El Hombre Como
Primate
(Cuarta Parte)
M.F. Niesturj
PARA EL SISTEMA
MUSCULAR del hombre es muy característica la musculatura facial mímica
originalmente desarrollada, lo que está relacionado con su actividad funcional
multifacética, alto desarrollo de la región motora y otras de la corteza
cerebral, y también, con la adquisición y perfección del lenguaje articulado —
E. Huber (1931); es muy diferenciado, por ejemplo, el músculo de la risa y la
parte transversal del músculo nasal; la musculatura mímica, según este autor,
sigue desarrollándose en las regiones de la glabela, supraorbitaria y
peribucal. Al contrario, los músculos masticadores en el hombre en comparación
con los grandes antropoides son débiles, lo que se relaciona con la disminución
en éste del aparato maxilar. En la mano señalaremos el flexor largo propio del
dedo gordo, que se diferenció del flexor común de los dedos.
En
el esqueleto del hombre es característica la presencia de 12 pares de costillas
(en el embrión 13), de las cuales 7 pares se insertan en el esternón, como en
los antropoides; el húmero es más largo que el antebrazo y no más corto como en
los gibones, en el húmero está más expresada la línea áspera, lugar de inserción
del músculo deltoides; está ausente el orificio epicondíleo; el hueso central
del carpo se fusiona con el escafoides, como en los antropoides africanos. La
entrada pelviana es particularmente ancha y grande en las mujeres, lo que se
puede relacionar con la función de la procreación: el feto humano maduro dispone
de un encéfalo voluminoso y en correspondencia con eso, de una cabeza grande.
Para
el cráneo humano son muy características, ante todo, las grandes dimensiones y
el volumen de la caja cerebral, con la parte facial débilmente desarrollada:
la proporción de las áreas de proyección de la segunda en la primera, al
examinar el cráneo en la norma lateral es igual a 25-45, y para el chimpancé es
de 100-130. La parte facial se dispone, parcialmente, bajo la caja cerebral, y
no por delante de ésta, como en los demás primates. El hueso frontal es alto y
se encuentra en una posición más o menos recta y no se extiende tan lejos hacia
atrás como en los monos; los arcos superciliares, como en el orangután o gibón,
están desarrollados débilmente, en comparación con el poderoso toro
supraorbitario en el gorila o chimpancés. Los huesos parietales, en el hombre,
ocupan un área mayor que en los monos del Viejo Mundo; las líneas temporales
están desarrolladas débilmente y están bastante separadas una de la otra; la cresta
occipital no se forma ordinariamente; se tiene el tubérculo occipital externo;
el agujero occipital mayor, al estar el cráneo en la horizontal
orbitario-auricular, se encuentra bajo un ángulo de 7 a +16°; y en los
antropoides este ángulo varía de +19 a -f45°. El hueso temporal tiene las
apófisis bien formadas — la estiloides y mastoides; la fosa articular es
profunda; en la región del pterión el hueso temporal, como regla, entra en
contacto con el ala mayor del hueso cuneiforme, como en los gibones y orangután,
mientras que en el gorila y chimpancé, en mayor parte, se encuentra el pterión
frontotemporal.
En
la composición de la parte facial está desarrollado comparativamente débil el
aparato maxilar, debido a lo cual se formaron las fosas caninas y comenzaron a
sobresalir no sólo los huesos nasales, que se fusionaban entre sí, sino también
la espina nasal anterior; las filas dentales constituyen un arco en forma de
herradura (el índice palatino es 63,6-94,6 contra 42,2-54,0 en los
antropoides); está la prominencia mentoniana; el orificio nasal (piriforme) es
ancho; las suturas entre los huesos maxilares superiores e intermaxilares o
incisivos ya se solidifican en el período embrionario; el hueso cigomático no
está desarrollado fuertemente. Según la forma, el cráneo varía mucho desde la
dolicofalía hasta la braquicefalía. Los homínidos antiguos y muy antiguos, en
su mayoría, tenían cráneos dolicocefálicos, la frente baja, huidiza, toros
supraorbitarios y occipitales y también el aparato maxilar más potente; la
prominencia mentoniana y las fosas caninas estaban ausentes; la máxima anchura
de la caja cerebral era en la parte inferior del cráneo en las formas más
antiguas, y en las antiguas en su parte media, mientras que en el hombre
contemporáneo la máxima anchura se encuentra en la parte superior, a nivel de
los tubérculos parietales.
El
encéfalo tiene una serie de diferencias esenciales, incluso, del encéfalo de
los antropoides, según las dimensiones y estructura compleja. Su peso absoluto
es 2-2 1/2 veces mayor que en el gorila; el peso relativo también es grande,
cerca de 1 : 35 (en el chimpancé 1 : 90, en el gorila 1 : 220). El producto de
los pesos absolutos y relativo, es decir, el índice cuadrado del encéfalo es
igual en el hombre a 32,0; en los grandes antropoides es de 2,03-7,35; en los
gibones, 1,28- 2,51; en los macacos, 0,56-2,22; en los de cola prensil,
0,55-8,40; en los lemúridos, 0,13-1,37; en el elefante, 9,82; en los
ungulados, 0,17-1,14; en los carnívoros, 0,09-1,14; en los quirópteros,
0,08-0,18; en los roedores, 0,01-0,19; en los insectívoros, 0,01-0,06; en los
didelfos 0,01-0,17. Estos datos subrayan más bruscamente la preponderancia del
hombre sobre los demás mamíferos (Ya. Roguinski, 1933).
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