lunes, 1 de enero de 2018

Política



Nota:

Publicamos a continuación el primer capítulo del folleto Las Tareas Actuales del Socialismo Peruano de nuestro compañero Eduardo Ibarra, folleto inédito aún.
  
Nuestro Punto de Partida

Eduardo Ibarra

EN ENERO DE 1927, en carta dirigida a la UPGP, Mariátegui escribió: “Hace año y medio propuse la organización de una especie de estudios económicos y sociológicos, que se proponga en primer término la aplicación del método marxista (1) al conocimiento y definición de los problemas del Perú. Hoy renuevo mi proposición” (Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, p. 272).

La aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú: he aquí el método mariateguiano de interpretación de nuestra realidad concreta.

Como es de conocimiento común, en junio de 1923 Mariátegui dio inicio a un ciclo de conferencias en la UPGP que culminó en enero de 1924. Este ciclo tuvo como objetivo manifiesto “difundir en el proletariado el conocimiento de la crisis mundial”. En el fondo, este objetivo fue la difusión en el proletariado peruano de la posición comunista: “Una parte del socialismo se ha afirmado en su orientación social-democrática, colaboracionista; la otra parte ha seguido una orientación anti-colaboracionista, revolucionaria.  Y esta parte del socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptado el nombre de comunismo”. “Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse… en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas”. “Yo participio de la opinión  de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis social-democráticas, de todas la tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas” (Historia de la crisis mundial, pp. 21 y 22).

Y precisó el maestro: “Para que esta clasificación [entre reformistas y revolucionarios] se produzca con nitidez, con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y comprenda en sus grandes lineamientos, la gran crisis contemporánea. De otro modo, el confusionismo es inevitable.” (ibídem, p. 22).

De esta forma, pues, Mariátegui evitó el confusionismo. De esta forma clarificó la situación.

Luego, la publicación del libro La escena contemporánea continuó el objetivo del ciclo de conferencias, y los escritos compilados en  Peruanicemos al Perú, 7 Ensayos, Ideología y Política, El alma matinal, etcétera, marcaron importantes hitos de la labor de interpretación de nuestra realidad (incluido nuestro factor humano).

En el documento Antecedentes y desarrollo de la acción clasista, el maestro señaló: “Mariátegui regresa en este tiempo de Europa con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase” (Ideología y política, p. 100). En la carta colectiva a la célula aprista de México, precisó: “Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación, constituimos de hecho –y organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas…” (Martínez de la Torre, Apuntes, t. II, p. 301). En el Programa del Partido, dejó sentado: “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha.” (Ideología y política, p. 160).

El Partido Socialista lo adopta como su método de lucha: he aquí el método mariateguiano de transformación de nuestra realidad concreta.

Pues, sin duda, solo materializada en un partido de clase, la teoría mariateguiana sirve para la toma del poder.

Así, pues, el método de interpretación–transformación de nuestra realidad, le permitió al maestro cumplir cabalmente las diversas tareas teóricas y prácticas, políticas y orgánicas que implicaba la Constitución del partido del proletariado peruano.

Esta rica experiencia constituye, huelga decirlo, una invalorable experiencia para el proletariado consciente, una inapreciable fuente de inspiración, un brillante derrotero a seguir en sus líneas maestras, en una palabra, nuestro necesario punto de partida en la lucha por cumplir las tareas actuales que implica la Reconstitución del Partido de Mariátegui, para cumplir las tareas actuales del Socialismo Peruano (2).

¿Cuáles son estas tareas? ¿Cuáles son las tareas teóricas y prácticas, políticas y orgánicas del Socialismo Peruano? ¿Qué tareas tenemos que cumplir para llevar hasta el fin la Reconstitución del Partido de Mariátegui?

Como se comprenderá, la exposición sistemática de esta cuestión exige todo un artículo aparte.

Notas
[1] Para evitar equívocos, anotaremos que con la frase “método marxista” Mariátegui se refería al “método marxista leninista” (Defensa de marxismo, p. 123), cuestión definitivamente esclarecida y establecida en Principios programáticos del Partido Socialista, donde el maestro sostuvo que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios” (Ideología y política, p. 160).
[2] El Socialismo Peruano es el Comunismo Peruano, el Marxismo-leninismo Peruano. Mariátegui escribió: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, el socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una nueva generación” (Ideología y política, p. 249); “Tengo una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano” (Advertencia a 7 ensayos); “El Partido Socialista… adopta [el marxismo-leninismo] como su método de lucha” (Ideología y política, p. 160). ¿Puede alguien, que no haya perdido el juicio, dudar de que, con el término socialismo peruano, Mariátegui se refería al marxismo-leninismo? Ciertamente que no. Entonces la mixtificación que cometen algunos de dicho término es un intento de diluir el socialismo marxista en el mapa del nebuloso socialismo en general. Nebuloso, porque, ¿quién podría definir en términos de clase el socialismo en general? Este término apenas tiene un alcance descriptivo, y alude tanto a tendencias anarquistas (que se reclaman “socialistas”) como a tendencias del socialismo burgués y pequeño burgués. Es, por lo tanto, indefinible. En cambio el socialismo marxista puede ser concretamente definido como la doctrina del proletariado revolucionario, sustentadora de la dictadura del proletariado y de la realización del comunismo. Este es el Socialismo Peruano de Mariátegui.


O2.10.2017.





Pugnas y Tretas en el Seno de la Burguesía

César Risso

LA SITUACIÓN QUE BAJO LA FRASE de “crisis política” venimos enfrentando desde hace algunas semanas, se incubó en el proceso electoral. Es la expresión de la pugna por el gobierno del Estado de dos sectores de la burguesía.

        De un lado, el lobbista, con larga experiencia en las instituciones financieras internacionales, y en el manejo de las instituciones del Estado; y del otro, la representante del dictador, implementador de las políticas neoliberales ordenadas por el imperialismo.

        Este jaloneo, cuyo enfrentamiento se da en el marco de la corrupción generalizada de casi todos los líderes de los partidos políticos que han tenido por lo menos un periodo de gobierno; y que tiene en la mira, por la denuncias del principal implicado, a las dos cabezas políticas en el poder (ejecutivo y legislativo), se nos presenta como una lucha contra la corrupción.

        El caso Odebrecht ha puesto en evidencia lo que es conocido: que el sistema capitalista es un sistema corrupto, y que como tal hace brotar corruptos por todas partes.

