martes, 2 de diciembre de 2014

Economía

Lucha por el Agua 
 

César Risso


El año 2012, Miguel Aragón envió a los grupos de correo sus ideas y propuestas respecto de las luchas llevadas a cabo en Cajamarca, así como las desarrolladas por las comunidades nativas.

En aquella oportunidad publiqué el artículo Conga, el Hombre y el Oro, en el Blog Creación Heroica, en el mes de junio del 2012. Mi objetivo era responder a las propuestas de Miguel Aragón sin mencionarlo, esclareciendo el carácter de dicha lucha, así como la solución a la misma.

Hoy me veo en la necesidad de criticar las propuestas de Miguel Aragón directamente, dado que ha reenviado a los grupos de correo nuevamente los artículos: Algunos criterios para analizar la relación entre el agro y la minería, del 28 de marzo de 2012, y Aportes sobre la cuestión del agua, del 09 de abril de 2012.

Su propuesta se puede resumir en su negativa a oponerse a la actividad minera, y más bien a apoyarla. Lo curioso es que en estos momentos, en que a nivel de las diversas regiones, el pueblo se organiza para hacer frente a las actividades que afectan al medio ambiente en general, y al agua en particular, nos propongan renunciar a estas luchas.

La lucha contra la minería para poder usar el agua por los campesinos, es cuestionada por Miguel Aragón, atribuyendo esta consigna a Ollanta Humala, para con ello denigrarla. Así, nos dice que “La consigna general “Agro SI, Minas NO”,  y la  consigna específica“Agua SI, Oro NO”, que han agitado algunos desorientados y recalcitrantes confusionistas saturados de pasadismo -comenzando por ‘el candidato Ollanta Humala’ y su reaccionario plan de gobierno de ‘La Gran Transformación’ agitado en la última campaña electoral hasta abril de 2011-, nos parecen dos consignas irracionales y totalmente reaccionarias.”

Si Ollanta Humala agitó dichas consignas fue porque eran aspiraciones de los pobladores de Cajamarca frente a la minera Yanacocha, que pretendía llevar a cabo el proyecto minero Conga. Estas consignas, calificadas de irracionales y totalmente reaccionarias, en realidad expresan las luchas concretas de los campesinos de Cajamarca. Si estos se oponen a la actividad minera es justamente porque se han visto afectados de diversas formas por esta. La contaminación del agua por la minería es un hecho concreto. Y, por supuesto, no basta que Miguel Aragón nos diga que hay tecnología que puede mejorar esto. La burguesía utilizará las técnicas que económicamente les generen mayores ganancias. Esa es su racionalidad.

¿Pueden ser calificadas estas consignas de irracionales? De ninguna manera. La racionalidad de los campesinos y pobladores de Cajamarca es la de los trabajadores, que buscan satisfacer sus necesidades. ¿Es esto irracional? Si la actividad minera afecta los recursos que usan los campesinos, entonces es completamente racional que se enfrenten a las empresas mineras, que compiten por el recurso agua.

¿Se pueden calificar estas consignas de totalmente reaccionarias? De ninguna manera. Estas consignas privilegian al hombre, antes que a las ganancias que buscan las empresas mineras. Además, las consignas corresponden a luchas concretas, no a soluciones válidas para todo tiempo y lugar, como pretende presentarlas Miguel Aragón, con el ánimo de desvirtuarlas.

Lo irracional y reaccionario es negar la realidad del conflicto y de las luchas del pueblo de Cajamarca: “Mientras que a la actividad agrícola se le destina el 85% del agua actualmente utilizable, a la minería escasamente se le destina el 1% de ese reducido volumen. Este es el fondo del problema de la contradicción, contradicción más artificial que real, existente entre las necesidades de agua en el Agro y en  la Minería.” (Aportes sobre la cuestión del agua, 9 de abril 2012. Miguel Aragón)

En la medida que del total del agua aprovechada en el Perú, solo el 1% se usa para la actividad minera, mientras que el 85% se utiliza en la actividad agrícola, esta resulta siendo a ojos de Miguel Aragón una contradicción inexistente. Este no tiene ni la capacidad, ni el interés de apreciar los casos concretos en los que la actividad minera compite por el uso de agua con la agricultura, y en consecuencia, este aparece como un defensor de la burguesía minera.

