte, el materialismo incluye el espíritu de partido al obligar a arrojar luz, más allá de los hechos y de las tendencias objetivas determinadas, sobre las posiciones diferentes de las clases y sobre la lucha que opone a dichas clases entre sí. Cada vez que se trata de apreciar los acontecimientos, el materialismo, decía Lenin, obliga a adoptar, en forma directa y abierta, el punto de vista de una clase socia1 determinada. Este aspecto del método marxista de investigación aparece con claridad, en forma abierta, en El Capital.

Marx no disimula sus simpatías y sus antipatías de clase.  El punto de vista del proletariado, cuyos intereses defiende en su obra, el punto de vista del espíritu de partido proletario, le han permitido llevar hasta el final su análisis científico objetivo y llegar a un juicio que condena a muerte al régimen burgués de explotación y de opresión.

El Capital es testimonio elocuente de la fusión armónica, en el marxismo, del análisis objetivo de la realidad y de la defensa de intereses de clases determinadas. Marx subrayó en múltiples ocasiones que incluso los mejores representantes de la economía política burguesa no lograron reconstituir la ver­ dadera esencia de los procesos objetivos. Por lo demás no habrían podido hacerlo sin "abandonar su piel burguesa".

El carácter crítico revolucionario, el espíritu de partido del método marxista, se manifiestan en forma sumamente variada. Lo decisivo en este sentido es la aptitud de dicho método para ofrecer un análisis crítico de los procesos reales, que arranca implacablemente las apariencias superficiales engañosas que en­ cubren los fenómenos de la vida y desnuda a ésta hasta en sus fundamentos más secretos. La esencia íntima de este método reside en el respeto a la verdad de la vida, en el estudio verídico de los fenómenos.

Con audacia y severidad revolucionarias, Marx arranca todas las máscaras con que el capital encubre su naturaleza rapaz. Al analizar el proceso de transformación del dinero en capital, muestra que el preludio de este proceso adquiere un carácter en apariencia idílico. El propietario de los medios de producción encuentra en el mercado una mano de obra libre; la mano de obra libre encuentra en el mercado un empleador.  Firman entre ambos un contrato "legal" conforme a todas las reglas del intercambio de equivalentes. ¡Ninguna violencia, ninguna violación de los derechos del hombre! Una parte actúa con absoluto respeto de su libre albedrío, al vender su "mercancía": la fuerza de trabajo. La otra parte observa las reglas de humanidad al pagar en su valor la mercancía que ha comprado. Pero qué sarcasmo y qué ironía en las célebres líneas de El Capital que describen este idilio burgués, con el cual se enternecen los apologistas del capitalismo: "La órbita de circulación o del cambio de mercancías, dentro de cuyas fronteras se desarrolla la compra y la venta de la fuerza de trabajo, era, en realidad, el verdadero paraíso de los derechos del hombre. Dentro de estos linderos sólo reinan la libertad, la igualdad, la propiedad y Bentham2. La libertad, pues el comprador y el vendedor de una mercancía, por ejemplo, de la fuerza de trabajo, no obedecen a más ley que la de su libre voluntad. Contratan como hombres libres e iguales ante la ley. El contrato es el resultado final en que sus voluntades cobran una expresión jurídica común. La igualdad, pues compradores y vendedores sólo contratan como poseedores de mercancías, cambiando equivalente por equivalente. La propiedad, pues cada cual dispone, y puede disponer de lo que es suyo. Y Bentham, pues cuantos intervienen en estos actos sólo se mueven por su interés. La única fuerza que los une y los pone en relación es la fuerza de su egoísmo, de su provecho personal, de su interés privado. Precisamente por eso, porque cada cual cuida solamente de sí y ninguno cuida de los demás, contribuyen todos ellos, gracias a una armonía preestablecida de las cosas o bajo los auspicios de una providencia omniastuta, a realizar la obra de su provecho mutuo, de su conveniencia colectiva, de su interés social."3

Por medio de su método crítico de análisis de la realidad, Marx destruye de arriba abajo ese "edén" burgués. Muestra que a partir de sus primeros pasos, a partir del período de la acumulación primitiva, el capital exuda sangre y barro por todos sus poros, de la cabeza a los pies. La "libertad" en palabras, proclamada por los ideólogos burgueses, es la libertad de saquear y de hacer sufrir a los proletarios. Su "igualdad" es el derecho de los proletarios de venderse como esclavos al capitalismo, porque los obreros no tienen ni pueden tener otro medio de existencia en el régimen capitalista. Marx encuentra elocuentes y precisas palabras para caracterizar la verdadera naturaleza del capital. Lo compara a un vampiro.  Sólo atiborrándose del trabajo vivo de los obreros, de su sudor y de su sangre, adquiere vida el capital, y vive tanto más intensamente cuanto más trabajo vivo absorbe. Marx muestra que el capital derrocha más fuerza humana viva que cualquier otro modo de producción, que   no sólo derrocha el cuerpo y la sangre, sino también los nervios y el   cerebro. El proletario es en rigor el esclavo del capital, porque incluso aunque el obrero no trabaje, aunque consuma medios de existencia, conserva y reproduce su fuerza de trabajo para el capitalista. La situación de los esclavos del capital difiere de la de los esclavos de la antigüedad en el sentido de que, en el mundo antiguo, la esclavitud era practicada en forma abierta y tenía por fundamento el derecho jurídico de propiedad del amo sobre el esclavo, en tanto que en el régimen capitalista reina una esclavitud refinada, disimulada por la "libertad" formal, una esclavitud   que   surge de una situación de hecho. "El esclavo romano se hallaba sujeto con cadenas a su señor; el obrero asalariado se halla sometido a su propietario por medio de hilos invisibles."4