        En esta situación, en lugar de avanzar en la construcción (por las características del sistema económico social capitalista) de una ética mucho más humana, estamos atrapados en una ética que corresponde al sistema capitalista y al comportamiento de la burguesía. Nos vemos en las calles luchando contra el indulto, es decir, contra la liberación de quien fuera un dictador burgués (son harto conocidos todos sus crímenes), que impuso (en esto están todos los burgueses de acuerdo) un “modelo” neoliberal, es decir, que continuó con la explotación capitalista en la corriente mundial impuesta por los países imperialistas a través de las exigencias de los organismos financieros internacionales.

        Estamos, pues, luchando contra un personaje que aplicó una forma no democrática de gobierno en un sistema social basado en la división de la sociedad en clases sociales, esto es, basado en la explotación burguesa; en conclusión, basado en un sistema social que por su contenido es la dictadura de la burguesía. Lucha en la que un sector de la burguesía nos dirige cuestionando una forma de gobierno, pero protegiendo el contenido de clase del sistema capitalista.

        Es decir que, este movimiento, si se queda tal como está, luchando contra la forma de gobierno aplicada por un títere del imperialismo, será un movimiento estrictamente burgués. Por ello, de lo que se trata es de transformar esta lucha dirigida contra una forma de gobierno de la burguesía, en la lucha contra el contenido del sistema capitalista.

        Fíjense cómo opera la dominación ideológica de la burguesía. El pueblo es capaz de organizarse y luchar activamente contra el indulto, que es lo más político (participación masiva) por lo que está luchando el pueblo a nivel nacional; así como se ha manifestado masivamente contra la sanción a Paolo Guerrero, y por otros temas fútiles. Pero no ha logrado organizarse para luchar por sus propios intereses, pues no ha tomado conciencia de la explotación capitalista. No ha podido encontrar el modo de construir la unidad para la lucha contra las diversas formas de explotación burguesa, y menos aún contra la explotación capitalista.

        Sin embargo, al igual que en la lucha de los jóvenes contra la ley de promoción del empleo juvenil, en la que se les privaba legalmente de una serie de derechos, se ha obtenido como resultado, aparte de la derogación de la susodicha norma, la organización permanente de los jóvenes; igualmente, uno de los resultados en esta lucha concreta es darle organización permanente al pueblo, a través del desarrollo de la propaganda por el socialismo, esclareciendo el contenido de la explotación capitalista y la dominación burguesa.

        Así, la lucha concreta contra PPK y el indulto, se transformará en una lucha por ganar al pueblo para luchar contra el capitalismo.

        Los crímenes perpetrados por la dictadura fujimorista, fueron diseñados por el imperialismo. La desregulación de la economía, también fue práctica corriente de las instituciones financieras internacionales. No fue la originalidad ni la genialidad, del títere Alberto Fujimori, sino las exigencias del imperialismo en la lucha por la defensa del sistema capitalista a nivel planetario, lo que se ejecutó.

        Cualquier representante de la burguesía en el poder, hubiera actuado de forma parecida; hubiera aplicado las mismas recetas económicas y políticas.

        Tal como están las cosas, no se nos ocurriría decir que se deje de luchar contra el indulto. Es una manifestación sincera, en muchos de los casos, sobre todo de los sectores populares, contra las aberraciones cometidas por la burguesía en la defensa de sus intereses de clase. Es el rechazo a las desapariciones, a las detenciones arbitrarias, a las torturas, y a los asesinatos que cometieron los ejecutores de las órdenes del representante de la burguesía nacional e imperialista en el poder. Es también, en menor medida, un rechazo al robo, a la dilapidación de los recursos del Estado. Es el repudio a los vínculos con el narcotráfico, así como al despido masivo de trabajadores, de la destrucción de los sindicatos, etc.

        Pero este nivel de conciencia, no alcanza a la comprensión de que el sistema capitalista es la organización de una forma de explotación de los trabajadores. La burguesía se ha encargado, a nivel mundial, de hacernos creer que este sistema es el ejercicio de la libertad; que el dinero es el dios más preciado que puede existir. Pero llegados a este punto, no hay más que un paso para justificar su adquisición bajo cualquier forma, como por ejemplo por las diversas formas de delito.

        La conciencia colectiva, en el caso actual, puede asumir tanto la posición contraria al indulto, como la posición a favor del indulto. La propaganda burguesa ha creado esta situación. En ambos casos funcionan mecanismos ideológicos, que se han interiorizado por medio de la propaganda burguesa en general, así como por medio de la propaganda política electoral de cada agrupación (los regalos de los fujimoristas en las campañas electorales a los pobladores en situación de pobreza). Esta propaganda, asociada a la esperanza de salir de la situación de pobreza en que se encuentran, reforzada por los regalos en los periodos electorales, y de algún beneficio obtenido en el gobierno fujimorista, independientemente del origen de los recursos, se transforma en una defensa cerrada del criminal Alberto Fujimori.

        Estas dos posiciones en pugna, son la confrontación de la conciencia burguesa con la conciencia burguesa; es el reconocimiento del capitalismo como forma superior y única de organización de la producción (Todas las fuerzas políticas en el gobierno y en el congreso, incluido el Frente Amplio y Nuevo Perú); es la defensa del sistema capitalista por medio de la crítica o aceptación a determinados métodos de gobierno; es, en fin de cuentas, la renuncia a la liberación de todos los trabajadores de la explotación capitalista.

        Es decir, que esta manifestación sincera de lucha contra el indulto al criminal Alberto Fujimori, es expresión de la dominación ideológica de la burguesía.

        Lo más radical que se propone en esta lucha es que se vayan todos, tanto los integrantes del poder ejecutivo, como los miembros del poder legislativo.

        Se propone explícitamente que se vayan todos los corruptos, pero se propone implícitamente que siga el sistema capitalista, que siga la explotación capitalista, justamente el sistema que no solo explota a todos los trabajadores, sino el sistema que produce a los corruptos.

        El sistema capitalista no es solo la explotación de los trabajadores, sino que promueve una ética individualista, en la cual se manifiestan las aspiraciones individuales, fomentando la competencia por tener más, por desplazar a los demás de sus puestos de trabajo, por sobrepasar a los demás, sin importar que somos parte de una sociedad en la que todos jugamos un papel en nuestro autosostenimiento. Sin obreros no hay posibilidad de producción industrial; sin campesinos no tendríamos acceso a los alimentos, etc. Pero estos dos sectores de la sociedad son despreciados por la burguesía, desprecio que se ha extendido hasta los empleados, que siendo mejor remunerados por la burguesía por el papel que cumplen de preservar directamente los intereses de la burguesía, se sienten burgueses.

