viernes, 19 de abril de 2013

Literatura II



Las Dimensiones de la Realidad:
El surrealismo en el Mundo


Jorge Oshiro

               

El «azar objetivo»: l'amour fou

EL SURREALISMO, AL PONER EN EL CENTRO DE SU MOVIMIENTO el Deseo y su liberación de las limitaciones múltiples, tiene que enfrentar un grave problema: la relación del Deseo con las necesidades realmente existentes, llamadas «objetivas»; su relación con el desarrollo efectivo de las cosas, en otras palabras, su relación con lo que se denomina «destino», «azar», o para utilizar un término hegeliano, «el azar objetivo». Breton señala en varias de su obra, muy en especial en «Nadja» el carácter extraño de ciertos encuentros. ¿Se trata de una mera coincidencia?. Octavio Paz:

"Semejante manera de resolver el problema revelaría una suerte de realismo ingenuo o de positivismo primario".

Para Breton el «azar objetivo» es 

"el punto de intersección entre el deseo -o sea: la libertad humana- y la necesidad exterior".

Es el amor, dice el poeta mexicano, la concretización más clara del «azar objetivo», del encuentro entre el Deseo y la Necesidad exterior:

"El amor es exclusivo y único porque en la persona amada se enlazan libertad y necesidad".

La relación problemática entre el Deseo y la Necesidad ha sido siempre uno de los problemas capitales de toda ética. Se podría decir que es en relación a este problema y su respuesta que se va definir cualquier ética. ¿Cuál es el polo dominante entre estas dos fuerzas?

-La línea 'apolínea' de la moral ha puesto el acento en el polo de la Necesidad (o Ley, Orden, Razón) hasta llegar al punto de ver en el Deseo (del individuo) un fenómeno innecesario (contingente) y superable.

-La línea contraria, la 'dionisiaca' ha acentuado en cambio el polo del Deseo. Evidentemente que el surrealismo, como movimiento que propicia la liberación del Deseo, pone el acento en este polo pero sin desconocer las fuerzas de las necesidades exteriores. 

En el gran amor, «l'amour fou» de Breton, se manifiesta esta contradicción. ¿Qué hace del amor «un gran» amor, un loco amor? La intensidad y la persistencia. La entrega total y la conquista total. Por eso afirma Breton:

"No hay sofisma tan temible como el que afirma que el acto sexual va necesariamente acompañado de una caída del potencial amoroso entre dos seres, caída cuya repetición los arrastraría progresivamente a cansarse el uno del otro".

Para Breton este estado de cosas no resulta de la naturaleza del amor en sí mismo sino de dos errores: el error social que dispone que la elección inicial de la pareja no sea acertada por razones económicas, por lo tanto "no podría remediarse sin la destrucción de las bases económicas de la sociedad actual". El otro error, según nuestro autor, es el moral:

"El error moral nace de la incapacidad en que se halla la mayoría de los hombres para liberarse de toda preocupación ajena al amor, de todo temor como de toda duda".

Pero también el amor está limitado por «la idea cristiana del pecado». Es decir que para el surrealismo, lo mismo que para el poeta mexicano, "Se trata de reconquistar la inocencia" y esto es el verdadero tema de nuestro tiempo -pero también de todos los tiempos: el de la reconquista de la inocencia del amor.

La experiencia del amor es semejante a la experiencia de la poesía. La poesía y el amor nos llevan a una dimensión que supera la realidad banal:  allí el tiempo no es sucesión; ayer, hoy y mañana dejan de tener significado: todo la dimensión temporal se convierte en un aquí y ahora. Caen los muros de la prisión mental.

"El poema, como el amor, es un acto en el que nacer y morir, esos dos extremos contradictorios que nos desgarran y hacen de tal modo precaria la condición humana, pactan y se fundan".

La experiencia mística nos habla de que «amar es morir», pero al mismo tiempo es nacer.

"El carácter inagotable de la experiencia amorosa no es distinto al de la poesía"[1].

Hasta aquí algunas consideraciones sobre el surrealismo de Octavio Paz.


