martes, 2 de diciembre de 2014

Política


Mariátegui y el Frente Unido



     Eduardo Ibarra

 
En las notas preparatorias de su tercera conferencia en la Universidad Popular Gonzáles Prada (UPGP), 30 de junio de 1923, Mariátegui escribió: "soy partidario antes que nada del frente único proletario. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una sola federación. Cada cual tenga su filiación, pero todos el lazo común del credo clasista" (t.8, p.33). Y en su Mensaje al Congreso Obrero, enero 1927, declaró: "El frente único de los trabajadores, es nuestro objetivo" (t.13, p.114).

Como se puede ver, Mariátegui habla del frente unido de la clase obrera, del frente de los trabajadores en cuanto trabajadores. Lo dice él mismo sin dejar margen a dudas: "Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una sola federación".

Por supuesto, de suyo se comprende porqué Mariátegui luchó antes que nada por el frente sindical del proletariado. En su artículo El 1º de Mayo y el Frente Unico, 1924, declaró: "El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado (...) Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios" (ibídem, p.108. Elipsis nuestra). Y en su ya citado Mensaje al Congreso Obrero, afirmó: "Extraviarse en estériles debates principistas, en un proletariado donde tan débil arraigo tienen todavía los principios, no serviría sino para desorganizar a los obreros cuando de lo que se trata es, justamente, de organizarlos" (ibídem, p.113).

Así, pues, la insipiencia de la conciencia y de la organización clasistas del proletariado llevó a Mariátegui a luchar antes que nada por el frente sindical de los trabajadores.

Durante seis años, de 1923 a 1929, Mariátegui luchó victoriosamente contra el mutualismo, el anarquismo, el anarco-sindicalismo y la desviación aprista y, de este modo, alcanzó a organizar el frente unido sindical del proletariado, la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP).

Este proceso de constitución del frente unido sindical de la clase obrera tuvo de espontáneo y de consciente al mismo tiempo. Esto quiere decir que la CGTP fue "formada de abajo para arriba, es decir por organismos nacidos en las fábricas, talleres, minas, empresas marítimas y terrestres, por los trabajadores agrícolas y campesinos, por las grandes masas de indios explotados" (ibídem, p.153), pero, en la medida en que Mariátegui y su equipo de colaboradores cumplieron en este proceso un papel especialmente importante, puede decirse que al mismo tiempo fue construida de arriba abajo.

En la revista Amauta y especialmente en el periódico Labor, pero también en Claridad, Bohemia Azul, El Obrero Textil y otras publicaciones, puede apreciarse la inmensa labor teórica de Mariátegui en punto a la organización clasista de los trabajadores. Y, en su participación personal en numerosas reuniones abiertas y cerradas, en eventos obreros y campesinos puede apreciarse su intensa actividad práctica con vistas al mismo objetivo.

El Partido Socialista del Perú se fundó el 7 de octubre de 1928 y la CGTP el 17 de mayo de 1929. La relación entre estos dos acontecimientos explica que, en su artículo Admonición del 1º de Mayo, 1929, prácticamente Mariátegui hiciera un llamado a luchar por el socialismo: "La lucha por el socialismo no se nutre de evocaciones dolientes o coléricas ni de esperanzas exaltadas. Es, antes que nada, acción concreta, realidad presente" (ibídem, p.118).

El cambio de apreciación es evidente. Mariátegui ha dejado atrás la consideración de que "Están demás todas las discusiones bizantinas sobre metas remotas. El proletariado de vanguardia tiene, bajo sus ojos, cuestiones concretas" (ibídem, p.114).

Resueltas estas cuestiones y fundado el Partido Socialista, Mariátegui consideró oportuno sostener que la lucha por el socialismo es "acción concreta, realidad presente". De este modo hizo extensiva a las clases trabajadoras la tarea central del Partido, la tarea de luchar por la conquista del Poder.

Evidentemente, esto es ya plantear el frente político del proletariado. Y aunque entonces este frente no cobró una determinada forma orgánica, es un hecho que, en la conciencia de Mariátegui, comprendía a las clases trabajadoras representadas por la CGTP, otras organizaciones populares y al recién fundado Partido Socialista, como base del frente unido del pueblo peruano.
 
En el ciclo de charlas en la UPGP ofrecido al sector de vanguardia de la clase obrera de entonces, pueden apreciarse los primeros pasos de la inmensa labor de educación realizada por Mariátegui con vistas a la constitución del frente político del proletariado peruano.

He aquí, pues, las dos formas del frente unido del proletariado por los que luchó Mariátegui: la forma sindical y la forma política.

Paralelamente a esta labor de constitución del frente unido proletario, desde 1925 "los elementos de vanguardia del Perú", entre ellos Mariátegui, "aceptan, en principio, el Apra, que hasta por su título se presenta como una alianza o frente único" (ibídem, p.102). Este frente no era ya ni el frente sindical ni el frente político del proletariado; es, notoriamente, un frente que quería unir a todas las fuerzas unibles en la lucha común contra el enemigo común. Pero este frente en realidad "no pasó nunca de ser un plan, un proyecto, una idea" (t.13, p.210), y, además, la desviación aprista lo convirtió más o menos tempranamente en "Partido Nacionalista Libertador".

En tal circunstancia, Mariátegui se vio precisado a fundamentar teóricamente la irrenunciable independencia política de la clase obrera, la necesidad de un frente unido antiimperialista y antifeudal y la indispensable hegemonía del proletariado. Esta labor está contenida principalmente en las cartas del 16 de abril de 1928 y del 10 de julio del mismo año dirigidas a la célula de México, en su tesis Punto de Vista Anti-Imperialista y en el Acta de Constitución del PSP.

Precisamente en la carta colectiva Mariátegui afirmó que "Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación, constituimos de hecho -y organizaremos formalmente- un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas que colaborando dentro del movimiento con elementos liberales o revolucionarios de la pequeña burguesía y aun de la burguesía, que acepten nuestros puntos de vista, trabaje por dirigir a las masas hacia las ideas socialistas" (Martínez de la Torre, Apuntes para unas interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, p.301).
 
Y, consecuente con su método de que "nuestra praxis debe corresponder a la realidad que tenemos delante", puntualizó acerca del frente: "Como socialistas, podemos colaborar dentro del Apra o alianza o frente único, con elementos más o menos reformistas o socialdemocráticos -sin olvidar la vaguedad que estas designaciones tienen en nuestra América- con la izquierda burguesa y liberal, dispuesta de verdad a la lucha contra los rezagos de feudalidad y contra la penetración imperialista" (ibídem, p.300). Y subrayó: "La colaboración de la burguesía, y aún de muchos elementos feudales, en la lucha anti-imperialista china, se explica por razones de raza, de civilización nacional, que entre nosotros no existen. El chino noble o burgués se siente entrañablemente chino. Al desprecio del blanco por su cultura estratificada y decrépita, corresponde con el desprecio y el orgullo de su tradición milenaria. El anti-imperialismo en la China puede, por tanto, descansar fundamentalmente en el sentimiento y en el factor nacionalista. En indoamérica las circunstancias no son las mismas. La aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pueblo por el lazo de una historia y de una cultura comunes. En el Perú, el aristócrata y el burgués blancos, desprecian lo popular, lo nacional. Se sienten, ante todo, blancos. El pequeño burgués mestizo imita este ejemplo (...) El factor nacionalista por estas razones objetivas... no es decisivo ni fundamental en la lucha anti-imperialista de nuestro medio. Sólo en los países como en la Argentina, donde existe una burguesía numerosa y rica, orgullosa del grado de riqueza y poder de su patria, y donde la personalidad nacional tiene por muchas razones contornos más claros y netos que en estos países retardados, el anti-imperialismo puede penetrar fácilmente en los elementos burgueses, pero por razones de expansión y crecimiento capitalista y no por razones de justicia social y de doctrina socialista como es nuestro caso" (ibídem, p.301).