        En consecuencia, la solidaridad, la reciprocidad, etc., van desapareciendo, para dejar paso a la “riqueza” material, por la defensa del sistema capitalista como ejercicio de la libertad, por la remota posibilidad de “ascender” hasta llegar a ser un burgués.

        Esta mentalidad es casi una necesidad, pues en la búsqueda de solución a la situación de pobreza, se ve como una salida el negocio propio, el llamado emprendedurismo; mecanismo de explotación promovido por la burguesía para desarrollar una forma de explotación en la que la familia entera es explotada, aunque el emprendedor se sienta propietario de su propio negocio, es decir, se sienta burgués, aunque en los hechos viva peor que cuando era un obrero dependiente.

        Vale decir, que tanto las condiciones materiales de los trabajadores, como la propaganda burguesa, atenazan la conciencia de los trabajadores, y con ello logran enfrentar trabajadores contra trabajadores.

        Los sectores llamados de izquierda, como el Frente Amplio y Nuevo Perú, entre otros, nos hacen creer que es necesario contar con personas honestas. Pero esto acarrearía dos cosas: una, crear esperanzas en los sectores populares en que la honestidad de los gobernantes puede mejorar su situación, desviando así la lucha contra el sistema capitalista a la lucha contra los individuos en el gobierno; y, reforzar al sistema capitalista, aunque controlando o reduciendo de alguna forma el grado de explotación.

        La honestidad en el capitalismo es algo así como veneno recubierto con azúcar. Es un gobernante honrado dirigiendo los negocios de la burguesía, conservando la pobreza, el desempleo, protegiendo la explotación de los trabajadores y las ganancias de los burgueses, etc.

        En esta predica del ala izquierda de la burguesía, y de los sectores “menos agresivos” de la burguesía, está justamente el planteamiento de luchar contra el mal menor. Esta política se ha repetido muchas veces. Pero resulta que el mal menor siempre es una alternativa burguesa. No hay una propuesta de alternativa de poder que sea de los trabajadores, de las clases explotadas, del proletariado como representante de los intereses de todas las clases explotadas. La lucha por el socialismo se ha diluido en la lucha por un gobierno “honesto”, explotador pero “honesto”.

        El indulto al criminal Alberto Fujimori ha sido una maniobra de PPK para seguir en el gobierno del Estado burgués, y continuar siendo el administrador de los negocios de la burguesía, para agenciarse, no del sueldo de presidente, que es lo que menos le importa, sino de las ventajas de los grandes negocios de la burguesía con el Estado, tal como los fujimoristas y los demás partidos de derecha aspiran a representar.

        Por ello, independientemente de si el indulto fue un intento de ganarse a un sector del fujimorismo para tener mayor capacidad de maniobra, o de si fue una negociación para evitar la vacancia, esta ha sido una treta política para seguir dirigiendo los negocios de la burguesía, y con ello cumplir con el encargo de la burguesía imperialista y nacional de continuar con la explotación capitalista, y así seguir siendo acreedor de las dádivas y migajas de sus amos.

Economía

Expectativas Económicas y Situación de los Trabajadores

César Risso

LAS EXPECTATIVAS ECONÓMICAS para el 2018, de acuerdo a la encuesta de expectativas macroeconómicas del BCRP1, nos muestran cómo ven algunos de los agentes económicos el futuro inmediato.

        Con respecto a la inflación, tomando el dato máximo, en el 2018 será de 3%. Esto es, de no mediar un aumento en las remuneraciones de los trabajadores, su poder de compra disminuirá. Tomando como base S/ 850, con 3% de inflación, esta remuneración tendrá a fin de año un valor de S/ 825,24; en otras palabras, en el 2018, con 850 soles se podrá comprar como máximo lo que ahora se puede comprar con 825,24 soles.

        En cuanto al PBI, la expectativa de crecimiento es de 3,8%. Esto evidencia un problema, puesto que si se espera que los precios aumenten en 3%, lo cual indica que el poder adquisitivo va a disminuir, entonces no solo no se podrá vender ni adquirir el 3,8% adicional de la producción, sino que incluso solo se podrá adquirir el 97,03% de la producción del año 2017.

        La expectativa del tipo de cambio es de 3,35 soles. Dado que el tipo de cambio está en 3,21 soles por dólar, esto quiere decir que el dólar se va a apreciar, es decir, va a ganar valor. En contrapartida, la moneda nacional va a perder valor. En el comercio exterior, esto quiere decir que las importaciones van a ser más caras, y que las exportaciones se van a ver favorecidas, dado que al recibir los pagos en dólares más altos, las empresas exportadoras van a obtener mayores ingresos en moneda nacional.

        De un lado mayores beneficios para los exportadores, y de otro, menores beneficios para los importadores. Esto último generará aumento de costos para todos los sectores que empleen materia prima, o maquinaria y equipo, importada.

        Si tomamos el dato de la PEA ocupada (población económicamente activa ocupada) del año 2017, que fue, para Lima metropolitana, de 4.848.2002 trabajadores, considerando un ingreso mensual de 850 soles; dada la expectativa de inflación de 3% para el 2018; se tiene que esto equivaldría a la perdida de 141.225 empleos solo en Lima metropolitana. Esto evidentemente significa más pobreza.

        Tomemos otro dato importante de la economía peruana: “Según Nikita Céspedes, del MEF, la productividad de Perú es un quinto que la de Estados Unidos”.3

        Esto quiere decir que, en comparación con la economía norteamericana, cada camisa norteamericana, por ejemplo, equivale a cinco camisas peruanas; que por cada hora de trabajo en los Estados Unidos, en el Perú se trabaja cinco horas, o que por un día de trabajo en los Estados Unidos, en el Perú se trabaja cinco días.

        En general, esta situación de baja productividad en el Perú, estaría indicando que la economía capitalista peruana se caracteriza por un uso de la tecnología menor al promedio de los países capitalistas industrializados. Esto permite considerar algunas características de nuestra economía.

        La composición orgánica del capital es la medida del avance técnico en la producción capitalista. Se expresa como el cociente del capital constante dividido por el capital variable (c/v). Es una comparación del capital pretérito, coagulado o muerto, respecto del capital variable o vivo, que se despliega en el proceso de trabajo.

