lunes, 1 de mayo de 2017

Primero de Mayo

Nota:

Publicamos a continuación tres textos sobre el Día Internacional de los Trabajadores: uno de Manuel Gonzáles Prada y dos de José Carlos Mariátegui. De esta forma se puede constatar dos cosas: por un lado, que el marxismo de Mariátegui empalmó con la tradición de la política de la clase obrera peruana, y, por otro, que, precisamente sobre esta base, superó las limitaciones del socialismo reformista en sus distintas variantes.

Gonzales Prada escribió una conferencia y cinco artículos en conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores: Conmemorando el 1º de Mayo fiesta universal (1905); El intelectual y el obrero (conferencia dictada el 1º de mayo de 1905 en la Federación de Obreros Panaderos); El Primero de Mayo (1906); Primero de Mayo (1907); Primero de Mayo (1908); Primero de mayo (1908); Primero de Mayo (1909).

La conferencia El intelectual y el obrero forma parte del libro Horas de lucha (1908), mientras los artículos fueron publicados en la revista Los Parias, y más tarde incorporados al libro Anarquía.

José Carlos Mariátegui escribió dos artículos sobre el tema: El 1º de mayo y el frente único (1924) y Admonición del 1º de mayo (1929). El primero fue publicado en El Obrero Textil, Nº 59, y el segundo en Labor, Nº 8. Ambos aparecen actualmente formando parte del libro Ideología y Política.

Mientras Mariátegui era explícito en cuanto al frente unido de la clase (“El 1º de Mayo es, en todo el mundo, un día de unidad del proletariado revolucionario, una fecha que reúne en un inmenso frente único internacional a todos los trabajadores organizados”), y absolutamente claro en cuanto a su objetivo (“Para nuestra Vanguardia obrera, cada 1º de Mayo representaría muy poco si no señalara una etapa en su propia lucha por el socialismo”); el discurso de Gonzales Prada peca por momentos de retórica y es indefinido en cuanto al objetivo de la lucha proletaria, aunque, en honor a la verdad, hay que recordar que, en el artículo Conmemorando el 1º de mayo fiesta universal, no se presentó tan indefinido: “Lejos del socialismo depresor que, sea cual fuere su forma, es una manera de esclavitud o un remedo de la vida monacal; lejos también del individualista egoísta que profesa el ¡Dejar hacer, dejar pasar, y el cada uno para sí, cada uno en su casa”, divisamos una cumbre lejana donde leemos esta única palabra: ANARQUÍA”.

Entonces el anarquismo se consideraba una tendencia del socialismo, y por esto el propio Gonzáles Prada sostenía que “no hay socialismo sino muchos socialismos” (Conmemorando el 1º de mayo…).

Por eso, mientras en la tesis Antecedentes y Desarrollo de la Acción Clasista, José Carlos Mariátegui señaló que “Las primeras manifestaciones de propaganda ideológica revolucionaria son en el Perú, la que suscita, a principios del siglo actual, en pensamiento radical de Gonzales Prada”; en 7 Ensayos precisó que “De su tiempo fue el materialismo histórico. Sin embargo, el pensamiento de Gonzáles Prada, que no impuso nunca límites a su audacia ni a su libertad, dejó a otros la empresa de crear el socialismo peruano”.

La benemerencia de algunas tendencias del socialismo reformista peruano es cosa reconocida en la literatura mariateguiana –y en la nuestra, dicho sea de paso–, pero esto no obsta para reconocer al mismo tiempo que, por sus consustanciales limitaciones, tales tendencias dejaron a otros –a Mariátegui y su grupo– la empresa de crear el Socialismo Peruano.

Así, pues, Mariátegui y su grupo crearon los Fundamentos del Socialismo Peruano con su interpretación marxista de nuestra realidad concreta y la fundación del PSP y de la CGTP.

Entre el artículo de Gonzales Prada El primero de mayo, que publicamos aquí, y el artículo El 1º de mayo y el frente único de Mariátegui, mediaron quince años: período de decantación ideológica, de clarificación, de deslindes y alineamientos. Este proceso tuvo seis hitos: la pérdida de la hegemonía del anarquismo sindical en el movimiento obrero; la publicación de la revista Nuestra Época; la aparición del periódico La Razón; el comienzo, en 1923, de la interpretación marxista de nuestra realidad realizada por Mariátegui; la fundación del PSP en octubre de 1928; y la fundación de la CGTP en mayo de 1929.

De la afirmación mariateguiana sobre Gonzales Prada en 7 Ensayos, citada arriba, se desprende limpiamente que cuando el maestro habla de socialismo peruano, no está hablando del variopinto socialismo en general, sino del socialismo marxista en particular.

Esto da al traste con la oportunista pretensión de amalgamar tras el término socialismo peruano tanto al socialismo reformista de todo pelo con el socialismo marxista: marxista-leninista, para mayor precisión (ver el numeral 4 del Programa del Partido, en Ideología y Política, p.160).  
   
El frente unido del proletariado, peruano e internacional, es una necesidad absoluta. Pero esta unidad debe servir a la lucha por el socialismo. Esta era la convicción de José Carlos Mariátegui, y es también la nuestra.

Por eso nuestra celebración del 1º de Mayo no tiene un sentido de mera recordación de los mártires de Chicago, sino un sentido revolucionario. Esto explica el deslinde que contiene la presente nota.

Que el lector medite sobre los conceptos mariateguianos acerca del frente unido de los trabajadores y a propósito de su llamado a la lucha por el socialismo.

Adicionalmente, publicamos un artículo de Eduardo Ibarra y otro de César Risso.

Comité de Redacción.



Primero de Mayo


Manuel González Prada.


SI LOS PROLETARIOS DE AMERICA y Europa se congregaran hoy para únicamente celebrar la fiesta del trabajo, merecerían ser llamados ingenuos, infelices y hasta inconscientes, pues no harían más que sancionar su miseria y su esclavitud. Examinando bien los hechos, sin dejarnos alucinar por la fraseología de sociólogos oficiales y oficiosos, ¿qué diferencia hay entre el esclavo antiguo (que era la propiedad o la cosa del amo) y el trabajador moderno que sigue siendo el autómata o la máquina del patrón? Vemos una sola diferencia: en la Antigüedad el vencedor esclavizaba al vencido, francamente, proclamando el derecho de la fuerza, sosteniendo que unos habían nacido para mandar y otros para obedecer, mientras en las sociedades modernas el letrado y el capitalista explotan al ignorante y al obrero, hipócritamente, predicando la evangélica máxima del amor al prójimo, hablando de libertad, igualdad y fraternidad.

El trabajo, tal como se halla organizado y tal como desearían conservarle los capitalistas, se reduce a la explotación de muchos por unos pocos, al sometimiento servil de la gran masa bajo la voluntad omnipotente de algunos privilegiados, a la eternización de un verdadero régimen de castas en que los de arriba gozan de luz y bienestar mientras los de abajo vegetan en la ignorancia y las privaciones. Ese trabajo manual (tan encarecido por los traficantes y los ociosos) no siempre dignifica y engrandece. Trabajar para recoger todo el fruto de su labor o hacerlo voluntariamente para transformar el Globo en una morada cómoda y salubre, concediéndose las horas necesarias al solaz, a la instrucción y al sueño, es digno del hombre; pero bregar y esquilmarse para que otros reporten los beneficios o hacerlo obligadamente para sólo dulcificar la vida de los amos, negándose el descanso indispensable, comiendo mal, durmiendo poco, vistiéndose de guiñapos y no conociendo más placeres que el trago de aguardiente y la procreación, es indigno del hombre.

