Crisis del
Capitalismo Senil: Alternativas desde
los países del Sur
Samir Amin
Voy a empezar hablando sobre las alternativas desde
los países del Sur y
también desde Bolivia, que
pertenece al Sur. Puedo caer en una repetición de lo dicho ayer, pero ello se
relaciona y vincula con la ponencia de hoy.
El punto uno es la introducción expuesta del
día de miércoles.
La historia del capitalismo es una historia con una
extensa preparación
de diez siglos. Los
tres últimos siglos de la preparación fueron los siglos del mercantilismo, la
conquista de las Américas en 1492. Posteriormente, en un tiempo muy corto de madurez, en el siglo
XIX, el capitalismo histórico tomó su estructura final, después de la Revolución
Francesa a nivel político y de la Revolución
Industrial al nivel económico. Después del siglo XIX, que es el de madurez del
capitalismo, este entra en un largo declive que se inicia en el siglo XX. No es un declive
de crecimiento. Este declive largo es la larga transición hasta un nivel más alto
de civilización, que es el socialismo y comunismo. El declive, entonces, y una
larga transición al socialismo son los mismos eventos enlazados y no se puede decir
que va ser la catástrofe final o el paraíso llegar al nivel más alto de la
civilización, el comunismo.
La parte importante para introducir al tema de hoy
es la fase inicial, con la conquista dé las Américas
-que no fue un descubrimiento porque ya se lo hizo 3000 o 5000 años\ntes-. Los
tres siglos del mercantilismo y el siglo XIX, que es el de madurez, se
caracterizaron por el hecho de que las iniciativas de la construcción de este mundo
capitalista fueron iniciativas exclusivamente de las sociedades centrales que
construían este capitalismo, grosso modo, la Europa atlántica y, después, la Europa
más central: España (la parte más importante), Gran bretaña y Francia, y otros países más pequeños.
En todo ese período de cuatro siglos, las
iniciativas fueron exclusivamente occidentales y nosotros, los pueblos víctimas
de esta construcción y expansión -primero los indígenas de América,
luego los africanos con el hecho de la esclavitud, después
progresivamente el medio oriente del Asia- quedamos fuera de la historia, como
sujetos pasivos que no participaron de la fabricación
de este mundo capitalista. Esto es muy importante y esta es mi definición del declive. Desde el siglo XX, las iniciativas
pasan del occidente al Sur, al este y a las
periferias. Durante los cuatro siglos de desarrollo de lo que llamo capitalismo realmente existente -no la misteriosa
economía de mercado abstracto y sin historia- hubo
siempre una polarización, por eso construí este contraste entre los centros capitalistas desarrollados dominantes y
la periferia integrada en el capitalismo
mundial, pero sometida y explotada. Este proceso tiene dimensiones culturales de destrucción de culturas, de
transformación y absorción de culturas, religiones,
es evidente.
Desde el siglo XX, se cambia la
iniciativa, esta pasa a las periferias. Este capitalismo maduro sólo duro un siglo y fue cuestionado al nivel
político, la primera vez con la comuna de
París (1871) y cuarenta años después con el éxito de la Revolución Rusa, en
nombre del socialismo. Entonces, la crisis larga del capitalismo
no se inicia ayer, se inicia a finales del siglo XIX
y principios del siglo
XX. Las respuestas de
los pueblos a esta primera crisis profunda -la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, la restauración
del sistema y el fracaso del sistema en
1929, el nazismo, el imperialismo japonés, la Segunda Guerra Mundial, la Revolución China y la vietnamita, que
abre la liberación inicial de Asia y África, la Revolución Cubana, que empieza
un nuevo capítulo para la historia de América Latina-, todos estos eventos son
producto de iniciativas de pueblos y
sociedades de las periferias de Europa oriental: Asia, África y América Latina. Eso es el declive del capitalismo, porque el
capitalismo realmente existente no se puede
separar del imperialismo y entonces se cuestiona el imperialismo pero eso no es necesariamente un cuestionamiento
radical al capitalismo, que sí es realmente
imperialista. Entonces, es un declive, desde este punto de vista es la posibilidad que se concretiza en la larga transición
al socialismo. Quiero decir que la conciencia y las iniciativas
antiimperialistas conducen a la conciencia de que no es posible liberarse sin
la perspectiva socialista.