El principio de la simpatía: entendimiento y comprensión

Para Mariátegui «simpatía y esperanza» no son elementos «subjetivos» que puedan invalidar la «objetividad» de la «atención». Ya se ha afirmado el otro campo teórico en la que se mueve nuestro autor. Para Mariátegui los sentimientos positivos como la simpatía y esperanza son fuerzas penetrantes y profundizador de la materia que se trata. En un texto aparecido como apéndice al primer número de «Amauta» de setiembre de 1926, comentando un libro de poemas de Alcides Spelucín y después de acentuar la coincidencia íntima entre el pensamiento de Spelucín y el propio, escribe nuestro autor:

"Esta solidaridad espiritual, esta mancomunidad histórica me descalifica quizá, a juicio de algunos, para juzgar imparcialmente la poesía de Spelucín. Pero si la crítica imparcial, es la lejana, gélida y exterior de los que no aman una obra, no creo que valga absolutamente la pena que exista. Pienso con Antenor Orrego que sólo quien ama es el que más entrañablemente comprende".

El criterio hermenéutico de Mariátegui es claro y categórico. Sólo dentro del contexto del amor es que la comprensión de algo, de una obra es posible.


Entendimiento y comprensión

Entendimiento

Pero advirtamos que el pensador peruano no dice «entender», sino «comprender». La pura labor cerebral, esa actividad «lejana, gélida y exterior», aquella actitud científica, cuya primera preocupación metódica es «eliminarse» como individuo, para convertirse en «conciencia pura», en sujeto observador e imparcial, en conciencia entomológica, frente a la cual solamente existen «Objetos» y el único valor perseguido es la «objetividad», la llamamos, dentro del terreno cognoscitivo mariateguiano «Entendimiento», en oposición a la «Comprensión» mariateguiana

Comprensión

Para Mariátegui el «sujeto cognoscente» es el individuo concreto e histórico, por lo tanto «sintiente» y no la conciencia pura. Y este individuo concreto e histórico es un individuo de Pensamiento y de Emociones, de Inteligencia y Sentimiento, tanto como la unidad de Espíritu y Cuerpo. Pero en esta unidad tanto la Emoción, el Sentimiento y el Cuerpo son los elementos primarios; este es el mensaje filosófico que el pensador peruano nos trasmite cuando escribe en «El Hombre y el Mito» que:

«Los motivos religiosos se han desplazado a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociales>>.


La dialéctica del combate

"Ese mismo misticismo de la acción que se reconoce en los grandes capitanes de la industria norteamericana ¿no desciende acaso del misticismo ideológico de sus antepasados?".

No es difícil leer entre líneas en este texto como en otros sobre temas parecidos una cierta admiración del autor peruano hacia «la voluntad de Potencia» del capitalismo norteamericano. En diferentes libros Mariátegui diferencia nítidamente el carácter ascendente de esta «voluntad de potencia» del cansado, viejo y escéptico espíritu decadente europeo. Más allá de las diferencias ideológicas, más allá de los antagonismos de intereses entre países dependientes y el imperialismo norteamericano, el pensador peruano era capaz de reconocer cierto valor intrínseco en el adversario. Más aún: para Mariátegui era preferible que la revolución se enfrentara a una burguesía robusta y vital que a una decadente y débil. Para él, como para Sorel y Gobetti,  era preferible para el desarrollo total de la historia que ambos polos fueran fuertes y lucharan abiertamente por sus respectivas posiciones. Así en una carta de abril de 1927 escribe Mariátegui:

"... creo que entre hombres de pensamientos neto y posición definida es fácil entenderse y apreciarse, aún combatiéndose. Sobre todo combatiéndose".

Y en «Los Siete Ensayos» encontramos la misma idea a través de una cita de Gobetti:

"A los hombres tocan las posiciones netas; la conciliación, la transacción es obra de la historia tan sólo; es un resultado"..."Estamos en el reino de la lucha (lucha de los hombres contra los hombres, de las clases contra las clases, de los Estados contra los Estados) porque solamente a través de la lucha se tiempla fecundamente las capacidades y cada uno, defendiendo con intransigencia su puesto, colabora al proceso vital".