No faltan desgraciados que merced a ese régimen degeneran al punto de transformarse en animales de tracción y de carga, con la circunstancia de tener menos descanso y menos pitanza que el asno y la mula. Pero (qué mula ni qué asno! Hombres hay convertidos en algo inferior a las acémilas, en verdaderos aparatos que sólo realizan actos puramente mecánicos. Han perdido todo lo humano y, primero que nada, el instinto de la rebelión. No les hablemos de reclamar sus derechos, de pedir lo suyo, de adquirir la dignidad de hombres: no entenderán nuestras palabras y se volverán contra nosotros para defender a su verdugo y a su Dios –el capitalista.

Felizmente la luz va penetrando en el cerebro de los proletarios y muchos comprenden ya que el 1 de mayo, para no ser una fiesta ridícula o pueril, debe significar algo más que la glorificación del trabajo. Se congregan hoy para recordar a los buenos luchadores que señalaron el camino y para reconocerse, estrechar las filas, cambiar ideas y acelerar el advenimiento del gran día rojo. Y decimos rojo, pues no incurriremos en la ingenuidad o simpleza de imaginarnos que la Humanidad ha de redimirse por un acuerdo amigable entre los ricos y los pobres, entre el patrón y el obrero, entre la soga del verdugo y el cuello del ahorcado. Toda iniquidad se funda en la fuerza, y todo derecho ha sido reivindicado con el palo, el hierro o el plomo. Lo demás es teoría, simple teoría.



El Frente Único y el Primero de Mayo


José Carlos Mariátegui


EL 1° DE MAYO ES, EN TODO EL MUNDO, un día de unidad del proletariado revolucionario, una fecha que reúne en un inmenso frente único internacional a todos los trabajadores organizados. En esta fecha resuenan, unánimemente obedecidas y acatadas, las palabras de Carlos Marx: "Proletarios de todos los países, uníos". En esta fecha caen espontáneamente todas las barreras que diferencian y separan en varios grupos y varias escuelas a la vanguardia proletaria.

El 1° de Mayo no pertenece a una Internacional: es la fecha de todas las Internacionales. Socialistas, comunistas y libertarios de todos los matices se confunden y se mezclan hoy en un solo ejército que marcha hacia la lucha final.

Esta fecha, en suma, es una afirmación y una instalación de que el frente único proletario es posible y es practicable y de que a su realización no se opone ningún interés, ninguna exigencia del presente.

A muchas meditaciones invita esta fecha internacional. Pero para los trabajadores peruanos la más actual, la más oportuna es la que concierne a la necesidad y a la posibilidad del frente único. Últimamente se han producido algunos intentos seccionistas. Y urge entenderse, un concretarse para impedir que estos intentos prosperen, evitando que socaven y que minen la naciente vanguardia proletaria del Perú.

Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de historia de la crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije entonces desde la tribuna de la Universidad Popular: "Somos todavía pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos."

Posteriormente he repetido estas o análoga palabras. Y no me cansaré de reiterarlas. El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que llegue la hora, inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar mucha obra común, mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios. Todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas. Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las falsas "instituciones representativas". Todos tenemos el deber de luchar contra los ataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemos el deber de defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria. Todos tenemos el deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena. En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea nuestra meta última.

El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia, la variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente en ex confesiones y excomuniones reciprocas. Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. Que no emplean sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.

Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico que nos une a todos los hombres de la vanguardia, a todos los fautores de la renovación. Los ejemplos que a diario nos vienen de fuera son innumerables y magníficos. El más reciente y emocionante de estos ejemplos es el de Germaine Berthon. Germaine Berthon, anarquista, disparó certeramente su revólver contra un organizador y conductor del terror blanco por vengar el asesinato del socialista Jean Jaurés. Los espíritus nobles, elevados y sinceros de la revolución, perciben y respetan, así, por encima de toda barrera teórica, la solidaridad histórica de sus esfuerzos y de sus obras. Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y sin alas, a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e inmovilizar la vida en una fórmula rígida, el privilegio de la incomprensión y del egotismo sectarios.

El frente único proletario, por fortuna, es entre nosotros una decisión y un anhelo evidente del proletariado. Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los afirman y de los que creen.



Admonición del 1º de Mayo


José Carlos Mariátegui


LA CONMEMORACIÓN DEL 1º DE MAYO, ha ido adquiriendo, en el proceso de la lucha por el socialismo, un sentido cada vez más profundo y preciso. Hace ya mucho tiempo que no se reduce a la conmemoración de los mártires de Chicago. Ese fue su punto de partida. Desde 1888 en que el Congreso de París instituyó esta conmemoración, el proletariado mundial ha recorrido una parte considerable del camino que conduce a la realización de sus ideales de clase. En este tiempo, se han sucedido, en su historia, muchas jornadas de luto y también muchas jornadas de gloria. La clase obrera ha entrado en su mayor edad. La crónica de su ascensión económica y política, registra siempre grandes acontecimientos, que impiden al proletariado limitar la significación del 1º de .Mayo a una sola efemérides. La experimentación, la actuación del socialismo ha empezado desde 1918. Quedan aún por ganar las más difíciles y largas batallas. Pero, en la lucha, la clase obrera acrecienta incesantemente su capacidad para crear un nuevo orden: el orden socialista.

El 1º de mayo, afirma todos los años la solidaridad internacional de los trabajadores. Es la fecha internacional, universal por excelencia. En su celebración coinciden las avanzadas del proletariado de los cinco continentes. En este hecho reside su mayor significación revolucionaria. Lo sienten bien los nacionalismos reaccionarios cuando, como el fascismo, en Italia, se empeñan en proscribir esta fecha del sentimiento de la clase trabajadora. Empeño inútil, porque nada dará un carácter más religioso y profundo a la conmemoración del 1º de Mayo en el espíritu de cada obrero, que la persecución y condenación reaccionarias. El fascismo está resucitando en Italia la edad heroica de las catacumbas. Este día transcurre hoy en Italia, sin comicios, sin huelga, sin himnos revolucionarios, sin banderas rojas; pero en mil hogares escondidos se jura, con más fervor y resolución que nunca, la fe en el socialismo.

Hay que desterrar del 1º de mayo, todo lo que en mucho ha tenido, y tiene todavía, el rito mecánico de simple efemérides. La lucha por el socialismo no se nutre de evocaciones dolientes o coléricas ni de esperanzas exaltadas. Es, antes que nada, acción concreta, realidad presente. Trabajan por el advenimiento de una sociedad nueva los que todo el año disciplinada, obstinadamente, combaten por el socialismo; no los que en ésta u otra fecha sienten un momentáneo impulso de motín o asonada.

Para nuestra Vanguardia obrera, cada 1º de mayo representaría muy poco si no señalara una etapa en su propia lucha por el socialismo. Año tras año, esta fecha plantea cuestiones concretas, actuales. ¿Cuáles han sido los resultados y la experiencia de la acción desarrollada? ¿Cuáles son las tareas del porvenir? El problema que hoy se presenta, en primer plano, es sin duda, un problema de organización. La vanguardia obrera tiene el deber de impulsar y dirigir la organización del proletariado peruano, misión que reclama un sentido de responsabilidad, al cual no es posible elevarse sino en la medida en que se rompa con el individualismo anarcoide, con el utopismo explosivo e intermitente de los que antes, guiando a veces las masas, se imaginaban que se les conduce hacia un orden nuevo con la sola virtud de la negación y la protesta. Reivindiquemos íntegra, absolutamente, el derecho de asociación de los trabajadores, su libertad de organización legal, en las ciudades, las minas y las haciendas. Y asumamos la tarea de que la reclamación de este derecho, sea la afirmación de una capacidad. He aquí la obra por cumplir; he aquí la misión por absolver. Que el 1º de mayo sirva esta vez para que, comprendiéndolo, afirmemos, sin inútil declamación, la voluntad y la aptitud de realizarlas.