¿Qué es el capitalismo y el imperialismo hoy?
Con la primera
crisis del capitalismo, cuando se inicia la transferencia del Norte al Sur, al
inicio del siglo XX,
la respuesta del
capital a la crisis fue su transformación en capitalismo
de monopolio -monopoly capital-. Hoy es suficiente
decir no a este capitalismo de monopolio que entra a una nueva fase cualitativamente hablando, en respuesta a la segunda
crisis larga del capitalismo que se inicia en
los años de 1970, a finales del siglo XX, sin comparación con los
estados anteriores de la concentración del capital. Yo propongo -para discutir suficientemente este punto que es absolutamente
central- que hemos llegado a un punto que yo llamo el capitalismo de monopolios
generalizados, que añade
la cualificación generalizada. Quiero decir
que ahora somos n punto de la concentración, donde un puñado de oligopolios de
monopolios domina directa o indirectamente todo el proceso productivo, todo el
sistema productivo, no sólo el centro del sistema -EE.UU., Europa y Japón-,
sino también a nivel global. Ese es un cambio cualitativo que tiene
consecuencias gigantescas, al menos dos.
Primero,
conduce a una transformación
del sistema imperialista. En la larga
historia del imperialismo, este fue un sistema de "poderes
imperialistas" no sólo en
competencia económica, sino también casi en guerra permanente, y su transformación en lo que se llamó el imperialismo
colectivo de la triada EE.UU., Europa
y Japón... Quiero decir que estamos en un punto de la historia en que el imperialismo no puede mantenerse y dominar el
mundo sin ser un imperialismo colectivo.
Hay conciencia en ellos de la necesidad de manejar el mundo en forma asociada. Las varias pero eventuales
contradicciones entre imperialistas son secundarias, pero no fueron
secundarias en el pasado. La prueba de eso es que el primer fracaso inicia una guerra inter-imperialista, que fue la
Primera Guerra Mundial. Ese es un hecho de gran importancia no sólo para la
geoestrategia y geopolítica de los
Estados del Sur sino también para la concepción de los desafíos reales.
La segunda consecuencia dramática de estos
cambios cualitativos de concentración del capital es una transformación de la
naturaleza de la burguesía. La burguesía fue durante siglos una clase numerosa
con individuos independientes asociados en competencia, que tenían una legitimidad
por el progreso económico, social y el papel cultural. Eso fue abrogado por
esta concentración. El capital ahora es distinto. La ecuación
capital = burguesía no tiene sentido. Ahora, capital = una oligarquía pequeña
estricta. Y la burguesía existe y se transforma en las clases altas, medias altas
asalariados con muy buenos sueldos. Es otro tipo de clase dominante. Esta es la
caracterización del capitalismo hoy: uno, esta concentración con sus consecuencias;
dos, el imperialismo en el pasado, quiero decir hasta la Segunda Guerra Mundial, el
contraste centro - periferia entre regiones industrializadas y no
industrializadas. Precisamente este es el declive del capitalismo en el siglo XX o también la primera
ola de larga transición hacia el socialismo. Países como la Unión Soviética, la
China y los poderes Nacional Populares se llamaron socialistas en muchos casos. La
Revolución Rusa, China o la de Cuba no fueron resultado de una invasión
externa, fueron revoluciones donde el pueblo así lo quiso. Como resultado de esta
iniciativa, el Sur está entrando en la industrialización; también la Unión Soviética, la
China, la India y América Latina. En el siglo XX, especialmente en la segunda mitad
del siglo, el imperialismo fue obligado ajustarse a este cambio, a aceptar la
industrialización y se ajustó con éxito, transfiriendo los medios de dominación
a través de lo que llamo los cinco monopolios: el primero, el control de la invención
tecnológica; segundo, el control del acceso a los recursos naturales del planeta tierra
para el consumo de la minoría del Norte; tercero, el poder de control sobre el
sistema financiero mundial globalizado unificado; cuarto, el poder de control de los
medios de comunicación, información,
etc.; y quinto, el poder militar, casi el monopolio del armamento de
destrucción masiva. Entonces, la conclusión de esto
es que hay un capitalismo imperialista realmente existente hoy.