Spinoza y Waldo Frank

Ahora bien, analizando más de cerca el pensamiento filosófico de Waldo Frank encontraremos al mismo Spinoza como centro inspirativo de su propio pensar filosófico. W. Frank es un pensador del Absoluto y en esta perspectiva sigue la tradición de un Hegel y de un Marx.

Pero como el mismo Hegel lo había ya expresado, había que ser spinozista para comenzar a filosofar.[2] Esta es también la posición de Frank. Su crítica al capitalismo y todo el mundo de realidades y significaciones que éste encierra es radicalmente dialéctica. Todo su esfuerzo está concentrado en superarlo. Digo superarlo y no simplemente rechazarlo. En este sigue en lo esencial a Marx. Su preocupación, por esto se expresa fundamentalmente en lo social.

Pero un tercer aspecto esencialmente característico de Waldo Frank es que él, por propia declaración, pero sobre todo por la forma como expresa su pensamiento y sus preocupaciones sociales es un poeta, es un artista. Esto es fundamental para la correcta comprensión de sus pensamientos.

El no es un político -ni mucho menos un político sometido al rigor de la mecánica de la organización-, pero tampoco es, en un sentido riguroso, un filósofo, lo cual no le quita profundidad ni espíritu sistemático a su pensar. Cuando el medita es el poeta, el artista (el músico) que organiza su pensar. En este sentido su meditar jamás es seco, árido, abstracto, «racionalista» en el sentido que el pensador se reduce a su conciencia o a su razón.

Frank piensa, como Mariátegui, con todo su cuerpo, con todo su sentimiento y el sentimiento estético no es de menor importancia ni de menos valor que su obstinada búsqueda de la verdad.

Su ambición no es tanto la búsqueda de la Verdad o de la Belleza -o de la Justicia, como conceptos, sino la de vivirlas intensamente. De allí esa su gran inquietud (Unruhe) que lo va a llevar a caminar a través de las ciudades, paisajes y países.

Este pensador norteamericano ha viajado por casi todo el mundo y muchos de sus trabajos están relacionados íntimamente a estos viajes. Vive literalmente del viaje: dando conferencias, acumulando experiencias, buscando infatigablemente el contacto con toda clase de hombres. Es el genuino itinerante, el caminante eterno, como Charlot, y casi se podría decirse de un «judío errante».

Sus viajes no tiene la intensidad aventurera, la profunda pobreza material y el dramatismo existencial del vagabundo Panait Istrati, pero su inquietud no es menor y la profundidad de la reflexión sobre estas experiencias tal vez sea mayor, porque descansa en un interminable e intenso diálogo con los hombres.

Un último carácter de su pensar es su «misticismo». Pero, como se puede apreciar ya en lo expuesto arriba, este misticismo no es contemplativo. Para él una ética es mala si no se expresa en la acción. Sin embargo, y aquí lo interesante de su pensar, él no rechaza la contemplación. Mejor dicho en su pensar no existe la disyuntiva (falsa) de la contemplación o la acción.

Un aspecto sustancial de su crítica al «caos» o «jungla» norteamericana, así lo denomina él al capitalismo de su país, es el accionismo productor de una sociedad que desde la época de los pioneros redujo su vida a la transformación del mundo exterior oprimiendo su mundo interior, empobreciéndola así a niveles extremos.

Esta crítica lo hace Frank desde posiciones «contemplativas». Es decir, ha tenido que abandonar el terreno ideológico dominante, el accionismo productivo, que se expresa en el desenfrenado afán de poder, de ganancia, de propiedad y de consumo, que según el autor no es característico sólo de una sola clase, sino que se extiende a casi todas las regiones sociales de su país y que tiende a expandirse (hablo de comienzo de los años veinte) como «modelo» hacia otros países.

Ha tenido que abandonar este terreno ideológico dominante y crear otro -aún contra el otro «accionismo» dominante, el del marxismo-, en el cual haya un equilibrio entre la acción y la contemplación.