La Comuna de París y el 1º de Mayo


Eduardo Ibarra


EL 18 DE MARZO DE CADA AÑO SE CONMEMORA el aniversario de la Comuna de París de 1871, primera revolución socialista de la historia. Aunque derrotada, la Comuna de París sirvió para descubrir la forma de la dominación política del proletariado. Por eso, en la Introducción que escribió para la tercera edición alemana de La guerra civil en Francia, de Carlos Marx (1891), Federico Engels escribió: “Ultimamente las palabras ‘dictadura del proletariado’ han vuelto a sumir en santo terror al filisteo socialdemócrata. Pues bien, caballeros, ¿queréis saber qué faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡he ahí la dictadura del proletariado!”

La dictadura del proletariado es la forma de dominación política que, en un largo proceso histórico, viabilizará la extinción de las clases, de la lucha de clases y del Estado, y por lo tanto la emancipación de la humanidad de toda explotación económica, de toda opresión política y de toda dominación ideológica del hombre por el hombre. Por eso la Comuna de París representa el Programa Máximo del proletariado, aunque, por razones conocidas, sus medidas económicas quedaran por debajo de lo que se espera de cualquier revolución socialista.

Así, pues, la dictadura del proletariado es una dictadura en extinción.

Pero, si la Comuna de París representa el Programa Máximo del proletariado, ¿por qué el Día Internacional de los Trabajadores es el 1º de Mayo, y no el 18 de marzo?

Después de la derrota de la Comuna de París, el movimiento obrero vióse ante la necesidad de realizar una labor lenta de educación y organización, y, así, la Asociación Internacional de los Trabajadores se propuso luchar por una legislación que mejorara las condiciones de vida de los trabajadores: subsidios de desempleo, protección social, etcétera, y especialmente por la instauración de la jornada de ocho horas.

Mariátegui observa al respecto: “La función de la segunda Internacional fue casi únicamente una función organizadora. Los partidos socialistas de esa época efectuaban una labor de reclutamiento. Sentían que la fecha de la revolución social se hallaba lejana. Se propusieron, por consiguiente, la conquista de algunas reformas interinas”.

En noviembre de 1884 se había celebrado en la ciudad de Chicago el “IV Congreso de la American Federation of Labor“, en el que se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligaría a las patronales a respetar la jornada laboral de 8 horas para todos los trabajadores, y se hizo un llamado a defender este derecho.

En 1886 la lucha de los trabajadores obligó al presidente Andrew Johnson a promulgar la ley “Ingersoll”, que reconocía la jornada laboral de 8 horas.

Sin embargo las patronales no acataron la indicada ley y amenazaron a los trabajadores con el despido si se negaban a cumplir las prolongadas jornadas que ellos decidían arbitrariamente. Entonces el gobierno se hizo el desentendido.

Pero los fortalecidos sindicatos se movilizaron ante semejante contubernio. Se convocó entonces una huelga general y, el primero de mayo de ese mismo año, los obreros paralizaron la producción en todo el país.

El gobierno desató entonces una brutal represión contra los movilizados trabajadores y, después de varios días de enfrentamientos, el 4 de mayo, en medio de una huelga en la Haymarket Square de Chicago, una mano anónima arrojó una bomba contra las fuerzas policiales que intentaban disolver la manifestación por la fuerza, con un saldo de varios policías muertos.

Entonces el gobierno culpó a las principales dirigentes de la huelga, los que fueron sometidos a una parodia de juicio, calificándoseles de traidores al orden establecido y enemigos de la patria y finalmente condenados a muerte.

De los ocho obreros enjuiciados, August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer y George Engel fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1887.

Entonces, el IV Congreso de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, acordó el 1º de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en homenaje a los mártires de Chicago.

El significado de esta fecha es que la clase obrera internacional tiene un común interés inmediato, de donde se desprende la necesidad de la solidaridad de clase. Mariátegui anotó al respecto: “Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y sin alas, a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e inmovilizar la vida en una fórmula rígida, el privilegio de la incomprensión y del egotismo sectarios”.

Por eso, en las notas preparatorias de su conferencia El fracaso de la Segunda Internacional, sustentada el 30 de junio de 1923, escribió: “… soy partidario antes que nada del frente único proletario. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Causa común contra el amarillismo. Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una sola federación. Cada cual tenga su filiación, pero todos el lazo común del credo clasista”.

Por otro lado, el acuerdo de la Segunda Internacional acerca del Día Internacional de los Trabajadores expresa la teoría marxista acerca del papel de las masas en la historia, y, específicamente, su posición contraria a todo egotismo sectario. El marxismo es la conciencia política del proletariado internacional, pero no todos los trabajadores son marxistas, y esto es algo que hay que tener en cuenta.

El 1º de Mayo representa, pues, la lucha reivindicativa de la clase obrera, y, precisamente por esto, su relación con el 18 de Marzo, aniversario de la Comuna de París, es la relación entre el Programa Mínimo y el Programa Máximo del proletariado.

Por lo tanto, de lo que se trata es de ligar la lucha reivindicativa de la clase obrera a la lucha por el socialismo. Por eso Mariátegui señaló: “Para nuestra Vanguardia obrera, cada 1º de mayo representaría muy poco si no señalara una etapa en su propia lucha por el socialismo”.

El socialismo: he aquí el objetivo del proletariado internacional y de los pueblos del mundo.

Ciertamente solo el socialismo salvará a la humanidad, pues únicamente en sus condiciones económicas y sociales será posible crear poco a poco las premisas para la desaparición de las clases, de la lucha de clases y del Estado.

Este es el camino abierto por la gloriosa Comuna de París, cuyos principios brillarán eternamente en la historia.

01.05.2014.



Lucha Reivindicativa y Lucha Revolucionaria

César Risso

LA LUCHA REIVINDICATIVA DEL proletariado peruano, que hacemos extensiva a la lucha de todos los trabajadores, sometidos bajo una u otra forma a la explotación de los capitalistas, ha sido sobrepasada  en estos últimos años por la confrontación con las actividades extractivas de las empresas transnacionales asentadas en nuestro país. Es el caso de los proyectos mineros Conga y Tía María, dos casos emblemáticos que están en curso.

        Esto pone en evidencia que la lucha reivindicativa está centrada actualmente no en la mejora de las condiciones de trabajo, es decir, en la lucha por la reducción de la explotación del trabajador bajo la forma asalariada por los capitalistas, sino en la lucha por la preservación del medio ambiente donde realizan sus actividades los pequeños agricultores, los comuneros de la sierra y los comuneros de la selva.

        Si bien es cierto esta situación permite organizar en frentes regionales a los pobladores para enfrentar a estas empresas y sus proyectos, uniendo a los obreros con los pequeños agricultores, con los comuneros de la sierra y de la selva, y con los diversos sectores de la pequeña burguesía; también es cierto que distrae al proletariado de la lucha directa contra el capital por la eliminación de la explotación de los trabajadores.