        La tendencia de la economía capitalista es al aumento del capital constante, sobre todo en maquinaria y equipo, y la reducción relativa del capital variable. Esto provoca la reducción de la plusvalía y, en consecuencia, de la cuota media de ganancia.

        La competencia capitalista obliga a la burguesía individual a desarrollar nueva tecnología, para así aprovechar la ventaja de reducir los costos de producción temporalmente para su empresa, lo que le permite obtener ventajas (sobreganancias) en el mercado; pero cuando se generaliza el uso de dicha técnica, el resultado es la disminución de los costos para todas las empresas, y con ello la reducción del valor de las mercancías, que se expresa en la reducción del precio de las mercancías.

        Así, la competencia, y la incorporación de nuevas técnicas va conduciendo a la disminución del valor individual (precio) de las mercancías, puesto que cada una de ellas contiene menor cantidad de trabajo socialmente necesario; lo que logra finalmente una situación social que no estaba en los cálculos de la burguesía: la disminución de la cuota media de ganancia.

        En la medida que la composición orgánica de capital (cok) en el Perú es baja, en promedio, ya que hay sectores de elevada cok, como en el caso de la minería, entonces, los sectores que más invierten en capital constante obtienen sobreganancias respecto de las de cok más baja. Este mismo fenómeno es el que se produce en nuestra relación comercial con los Estados Unidos, y con el resto de países capitalistas industrializados, y con todos aquellos que tienen una mayor cok.

        La situación descrita, y los datos citados, conjuntamente con las expectativas de los agentes económicos en el Perú, nos permite augurar que el año 2018, será un año de mayor precariedad para los trabajadores; que se agudizará como consecuencia de una mayor reducción de la inversión privada, y un desorden en la inversión pública, ya que esta última, afectada por la corrupción generalizada, no podrá ejercer libremente el criterio de ventaja personal de los altos funcionarios públicos, para los contratos correspondientes.
__________
(3) https://gestion.pe/economia/productividad-economia-peruana-sectores-potencial-153397

Internacionales



Nota:

A partir de la presente edición de CREACIÓN HEROICA publicaremos los diversos capítulos que componen el libro electrónico Macri. Orígenes e Instalación de una Dictadura Mafiosa, del compañero Jorge Beinstein, publicado por Ediciones virtuales Waiwén.

01-01-2018
Comité de Redacción

Macri. Orígenes e Instalación de una Dictadura Mafiosa

Jorge Beinstein

Prólogo del autor
(Noviembre de 2017)

Entre la redacción de este prólogo (fines de Noviembre de 2017) y la del primer capítulo del libro (Septiembre de 2017) han sucedido hechos que aceleran la tragedia argentina.

       La estrategia gubernamental de control mediático concluyó exitosamente su primera etapa: la liquidación del grupo Indalo a través de una venta forzada (combinación de presiones fiscales y judiciales siguiendo el estilo mafioso ya clásico del régimen) y de esa manera el apoderamiento de canales de televisión como CN23 o C5N (el más importante canal de televisión con perfil opositor), radios de gran alcance como Radio 10, diarios (por ejemplo “Ambito Financiero”), portales de noticias, productoras, editoriales, etc. Los grandes medios de comunicación ya han sido devorados. Luego del barrido grueso seguramente comenzará dentro de no mucho tiempo el barrido fino de medios de comunicación de menor envergadura (radios y canales de televisión locales, editoriales y otras vías de información popular) para ello seguramente profundizarán y extenderán las técnicas ya en curso (coacción física, arbitrariedades policiales y judiciales, etc.). El objetivo es la conformación de un sistema comunicacional completamente regimentado no al estilo de las viejas dictaduras militares sino siguiendo el nuevo esquema flexible y embrutecedor de la era de la Guerra de Cuarta Generación (desintegración cultural de la población combinada con manipulaciones puntuales de alta intensidad).

       También apareció el cadáver de Santiago Maldonado confirmando así su asesinato ejecutado por la Gendarmería Nacional actuando bajo órdenes de la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrrich (evidentemente por encargo del presidente) y de su Jefe de Gabinete, Pablo Noceti quien en el pasado se había destacado como abogado defensor de militares genocidas(1). La cacería racista contra el pueblo mapuche continuó sin tomarse siquiera un respiro luego del asesinato de Maldonado y hacia fines de Noviembre logra nuevas víctimas. El  asesinato de Rafael Nahuel, cometido por la Prefectura Naval, nuevamente bajo órdenes directas del Ministerio de Seguridad, expresa mucho más que el ensañamiento del gobierno contra el pueblo mapuche, lo que a comienzos de 2016 se presentaba como un régimen de CEOs, ladrones de alto vuelo y guante blanco, comienza a mostrar su esencia criminal, los hábitos sanguinarios de la mafia se van instalando en medio de la podredumbre del país burgués, renace el terrorismo de estado.

         La ola represiva no hace más que comenzar, el círculo superior del Poder sabe muy bien que la intoxicación mediática tiene rendimientos decrecientes a medida que el desastre económico y social se va profundizando, la pérdida de eficacia de ese instrumento requerirá cada vez más del empleo de la fuerza bruta. En estos días fue conocida la información de que el Grupo Halcón de la Policía de la Provincia de Buenos Aires había realizado un viaje de entrenamiento a los territorios palestinos ocupados por Israel, allí recibieron capacitación israelí en técnicas represivas contra la población civil (2).

       Respaldados por el gobierno, servicios de inteligencia de Estados Unidos como la CIA y la DEA o la Mossad de Israel han  penetrado en profundidad no solo en las estructuras de inteligencia, policías y sistemas de seguridad interior en general sino también en áreas políticas como el Ministerio de Relaciones Exteriores. La DEA, por ejemplo, especializada en el tráfico de drogas, tiene una actuación destacada en países como Paraguay, Colombia, México… y Argentina. El control de ese tráfico (y no su eliminación) le permite manipular a políticos, empresarios, policías y otros para utilizarlos en sus diversas operaciones coloniales. En el caso argentino, la asociación entre servicios estadounidenses, israelíes y europeos ha logrado en estos dos últimos años no solo la consolidación o reconquista de espacios de influencia anteriores  sino además avances notables en áreas políticas y militares del estado de gran importancia estratégica (3).

