viernes, 3 de julio de 2015

Política


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


El Liquidacionismo Histórico y la Reunión de Barranco

(Quinta y Última Parte)


Eduardo Ibarra




EL SOCIALISMO VARIOPINTO DEL Grupo liquidacionista. Todo el secreto de la negación del marxismo-leninismo, de la falsificación de la verdad doctrinal y orgánica del PSP y de la adulteración de la verdad doctrinal de José Carlos Mariátegui que comete este grupo, se revela en la propuesta de un partido de dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles, es decir, en el intento de liquidar el partido de clase (27).

Por eso no es casual que, al final de su artículo, Aragón haya escrito: “… los socialistas peruanos previamente tenemos que cumplir un compromiso de honor: Conmemorar dignamente el Centenario del movimiento socialista peruano en el año 2018”.Felizmente, ya contamos con un Documento Base de Estudio y Debate para el desarrollo del centenario, el Capítulo V, Las primeras divagaciones socialistas, del primer tomo del libro de Guillermo Rouillon La Creación Heroica de José Carlos Mariátegui”. “Ese capítulo, Las primeras divagaciones socialistas, me parece que puede ser la mejor fuente de inspiración y estímulo para los nuevos contingentes de socialistas,  y no solo para ellos” (negritas en el original).

Precisamente estas afirmaciones de Aragón –como otras por el estilo de otros liquidacionistas– encierra el designio de diluir la identidad marxista-leninista de Mariátegui en su inicial socialismo a lo Araquistain (28).

Como es de conocimiento general, en el escrito Por qué creación heroica, Ramón García utiliza tramposamente la nota Del Autor de Mariátegui: cita que “La orientación socialista de Mariátegui tiene su punto de arranque en la publicación a mediados de 1918 de la revista ‘Nuestra Epoca’”, y silencia la afirmación según la cual la asimilación del maestro al marxismo data de su viaje por Europa (29).

Así, pues, mientras Mariátegui, con la honestidad que lo caracterizó, dio cuenta, en el mismo texto, del momento en que comenzó su orientación socialista en el sentido dilatado del término, y del momento en que rompió con su inicial socialismo a lo Araquistain y se asimiló al marxismo; Ramón García, con la deshonestidad que lo caracteriza, menciona el primer momento y silencia el segundo porque ello conviene a su designio de diluir el socialismo marxista en el variopinto mapa del socialismo en general, es decir, a su aspiración de liquidar el partido de clase. 

        Si Mariátegui no hubiese sido consciente de la diferencia de principio existente entre el socialismo reformista y el socialismo marxista, no hubiese dejado constancia de su asimilación al marxismo durante su viaje por Europa, pues, a fin de dar cuenta de su “orientación socialista”, hubiese bastado que mencionara el punto de arranque de su socialismo en el sentido dilatado del término.

Pero Mariátegui era consciente de tal diferencia, y, por esto, señaló los dos momentos de su proceso doctrinal: 1) punto de arranque de su orientación socialista en el sentido dilatado del término; y, 2) ruptura con el socialismo a lo Araquistain y asunción del marxismo-leninismo. (30).

Lenin señaló que a Marx y Engels no les interesaba el socialismo en general, sino específicamente el socialismo científico, proletario, marxista en lenguaje contemporáneo.

Pero, debido a sus afanes liquidacionistas, a García le interesa el socialismo en general, y no, por supuesto, específicamente el socialismo marxista.

Por eso silencia el momento de la ruptura de Mariátegui con su socialismo a lo Araquistain y su asimilación al marxismo-leninismo.

Por eso pretende pasar el Centenario de Nuestra Epoca como el Centenario del Socialismo Peruano.

Por eso la palabra socialismo le sirve para encubrir la condición oportunista y revisionista de diversas tendencias que actúan en la escena nacional y, claro está, su propia condición liquidacionista.

Como es evidente, con todo ello pone un signo de igualdad entre el socialismo reformista y el socialismo marxista.

De esa forma falsifica el proceso doctrinal de Mariátegui y del proletariado peruano.

Pero ocurre que el Socialismo Peruano es el producto de la aplicación del Marxismo-Leninismo a nuestra realidad concreta, y no, desde luego, la aplicación del indefinido socialismo en general.

Mariátegui esclareció: “El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”.

En nuestro caso, la fusión de dicha doctrina con nuestra realidad fue posible a partir de la asimilación de Mariátegui al Marxismo-Leninismo.

Por lo tanto, el Socialismo Peruano es el florecimiento en el Perú del Marxismo-Leninismo como verdad particular.

Así, el Marxismo-Leninismo se verifica como el contenido ideológico del Socialismo Peruano.

En consecuencia, datar la partida de nacimiento del Socialismo Peruano en junio de 1918 es escamotear el marxismo-leninismo como su fundamento doctrinal, como su contenido doctrinal, como el sello que determina su carácter de clase.

Desde hace tiempo está esclarecido que el 22 de julio de 2018 no se cumple el Centenario del Socialismo Peruano, sino el Centenario de la revista Nuestra Epoca, es decir, del punto de arranque de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido dilatado del término: de Mariátegui, y no del movimiento socialista en el mismo sentido dilatado (31).