Hay que llamar la atención acerca del método que utiliza para demostrar la inexistencia de este conflicto. Nos habla de datos totales, generales, para encubrir la expresión concreta en la que se presentan los conflictos reales. Este encubrimiento le sirve para defender los intereses de la burguesía.

Otro método aplicado por Miguel Aragón es de denigrar las consignas de lucha. Así nos dice: “En el presente no se pueden sembrar ‘vallas’ que estorben y dificulten el desarrollo del futuro”. Esto es, las consignas de lucha de parte del pueblo son calificadas de “irracionales”, “totalmente reaccionarias”, “vayas que estorban el desarrollo del futuro”. Todo esto corresponde a un método que pretende rechazar la lucha concreta del pueblo de Cajamarca, para justificar la defensa de la actividad minera.

Seguidamente plantea la solución general: “El problema que los pobladores peruanos tenemos que afrontar seriamente, y resolver técnicamente, es como aprovechar al máximo y de una manera racional este preciado recurso natural.”

En su solución excluye el concepto de clase social, para reemplazarlo por el de “pobladores peruanos”, y con ello reduce el problema a una cuestión estrictamente técnica. Al excluir el concepto de clase social niega el concepto de sistema capitalista, que es el que domina actualmente a nuestro país, para tocar el asunto desde el punto de vista técnico económico, negando el tratamiento desde el punto de vista socioeconómico. Nos habla de racionalidad en abstracto, en lugar de hablar de sustituir la racionalidad capitalista con la racionalidad socialista; pues la primera se guía por la obtención de plusvalía por medio de la explotación del trabajador asalariado, mientras que la segunda tiene por ley la satisfacción de todas las necesidades, tanto materiales como espirituales de todo el pueblo, a través del trabajo solidario sin explotados ni explotadores.

Es cierto que Miguel Aragón habla de capitalismo y de clase dominante, pero lo hace ubicando estos conceptos de tal forma que no atienden al caso concreto de las luchas comentadas.

La conclusión a la que llega Miguel Aragón es la siguiente: “Para continuar con el actual Crecimiento Económico, y crear las condiciones necesarias más favorables para el futuro Desarrollo Social, para poder superar el atraso general del país y la pobreza de la mayoría del pueblo, una de las tareas centrales en la construcción del Perú Nuevo del futuro será planificar de manera estratégica el Control y Manejo de las 157 Cuencas Hidrográficas existentes en el país. Control y Manejo necesario y obligado con el objetivo de utilizar al máximo y adecuadamente el agua disponible, en primer lugar para el consumo humano directo, y también para ser utilizada en el desarrollo de la agricultura, la ganadería, y la industria, incluida  la minería.

Agro SI, Minas SI, para Industrializar el Perú, sería la consigna general más adecuada para expresar las necesidades reales de la población, que puede complementarse con otra consigna más específica Agua SI, Oro SI, para financiar el Crecimiento del País.”

Aquí enlaza la necesidad de continuar con el actual crecimiento económico, que obviamente tiene carácter burgués, como premisa del futuro desarrollo social. Es decir, propone apoyar a la burguesía en el crecimiento económico, con lo cual debemos dejar de luchar contra la actividad minera que afecta el uso de los recursos hídricos para la actividad agropecuaria de las comunidades campesinas. Les dice a los comuneros, no luchen por el agua y contra la actividad minera que los afecta, porque ello impide crear la base material para el socialismo; transformando el conflicto entre las clases trabajadores en general, en un apoyo a la burguesía.