Como es evidente, Mariátegui planteó allí el frente unido "con la izquierda burguesa y liberal". Y tuvo presente el factor raza, que, en el Perú, "se complica con el factor clase", y, de esta manera, llegó a la conclusión de que la burguesía nativa no tiene un sentimiento nacionalista que la convierta en un elemento de la lucha contra el imperialismo. Esta profunda observación de Mariátegui ha sido corroborada por más de setenta años de historia continental. Por último, señaló que en Latinoamérica el nacionalismo burgués puede prosperar en países donde la burguesía es comparativamente más vigorosa, pero, igual que en el caso del Kuomintang, la experiencia ha demostrado también cuán poco se podía confiar en este nacionalismo burgués.

En Punto de Vista Anti-Imperialista, Mariátegui retomó las ideas centrales de la carta colectiva y agregó otras en su irrenunciable propósito de "acomodar la acción revolucionaria a una apreciación exacta de nuestra propia realidad".

Estas ideas, suscintamente expuestas, son las siguientes: 1) con excepción de los países centroamericanos donde la intervención directa del imperialismo produjo un cierto sentimiento nacionalista en algunos sectores de la burguesía, en los países latinoamericanos las burguesías nativas no tienen predisposición a luchar contra el imperialismo; 2) el antiimperialismo no constituye por sí solo un programa político, un movimiento de masas que se basta a sí mismo y que conduce espontáneamente al socialismo; 3) el imperialismo utiliza el poder de la clase feudal en tanto clase dominante, pero sus intereses económicos no son los mismos; 4) la pequeña burguesía puede llegar a una alianza con el imperialismo en la lucha contra los resabios feudales y estorbar así la orientación clasista de las masas; 5) ni la burguesía ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer una política antiimperialista; 6) el socialismo encontraría su más encarnizado y peligroso enemigo en la pequeña burguesía afirmada en el poder; 7) el nacionalismo burgués que eventualmente puede darse en algunos países latinoamericanos, no anula el antagonismo de clases; 8) solo la revolución socialista opondrá al imperialismo una valla definitiva y verdadera; 9) somos revolucionarios porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico llamado a sucederlo.

En resumidas cuentas, Mariátegui planteó que en los países latinoamericanos que no conocen la intervención directa del imperialismo, el factor nacionalista no es decisivo ni fundamental en la lucha anti-imperialista (se refiere al nacionalismo burgués); en estos países (y no solo en estos países en la medida en que las burguesías latinoamericanas han demostrado no tener la potencia necesaria para cumplir la misión que históricamente les correspondía), los verdaderos factores de la lucha contra el imperialismo son más bien razones de justicia social y de doctrina socialista. En otras palabras, no es el nacionalismo burgués sino el nacionalismo proletario el verdadero sustento de la lucha contra el imperialismo.

Esta constatación es ya el planteamiento de la hegemonía del proletariado en el frente unido antiimperialista y antifeudal, planteamiento que cobra una forma más evidente todavía en los términos siguientes: “Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera" (t.13, p.91).

En el Acta de Constitución del PSP, Mariátegui puntualizó: “La organización sindical y el partido socialista, por cuya formación trabajaremos, aceptarán contingentemente una táctica de frente único o alianza con organizaciones o grupos de la pequeña burguesía, siempre que éstos representen efectivamente un movimiento de masas y con o0bjetivos y reivindicaciones concretamente determinados” (Martínez de la Torre, Apuntes, t.II, p.398).

En la carta del 16 de abril de 1928, en la carta colectiva del 10 de julio del mismo año, en la tesis Punto de Vista Anti-Imperialista, en los artículos El 1º de Mayo y el Frente Unico, Admonición del 1º de Mayo y Mensaje al Congreso Obrero y en el Acta de Constitución del PSP se encuentra, pues, la fundamentación teórica de la necesidad del frente unido y la sustentación de sus principios básicos.

Pero todavía es necesario señalar que, con el Manifiesto de la "Confederación General de Trabajadores del Perú" a la Clase Trabajadora del País, Mariátegui dotó a las clases trabajadoras de una fundamentación teórica de sus reivindicaciones inmediatas, y que, con sus Principios Programáticos del Partido Socialista, dotó al entero pueblo peruano del factor fundamental para su unidad en la lucha por la conquista del Poder.

Del primer conjunto de materiales es necesario destacar estos conceptos: “El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos  por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema  concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia” (t.13, pp.108-109).

En conclusión, es un hecho que Mariátegui estableció el principio táctico del frente unido, la lucha contra el adversario común, y, al mismo tiempo, su principio estratégico, la hegemonía del proletariado, es decir, la lucha por el socialismo.

Y solo un frente con este principio táctico y este principio estratégico puede llevar adelante las dos etapas de la revolución como un proceso único e indivisible.

Este es el legado que Mariátegui dejó al pueblo peruano en punto al frente unido. Y, por supuesto, en este legado hay que distinguir lo contingente de lo permanente. Y desarrollar esto último de manera que nuestra acción presente corresponda directa y exactamente a la realidad que tenemos delante.
 
10.08.03.

  

El Socialismo Heroico y Creador:
«Defensa del Marxismo»

(Décima Parte)

 
                                                                                                  Jorge Oshiro

 
Moral y Religión

 
Mariátegui continúa sus reflexiones en «Defensa del Marxismo» afirmando:

"Cien derrotas han sufrido en esos países (europeos) los partidos socialistas, las masas sindicales. Sin embargo, cada nuevo año, la elección y la protesta, una movilización cualquiera, ordinaria y extraordinaria, las encuentra siempre acrecidas y obstinadas".
 
Estamos otra vez en esta frecuente imagen de la persistencia moral de la clase obrera. Ya en «El hombre y el Mito» hablaba de Renán y su constatación de "la fe religiosa de los socialistas", constatando su inexpugnabilidad a todo desaliento.

"A cada experiencia frustrada, recomienzan. No han encontrado la solución: la encontrarán. Jamás los asalta la idea de que la solución no exista. He allí su fuerza"

decía el viejo novelista y pensador francés. Y en este texto que estamos analizando vuelve Mariátegui al literato francés:

"Renán reconocía lo que de religioso y de místico había en esta fe social".