        Por eso es una verdad básica que el punto de arranque del Socialismo Peruano es marzo de 1921, cuando Mariátegui escribió su primer artículo de índole marxista: La crisis del socialismo.

        Lo confirman las siguientes palabras de Mariátegui: “De su viaje [por Europa] data su asimilación al marxismo”.

        Y también estos conceptos, igualmente suyos: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista” (carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas nuestras).

Habría que ser un obtuso rematado para no darse cuenta qué quiso decir y qué dijo efectivamente el maestro con lo citado.

Por lo tanto, si el punto de arranque de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido dilatado del término, fue la revista Nuestra Epoca, el punto de arranque de su definitiva orientación marxista-leninista fue marzo de 1921 (32).

El método correcto para estudiar y esclarecer la etapa de socialista a lo Araquistain de Mariátegui consiste en analizarla desde la perspectiva de su asimilación al marxismo-leninismo, y no, como hace Ramón García, en analizarla en sí misma tratando de encontrar marxismo donde no lo hubo (33).

Pero, conforme a su designio de liquidar el partido de clase en el marco general de la izquierda peruana (ya lo liquidó en su propio seno), García pretende pasar el Centenario de la revista Nuestra Epoca como el Centenario del Socialismo Peruano a fin de pescar algunos incautos para consumar el nivel público de su partido dirigido desde hace más de cinco años por un pequeño grupo de encapuchados.

Como es obvio, lo que hemos citado de Aragón a propósito de su “compromiso de honor” de celebrar el centenario de Nuestra Epoca como el centenario del “movimiento socialista”, encierra todas las trampas señaladas.

Así, pues, en último análisis, lo que pretende celebrar el grupo liquidacionista es el centenario del socialismo reformista, y no, por supuesto, el centenario del socialismo marxista-leninista, el centenario del Socialismo Peruano.

En conclusión, el grupo de García chapotea sin remedio en las aguas negras de la negación del marxismo-leninismo; de la falsificación de la identidad doctrinal de Mariátegui; de la adulteración del proceso doctrinal del proletariado peruano; de la dilución del socialismo marxista en el indefinido marco del socialismo en general; de la tergiversación de la verdad doctrinal y orgánica del PSP; de la negación del partido de clase.

La bancarrota del grupo liquidacionista. Durante una década aproximadamente, este grupo se ha esforzado por tragarse con engaños a diversas tendencias de la izquierda peruana. A este propósito llegó incluso a utilizar el frente unido para intentar sorprender a los demás con su proyecto de un partido-amalgama.

Pero, desenmascaradas sus posiciones oportunistas y liquidacionistas y, además, evidenciados sus métodos criollos y su egotismo burgués, el mencionado grupo ha quedado políticamente aislado.

Así, pues, la bancarrota del grupo liquidacionista es la bancarrota de sus posiciones: negación del marxismo-leninismo; negación de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y del PSP; tergiversación de cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento de Mariátegui; camino municipal al socialismo; negación del partido de clase; utilización de métodos criollos; egotismo burgués.

Con el repetido fracaso de su plan partidario, el propósito de utilizar el Centenario de la revista Nuestra Epoca como coartada a fin de consumar su proyecto de un partido-amalgama, únicamente marcará el fracaso definitivo de su “dilución-integración” de las diversas organizaciones (PCP-Unidad, PCP-PR, PCP-SL, PSP,  etcétera, etcétera), en un solo partido bajo la línea oportunista y liquidacionista de Ramón García.

Conclusión. El liquidacionismo histórico de Miguel Aragón pretende presentar la acción de Mariátegui como un escenario desolador: el PSP no existió; el marxismo-leninismo no fue acordado como la base de unidad del Partido; no hubo un programa aprobado, etcétera.

De esa forma intenta liquidar el legado marxista-leninista de Mariátegui.

Si la mayoría del grupo liquidacionista falsifica la realidad histórica del PSP, Aragón, en su permanente afán de llevar hasta sus últimas consecuencias las posiciones oportunistas y liquidacionistas de Ramón García, sostiene que el PSP nunca existió.

Aragón alardea: “Como resultado de una nueva relectura, ordenada y profunda,   del libro Correspondencia de Mariátegui (publicado en diciembre de 1984),  de las cartas adicionales incluidas en los once números de la revista Anuario Mariateguiano  (publicados entre los años 1989 y 1999), del libro Escritos de José Carlos Mariátegui 1928 (publicado el año 2009), así como del Tomo II del libro Apuntes para una Interpretación marxista de  Historia Social del Perú de Ricardo Martínez de la Torre, y otros textos adicionales,  en los últimos años estamos llegando  a nuevas conclusiones, diferentes a las dos anteriormente anotadas. Tengo que reconocer que el largo debate sostenido durante el decenio 2003-2013, con el caudillaje personalista promovido por  algunos defensores a ultranza de la superada tendencia “partidarista”, ha influido positivamente en esta búsqueda que nos aproxima más a la verdad” (negritas en el original).