Miguel Aragón habla de no rebajar la lucha a la lucha protestataria; pero plantea luchar por aumentar el crecimiento económico; es decir, se ubica por debajo de la lucha protestataria.

Cómo entiende la lucha protestataria Miguel Aragón; pues como la lucha contra el cambio de gobierno, que expresa la lucha contra la política del gobierno de turno. Es decir, que pretende que los trabajadores, en general, no luchen por sus reivindicaciones inmediatas. Pero con su análisis y sus críticas a estas luchas, él mismo deja de lado estas luchas para defender a la burguesía minera.
 
Sin embargo, en contradicción consigo mismo, plantea: “El largo periodo de crecimiento económico capitalista iniciado el año 1993, resulta una condición muy favorable para el desarrollo de la lucha reivindicativa por la distribución de lo producido (para distribuir la acrecentada Renta Nacional). Estas luchas reivindicativas están fortaleciendo a las organizaciones de masas, y están favoreciendo la acumulación de fuerzas para luchas futuras, luchas que serán por objetivos superiores.”

Miguel Aragón se cuelga de una idea naturalista y la aplica dogmáticamente a la lucha concreta en el campo de la sociedad, cuando dice que “La tierra, el agua, y el aire, son diversas formas de existencia de la materia en movimiento que forma nuestro planeta. El agua, así como la tierra y el aire, son  recursos relativamente inagotables para seguir siendo utilizados por la humanidad durante muchos siglos más. La acción destructiva de la humanidad desarrollada sobre todo en la época capitalista, no tiene la  capacidad de destruir, y mucho menos  de “agotar”  esos tres recursos. La materia no se crea ni se destruye, la materia se encuentra en permanente transformación.”

El problema que se plantea a las comunidades campesinas se trata como un principio de la materia. Pero se trata precisamente del agua, y esta se contamina, y en el actual sistema capitalista tiene precio, que contiene el beneficio del capitalista. Pero esto queda de lado para Miguel Aragón, para poder defender a las empresas mineras.

En momentos en que el pueblo se organiza para enfrentar a las empresas extractivas, generando un gran movimiento, que puede transformarse en un frente nacional, Miguel Aragón les dice que sus propuestas son anacrónicas y antihistóricas, y pretende conducirlos hacia una lucha por el crecimiento de la producción, convirtiendo a estos movimientos en furgón de cola de la burguesía; cuando de lo que se trata es de orientar estos movimientos hacia la destrucción del sistema capitalista.

La solución que la burguesía proponga al problema del medio ambiente será para su beneficio; así, hará un enorme negocio de la protección del medio ambiente, para obtener más plusvalía a través de la explotación de los trabajadores asalariados.

El problema es que parece que estamos en una encrucijada: o luchar contra el capitalismo como sistema, para reemplazarlo por el socialismo, o lucha contra la contaminación del medio ambiente.

En las actuales condiciones, si la lucha por el agua y el medio ambiente adquiere la forma de un movimiento de masas, o de un frente de masas, puede ser esta la vía que nos conduzca a la victoria final del socialismo, a condición de que el proletariado consciente sepa cumplir bien su jornada, esto es difundir ideas y propuestas socialistas, contribuyendo a organizar así a este gran movimiento para derrocar el capitalismo y construir el socialismo.

Para esto debemos enfrentar las propuestas como la realizada por Miguel Aragón, quien tras un frasearioseudosocialista, tratan de desorientar al pueblo llevándolos a desarrollar una política pro burguesa.

    

 
 

El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial

(Tercera Parte)

 
Samir Amin
 

2. Al mencionar aquí a la OTAN, introduciré de entrada la otra dimensión del nuevo gobierno mundial.

En ningún momento de su historia el capitalismo pudo sustraerse a la acción del Estado; ni el capitalismo mundial, a los medios políticos y militares de que disponían los centros imperialistas. En ese plano, nuestra época no difiere en nada.