La íntima relación entre los conceptos de religión y moral se manifiesta claramente en este pasaje. Y es tan íntima que es imposible reconocer los límites fronterizos entre una y la otra. De tal manera que se podría postular la identidad de estas dos categorías. Del momento que la moral para Mariátegui no es un código de Mandamientos ni una reflexión metafísica sino que emana del comportamiento de los obreros en la fábrica y en la lucha de clases y que esta moral lo define nuestro autor como la "elevación" de los obreros hacia comportamientos heroicos, esta fuerza o potencia moral es a la vez un fenómeno religioso tal como se manifiesta en el concepto de "ascetismo".

La religión por lo tanto nada tiene que ver con alguna creencia más o menos pasiva y dogmática de algunos principios o personas sobrenaturales. Ya decía Mariátegui, valga la reiteración, que "los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociales" («El hombre y el mito»). Por lo tanto la religión se da en este mundo y lo Absoluto tanto para Mariátegui como para Spinoza es una entidad del «Reino de este mundo».

Mariátegui es un pensador sustancialmente religioso. Pero él revoluciona el concepto mismo de Religión. Hace de ella un todo orgánico, integrado íntimamente con las otras actividades humanas.

Y al integrar íntimamente "El factor religioso" en lo humano, lo profundiza, lo intensifica, lo eleva. Pero para cumplir esta función tiene que desplazarse "del cielo a la tierra". "El factor religioso" tiene que hacerse moral, tiene que hacerse política, estética, etc. o como diría Unamuno, "tiene que hacerse carne" para poder existir.

El marxismo: determinismo de lo viviente.

Una crítica frecuente contra el marxismo es su pretendido "fatalismo". Mariátegui escribe al respecto:

"Otra actitud frecuente de los intelectuales...es la de exagerar interesadamente el determinismo de Marx y su escuela".

Esta afirmación de la "exageración" implica primeramente la aceptación de parte de Mariátegui del determinismo en Marx. El pensamiento marxista supone un determinismo. El problema está  en la cualidad y el sentido de este determinismo, lo cual implica el examen crítico de este concepto. La pregunta por lo tanto es: ¿En qué sentido es el pensamiento de Marx determinista y en qué sentido no lo es?

Por otro lado la "exageración" no es fortuita. Implica para Mariátegui una distorsión del marxismo para darle una investidura que no le corresponde, el cientifismo positivista. En otra palabra, convertirlo en

"un producto de la mentalidad mecanicista del siglo XIX".

Y de esta manera descalificarlo, considerando la decadencia del mecanicismo a comienzos de siglo XX. Pues en los momentos que escribía Mariátegui se consideraba, por parte de una vasta corriente de intelectuales europeos, como superada la visión mecanicista de la realidad y como se interpretaba al marxismo como una variante más del mecanicismo decimonónico, por esta via se afirmaba también su decadencia. Esta posición es retomada por De Man. Pero no en su forma abierta:

"Hay que constar" -declara- "que Marx no merece el reproche que con frecuencia se le dirige de ser un fatalista, en el sentido que negara la volición humana en el desarrollo histórico; lo que ocurre es que él considera esta volición como predeterminada".

Se aprecia ya que esta "defensa" que hace el socialista belga de Marx es solamente aparente, pues hablar de una volición "predeterminada" es implícitamente negarla, pues según el peruano en la concepción de Henri de Man sobre el pensamiento de Marx

"hay una volición social sometida a las leyes, la cual se cumple por medio de la lucha de clases y el resultado ineluctable de la evolución económica que crea la posición de intereses".

Estamos en medio de un problema delicado: la relación entre la voluntad y las leyes (económicas, sociales, naturales). En otras palabras: ¿Cuál es el estatus de la voluntad frente a las leyes "objetivas" (económicas, sociales, naturales)?

La repuesta de Mariátegui la encontramos casi al final de artículo, a través de una cita del crítico italiano Adriano Tilgher:

"la voluntad socialista no se agita en el vacío, no prescinde de la situación preexistente".

Y luego afirma nuestro autor:

"El carácter voluntarista del socialismo no es, en verdad menos evidente, aunque sí menos entendido por la crítica que su fondo determinista".

Como se aprecia en este texto, el voluntarismo y el determinismo "coexisten" en el marxismo, según Mariátegui, pero él no nos ofrece inmediatamente una explicación explícita de esta difícil relación; no nos dice cuál es el estatus de esta voluntad "en ese fondo determinista". Pero nos da una pista:

"Para valorarlo, basta, sin embargo, seguir el desarrollo del movimiento proletario, desde la acción de Marx y Engels en Londres, en los orígenes de la I. Internacional, hasta su actualidad, dominada por el primer experimento de Estado socialista:la URSS. En este proceso, cada palabra, cada acto del marxismo tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción heroica y creadora, cuyo impulso sería absurdo buscarlo en un mediocre y pasivo sentimiento determinista" (Subr.JO).

En este pasaje Mariátegui pone en claro que lo que a él le importa e interesa señalar en primera línea es la praxis histórica y no el desarrollo de una teoría. Lo que él nos ofrece es la explicación del desarrollo de los hechos históricos. Lo que señala, en otras palabras, es el estatus de la voluntad "en estado práctico" de los hechos reales.

Por otro lado es importante detenerse en la última parte del texto. En ella nuestro autor no habla de una "visión o concepción determinista"; dice explícitamente "sentimiento determinista", lo que no es igual ni intercambiable.

Lo que el revolucionario peruano acentúa es una "absurda" relación de causalidad: un "mediocre y pasivo sentimiento determinista" no puede impulsar "actos y palabras que tengan acento de fe, de voluntad, de convicción heroica y creadora".

Esta "convicción heroica y creadora" exige por lo tanto otra causalidad de diferente naturaleza, otro tipo de determinismo, diferente al determinismo cartesiano racionalista. Supone una visión específica de la naturaleza que rechaza el "pasivismo mediocre", dentro del cual cada elemento causal es puramente "causado" pasivamente sin tener la capacidad, la fuerza, la potencia de causar.

La visión cartesiana-mecanicista redujo a la naturaleza a esta dimensión de pasividad. Esta visión de la naturaleza no fue la de Marx ni la de Spinoza. Para ellos no podía reducirse la naturaleza a "objeto" pasivo del principio de actividad (la voluntad, la inteligencia, el espíritu humano).

Para el determinismo viviente que va de Spinoza y Marx Naturaleza es el mismo principio de la vida, o mejor, la Naturaleza se identifica conceptualmente con la vida. Para este determinismo cada elemento de la cadena infinita de causalidad es a la vez causada y causante, es activo y pasivo a la vez, es sujeto y objeto de la acción.

Pero hay que entender que todo este sistema de causalidad no es expresión de un principio único de inercia. La causalidad no es causalidad de inercia, sino de Potencia. Poder causar es expresión de Potencia natural. Y ser causado es recibir la potencia de un ser exterior a nosotros. Hablar de potencia o de fuerza es ya hablar de la posibilidad del cambio. Todo individuo en la naturaleza representa un determinado quantum de fuerza, de potencia. Esta fuerza, esta potencia es la fuerza de la persistencia en la existencia.

El hombre, individualmente o en grupo, también representa esta unidad de fuerza. Por otro lado, el hombre, a diferencia de los otros individuos de la naturaleza, tiene un conciencia reflexiva que le permite, a través de incontables prácticas, percibir el sentido y el orden de las concatenaciones causales.

