miércoles, 7 de octubre de 2015

EDICIÓN EXTRAORDINARIA 87 ANIVERSARIO DEL PSP (CONTINUACIÓN II)


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

 

A Propósito de Algunas “Observaciones”

E.I.
 

I

EN CARTA A CÉSAR RISSO DEL 4 de noviembre del presente, y no a CREACIÓN HEROICA, como hubiera tenido que ser, Miguel Aragón ha hecho algunas “observaciones” a la publicación en estas páginas, en oportunidad del 85 Aniversario de la fundación del Partido Socialista del Perú, de tres documentos de este Partido.

Como se sabe, la publicación de los aludidos documentos fue precedida de unas notas en las que, entre otras cosas, señalamos: “Tanto los Acuerdos de la Reunión de La Herradura como los Acuerdos de la Reunión de Barranco han sido tomados del libro de Martínez de la Torre Apuntes Para Una Interpretación Marxista de Historia Social del Perú, tomo 2, pp.397-398. El documento Principios Programáticos del Partido Socialista, ha sido tomado del tomo 13 de las Obras Completas de Mariátegui, pp.159-164.”

Los editores de las Obras Completas de Mariátegui señalan a propósito de los Principios Programáticos…: “Se reproduce de Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, de Ricardo Martínez de la Torre, Tomo II, págs.398 a 404, Empresa Editora Peruana S.A., Lima, 1948” (Ideología y política, p.159, nota al pie de página).

Esta afirmación explica porqué los Principios programáticos… aparecieron en Creación Heroica sin los dos párrafos y las tres consignas con que aparecen en el libro de Martínez de la Torre.

Esta ausencia resultó, pues, de no haber cotejado la versión de Ideología y política con la de los Apuntes.

En el cotejo –se entiende que posterior a la publicación de los documentos–, hemos observado que los dos párrafos aludidos rompen un poco la unidad estilística del texto, y que probablemente por esto los editores de las OC consideraron que no se debían a la pluma de Mariátegui.

Esto no es una conclusión sino apenas una hipótesis, y, por lo tanto, no modifica la situación.

La situación es que tales párrafos están en la versión de los Apuntes, y, mientras no se demuestre la hipótesis señalada, es coherente ajustarse a dicha versión.

Por lo tanto, rectificaremos el error (1).

En el cotejo, hemos constatado asimismo que, mientras en  Apuntes el título del documento es el de Programa del Partido, en Ideología y política es el de Principios programáticos del Partido Socialista, y, además, que, mientras en la versión de Ideología y política aparece el subtítulo Reivindicaciones inmediatas, en la de los Apuntes simplemente no aparece. 

Asumo, pues, como se ve, públicamente y en primera persona, la responsabilidad del error por un elemental sentido de consecuencia con la ética marxista.
 

II
 

Por otro lado, Aragón señala que “los editores del Blog Creación Heroica (BCH) han cometido un error de ligereza, al incluir dentro de los textos  del PSP los "Acuerdos de la Reunión de la Herradura". Y digo "error de ligereza", porque la difusión de ese documento ha debido ir acompañada, por lo menos,  de un mínimo comentario explicativo, salvo que los editores de BCH, con su silencio, que los hace cómplices, estén demostrando su total aceptación de la validez histórica del mencionado texto”.

Dejando aparte por ahora la gratuita acusación que aparece en la afirmación, la misma no pasa de ser una conjetura.  Como se ha visto, Aragón pone en tela de juicio lo que ambiguamente llama “la validez histórica” de los acuerdos tomados en la Reunión de la Herradura (2).

Pero ocurre que, en 1948, es decir en el año en que fueron publicados los Apuntes, con excepción de Avelino Navarro –quien había muerto nueve años antes–, vivían aún los otros participantes de dicha Reunión: Julio Portocarrero, César Hinojosa, Fernando Borja y Bernardo Regman. Así, pues, si Martínez hubiera desnaturalizado, tergiversado, torcido los acuerdos de la Reunión, cualquiera de los nombrados hubiera podido desmentirlo, lo que no ocurrió entonces ni después.