Lejos de creer en las virtudes únicas de la "mano invisible del mercado", elestablishment norteamericano sabe que, para ser eficaz, esa mano necesita el respaldo del "puño visible" de la fuerza militar. A propósito, recordaré aquí esta magnífica cita que ya señalé en otra parte: "Es lo que el mundo necesita -la mundialización sólo funcionará si los Estados Unidos obran con la fuerza omnipotente (almighty, ¡calificativo general­mente reservado a Dios!) de su posición de superpotencia"-. Y la razón por la cual serían necesarios los golpes de puño se expresa en estos términos: "la mano invisible del mercado no funciona nunca sin el puño visible. Mac Donald no puede ser próspero sin la Mac Donnell Douglas que construyó el F15. El puño oculto que garantice un mundo seguro para la tecnología de Silicon Valley se llama el ejército, la aviación, la marina y el Cuerpo de Marina de los Estados Unidos". El autor no es un bromista provocador; es Thomas Friedman, asesor de Madeleine Albright.

Aquí estamos muy lejos de los discursos tranquilizadores sobre el mercado autorregulado garante de la paz con que nos colman los economistas de moda. Al pasar, puede apreciarse el detalle de la elección de las ganancias de McDonald's como criterio de los progresos de la civilización universal. Un poco después, es verdad, Bush hijo hablaba del centro financiero de Nueva York y del Pentágono, los blancos del 11 de septiembre, ¡como de dos símbolos de la "civiliza­ción"! Más importante es hacer notar que la clase dirigente norteamericana sabe que la economía es política, y que lo que gobierna los mercados son las relaciones de fuerza -in­cluidas las fuerzas militares-. No habrá "mercado mundial" sin imperio militar norteamericano, dicen. Pues el artículo que acabo de citar no es más que uno entre centenares de otros semejantes. Si esta franqueza brutal es posible en aquel país, sin duda los medios están lo suficientemente controlados para que los objetivos estratégicos del poder nunca sean objeto de debate, de modo que el campo de la expresión libre, hasta lo burlesco, sólo está abierto a aquello que tiene relación con personas y, tras ellas, con conflictos que se dan en el seno de la clase dirigente y que, en esas condiciones, se vuelven com­pletamente opacos. En los Estados Unidos no existe una fuer­za política capaz de despabilar a una opinión pública mani­pulada sin dificultad.

Más llamativo aún es el silencio de los poderes europeos y de algunos otros que simulan no leer la prensa del otro lado del Atlántico (apenas me atrevo a pensar que ignoran lo que allá se dice) y prohíben a sus contradictores evocar siquiera la existencia misma de una estrategia global de Washington, acusándolos muy fácilmente de alimentar una "visión conspirativa" de la historia, o hasta de comportarse como iluminados que ven dibujarse por todas partes la sombra del "Gran Demonio".

El medio principal al servicio de la estrategia elegida por Washington es la OTAN, lo cual explica que esta organización haya sobrevivido al derrumbe del adversario contra el cual había sido creada. La OTAN habla hoy en nombre de la "co­munidad internacional", expresando con ello su desprecio por el principio democrático que gobierna esta comunidad por medio de las Naciones Unidas. En los debates norteame­ricanos sobre esta estrategia global, en muy raras ocasiones se tratan los derechos del hombre o la democracia. Sólo se los invoca cuando es útil hacerlo para poner en funciona­miento la estrategia global. De ahí el asombroso cinismo y el uso sistemático de la regla "dos pesos, dos medios".