Las lucubraciones según las cuales la Reunión de la Herradura se realizó “a espaldas de Mariátegui”;  la negación de la existencia de la “célula secreta de los siete”; la conjetura de que el PSP no fue fundado en la Reunión de Barranco ni en ninguna otra reunión posterior; la negación sin más de la existencia del PSP (o su negación porque no fue la concreción del proyecto original de Mariátegui); la creencia de que en los años 1920 no era necesario el partido del proletariado peruano; la presunción de que el programa del Partido no fue aprobado por la Reunión de Barranco ni por ninguna otra reunión ulterior; el silenciamiento de que el proceso de constitución del PSP fue “indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”; la negación de que el 7 de octubre de 1928 se eligiera el Comité Ejecutivo del Partido; la negación de que la carta colectiva fuera debatida y aprobada por los fundadores; etcétera, etcétera; son todas cuestiones que han resultado, según petulante afirmación de Aragón, “de una nueva relectura, ordenada y profunda” suya.

Es pues con esa “relectura ordenada y profunda” que nuestro personaje pretende haberse aproximado “más a la verdad”.

Pero, pavoneo aparte, la verdad es que de ese modo todo lo que ha hecho es profundizar el liquidacionismo de derecha de su grupo.

Con el permiso del lector, cito una vez más los siguientes términos de Mariátegui dirigidos a Luis Valcárcel: “El modo más leal de informarlo a este respecto, para que no se encuentre Ud. desorientado ante rumores confusos, me parece que es el de documentarlo. Ud. interrogará a los documentos y buscará en ellos la respuesta a cada cuestión”.

Pues bien, como se ha visto, Aragón utiliza estos conceptos mariateguianos como uno de los epígrafes de su artículo. Pero como se ha constatado también, después de interrogar a los documentos relativos al PSP, nuestro personaje ha ofrecido el deplorable espectáculo de su deslealtad respecto a los mismos.

Es de esa forma como maneja el recurso, común en su grupo, de utilizar a José Carlos Mariátegui como coartada. Es de esa forma como se revela en su persona la general descomposición ideológica y moral del grupo liquidacionista.
   
En el borrador Mariátegui y el Partido Socialista del Perú, escribí: “… toda esta cuestión… del PSP es un problema complejo y, por esto, su planteamiento y su resolución exigen que nuestros cerebros funcionen con cierta complejidad. Y sin el peso de los prejuicios” (elipsis agregadas).

Pero, como se ha verificado, Aragón no cumple con esta exigencia. 

Notas
[27] En un medio como el peruano donde la autoridad intelectual y política del fundador de nuestro socialismo marxista es inmensa, la forma más fácil –pero también la más torpe–  de pasar como buena moneda posiciones oportunistas es utilizando a Mariátegui y el PSP como coartada. Esto es lo que hacen Ramón García y otros liquidacionistas, que, así, han demostrado no tener el valor elemental de plantear sus posiciones oportunistas a nombre propio. Si de renegar el marxismo-leninismo se trata, pues aducen que Mariátegui y el PSP no fueron marxista-leninistas; si de negar el carácter de clase del PSP se trata, pues aducen que este partido tuvo dos niveles doctrinariamente disímiles; etcétera, etcétera. Pero, como es de conocimiento general, estas y otras posiciones antimariateguianas han sido oportuna y completamente desenmascaradas.
[28] En otro lugar he citado una afirmación de Manuel Velásquez que expresa más netamente que otras el intento del grupo liquidacionista de consumar la mencionada dilución. Esta afirmación es la que sigue: “el año 1918 [se refiere a la aparición de Nuestra Epoca], según mi opinión, es un año clave para el Socialismo Peruano, porque marca la orientación definitiva de Mariátegui” (carta a Miguel Aragón del 29.01.2011. Cursivas mías). Es decir, según el autor de la cita, la “orientación definitiva de Mariátegui” se dio con su adhesión al socialismo en general, y no con su adhesión al socialismo marxista en particular. De este modo, sin distinguir entre socialismo a lo Araquistain y socialismo marxista, el mencionado liquidacionista –y con él todo su grupo– diluye el socialismo marxista en el heterogéneo mapa del socialismo en general. Todo marxista, sin embargo, sabe que lo que constituyó la orientación definitiva de Mariátegui fue su adhesión al marxismo-leninismo en la segunda mitad de 1920.
[29] En un artículo publicado en Anuario Mariateguiano, Nº2, 1990, pp.145-147, Ramón García intenta, con argumentos sofísticos, demostrar lo indemostrable: que el Socialismo Peruano tiene su punto de arranque con la publicación de la revista Nuestra Epoca. En otro lugar analizaremos tal intento y, específicamente, el equívoco método utilizado por el autor del artículo con el afán de falsificar la verdad histórica del proceso doctrinal de Mariátegui.
[30] Es menester señalar que al socialismo marxista se llega directamente rompiendo con concepciones burguesas o pequeño burguesas, o, en su defecto, rompiendo con un inicial socialismo reformista. Precisamente este fue el caso de Mariátegui, quien llegó al socialismo marxista rompiendo con el socialismo a lo Araquistain.
[31] De Mariátegui, pues con anterioridad a Nuestra Epoca –y a partir de 1916–, se formó un pequeño movimiento a instancias de las lecciones ex catedra de Víctor Maúrtua. Esta es la realidad. Pero, para sus fines, el grupo liquidacionista silencia esta verdad histórica, pues Maúrtua no le otorga capacidad de engaño como sí la utilización de Mariátegui. De esta forma, pues, el grupo liquidacionista llega a falsificar también el propio proceso del socialismo reformista en nuestro medio. La revista Nuestra Epoca es el punto de partida de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido dilatado del término, y no del movimiento socialista igualmente en el sentido dilatado del término. Lo señala el propio maestro: “La orientación socialista de Mariátegui tiene su punto de arranque en la publicación a mediados de 1918 de la revista ‘Nuestra Epoca’” (Ideología y política, p.17). De Mariátegui, pues, de Mariátegui. Por lo tanto, identificar este punto de arranque personal con el punto de arranque del movimiento socialista en el sentido dilatado del término, significa no solo falsificar la realidad histórica sino también revelar por enésima vez que todo lo que hace el grupo liquidacionista es utilizar a Mariátegui como coartada. 
[32] Como hemos señalado en otro lugar, Mariátegui se asimiló al marxismo-leninismo en algún momento de la segunda mitad de 1920, pero solo en marzo del año siguiente se expresó esta asimilación en su artículo La crisis del socialismo.
[33] En grotesca expresión de la permanente actitud falsificadora del grupo liquidacionista, Suárez, polemizando con el suscrito, no tuvo el menor escrúpulo de decir que, ya en el tiempo de la revista Nuestra Epoca, Mariátegui era “marxista convicto y confeso”.    