Un profundo dolor, suscitado por los tormentos y los sufrimientos de los obreros, impregna los capítulos de El Capital dedicados a describir la situación de los proletarios, cruelmente explotados por los capitalistas que no retroceden ante delito alguno siempre que ello les granjee nuevos beneficios. Pero no se trata del dolor de un contemplador pasivo de los sufrimientos ajenos. Marx forma la conciencia de los obreros; les abre los ojos, les ayuda a adquirir conciencia de su situación de clase y les muestra su misión histórica. Imparcial y objetivo en el más alto grado, gracias a su método científico de análisis, El Capital es al mismo tiempo un verdadero   himno a la lucha del proletariado por su liberación, un llamado al combate para la destrucción del capitalismo y para la creación de un régimen nuevo, el régimen socialista. Con total confianza en las fuerzas de la clase obrera, Marx describe la resistencia opuesta por los trabajadores a los explotadores, la lucha de clase de los proletarios contra la clase de los capitalistas; muestra cómo esa lucha, que culminará inevitablemente en la revolución social, en la expropiación de los expropiadores, adquiere un carácter cada vez más consciente. Por otra parte, Marx fustiga todas las manifestaciones de pasividad y de docilidad ofrecidas por ciertos grupos de obreros.

El carácter crítico y revolucionario del método marxista en El Capital se expresa también en el hecho de que, de la primera a la última línea de su obra, Marx sostiene una lucha encarnizada contra los economistas burgueses que pintan al capitalismo con tonos rosados e idílicos. El Capital tiene como subtítulo el de Crítica de la economía política. El Capital es, en efecto, una crítica coherente e implacable de la economía política burguesa a partir de las posiciones de la economía política proletaria. También en este sentido, El Capital es un ejemplo de hostilidad irreconciliable en relación con las teorías y las concepciones anticientíficas de la ideología burguesa.

Marx critica tanto a los representantes clásicos de la economía política burguesa como a los economistas vulgares. Estos son especialmente atacados, porque los primeros, como ya lo hemos visto, se esforzaron, a pesar de todo, por estudiar en forma crítica las relaciones existentes, en tanto que los segundos estaban animados, no sólo por la ignorancia y la suficiencia, sino también por " ... su miedo apologético a analizar concienzudamente el valor y la plusvalía y a atentar acaso contra las ordenanzas policíacas "5

La obsequiosidad para con los burgueses, el deseo de complacerlos y justificar así los honorarios que reciben a título de recompensa por haber sustituido deliberadamente la ciencia por la apología del régimen burgués, he aquí lo que Marx odia mortalmente en los economistas vulgares. "El aparente buen deseo de ver en el mundo burgués el mejor de todos los mundos posibles sustituye en la economía vulgar toda necesidad de amor hacia la verdad y de impulso científico de investigación.''6 Marx decía de esta economía política que era la tumba de la ciencia.

Marx no se plantea ni soluciona problema alguno en El Capital sin oponer su punto de vista a la opinión de los economistas burgueses, sin estigmatizar la naturaleza de clase burguesa de estas opiniones. Ya sea que estudie el problema fundamental de la economía política del capitalismo, la plusvalía, u otros problemas más particulares, siempre arroja luz sobre el temor que tienen los economistas burgueses de ir demasiado lejos por el camino del estudio científico. No es extraño que, animado de esta colosal fuerza crítica, El Capital haya anunciado, con su aparición, la muerte de la economía política de la burguesía.

Se entiende que los "sacerdotes de la burguesía", según la expresión de Marx, así como sus amigos del campo de los reformistas, hayan hecho todo lo posible (y sigan haciéndolo) para quebrar esta punta crítica revolucionaria del marxismo y de su método, para eliminar su espíritu revolucionario. Pero sus esfuerzos son inútiles. Como lo ha demostrado toda la experiencia del desarrollo histórico, desde la aparición del marxismo, las ideas del comunismo científico penetran cada vez más en la vida. Han tomado cuerpo en la lucha titánica de los obreros y de las masas trabajadoras de Rusia contra el capitalismo, en la victoria en la URSS del régimen nuevo, socialista. Actualmente encuentran una aplicación práctica y viva en la edificación del socialismo por los países de democracia popular, en la victoria de la gran revolución china, en el poderoso movimiento del proletariado y las masas trabajadoras de los países capitalistas por la paz, la democracia y el socialismo.

Menos de diez años nos separan aún del centenario de la aparición del primer libro de El Capital. Las ideas desarrolladas en esta obra y enriquecidas por Lenin, el gran continuador de la obra de Marx, y por sus discípulos y compañeros de armas, se refuerzan y se difunden cada vez más.  El Capital fue y sigue siendo el tesoro inapreciable de las ideas del socialismo científico. Es, al mismo tiempo, el riquísimo tesoro del método del marxismo, de la dialéctica materialista marxista.

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(*) M. Rosental, Problemas de la dialéctica en “El Capital” de Marx. Conclusión. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1961.

(1) C. Marx y F. Engels, Correspondencia, pág. 151, Ed. cit.

(2) Bentham: jurista y moralista inglés que llevaba a las nubes la "libertad" del individuo bajo el régimen capitalista, v consideraba que el principio del interés personal y la utilidad constituye la base de las relaciones entre los hombres.

(3) C. Marx, El Capital, t. I, pág. 143, Ed. cit.

(4) C. Marx, EZ Capital, t. I, pág. 463, Ed. cit.

(5) C. Marx, El Capital, t. I, pág. 177 (nota), Ed. citada.

(6) C. Marx, El Capital, t. III, pág. 713 (nota), Ed. citada.

CREACIÓN HEROICA