La guerra de Kosovo le ofreció al presidente Clinton la oportunidad de proclamar los principios del nuevo orden político esbozado ya por Bush padre en ocasión de la guerra del Golfo. Un doble golpe de Estado: la sustitución de las Naciones Unidas por la OTAN como institución de gestión de la política mundial y la reafirmación del rol dirigente de los Estados Unidos, que se aseguraron tener siempre la de­cisión última. Desde este punto de vista, la guerra de Kosovo cumplió funciones decisivas, como lo testimonia la capitula­ción integral de los Estados europeos que se adhirieron sin chistar a la visión norteamericana relativa al "nuevo concepto estratégico" adoptado por la OTAN inmediatamente después de la "victoria" obtenida en Yugoslavia el 23 y el 25 de abril de 1999. En este "nuevo concepto" se extienden las misiones de la OTAN prácticamente a toda Asia y toda África (los Estados Unidos se reservan para sí el derecho exclusivo de intervención en América desde la instauración de la doctrina Monroe), con lo cual se admite que la OTAN no es una alian­za defensiva, sino que es un instrumento ofensivo de los Esta­dos Unidos. Simultáneamente, esas misiones quedan redefinidas en términos vagos, a la medida del deseo, como nuevas "amenazas" (la criminalidad internacional, el "terrorismo", las armas de destrucción masiva "peligrosas" en poder de paí­ses que no pertenecen a la OTAN, etcétera) que, evidente­mente, permitirán justificar poco más o menos cualquier agre­sión útil a los Estados Unidos. En este sentido, Clinton no se privó de hablar de los "Estados canallas", a los que habría que golpear "preventivamente", sin precisar nada más so­bre lo que él entendía por "canalla". Además, se ha liberado a la OTAN de la obligación de actuar únicamente por orden de la ONU, que recibe así un trato despectivo idéntico al que le dieron las potencias fascistas a la Sociedad de las Naciones (la analogía de los términos utilizados es sorprendente). Hoy, sacando provecho de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los Estados Unidos continúan efectivamente aplicando su estrategia de expansión y de militarización del orden mundial llamado "liberal", movilizando precisamente el pretexto del "terrorismo"...

3. Aprobar esta estrategia de los Estados Unidos y de sus aliados subalternos de la OTAN tiene consecuencias dramá­ticas. Las Naciones Unidas ya están empezando a correr la suerte de la Sociedad de las Naciones. Porque, aunque por supuesto -y muy felizmente- la sociedad norteamericana no es la de la Alemania nazi, para los dirigentes de Washington, como anteriormente para los de Berlín, la fuerza se ha erigido en el principio supremo a despecho del derecho internacional, que ha sido reemplazado en el discurso dominante por un curioso "deber de injerencia" que recuerda con molestia la "misión civilizadora" del imperialismo del siglo XIX. Luego volveré a tratar las cuestiones de derecho internacional que se plantean aquí.

La "mundialización", que casi invariablemente se presenta como un imperativo impuesto por el "progreso económico" y la transformación positiva de las sociedades asociada a él, en realidad no es más que una estrategia de la ambición hegemónica de los Estados Unidos que apunta a asegurar el doble control de esa nación: por un lado, sobre el "gobierno econó­mico del mundo" garantizado por instituciones -como la OMC- de apariencia internacional pero manejadas, en realidad, con­juntamente por las empresas transnacionales (norteamerica­nas en primer lugar) y el gobierno norteamericano y, por el otro lado, sobre su gobierno político y militar mediante la OTAN. Kissingerlo confiesa sin reparos al declarar que la mundialización es sinónimo de la hegemonía norteamericana ("Globalizationisonlyanotherwordfor US domination").