Esta conciencia reflexiva (las ciencias) posibilita el cambio del sentido y dirección de determinadas cadenas de causalidad, sin eliminarlas. Pero la conciencia reflexiva no es el cambio mismo. La conciencia reflexiva hace posible el cambio, pero no es ella el cambio.

La voluntad debe entenderse como fuerza (natural) individual o de grupo unida a un cierto grado de conciencia reflexiva. Aquí encontramos la célebre fórmula de Hegel: "la libertad es la conciencia de la necesidad". Pero esta conciencia reflexiva no es suficiente, aunque es conditio sine qua non.

La libertad exige, además de la conciencia reflexiva, la fuerza vital de la afirmación de la existencia propia. La libertad y la voluntad son expresiones, entonces de dos presupuestos imprescindibles: la conciencia reflexiva (la ciencia, el marxismo) y la fuerza de afirmación de la propia existencia (conatus, el espíritu revolucionario). La unidad dialéctica de estos dos presupuestos forma lo que Mariátegui llama "convicción heroica y creadora".

Esta concepción determinista mariateguiana, donde conjuga el "carácter voluntarista del socialismo" con un "fondo determinista" corresponde a lo que al comienzo de este trabajo llamamos «determinismo de lo viviente» refiriéndonos a Spinoza y lo opusimos claramente al determinismo cartesiano, al determinismo de lo muerto, de lo inerte, al "mediocre y pasivo sentimiento determinista" según la expresión de Mariátegui.

Economía

Lucha por el Agua 
 

César Risso


El año 2012, Miguel Aragón envió a los grupos de correo sus ideas y propuestas respecto de las luchas llevadas a cabo en Cajamarca, así como las desarrolladas por las comunidades nativas.

En aquella oportunidad publiqué el artículo Conga, el Hombre y el Oro, en el Blog Creación Heroica, en el mes de junio del 2012. Mi objetivo era responder a las propuestas de Miguel Aragón sin mencionarlo, esclareciendo el carácter de dicha lucha, así como la solución a la misma.

Hoy me veo en la necesidad de criticar las propuestas de Miguel Aragón directamente, dado que ha reenviado a los grupos de correo nuevamente los artículos: Algunos criterios para analizar la relación entre el agro y la minería, del 28 de marzo de 2012, y Aportes sobre la cuestión del agua, del 09 de abril de 2012.

Su propuesta se puede resumir en su negativa a oponerse a la actividad minera, y más bien a apoyarla. Lo curioso es que en estos momentos, en que a nivel de las diversas regiones, el pueblo se organiza para hacer frente a las actividades que afectan al medio ambiente en general, y al agua en particular, nos propongan renunciar a estas luchas.

La lucha contra la minería para poder usar el agua por los campesinos, es cuestionada por Miguel Aragón, atribuyendo esta consigna a Ollanta Humala, para con ello denigrarla. Así, nos dice que “La consigna general “Agro SI, Minas NO”,  y la  consigna específica“Agua SI, Oro NO”, que han agitado algunos desorientados y recalcitrantes confusionistas saturados de pasadismo -comenzando por ‘el candidato Ollanta Humala’ y su reaccionario plan de gobierno de ‘La Gran Transformación’ agitado en la última campaña electoral hasta abril de 2011-, nos parecen dos consignas irracionales y totalmente reaccionarias.”

Si Ollanta Humala agitó dichas consignas fue porque eran aspiraciones de los pobladores de Cajamarca frente a la minera Yanacocha, que pretendía llevar a cabo el proyecto minero Conga. Estas consignas, calificadas de irracionales y totalmente reaccionarias, en realidad expresan las luchas concretas de los campesinos de Cajamarca. Si estos se oponen a la actividad minera es justamente porque se han visto afectados de diversas formas por esta. La contaminación del agua por la minería es un hecho concreto. Y, por supuesto, no basta que Miguel Aragón nos diga que hay tecnología que puede mejorar esto. La burguesía utilizará las técnicas que económicamente les generen mayores ganancias. Esa es su racionalidad.

¿Pueden ser calificadas estas consignas de irracionales? De ninguna manera. La racionalidad de los campesinos y pobladores de Cajamarca es la de los trabajadores, que buscan satisfacer sus necesidades. ¿Es esto irracional? Si la actividad minera afecta los recursos que usan los campesinos, entonces es completamente racional que se enfrenten a las empresas mineras, que compiten por el recurso agua.

¿Se pueden calificar estas consignas de totalmente reaccionarias? De ninguna manera. Estas consignas privilegian al hombre, antes que a las ganancias que buscan las empresas mineras. Además, las consignas corresponden a luchas concretas, no a soluciones válidas para todo tiempo y lugar, como pretende presentarlas Miguel Aragón, con el ánimo de desvirtuarlas.

Lo irracional y reaccionario es negar la realidad del conflicto y de las luchas del pueblo de Cajamarca: “Mientras que a la actividad agrícola se le destina el 85% del agua actualmente utilizable, a la minería escasamente se le destina el 1% de ese reducido volumen. Este es el fondo del problema de la contradicción, contradicción más artificial que real, existente entre las necesidades de agua en el Agro y en  la Minería.” (Aportes sobre la cuestión del agua, 9 de abril 2012. Miguel Aragón)

En la medida que del total del agua aprovechada en el Perú, solo el 1% se usa para la actividad minera, mientras que el 85% se utiliza en la actividad agrícola, esta resulta siendo a ojos de Miguel Aragón una contradicción inexistente. Este no tiene ni la capacidad, ni el interés de apreciar los casos concretos en los que la actividad minera compite por el uso de agua con la agricultura, y en consecuencia, este aparece como un defensor de la burguesía minera.

Hay que llamar la atención acerca del método que utiliza para demostrar la inexistencia de este conflicto. Nos habla de datos totales, generales, para encubrir la expresión concreta en la que se presentan los conflictos reales. Este encubrimiento le sirve para defender los intereses de la burguesía.

Otro método aplicado por Miguel Aragón es de denigrar las consignas de lucha. Así nos dice: “En el presente no se pueden sembrar ‘vallas’ que estorben y dificulten el desarrollo del futuro”. Esto es, las consignas de lucha de parte del pueblo son calificadas de “irracionales”, “totalmente reaccionarias”, “vayas que estorban el desarrollo del futuro”. Todo esto corresponde a un método que pretende rechazar la lucha concreta del pueblo de Cajamarca, para justificar la defensa de la actividad minera.

Seguidamente plantea la solución general: “El problema que los pobladores peruanos tenemos que afrontar seriamente, y resolver técnicamente, es como aprovechar al máximo y de una manera racional este preciado recurso natural.”

En su solución excluye el concepto de clase social, para reemplazarlo por el de “pobladores peruanos”, y con ello reduce el problema a una cuestión estrictamente técnica. Al excluir el concepto de clase social niega el concepto de sistema capitalista, que es el que domina actualmente a nuestro país, para tocar el asunto desde el punto de vista técnico económico, negando el tratamiento desde el punto de vista socioeconómico. Nos habla de racionalidad en abstracto, en lugar de hablar de sustituir la racionalidad capitalista con la racionalidad socialista; pues la primera se guía por la obtención de plusvalía por medio de la explotación del trabajador asalariado, mientras que la segunda tiene por ley la satisfacción de todas las necesidades, tanto materiales como espirituales de todo el pueblo, a través del trabajo solidario sin explotados ni explotadores.