El argumento que presenta Aragón para dar piso a su conjetura es una falacia: el hecho de que Mariátegui no escribiera después nada acerca de la Reunión de la Herradura –Reunión preparatoria de la Reunión fundacional de Barranco–  no prueba que los Acuerdos de la primera de estas reuniones no sean ciertos. Tampoco escribió Mariátegui nada sobre la Conferencia Comunista de Buenos Aires de 1929, y este silencio no prueba que los Acuerdos y Conclusiones de este evento no sean igualmente ciertos.

Como se ve, en su propósito de cuestionar el proyecto de Ramón García de un partido de “dos niveles”, Aragón pone en tela de juicio los Acuerdos de la Reunión de la Herradura, y, de manera especial, aquel que menciona la “célula secreta de los siete”.

Mas, para demostrar la improcedencia del proyecto de García, basta demostrar –como precisamente lo hemos hecho nosotros en varios artículos– que el pretendido partido de “dos niveles” es un reciclaje de la concepción de partido levantada por Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos Aires, concepción absolutamente contraria a la de Mariátegui, quien, precisamente en el Programa del partido (Principios programáticos…), señaló que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (Ideología y política, p.160).

Así, pues, Mariátegui no sostuvo que la “célula secreta de los siete” adoptaba el marxismo-leninismo, sino que el Partido –de arriba abajo y de lado a lado– adoptaba este método revolucionario.

Tan es así, que Martínez anotó: “A fin de unificar doctrinariamente el pensamiento y la acción de los grupos iniciales del Partido Socialista, Mariátegui elaboró los siguientes puntos programáticos que fueron remitidos a las células del país y del extranjero” (Apuntes…, t.II, p.398).

“A fin de unificar doctrinariamente…”, es decir, desde un principio el marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP.

Esto significa, pues, que Mariátegui definió y construyó el PSP como un partido de clase.

        Quienes plantearon el marxismo-leninismo como la base de unidad de un nivel secreto en el Partido fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce. En la Conferencia de Buenos Aires el primero sostuvo: “El partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista” (Martínez, Apuntes…, t.II, p.422.).

        Esta concepción del PSP es lo que sostiene Ramón García desde 1967 hasta la fecha (ver La organización del proletariado, p.197, nota a pie de página, y La creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 Aniversario, p.22) (3).

        Pero el fondo de la cuestión es el carácter del Partido: si el marxismo-leninismo es la base de su unidad, entonces es de clase. Pero si tiene dos niveles y uno de ellos, el secreto, tiene como base de unidad un marxismo sin leninismo, y el otro, el público, no tiene ninguna base doctrinal, como ocurre en el proyecto de García, entonces no es de clase (4).

        De esta esencia del problema Aragón no dice absolutamente nada, pues, como es de conocimiento general, seguidistamente comparte la idea de García de un partido-amalgama, es decir, de un partido del socialismo en general y no del socialismo marxista-leninista en particular.

        Así, pues, su divergencia con García en punto al partido de “dos niveles” aparece como una divergencia puramente organizativa. Por eso no llama la atención que solo vea el aspecto orgánico de la cuestión: “[el] Sistema organizativo caudillista y ‘argollero’, antidemocrático y antisocialista”. Por lo tanto, si García le restara a su proyecto aquello de los “dos niveles”, Aragón podría sumarse al mismo tranquilamente.

        Por otro lado, la constitución de una “célula secreta de los siete”, que debía copar el Comité Ejecutivo del Partido, tiene su prueba en el hecho de que, precisamente en la Reunión de Barranco, los integrantes de dicha célula coparon el “Grupo Organizador del Partido”.

        Otro acuerdo de la Reunión de la Herradura fue “Convocar a una nueva reunión en la cual se incorporará a otros elementos”, y, precisamente, la Reunión de Barranco incorporó a Luciano Castillo y a Chávez León.

        Otro acuerdo fue “Ayudar a la célula de oposición sindical que Julio Portocarrero había organizado para realizar las tareas y directivas fijadas en el V Congreso de la I.S.R”, y, precisamente, la Reunión de Barranco constituyó la Secretaría Sindical y eligió al mencionado camarada como responsable de la misma.

        Otro acuerdo fue darle al partido el nombre de Partido Socialista del Perú, y, precisamente, la Reunión de Barranco aprobó este nombre.

