La Recreación de la Realidad:
«Los Siete Ensayos»
(Octava Parte)
Jorge Oshiro
La recreación
de la realidad: Los Siete Ensayos
Mariátegui,
Waldo Frank y Antonio Gramsci y la realidad
nacional
El mejor
método de reconstruir el pensamiento filosófico de Mariátegui es oponerlo
dialécticamente con otras posiciones que se han realizado en la misma
dirección. Esto es un imperativo que resulta de su misma obra. Una parte
importante de su reflexionar, como se ha visto, es un meditar sobre las obras
de los otros, es un diálogo abierto con los otros. Gran parte de su pensamiento
lo encontramos proyectado en los otros. Para acercarnos mejor al pensamiento de
Mariátegui sobre la realidad nacional y sus «Siete Ensayos» lo compareremos con
dos autores, Waldo Frank, ya tratado en parte en el capítulo anterior, y
Antonio Gramsci de «Alcuni temi della questione meridionale»
Waldo Frank
y Nuestra América[1]
«Nuestra
América» no es un libro de historia, ni tampoco de sociología, no quiere ser un
libro que pertenezca a la categoría de los escritos científicos, a pesar de que
en la elaboración de él el autor se basa rigurosamente en los hechos de la
historia de su país, sus preocupaciones tienen repercusiones sociales y sus
afirmaciones no atentan en ningún momento a los principios científicos, si se
entiende por ello la fidelidad a la realidad estudiada.
Pero Waldo Frank no quiere describir simplemente esta
realidad con tal o cual método porque esta realidad que él investiga "no
existe aún". Ya en los comienzos de la investigación descubre él un hecho
fundamental:
"I saw that America was a conception to be
created".[2]
Y este es
absolutamente el mismo punto de partida de Mariátegui con respecto a su país:
"El Perú", afirma él, es todavía una nacionalidad
en formación".
Pero mucho
más claramente en otro texto posterior:
"Se
puede decir del Perú lo que Waldo Frank dice de Norte América: que es todavía un
concepto por crear".
Por lo tanto
para Frank y para Mariátegui el concepto de 'realidad' no se define simplemente
por lo dado, por lo ya existente. Ambos son, en este sentido anti-positivistas.
La realidad para ellos es primeramente una 'realidad
devenida', la realidad es siempre un producto de un proceso ("ist
geworden", dice el filósofo alemán Ernst Bloch), producto complejo de toda
una historia pero que a su vez 'se proyecta' hacia el futuro.Es decir, lo que
llamamos "lo dado" en realidad es una realidad en movimiento, en
proceso que incluye el pasado –lo dado es una proyección del pasado en el
presente, el presente mismo que a su vez es siempre una proyección al futuro.
La realidad del positivismo científico es la realidad
de lo existente, de las cosas; su única dimensión es la ex-sistencia, la
existencia de la ex-terioridad. Es decir exterioridad a una conciencia pura,
incorporal.
En este sentido la realidad científica positivista se
basa necesariamente en una abstracción y en una negación: la negación del
cuerpo viviente y todas sus pasiones. En su observación el científico elimina
todo lo que no sea “objetivo”, es decir todo lo subjetivo, lo que nosotros
llamamos sentimientos, emociones.
Pero esta primera negación trae consigo una segunda:
la ciencia al buscar únicamente lo regular, lo permanente, lo que el científico
llama "ley", rechaza,
desconoce, oprime todo el carácter multifacético de la realidad, su
irregularidad, sus formas contradictorias, su forma indómita e indomable.[3]
Esta opresión del carácter irregular y multifacético
de la realidad delata en la ciencia y sobre todo en el científico su íntimo
deseo de dominación de esa realidad que él quiere objetivar. Otra es actitud
del artista, según Waldo Frank como hemos visto ya en el precedente capítulo.
En oposición al científico, nos decía en el «Redescubrimiento de América», que
permanece fuera de la experiencia del sujeto cognoscente,
"El
cuerpo del arte no consistirá solamente, como en la ciencia, de lo que
pueden ofrecer los sentidos físicos, sino del espíritu personal y la emoción
del artísta".