Esta contemplación es jamás en Waldo Frank escapismo o fuga de la realidad. Todo lo contrario. Es precisamente en este momento dialéctico de la contemplación que se valora mejor el sentido de la acción, sobre todo si se quiere actuar creativamente, como fue su caso.

El aspecto de la contemplación en el pensamiento de Waldo Frank es fundamentalmente crítico: la contemplación está dirigida contra toda ideología que descansa en la obsesión del producir y la otra obsesión aún mayor: el Poder.

En «Our America», en el cap. IV: «The land of buried cultures» opone dos sociedades: la dominante, la de los blancos dominadores y la de los dominados, la de los mexicanos del sur del país y sobre todo la de los indios de Pueblo. El puritano, en su psicología de la dominación veía la naturaleza sólo como medio de dominación:

"El mexicano no fue un pionero ideal. Se sintió atraído por su suelo y lo amó y obtuvo placer y belleza de él"

dice Frank, y luego hablando de sus casas dice:

"Pero el adobe mexicano nos da su vida interior. Aquí un hombre se asentó y buscó felicidad en armonía con su medio ambiente: buscó vivir en el cultivo más que en la explotación"[3].

Mientras el pionero puritano buscaba dominar la naturaleza en busca de la ganancia, el mexicano es indiferente a este anhelo puritano. La naturaleza es para él «Sujeto», «Persona», no objeto ni medio para otro fin, es decir instrumento, de allí que pueda aspirar a una relación armónica con ella, buscando en esta relación entre «pleasure» y «beauty».

Esta relación del mexicano con la naturaleza pertenece más al mundo mitológico pre-capitalista, anterior al descubrimiento del Logos, del Mercado y la Escritura y es fundamentalmente religioso. Tomemos otro ejemplo que nos ofrece el autor en el mismo capítulo del citado libro. Refiriéndose a los indios de Pueblo escribe:

"Presidiendo sobre esta vida y siempre cerca está la Naturaleza. El cacique es el intérprete entre la naturaleza y este pueblo. El indio cree que el debe vivir en armonía con la Naturaleza y su Gran Espíritu. El indio por lo tanto no debe rogar a su Dios por un favor directo.El ruega por la armonía entre él mismo y las misteriosas fuerzas del mundo que le rodea: al cual él pertenece"[4].

Waldo Frank crítica el superactivismo capitalista desde un terreno ideológico muy cercano o íntimamente ligado a los grupos explotados de su país. El espíritu contemplativo que él defiende es también una defensa del mundo cultural de estos sectores explotados.

No porque sean simplemente explotados, sino porque, aquí la aparente paradoja, los explotados tienen una vida cultural superior a la de sus explotadores. Pero Waldo Frank no predica el «regresionismo» romántico a alguna etapa anterior al capitalismo.

Para él es necesario partir del presente, desde el pensamiento moderno y buscar una alternativa «moderna» al capitalismo. El punto de partida de esta búsqueda, él lo encuentra en Marx, en Freud y sobre todo en Spinoza.[5]

Frente a una concepción de la realidad (Naturaleza) de los puritanos, como medio, como utensilio, como pasividad y que en el pensamiento moderno se artícula en la filosofía cartesiana, como ya hemos expuesto anteriormente, se eleva la filosofía spinoziana. Ella coincide en lo esencial con la concepción mitológica de la realidad. Tanto el pensamiento mitológico como el spinozista defienden la tesis que el hombre es parte de la Naturaleza y no un ser «extra-natural». Y como tal debe ser entendido dentro de esta totalidad.

Mientras para los puritanos como para Descartes la Naturaleza es pasividad, mecanismo, «conjunto de leyes naturales», para el pensamiento mitológico como para Spinoza la naturaleza es Potencia, es Dios, pero Dios inmanente. Se podría decir que la filosofía del judío de Amsterdam, es la visión mitológica de la Naturaleza, pero consciente de sí misma y articulada con extremo rigor racional-matemático.

Con esto se quiere expresar, que el pensamiento mitológico no es menos «lógico», ni menos riguroso que el pensamiento racionalista posterior. El uno no es anterior y el otro posterior en el sentido que éste es superior a aquél, o que uno es la pre-historia del otro.