        En fin, la Reunión de la Herradura fue una preparación de la Reunión de Barranco en tres aspectos: en lo ideológico, con la adhesión a la Tercera Internacional, lo que se expresó luego en la adopción del marxismo-leninismo (ver Programa del Partido); en lo orgánico, con el copamiento por la “célula secreta de los siete” del Grupo Organizador del Partido; en el trabajo masivo, con la constitución de la Secretaría Sindical.

        Este es el cordón umbilical entre la Reunión de la Herradura y la Reunión de Barranco, entre la preparación de la fundación del Partido y la fundación misma.

        ¿Podría alguien, en su sano juicio, ver en este cordón umbilical algo extraño a la ideas de Mariátegui? ¿Los Acuerdos de la Reunión de la Herradura fueron una maquinación de Martínez de la Torre y, por lo tanto, Mariátegui fue ajeno a la elección del nombre del Partido, a la constitución de la Secretaría Sindical, a la constitución de la “célula secreta de los siete”, a la incorporación de otros elementos?

        Es de conocimiento general que Mariátegui participó de la Reunión Fundacional de Barranco. Pues bien, el primer Acuerdo de esta Reunión concretizó el tercer Acuerdo de la Reunión de la Herradura. Como también es de conocimiento general, la Reunión de Barranco aprobó la Moción presentada por Mariátegui. Pues bien, los numerales 1, 2 y 4 de esta Moción responden en su espíritu al numeral 2 de la Reunión de la Herradura, así como el numeral 3 responde en su espíritu al numeral 1 de esta Reunión. 

 

        Esta es la resonancia que tuvieron los Acuerdos de la Reunión de la Herradura en los Acuerdos de la Reunión de  Barranco.

        Así, pues, poner en duda los Acuerdos de la Reunión de la Herradura (sea considerándolos apócrifos, sea negando su valor histórico), es cuestionar los Acuerdos de la Reunión de Barranco.

        Por otro lado, es oportuno señalar que la “célula secreta de los siete” no fue concebida como una instancia orgánica permanente, sino solo como una medida temporal a fin de garantizar una dirección estable y solvente del proceso de constitución del PSP (5).

        Por eso Martínez señala que para la Reunión de la Herradura “Fueron escogidos con detenida escrupulosidad los compañeros de más solvencia, de más responsabilidad, capaces de imprimir, desde el primer momento, una buena dirección al Partido que se trataba de fundar” (Apuntes, t.II, p.397). 

        Por eso uno de los acuerdos de la Reunión de la Herradura reza así: “Constituir la célula inicial del Partido, afiliado a la III Internacional, y cuyo nombre será el de Partido Socialista del Perú, bajo dirección de elementos conscientemente marxistas” (ibídem).

        Quienes después pretendieron que dicha célula tenía un carácter permanente, dando lugar así a la concepción de un partido de “dos niveles”, fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos Aires (6). Esta pretensión fue asumida luego por Jorge del Prado y, como ya quedó claro, desde 1967 por Ramón García.

        Como se ha podido ver, la afirmación de Aragón acerca de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura no pasa de ser una conjetura.

        En consecuencia, no hemos cometido ningún “error de ligereza” respecto a dichos acuerdos. Por el contrario, es precisamente Aragón quien ha cometido la ligereza de acusarnos de complicidad sobre la base de una simple conjetura.


III
 

El proyecto de Ramón García de un partido de “dos niveles” merece una puntualización. Este proyecto no es un invento de los críticos de García sino una realidad en marcha. El propio Aragón, cometiendo infidencia, hizo pública la fundación del nivel secreto del partido de García, incluso mencionando los nombres de quienes forman dicho nivel.

Así, pues, fundado el nivel secreto y en plena actividad desde hace casi cinco años, lo que le resta a García es fundar el nivel público de su partido. Para esto, como se sabe, ha promovido y promueve seminarios y eventos donde poder pescar algunos incautos. Con el señuelo de su “socialismo peruano” (negación del Socialismo Peruano de Mariátegui) y el señuelo de constituir “un partido de clase” (su proyecto es de un partido no de clase, como está probado), ha pretendido y pretende sorprender a las diversas tendencias y organizaciones de izquierda (7).