Material Adjunto


Notas Sobre la Creación Heroica de
Mariátegui II

(En el 90 Aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui)

(Fragmento)

E.I.


III
El orientamiento socialista de Mariátegui puede ser dividido en dos grandes etapas: una primera, no marxista, y una segunda, marxista. La primera va de junio de 1918 al primer semestre de 1920. Es la etapa del Mariátegui socialista a lo Araquistain. Es la etapa de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y Organización Socialistas, del diario La Razón, de la partida de Mariátegui a Europa en octubre de 1919 y de las primeras estaciones de su trayectoria en este continente. La segunda va del segundo semestre de 1920 al 16 de abril de 1930. Es la etapa del Mariátegui marxista. Es la etapa de su artículo El cisma del socialismo, de la “célula de Génova”, de su participación en el Congreso de Livorno, de su activismo en el Partido Comunista Italiano, de su regreso al Perú para fundar “un partido de clase”, de sus conferencias en la UPGP, de la revista Amauta y el periódico Labor, de sus libros 7 Ensayos, Defensa del marxismo, Ideología y Política y El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy, de la fundación del Partido Socialista del Perú y la Confederación General de Trabajadores, de sus tesis presentadas al Congreso Sindical de Montevideo de mayo de 1929 y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires de junio del mismo año, de su moción de afiliación a la Tercera Internacional, etcétera, etcétera. Esta creación marxista, teórica y práctica, es la Creación Heroica de Mariátegui (9).

El análisis de la relación entre estas dos etapas del proceso ideológico de Mariátegui no puede hacerse sino desde la perspectiva de su definitiva etapa marxista. ¿Por qué el maestro, contrariamente a otros, supo romper con su inicial socialismo reformista y asimilarse al marxismo? ¿Por qué sobre esta base alcanzó a concretar una aplicación vívida del marxismo, su Creación Heroica? La revista Nuestra Época, el Comité de Propaganda y el diario La Razón son otras tantas estaciones del socialismo a lo Araquistain de Mariátegui, pero, en conjunto, constituyen una etapa que fue superada por medio de una ruptura. Por lo tanto, esta etapa –inicial, transitoria, efímera– tiene una importancia relativa, pues su examen permite esclarecer: 1) los elementos componentes de las estaciones que se sucedieron hasta el momento en que el maestro se asimiló a la doctrina de Marx; 2) las cualidades morales e intelectuales que le permitieron dar este trascendental salto.

Mariátegui tuvo una posición especial en el socialismo reformista. Con César Falcón, Humberto del Aguila, Fausto Posada y otros activistas, constituyó el ala izquierda de ese socialismo, y desde ella combatió el colaboracionismo de algunos personajes. Esta constatación no tiene una importancia menor en la trayectoria del maestro.

El socialismo reformista de los años diez y veinte del siglo pasado ha tenido una continuidad, es decir, tiene una historia. El Partido Socialista de Castillo y el Partido Socialista Revolucionario de los años setenta, continuaron, con distintos matices, ese socialismo, del mismo modo que, reclamos aparte, hoy por hoy lo continúan el PCP-Unidad, el Partido Socialista Peruano y algunas otras tendencias. Pues bien, la revista Nuestra Época, el Comité de Propaganda y el diario La Razón, son, por razones obvias, parte de esa historia (10).

Pero ocurre que, como es de conocimiento general, Mariátegui rompió con el socialismo reformista en la segunda mitad de 1920 y, con su artículo El cisma del socialismo de marzo del año siguiente, dio inicio a otra historia: A LA HISTORIA DEL SOCIALISMO PROLETARIO, DE CLASE, MARXISTA-LENINISTA.