        Es necesario entonces hacer extensiva la crítica del capitalismo desde la situación de explotación del trabajador, por las bajas remuneraciones, por la ampliación de la jornada de trabajo, por la reducción de los derechos laborales, pasando por la crítica a la cultura burguesa en general, hasta la denuncia por la contaminación del medio ambiente, con el consiguiente envenenamiento de los trabajadores de las mismas empresas extractivas, y de los pobladores de las zonas donde se desarrollan estos proyectos.

        Tenemos la tarea de denunciar la ligazón que existe entre la explotación capitalista de los trabajadores y la contaminación del medio ambiente por parte de las empresas capitalistas. Esto debe dar como resultado la unidad de todas las luchas de los trabajadores, con el fin de enfrentar a la totalidad de la actividad capitalista en nuestro país, reconociendo que es justamente este sistema el que produce estos males.

        Esta responsabilidad del capitalismo en el deterioro del medio ambiente, que se expresa concretamente en la destrucción de los medios de vida de las comunidades nativas, así como de las comunidades campesinas, en la competencia por el recurso agua, etc., se da por la sed de ganancia de las empresas transnacionales de los países imperialistas: por la ley de la plusvalía.

        La lucha contra cada proyecto extractivo en particular, se transformará así en la lucha contra todos los proyectos extractivos en general, lo cual se transformará finalmente en la lucha contra todo el sistema capitalista, transformando la lucha reivindicativa en lucha revolucionaria.

        Esta lucha exige pasar de la organización local y regional de los trabajadores, a la organización nacional de los mismos. Si bien es cierto esta organización ya se ha dado, sin embargo no tiene la capacidad efectiva de dirigir a sus agremiados. Para ello es fundamental la propaganda socialista. Debemos entender la organización no solo como el organismo representativo burocráticamente de las masas trabajadoras, sino como la organización consciente, en el sentido de la asimilación del ideario clasista en la perspectiva de la transformación revolucionaria del capitalismo en socialismo.

        Debemos reconocer que la lucha contra todo el sistema capitalista para construir el socialismo exige la dirección proletaria. La pequeña burguesía no tiene la capacidad de dirigir la lucha contra el capitalismo debido a sus aspiraciones de clase, pero puede eventualmente significar un contingente, puesto en una situación de imposibilidad de desarrollar sus actividades por la agresión del capital imperialista, que tome conciencia de la necesidad de la derrota del capitalismo y de la construcción de un orden económico superior, sumándose así a la lucha directa contra el capital.

        La lucha, aparentemente espontánea, de las masas encabezadas por el proletariado, es el fruto de todo el trabajo previo de propaganda y organización, sin el cual estas luchas carecerán del objetivo histórico del proletariado: el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo.

        “Pasa, sobre todo, que a la revolución no se llega sólo por una vía fríamente conceptual. La revolución más que una idea, es un sentimiento. Más que un concepto, es una pasión. Para comprenderla se necesita una espontánea actitud espiritual, una especial capacidad psicológica.” (LA ESCENA CONTEMPORÁNEA. El Grupo Clarté. José Carlos Mariátegui)

        Para transformar el concepto, que expresa la necesidad de superación del capitalismo, en sentimiento, se debe desarrollar un arduo trabajo de educación socialista, de propaganda socialista. El sentimiento de las masas trabajadoras en la actualidad no es otra cosa que la interiorización de los conceptos desarrollados y propagandizados permanentemente en la lucha contra el capital. Y la “espontánea actitud espiritual”, y “una especial capacidad psicológica” son el resultado de las condiciones materiales de existencia de las clases explotadas en el sistema capitalista.

        Por ello J. C. Mariátegui afirma que “La premisa política, intelectual, no es menos indispensable que la premisa económica. No basta la decadencia o agotamiento del capitalismo. El socialismo no puede ser la consecuencia automática de una bancarrota; tiene que ser el resultado de un tenaz y esforzado trabajo de ascensión.” (DEFENSA DEL MARXISMO. Posición del Socialismo Británico. José Carlos Mariátegui)

        Para esto debemos ligar cada lucha concreta con el objetivo final. Y esta ligazón debe fundamentarse en la propaganda cotidiana en las diversas formas de lucha, haciendo conocido el socialismo.

        Los movimientos espontáneos de los trabajadores, no pasan de ser lucha defensiva, es decir, son la respuesta a una agresión de la burguesía, al aumento de la explotación capitalista. Para dar el paso fundamental en la superación definitiva del capitalismo, debemos desarrollar la lucha ofensiva, tomando la iniciativa en la lucha, en sus diversas formas; debemos organizar no solo el derrocamiento del capitalismo sino imaginar y desarrollar, en el programa de la revolución socialista en el Perú, las formas concretas en las que se llevará a cabo el ejercicio del poder de las amplias masas populares; las formas en las que se organizará la transición a la economía socialista, superando la explotación burguesa, y eliminando con ello toda forma de explotación del hombre por el hombre.

        José Carlos Mariátegui desarrolló de forma genial los mecanismos que conducen de la actitud individual y social a la lucha por un objetivo histórico, pero que a los hombres aparece como una labor práctica inmediata: “Para el hombre, como sujeto de la historia, no existe sino su propia y personal realidad. No le interesa la lucha abstractamente sino su lucha concretamente. El proletariado revolucionario, por ende, vive la realidad de una lucha final. La humanidad, en tanto, desde un punto de vista abstracto, vive la ilusión de una lucha final.” (EL ALMA MATINAL. La Lucha Final. José Carlos Mariátegui).

        “La muchedumbre, más aún que el filósofo escéptico, más aún que el filósofo relativista, no puede prescindir de un mito, no puede prescindir de una fe. No le es posible distinguir sutilmente su verdad de la verdad pretérita o futura. Para ella no existe sino la verdad. Verdad absoluta, única, eterna. Y, conforme a esta verdad, su lucha es, realmente, una lucha final.”

        “El impulso vital del hombre responde a todas las interrogaciones de la vida antes que la investigación filosófica. El hombre iletrado no se preocupa de la relatividad de su mito. No le sería dable siquiera comprenderla. Pero generalmente encuentra, mejor que el literato y que el filósofo, su propio camino. Puesto que debe actuar, actúa. Puesto que debe creer, cree. Puesto que debe combatir, combate. Nada sabe de la relativa insignificancia de su esfuerzo en el tiempo y en el espacio. Su instinto lo desvía de la duda estéril. No ambiciona más que lo que puede y debe ambicionar todo hombre: cumplir bien su jornada.” (EL ALMA MATINAL. La Lucha Final. José Carlos Mariátegui).

        Precisamente, en la actualidad, cumplir bien su jornada es luchar por el socialismo, convirtiendo así la lucha reivindicativa en lucha revolucionaria.

        Para esto tenemos la obligación de desarrollar un trabajo tenaz, permanente, y así “[…] las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo” (IDEOLOGÍA Y POLÍTICA. Principios Programáticos del Partido Socialista. José Carlos Mariátegui).

Política

De Cómo los Liquidadores Abjuran del Marxismo-Leninismo y Falsifican la Creación Heroica de Mariátegui

(Cuarta Parte)



Eduardo Ibarra


La cuestión del partido del proletariado peruano
La frase mariateguiana de un partido de masas y de ideas encierra el concepto de un partido de clase (es decir adherido al marxismo-leninismo) bajo la forma organizativa de un partido de masas (es decir con una composición extensa de cuadros).

Pero ocurre que Abimael Guzmán llevó adelante una reconstitución cuyo contenido no tuvo que ver con el proyecto de partido de Mariátegui (partido de cuadros como opuesto al partido de masas, “reconstitución para la guerra popular”, etcétera).

