Un Poema
de César Vallejo
Salutación
Angélica
Eslavo
con respecto a la palmera,
alemán
de perfil al sol, inglés sin fin,
francés
en cita con los caracoles,
italiano
ex profeso, escandinavo de aire,
español
de pura bestia, tal el cielo
ensartado
en la tierra por los vientos,
tal el
beso del límite en los hombros.
Mas sólo
tú demuestras, descendiendo
o
subiendo del pecho, bolchevique,
tus
trazos confundibles,
tu gesto
marital,
tu cara
de padre,
tus
piernas de amado,
tu cutis
por teléfono,
tu alma
perpendicular
a la
mía,
tus
codos de justo
y un
pasaporte en blanco en tu sonrisa.
Obrando
por el hombre, en nuestras
[pausas,
matando, tú, a lo largo de tu
muerte
y a lo ancho de un abrazo
salubérrimo,
vi que cuando comías después,
tenías gusto,
vi que en tus sustantivos creció
yerba.
Yo quisiera, por eso,
tu calor doctrinal, frío y en
barras,
tu añadida manera de mirarnos
y aquesos tuyos pasos metalúrgicos,
aquesos tuyos pasos de otra
vida.
Y digo, bolchevique, tomando
esta flaqueza
en su feroz linaje de exhalación
terrestre:
hijo natural del bien y del mal
y
viviendo tal vez por vanidad, para que
[digan,
me dan
tus simultáneas estaturas mucha
[pena,
puesto
que tú no ignoras en quién se me
[hace tarde
diariamente,
en
quién estoy callado y medio tuerto.
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