Este socialismo es la Creación Heroica de Mariátegui, es decir el Socialismo Peruano propiamente dicho (11), cuya concreción marcó un antes y un después en el proceso ideológico y político del proletariado nacional.

Lealmente autocrítico, Mariátegui hizo en su momento la crítica de su socialismo a lo Araquistain, por ejemplo cuando en 1929 se refirió al Comité de Propaganda: “El grupo tiende a asimilarse a todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar aquellos que provienen del radicalismo gonzales-pradista y se conservan fuera de los partidos políticos” (12). En consecuencia, ya nada más por esta observación crítica (13), Mariátegui no cabe en una visión del Socialismo Peruano indiferente a la trascendencia sin parangón de su ruptura con el socialismo reformista; indiferente al hecho de que sólo con su Creación Heroica el Socialismo en el Perú alcanzó la condición de Socialismo Peruano; indiferente al carácter especial, de clase, marxista, del Socialismo Peruano, el cual, como es indiscutible, desde el principio transformó radicalmente el objetivo de la lucha de clase del proletariado.

Es posible que subrayar el socialismo a lo Araquistain de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y del diario La Razón, resulte un escándalo para algunos, pero sólo porque su visión de la trayectoria de Mariátegui no distingue entre socialismo no marxista y socialismo marxista, o, para decirlo de otro modo, porque diluyen el socialismo marxista en el socialismo en general. El solo hecho de pretender pasar el centenario del socialismo no marxista por el centenario del Socialismo Peruano, prueba la verdad de nuestro aserto.

Hay, pues, quienes ven la continuidad en la trayectoria ideológica y política de Mariátegui (emoción social, ética, actitud de servir al proletariado, consecuencia con las luchas de las clases trabajadoras, capacidad de encontrar la verdad en los hechos), pero no son capaces de captar la discontinuidad que hay en la misma (ruptura con el socialismo a lo Araquistain y adhesión al marxismo), o, en todo caso, no son capaces de captar el hecho de que lo verdaderamente trascendental en la vida de Mariátegui no fue su inicial y transitorio socialismo no marxista, sino su definitivo socialismo marxista, su Creación Heroica, su Socialismo Peruano, el cual, por ser tal, abrió por primera vez en nuestra historia la posibilidad real de la lucha por el poder. No porque Mariátegui desempeñara un papel de primer orden en la revista, el comité y el diario mencionados arriba, el socialismo a lo Araquistain que caracterizó a estas experiencias, deja de ser socialismo no marxista. Pero también, no porque su inicial socialismo fuera lo que fue, su Creación Heroica no va a tener la trascendencia que tiene.

IV

Pues bien. No obstante estar claro para cualquier lector atento, objetivo, honrado, que los términos Socialismo Peruano y Creación Heroica tienen, tanto en Aniversario y balance como en la Advertencia a los 7 Ensayos, un significado específico, de clase, precisamente marxista, Ramón García embrolla las cosas pretendiendo que en 2018 se cumple el “centenario del socialismo peruano”, lo cual, como ha quedado sentado, significa diluir el Socialismo Peruano (así con mayúsculas por proletario) en el socialismo peruano en la acepción más dilatada del término (así con minúsculas por la oportunista tendenciosidad que encierra).

El Socialismo Peruano tiene su punto de partida en marzo de 1921 y, como es obvio, cumplirá su Primer Centenario en marzo de 1921. De manera que pretender celebrar este Centenario en 2018, es tomar como coartada el aniversario de la revista Nuestra Época, a fin de celebrar el centenario del socialismo reformista. (14).

El socialismo reformista no fue Creación Heroica, en el sentido mariateguiano del término. El propio maestro señaló: “En ambos números [de la revista Nuestra Época], se esboza una tendencia fuertemente influenciada por España, la revista de Araquistain, que un año más tarde reapareció en La Razón…” (15). Baste comentar que si alguien se ha aderezado su propio concepto de creación heroica, puede utilizarlo para definir este socialismo a lo Araquistain, pero, desde luego, no puede apelar a Mariátegui para fundamentar su desaguisado.

Datar el nacimiento de la Creación Heroica de Mariátegui, es decir del Socialismo Peruano, el 7 de octubre de 1928, es una falsificación de su VERDAD HISTÓRICA. Pero datarla el 22 de junio de 1918, a más de una falsificación de esta verdad, es una falsificación de su VERDAD IDEOLÓGICA. En otras palabras, es una negación, mal encubierta, del concepto mariateguiano de Creación Heroica y una negación, también mal encubierta, del derivado concepto de Creación Heroica de Mariátegui. Esta doble negación es, pues, un hecho sumamente grave y extraordinariamente peligroso, pero, en el grupo de Ramón García, nadie ha sido capaz de asumir una actitud crítica frente a la misma. Esta penosa realidad da cuenta de cómo están las cosas en sus filas.