        Por su parte, Ramón García pretende vender la idea de un partido de masas pluriclasista. Para ello empezó por abjurar del marxismo-leninismo para, sobre esta base, terminar falsificando la verdad doctrinal y orgánica del PSP, promoviendo una organización de dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles entre sí y renunciando a la Reconstitución.

Levantando como coartada y aun como señuelo la frase mariateguiana de un partido de masas y de ideas, García pretende, pues, liquidar el partido de clase.

Si en nuestro libro El pez fuera del agua. Crítica al ultraizquierdismo gonzaliano (2010) y en el artículo Comentario al libro “Memorias desde Némesis” por Abimael Guzmán (2014), hicimos la crítica de la falsa reconstitución el PCP-SL, en nuestro folleto El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, salido a luz hace tres meses, así como en otros textos, hemos desenmascarado el plan liquidacionista de García, y toda esta labor de crítica era absolutamente necesaria por cuanto no había otra forma de defender la verdad histórica del PSP y del propio Mariátegui.

Como es obvio, el partido de clase sirve al proletariado; pero el partido pluriclasista que propone García, ¿a quién sirve?

Si en los años setenta (en sus tiempos de liquidador de “izquierda”), García sirvió a la burguesía disolviendo parte de la organización partidaria y promoviendo el   “ocultismo” (véase nuestro aludido Comentario al libro “Memorias desde Némesis” por Abimael Guzmán), actualmente (en su condición de liquidador de derecha) sirve igualmente a la burguesía promoviendo la liquidación del partido de clase en toda la extensión de la izquierda.

Siguiendo su costumbre burocrática de hacer depender la construcción orgánica de las efemérides, García ha impuesto a sus seguidores fundar su pretendido partido-amalgama en oportunidad del centenario de la revista Nuestra Época.

Pues bien, por un lado, la fecha escogida da cuenta de la intención de servirse de dicha revista como señuelo para consumar la idea oportunista de confundir deliberadamente el socialismo reformista y el socialismo marxista en un partido-amalgama; por otro, la celebración liquidacionista de dicho centenario será el punto final del fracaso anunciado de su proyecto.

El anuncio fue el fracaso del intento liquidacionista de fusionarse con el PCP-Unidad hace algún tiempo.

El proletariado peruano requiere un partido de clase bajo la forma organizativa de partido de masas. Esto implica la Reconstitución del Partido de Mariátegui, tarea a la que García ha renunciado formal y públicamente.

Con esta renuncia García se ha apartado de la médula de la Creación Heroica de Mariátegui, y, de esta forma, ha sentenciado su destino político. No solo el de él, sino también el de sus seguidores, a quienes, aprovechándose del servilismo que los caracteriza, les impuso con toda facilidad dicho apartamiento.

20.12.2016.


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!



Acerca de un Caso de Escamoteo e Impotencia

(Segunda Parte)


Eduardo Ibarra


Aragón dice: “Ambos autores, Ibarra y García,  coinciden y son dos convencidos en afirmar que ‘el partido siempre debe dirigir al frente’, y si en determinado momento, como por ejemplo ahora, no hay un partido efectivo, entonces para ellos simplemente ‘no existe el frente’. Así de simple, es su absurda conclusión subjetiva”.

Esta afirmación es una burda calumnia. En la primera mitad del año próximo pasado publiqué cinco artículos sobre el frente unido (Mariátegui y el frente unido, Mariátegui y los principios del frente unido, El frente unido del pueblo peruano, El frente unido de la izquierda peruana, Los “principios programáticos del Partido Socialista y el programa del frente unido hoy), y, como puede verificar el lector, en ninguno de ellos he afirmado que “el partido siempre debe dirigir al frente” (frase que Aragón entrecomilla para producir en el lector la impresión de que me pertenece), ni he sostenido que “no existe el frente” (frase que igualmente entrecomilla para producir la misma impresión).

Pero abordemos teóricamente la cuestión. Ciertamente la susodicha frase no es ninguna aberración, como cree Aragón. ¿Acaso el partido no debe dirigir el frente? Claro está que, en la actual situación de dispersión orgánica de la fuerzas marxista-leninistas, la mencionada dirección no puede ser entendida sino como que el frente debe ser dirigido por tales fuerzas, y no específicamente por una de ellas.

Por enésima vez, Aragón se regodea hablando de la dimensión orgánica del COMITÉ DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI. Con este barato recurso intenta desacreditar nuestra crítica a sus monumentales despropósitos. Ya en otro lugar hemos dado cumplida respuesta a este intento señalando que la verdadera dimensión de nuestro Comité está dada por nuestra intransigente lucha en defensa de la verdad doctrinal de José Carlos Mariátegui y la verdad doctrinal y orgánica del PSP. Ahora nos extenderemos un poco sobre esta cuestión.

La tendencia liquidacionista (a la cual pertenece Aragón) es, en efecto, una tendencia muy pequeña y seguirá siéndolo hasta su extinción, pues, con su abjuración del marxismo-leninismo, su falsificación de la Creación Heroica de Mariátegui, su acción legal municipal como pretendido camino al socialismo y su intención de liquidar el partido de clase en toda la extensión de la izquierda peruana, no representa ni puede representar a nadie, más allá, naturalmente, de aquellos elementos que, por su espíritu servil, hace tiempo fueron fáciles víctimas del engaño de García.

Por el contrario, con nuestra defensa del marxismo-leninismo, de la Creación Heroica de Mariátegui, de la táctica y estrategia revolucionarias y del partido de clase, es un hecho que representamos a un extenso sector de activistas (no importando la situación orgánica de los mismos), lo que da cuenta de una buena perspectiva.

Por supuesto, nuestro comentarista no es capaz de llegar a este fondo de la cuestión.

Aragón tiene la misma criolla costumbre de García de desenfocar las cuestiones en debate. Uno de sus recursos preferidos es presentarse como que está en el centro mismo de la lucha de las masas trabajadoras, mientras sus críticos no. Así intenta desautorizarnos, agregando ahora que consideramos que las luchas de las masas “no son válidas” porque no las hemos “dirigido personalmente” (estas afirmaciones Aragón las pone igualmente entre comillas, lo cual significa que en este caso también pretende embaucar al lector en el mismo sentido anotado arriba).

La verdad –que puede corroborar el lector– es que en ninguna parte hemos escrito las frases que nos imputa Aragón. Por tanto, se trata de otra burda calumnia.

Ahora veamos con qué posición participa Aragón en las luchas de las masas.

En el artículo Minería y fetichismo de la mercancía (respuesta a Miguel Aragón), César Risso señaló con toda razón lo siguiente:

“Las circunstancias actuales han conducido a que la forma en la que se está desarrollando la organización y la lucha del trabajador en general, contra la burguesía como clase, es a través de los frentes regionales contra las empresas extractivas, como las mineras, petroleras, etc. Y se trata de reorientar este movimiento real, vivo, y en desarrollo, hacia la destrucción del capitalismo y la construcción del socialismo”.

“Pero Aragón no solo deja de lado el problema socio-económico, sino que además no sobrepasa las relaciones sociales de producción capitalistas; por ello se queda en la urgencia de reclamar crecimiento y desarrollo capitalista, en lugar del cambio de sistema, sin lograr ver la perspectiva proletaria”.

“Considera que como la minería será necesaria en el socialismo, hay que defenderla en el capitalismo. Pero justamente nuestra crítica a Aragón señala que este ha abandonado el concepto de clase social; ya que si lo hubiera tenido presente, tendría claro que la minería en el capitalismo explota, y en el socialismo libera”.