       Por otra parte aprovechando su buen resultado electoral el gobierno avanzó rápidamente en su ofensiva intimidatoria contra la oposición poniendo en prisión (show-linchamiento mediático mediante) al ex Vicepresidente Amado Boudou y al ex Ministro de Planificación Julio De Vido al mismo tiempo que lanzaba iniciativas de “reformas” laboral, previsional y fiscal  que iban mucho más lejos en la agresión a trabajadores y jubilados que lo que habían logrado gobiernos civiles derechistas como los de Menem y De la Rúa o la última dictadura militar, transfiriendo suculentos beneficios a los grupos económicos más concentrados.

       Tampoco estuvo ausente el espacio ya bombardeado del poder judicial, prosiguió la limpieza de magistrados fuera de control como la Procuradora General de la Nación Gils Carbó o los jueces Freiler y Arias. La mafia necesita de manera urgente disciplinar completamente a ese sector no solo para poder utilizarlo de manera cómoda en sus acciones represivas sino también para amortiguar la ola ascendente de descubrimientos de sus negocios ilegales, desde los Panamá Papers hasta el affaire Odebrecht(4), pasando por innumerables casos de corrupción que involucran a la casi totalidad del gobierno.

Avanzando a toda máquina

Luego de dos años de avance sistemático la sombra de la dictadura mafiosa se extiende ahora sobre el conjunto de la sociedad argentina, una pequeña camarilla concentra los tres poderes del estado así como los poderes económico y comunicacional, lo que resta fuera de su alcance se presenta como un abanico de fuerzas impotentes ante la aplanadora  del régimen. El bloqueo completo del sistema institucional podría ser logrado próximamente si Macri consigue imponer el voto electrónico, la farsa electoral coronaría el show macrista. Como en los viejos tiempos de la dominación oligárquica la soberanía popular, hoy bastardeada por la conjunción mediática-judicial, sería totalmente anulada por el fraude.

       Sin embargo el ascenso de las acciones represivas que culminaron con la captura y asesinato de Santiago Maldonado o la sucesión de atropellos a docentes, discapacitados y jubilados no afectaron a su base electoral, el bombardeo de los medios de comunicación alcanzó para preservarla.

       Se trata de un fenómeno novedoso, dictatorial pero civil y adornado con títulos constitucionales, esgrimiendo su origen “democrático” (evidentemente impuesto por una gigantesca manipulación mediática). Heredero de la euforia gorila de 1955 que reunió a clases medias y altas rodeando a los militares golpistas, aparentemente extinguida pero reapareciendo luego de una prolongada latencia, escondida en lo más profundo del alma de la derecha argentina y heredando también la obsesión antisubversiva de 1976, prima hermana de lo anterior.

       En suma una dictadura que ha podido instalarse sin sacar los tanques a la calle, exhibiendo buenos modales que de todos modos no pueden ocultar su incultura (subcultura primitiva de la lumpenburguesía). Respaldada por masas clasemedieras excitadas no solo contra los pobres (como sus ancestros gorilas) sino también contra el progresismo y su espacio cultural considerado una cueva de ladrones y transgresores por sus hipnotizadores mediáticos a los que aún obedecen arrastrando en el delirio a fragmentos importantes de la clases bajas. Y como otras veces combinando cínicamente moralismo discursivo, cruzada retórica contra la corrupción, con robos descomunales y demás delitos flagrantes presentados como sinceramientos, ajustes necesarios o simplemente negocios normales.

       Mezcla neofascista del siglo XXI cuyos conductores juegan al pocker al borde del abismo, inflando sin cesar una burbuja financiera destinada a estallar.  Nunca antes los argentinos habían conocido algo parecido, la irrupción de un régimen civil dictatorial ejercido directamente por el nivel superior del poder económico aparece como un hecho sorprendente.

       Lo que presenta la historia nacional es una larga sucesión de gobiernos populares estratégicamente débiles, dictaduras militares más o menos sanguinarias y gobiernos civiles conservadores inestables bajo el control de la élite empresaria y en ciertos casos muy presionados por el poder militar. La secuencia confirmaba la permanencia del círculo vicioso del subdesarrollo cuya dinámica logró finalmente producir un salto cualitativo monstruoso. Ya que mirando hacia atrás podemos comprobar que ese proceso degradaba más y más a la estructura social en su conjunto, engendraba y expandía tendencias destructivas no solo a nivel de las élites dominantes, que se iban transformando en bandas depredadoras, sino también de amplios sectores de las clases medias encandiladas por los de arriba y acumulando desprecio hacia los de abajo. Barbarie que se fue extendiendo hacia las clases bajas fragmentadas por décadas de desindustrialización, donde se acentuaban las diferencias entre los integrados y los marginales, donde la mayor parte de los aparatos sindicales pasaron a ser las plazas fuertes de burócratas sumergidos en el delito. La mansedumbre de los jefes la CGT ante las arremetidas del gobierno contra los asalariados se explica no solo por la proximidad ideológica entre ambos sino también, principalmente, por la vulnerabilidad judicial de los burócratas.

       La élite mafiosa fue imponiendo decisiones que perjudican a la inmensa mayoría de la población, pero esa mayoría objetiva está escindida entre quienes reaccionan y se defienden (sin atreverse, por ahora, a traspasar los límites que les fijan sus verdugos) y los que festejan estúpidamente a los bandidos que les roban. Dentro de este último sector podemos diferenciar a quienes la euforia fascista les hace privilegiar el odio social por sobre el deterioro concreto de su situación material, de los que consiguen mantenerse a flote, como frágil clase media, transfiriendo el daño recibido hacia otros más débiles que ellos.

       Neofascismo periférico del siglo XXI, novedoso y entonces difícil de describir empleando esquemas conceptuales del pasado. Asistimos a una gigantesca crisis de percepción donde lo evidente se hace invisible. El sector derechizado de la población celebra la derrota del “populismo”, vota contra el “populismo” mientras la nave en la que está embarcado se encamina hacia el desastre financiero y sus inevitables tragedias sociales. Frente a ello el grueso de la oposición aparece dominada por una suerte de droga pacificadora que le impide reconocer la realidad, se aferra a los mitos de una institucionalidad podrida, quiere creer que la dictadura mafiosa es una democracia “restringida” o “de baja intensidad” o “condicionada” o “burguesa” según la inclinación del observador. Pero se niega a reconocer a la dictadura como dictadura ni a su naturaleza mafiosa, decadente, como un aspecto decisivo, irreversible de la alta burguesía argentina y en consecuencia de la cultura dominante penetrando en un amplio abanico de jerarquías sociales inferiores.