La realidad
del artista, por lo tanto, no puede ser objetiva entendido ésta como 'pura
exterioridad'. Para él existe también otra dimensión tan real como la anterior,
complementando o negando la 'ex-istencia' propone la propia 'in-sistencia', y
en primera línea la insistencia de su cuerpo. Frank:
"Lo que
el arte crea es siempre un cuerpo y este cuerpo es siempre el cuerpo del artista...,
el cuerpo humano".
En oposición
del científico el artista, el poeta, el creador por antonomasia, lejos de
oprimir sus sentimientos, sus angustias, sus esperanzas, sus pasiones, sus
ternuras, sus violencias, los propone como centro de su actividad, sin
desconocer la dimensión externa de la realidad.
«Nuestra América» es más que un libro de un
científico, la obra de un artista. Pero también de un pensador y un político,
aunque no en el sentido usual del término, ni mucho menos en el sentido como lo
entiende Mariátegui. Frank escribe en sus «Memorias»:
"¿Sabía
yo lo que «Our America» era realmente? No un retrato objetivo de un país real,
sino una convocatoria para que lo fuera. El libro era una herramienta de
reclutamiento. Necesitaba un ejército, pero este se forjaría, estaba seguro, si
había capitanes".
Más abajo
sigue comentando Frank su propio libro y dice que el libro no es político.
"Pero a
mi juicio, la política estaba en el hombre, y era el hombre el que contaba.
Sabía que yo sólo era un poeta, una categoría extraña de poeta metafísico.
Necesitaba de un gran auditorio y lo buscaba".
Estas
consideraciones son importantes para valorar adecuadamente la obra y el
pensamiento de Frank y no exigir de él lo que nunca quiso ser, un político
profesional, ni mucho menos un hombre de partido.
Mariátegui tampoco perseguía escribir un libro
objetivo sobre el Perú. Lo dice él mismo en la ya citada Advertencia a los
Siete Ensayos:
"Otra
vez repito que no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de
mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones".
Y concluye
estas posiciones con la advertencia:
"Tengo
una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo
peruano. Estoy lo más lejos posible de la técnica profesoral y del espíritu
universitario".
Dos
frontales críticas se perciben aquí en estos dos pasajes:
·
La primera contra
el espíritu imparcial, neutral del pseudo científico que al analizar la
realidad peruana pretende estar por encima de las luchas sociales, porque cree
ilusoriamente ser una conciencia descarnada y por lo tanto puede dejar de lado
los ideales, los sentimientos y las pasiones propias de los hombres.
·
La segunda crítica
se dirige contra la institución universitaria de los años veinte que seguía
siendo un dominio de la oligarquía peruana y que estaba francamente de espaldas
a la realidad peruana. Toda la inteligencia universitaria era por lo tanto
descarnada pues no se sentía orgánicamente ligada al cuerpo social al que
pertenecía realmente.
Recordemos
nuestras dos triadas desarrolladas en un capítulo anterior. Para Mariátegui,
pensador colectivo de la multitud, el proceso revolucionario no podía
originarse dentro de las aulas universitarias, sino fuera de ellas, en la
calle, en las fábricas, en el campos laborales.
La visión doble de la realidad en su forma de
existencia y de insistencia es propia de la visión del artista, es decir, del
creador.[4]
En este sentido es necesario comprender la compleja
fórmula que Mariátegui nos ofrece de su versión del socialismo: debe será
creación heroica. Pero esta creación heroica exige un estudio profundo de la
historia. Pues la realidad, tanto como existencia como insistencia es un
resultado de perseverancias pasadas, a las cuales hay que tomar seriamente en
cuenta para poder ser eficaz.
6.1.1.
Europa: un mundo en desintegración.
Waldo Frank
comienza su «Our America» hablando de los pioneros y con esto hace comenzar la
historia de su país en Europa. La presencia de los puritanos en tierras norteamericanas
no fue en absoluto un producto del azar. El tema de «Nuestra América» (1919) lo
vuelve a retomar, ampliándolo, profundizándolo, aclarándolo, en trabajos
posteriores, en «Re-discovery of America» (1929) y en el «Primer Mensaje a la
América Hispana» (1930). Para Waldo Frank la presencia y la forma de vida y su
perseverancia de los puritanos en Norteamerica, de la misma manera que los
viajes de Colón, de Pizarro o Cortez se debá a un proceso de desintegración de
la cultura europea.