“Cuando Aragón dice que hay que continuar con el crecimiento económico, oculta o niega las contradicciones del capitalismo, y que estas se traducen en crisis económicas. O cree que la actual crisis económica de los países industrializados se debe a que no querían promover el crecimiento económico. Y de ser posible esta ilusión, ¿acaso el crecimiento económico ha llevado a los países industrializados al socialismo?”

“Tal vez Aragón diga: “son contradicciones más ideales que reales”, como afirma con respecto a la lucha contra la minería”.

“Pretende Aragón que los campesinos acepten racionalmente el progreso técnico, y digan “minas sí, oro sí”, reconociendo que esta actividad trae progreso, o que digan que como el 85 % del agua se usa para la agricultura y el 1% para la minería, es justo que la burguesía minera disponga de toda el agua que necesite. Seguramente piensa lo mismo en relación a la burguesía y el socialismo; de tal modo que la burguesía pueda reconocer que racionalmente el socialismo es mejor; y así alcanzar su socialismo edulcorado bajo la vía municipal. Todo es cuestión de que los campesinos, los burgueses y el “poblador peruano” entiendan que la propuesta de Aragón es más racional. Tenemos así una nueva versión del socialismo utópico, con la diferencia de que en el tiempo del socialismo utópico faltaban los descubrimientos hechos por Carlos Marx, y en consecuencia los utopistas no estaban en condiciones de conocer la esencia de la explotación capitalista, ni la solución correspondiente; mientras que Aragón tiene ante sí las herramientas, así como la experiencia de la construcción del socialismo, y por lo tanto su utopía se nos presenta teóricamente como revisionismo y políticamente como oportunismo”.

“Por lo tanto, la propuesta de Aragón trata de sustentar la reproducción, la copia, la repetición del desarrollo del capitalismo por la vía liberal, que es justamente lo que rechaza José Carlos Mariátegui, y que es uno de sus aportes al recusar este método. JCM planteó que el método liberal en el Perú había caducado, pues el capitalismo había dejado de coincidir con el progreso”.

“La defensa de Aragón de la minería capitalista, implica la defensa del hambre y la crisis, que son sus consecuencias, que lleva estos males a niveles de genocidio”.

“En el caso específico del proyecto minero Conga, Aragón deja de lado el origen del capital que explota los recursos mineros; es decir, si se trata de la burguesía nativa o de la burguesía imperialista, que por su diferente carácter, reviste una importancia de primera línea. Obviando que la lucha de los comuneros de Cajamarca contra la actividad minera y la explotación del oro, al usar y contaminar el agua, es la forma concreta en la que se expresa la lucha contra el capitalismo y contra el imperialismo”.

“Y así, defendiendo el crecimiento y el desarrollo del capitalismo, Aragón aparece como un apologista del capitalismo en general, y como un defensor de la minería capitalista en particular; como un admirador solapado de las propuestas del Partido Nacionalista en el gobierno”.

Este es el carácter político de la participación de Aragón en las luchas de las masas trabajadoras, participación, por tanto –y como puede verlo cualquiera–, extraña al marxismo y directamente oportunista.

Aragón dice: “Con esa conclusión de “que el partido siempre debe dirigir al frente” ambos están desconociendo y menospreciando, la acción de la recordada Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1876), en la cual participaron de manera decisiva Marx y Engels. La AIT no era precisamente un “partido” comunista, sino una asociación de trabajadores con carácter de frente unido. En esos años, Marx y Engels no militaban en ningún partido político, pero si desarrollaron un amplio e intenso trabajo de frente único. (Recordemos que, años antes,  Marx y Engels propusieron en noviembre de 1852 la autodisolución de la recordada Liga Comunista (1847-1852), y posteriormente no propusieron la formación de ningún otro partido).

Contra esta superficial afirmación, se alza la verdad de que en la Asociación Internacional de Trabajadores, si bien no hubo partido en el sentido moderno del término (es decir como partido-aparato), en cambio sí lo hubo como posición ideológica y política: Marx y Engels y algunos otros luchadores representaban el partido del proletariado revolucionario. Pero esta realidad escapa a Aragón, pues es evidente que maneja un concepto de partido muy estrecho. Por otro lado, no es cierto que después de disolverse la Liga de los Comunistas (y no Liga Comunista, como ha escrito nuestro comentarista), Marx y Engels no promovieron la fundación de un partido, pues luego de dicha disolución fundaron el Club Comunista Alemán.

Aragón dice: “De igual manera, García e Ibarra, pretenden desconocer la historia del frente de trabajadores manuales e intelectuales, que comenzó a constituirse en Lima a partir de mayo de 1905, y se olvidan que Mariátegui reivindicó las  acciones de ese frente realmente existente,  como ‘antecedentes de la acción clasista’. Desde muy joven, Mariátegui se integró a las acciones de ese frente de trabajadores manuales e intelectuales. Así lo demuestran su participación en la revista Colónida, en la directiva el gremio de periodistas de Lima, así como su pase del diario La Prensa al diario El Tiempo en 1916, así  como también su columna periodística Voces, que son algunas expresiones de ese trabajo frente unitario (y es ampliamente conocido que, en esos años, Mariátegui no militaba en ningún  ‘partido’)”.

Esta afirmación contiene otra burda calumnia. Pero abordando el punto, es menester precisar la diferencia entre el frente unido inorgánico y el frente unido orgánico: mientras el primero se presenta como un movimiento espontáneo, como una acción conjunta eventual, sin una dirección estable, el segundo se presenta como un movimiento consciente, con una dirección estable, una actividad permanente y una orientación estratégica. Como se ha podido ver, Aragón se empeña en confundir ambos tipos de frente y, por esto, no puede entender el alcance del acuerdo del PSP, según el cual este partido reconocía “que dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos impondrá la celebración de pactos y alianzas generalmente con la pequeña burguesía  revolucionaria. El P.S., podrá formar parte de estas alianzas de carácter revolucionario, pero, en todo caso, reivindicará para el proletariado la más amplia libertad de crítica, de acción, de prensa y de organización” (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, p.488).

Aragón dice: “Igualmente, el Comité de Propaganda y Concentración Socialista agrupado en  1918, se formó dentro del frente ya existente desde 1905. E igualmente, a su retorno de Europa en 1923, Mariátegui se reintegró a ese frente de trabajadores manuales e intelectuales, al sumarse a las acciones de la Universidad Popular Gonzales Prada, al colaborar con la revista Claridad, y vincularse con las organizaciones obreras e intelectuales ya existentes en Lima, todas las cuales desarrollaban un intenso trabajo frente unitario”. “De igual manera, es muy conocido que entre 1923 y 1928, Mariátegui, quien había regresado al país con ‘el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase’,  priorizó el trabajo frente unitario, por encima del trabajo partidario que tenía en mente. Incluso la publicación dela revista Amauta, a partir de setiembre de 1926,  desde un comienzo fue ‘la voz de un movimiento y de una generación’, y no fue la voz de ‘un grupo’”.

Esta afirmación es tendenciosa, y solo es explicable por el inveterado frentismo de Aragón. No es cierto que Mariátegui “priorizó el trabajo frente unitario por encima del trabajo partidario que tenía en mente”. En la Presentación de Amauta, el maestro escribió lo que sigue: “Esta revista, en el campo intelectual, no representa un grupo. Representa, más bien, un movimiento, un espíritu” (Ideología y política, p.237); pero, en el mismo lugar, apuntó también: “En el prólogo de mi libro ‘La escena Contemporánea’, escribí que soy un hombre con una filiación y una fe. Lo mismo puedo decir de esta revista, que rechaza todo lo que es contrario a su ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna” (ibídem, p.238).