Por lo tanto, no se necesita ser un genio para darse cuenta de que el nivel secreto, en plena actividad, es la Dirección del partido de García, y, desde luego, no puede haber nada más antidemocrático y antimarxista que la pretensión de amalgamar las diversas tendencias y organizaciones en un partido de masas bajo la dirección de unos elementos embozados en una instancia ajena y contraria a la potestad eleccionaria de los militantes.

El proyecto de un partido de masas de García se presenta, pues, como un partido donde las masas que se incorporarían a su estructura pública estarían dirigidas por unos cuantos encapuchados.

En consecuencia, cualquier marxista puede discernir perfectamente que dicho partido no solo que no sería un partido de clase, sino que tampoco sería un partido de masas en la acepción marxista del término (8). 

Aragón ha dicho que “los editores de BCH deberián (sic) fijar una posición definida sobre el ‘partido de dos niveles’".

Parece, pues, que el mencionado se empeñara en silenciar algo que no puede silenciar por más que haga: precisamente hemos sido nosotros los que hemos demostrado que el partido de “dos niveles” no responde en absoluto a la concepción de partido de Mariátegui, y que, por el contrario, es un reciclaje de la concepción del PSP que levantaron en la Conferencia Comunista de Buenos Ares tanto Portocarrero como Pesce. Mencionemos algunos artículos que prueban estas verdades: El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui; Un artículo revelador; Primera vez tragedia, segunda vez farsa; De cómo Ramón García tergiversa a Mariátegui; Ramón García o la manipulación III; El concepto mariateguiano de partido de masas y de ideas; Acerca del cuarto seminario del revisionismo peruano; Algo más que una respuesta a Miguel Aragón.

Pues bien, en años, Ramón García ni ninguno de sus repetidores ha sido capaz de contestar nuestra crítica con argumentos, y no reiterando meras afirmaciones. Ahora, pues, que, desde el seno mismo de su tendencia, Aragón plantea también una crítica a dicho proyecto –aunque limitándose al incierto argumento de que los Acuerdos de la Reunión de la Herradura son “dudosos”–, seguramente García y sus repetidores sigan sumidos en el silencio, porque, ¿cómo podrían defender el indefendible proyecto de un partido de “dos niveles” sin que se hundan aún más profundamente en el revisionismo?
 

IV
 

Aragón es una de las personas que más machaconamente habla de un “estilo de debate” virtuoso, pero solo para negarlo ¡incluso en los propios textos donde alardea sobre el mismo!

Así por ejemplo, en la carta a César Risso que comentamos, nos acusa de un “silencio, que [nos] hace cómplices”, porque, según dice, aceptamos “la validez histórica” de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura.

Pero hay que preguntarle al gratuito acusador: ¿cómplices de qué, si lo que afirma de dichos acuerdos es apenas una suposición? ¿Cómo es posible que se atreva a hacer una semejante acusación sobre la base de una simple suposición? ¿Qué móvil lo ha conducido a proceder tan alegremente? Aragón, pues, como se ve, acusa, a izquierda, sin ninguna base real, en otra expresión de su “estilo de debate” sin “acusaciones a diestra y siniestra”.

Por otro lado, llamamos la atención sobre el hecho de que nuestro gratuito acusador conoce perfectamente los artículos mencionados arriba, y su intención de silenciarlos y presentarnos así como que no tenemos una posición definida frente al proyecto de un partido de “dos niveles”, es otra perla de su “estilo de debate”.

De pasada, tenemos que señalar que Aragón no ha escrito nada sustancial sobre el proyecto de un partido de “dos niveles”, limitándose a este respecto a echar sombras sobre los Acuerdos de la Reunión de la Herradura, a revelar la fundación del nivel secreto del partido de García y los nombres de los elementos que lo conforman y, por último, a calificar de “delincuente” a uno de ellos. ¡Oh virtuoso “estilo de debate” el de Aragón!