"Tomad
a Europa como un cuerpo orgánico vivo. Si buscáis su corazón, su cerebro, su
alma... en otras palabras, si buscáis la fuente de su energía y espíritu,
habéis de llegar al Mar cuyas riberas fueron Egipto, Judea, Atenas, Roma. El
Mediterráneo fue la matriz de Europa".
En toda su
diversidad de diferentes culturas y de tiempos todo estos fenómenos forman un
cuerpo orgánico vivo que va a encontrar su estadio más alto en la Edad Media
con la creación de la República Cristiana Tolomea:
"Con
selección cruel, rigurosa, el pensamiento y la forma del mundo mediterraneo se
han unido aquí en un Todo que cada hombre comparte. Aristóteles, Platón,
Plotino, los profetas, los patriarcas, los caballeros, los monjes, son los
hombres que construyeron ese mundo... y todos los hombres vivieron en él".
El Papa
Gregorio VII le dio corazón, Santo Tomás de Aquino le otorgó su lógica y el
Dante y Petrarca cantaron su gloria. Los errores y las debilidades de este
sistema fueron fatales:
"Pero
su esplendor es inmortal, pues fue el primer intento consciente del hombre
occidental de crear, con todo el hombre y todos los hombres, un Todo espiritual
encerrado en un cuerpo".
La estética,
la lógica, la economía, la sociología, la filosofía, la política y la religión
formaba en esta Casa Europea, a pesar de todas sus diferencias y
contradicciones, una unidad orgánica; había, según Frank, una Totalidad.
Los avances y crecimiento del mercado, de la ciencia y
la tecnología van a eruir lentamente esta Casa Europea lentamente. Pero no se
piense que hay nostalgia pasadista en el pensamiento de Frank.
El período siguiente, el de la destrucción es tan
valioso como el anterior:
"Aunque
es verdad que Copérnico, Newton, Kepler, Lutero, Calvino, Kant son los hombres
que desmembraron la República Cristiana Tolomea; aunque es cierto que los
descubridores, al crear nuevos conductos extraeuropeos, le quitaron su sangre y
su comercio hasta destruir por último el todo económico de Europa, aceptamos su
grandeza".
El
desmembramiento europeo, producto de su decadencia, ocasionó el movimiento
hacia afuera, la necesidad de búsqueda de nuevos mercados y la necesidad
psicológica-cultural de buscar nuevas realidades. Este ambiente cultural
propició en último término los viajes de descubrimiento y luego las conquistas
y el movimiento de emigración:
"Un
cuerpo se despedaza. Potente, aunque ya no intacto, su energía se desborda al
exterior".
Había sido
un universo que se dirigía hacia arriba. Ahora pasa a ser un universo múltiple
dispuesto en sentido horizontal:
"Europa
se desangra en el mar, su sangre va hacia las tierras desconocidas".
El futuro y
la esperanza de Europa se fue trasladando al Nuevo Mundo. Y así llegaron con
los nuevos habitantes de América del Norte nuevos ideales. Es decir que ellos
pensaron que eran nuevos porque estaban en un nuevo continente. En realidad
llevaban en sí los fragmentos culturales del Viejo Mundo. Por eso estaban
condenados al fracaso:
"El
fracaso de los padres de la colonia se debió a que carecían de los instrumentos
necesarios para erigir su Sión. Los padres constituyentes también trabajaban
con instrumentos y leyes que, sin saberlo, habían tomado del orden medieval:
así edificaron con materiales gastados y deficientes".
¿En qué consistió
este fracaso?. En el sentido que no lograron construir la casa cultural ansiada
y que se redujeron al cambio y transformación de la realidad material
convirtiendo todo el idealismo religioso en una pura búsqueda del factor
material, sintetizada en el afán de ganancia y de poder. El afán de ganancia y
de poder se convirtió en su única religión. En este sentido escribe Frank:
"América,
el Nuevo Mundo, fue un mundo que nació viejo... América, tierra de
resurrección, fue antes que nada una tumba para la cultura mediterránea".
Se fue
creando así con creciente intensidad un mundo material cada vez más grande y al
mismo tiempo se fue vaciando su mundo interior. Toda la fabulosa energía que
tenían los primeros pobladores se agotaron en la transformación del mundo
material con la ayuda de la máquina, debilitándose así el espíritu en forma
considerable. Así se fue formando el mundo capitalista norteamericano bajo los
dos ejes en que se mueve todo el sistema social: el poder y el dinero.