La doble negación que comete Ramón García es absolutamente inadmisible para cualquier marxista e, incluso, para cualquier persona suficientemente informada. Pero, por lo visto, hay quienes la han asumido sin ningún problema, irreflexivamente, sin chistar, seguramente porque ella aparece más acorde, en primer lugar, con la dilución en sus espíritus del clasismo proletario, y, en segundo lugar, con el proyecto de un partido de “dos niveles”, es decir, de un partido a lo Portocarrero-Pesce, de un partido de “todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar” a los elementos de los diversos matices del oportunismo y el revisionismo que activan en nuestro medio.

La negación del concepto mariateguiano de Creación Heroica y del derivado concepto de Creación Heroica de Mariátegui, se corresponde, pues, con el proyecto de un partido doctrinariamente heterogéneo, de un partido-amalgama, de un partido-frente, contrario por principio al Partido de clase de Mariátegui. Este es el fondo de la cuestión. Este es la trastienda que encierra la intención de celebrar el centenario del socialismo reformista como si se tratase del Socialismo Peruano (16).

Esta trastienda es parte de la torpe y oportunista campaña que desenvuelven desde hace años Ramón y García y sus repetidores POR NEGAR LA FILIACIÓN MARXISTA-LENINISTA DE MARIÁTEGUI Y MISTIFICAR SU OBRA.

Pero, por supuesto, es comprensible que el grupo revisionista quiera celebrar el centenario del socialismo reformista y no el centenario del socialismo proletario. Por algo es un grupo revisionista.

Por cuanto el Centenario del Socialismo Proletario, es decir de la Creación Heroica de Mariátegui, o sea del Socialismo Peruano, se cumplirá en 2021, podemos afirmar, lealmente, que los marxistas sabremos celebrarlo con la dignidad propia de tan importante acontecimiento (17).

V

Como el seguidismo, y aun el servilismo, no es un absoluto en ninguna parte, Manuel Velásquez ha guardado distancia con respecto a la falsificación que comete Ramón García del punto de arranque del Socialismo Peruano, pero sólo para defender la falsa idea de que su fecha de nacimiento es el 7 de octubre de 1928, es decir, sólo para defender esta falsificación contra la otra falsificación. Esta penosa realidad da cuenta de cómo están las cosas en el grupo revisionista (18).

El concepto mariateguiano de Creación Heroica designa el producto, teórico y práctico, de la aplicación vívida del marxismo a las condiciones concretas de América, y, por lo tanto, a las particulares del Perú. Todo marxista tiene la obligación, política y ética a la vez, de respetar escrupulosamente esta verdad sustentada por Mariátegui.

El concepto marxista de Creación Heroica de Mariátegui designa el producto original de dicha aplicación. Por lo tanto, todo marxista tiene también la obligación, política y ética a la vez, de respetar escrupulosamente esta verdad establecida sobre la base de lo sustentado por Mariátegui.

En marzo de 1921 Mariátegui escribió el primer artículo que expresó netamente su identidad marxista, marcando así el principio de su Creación Heroica, y, por lo tanto, este mes ella cumple su 90 Aniversario. Igualmente, todo marxista tiene la obligación, política y ética a la vez, de respetar escrupulosamente esta Verdad Histórica.

Defender el concepto mariateguiano de Creación Heroica; defender el carácter de clase de los conceptos de Creación Heroica de Mariátegui y de Socialismo Peruano; defender la verdad de la historia de este Socialismo. He aquí un deber de todo marxista consecuente y honrado.