Ambas son formas diferentes de concebir la Naturaleza: una a partir de la conciencia pura, trascendente, ontológicamente diferente a la Naturaleza, creando para este fin la figura fictiva del «Sujeto» y el «Objeto», la otra a partir del cuerpo dinámico entre otros cuerpos dinámicos,(el «campo magnético» de los surrealistas) donde el principio de actividad y el de pasividad no es exclusividad de la conciencia o del cuerpo.

Esta interpretación del spinozismo como de una re-elaboración racional del pensamiento mitológico lo recogemos de Waldo Frank. Para este pensador norteamericano la filosofía de Spinoza era una suerte de readaptación del pensamiento judío tradicional a las necesidades del pensamiento moderno:

«Con el tiempo moderno el judaísmo talmúdico no podía servir como completa expresión de la voluntad judía. La investigación científica, el método racional instituído por Descartes habían conquistado el mundo. La paradoja inmemorial de lo Judío necesitaba un pensamiento moderno. No pudo concebirse ningún paradigma de su adaptabilidad que el misticismo racional de Spinoza»[6].

Para Frank el pensamiento mitológico judío va a re-elaborarse bajo las condiciones racionales del cartesianismo a través «the rational mysticism of Spinoza» y agrega:

«El libro de Isaías no es más judío que la Ethica Ordine Geometrico Demonstrata».[7]

Para Frank Spinoza es uno de esas raras expresiones de la personalidad en la cual «the genius of an entire people culminates and lives»(op.cit). Esta unidad dialéctica entre «lo místico» y lo «racional» hace posible esta «re-elaboración» moderna de la mitología judía en el mundo moderno.

Frank se mueve manifiestamente en lo que él mismo va a llamar «The immemorial paradox of the Jew». En el pensamiento moderno parece contradecirse excluyéndose mutuamente dos categorías de lo racional y lo místico.

Se olvida o se ignora que esta contradicción excluyente es solamente producto del racionalismo cartesiano que ha convertido la Naturaleza, es decir la Totalidad, en mero mecanismo de la inercia y ha reducido la potencia de comprensión del hombre a la mera conciencia, pues el cuerpo como máquina inerte, sigue las leyes de la Naturaleza inerte por lo tanto es incapaz de comprensión. Y todo lo que supera la frontera limítrofe de la conciencia (reflexiva) se ha considerado «irracionalidad», entre ella el llamado «pensamiento» místico.

Waldo Frank rechaza, lo mismo que Mariátegui, este esquema cartesiano. Para ambos la unidad «cuerpo-conciencia» forman un todo dinámico, en el cual el cuerpo tiene la misma dignidad que la conciencia. Es esta unidad la base gnoseológica del pensamiento místico. Para Frank, cuando se refiere al pensamiento místico, por lo tanto no se trata de rechazar el pensamiento racional para sumergirse en el irracionalismo de los sentimientos. Todo lo contrario.


Ciencia, arte y religión

En el «Redescubrimiento de América» hace Waldo Frank una síntesis de lo que él entiende por pensamiento místico. Para esto distingue tres dimensiones del conocimiento. El conocimiento científico, por un lado, es un conocimiento del conjunto de una realidad y

"El todo de la ciencia difiere de los demás en que permanece fuera de la experiencia de sujeto cognoscente".

Frank afirma que un científico puede ordenar las estrellas dentro de un cosmo, y, sin embargo, quedar fuera de ese conjunto. "De aquí que la astronomía se haya llamado ciencia". En este sentido, el orden de la ciencia es el orden de puros conceptos. En el arte tenemos también un orden, pero aquí el sujeto cognoscente integra este orden. Para concretizar el arte ,

"el yo del artista debe fundirse con los materiales de su arte".

Y luego agrega inmediatamente:

"El cuerpo del arte no consistirá solamente, como en la ciencia, de lo que pueden ofrecer los sentidos físicos, sino del espíritu personal y la emoción del artista. Será un todo creado y compartido por él".