6. 2.
Gramsci y la Cuestión Meridional
Como es
sabido «Algunos temas sobre la Cuestión Meridional» fue el último escrito
importante de Antonio Gramsci antes de su detención por el fascismo (1926). Fue
por lo tanto la última reflexión del Gramsci militante y dirigente del PCI. La
prisión rompió violenta y brutalmente la continuidad el desarrollo intelectual
y espiritual del militante. Aislado de las masas y de sus compañeros de lucha,
alejado de su familia, de su mujer Julia Schucht y de su hijo Delio, enfermo y
frecuentemente en situaciones depresivas Gramsci retomó heroicamente su lucha,
esta vez en la reflexión solitaria, en los «Cuadernos de prisión» cuatro años
después de este trabajo -inconcluso- sobre «la Cuestión Meridional».
En muchos aspectos los Quaderni son las reflexiones, fragmentarias en su forma, orgánicas
en su contenido, de la intensiva praxis política hasta 1926. Lo que no quiere
decir que este primer período no haya sido meditada profundamente. Todo lo
contrario. La cualidad excepcional de este revolucionario italiano reside
precisamente en la unidad indisoluble de una existencia vivida intensamente y
una reflexión de esa vida llevada con profundidad. En ningún autor
revolucionario puede ser separada la obra de la biografía, mucho menos en el
pensamiento de Gramsci, cuya vitalidad es ejemplar porque es expresión de una
vida vivida en toda su intensidad y dolor. Un ejemplo ilustrativo de esta
relación entre la vida y la obra es precisamente este trabajo sobre «la
Cuestión Meridional».
Antonio Gramsci nació en un pequeño pueblo, Ales, en
Cerdeña, al sur de Italia. Se sabe que esta zona meridional de Italia es una
zona pobre, campesina y con muchos rasgos feudales. La región meridional
italiana corresponde a la zona andina peruana.
Y siguiendo la transposición -mecánica, pero
ilustrativa- Gramsci sería en términos peruanos un indio. Un indio de alguna
provincia andina que terminado sus estudios secundarios va a la capital para
comenzar sus estudios universitarios. La posición política inicial del joven
Gramsci, anti-continental se asemejaba bastante a la posición política de
algunos intelectuales peruanos mestizos, que querían la restauración del
imperio incaico y la expulsión de todos los blancos del país.
El gran interés de Gramsci (y bajo su impulso, del «Ordine
Nuovo») por este tema sobre la «Cuestión Meridional»,- que era para Italia lo
que para los peruanos de la generación de Mariátegui y «Amauta», el problema
del indio,- tenía naturalmente raíces biográficas.
Cuando el joven Gramsci llegó a Turín a fines de 1911,
había cumplido en ese otoño, los veinte años, se encontró como en otro país,
por el idioma, por el tamaño de la ciudad, por la intensidad de la vida
citadina desconocida para él. Se sintió más que nunca provinciano y muy pronto
comenzó a descubrir los prejuicios raciales de los italianos del norte contra
los sureños. En su trabajo sobre la «Cuestión Meridional» escribe:
"Es
conocida la ideología que en múltiples ramificaciones difunden los
propagandistas de la burguesía entre las masas de norte: 'El Mediodía es el
lastre que impide que progrese más rápidamente el desarrollo civil de Italia;
los meridionales son seres biológicamente inferiores, semibárbaros o bárbaros
completos, por destino natural".[5]
Este racismo
abierto tocó violentamente la fina sensibilidad del joven estudiante sardo y el
militante recordará los argumentos más frecuentes:
"Si el
Mediodía está atrasado, la culpa no es del sistema capitalista o de
cualquier otra causa histórica, sino de la naturaleza que ha hecho a los meridionales,
holgazanes, inservibles, criminales, bárbaros..".
Esta
ideología reaccionaria contra los sureños no se limitaba a los sectores
conservadores y burgueses. Gramsci:
"El
Partido socialista fue en gran parte el difusor de esta ideología burguesa en el
proletariado septentrional; el Partido socialista convalidó toda la literatura
meridionalista de la camarilla de escritores de la llamada escuela positivista,
como los Ferri, los Serági, los Niceforo, los Orano y discípulos menores...".