Es cierto que Miguel Aragón habla de capitalismo y de clase dominante, pero lo hace ubicando estos conceptos de tal forma que no atienden al caso concreto de las luchas comentadas.

La conclusión a la que llega Miguel Aragón es la siguiente: “Para continuar con el actual Crecimiento Económico, y crear las condiciones necesarias más favorables para el futuro Desarrollo Social, para poder superar el atraso general del país y la pobreza de la mayoría del pueblo, una de las tareas centrales en la construcción del Perú Nuevo del futuro será planificar de manera estratégica el Control y Manejo de las 157 Cuencas Hidrográficas existentes en el país. Control y Manejo necesario y obligado con el objetivo de utilizar al máximo y adecuadamente el agua disponible, en primer lugar para el consumo humano directo, y también para ser utilizada en el desarrollo de la agricultura, la ganadería, y la industria, incluida  la minería.

Agro SI, Minas SI, para Industrializar el Perú, sería la consigna general más adecuada para expresar las necesidades reales de la población, que puede complementarse con otra consigna más específica Agua SI, Oro SI, para financiar el Crecimiento del País.”

Aquí enlaza la necesidad de continuar con el actual crecimiento económico, que obviamente tiene carácter burgués, como premisa del futuro desarrollo social. Es decir, propone apoyar a la burguesía en el crecimiento económico, con lo cual debemos dejar de luchar contra la actividad minera que afecta el uso de los recursos hídricos para la actividad agropecuaria de las comunidades campesinas. Les dice a los comuneros, no luchen por el agua y contra la actividad minera que los afecta, porque ello impide crear la base material para el socialismo; transformando el conflicto entre las clases trabajadores en general, en un apoyo a la burguesía.

Miguel Aragón habla de no rebajar la lucha a la lucha protestataria; pero plantea luchar por aumentar el crecimiento económico; es decir, se ubica por debajo de la lucha protestataria.

Cómo entiende la lucha protestataria Miguel Aragón; pues como la lucha contra el cambio de gobierno, que expresa la lucha contra la política del gobierno de turno. Es decir, que pretende que los trabajadores, en general, no luchen por sus reivindicaciones inmediatas. Pero con su análisis y sus críticas a estas luchas, él mismo deja de lado estas luchas para defender a la burguesía minera.
 
Sin embargo, en contradicción consigo mismo, plantea: “El largo periodo de crecimiento económico capitalista iniciado el año 1993, resulta una condición muy favorable para el desarrollo de la lucha reivindicativa por la distribución de lo producido (para distribuir la acrecentada Renta Nacional). Estas luchas reivindicativas están fortaleciendo a las organizaciones de masas, y están favoreciendo la acumulación de fuerzas para luchas futuras, luchas que serán por objetivos superiores.”

Miguel Aragón se cuelga de una idea naturalista y la aplica dogmáticamente a la lucha concreta en el campo de la sociedad, cuando dice que “La tierra, el agua, y el aire, son diversas formas de existencia de la materia en movimiento que forma nuestro planeta. El agua, así como la tierra y el aire, son  recursos relativamente inagotables para seguir siendo utilizados por la humanidad durante muchos siglos más. La acción destructiva de la humanidad desarrollada sobre todo en la época capitalista, no tiene la  capacidad de destruir, y mucho menos  de “agotar”  esos tres recursos. La materia no se crea ni se destruye, la materia se encuentra en permanente transformación.”

El problema que se plantea a las comunidades campesinas se trata como un principio de la materia. Pero se trata precisamente del agua, y esta se contamina, y en el actual sistema capitalista tiene precio, que contiene el beneficio del capitalista. Pero esto queda de lado para Miguel Aragón, para poder defender a las empresas mineras.

En momentos en que el pueblo se organiza para enfrentar a las empresas extractivas, generando un gran movimiento, que puede transformarse en un frente nacional, Miguel Aragón les dice que sus propuestas son anacrónicas y antihistóricas, y pretende conducirlos hacia una lucha por el crecimiento de la producción, convirtiendo a estos movimientos en furgón de cola de la burguesía; cuando de lo que se trata es de orientar estos movimientos hacia la destrucción del sistema capitalista.

La solución que la burguesía proponga al problema del medio ambiente será para su beneficio; así, hará un enorme negocio de la protección del medio ambiente, para obtener más plusvalía a través de la explotación de los trabajadores asalariados.

El problema es que parece que estamos en una encrucijada: o luchar contra el capitalismo como sistema, para reemplazarlo por el socialismo, o lucha contra la contaminación del medio ambiente.

En las actuales condiciones, si la lucha por el agua y el medio ambiente adquiere la forma de un movimiento de masas, o de un frente de masas, puede ser esta la vía que nos conduzca a la victoria final del socialismo, a condición de que el proletariado consciente sepa cumplir bien su jornada, esto es difundir ideas y propuestas socialistas, contribuyendo a organizar así a este gran movimiento para derrocar el capitalismo y construir el socialismo.

Para esto debemos enfrentar las propuestas como la realizada por Miguel Aragón, quien tras un frasearioseudosocialista, tratan de desorientar al pueblo llevándolos a desarrollar una política pro burguesa.

    

 
 

El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial

(Tercera Parte)

 
Samir Amin
 

2. Al mencionar aquí a la OTAN, introduciré de entrada la otra dimensión del nuevo gobierno mundial.

En ningún momento de su historia el capitalismo pudo sustraerse a la acción del Estado; ni el capitalismo mundial, a los medios políticos y militares de que disponían los centros imperialistas. En ese plano, nuestra época no difiere en nada.

Lejos de creer en las virtudes únicas de la "mano invisible del mercado", elestablishment norteamericano sabe que, para ser eficaz, esa mano necesita el respaldo del "puño visible" de la fuerza militar. A propósito, recordaré aquí esta magnífica cita que ya señalé en otra parte: "Es lo que el mundo necesita -la mundialización sólo funcionará si los Estados Unidos obran con la fuerza omnipotente (almighty, ¡calificativo general­mente reservado a Dios!) de su posición de superpotencia"-. Y la razón por la cual serían necesarios los golpes de puño se expresa en estos términos: "la mano invisible del mercado no funciona nunca sin el puño visible. Mac Donald no puede ser próspero sin la Mac Donnell Douglas que construyó el F15. El puño oculto que garantice un mundo seguro para la tecnología de Silicon Valley se llama el ejército, la aviación, la marina y el Cuerpo de Marina de los Estados Unidos". El autor no es un bromista provocador; es Thomas Friedman, asesor de Madeleine Albright.