Como se puede apreciar la relación «hombre-naturaleza» es diferente en la ciencia y en el arte. El hombre del pensamiento mitológico poseía un arte desarrollado, no así de una ciencia. Esto se puede entender precisamente por su relación con la Naturaleza.

El orden de la religión es más próxima al arte que a la ciencia, pero sin contradecir a esta última. La ciencia busca la unidad parcial, orgánica de la realidad con exclusión del sujeto cognoscente. El arte hace integrar su cuerpo, es decir sus emociones, sus sentimientos, sus deseos al universo tratado creativamente por él. Sin esta intervención del cuerpo, no hay arte posible. La religión se asemeja al arte por su «corporeidad», pero si el arte se relaciona con una región parcial de la realidad la religión ambiciona la experiencia, el conocimiento, la emoción de la Totalidad. Pero esta Totalidad reitero no excluye la razón. Para esto escribe Frank:

"La religión, por supuesto, no es sentido ni impulso. No es en absoluto «natural». La religión es un sistema de racionalizaciones construído por una necesidad humana".       

En este sentido va a definir Frank al «místico»

"...hay ciertos hombres que conocen la unidad de todo lo existente -incluso, por supuesto, ellos mismos- del mismo modo que un hombre cualquiera conoce la unidad de su persona. Estos hombres han sido llamados místicos".

La Totalidad que busca el místico corresponde a un «Cosmos», a un todo ordenado. Así dos grandes conceptos en en el pensamiento filosófico de Waldo Frank serán los polos «Caos» y el «Cosmos».

Al comienzo de su «Primer Mensaje a la América Hispana» dice el autor norteamericano:

“...un mundo puede ser muchas cosas; pero hay una que tiene que ser, y es ella el ser por fuerza una especie de orden, una especie de organismo. Casi podría decirse que un mundo es una especie de cuerpo; lo cual significa: una especie de unidad".

Este pensamiento, como en general el conjunto, está inspirado en la Etica spinoziana. La Totalidad que percibe el místico no es otra cosa que el concepto de «Deus sive Natura» del primer libro de la Etica. Y este orden orgánico, esta especie de «cuerpo» no es otra cosa que la Naturaleza de los cuerpos que forman en su totalidad un solo individuo. En el Escolio al Lema VII de la prop. 13 del segundo libro de la Etica dice Spinoza:

"... toda la Naturaleza es un solo individuo, cuyas partes, esto es, todos los cuerpos varían de infinitos modos, sin ninguna mutación del individuo en su totalidad".

Pero la conciencia de esta Totalidad, la conciencia de Dios no se da en un comienzo. Es el resultado de un largo proceso de aprendizaje que culminará en la Etica en el «Amor Dei intellectualis» de la proposición 36 del Libro V:

"El amor intelectual del alma a Dios es el amor mismo de Dios con que Dios se ama a si mismo, no en cuanto es infinito, sino en cuanto puede explicarse por la esencia del alma humana considerada bajo la especie de la eternidad (sub specie aeternitatis consideratam), esto es, el amor intelectual del alma a Dios es una parte del amor infinito con que Dios se ama a si mismo".

Esta proposición, en cierta forma la coronación de toda la Etica, es el núcleo central del pensamiento filosófico de Waldo Frank. Ya en su primera juventud cuando lo intuye en el momento que dice que sus obras serán «la demostración de Dios».


Walt Whitman

Otras de las figuras claves en el pensamiento de Frank es sin duda alguna Walt Whitman. En todas las obras centrales de Frank aparece el poeta de «Leaves of Grass». Y su importancia radica precisamente porque a los ojos de Frank Whitman es uno de los raros casos en que este «Mentis amor intellectualis Deum» se da con toda fuerza y claridad.

Al comienzo del capítulo VIII: «The multitudes in Whitman», señala Frank que "La única jerarquía verdadera de valores es la jerarquía de conciencia" [8]. El grado más alto de esta jerarquía es la conciencia mística y los hombres de esta conciencia «are the great mystic.