Este primer
contacto con el positivismo influyó poderosamente en el pensamiento filosófico
de Gramsci que se caracterizó en uno de sus aspectos importantes precisamente
por su categórico antipositivismo.
El elemento racial tendrá por lo tanto
importancia en su reflexión marxista y en su concepción de la lucha de clases;
el problema del racismo tendrá un lugar importante, considerando que eran
los propios trabajadores de las grandes ciudades del norte de Italia que vivían
bajo la influencia de este prejuicio; considerando por otro lado que los
campesinos sureños consideraban a los obreros y los capitalistas como una
unidad indiferenciable y que era ella causante de su miseria. Este estado de
división abismal entre campesinos y obreros no era naturalmente un producto del
azar. El era consecuencia precisamente de la estructura ideológica de
dominación que predominaba en este país. Un ejemplo de división entre las
clases explotadas de Italia lo da el caso de la brigada Sassari. Escribe
Gramsci:
"La
brigada Sassari había participado en la represión del movimiento insurreccional
de Turín, en agosto de 1917; se tenía la seguridad de que nunca fraternizaría
con los obreros, en razón de los recuerdos de odio de que toda represión deja
en la masa...".
El
testimonio de un obrero curtidor, originario también de Sassari ilustra
admirablemente este estado de cosas.
"Me
acerqué a un campamento de la plaza X (durante los primeros días los soldados
sardos acamparon en las plazas, como en una ciudad conquistada) y hablé con un
joven campesino que me recibió cordialmente porque era de Sassari, como yo.
¿Qué vinieron hacer a Turín? -Vinimos a tirar contra los señores que hacen
huelga.- Pero los que hacen huelga no son los señores, sino los obreros y los
pobres. -Aqui todos son señores: tienen cuello y corbata; ganan 30 liras por
día. Yo conozco a los pobres y sé cómo están vestidos, en Sassari sí hay muchos
pobres; todos nosotros que trabajamos con la azada, somos pobres y ganamos 1.50
por día" Y cuando el obrero le dijo que también era pobre, respondió el
soldado: tu eres pobre porque eres sardo.Pero si hago huelga con los demás,
¿tirarás contra mí?. El reflexionó un momento y luego, poniéndome una mano en
la espalda, me dijo: -Escucha, cuando hagas huelga con los demás, ¡Quédate en
tu casa!.
Este soldado
no era naturalmente una excepción, dice Gramsci.
El ejemplo mostraba claramente la importancia y la
urgencia de un trabajo ideológico en esta dimensión. La revolución socialista
en Italia sería imposible sino se lograra superar este grave abismo y
encontrara una alianza entre los obreros del norte y del campesino del sur. Y
este será el núcleo central de La cuestión meridional.
El Perú también tenía (y tiene) su «Cuestión
meridional». Era el mismo abismo que separaba a los costeños peruanos de los
andinos en el Perú, como ya se ha podido apreciar en las páginas
correspondientes. Un grave prejuicio racial se había expandido a lo largo de
todo el virreinato y que se había prolongado en la República.
La actitud de los indígenas era proporcional al
racismo del blanco y del criollo. Respondía con silencio, con distancia, con
absoluta desconfianza. Lo mismo que Gramsci había reconocido Mariátegui de la
imposibilidad de una revolución peruana sin la participación activa de los
campesinos indígenas.
Gramsci y el «Ordine Nuovo» habían sido los primeros
en reconocer este grave problema y la inmensa urgencia de superarlo. Ya en
febrero de 1920 daban el toque de alarma:
"La
burguesía septentrional ha sojuzgado a la Italia meridional y las islas,
reduciéndolas a colonias explotadas; el proletariado septentrional al
emanciparse de la esclavitud capitalista, emancipará a las masas
campesinas meridionales, sometidas a la banca y al industrialismo
parasitario".
No era por
lo tanto suficiente predicar la redistribución de la tierra entre el
campesinado. Continuaba el Ordine Nuovo:
"¿Qué
gana un campesino pobre con invadir una tierra inculta o mal cultivada?".
Sin
máquinas, sin una vivienda en el lugar del trabajo, sin créditos para esperar
la época de cosecha, el campesino puede poco o nada, e inmediatamente
será víctima del próximo usurero.
«Ordine Nuovo» reivindicaba los derechos de los campesinos pero dentro
de un cuadro revolucionario:
"la
tierra a los campesinos; pero queríamos que estuviese encuadrada en una acción
revolucionaria general de las dos clases aliadas, bajo la dirección del proletariado
industrial".