Aquí estamos muy lejos de los discursos tranquilizadores sobre el mercado autorregulado garante de la paz con que nos colman los economistas de moda. Al pasar, puede apreciarse el detalle de la elección de las ganancias de McDonald's como criterio de los progresos de la civilización universal. Un poco después, es verdad, Bush hijo hablaba del centro financiero de Nueva York y del Pentágono, los blancos del 11 de septiembre, ¡como de dos símbolos de la "civiliza­ción"! Más importante es hacer notar que la clase dirigente norteamericana sabe que la economía es política, y que lo que gobierna los mercados son las relaciones de fuerza -in­cluidas las fuerzas militares-. No habrá "mercado mundial" sin imperio militar norteamericano, dicen. Pues el artículo que acabo de citar no es más que uno entre centenares de otros semejantes. Si esta franqueza brutal es posible en aquel país, sin duda los medios están lo suficientemente controlados para que los objetivos estratégicos del poder nunca sean objeto de debate, de modo que el campo de la expresión libre, hasta lo burlesco, sólo está abierto a aquello que tiene relación con personas y, tras ellas, con conflictos que se dan en el seno de la clase dirigente y que, en esas condiciones, se vuelven com­pletamente opacos. En los Estados Unidos no existe una fuer­za política capaz de despabilar a una opinión pública mani­pulada sin dificultad.

Más llamativo aún es el silencio de los poderes europeos y de algunos otros que simulan no leer la prensa del otro lado del Atlántico (apenas me atrevo a pensar que ignoran lo que allá se dice) y prohíben a sus contradictores evocar siquiera la existencia misma de una estrategia global de Washington, acusándolos muy fácilmente de alimentar una "visión conspirativa" de la historia, o hasta de comportarse como iluminados que ven dibujarse por todas partes la sombra del "Gran Demonio".

El medio principal al servicio de la estrategia elegida por Washington es la OTAN, lo cual explica que esta organización haya sobrevivido al derrumbe del adversario contra el cual había sido creada. La OTAN habla hoy en nombre de la "co­munidad internacional", expresando con ello su desprecio por el principio democrático que gobierna esta comunidad por medio de las Naciones Unidas. En los debates norteame­ricanos sobre esta estrategia global, en muy raras ocasiones se tratan los derechos del hombre o la democracia. Sólo se los invoca cuando es útil hacerlo para poner en funciona­miento la estrategia global. De ahí el asombroso cinismo y el uso sistemático de la regla "dos pesos, dos medios".

La guerra de Kosovo le ofreció al presidente Clinton la oportunidad de proclamar los principios del nuevo orden político esbozado ya por Bush padre en ocasión de la guerra del Golfo. Un doble golpe de Estado: la sustitución de las Naciones Unidas por la OTAN como institución de gestión de la política mundial y la reafirmación del rol dirigente de los Estados Unidos, que se aseguraron tener siempre la de­cisión última. Desde este punto de vista, la guerra de Kosovo cumplió funciones decisivas, como lo testimonia la capitula­ción integral de los Estados europeos que se adhirieron sin chistar a la visión norteamericana relativa al "nuevo concepto estratégico" adoptado por la OTAN inmediatamente después de la "victoria" obtenida en Yugoslavia el 23 y el 25 de abril de 1999. En este "nuevo concepto" se extienden las misiones de la OTAN prácticamente a toda Asia y toda África (los Estados Unidos se reservan para sí el derecho exclusivo de intervención en América desde la instauración de la doctrina Monroe), con lo cual se admite que la OTAN no es una alian­za defensiva, sino que es un instrumento ofensivo de los Esta­dos Unidos. Simultáneamente, esas misiones quedan redefinidas en términos vagos, a la medida del deseo, como nuevas "amenazas" (la criminalidad internacional, el "terrorismo", las armas de destrucción masiva "peligrosas" en poder de paí­ses que no pertenecen a la OTAN, etcétera) que, evidente­mente, permitirán justificar poco más o menos cualquier agre­sión útil a los Estados Unidos. En este sentido, Clinton no se privó de hablar de los "Estados canallas", a los que habría que golpear "preventivamente", sin precisar nada más so­bre lo que él entendía por "canalla". Además, se ha liberado a la OTAN de la obligación de actuar únicamente por orden de la ONU, que recibe así un trato despectivo idéntico al que le dieron las potencias fascistas a la Sociedad de las Naciones (la analogía de los términos utilizados es sorprendente). Hoy, sacando provecho de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los Estados Unidos continúan efectivamente aplicando su estrategia de expansión y de militarización del orden mundial llamado "liberal", movilizando precisamente el pretexto del "terrorismo"...

3. Aprobar esta estrategia de los Estados Unidos y de sus aliados subalternos de la OTAN tiene consecuencias dramá­ticas. Las Naciones Unidas ya están empezando a correr la suerte de la Sociedad de las Naciones. Porque, aunque por supuesto -y muy felizmente- la sociedad norteamericana no es la de la Alemania nazi, para los dirigentes de Washington, como anteriormente para los de Berlín, la fuerza se ha erigido en el principio supremo a despecho del derecho internacional, que ha sido reemplazado en el discurso dominante por un curioso "deber de injerencia" que recuerda con molestia la "misión civilizadora" del imperialismo del siglo XIX. Luego volveré a tratar las cuestiones de derecho internacional que se plantean aquí.

La "mundialización", que casi invariablemente se presenta como un imperativo impuesto por el "progreso económico" y la transformación positiva de las sociedades asociada a él, en realidad no es más que una estrategia de la ambición hegemónica de los Estados Unidos que apunta a asegurar el doble control de esa nación: por un lado, sobre el "gobierno econó­mico del mundo" garantizado por instituciones -como la OMC- de apariencia internacional pero manejadas, en realidad, con­juntamente por las empresas transnacionales (norteamerica­nas en primer lugar) y el gobierno norteamericano y, por el otro lado, sobre su gobierno político y militar mediante la OTAN. Kissingerlo confiesa sin reparos al declarar que la mundialización es sinónimo de la hegemonía norteamericana ("Globalizationisonlyanotherwordfor US domination").

La adhesión europea sólo puede explicarse en virtud de la aguda conciencia que tienen los servidores del capital dominante, tanto de Europa y el Japón como de los Estados Unidos, de la índole común de sus intereses fundamentales. Ese es el sentido que le doy a la expresión "imperialismo colectivo de la tríada". En este marco, las fuerzas dominantes desarrollaron una visión estructurada de conjunto de su proyecto, calificado de "global governance", es decir, "ejercicio global de la autoridad" o, más sencillamente, "control global". La governance en cuestión se construye sobre dos pilares. La gestión de la economía mundial ha sido confiada directamente a las compañías transnacionales, por la vía, entre otras, de la OMC. Digamos al pasar que, evidentemente, la gestión económica del mundo, tal como la concibe Washington, nada tiene que ver con los discursos que se pronuncian sobre el tema. Aparentemente, los Estados Unidos están menos convencidos que sus aliados europeos de las virtudes de la compe­tencia y delfairplay que, por lo demás, violan impunemente cada vez que están en juego sus intereses. Por otra parte, Washington sabe que sin su hegemonía militar, los Estados Unidos no pueden imponerle al mundo el financiamiento de su déficit de ahorro, condición del mantenimiento artificial de su posición económica. El segundo pilar de estagovernanceconsiste sencillamente en reemplazar por la OTAN (aunque de manera puramente formal, pues en realidad son los Estados Unidos, a los cuales se asocian obligatoriamente los demás países miembros de la OTAN) cualquier otra forma de expresión política y militar de la "comunidad internacional". De modo que no es ni la Asamblea General de las Naciones Unidas ni su Consejo de Seguridad, ni son las organizaciones regionales (como la OUA en Africa), ni siquiera la OCDE (el Club de los Ricos) y mucho menos la Unión Europea (que los norteamericanos saben que no existe), quienes tienen algo que decir sobre la aplicación de las exigencias políticas y militares de esta governanceunilateral del capital dominante. ¡Todos han sido sustituidos por la OTAN! Debo decir que oír al secretario general de esta organización militar hablar en nombre de la “comunidad internacional” es algo que se considera obsceno –y con justa razón– en toda Asia y Africa. Las izquierdas mayoritarias europeas, en cambio,  aceptan y saborean como gotas de miel los discursos insípidos sobre la democracia y los derechos de los pueblos que acompañan todas las iniciativas agresivas de Washington.