Notas
[9] Esta verdad no impide reconocer que en su estación pre-marxista Mariátegui tuviera juicios dignos de atención y hasta de asimilación. La capacidad de encontrar la verdad en los hechos no es exclusiva de los marxistas ni mucho menos. Pero borrar toda diferencia entre el Mariátegui socialista a lo Araquistain y el Mariátegui marxista-leninista, es, de hecho, una óptica oportunista.
[10] Pero, al mismo tiempo, la revista, el organismo y el diario mencionados son parte de la biografía intelectual de Mariátegui, o, más exactamente, de su personal proceso ideológico. La ruptura del maestro con el socialismo reformista significó el punto de partida del socialismo marxista, y se entiende que, a partir de entonces, el proceso de este socialismo es ajeno al proceso que siguió el socialismo reformista. En otras palabras, a partir de la primera manifestación literaria de la asimilación de Mariátegui al marxismo, el socialismo reformista y el socialismo marxista se presentan como caminos paralelos. Por eso meterlos en un mismo saco utilizando a Mariátegui como coartada, constituye una actitud confusionista. En conclusión, examinar el período de socialismo a lo Araquistain de Mariátegui tiene sentido solo desde la óptica de su definitivo socialismo marxista, es decir solo si sirve para explicar su capacidad de ascensión ideológica que lo llevó a romper con su primer socialismo y asumir el socialismo de Marx y Engels; solo si sirve para explicar que el resultado práctico de esa ruptura y de esta asunción fue la transformación del proletariado peruano de clase en sí en clase para sí; solo si sirve para reconocer que la fundación del PSP, producto organizativo mayor de la asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo, constituye el punto de partida de la revolución peruana. Sin esta perspectiva, la celebración del Centenario de la revista Nuestra Epoca aparecería únicamente como la celebración del socialismo reformista, que es precisamente lo que hace el grupo liquidacionista. 
[11] En su expresión primera, fundacional, basal, se sobreentiende. Como se sobreentiende que esta expresión está vigente en el proceso revolucionario de nuestro pueblo. 
[12] T.13, p.99.
[13] Esta observación crítica, que puede constatarse en más de una afirmación mariateguiana, tiene algunas veces, como en la anotada, una connotación autocrítica.
[14] Es necesario no confundir dos cosas: el centenario de la revista Nuestra Época y el centenario del Socialismo Peruano. Puesto que, como se ha visto, Nuestra Época fue una revista fuertemente influenciada por el socialismo a lo Araquistain, su centenario coincide con el centenario del socialismo reformista. Pues bien, el socialismo proletario, es decir el Socialismo Peruano, tiene como punto de partida el artículo de Mariátegui El cisma del socialismo, escrito en marzo de 1921. En consecuencia, utilizar como coartada la revista Nuestra Época para pretender que el centenario del Socialismo Peruano se cumple en 2018, es escamotear el hecho histórico de la ruptura de Mariátegui con el socialismo reformista y su asunción del socialismo marxista. Nuestra Época fue la estación inicial del socialismo de Mariátegui, hablando en general. En el proceso ideológico del maestro, esta estación tiene su importancia, sin duda, en el sentido ya expuesto en el presente artículo, y, por lo tanto, los marxistas pueden y deben conmemorar su centenario, pero sin pretender pasarlo como centenario del Socialismo Peruano. Confundir intencionalmente el aniversario de Nuestra Época con el aniversario del Socialismo Peruano, es maniobra que les sirve a Ramón García y sus repetidores para intentar un partido del socialismo en general (cosa que disimulan tras el término socialismo peruano), es decir un partido doctrinariamente heterogéneo, un partido-amalgama, un partido no de clase. Esta es la trastienda de su tergiversación del término socialismo peruano, de su intento de pasar el centenario del socialismo reformista por el Centenario del Socialismo Peruano.
[15] 7 Ensayos, p.254, nota al pie de página. Puesto que el concepto mariateguiano de Creación Heroica tiene dos elementos: el marxismo y la realidad americana (y específicamente la realidad peruana), es claro que la producción literaria del maestro, anterior a su asimilación al marxismo, no es Creación Heroica, no obstante lo correcta que puede ser en algunos casos. Ser “nacionalista” por el género de los estudios, no significaba serlo también por la posición ideológica, esto es, por la aplicación creadora del marxismo a las condiciones particulares de nuestra realidad. Mariátegui era consciente de esta verdad. En la hoja de vida Del autor, señaló honradamente: “El trato de Mariátegui con los tópicos nacionales no es, como algunos creen, posterior a su regreso a Europa. Es evidente que en Europa se ocupó particularmente en estudios de política, economía, sociología, filosofía, etc. De su viaje data su asimilación al marxismo. Pero no hay que olvidar que a los 14 ó 15 años empezó a trabajar en el periodismo y que, por consiguiente, a partir de esa edad tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del Perú, aunque carecía, para enjuiciarlos, de puntos de vista sistemáticos” (t.13, p.16. Las cursivas son nuestras). Es claro que, con eso “de puntos de vista sistemáticos”, el maestro aludió al método marxista, al que se asimilaría posteriormente. Por eso, en carta del 10 de enero de 1928 a su amigo Samuel Glusberg, había precisado: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331).
[16] El hecho de que García y su grupo apelen a la obra de Mariátegui no desmiente en absoluto nuestra afirmación.
[17] La celebración del Centenario del Socialismo Peruano en 2021 debe examinar el proceso doctrinal de Mariátegui desde la experiencia de la revista Nuestra Época, e incluso desde antes, pues de hecho la primera estación en el orientamiento socialista de Mariátegui, en el sentido general de la expresión, data de poco antes de junio de 1918, pero, naturalmente, sin confundir el socialismo pre-marxista del maestro con su posterior y definitivo socialismo marxista, y, por lo tanto, sin pasar dicho socialismo pre-marxista como punto de partida del Socialismo Peruano, término que encierra un concepto muy concreto establecido por el propio Mariátegui (aplicación vívida del marxismo) y suficientemente esclarecido en el presente artículo.
[18] Mostrando la precariedad de su independencia de criterio, finalmente Velásquez se ha rendido ante las falacias de García. De esta forma todo lo que ha hecho es cambiar moco por baba.

10.03.11.


El Pesimismo de
Juan Croniqueur


Jorge Oshiro

"En esos versos que formarán mi libro
y que aparecerá muy pronto,
encontrarás todo un hondo
y sentido boceto de mi vida,
de mis inquietudes y de mis anhelos"

«Carta a Ruth»



El pesimismo de Juan Croniqueur

EL PRIMER ENCUENTRO DE MARIÁTEGUI con los escritos de Marx lo tuvo en 1918. El joven revolucionario peruano llegaba a los 25 años. Esta edad tiene un significado especial en el desarrollo intelectual del hombre. El filósofo español Ortega y Gasset desarrollando su concepto de «generación» escribe al respecto:

“Normalmente, el hombre hasta los 25 años no hace más que aprender, recibir noticias sobre las cosas que le proporciona su contorno social -los maestros, el libro, la conversación. En esos años, pues, se entera de lo que es el mundo, topa con las facciones de ese mundo que encuentra ahí ya hecho" (...) "El joven se encuentra con este mundo a los 25 años y se lanza a vivir en él, por su cuenta, esto es, a hacer también mundo" (Subr.JO.)
       