María A.
Macciocchi afirma a este respecto que
"el
aporte teórico decisivo de esta obra («La Cuestión Meridional») reside en el
hecho de considerar a los campesinos y su lucha como uno de los componentes de
la revolución proletaria".
Pero esta
alianza obrero-campesina debía tener para Gramsci, como también en el caso
peruano para Mariátegui un carácter muy específico: la dirección del
proletariado industrial.
6.3. La
economía peruana al comienzo del siglo XX
Para
entender mejor los alcances de estas afirmaciones de Mariátegui, según las
cuales se constata el robustecimiento de la burguesía, vamos a ilustrarlos con
apoyo de las informaciones que nos da Ernesto Yepes del Castillo en su trabajo:
«El desarrollo peruano en las primeras décadas del siglo XX» (1980).
Comencemos
con una cita de un pasaje de los Siete Ensayos:
"...
nuestra economía, convaleciente de la crisis post-bélica se organiza lentamente
sobre bases menos pingües, pero más sólidas que las del guano y del
salitre".
¿Cuáles son
estas bases más sólidas de las que habla Mariátegui?. De la misma manera que el
guano y el salitre, las nuevas bases vamos a encontrarlas en los sectores
productivos orientados al mercado mundial. Encontramos, escribe Yepez, dos
etapas bastantes marcadas:
o
la correspondiente
a las dos primeras décadas del presente siglo (Siglo XX), con predominio de la
producción agropecuaria: azúcar, algodón, caucho, lanas, totalizar n más
del 59% del valor de las exportaciones peruanas...
o
la década de 1920, donde la minería va a tener
un mayor desarrollo llegando a alcanzar una posición de preeminencia en el
cuadro de las exportanciones nacionales".
Así, se
encuentra en este período, con el auge de la exportación, una fracción
propietaria agro-minera, comerciante, especuladora que empieza a consolidarse.
El comercio exterior crece en esta época de forma acelerada. Si en el período
1902-1904 fue la expertación de 56,266 dólares y la importación 55,978 dólares
tendremos en el período 1925-1929 un aumento diez veces mayor en la
exportación, 534,820 en la exportanción y 363,951 de importación. En todo este
período hay un crecimiento regular y con él el predominio cada vez más grande
de esta fracción exportadora y con esto también el crecimiento de la influencia
del capital extranjero (sobre todo norteamericano) del cual dependía
directamente, esta fracción de la burguesía.
Para superar la tesis de la dualidad de la economía y
por tanto de la sociedad peruana, costa capitalista y sierra feudal y arcaica,
dice Yepes del Castillo:
"Desde
muy temprano la región central andina había conocido un desarrollo minera y
agropecuario relativamente intenso. Agrícolamente, era esta zona bastante
diferenciada, explotada productivamene de acuerdo a la diversidad de sus pisos
ecológicos. De toda la región, sin lugar a dudas, la parte más favorecida para
el trabajo agrícola es aquella correspondiente al valle del Mantaro, valle que
se extiende entre la cordillera occidental y central de los Andes, a través de
aproximadamente 70 kilómetros.
Y luego en
la misma página:
"La
actividad agropecuaria, de un lado, y la minera del otro, serán las dos vias a
través de las cuales se empezarán a desarrollar el capitalismo en los Andes
centrales".
Pero la
actividad principal donde finalmente se desarrollará la mayor expansión
mercantil, donde "bajo la fuerza del capital imperialista, se logrará
redefinir más profundamente la estructura técnico-social de la región es la
minería". El fenómeno de introducción capitalista en esta región del país
más intensa es la aparición de la Cerro de Pasco Company:
"Con un
capital de millones de dólares, adquiriendo centenares de minas, construyendo la
más formidable infraestructura jamás creada hasta ese momento en el país por
empresa minera alguna, la Cerro de Pasco levantará una fundición en
Tinyahuarco, primera, y en la Oroya, después, hacia la década de los 1920".
Yepes nos
informa que esta gigantesca empresa llegará a emplear cerca de 5 mil
trabajadores en todos sus procesos productivos, una cantidad enorme para esos
momentos y será esta masa minera de donde nacerá , dice el
historiador peruano:
"el
núcleo más orgánico del moderno proletariado minero peruano".