La instauración del gobierno del mundo por parte del colectivo de la tríada imperialista permite que los Estados Unidos reafirmen con fuerza esos servicios indispensables que sólo su hegemonía puede garantizarle a la coalición y, como corolario, acelerar el eclipse del proyecto europeo. Con todo, el proyecto del imperialismo colectivo, que es el de un apartheid fortalecido a escala mundial, no podrá evitar la multiplicación de las sublevaciones de sus víctimas y, por lo tanto, de las guerras de intervención.

 

 

La Guerra Entre Ricos y Pobres: Gana El Más Fuerte

La desigualdad humana sigue creciendo: los ricos se hacen cada vez más ricos, mientras millones de personas continúan atrapadas en la pobreza. Las 85 personas más ricas del mundo concentran la misma riqueza que el 50% de la población más pobre.

        Hace más de tres años el magnate multimillonario Warren Buffett  admitía que durante los últimos veinte años se venía librando a escala mundial una guerra de clases que la suya "había ganado. En opinión de la periodista Allison Jackson en 'The Global Post' la realidad descrita por el magnate funciona hasta hoy, ya que "la brecha entre los más ricos y los más pobres se ha hecho aún más amplia". 

Para corroborarlo, la periodista cita los datos de Oxfam, que calcula que los 85 multimillonarios más ricos del planeta, entre ellos nombres conocidos como los de Carlos Slim, Bill Gates y Mark Zuckerberg, disponen de tanto dinero como las 3.500 millones de personas más pobres. 

"Lo dramático en esta situación es que los muy ricos simplemente se hacen cada vez más ricos, lo que requiere necesariamente y de manera urgente abordar la desigualdad de ingresos", señala Jackson. 

Según las estimaciones de Oxfam, entre marzo de 2013 y marzo de 2014, la riqueza de esos mismos 85 multimillonarios creció diariamente 668 millones de dólares. "Estas personas son tan grotescamente ricas que si, por ejemplo, Bill Gates decidiera gastarse un millón de dólares al día, tardaría 218 años para agotar sus fondos", escribe Jackson.  

"Se ha hablado mucho de la creciente brecha entre los más ricos y los más pobres y sobre lo que significa para las perspectivas económicas mundiales esta situación y, sin embargo, la desigualdad extrema persiste", constata la periodista.

Fuente: RT Actualidad

Literatura


Criticando al Crítico


Julio Carmona


Revisando el libro de Carlos Araníbar (2013). Ensayos. Historia, literatura, música. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, vemos que, refiriéndose al libroLa multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú (1929[1]), del —por otra parte— ilustre historiador Jorge Basadre, dice que fue «Obra pionerade rastreo en vena sociológica, analiza el papel de las masas desde la invasión en el XVI, rompe la plantilla histórica de rutina y hace cómodo sitio al nuevo e inquietante factor social, el ser colectivo como lozana categoría de análisis.» (pp. 86-87). Si entendemos el significado del adjetivo «pionera» aplicado a dicha obra como aquello «que inicia la exploración de nuevas tierras» o «que da los primeros pasos en una actividad humana» (DRAE), es evidente que Araníbar exagera su apreciación al darle ese estatus a la obra de Basadre, pues ese mérito le corresponde a los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928) de José Carlos Mariátegui. Y es algo que se desprende de alguna parte del texto de Basadre; dice,  por ejemplo: «Algunos lo nombran [al regionalismo] al realizar una prédica motivada por razones geográficas o mejor dicho literarias condenando a Lima y a la costa. Se explicaba esta prédica en escritores de cultura netamente artística, sin bases mentales económicas ni sociológicas: como gesto estético, moral o biliar. No se explica en mentalidades socialistas. Los problemas que abarca el socialismo no son geográficos, ni metereológicos (sic: meteorológicos), ni locales: son sociales y económicos.» (Basadre, 1947: 173).

Y en 1931, año de la primera edición de Perú: Problema y posibilidad,[2] Basadre reconocerá esa calidad pionera de JCM. Ahí dice: «Por mucho tiempo fue escasa la gente con opiniones definidas sobre el problema de la tierra, el problema del indio, el problema del centralismo, el problema de la educación, el problema económico, etc.[3] Así se explica —continúa Basadre— que pudiera tocar tierra virgenel periodista que les dedicó un libro.» (op. cit.: 192-193. Cursiva nuestra).[4]Y, más adelante, Basadre concluye: «Nadie podrá arrebatarle a Mariátegui el título de iniciador de los estudios socialistas en el Perú. Nadie tendrá derecho a dejar de admirar su consagración a la cultura y a la justicia social en un ambiente frío y envenenado.» (199). Y, por último, en la p. 220 dice: «El problema del Perú, como acertadamente viera José Carlos Mariátegui, es ante todo económico-social.»

De tal suerte, pues, que no creemos que aquello que escribiera Basadre, en 1929sobre las «mentalidades socialistas» ajenas a lo social y lo económico, lo hiciera refiriéndose a JCM, pues un año antes de esa publicación ya se había producido lade su libro pionero. Y en este leemos lo siguiente: «A todos los observadores agudos de nuestro proceso histórico, cualquiera que sea su punto de vista particular, tiene que parecerles igualmente evidente el hecho de que las preocupaciones actuales del pensamiento peruano no son exclusivamente políticas —la palabra “política” tiene en este caso la acepción de “vieja política” o “política burguesa”— sino, sobre todo, sociales y económicas.» (JCM, 1980: 198). Y, también obviamente, JCM no escribió esto suponiendo que Basadre escribiría lo otro, dada la diferencia de fechas en la publicación de sus textos (que ya hemos aducido). Por lo demás, ya JCM precaviendo objeciones de ese tipo por parte de sus adversarios (que no era el caso de Basadre) había escrito en otro momento de su libro:

Quienes desde puntos de vista socialistas estudiamos y definimos el problema del indio, empezamos por declarar absolutamente superados los puntos de vista humanitarios o filantrópicos, en que, como una prolongación de la apostólica batalla del padre de Las Casas, se apoyaba la antigua campaña pro-indígena. Nuestro primer esfuerzo tiende a establecer su carácter de problema fundamentalmente económico. Insurgimos primeramente, contra la tendencia instintiva —y defensiva— del criollo o “misti”, a reducirlo a un problema exclusivamente administrativo, pedagógico, étnico o moral, para escapar a toda costa del plano de la economía. Por esto, el más absurdo de los reproches que se nos pueden dirigir es el de lirismo o literaturismo. Colocando en primer plano el problema económico-social, asumimos la actitud menos lírica y menos literaria posible. No nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente, su derecho a la tierra. Esta reivindicación perfectamente materialista, debería bastar para que no se nos confundiese con los herederos o repetidores del verbo evangélico del gran fraile español, a quien, de otra parte, tanto materialismo no nos impide admirar y estimar fervorosamente. (op. cit.: 50).[5]

Es más, desde el comienzo del primer ensayo, JCM —con ejemplar honestidad intelectual— reconoce el vínculo ideológico de su pensamiento, pues dice que ‘desde su primer esfuerzo marxista ha fundamentado el estudio de la historia peruana en el hecho económico’ (op. cit.: 16).