El desafío para los pueblos, las naciones, los Estados y los
poderes del Sur es cómo destruir estos cinco poderes. A eso es a lo que llamo
las iniciativas del Sur, como su
cualidad de alternativa, donde hablar de una alternativa es hablar de un mundo mejor en el que todos somos hermanos, del
manejo de un sistema que continua siendo
globalizado pero, por un misterioso milagro, no va ser imperialista -esa es la visión, la estrategia, del imperialismo-,
por la destrucción de esos cinco poderes que son la
base del dominio imperialista a nivel mundial hoy, no ayer, hoy.
En mi punto tercero, estas iniciativas,
en mi opinión,
van a escribir la historia del siglo XXI. Quiero decir que
los pueblos, las naciones y los Estados del Sur
no van aceptar esta nueva etapa de la globalización imperialista, como no han aceptado las iniciativas imperialistas durante el
siglo XX. De esto yo estoy
seguro. Lo que aún no se puede responder es quién va a
dirigir estas luchas, estas guerras, estas
revoluciones, este caos que existe ahora, que se ha iniciado. Si fueran los pueblos, se inscribiría claramente en este caso en
la larga transición al comunismo, si son los pueblos
los que dirigen, controlan, el sujeto histórico que es la fuerza de cambio principal. O van a ser las clases dirigentes
de las periferias del Sur - Asia, África y América
Latina-, incluyendo lo que se llama burguesía u otras clases dirigentes emergentes de revoluciones o de
movimientos sociales populares, que tienen una
ambición capitalista y tienen la ilusión de un capitalismo nacional integrado en el capitalismo mundial. Esas ilusiones
son fuertes, existen, y hay una base objetiva
para ello, particularmente en las sociedades que se dicen ahora emergentes, las que fueron a la vanguardia de la ola
precedente del siglo XX, particularmente la China. Creo que va a ser una
combinación de los dos, no va ser solo el sueño
burgués de las clases emergentes de varios países del Sur, porque sin éstas no tienen el apoyo fuerte de las clases populares
de las diferentes naciones, van a ser frágiles
y no van a avanzar mucho. Entonces, la combinación con fuerzas sociales -que son las clases populares con su
variedad explotada, oprimida, las naciones como tal-
generaría la posibilidad de desarrollarse seriamente.
Esto me conduce al
punto tercero y último: ¿Qué hacer con la
cuestión de las alternativas, de un punto de vista de la
izquierda radical? Quiero decir una izquierda que no
sea insensible a los problemas de las clases populares. Hay varios grados en una visión socialista que sobrepasa la
visión normal capitalista, la cual acepta la desigualdad, la pobreza, el
desarrollo desigual. Acepta todo esto porque esa es su naturaleza, cree que el
mercado va a producir buenos resultados a largo plazo,
cuando todos estemos muertos.
La conclusión de lo precedente es que si leemos la historia del
siglo XX, la historia de la Revolución Rusa y su evolución a
Unión Soviética, o la Revolución China y su evolución
Mao y post Mao, si miramos los regímenes Nacional Populares,
de Asia y África, lo que se ve es que las iniciativas del Sur fueron una
combinación básicamente de los poderes. No digo burguesías, porque este poder,
en el caso del Nacional Populista, no fue socialista, fue la ambición y la
visión del mundo con valores culturales consumistas y visión
burguesa capitalista. Pero estas iniciativas de los
poderes no habrían tenido lugar sin las iniciativas de los pueblos, sin
revoluciones con el nombre del socialismo.
Desde nuestro
punto de vista de izquierda radical, ¿qué
estrategias, qué maneras de actuar a nivel político pueden ser favorables para
dar a las clases populares más peso en las
iniciativas antiimperialistas y, entonces, dar madurez a la conciencia de que esta lucha antiimperialista
conduce necesariamente a transgredir el capitalismo? Pienso que podemos aquí
discutir al menos cuatro puntos o principios
de lucha o poder al servicio de las clases populares, antes de traducir estos principios en políticas concretas,
movilizaciones y actos políticos concretos.
Primero, el
principio básico de la democratización de la sociedad asociada
al progreso social, no al socialismo, que conduce a una madurez socialista
asociada a cada paso de su desarrollo. Eso implica una
concepción de la democracia totalmente diferente
de la concepción dominante, que son los derechos humanos respetados, un proceso electoral, la democracia representativa y
sin ninguna vinculación con el cambio social.
