EN EL
2013: SE RECUERDAN LOS CIENTO VEINTIÚN AÑOS DE VIDA DE CÉSAR VALLEJO, LOS
CIENTO DIECIOCHO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, LOS CIENTO DOS DE JOSÉ MARÍA
ARGUEDAS Y LOS SETENTA Y UNO DE JAVIER HERAUD
SI LA
POESÍA "NO DICE NADA", ENTONCES DICE ALGO
Julio
Carmona
MI ACTUAL AMIGO Y COLEGA EN LAS LETRAS -inicialmente
condiscípulo en secundaria- Mario Gastelo Mundaca, me ha enviado, en archivo
adjunto, un artículo de César Lévano, director del diario "La
Primera", titulado, "Cuando poesía no dice nada"; su lectura me
motivó a hacer las siguientes reflexiones que envío a Mario y comparto con un
sector más amplio de mis contactos. Espero no herir susceptibilidades.
Mario, te
agradezco, el envío. Y mi agradecimiento es por varios aspectos, porque no
compro diarios (ni primeros ni últimos), desde que me di cuenta que sus
titulares sintetizan sus textos, y aquellos los puedo ver por internet; además
porque evito soplarme -en la mayoría de los casos- tantas cacografías similares
a las denunciadas por el director de La Primera; o sea que la indigencia
gramatical no es privativa de los "aprendices de poeta", y,
finalmente, ya los noticieros de la TV -que también maltratan el idioma- se
adelantan por la noche a las noticias del día siguiente, etc.
Entonces, resulta
grato recibir mensajes como el tuyo, además con tan sugestivo título:
"Cuando poesía no dice nada" que es una paráfrasis del famoso verso
de Martín Adán (y digo 'paráfrasis', pues Adán lo escribe sin la conjunción de
tiempo "cuando") y es paráfrasis que, además, atropella el sentido
que le dio el gran poeta (que lo es, aunque yo sé que está en las antípodas de
mi concepción poética).
Te escribo estas
líneas para, a mi vez, "señalar defectos" del artículo en cuestión. Y
el mayor que se debe destacar es su falta de visión dialéctica. Y recalco este
aspecto porque su autor -César Lévano- siempre ha relevado -y creo que lo sigue
haciendo- sus vínculos con el marxismo (aunque -en esto también hay que ser
precisos- con ese "marxismo" domesticado y bien entornillado en el
sistema). Y una prueba de lo antidialéctico del artículo en mención es hablar
en términos "generales", englobando en un solo bloque a todos los
aspectos de un fenómeno.
Por ejemplo, dice:
"Se multiplican en estos tiempos libros y antologías de poesía que revelan
una falta de respeto al arte de Vallejo y Neruda." Y ahí hay tres
fenómenos por escindir: a) estos tiempos, b) libros y antologías, y c) poesía,
y, aun dentro de cada uno, falta discriminar sus opuestos. En principio, porque
es una situación inmemorial, que no solo se da "en estos tiempos":
los críticos de todas las épocas siempre se han admirado por la constante y
apabullante aparición de poetas. Pero en esa profusa cantidad -que, por lo
demás, es alentadora pues el hecho de que más jóvenes se inclinen por escribir
poesía evitará que lo hagan hacia la delincuencia o la antítesis de esta, la
policía- pero en esa cantidad (decía) hay que "separar la paja del
grano" con, por lo menos, el adjetivo indeterminado "algunos".
De la otra forma se está metiendo en un solo saco a "todos" 'los
libros y antologías que se multiplican en estos tiempos'. Y lo mismo se puede
decir de "la poesía", hablar así de ella, en singular, es adoptar una
posición metafísica, es admitir que la poesía es un ente único, preexistente al
hombre, y de ahí a estatuir un solo canon y un solo lenguaje para "la
poesía" no hay sino un paso.
Pero la cita
continúa. Y, digamos que el lector del artículo se hace cargo del dislate, y
asume que el autor se está refiriendo a la producción actual de poetas noveles,
de quienes Lévano dice: "Asombra la falta de cultura y de gramática que
revelan, así como su pobreza temática, limitada casi siempre a lo más cotidiano
y sin vuelo. La hondura del ser y del estar brillan por su ausencia." Y,
bueno, ya decía arriba, esa indigencia gramatical es muy amplia, incluidos
algunos periodistas y, dentro de estos, algunos jóvenes, a quienes se debe
instar a tener más cuidado en ese sentido (cultural y gramatical), pero dejándoles
la libertad temática: una buena escritura releva la mediocridad temática, y
esto también se da en la literatura, y con mayor razón si se trata de jóvenes.
También, como digo arriba, hablar de una sola poesía lleva a discriminar los
temas cotidianos (que alimentan a la gran poesía popular y que la idea de una
"sola poesía" da por inexistente), temas cotidianos que -¿por qué
no?- también contienen 'un ser y un estar' propios.
Pero, se dirá, es
que Lévano está tratando de esa "poesía" que solo tiene defectos y
ningún mérito, entonces, con mayor razón, no debe hablar de "poesía"
sino de "malos engendros literarios", y ocuparse de estos es, más
bien, ocioso; pues, no se está haciendo docencia, si después de las primeras
generalizaciones, se lo sigue haciendo al negarse a precisar los nombres de los
criticados; estos puede ser que nunca se den por enterados de que sus textos
han sido comentados por Lévano. Pero si se diera el caso de que los autores,
cuyo nombre se omite, pudieran identificar sus textos, entonces no se cumplirá
la prevención siguiente de Lévano: "No voy a citar nombres, porque no es
mi afán herir personas”, entonces él sabe que sus opiniones son hirientes, pero
enseguida agrega que lo que quiere es “señalar defectos, buscando elevar el
nivel de la poesía". Entonces, si fue así, debió comenzar por ahí,
indicando que se trata de algunas personas (a quienes él no tiene el afán de
herir) señalando sus defectos, y separando a esas personas de quienes no están
en la condición de sentirse heridas, y cuya poesía no debe meterse en un solo
saco con la otra "poesía"; y esa poesía sin comillas no necesita de
"Lévanos" para ser elevada. Corolario: Si "la poesía no dice
nada", entonces dice algo, y si ese algo no es poesía, entonces no digas
nada de nada.
Pero Lévano insiste
en su generalización y en su afán de hacer educación, a diestro y siniestro,
pues, en lo que él considera "defectos de la poesía" cuyo nivel
pretende elevar, son tan culpables los poetas malos como "los profesores,
los comentaristas y los editores que contribuyen a la crisis", es decir,
ahora resulta que toda la poesía está en crisis. Y la obvia conclusión es que
el único que se percata de ello es Lévano. "Los profesores, los
comentaristas y los editores", así, indiscriminadamente, todos son culpables.
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