La adhesión europea sólo puede explicarse en virtud de la aguda conciencia que tienen los servidores del capital dominante, tanto de Europa y el Japón como de los Estados Unidos, de la índole común de sus intereses fundamentales. Ese es el sentido que le doy a la expresión "imperialismo colectivo de la tríada". En este marco, las fuerzas dominantes desarrollaron una visión estructurada de conjunto de su proyecto, calificado de "global governance", es decir, "ejercicio global de la autoridad" o, más sencillamente, "control global". La governance en cuestión se construye sobre dos pilares. La gestión de la economía mundial ha sido confiada directamente a las compañías transnacionales, por la vía, entre otras, de la OMC. Digamos al pasar que, evidentemente, la gestión económica del mundo, tal como la concibe Washington, nada tiene que ver con los discursos que se pronuncian sobre el tema. Aparentemente, los Estados Unidos están menos convencidos que sus aliados europeos de las virtudes de la compe­tencia y delfairplay que, por lo demás, violan impunemente cada vez que están en juego sus intereses. Por otra parte, Washington sabe que sin su hegemonía militar, los Estados Unidos no pueden imponerle al mundo el financiamiento de su déficit de ahorro, condición del mantenimiento artificial de su posición económica. El segundo pilar de estagovernanceconsiste sencillamente en reemplazar por la OTAN (aunque de manera puramente formal, pues en realidad son los Estados Unidos, a los cuales se asocian obligatoriamente los demás países miembros de la OTAN) cualquier otra forma de expresión política y militar de la "comunidad internacional". De modo que no es ni la Asamblea General de las Naciones Unidas ni su Consejo de Seguridad, ni son las organizaciones regionales (como la OUA en Africa), ni siquiera la OCDE (el Club de los Ricos) y mucho menos la Unión Europea (que los norteamericanos saben que no existe), quienes tienen algo que decir sobre la aplicación de las exigencias políticas y militares de esta governanceunilateral del capital dominante. ¡Todos han sido sustituidos por la OTAN! Debo decir que oír al secretario general de esta organización militar hablar en nombre de la “comunidad internacional” es algo que se considera obsceno –y con justa razón– en toda Asia y Africa. Las izquierdas mayoritarias europeas, en cambio,  aceptan y saborean como gotas de miel los discursos insípidos sobre la democracia y los derechos de los pueblos que acompañan todas las iniciativas agresivas de Washington.

La instauración del gobierno del mundo por parte del colectivo de la tríada imperialista permite que los Estados Unidos reafirmen con fuerza esos servicios indispensables que sólo su hegemonía puede garantizarle a la coalición y, como corolario, acelerar el eclipse del proyecto europeo. Con todo, el proyecto del imperialismo colectivo, que es el de un apartheid fortalecido a escala mundial, no podrá evitar la multiplicación de las sublevaciones de sus víctimas y, por lo tanto, de las guerras de intervención.

 

 

La Guerra Entre Ricos y Pobres: Gana El Más Fuerte

La desigualdad humana sigue creciendo: los ricos se hacen cada vez más ricos, mientras millones de personas continúan atrapadas en la pobreza. Las 85 personas más ricas del mundo concentran la misma riqueza que el 50% de la población más pobre.

        Hace más de tres años el magnate multimillonario Warren Buffett  admitía que durante los últimos veinte años se venía librando a escala mundial una guerra de clases que la suya "había ganado. En opinión de la periodista Allison Jackson en 'The Global Post' la realidad descrita por el magnate funciona hasta hoy, ya que "la brecha entre los más ricos y los más pobres se ha hecho aún más amplia". 

Para corroborarlo, la periodista cita los datos de Oxfam, que calcula que los 85 multimillonarios más ricos del planeta, entre ellos nombres conocidos como los de Carlos Slim, Bill Gates y Mark Zuckerberg, disponen de tanto dinero como las 3.500 millones de personas más pobres. 

"Lo dramático en esta situación es que los muy ricos simplemente se hacen cada vez más ricos, lo que requiere necesariamente y de manera urgente abordar la desigualdad de ingresos", señala Jackson. 

Según las estimaciones de Oxfam, entre marzo de 2013 y marzo de 2014, la riqueza de esos mismos 85 multimillonarios creció diariamente 668 millones de dólares. "Estas personas son tan grotescamente ricas que si, por ejemplo, Bill Gates decidiera gastarse un millón de dólares al día, tardaría 218 años para agotar sus fondos", escribe Jackson.  

"Se ha hablado mucho de la creciente brecha entre los más ricos y los más pobres y sobre lo que significa para las perspectivas económicas mundiales esta situación y, sin embargo, la desigualdad extrema persiste", constata la periodista.

Fuente: RT Actualidad

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