       Porque hacerlo significa sacar los pies del plato, romper con el sistema, postular una resistencia popular que apunte hacia la transformación (democratización) profunda de la sociedad, regenerada sobre la base de la erradicación del poder elitista, de sus estructuras mediáticas, institucionales, financieras, agrarias, industriales, de los lazos de sometimiento colonial.

       El de Argentina no es un caso aislado, en América Latina asistimos a fenómenos parecidos, basta con observar las realidades de Paraguay gobernado por un narcopresidente, de Brasil después del golpe de estado con un gobierno de bandidos completamente impopular e inestable, de México, Colombia, República Dominicana...

       Una mirada más extendida nos permitiría ver a un planeta capitalista todavía bajo dominación (declinante) occidental controlado por lumpenburguesías basadas en los negocios financieros y una amplia variedad de actividades gangsteriles donde se destaca el Imperio estadounidense con una economía desquiciada y “gobernado” por un presidente grotesco. Desde el punto de vista global Macri no es una excepción aunque tiene sus rarezas, producto tal vez de la especificidad de la degeneración argentina. El hecho de que un país se encuentre gobernado por el primogénito de un clan mafioso sobre el que sobrevuela la sombra de la ‘Ndrangheta no es un caso habitual. Suena extraño, parece un film fantasioso inspirado en “El Padrino”. Aunque la realidad es mucho más compleja, Macri es una suerte de primus inter pares, número uno (no sabemos durante cuánto tiempo) de una articulación mafiosa que reúne a los dueños reales del país. Asociación inestable excitada por el saqueo, inmersa en un mundo burgués financierizado acosado por la crisis económica y geopolítica.

       La ideología de la élite argentina no se nutre de paradigmas imperiales relativamente estables como ocurrió con la vieja oligarquía y su relación cipaya con el Imperio Inglés o incluso con la clase alta del pasado más reciente alimentada por la ilusión de formar parte del Imperio norteamericano considerado el imbatible centro del mundo. Esta es una camarilla nihilista navegando a la deriva, solo interesada en el corto plazo. Ni siquiera esgrime valores autoritarios viejos o nuevos sino solo la brutalidad del poder autolegitimado a través del periodismo mercenario.


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Una introducción necesaria. Orígenes y auge del poder mafioso en Argentina (Septiembre de 2017)

Este libro reúne una serie de textos producto de la reflexión acerca de la prolongada degradación de la sociedad argentina. Nos encontramos ante una situación que escapa a los viejos paradigmas aunque las cabezas de muchos argentinos no perciben esa nueva realidad, en especial las de su clase política.

       No es la primera vez que eso sucede, la derecha pero también la izquierda (salvo unas pocas excepciones) no supieron entender la naturaleza de los cambios que se habían producido en los años 1940; la industrialización, la emergencia de las masas obreras y de formas culturales nuevas descolocaron a quienes seguían pensando en términos de una realidad superada. El ascenso peronista quebró prejuicios, hizo obsoletas interpretaciones que formaban parte del llamado sentido común. El fenómeno se produjo en un contexto internacional signado por la declinación de la superpotencia imperial dominante: Inglaterra, que entre las dos guerras mundiales fue perdiendo fuerza acosada por candidatos a la primacía que fracasaron como Japón o Alemania y de otros que desde 1945 pasaron a dominar el escenario global: los Estados Unidos y la Unión Soviética.

       La mutación industrial con fuerte contenido nacionalista con sus sindicatos obreros, las masas populares peronistas, los discursos encendidos de Evita, la llegada del voto femenino... aparecían ante los ojos y oídos de los grupos sociales tradicionales como una aberración destinada a evaporarse como un mal sueño o como una desviación demagógica pasajera. No se daban cuenta que, más allá de la duración de la presidencia de Perón, se habían producido cambios estructurales y culturales profundos enlazados a nivel global con el ascenso del keynesianismo, de la intervención del estado en la economía, la promoción del mercado interno, la integración de las clases bajas y la ampliación del espacio de los “países socialistas” desplegado por Eurasia desde Alemania oriental hasta China.

       Como sabemos, la dictadura militar instaurada en 1955 no pudo retrotraer al país al mundo anterior al aluvión peronista. La república oligárquica agroexportadora había quedado enterrada en el pasado aunque muchos de sus mitos persistieron en extendidos grupos de las clases medias y altas nutriendo al régimen dictatorial iniciado en 1976 y reapareciendo triunfalistas en el golpe blando de 2015.

       Nos encontramos ahora ante una transformación completamente opuesta a la de los años 1940. No se trata de una mutación industrial integradora sino por el contrario de una degeneración parasitaria del sistema que ha llegado a un punto de inflexión caracterizado por el rápido ascenso hacia el poder total de una élite mafiosa con aspiraciones dictatoriales. No se trata de un fenómeno inesperado sino del resultado de un largo proceso de envilecimiento social motorizado por las clases altas, expandiéndose hacia abajo, zigzagueante, pudriendo estructuras estatales, sindicales, políticas y formas culturales. El primer salto cualitativo se produjo en 1976 cuando la cúpula del capitalismo, devenido lumpenburguesía, se adueñó del poder bajo la forma de dictadura militar. Tomé nota del hecho en un texto publicado en el exilio hacia 1981 reproducido ahora en este libro (ver Capítulo 10, “La instalación hegemónica del parasitismo argentino”). Se trató de una arremetida sangrienta cuyo nivel de criminalidad es solo comparable al exterminio de los pueblos originarios y al aplastamiento de las resistencias criollas del interior del país, ocurridos aproximadamente un siglo antes.