Además de la
minería encontramos en la región andina otras regiones económicas con
crecimiento capitalista. Motivada por la creciente demanda mundial, por la
mejora de la comunicación con los grandes centros de fabricación y de consumo,
la producción lanera va a destacarse con nitidez. Se formaron a sí las llamadas
Sociedades ganaderas, esto es, grandes unidades de explotación agropecuaria que
concentraba capitales de grupos propietarios tanto capitalino como de interes
de la región.
La producción agropecuaria en el sur tuvo otro signo.
Su crecimiento no se debió al ingreso de nuevos capitales sino a la
sobre-explotación de la fuerza de trabajo indio y el despojo de sus tierras.
Comienza así todo un proceso de extensión de las tierras de las haciendas
despojando ilegalmente las tierras de las comunidades campesinas, todo esto
motivada por el aumento de la demanda del mercado mundial:
"De
esta fecha data, según la opinión de la mayoría de los especialista, el
crecimiento mayor de las haciendas -en detrimento de las comunidades - en zona
como Azángaro, en Puno".
Pero la
expansión capitalista mercantilista, como se sabe, fue mucho más intensa en la
costa. También aquí fue destinada a la producción hacia el mercado mundial.
Algodón y azúcar fueron los dos productos más importantes:
"la
producción cañera estará más próxima a lo que podría llamarse una
explotación capitalista, en tanto que el algodón continuará siendo
cultivado -en buena parte- recurriendo a formas de trabajo no mercantil, principalmente
el yanaconaje".
Estos grupos
de trabajadores que no son libres, sino enganchados fueron el nervio
productivo, la fuerza de trabajo en estos modernos complejos de producción.
Será en estos regimentos, reclutados por medios casi compulsivos, de
donde década más tarde en forma nítida, se configurará el moderno
proletariado rural peruano. Paralelamente a este proceso surge el proletariado
urbano:
"Lima
irá concentrando la mayor parte de las actividades comerciales,
bancarias, y fabriles, al tiempo que, por su rol privilegiado en los niveles de
reproducción social, desarrollará una relativa amplia red de actividades
de servicios-transporte, actividades portuarias, etc- incluyendo la administración
pública".
El
proletariado capitalino que nace en estas circunstancias será , dice
Yepes, cuantitativamente reducido. Pero por su origen urbano -una buena parte
de formación artesanal- por su desarrollo cultural, por su participación en el
proceso de la vida política capitalina, que "el escenario donde en realidad se agota la
república civilista" le tocó en esos momentos históricos de cumplir
jornadas decisivas a nombre de toda la clase obrera en formación y pasó no pocas
veces a la cabeza de los momentos de luchas trascendentales que se
desarrollaron durante estas décadas el movimiento popular peruano.
La participación activa de Mariátegui en estos
momentos decisivos del desarrollo inicial del proletariado peruano va ser
crucial en el propio desarrollo del pensador revolucionario peruano.
A través de estas últimas consideraciones vemos porqué
el capital imperialista hegemoniza en último término toda la economía nacional.
No llegó en este periodo al grado que tomó desde los años cincuenta, pero ya es
clara su hegemónica presencia, tanto en la minería y la producción lanar en la
sierra como en la producción de exportación de algodón y caña de azúcar, en las
bancas y companías financieras así como también en las fábricas capitalinas. De
la misma manera por el control de los medios de transporte (ferrocarril). Esto
anuncia paralelamente la presencia concentrada del proletariado minero,
agropecuario en la sierra y por otro lado, el proletriado agrícola y fábril en
la costa.
[4] Por lo tanto no se
entiende aquí el arte como una región específica del quehacer humano, como son
la pintura, la música por ejemplo; entendemos por arte como 'poiesis' como el
acto creador del hombre en tanto que comprende la realidad no solamente como dada,
sino por crear, de allí su in-sistencia, y que esta actitud y la praxis
pertinente también las podemos encontrar en el político, en el filósofo, en el
religioso, en el literato, en el sociólogo, en el historiador, etc. en tanto
que éstos no se conformen a aceptar pasivamente la realidad dada como
definitiva y perfecta.
[5] «Algunos temas sobre
la cuestión meridional» (1976:292). (Apéndice al libro de M.A. Macciocchi:
«Gramsci y la revolución en Occidente»).
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