Pero el “estilo de debate” de Aragón es nada más que un caso en el marco de la membrecía de su tendencia: allí, desde Ramón García hasta Domingo Suarez, todos llegan a enronquecerse proclamando virtuosismo mientras se desbordan en imputaciones, insultos, falacias, mentiras, calumnias, maniobras, etc. En su carta a César Risso, el propio Aragón se ha encargado de mostrar una vez más esta moralina, esta doblez, esta trampa (7).

Y había que señalar el hecho, pues semejante esquizofrenia se ha extendido fuera de su tendencia, haciendo víctimas incluso entre algunos de los activistas de mi tendencia, donde ha cobrado ribetes especiales que analizaremos en otro lugar.

Pero ese engañoso “estilo de debate” –que incluye lagotería como diversivo y como pantalla– solo puede confundir a quienes no tienen capacidad de análisis y que, por esto, no pueden orientarse en la maraña de palabras engañosas que tienden los operadores de dicho estilo. Para decirlo en otros términos, a quienes no son capaces de encontrar la verdad en los hechos, entre los cuales hay que contar las propias ideas, pues estas también son hechos sociales.

Hace tiempo hemos reivindicado el derecho del proletariado a llamar a las cosas por sus nombres y a combatir el oportunismo sin cobardes miramientos. Ahora ratificamos esta reivindicación.
         

V
 

Queremos terminar señalando que no es cierto que el frente unido del pueblo peruano sea la “tarea prioritaria del presente”.

La palabra prioritario da cuenta de la precedencia de algo con respecto de otra cosa que depende o procede de ello. Por lo tanto, con su afirmación, Aragón pretende que el frente es o debe ser anterior al partido y que el partido depende o procede del frente.

Pero esto no es cierto. En el presente período, la tarea prioritaria del proletariado y el pueblo peruanos es llevar hasta el fin la Reconstitución del Partido de Mariátegui. Ningún marxista puede tener la menor duda acerca de esto.

Por eso, plantear la prioridad del frente con respecto al partido, expresa una concepción frentista, concepción que, en mi tendencia, ha cobrado la forma grotesca de que “el frente dirige al partido”. Esto, sin ninguna duda, es una desviación de derecha, que analizaremos también en otro lugar.

La construcción orgánica del Frente Unido del Pueblo Peruano es una tarea de primera importancia. Acerca de esto no cabe la menor duda. Pero, como es indiscutible, la construcción del Frente es tarea del Partido.
 

Notas

[1] Mientras en mi caso el error ha tenido por causa un exceso de confianza en los editores de las OC de Mariátegui, en estos el error es de otra índole. Aun así, hay que otorgarles la posibilidad de que expliquen la omisión y a qué se debió el cambio del título del documento programático redactado por José Carlos Mariátegui. 

[2] Decimos “ambiguamente”, porque en el contexto de la carta, la frase de Aragón puede entenderse de distintas maneras: como que se refiere a los acuerdos como tales acuerdos (“ese texto es de dudosa procedencia”), o, en su defecto, como que los mismos no tienen ningún valor histórico (“la validez histórica del mencionado texto”). En el primer caso, lo que querría decir Aragón es que los Acuerdos de la Reunión de la Herradura son apócrifos; en el segundo, que tales Acuerdos no tienen ninguna trascendencia para el proletariado peruano. En este caso, la frase de Aragón significaría que la afiliación de “la célula inicial del Partido” “a la III Internacional”, la elección del nombre de Partido Socialista del Perú, el apoyo a la célula de oposición sindical organizada por Julio Portocarrero, el propósito de copar la Dirección del Partido con los elementos de su “célula inicial” y la intención de incorporar a otros elementos a las filas partidarias, fueron acuerdos ciertos pero sin ningún valor histórico.

[3] Con una diferencia: mientras en 1967 García sostenía dos estructuras en el Partido, pero sin postular ninguna diferencia doctrinal entre ambas, ahora también sostiene dos estructuras, pero pretendiendo una diferencia doctrinal entre las mismas: el nivel secreto, restringido, debe ser doctrinariamente homogéneo, y el nivel público, masivo, debe ser doctrinariamente heterogéneo. De este modo ha pasado de una fórmula puramente orgánica a una fórmula marcadamente doctrinal, subastando así la independencia ideológica y organizativa del proletariado, es decir, liquidando al Partido como partido de clase. Así, pues, de su liquidacionismo de izquierda de los años 1970, García ha pasado a su actual liquidacionismo de derecha. Esto es, como lo hemos señalado en otro lugar, revisionismo en cuestiones de organización.