Marx a esa edad ya estaba en plena construcción de su teoría cuando escribía en París, en 1844, sus célebres «Manuscritos económicos-filosóficos» y Gramsci se entregaba a la vida revolucionaria en Turín en 1916.

¿Cuál era el mundo intelectual del joven Mariátegui que en esos momentos firmaba sus trabajos con el nombre de Juan Croniqueur?

El mismo Mariátegui llamó a este período de sus obras de mocedades su «edad de piedra». En una carta a Samuel Glusberg, escritor y publicista argentino, dio nuestro autor una corta síntesis de su vida y su obra hasta esos instantes (1928), en la cual distingue claramente dos momentos radicalmente diferentes, separados por su viaje y estancia en Europa (1919-1923).

En esta carta el pensador peruano habla en primera línea sobre el segundo período,  sobre el revolucionario. Sobre el primero escribirá  sumariamente de sus: "... tanteos de literato inficionado de decadentismo y de bizantinismo”.

Según esta exposición tenemos pues un Mariátegui ‹decadente› y un Mariátegui ‹revolucionario›; el joven separado del maduro, el escritor de ‹la edad de piedra› del autor de la ‹edad de razón›.

La carta anteriormente citada no es el único documento que tenemos en el cual nuestro pensador se expresa sobre su propia obra. En una entrevista de 1926 declara:

"He madurado más que cambiado. Lo que existe en mi ahora, existía embrionaria y larvadamente cuando yo tenía veinte años y escribía disparates de los cuales no sé por qué la gente se acuerda todavía".

¿Se debe entender estas dos declaraciones como formalmente contradictorias? Se caería en una  falsa comprensión de los diferentes contextos.

Mientras que Mariátegui, en la carta, oponía la fase revolucionaria contra su período ‹decadente›, consideraba en la entrevista de 1926 su vida como una unidad indisoluble. La aparente contradicción de los dos juicios obedece a las diferentes perspectivas que el peruano toma al reflexionar sobre su vida.

En la carta Mariátegui habla como político que está interesado a informar a su interlocutor quién es él y qué está  haciendo políticamente en esos momentos, en 1928. En la entrevista Mariátegui medita en voz alta; es el filósofo que reflexiona el contexto global de su vida. Naturalmente la diferencia entre ambos períodos es importante. Pero esto, nos dice él mismo en la citada entrevista: "Es una cuestión de trayectoria y una cuestión de época”.

La recepción mariateguiana ha adoptado hasta ahora ampliamente la ‹versión política› y ha dedicado hasta hace poco tiempo casi exclusivamente su atención a la obra de la ‹edad revolucionaria›  de tal manera que el pensamiento del joven Mariátegui queda prácticamente aún desconocido.

La publicación de sus obras ha correspondido también a este estado de cosas. Las ediciones de sus «Obras Completas» son los trabajos del segundo período. Recién en 1987 apareció el primer volumen de los «Escritos juveniles» de un total de seis libros anunciados y recientemente publicados 1. De la misma manera otro aporte importante para el esclarecimiento de la primera época es el «Anuario Mariateguiano» cuyo primer número es de 1989.
       
La consecuencia negativa de la investigación mariateguiana sin una profunda y amplia reflexión sobre este primer período de la obra de Mariátegui es considerable, pues sin la aclaración y profundización suficiente del trabajo de este período se queda oscura la génesis histórica de su pensamiento viviente, y por allí la comprensión de la génesis de un marxismo creador.

La comprensión de las experiencias existenciales fundamentales de este primer período de la vida de Mariátegui y el conocimiento del campo teórico en donde se desarrolla, -consecuencia de las experiencias vividas y las reflexiones realizadas-, nos da los elementos de juicio necesarios para comprender con ecuanimidad su pensamiento filosófico posterior.

El primer período de la obra mariateguiana (1914-1917), es decir desde el inicio de la Primera Guerra Mundial hasta el comienzo de la Revolución Rusa, es compleja y contradictoria. Es un período biográfico lleno de conflictos y de tensiones, en el cual el joven Mariátegui se enfrenta con los problemas existenciales que viene arrastrando desde su primera infancia: la pobreza material, la soledad, el aislamiento, la conciencia de la propia deformación corporal, el desconocimiento del padre, la enfermedad y el dolor físico como también el (pre)sentimiento de la muerte temprana.

Notas

[1] «Escritos juveniles» Tomo II («Crónicas») y III. («Entrevista» y «Crónicas» y otros escritos) en 1991; Tomo IV («Voces 1») y V.(«Voces 2») en 1992; Tomo VI («Voces 3») en 1993; tomo VII («Voces 4») y VIII («Voces 5») 1994. Compilación, estudios preliminares y notas de Alberto Tauro. Todos ellos publicado por la Biblioteca Amauta. Lima, Perú.

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