Capitalismo
Popular y Nacionalista Como Desenlace de la Lucha Electoral
César
Risso
LA BURGUESÍA VOCIFERA ¡No hay lucha de clases! Pero resulta que, en este proceso electoral, la segunda vuelta ha sido la mejor escuela en los últimos años para comprender la concepción materialista de la historia. La lucha de clases se ha desarrollado a nivel nacional de manera abierta, pasando de las luchas concretas, de las luchas contra la contaminación, etc., a la lucha contra toda la derecha, y contra sus intelectuales a sueldo.
La
burguesía estará sorprendida de ver cómo el dinero que posee a raudales no ha
podido comprar votos, sobre todo los votos de los explotados, de los que viven
en pobreza, de los que habitan en el llamado corredor minero, a quienes se les
había ofrecido entregar dinero en efectivo del canon minero. La burguesía, y
sus intelectuales, debe estar pensando que su dinero es falso.
En
las movilizaciones iniciales a favor de Keiko Fujimori y Fuerza Popular, hemos
podido ver mujeres llorando por sus hijos y por sus hermanos, porque dicen que
van a comer basura al igual que en Cuba y en Venezuela. Debemos concluir que la
burguesía se ha hundido en la ignorancia. Los mejores colegios y universidades,
que son los más caros, enseñan solo la forma de ganar dinero, es decir, son los
mejores para formar burgueses explotadores, pero ignorantes. A eso se reduce la
cultura burguesa.
Estas
personas no se han enterado de los enormes logros en la educación y en la salud
en Cuba; no se han enterado de la eliminación del analfabetismo en Cuba; de la
construcción de viviendas para las clases populares en Venezuela. La formación
de seres humanos solidarios no les cabe en la cabeza. Su individualismo
exacerbado solo ve la ganancia, el dinero, la explotación de las clases trabajadoras,
así como sus propios privilegios.
El
terror que siente la derecha no se debe a la posibilidad de la violencia
política, sino a la posibilidad de perder su condición de clase explotadora; de
que su mundo, construido para extraer ganancias de la fuerza de trabajo, se
desmorone.
El
lenguaje político de la derecha ha mutado en la segunda vuelta. Por ejemplo, a
los de izquierda se les llama caviares o comunistas. Los caviares son de
izquierda, pero de cierto estatus social, y los comunistas son de izquierda,
pero de las clases explotadas.
Ahora
terroristas son todos los opositores a Fuerza Popular, y sobre todo a Keiko
Fujimori. Parece que, para la derecha, la democracia burguesa se concentra, y
por lo tanto está representada, en Fuerza Popular y en Keiko Fujimori.
Hasta
en esto muestra pobreza el fujimorismo, que hace algunos años había perdido el
trabajo de ser los representantes políticos de la burguesía, entre otras cosas
por su mediocridad.
Hay
quienes han cuestionado a los pobladores del corredor minero por haber votado
masivamente por Pedro Castillo. La crítica es porque se les había ofrecido
entregar el 40% del canon minero y no lo aceptaron. No entiende la burguesía el
sentido de dicho rechazo porque para la burguesía su dios es el dinero. El
pueblo sabe que el dinero burgués viene con explotación, con corrupción, con
contaminación del medio ambiente, en fin, con todo el veneno de lo que es el
capitalismo; pero, además, el pueblo no quiere regalos, quiere vivir de su
esfuerzo, de su capacidad de trabajar y de contribuir con el conjunto de la
sociedad. La burguesía, que vive de la explotación, que existe porque se
apropia de la riqueza que ella misma no ha creado, por lo cual piensa que todos
pueden vivir así, no está en capacidad de entender que se rechace el dinero. Su
límite de clase la hace incapaz de comprender la racionalidad del pueblo
trabajador.
La
gente que marcha en favor de la señora Keiko, y que dice que defiende la democracia,
nunca marchó a favor de los oprimidos y explotados; nunca defendió los
intereses de los maestros; nunca apoyó a los comuneros que luchaban contra las
mineras que contaminaban el agua y las tierras que son sus fuentes de vida;
nunca se manifestaron contra la contaminación que provocaba la minería, con la
consecuencia trágica de niños muertos, etc. Pero ahora hay que creerles cuando
dicen que luchan por la democracia, por la democracia burguesa habría que
precisar, para defender sus privilegios y los de sus amos a los que sirven.
La
burguesía en su desesperación, al ver la posibilidad de perder sus privilegios,
echa mano de todo lo que puede, de los métodos legales y de los ilegales, de
los métodos pacíficos y violentos, de la mentira, del terror, instigando a la
población contra las clases explotadas. Mientras tanto, las clases trabajadoras
ven la oportunidad de alzarse con el poder, aunque por ahora solo se trata del
gobierno del poder burgués.