Esta democracia es la democracia burguesa, que puede estar asociada al progreso
social o al regreso social, independientemente del retroceso social producido por la lógica de la acumulación de
capital.
Segundo. Esta misma
democracia está ahora en crisis en los países
capitalistas imperialistas colectivos del centro, como consecuencia de esta
concentración nueva, porque ahora, con
la concentración de la cultura política de derecha e izquierda en el capitalismo, no hay diferentes valores.
Básicamente, son los mismos valores, con bases
sociales diferentes, ha desaparecido ahora la diferencia en el occidente. Tú puedes votar como quieras -rojo o verde-, el
resultado es el mismo: nada cambia y nada puede cambiar. En este punto, creo
que las proclamaciones de principios de
Bolivia, sobre una democracia participativa, son principios excelentes, son los
principios que se necesita. La cuestión es traducir
este principio en la realidad, con todas las
dificultades que eso implica, porque la democratización es un concepto más amplio que el de la democracia, tiene
dimensiones de la vida social, las dimensiones de
hombres, mujeres, las relaciones cotidianas de todo tipo y las relaciones en el
trabajo, aunque todo ello se ha dado en el marco de una lógica parcialmente
capitalista.
El otro punto es
para las alternativas, la cuestión agraria. El
capitalismo histórico que prende su forma definitiva en la
Europa atlántica, fue fundado sobre el principio de la
propiedad privada, de la tierra agrícola y la expulsión rápida de una proporción grande de la población rural con la
famosa eclosión. Inglaterra,
como modelo, se
generalizó a toda Europa gradualmente. Ese modelo -como señala Kautsky- dice que el capitalismo da solución
al problema agrario. De hecho, ha dado solución en
los EE.UU., en Europa y en Japón, donde hay una población rural de un 5% que puede producir para toda la población
de esos países. La expansión de ese
modelo fue históricamente posible por el hecho de la migración masiva. Ya ayer se dio los datos: en los años 1500,
la población que estaba fuera de Europa no
llegaba al 18% de la población total del planeta; en 1900, después de cuatro siglos de dominación, de iniciativas
excluyentes de las sociedades, es el 36%,
el doble, con la población descendente europea en América Norte y Sur. Si vemos que la población del Sur no crece más que la
del Norte, entonces el modelo capitalista de
solución al problema agrario es a través de una organización social y
económica del área rural que introduce medios de producción más efectivos y expulsa a la población, se trata de un modo de
desarrollo fundado sobre la exclusión
no la inclusión. Tal modelo es imposible para nosotros porque produce lo que vemos: que la población expulsada del
campo no tiene posibilidades de ser
integrada en un sistema productivo urbano, constituye las favelas y lugares de extrema pobreza. Entonces, lo que queremos decir
es que el capitalismo histórico no
puede dar solución al problema agrario, al problema de los campesinos. Yo creo que, en América Latina, un gran pensador marxista
lo comprendió, Mariátegui. No es
porque Perú sea un país similar en su historia a Bolivia. Entonces, ¿cuál es la alternativa? La alternativa es un desarrollo
no capitalista, que integre, no que excluya
a todos los campesinos. Número uno, el acceso a la tierra, el acceso igual o el menos desigual que se pueda, no es
necesariamente con la propiedad sino con otras formas que son mejor que la
propiedad. Mariátegui también opinaba que la nacionalización de la tierra daría después el uso de esta tierra a los
campesinos, con una distribución de base igual. Es lo que la Revolución China
ha hecho. Mariátegui escribía esto en los años 20 y 30, antes de la Revolución
China. Fue maoísta antes que Mao, sin
conocer a Mao, sin conocer lo que se inició en China. El dice acceso a la tierra para mantener un
acceso igualitario y también progreso en términos de eficiencia de la producción (no digo de competencia,
eficiencia es otro concepto). Lo que
me parece muy importante es que el pensamiento boliviano lo comprende, lo nombra, como comunitario. Eso es también
el principio. ¿Cómo traducir este
principio? Dos horas atrás, yo fui a una reunión, donde escuché a compañeros de los sindicatos campesinos y
organizaciones campesinas. Fue una impresión
muy, pero muy, positiva. Son conscientes, más que en muchos países del mundo, de la vía para mejorar la producción. La
intensificación de la producción agrícola
no puede ser el modelo capitalista, dominado por el agro-bussines, que
controla los insumos, la comercialización. Debe ser a través de las
organizaciones de los campesinos para dominar los dos modelos del capitalismo
y, añado, con la colaboración del
Estado, el que tiene que desempeñar un papel importante.