¿A qué ideología se refirió Mariátegui? Obviamente, al marxismo-leninismo, al cual se había asimilado en algún momento de la segunda mitad de 1920. Es decir, desde un principio el maestro llevó adelante su revista como una revista de inspiración marxista-leninista, pero ejerciendo su función “en el campo intelectual”, es decir, en el campo del frente unido de las masas de arriba, y, por esto, no representaba “un grupo”, sino “un movimiento, un espíritu”.

Si en un documento escrito para filas partidarios (Antecedentes y desarrollo de la acción clasista), Mariátegui señaló que regresó de Europa “con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase”, y, en un texto escrito para el público en general (Presentación de Amauta), escribió que vino “de Europa con el propósito de fundar una revista”, cualquier persona tiene que darse cuenta de la relación entre la revista Amauta y el trabajo partidario de Mariátegui.

Por tanto, silenciar esta relación diciendo que con la revista Amauta Mariátegui (disculpe el lector que repita la cita de Aragón) “priorizó el trabajo frente unitario por encima del trabajo partidario que tenía en mente”, es creer que entre la mencionada revista y el trabajo de organización del partido del proletariado peruano, no hubo ninguna correspondencia. Con base en esta creencia, Aragón ha llegado a la absurda conclusión de que, entre 1923 y principios de 1928, el “trabajo partidario” el maestro solo lo tuvo “en mente”.

Las siguientes afirmaciones de Mariátegui confirman nuestra apreciación y dan al traste con la de Aragón: “‘Amauta’ ha sido, en estos dos años, una revista de definición ideológica, que ha recogido en sus páginas las proposiciones de cuantos, con título de sinceridad y competencia, han querido hablar a nombre de esta generación y de este movimiento”. “El trabajo de definición ideológica nos parece cumplido. En todo caso, hemos oído ya las opiniones categóricas y solícitas en expresarse. Todo debate se abre para los que opinan, no para los que callan. La primera jornada de ‘Amauta’ ha concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la nueva generación’, de la ‘vanguardia’, de las ‘izquierdas’. Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista”. “En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (ibídem, pp. 246 y 247). “‘Amauta’, en su nº17, el de su segundo aniversario, declara cumplido el proceso de “definición ideológica”, afirmándose, categóricamente, marxista” (ibídem, p.104).

En conclusión, la revista Amauta fue parte fundamental del trabajo desarrollado por Mariátegui para constituir el PSP. Para decirlo en otras palabras, en el trabajo de Amauta el maestro desarrolló buena parte de la lucha por la constitución del partido.

Por lo demás, hay que precisar que el Comité de Propaganda y Organización Socialistas (y no “Comité de Propaganda y Concentración Socialista”, como ha escrito Aragón), fue un frente de diversos matices del socialismo reformista, en cuyo seno Mariátegui fue parte de su ala izquierda.
  
Después de la fundación del PSP, Mariátegui expresó una óptica más precisa sobre el frente unido. Si en el Mensaje al congreso obrero (publicado en enero de 1927), el maestro sostuvo que "Están demás todas las discusiones bizantinas sobre metas remotas. El proletariado de vanguardia tiene, bajo sus ojos, cuestiones concretas" (Ideología y política, p.114), en el artículo Admonición del 1º de mayo (publicado en mayo de 1929), señaló  que "La lucha por el socialismo no se nutre de evocaciones dolientes o coléricas ni de esperanzas exaltadas. Es, antes que nada, acción concreta, realidad presente" (ibídem, p.118).

En otras palabras, Mariátegui pasó de la valoración de las acciones conjuntas de las masas trabajadoras (y de la participación en alguna de ellas), a la acción concreta por el frente unido sindical como parte del frente unido del pueblo peruano. Expresión práctica de esto es  que contribuyó de manera decisiva en la fundación de la CGTP, frente sindical orgánico, con una dirección estable, una labor permanente y una orientación estratégica.

Pero además, las recientes citas de Mariátegui permiten entender la diferencia entre el trabajo frenteunitario antes del 15 de junio de 1923 (inicio del ciclo de conferencia en la UPGP) y después de esta fecha: mientras la participación de Mariátegui en el Círculo de Periodistas, en el movimiento Colónida, etcétera, constituyen episodios de la acción conjunta anterior a su acción marxista-leninista, su participación en la UPGP, en la revista Claridad, la fundación de la CGTP, de la Federación de Yanaconas, etcétera, son hitos de la acción concreta por el socialismo.

La acción conjunta anterior a junio de 1923 se inscribía en la lucha democrática sin perspectiva socialista cierta, mientras la acción conjunta posterior a dicha fecha se inscribe en la lucha por el socialismo en el sentido que tiene este término en Aniversario y balance.

Con todo y eso, la acción frenteunitaria anterior a junio de 1923 aparece como el antecedente histórico del frente unido del pueblo peruano que Mariátegui empezó a construir a su retorno al Perú.

Esta divisoria fue subrayada por el propio Mariátegui en términos que tienen un valor general: “Como órgano de la juventud libre, pero más exactamente de las U.P. comienza a publicarse en abril en 1923 ‘Claridad’. Su orientación es ‘clartista’; corresponde, sobre todo, al espíritu estudiantil. Deportado Haya de la Torre… Mariátegui asume su dirección. El Nº 5 señala el principio de un franco orientamiento doctrinario en el que ‘Claridad’ abandona el tono estudiantil. Desde ese número, ‘Claridad’ aparece como órgano de la Federación Obrera Local” (ibídem, p.101; elipsis mía).

Orientamiento doctrinario: con esta frase Mariátegui expresó la ruptura con el trabajo frenteunitario democrático burgués y la fundación del trabajo frenteunitario de nuevo tipo.

Pero esta distinción teórica y esta divisoria histórica son extrañas al entendimiento lineal, evolucionista, metafísico, no dialéctico de Aragón (y no solo de él).

En conclusión, las afirmaciones de Aragón relativas al frente y particularmente la forma en que enfoca la relación del frente con el partido, tanto histórica como teóricamente, revelan su confusión y su confusionismo, su prosternación ante el movimiento espontáneo, su frentismo antipartido, su liquidacionismo de derecha (exacerbado, por lo demás).


16.03.2017.



El Manual del Che: Apología a la Toma del Poder

Jan Lust

La guerra de guerrillas fue publicada un año después de la Revolución Cubana. El libro, como dice el Che, es un manual en donde se sintetizan las experiencias guerrilleras de la Revolución Cubana. Como el propio carácter de manual nos indica, el principal objetivo del libro fue la difusión de estas experiencias guerrilleras con la idea de propagar el desarrollo de la guerra de guerrillas como uno de los métodos para llevar a cabo un proceso que tendría que culminar en una revolución socialista, principalmente, en los países de América Latina.

        La guerra de guerrillas es un libro práctico que incluye todos los elementos que se necesitan saber, que se necesitan hacer y que se necesitan preparar, entre otros, para que este método de lucha no fracase ya en su primera fase, «una de las fases primarias de la guerra», y que el núcleo guerrillero tendrá la posibilidad de liderar, estimular y ampliar el proceso de cambio revolucionario, convirtiéndose en un ejército regular.

Otro objetivo del libro es encontrar y difundir las leyes esenciales de la guerra de guerrillas. Como dice el Guerrillero Heroico: «[el libro trata de] encontrar las bases en que se apoya este tipo de lucha, las reglas a seguir por los pueblos que buscan su liberación; teorizar lo hecho, estructurar y generalizar esta experiencia para el aprovechamiento de otros».