       La democracia condicionada establecida en 1983 no erradicó el mal, por el contrario se adaptó a las imposiciones de las élites que siguieron con sus depredaciones amparadas en el sometimiento colonial hasta llegar al desastre de 2001. En esos años se iba imponiendo (recesión mediante) la dinámica de una economía de penuria para las mayorías populares funcionando a baja intensidad, destruyendo (devorando) segmentos enteros del tejido productivo. Ello fue descripto en un artículo que publiqué en Agosto de 2001 (ver el Capítulo 9, “Economía de penuria y revuelta popular”) donde señalaba que la reproducción del capitalismo colonial-parasitario que venía de obtener victorias decisivas en los años 1990 llevaba a la conformación de un sistema caracterizado por bajas, nulas o negativas tasas de crecimiento económico, afectado por la rapiña incesante de las élites dirigentes ampliando el espacio social de la pobreza y la indigencia. Esa trayectoria fue cortada por la rebelión popular de 2001 y la llegada del kirchnerismo en 2003 que revirtió el proceso de desindustrialización y concentración de ingresos, aunque no lo hizo destruyendo al sistema heredado, sino integrando de manera provisoria e inestable a la población saqueada. Lo logró combinando formas keynesianas mercado-internistas suaves con el aprovechamiento de una coyuntura económica y política regional y global favorable. Más adelante la profundización de la crisis mundial a partir de 2008-2009, que se aceleró en 2014, sumada al agotamiento de la ampliación indolora del mercado interno sentaron las bases para la derrota del entreacto progresista y la reinstalación de la derecha. No se trató de la simple repetición de las viejas políticas neoliberales sino del despliegue de una contrarrevolución cuya originalidad y magnitud ha sorprendido a sus víctimas que no esperaban semejante avalancha de atropellos (ver el capítulo 3, “Argentina en contrarrevolución accidentada”). Durante 2016 se produjeron enormes transferencias de ingresos hacia las clases altas, especialmente hacia un reducido núcleo de intereses convertido en una articulación de bandas saqueadoras que se apropiaron velozmente de ingresos fiscales, masas salariales y beneficios comerciales e industriales y que pusieron en marcha mecanismos de endeudamiento público y evasión de capitales hacia el exterior. La depredación quedó bajo el triple paraguas protector de la corrupción parlamentaria, la complicidad judicial y sobre todo de la manipulación mediática. En 2017 se prolonga el saqueo y la intoxicación mediática comienza a mostrar signos de saturación, persiste y se amplía el descontento popular y en consecuencia va emergiendo la marea represiva. La fuerza bruta y la intimidación física  apuntan a bloquear las protestas que ya no pueden amortiguar los medios de comunicación.

       Convergen hechos que van  conformando el último tramo del camino que conduce hacia la dictadura mafiosa. La desaparición de Santiago Maldonado inmersa en una escalada represiva coincide con la criminalización mediática de opositores reales mezclados con enemigos imaginarios convertidos en enemigos absolutos, apestados a exterminar, masa “subversiva” confusa señalada en las operaciones arbitrarias del Poder. A ello se suma el fraude comunicacional (o probablemente algo peor) en las elecciones primarias de agosto marcando un antes y un después en el proceso reaccionario en curso.

       La ola contrarrevolucionaria de 1976 contó con la intermediación militar; la de los años 1990 empleando principalmente a la clase política, pero la de 2015 es protagonizada de manera directa por la cúpula mafiosa prescindiendo de intermediarios significativos, rodeada por una corte sumisa de comunicadores, jueces, sindicalistas, gendarmes y policías. Esta hiperconcentración de poder es no solo peligrosa para las víctimas sino también para la propia mafia dirigente, ahora visible para todos, sin chivos expiatorios ante eventuales rebeliones de los de abajo.

       La historia nos enseña acerca del rol de los eunucos en la decadencia del imperio romano, perros fieles del emperador, incapaces de usurpar su poder y al mismo tiempo ejecutores de sus decisiones por encima de aristócratas y plebeyos. De tanto en tanto cuando el descontento de los súbditos amenazaba convertirse en huracán o cuando el gran chambelán eunuco adquiría demasiada independencia respecto de su amo, este último lo liquidaba o lo entregaba a la venganza de los descontentos. La ceocracia macrista parece señalar la superación burguesa-mafiosa del eunuquismo tanto político como militar, resultado de la acumulación de poder directo por parte de la élite y tal vez también de la ineficacia operativa de esos sirvientes ante un sistema que para reproducirse necesita de la mano política dura y despiadada, y de la inteligencia saqueadora de la alta lumpenburguesía. El fenómeno también aparece como la resultante de un complejo proceso de degradación de las mediaciones políticas y militares expresión de la decadencia general del sistema. La que forma parte de la crisis global -marcada entre otros aspectos por el enfriamiento económico y en consecuencia de las oportunidades comerciales y financieras internacionales de la élite local y de los capitales transnacionales instalados en la colonia argentina- acentuando la rapiña del mercado interno comprimido más y más por los sucesivos saqueos.

       La debilidad estratégica de los integrantes de la actual oposición, su incapacidad para superar los límites de un sistema decadente, permitió antes de diciembre de 2015 que las fuerzas reaccionarias ampliaran su capacidad operativa, agruparan clases medias, penetraran ideológicamente en las clases bajas aprovechando su fragmentación y facilita ahora la instalación dictatorial del poder mafioso. El realismo mediocre del progresismo y de la pequeña izquierda herbívora aferrados a los resquicios formales del sistema, a sus ficciones institucionales, ha formado y forma parte del proceso de degradación de la sociedad argentina. Su negativa delirante a reconocer la magnitud del desastre, a llamar al poder dictatorial en desarrollo por su nombre, ayuda a la legitimación de este último, entorpece el necesario despliegue de la resistencia popular. Navega en fantasías justificadoras de su impotencia acerca de un  gobierno cuyo origen electoral (evidentemente tramposo) le otorgaría credenciales democráticas. Algunos aspirantes a eunucos han llegado a referirse a la existencia de una “derecha democrática” gobernante, autoritaria pero constitucional, salvaje pero civilizada, depredadora pero en última instancia responsable. El culto “progresista” al oxímoron convierte a su mamarracho discursivo en una suerte de pensamiento confuso, ni siquiera ideológico, resultado de una grave crisis de percepción de la realidad, tal vez desbordado por ella, tal vez como forma de adaptación al infierno mafioso. Como la dictadura mafiosa no está todavía completamente instalada sino en proceso de instalación afirman sabiamente que “esto no es una dictadura”… ¿entonces estamos en democracia?, tampoco o si pero no del todo. Así es como se pierden en un mar de conceptos rebuscados tratando de describir algo que todavía no es completamente pero que está empezando a ser, que ya ha recorrido una buena parte del camino siniestro. Se niegan a admitir la orientación del proceso, su dinámica concreta. El presunto paciente está vivo o está muerto y si está vivo no hay porque alarmarse. Razonando de esa manera enfermedades y agonías serían inventos extremistas y la ciencia médica carecería de sentido.

