Sobre la Revolución
de Túpac Amaru
(Séptima Parte)
Emilio Choy
LA
LUCHA QUE SE PLANTEABA EN AQUEL tiempo era la de las manufacturas de los
obrajes contra la avanzada industria inglesa decidida a dominar al mundo. En
los hechos, sin embargo, la contribución británica no se cristalizó en ayuda de
material bélico o fuerzas expedicionarias para golpear el virreinato más
poderoso de la América del Sur. El objetivo británico era más limitado: ya que
no era posible la conquista, que era factible en otros frentes más débiles, por
lo menos aspiraba a desorganizar la producción, y estimulando el levantamiento
indígena se hacía más difícil al virreinato limeño ayudar al virreinato de
Nueva Granada y al de Buenos Aires, que tenían que defenderse de los ataques de
ingleses y portugueses. La misión de los partidarios de los ingleses era
debilitar el centro peruano, que no sólo era más lejano, sino el más poderoso,
para defender las posiciones portuguesas que se encontraban amenazadas por los
españoles. Nueva Granada y Buenos Aires eran los flancos más débiles, contra
los que se podía operar con mayores probabilidades por encontrarse en el
Atlántico. Después de las fortificaciones militares que había hecho Amat, la
costa peruana no era sitio en donde se podía cosechar muchos laureles, cuando
había otros frentes en donde emplear con más provecho la armada de la rubia
Albión.
Y aun en el caso de que el gobierno de Londres hubiese
contado con mayores posibilidades, no habría ayudado a Túpac Amaru a lograr la
independencia del Perú; tal hecho se revela nítidamente en una conversación que
tuvo Pitt con el precursor Miranda, algunos años después de la rebelión de José
Gabriel Condorcanqui. Miranda escribe que el primer ministro le aseguró:
"...
si un sistema por el modo de la Francia se intentase introducir en el País,
aseguro a usted (me replicó con viveza, dice Miranda) que más bien querríamos
que los americanos españoles continuasen por un siglo súbditos obedientes baxo
del opresivo gobierno del Rey de España, que verles sumergidos en las calamidades
del abominable sistema de los franceses".
Pitt
se refería a la ideología republicana de la revolución francesa, que a su vez
había sido influida por la gran revolución de la independencia de los Estados
Unidos (14).
El gobierno de Gran Bretaña estaba en contra de los
movimientos que podían mejorar las condiciones sociales, como la Revolución
Francesa. Se opuso a ella con el mismo odio que a la Revolución Norteamericana.
Por eso, de haber podido intervenir con fuerzas considerables en la costa del
Pacífico de Sudamérica, no hubiese venido a mejorar la situación, sino a
mantener las primitivas formas de dominación, retinándolas en el sentido de
reemplazar las cadenas enmohecidas por otras mejores y más nuevas. Por eso su
intervención se limitó a estimular una vasta insurrección encaminada a
arruinar, pero no a destruir, las ricas colonias del imperio hispano. Alentaba
una guerra del campesinado indígena en contra de sus amos, no para beneficiar
a los rebeldes, sino para aprovecharse de ellos.
Lejos estaba del pensamiento de los estadistas ingleses
el proyecto de fomentar la destrucción para ayudar a construir algo que fuese
parecido a la república norteamericana. En este respecto hubo menos espíritu de
cálculo, para no decir generosidad, en la actitud de Francia y España. La
contribución militar y económica del pueblo francés en el triunfo de la
revolución de Washington fue de importancia decisiva. La contribución de los
españoles fue importante no sólo en el aspecto de golpear a los ingleses,
militarmente, sino también en el esfuerzo de los españoles para organizar en
forma ejemplar grandes colectas que fueron elogiadas por la esposa del general
Washington (15).
Los ingleses, como eran comerciantes de astucia
refinada, sólo deseaban pueblos de organización vulnerable y no regidos por
sistemas que fueran "abominables", como decía Pitt. Los criollos que
también deseaban controlar la política no coincidían, naturalmente, con los
ingleses en estos planes, por más que afirmaron en sus pasquines que el
"Rey de Inglaterra era amado por sus vasallos". El pueblo de Buenos
Aires demostró, años después, que estaba resuelto a romper el dominio español,
pero para ser independiente y no para ser dominado por los ingleses.
No se vaya a creer que el rechazo de la dominación por
gobernantes rubios estuviese determinado por las diferencias religiosas o de
nacionalidad. Los criollos habían alcanzado ya cierta madurez política y la
tendencia de seguir el ejemplo de los Estados Unidos era fuerte aunque en forma
no bien definida. La lucha por la independencia al lado de Túpac Amaru,
significaba en cierto modo un retroceso. En lugar de una república en la que
hubiesen participado criollos, mestizos e indios, se proclamaba una monarquía
indígena; en lugar de mejorar las condiciones del campo y la ciudad, superando
las formas coloniales, se perdían las manufacturas, aunque primitivas, para
introducir la subordinación total a la producción de tejidos extranjeros.
Notas
[14]
Archivo del General Miranda, tomo XV, 1938.
[15]
Luis A. Eguiguren, ob. cit. t. II, pág. 200.
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