[4] En el proyecto de García no es el marxismo-leninismo sino un marxismo a secas la base de unidad del nivel secreto, y el nivel público no tendría ninguna base de unidad doctrinal, es decir, sería doctrinalmente variopinto. Por eso este proyecto es de un partido de masas no de clase, contrario por principio al PSP que, conforme al planteamiento de Mariátegui, hubiera tenido que ser un partido de masas con carácter de clase, o, para decirlo de otro modo, un partido de clase bajo la forma de partido de masas.

[5] Es decir la “célula secreta de los siete” fue una fórmula puramente orgánica, cuya utilidad muy probablemente debió cesar en marzo de 1930 cuando debió producirse la fundación pública del Partido. A este respecto puede verse Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador), del suscrito.

[6] Pero en estos delegados el recurso temporal de la “célula secreta de los siete” no solo apareció como permanente, sino también como un nivel orgánico doctrinalmente diferenciado del resto de la militancia partidaria. Como se ha visto, esto es lo que sigue Ramón García, lo que demuestra que ni siquiera tiene el mérito de la originalidad.

[7] Estos dos señuelos fueron lanzados en el cuarto seminario llevado adelante por el grupo revisionista con el engañoso nombre de “cuarto seminario del socialismo peruano”.

[8] Precisamente con su pretensión de ser un partido de masas, el proyecto de un partido de “dos niveles” de Ramón García es la más flagrante tergiversación del concepto mariateguiano de partido de masas y de ideas.

[9] Es oportuno señalar que, otra característica del “estilo de debate” de Aragón es que tiene dos varas: una para medir a sus adversarios políticos –entre ellos el suscrito, a quien ha insultado y calumniado en más de una oportunidad– y otra para medir a sus amigos. Por eso, cuando Gustavo Pérez cometió la más grosera y oportunista tergiversación del numeral 3 de los Acuerdos de la Reunión de Barranco, Aragón no dijo absolutamente nada (en este caso su “estilo de debate” consistió en no debatir, es decir, en dejar hacer y dejar pasar, o sea, en dar curso al liberalismo burgués que, como se sabe, es nota característica del grupo que dirige Ramón García). En general, la trampa del grupo revisionista consiste en que, cuanto más se desbordan sus miembros en insultos y métodos criollos, más proclaman un estilo de debate virtuoso, es decir, mientras más se desvían del estilo de Mariátegui, más utilizan el diversivo y la pantalla de un estilo de debate que no siguen en absoluto. En el Socialismo Peruano es necesario centralizar las ideas correctas vengan de donde vengan (así vengan, por ejemplo, de un negador de la filiación  marxista-leninista de Mariátegui y del PSP como Aragón), así como, al mismo tiempo, desechar las ideas incorrectas, igualmente vengan de donde vengan (de un familiar, amigo, compadre, o del “más grande marxista-leninista-maoísta viviente” o de “Yo el Supremo”).

 
10. 11.2013.
 

 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
 

 

Notas Sobre “la Célula Secreta de los Siete”
 

E.I.

 

LA NEGACIÓN DE LA “VALIDEZ HISTÓRICA” de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura (1), que he confutado en el artículo A propósito de algunas “Observaciones”, obliga a un análisis puntual de la cuestión de “la célula secreta de los siete”, que es contra lo que centralmente apunta el negador (2).

       Como se sabe, en el tomo 2 del libro de Martínez Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, aparece el Acta de la Reunión de la Herradura, realizada el 16 de setiembre de 1928.

       De acuerdo al numeral 1 de este documento, la Reunión constituyó “la célula inicial del Partido”. Precisamente esta célula fue “la célula secreta de los siete”, que se menciona en el numeral 3, donde se especifica su razón de ser: copar el Comité Ejecutivo del Partido.

En la Reunión de Barranco, realizada con la participación de dos nuevos elementos, Luciano Castillo y Chávez León, la célula secreta copó el Grupo Organizador del Partido. Así comenzó a cumplir con su razón de ser.