"Uno de ellos fue Whitman: El vio el movimiento de los hombres sobre el plano superficial en su relación con la vida natural en su totalidad. El vio el flujo unitario de la vida natural en su relación en el Ser infinito del cual formaba una parte elemental".[9]

Como se aprecia es el mismo «Amor Dei intellectualis» de Spinoza.

Frank es spinozista pero no repite a Spinoza. Sigue las líneas fundamentales y es un hombre de su tiempo que considera seriamente toda la historia de la filosofía entre el autor de la Etica y él mismo. Y como pensador abierto y comprometido a los problemas sociales y ser un obsesionado por la justicia social no podía desconocer los escritos de Marx. En la íntima relación de estos gigantes del pensamiento filosófico europeo Frank coloca primero a Marx:

"Sitúo primero a Marx porque en la perspectiva de la función el viene al comienzo- a pesar que Spinoza vivió dos cientos años antes que él e influyó profundamente en su pensamiento".[10]

Según el autor de «Nuestra América», Marx ha dado al mundo industrial una lógica realista y una técnica de justicia social. Y aún considerando que el tiempo a rebatido esta o aquella tesis,

"no es menos categórico que todo aquel que quiere a hacer real la justicia real en el mundo moderno debe ser un marxista en espíritu aun si debe rechazar ciertos dogmas marxistas. El moderno Judío, si debe existir, debe interpretar a Marx como a un profeta como seguramente sus antepasados interpretaron a Moises e Isaías".[11]

Marx tiene que venir antes que Spinoza a pesar del orden cronológico,

"Porque la discordia social es un mal que amenaza inmediatamente la sobrevivencia de la civilización humana y porque la conciencia colectiva viene antes que la conciencia madura".[12]

Es interesante observar cómo, desde la perspectiva de Waldo Frank, la humanidad en Europa ha producido a nivel individual primeramente la «mature self-consciousness» y luego, dos siglos después, «a technique of social justice», y cómo a nivel global el orden se invierte, la conciencia colectiva viene antes que la madura conciencia de sí.

Naturalmente este «antes y después» no debe entenderse en el sentido puramente cronológico-mecánico, que primero viene la conciencia colectiva y luego la conciencia de sí. La lucha de estos dos niveles es simultánea y la conciencia colectiva es presupuesto «material» del desarrollo de la autonomía de la propia conciencia. Pero una conciencia colectiva sin el «self- consciousness» es una entidad que no es aún ella misma:

"Marx sin Spinoza es un imperativo, inmediato, primitivo primer paso en la acción. Spinoza sin Marx, se queda en una abstracta filosofía alejado de la posible acción".[13]

La interpretación de Frank del pensamiento filosófico de Marx es muy cercana a la de Unamuno, contra la cual protesta Mariátegui, como se ha mostrado en su momento respectivo. Tiene una visión de un Marx economicista, así escribe en el «Primer Mensaje»:

"Marx se hallaba demasiado próximo a las doctrinas mecanicistas, fatalistas, geneticistas, del siglo XIX: doctrinas demodadas".

Frank no percibe la etica de Marx, lo reduce al economista:

"Hegel, que comenzara tan bien confundió el Estado Prusiano y la Iglesia con la sustancia Spinozística. Marx transformó este Todo con la lógica sin espíritu de la economía".

No es el momento de la crítica al pensamiento de Frank. Es suficiente constatar la línea indisoluble que encuentra el crítico norteamericano entre Marx y Spinoza que también se encuentra en el pensamiento de Mariátegui. Aquí es donde encontramos el gran parentesco entre ambos pensadores, un parentesco que el peruano calificará de «hermano mayor» y que Frank, en homenaje a la muerte del peruano dirá de éste al saber de su muerte:

"Este hombre, en la apasionada calma y ternura de su visión, fue luz para todos nosotros. Su partida extiende obscuridad a nuestro futuro. No obstante, él está en ese futuro...Por lo tanto, nosotros no podermos retroceder: debemos vivir y continuar".[14]

Y en otro texto:

"Permítaseme resumirlo en una sola palabra. Mariátegui es un Hombre -un hombre cuya totalidad Spinoza hubiera reconocido, y Jesús también".
       