La posibilidad de una guerra de guerrillas

Según el Che, en democracia un «brote guerrillero es imposible de producir por no haberse agotado las posibilidades de la lucha cívica». Es decir, cuando los «medios pacíficos» aún no están agotados no se debe llevar a cabo una guerra de guerrillas.
       
En términos generales estamos de acuerdo con esta posición del Che. Sin embargo, hay dos problemas con este punto de vista. En primer lugar no se puede determinar exactamente cuándo los medios pacíficos están agotados. ¿Qué significa que los medios pacíficos estén agotados? ¿Que no está permitido la organización de movilizaciones o que cada movilización está brutalmente reprimida? En segundo lugar, la democracia en una sociedad capitalista es una democracia muy limitada y sus alcances están, en última instancia, condicionados por la correlación de fuerzas de clase. ¿Qué niveles de democracia deben existir para que el brote guerrillero sea imposible de producir?

El guerrillero peruano Guillermo Lobatón del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) consideraba que también en democracia es posible llevar a cabo una guerra de guerrillas. Pensaba que «las mismas guerrillas pueden contribuir a desvelar definitivamente el carácter de los regímenes pseudos-democráticos, delimitar con toda claridad los campos enemigos, y obligar a la reacción a vestir su auténtica vestidura: la dictadura militar».

Es interesante ver que en otro trabajo el mismo Che parece haber empezado a dudar sobre el hecho de que en democracia no se puede llevar a cabo una guerra de guerrillas. En Guerra de guerrillas: un método decía que en condiciones donde la lucha popular es muy fuerte y que empieza a poner en cuestión el sistema democrático capitalista o la legalidad burguesa, la oligarquía debe violar la democracia. Entonces, «rompe sus propios contratos, su propia apariencia de “democracia” y ataca al pueblo, aunque siempre trate de utilizar los métodos de la superestructura que ha formado para la opresión». En esta situación, según el Guerrillero Heroico, la violencia de los explotadores debe ser respondido por la violencia de las masas.

El carácter de una guerra de guerrillas

La burguesía acusa a todos aquellos que usan las armas con el objetivo de ayudar a los pueblos explotados y oprimidos a tomar el poder de terroristas. La izquierda reformista, es decir, la izquierda que cree que se puede humanizar el capitalismo, piensa que la violencia revolucionaria ejercida por la vanguardia del pueblo o de los pueblos mismos es un método político completamente equivocado. La posición de la burguesía es entendible porque el objetivo de la lucha armada por parte de las organizaciones revolucionarias es justamente para quitarla el poder. En el caso de la izquierda reformista, su opinión es comprensible porque su objetivo no es tomar el poder sino hacer algunos ajustes en el sistema de explotación y de opresión.
       
La lucha guerrillera, como dice el Che, es una lucha de masas. Y solamente con el apoyo de las masas es posible que este método de lucha pueda triunfar. La «gran fuerza» de la guerrilla «radica en la masa de la población». En su Guerra de guerrillas: un método subrayó este carácter de la guerrilla. Decía que «pretender realizar este tipo de guerra sin el apoyo de la población, es el preludio de un desastre inevitable».

De acuerdo con el Che, el guerrillero es «un reformador social, que empuña las armas respondiendo a la protesta airada del pueblo contra sus opresores y que lucha por cambiar el régimen social que mantiene a todos sus hermanos desarmados en el oprobio o la miseria». Además, es de la interacción con el grupo armado y de su pueblo, que surge la necesaria de la radicalización del mismo pueblo y que «va acentuando las características revolucionarias del movimiento y le van dando una amplitud nacional».
       
La guerra de guerrillas no es una apología al terrorismo sino una apología a la toma del poder. Sin embargo, el Che no estaba completamente contra el uso del terrorismo pero se debe «tener mucho cuidado en la adopción de medidas de este tipo y analizar las consecuencias generales favorables que pueden traer para la revolución». Además, el uso del terrorismo, que no es igual al sabotaje, puede «volcar a un pueblo en contra de determinado movimiento revolucionario» y traer «una pérdida de vidas entre sus actuantes muy superior a lo que rinde de provecho». También dice -y pensamos que esto es clave para el análisis del accionario de los grupos revolucionarios en armas-, «el atentado y el terrorismo ejercitados en forma indiscriminada, no deben emplearse. Muy preferible es el trabajo sobre grandes concentraciones de gente donde se pueda inculcar la idea revolucionaria e ir haciéndola madurar, para que, en un momento dado, apoyadas por las fuerzas armadas puedan movilizarse y decidir la balanza hacia el lado de la revolución».
       
La guerra de guerrillas es un libro revolucionario, no porque propone la lucha armada o que considera el sabotaje como una herramienta de la lucha revolucionaria, sino porque propone la toma de poder, relacionando la vanguardia revolucionaria con el pueblo. Como decía en su trabajo Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana, «el poder es el objetivo estratégico sine qua non de las fuerzas revolucionarias, y todo debe estar supeditado a esta gran consigna».

La vigencia de La guerra de guerrillas

La toma del poder es el hilo que podemos encontrar en muchos de los trabajos del Che. Aunque el Guerrillero Heroico consideraba la lucha armada imprescindible para la toma del poder, eso no significa que él creía obsoletas todas otras formas de lucha. Según el Che, aunque el foco insurreccional tiene la capacidad de crear «condiciones para la revolución, no todas ellas se vayan a crear por el impulso dado a las mismas por el foco guerrillero». En La guerra de guerrillas, el Che hablaba, por ejemplo, también sobre la importancia revolucionaria de la organización civil en el frente interno y externo.

        El Che planteaba que la guerra de guerrillas no es un método de lucha que se impone desde un organismo fuera de la lucha de masas, sino es el producto mismo de la lucha de masas. Y aunque consideraba que no había una vía pacífica al socialismo, según él, siempre había la posibilidad de llegar al poder a través de un método no violento. Sin embargo, como decía en su Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana, cuando se llega de esta forma al poder, «lo más que se lograría sería la captura formal de la superestructura burguesa del poder». Entonces, el transito al socialismo «deberá hacerse también en medio de una lucha violentísima contra todos los que traten, de una manera u otra, de liquidar el avance hacia nuevas estructuras sociales». Como decía el Ejército de Liberación Nacional del Perú en su programa de 1965: «en ninguna parte del mundo y en ninguna época las transformaciones económicas, políticas y sociales se llevaron a cabo pacíficamente». El guerrillero peruano Luis de la Puente del MIR pensaba que «sin capturar el poder, sin llegar al gobierno revolucionariamente, no es posible transformar las infraestructuras de la sociedad».

Actualmente, iniciar una guerra de guerrillas en América Latina como una vía para la toma del poder parece un camino equivocado. Inclusive los históricos guerrilleros colombianos, apoyados y estimulados por el mismo Gobierno cubano, y en primer lugar por Fidel Castro, firmaron un acuerdo de paz en 2016 con el Gobierno colombiano. Entonces, ¿La guerra de guerrillas es ahora un libro obsoleto?

        Pensamos que el manual del Che mantiene su vigencia revolucionaria en la América Latina de hoy porque estimula el debate sobre el camino hacia la revolución, sobre las condiciones objetivas y subjetivas de un proceso revolucionario. En otras palabras, La guerra de guerrillas mantiene en la agenda de la izquierda revolucionaria el debate sobre la estrategia y la táctica de la revolución socialista.
CREACIÓN HEROICA