Y, en la misma perspectiva, hay más en torno a las ideas de Basadre, expuestas por Araníbar, en relación con estos tópicos que involucran a JCM y al socialismo. Refiriéndose Araníbar a Perú: problema y posibilidad, dice que «Cierra el libro un diáfano examen de la realidad peruana, tan pugnaz, tan iluso», y cita al autor: «“Pero el socialismo vendrá”, augura en la página final. Con todo y eso no vislumbra el de dialécticas y dogmas, sino el que “es, ante todo, un modo de abordar los problemas y un espíritu” y una “marcha hacia una mayor justicia social”.» (op. cit.: 87).

Y, en efecto, ese es el pensamiento de Basadre respecto del “socialismo real”, como se llamaba al socialismo que lideraba la Unión Soviética. Pero no debe perderse de vista que «Unión Soviética» no era sinónimo de marxismo. El marxismo era entonces —y lo ha sido siempre— una guía para la acción; y, por ende, los resultados contingentes de esa acción no son de su responsabilidad absoluta. Pero Basadre —que haceen este sentido una apreciación justa— cae en el prejuicio de las «mentes cultivadas» que consideran como parte del marxismo «todos los detalles» de la acción contingente de quienes lo usaron como guía. Dice: «Es difícil para una mente cultivada encontrar en todos los detalles del marxismo una absoluta verdad objetiva»; pero, de inmediato, reconoce que «es difícil para un observador leal de la historia desconocer la formidable eficacia práctica que el marxismo ha tenido.» Ergo: la defección o la eficacia que se pueda atribuir al marxismo deben ser cargadas al debe o al haber de sus actores en su momento específico. Y ni la una ni la otra deben ser tomadas como «calco o copia».

Pero, sí, siempre, el marxismo debe ser su inspirador, su guía para la acción. Porque —como con pertinencia incide Basadre— al unísono de «la marcha de la humanidad como un juego dialéctico de fuerzas objetivas» [como «El marxismo mira»] «es fácil constatar que al lado de ellas también actúan factores sicológicos e individuales en acción y reacción.» (247). Pero si eso que advierte Basadre «es fácil de constatar» sería mezquino suponer que el marxismo acepte solo «las fuerzas objetivas» y menosprecie o ignore las fuerzas subjetivas que releva Basadre.Precisamente, ese juego dialéctico a que él hace alusión, y que es propio del método del marxismo, contempla en su raíz esa contraposición de contrarios, como una unidad en contienda: entre objetividad y subjetividad.

La expresión de Basadre “Pero el socialismo vendrá”, relevada por Araníbar (calificándola de ‘pugnaz’ e ‘ilusa’), en efecto, corresponde a la parte final de Perú: problema y posibilidad, en su primera edición. Y ahí no se nota que Basadre marque una distancia excesiva con el marxismo para decir —como lo hace Araníbar— que en su idea de socialismono «se vislumbra el de dialécticas y dogmas», expresión esta con la que,esobvio,Araníbar pretende aludir al marxismo. Y no es así, porque en el texto citado, de manera explícita, Basadre dice lo contrario: «… los mejores sectores del socialismo encuadran esta evolución dentro de las pautas que fija el marxismo.»

La distancia con el marxismo la tomará Basadre en 1978, en la segunda edición de Perú: Problema y posibilidad,que va seguida de unas Reconsideraciones hechas por el mismo autor,en las que trata ya de un socialismo acorde con las propuestas de los ideólogos postmodernos. Y es así que dice: «La filosofía implícita en todas y cada una de las consideraciones anteriores tiene una inspiración socialista.» Pero esta inspiración socialista —dice— «Rechaza el status quo al que considera como caldo de cultivo para una rebelión desde abajo con imprevisibles consecuencias.» O sea que está rechazando el sistema capitalista que con todos sus horrores, es decir, con su indiferencia respecto de la miseria en que viven «los de abajo» lo único que hace es convertirse en una bomba de tiempo que alimenta a la revolución violenta, y Basadre pretende que esta se puede evitar con un socialismo humanitario que, obviamente, si no se conquista con la revolución sí se lograría por la vía electoral.

Pero, a renglón seguido de la cita precedente, dice que ese socialismo por él postulado: «No acepta tampoco la eventualidad de que nos convirtamos en satélites adicionales del mundo totalitario [referencia a la Unión Soviética de entonces], o sea una especie de Bulgaria sudamericana.» (pp. 412-413). Y luego discurre con la propuestadeun socialismo idealista, mezcla «del liberalismo que tiene raíces cristiano-judeo-greco-latinas» y los adelantos tecnológicos del mismo capitalismo.

Y Basadre concluye su mescolanza ideológica de la siguiente manera: «Ya hemos tenido vislumbres de este socialismo “con rostro humano” en Checoslovaquia, en Suecia, en Israel, con defectos que cabe superar; en los planes y en las esperanzas de un sector, el más respetable, de los disidentes soviéticos; en algunas teorías de la “nueva izquierda”. En suma, este socialismo que reivindica a todos los que trabajan, en las más diversas esferas, quiere ser compatible con la sociedad abierta de que habló Karl Popper.» (p. 414).

Obvian los comentarios, porque ya desde los días de José Carlos Mariátegui, los socialistas decimos con el Amauta que «Con el sector político con el que no me entenderé nunca es el otro: el del reformismo mediocre, el del socialismo domesticado, el de la democracia farisea. Además, si la revolución exige violencia, autoridad, disciplina, estoy por la violencia, por la autoridad, por la disciplina. Las acepto en bloque, con todos sus horrores, sin reservas cobardes.»


[1] La edición la edición que manejamos nosotros es de 1947, Lima: Editorial Huascarán.
[2] La versión manejada por nosotros es su facsimilar de 1978, Lima: Banco Continental.
[3] Sólo fala que mencione «el factor religioso» y «el proceso de la literatura» para que complete los 7 ensayos de JCM.
[4] No queremos apresurar una interpretación negativa a esta alusión que de JCM hace Basadre; pero es obvio que no está a la altura de Amauta y conductor de la revolución socialista peruana.
[5] Obsérvese el uso que hace JCM del plural de la primera persona, llamado también “plural de modestia”. Y hacemos la atingencia porque el mismo Araníbar (entre otros autores) desliza un reparo a este uso atribuyéndoselo al poeta Francisco Bendezú. Dice: «Alguna vez aludía a los infatuados que hablan de sí mismos en plural mayestático»(op. cit. p. 149), es decir, el «nosotros» o plural del «yo».
CREACIÓN HEROICA