[1] Este grado que alcanza el Amor en el surrealismo se expresa en el lugar que ocupa la mujer en ella. La mujer es "la morada terrestre del hombre, la diosa de pechos desnudos que sonríe a la orilla del Mediterraneo, mientras el agua del mar se mezcla al sol; es Xochiquetzal, la de la falda de hojas de maíz y fuego, la de la de bruma, cuerpo de centella en la tormenta..."

[2] "Im allgemeinen ist darüber zu bemerken, daß das denken sich auf den Standpunkt des Spinozismus gestellt haben muß...Wenn man anfängt zu philosophieren, so muß man zuerst Spinozist sein" Hegel: «Vorlesung über Geschichte der Philosophie». (1971:165). ("En general hay que anotar que el pensar debe comenzar desde el punto de vista del espinozismo..."cuando se comienza a filosofar hay que ser primeramente espinozista”. Hegel: «Lecciones de historia de la filosofía» (Trad. JO).


[3] "The Mexican","was not an ideal pioneer. He became attached to his soil und loved it, and drew pleasure and drew beauty from it"…"But the Mexican's adobe gives us his inner life. Here a man has settled down and sought happiness in harmony with his surroundings: sought life by cultivation, rather than exploitation". (Trad. JO).
[4] "Presiding over this life and forever near is Nature. The cacique is the interpreter between Nature and this people...The Indian believes that he must live in harmony with Nature, and its Great Spirit...The Indian therefore does not pray to his God for direct favor. He prays for harmony between himself and the mysterious forces that surround him: of which he is".


[5] «La vida intelectual de Frank es una directa expresión de su fe mística en la unidad del Ser, o en la totalidad orgánica como él lo llamaba. El deriva este sentido de totalidad de una compleja amalgama de intuición e ideas de Freud, Marx y especialmente Spinoza»). ("Frank'career is a direct expression of his mystic faith in the unity of Being, o in organic wholeness, as he labels that unity. He derives his sense of wholeness from a complex amalgam of intuition and the ideas of Freud, Marx, and especially Spinoza".Carter Paul.1967: Preface.New York) (Trad. JO).
[6] "With modern times, Talmudic Judaism could no longer serve as a complete expression of the Jewish will. Scientific inquiry, the rational method instituted by Descartes, were conquering the world. The immemorial paradox of the Jew needed a modern means. No more perfect paradigm of his adaptability could be conceived then the rational mysticism of Spinoza."(Todas las trad. Son mías)
[7] "The book of Isaiah is not more Jewidh than the Ethica Ordine Geometrico Demonstrata".Comp. el tercer cap. de «Our America»:«The chosen people». También «In the American Jungle». «Some practical conclusion»: "Whit Marx, Spinoza...".
[8] "The one true hierarchy of values is the hierarchy of Consciousness".
[9] These are the great mystics. Suche one was Whitman. He saw the movements of men upon the flat planes of mundane life in its relation to all mundane life. He saw the unitary flow of all mundane life in its relation to an infinite Being of which it was an elementary parte....
[10] I place Marx first, because in the perspective of function he comes first -although Spinoza lived two centuries before him and profoundly influenced his thinking".
[11] "yet it is nonetheless categorical that every man who wants to enact social justice in the modern world must be a Marxist in spirit although he may reject certain Marxist dogmas. The modern Jew, if he is to exist, must intepret Marx as a prophet as surely a his forebears interpreted Moses and Isaiah") Recuérdese que Mariátegui también defendía contra Unamuno la tesis que Marx era un profeta, que luego el filósofo español reconoció como cierta.
[12] "Because the social discord is a disease inmmediately threatening the survival civilized mankind; and because collective consciousness comes before mature self-consciousness")
[13] "Marx without Spinoza is an imperative, immediate, primitive first step in action. Spinoza, without Marx, remains an abstract philosophy, removed from possible action"
[14] Cita tomada del trabajo de W.Stein y R.Alarcón: «José Carlos Mariátegui y Waldo Frank: dos amigos». Anuario (1989:181).

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