Mientras
la burguesía azuza a la violencia más o menos espontánea y desorganizada contra
Pedro Castillo y los partidarios de Perú Libre, tras bambalinas va planificando
la forma de arrebatarle el gobierno al pueblo.
La forma que adquiera la defensa de la voluntad popular en esta segunda vuelta, será responsabilidad de la burguesía y de sus representantes, quienes han polarizado la lucha, haciendo comprender al pueblo lo que verdaderamente está en pugna: el poder, y por medio de él, la transformación de la lucha electoral por el gobierno del poder, en lucha por la transformación de la sociedad, por la eliminación de la explotación capitalista.
“Las grandes cosas no se alcanzan fácilmente, y el hombre debe tener siempre en cuenta el peligro que hay en juzgar fuerzas, movimientos, instituciones, y actos según nuestras pequeñas lealtades o comodidades, empleando frases morales sonoras y no en el sentido del más alto bien moral: la libertad. Este es el error de ciertos pensadores contemporáneos, como John Dewey y Aldous Huxley, que se oponen al único movimiento genuino que se orienta hacia el socialismo, basándose en que los medios determinan el fin y en que, desde el momento en que los medios no los satisfacen, siguen contentos con el mundo capitalista, es decir, con la pobreza, la desocupación de millones de hombres y las guerras de rapiña. Pero ellos ignoran que los medios para alcanzar el socialismo están determinados, mucho menos por la naturaleza del socialismo, que por la naturaleza del capitalismo. Y esto sucede igualmente con todo gran movimiento progresivo. No es lo nuevo, lo que ‘todavía no es’, lo que determina los medios a emplearse; en realidad, los determina lo viejo, lo que ya es. La necesidad de liberación de los esclavos no fue lo que determinó los medios que emplearon los abolicionistas para conseguirla; lo que los determinó fue la naturaleza del poder de los propietarios de esclavos, como Thoreau lo expresó, escribiendo que los partidarios de la esclavitud no tenían razón al decir que el remedio, en el caso de la liberación de los esclavos, sería peor que la enfermedad. Y agregó: ‘En todo caso, el gobierno tiene la culpa de que el remedio sea peor que la enfermedad. El gobierno es el que lo hace peor’. Así también la naturaleza del capitalismo -y no la naturaleza del socialismo- es lo que determina los medios necesarios que deben emplearse para alcanzar el Estado socialista.”(1)
Otra de las tácticas de la burguesía consiste en obligar a Pedro Castillo a hablar en el lenguaje burgués, a respetar la democracia burguesa, a reconocer los valores del individualismo, es decir, quieren en el gobierno a un títere de la burguesía, a un hijo del pueblo actuando como representante de los intereses de la burguesía.
El
pedido de Pedro Castillo para que Julio Velarde siga a la cabeza del Banco
Central de Reserva, puede tranquilizar a la burguesía, pero no deja de ser una
mala señal para quienes quieren el cambio. La estabilidad monetaria va de la
mano con la política fiscal y de la inversión pública. La propuesta de Perú
Libre es clara a este respecto, buscando destinar mayores porcentajes del
presupuesto para la salud y la educación, lo que va de la mano con el cambio de
la Constitución que se propone. En este sentido, se perfila un gobierno popular,
pero con técnicos burgueses. En otras palabras, el gobierno de Pedro Castillo
se va configurando como un capitalismo popular y tal vez nacionalista.
Pensar que solo Julio Velarde puede llevar adelante la política monetaria, es adherir a una posición filosófica subjetivista, que hace recaer en determinado individuo las dotes intelectuales y volitivas para el buen manejo monetario. Es decir, se piensa en que en un individuo puede habitar, en su conciencia, la capacidad de comprender los intereses actualmente en pugna, y con esta lucidez conducir la política monetaria correctamente, es decir, poner la “moneda” al servicio del pueblo. Si esta visión es dominante en Pedro Castillo, entonces se entiende el retroceso que ha dado en el cuestionamiento de diversas instituciones burguesas. Y esto tiene que ver con la concepción de que el problema de la explotación y de la corrupción es un problema de determinados individuos explotadores y corruptos, en lugar de atribuir estos males a las leyes de desarrollo del sistema capitalista en su conjunto.
El pueblo no puede pasar sobre sí mismo. Su nivel de conciencia actual solo da para un gobierno que promueva un capitalismo popular y nacionalista. En este camino podría eventualmente lograrse la industrialización de nuestro país, y mejorar temporalmente las condiciones de vida del pueblo trabajador.
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(1)
Selsam, Howard, Socialismo y ética. El significado de la libertad.
Ediciones Siglo XX, Buenos Aires, 1946.
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