El tercer punto es
la industrialización. Ahí, hay países emergentes
que han avanzado en la industrialización. Hay otros, como
Bolivia y la mayoría de los países de África, que no han
iniciado la industrialización y sólo tienen una pequeña explotación minera
o de petróleo. La industrialización no se puede evitar. Sólo las habladurías de
los humanitarios dicen no a la industrialización, es el defecto de la gente del
Norte, que dice que tenemos la ventaja de no tener industrias. Sin embargo, no
hay ningún proceso, en términos mínimos de servicios de consumo necesario, sin
industrias y esta industrialización no la puede hacer más que un capitalismo de
Estado. No quiero decir una nacionalización de todo, pero se puede construir un
capitalismo de Estado que tenga un papel dirigente del proceso en su totalidad. No hay
alternativa a la elección de la industrialización con el capitalismo de Estado y tiene
dos consecuencias: primera, el gran problema de gradualmente ir desarrollando
la socialización del manejo del capitalismo de Estado y entonces disminuir el
carácter burocrático, autocrático y las aspiraciones burguesas que nacen de este tipo
de manejos del capitalismo de Estado: segunda, qué industrias, con que
tecnologías y cómo vincularlas al progreso de los campesinos.
La última y cuarta cuestión es el Sur. Si mi conclusión
de que el imperialismo es el imperialismo, no es el imperio, que el
imperialismo no va aceptar que los pueblos ni las clases dirigentes de algún país de
Asia, África y América Latina entren en el club imperialista. La consecuencia
es que, más que útil, es necesario un frente del Sur y hay aquí un frente que
puede enfrentar las cinco áreas. Puede ser una cooperación verdadera,
tecnológica, sistemas de cooperación financiera independientes del imperialismo
(dólar, euro y yenn). A nivel político, geopolítico, no aceptar la estrategia de
los Estados Unidos y sus aliados europeos y japoneses, en este sentido,
derrotar las aventuras militares de los Estados Unidos y también la cuestión de las
bases militares es muy importante. Ahora les toca la parte más difícil, que es la
cuestión de los recursos naturales, porque es la más difícil. Y no es difícil
comprenderlo, porque el éxito de los países emergentes, que son adicionalmente
grandes países, como Argentina, India, Brasil, etc., produce una demanda gigantesca
de recursos naturales. La tentación es actuar como generador en esta área, no
necesariamente con la conquista militar, sino con la corrupción y otros medios que
se podría seguir nombrando, pero creo que es mejor hacer cooperación en
esta área, entre países del Sur, que con países del Norte. Digo esto porque hay
casos posibles, por ejemplo, Bolivia y Brasil, con el petróleo. Aunque se haga
un acuerdo no totalmente bueno desde el punto de vista de Bolivia, puede tener un eco
político en Brasil. Esa es una posición diferente cuando se considera la relación con
los países imperialistas y del capital de los monopolios de países imperialistas.
Entonces, tenemos tiempo en el programa de las alternativas. Yo pienso que el
Sur debe ser no sólo mencionado, sino traducido en programas concretos
importantes en todas las áreas del desafío.
Yo, como un hijo de una sociedad de una historia de
5.000 años de Estado
(*), comparto sin
embargo totalmente la cuestión de las naciones. Puede ser distinto en la transmisión del Estado, está desvinculada naturalmente más es
distinta. En la situación de Bolivia puede
ser diferente este punto de vista, por ejemplo, de la situación
de Egipto, donde no tenemos una cuestión nacional sólo una nación de 5000 mil años. Pero yo veo que no hay ninguna
confrontación entre nuestros análisis.
[*] Hace referencia a la sociedad y Estado egipcios.
*Conferencia
pronunciada por el marxista egipcio Samir Amin en el auditorio del Banco
Central de Bolivia, y reproducida en el libro colectivo Pensando el Mundo
Desde Bolivia. II Ciclo de Seminarios Internacionales, Vicepresidencia del
Estado Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2012. (Comité
de Redacción).
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