miércoles, 1 de marzo de 2017

Economía

Odebrecht y la Coyuntura Económica

César Risso

LA FUNCIÓN DEL GOBIERNO actual en el plano económico se viene configurando poco a poco. La finalidad es favorecer la extracción de plusvalía de las empresas privadas. En una situación de relativa estabilidad económica, el gobierno trata de favorecer por medio de las normas legales a las empresas extranjeras.

        Lo que le critican a Odebrecht, de beneficiarse por medio de coimas para obtener mejores condiciones legales para hacerse de los grandes proyectos, es lo que está haciendo el gobierno, con o sin coima; ya verán los integrantes del poder ejecutivo como se resarcen de su generosidad para con la inversión extranjera.

        Lo que el caso Odebrecht ha hecho público es el mecanismo común y corriente de hacer negocios de la burguesía. Las coimas no aparecen en la normatividad de los países, pero son la norma de conducta de los inversionistas y los agentes del Estado, en su función de representación de los intereses de la clase burguesa, y de los suyos propios, a título individual.

        Con respecto a la actividad minera, se están barajando las “mejoras” para los inversionistas, sobre todo en la reducción de lo que hasta hace un tiempo llamaban trabas, y que ahora denominan “simplificación administrativa”. Con esta expresión, lo que pretenden es evitar demoras y gastos a los inversionistas en los estudios de impacto ambiental. Por ejemplo, al señalar que la etapa de exploración minera es menos invasiva que la de operación de mina. Vale decir, que en la etapa de exploración van a relajar aún más las exigencias en los estudios de impacto ambiental. Así, por ejemplo, se desestimarán las exigencias arqueológicas, entre otras.

        Esto tiene varias connotaciones. Una de ellas es que el pasado no importa. El origen y la evolución de nuestra cultura, presente en los restos arqueológicos, deben quedar irremediablemente fuera de la protección estatal, y con ello, enterrada para siempre, fuera del alcance del pueblo. La nueva cultura, la capitalista, basada en el interés individual, de explotación del trabajador asalariado, y de los trabajadores en general, es la expresión más pura de la actual cultura, ajena a cualquier sentimiento de solidaridad.

        Otro aspecto que tiene esta propuesta es que el desarrollo está visto como el incremento de las utilidades de los capitalistas. Por lo tanto, mientras más inviertan, y en consecuencia más beneficios obtengan, mejor estaremos los peruanos, puesto que su visión del mundo depende de su bienestar. Por ello, entienden que su desarrollo es el desarrollo del país; que su bienestar es el bienestar del país; y que todo impedimento a su normal desarrollo es un impedimento para el desarrollo del país. Ligan así, el desarrollo del país a su desarrollo.

        La propuesta de cambiar la normatividad para una mayor inversión minera evidencia que las cosas no le van bien a los capitalistas mineros, o que el ejecutivo está dispuesto a sacrificar su “honorabilidad” para que la burguesía imperialista lleve a cabo grandes negocios, de los que el ejecutivo es parte.

        Mientras tanto la burguesía se entretiene en el juego de la bolsa de valores, que consiste en arrebatarse a través de apuestas por los instrumentos financieros, la plusvalía que les extraen a los trabajadores asalariados, lo que nos muestra el comportamiento de los especuladores. En cuestión de horas, el valor de las acciones de Graña y Montero se redujo a la mitad, o en 70%, dependiendo de la fecha de comparación. Y con esta reducción, se llevó más de 700 millones de soles de los fondos que administran las AFP.

        La corrupción burguesa nos afecta en la medida que el Estado burgués nos ha convertido en “aliados” de la burguesía, haciéndonos correr su misma suerte; pero con una peculiaridad, que los trabajadores no percibimos las ganancias de las empresas y de las AFP, solo percibimos sus pérdidas.

        ¿Es posible que se pierda el valor de las mercancías de la noche a la mañana, o en cuestión de horas? En el sistema capitalista eso es lo normal. Las mercancías pueden estar frente a nuestros ojos, pero valen menos; a pesar de lo cual no están a nuestro alcance.

        Cómo es posible que los objetos “físicos” dejen de valer lo que valen. Si el valor de los objetos está dado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para su producción, no debería disminuir su valor. Pero disminuye. Mejor dicho, lo que disminuye es su precio, pues su valor depende de la productividad del trabajo, y esta no cambia rápidamente. El precio de los activos de GyM disminuye considerablemente porque sus posibilidades de hacer negocios están mermadas por las denuncias de la que es objeto. Es una empresa sin posibilidades de generar ganancias para los accionistas, y en consecuencia, estos empiezan a deshacerse de sus acciones, con lo cual, por la mayor oferta de acciones frente a una menor demanda, estas bajan considerablemente de precio. En papeles, la empresa vale muy poco. Pero tal como está, con las instalaciones que tiene, con sus activos, puede ser comprada a precio de remate por otra empresa; y esta sí puede generar ganancias a esas mismas instalaciones, que hasta hace “unos instantes” no “valían” nada. Es decir, las mismas instalaciones y activos en manos de los actuales dueños valen muy poco, pero en manos de otros burgueses su valor se incrementa considerablemente. Como se puede apreciar, el problema no es técnico sino social.

        Así son los negocios. Es la ley del valor manifestándose como ley reguladora de la economía capitalista, en la cual los precios orbitan alrededor del valor de las mercancías, señalando con ello a los burgueses en qué actividades invertir; redistribuyendo así los medios de producción hacia las actividades económicas más lucrativas a través del cambio de propiedad de los medios de producción, que se dan entre los propios burgueses; cambios que se dan a través, por ejemplo, del juego en la bolsa de valores.

        Poco importa que hayan personas muriendo literalmente de hambre al no tener trabajo. Lo que importa en este mundo burgués es obtener las máximas ganancias.

        Los grandes grupos económicos de poder de nuestro país rara vez han sido afectados internamente por estos problemas. Siempre el Estado ha salido a su rescate. Salvo el caso de CLAE, y algún otro, en los demás la burguesía no se ha visto afectada. Mas bien el Estado ha actuado en favor de estas empresas con el dinero público.

        Pero las cosas son distintas esta vez. La pugna en el seno de la burguesía se ha dado entre grupos imperialistas de poder, y eso hace que las cosas vayan hasta el final. Es un grupo burgués que se ha propuesto destruir a otro grupo burgués, y al parecer GyM está de lado del grupo perdedor. Las denuncias internacionales a GyM así lo comprueban.

        El espectáculo de la confrontación burguesa asume distintas formas, como las guerras, pero el fondo es el mismo. El derroche de fuerzas productivas que se llevará a cabo en este conflicto, afectando a los trabajadores, entre otros, no es más que la consecuencia natural de un orden económico que desde hace muchas décadas ha dado muestras de que su tiempo ya ha pasado.

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