       Este libro no pretende oponer soluciones positivas, proyectos o medidas de gobierno alternativas, solo trata de describir la realidad tal cual es, llamar a las cosas por su nombre, poner al descubierto protagonistas y fenómenos decisivos, lo que constituye una tarea muy osada apuntando a romper telarañas conservadoras, hipocresías oficialistas y opositoras. Goethe señalaba que quien en tiempos oscuros distorsiona la realidad contribuye a la confusión general pero que quien se atreve a mostrarla sin ocultamientos abre las puertas de
un mundo nuevo. Nietzsche agregaba que el valor de un ser humano se mide según la cantidad de verdad que es capaz de soportar. Estos son tiempos de dura prueba para las mayorías populares, de demostración de su nivel de compresión de la tragedia que está viviendo y por consiguiente de su capacidad de reacción.

       Este libro se refiere a Macri pero no se limita a él sino que trata de insertarlo dentro de una historia más amplia de la que emerge el personaje, señala indicios de la trama mafiosa de su clan familiar pero no busca colocarlo en el centro de la escena. No busca echarle toda la culpa a una familia mafiosa pero tampoco intenta diluir sus fechorías en el océano inasible de la “burguesía” o del “capitalismo” en general. Ambos procedimientos tienden a ocultar a la élite dominante concreta con sus estructuras visibles u ocultas, donde pululan los magnetto, los rocca, los ratazzi, los benetton y también los macri.

       Macrì no es un aventurero solitario sino el engendro de la degradación estructural y cultural de la sociedad argentina, fenómeno complejo que fue madurando durante muchas décadas. Tampoco la marcha hacia el poder dictatorial es la irrupción sorpresiva de una aberración a contramano de la democracia sino la etapa presente de la degeneración de una seudo-democracia, de una “democracia” condicionada por la élite dominante con sus jueces, sus medios de comunicación, sus aparatos de inteligencia, sus capos financieros y las intrusiones imperiales de los Estados Unidos (ver el capítulo 8, “Los avatares de un sujeto casi inexistente. Democracia ilusoria y reproducción del sistema”). Quienes entendíamos eso no nos sorprendemos ahora, quienes no querían entender antes se hacen ahora los sorprendidos. Quienes entendemos el carácter profundamente decadente del capitalismo argentino no vemos otra posibilidad de regeneración social que la que pasa por la erradicación de las estructuras básicas del sistema. Quienes siguen viviendo de ilusiones, buscan y buscan resquicios, pequeñas reformas posibles que hagan soportable la degradación general.

       Conclusión: Argentina se encuentra al borde de la instalación de un régimen dictatorial con rostro civil en cuya cúpula se encuentra una articulación de carácter mafioso donde se combinan negocios empresarios de alto vuelo con otros claramente ilegales como la trama del narcotráfico. En ese sentido es posible hablar de lumpenburguesía dominante y transnacionalizada subordinada a los Estados Unidos. En la base de ese poder aparecen espacios sociales de clase media impregnadas de un neofascismo muy agresivo alimentado por una manipulación mediática abrumadora. Falta muy poco para que la dictadura se despliegue de manera integral sobre la sociedad argentina. Su destino depende de varios factores entre ellos el futuro de su amo imperial norteamericano actualmente en retroceso geopolítico a nivel global, acosado por su crisis económica y sometido a fuerzas entrópicas internas de gran envergadura. También depende de los avatares de la vorágine saqueadora en la que esta sumergida la élite dominante donde se destaca una burbuja financiera que crece en progresión geométrica y de la durabilidad del fascismo rabioso de sus apoyos de clase media a los que la degradación económica general terminará por afectar. Finalmente la gran incógnita es la futura masividad y radicalización de una resistencia popular que viene demostrando su magnitud pero que aún no ha dado el salto hacia la confrontación total desplegando todas las formas posibles de lucha contra un régimen que debe ser destruido para que el país supere su decadencia.


Notas:
1) Pablo Noceti “es abogado y hasta su designación en el Ministerio de Seguridad, era uno de los abogados del estudio de Alfredo Battaglia y Luis Fernando Velasco, que se dedica a ejercer la defensa de represores acusados por crímenes de lesa humanidad en distintas provincias, y también lo hizo en Entre Ríos. Battaglia, por ejemplo, fue defensor del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri…. Noceti fue defensor de Naldo Miguel Dasso, ex jefe del Regimiento de Concordia entre 1975 y 1977, condenado a prisión perpetua por el secuestro de cuatro personas y las desapariciones forzadas de Sixto Francisco Zalasar y Julio Alberto Solaga, delitos cometidos en el marco del “segundo genocidio nacional”, como lo calificó el Tribunal Oral Federal de Paraná en su sentencia”, Análisis Digital, 15/08/2017, “Noceti, el defensor de genocidas que estuvo al frente de la represión en la que desapareció Santiago Maldonado”,      http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=259548
2) “El grupo especial de la Policía Bonaerense denominado grupo Halcón viajó a territorios palestinos ocupados para recibir una capacitación… en prevención, disuasión, planificación y ejecución de ataques. Asimismo se capacitaron en conocimiento de explosivos, preparación física y mental de policía de elite” según la información oficial disponible. Resumen Latinoamericano /ANRed/ 21 noviembre 2017, “El grupo Halcón de la policía argentina se entrenó en territorios ocupados palestinos”, http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/11/21/el-grupo-halcon-de-la-policia-argentina-se-entreno- en-territorios-ocupados-palestinos/
3) “Varias fuentes señalan que, concretado el triunfo (de Macri) en las elecciones presidenciales, estas dos embajadas (las de Estados Unidos e Israel) dieron nombres para la conformación del Gabinete Nacional. La norteamericana habría “sugerido” a Susana Malcorra para conducir la política exterior argentina, y la israelí habría “pedido” que la titular del Ministerio de Seguridad sea Patricia Bullrich. Las políticas llevadas adelante desde cada una de estas Carteras tienden a confirmar esas apreciaciones”. Héctor Bernardo, “, "La seguridad argentina en manos de Israel y la Mossad", Contexto, Nov 19, 2016, http://www.diariocontexto.com.ar/2016/11/19/la-seguridad-argentina-en-manos-de-israel-y-la-mossad/
4) “Revelan que Mauricio Macri es socio de Odebrecht”, Ámbito Financiero,  domingo 6 de Agosto de 2017,http://www.ambito.com/892596-revelan-que-mauricio-macri-es-socio-de-odebrecht
CREACIÓN HEROICA