En la Conferencia Comunista de Buenos Aires, junio 1929, los delegados del Partido aludieron, con el nombre de “grupo”, la existencia de la célula secreta, aunque distorsionando su carácter y su alcance (3).

Pues bien, ninguno de los nombrados por Martínez como participantes en la Reunión de la Herradura, negó jamás la realización y los acuerdos de esta Reunión: ni en 1942, cuando Jorge del Prado la mencionó en su libro Mariátegui y su obra; ni en 1948, cuando Martínez publicó sus Apuntes. 

Por esas constataciones, en nuestro artículo mencionado arriba asumimos la constitución de la célula secreta como un hecho.

Ahora bien, para comprender esa constitución, hay que tener en cuenta las condiciones objetivas en las que el grupo de Mariátegui desarrolló su actividad organizadora de lo que debió ser el primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana.

         En los años 1920, tales condiciones no facilitaban el trabajo legal con vistas a un tal objetivo. El gobierno de Leguía, como es de conocimiento general, sometió a Mariátegui a una constante vigilancia y a una sañuda represión: asalto a su casa, apresamiento y clausura de su revista Amauta y de su periódico Labor. Esta acción represiva afectó asimismo al movimiento popular: “complot comunista”, confinamiento y deportación de activistas, etcétera (4).

Debido, pues, a esas condiciones adversas, Mariátegui y sus compañeros adoptaron, como era lógico que hicieran, ciertas medidas a fin de preservar su actividad organizativa partidaria. Entre ellas se destacaron dos: 1) la realización de una reunión secreta (5); y, 2) la constitución del “grupo organizador del Partido” y del Comité Ejecutivo del Partido” en una reunión clandestina.

 La reunión secreta de “los compañeros de más solvencia, de más responsabilidad, capaces de imprimir, desde el primer momento, una buena dirección al Partido que se trataba de fundar” (Martínez, Apuntes, t.II, p.397), tuvo como uno de sus objetivos la constitución de “la célula secreta de los siete” con el propósito arriba señalado y de preparar la Reunión de Barranco.

Reunión secreta-reunión clandestina. Dadas las condiciones de operatividad, estos fueron los primeros pasos organizativos de los fundadores.

Tanto la Reunión de la Herradura como la Reunión de Barranco, sentaron las bases doctrinales y organizativas para la fundación pública del Partido.

La fundación del Comité Ejecutivo del Partido con los miembros de la célula secreta buscaba asegurar el éxito del proceso de constitución, proceso que debía concluir con la mencionada fundación pública. Con este evento la “célula secreta” habría perdido su razón de ser.

La fundación pública del Partido fue un objetivo expresado por el propio Mariátegui: “La libertad del Partido para actuar pública y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos, para crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de fundación pública de esta agrupación” (Ideología y política, p.164).

Y expresado también, con cierto detalle, por Martínez: “… cuando discutimos con Mariátegui el Manifiesto con el que surgía públicamente el Partido Socialista…” (Apuntes, t.I, p.209). Este Manifiesto “… debía llevar la firma de todos nosotros…” (ibídem, t.II, p.508).

Así, pues, por la vía de la labor organizativa clandestina, el Partido marchó hacia su fundación pública.

Ahora bien, en marzo de 1930, cuando se intentó esta fundación, su Comité Ejecutivo estaba conformado también por militantes que no eran parte de la “célula secreta”, la misma que, desde la Conferencia Comunista de Buenos Aires, prácticamente había dejado de existir debido al curso que habían cobrado los acontecimientos (6).

Puede decirse, no obstante, que, durante algunos meses, la célula secreta cumplió un papel positivo en el desarrollo del proyecto de partido de José Carlos Mariátegui (7).

En conclusión: la célula secreta fue concebida con un alcance estrictamente temporal.

Trabajo orgánico partidario clandestino-fundación pública: he aquí la vía concebida –y actuada en parte– para constituir el PSP como un partido de clase bajo la forma de partido de masas (8).

 Naturalmente, la idea de la fundación del PSP no fue una idea secreta ni clandestina.

 En el debate con Haya, Mariátegui había anunciado: “Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho –y organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas…” (Martínez, Apuntes, t.II, p.301).

  Y, paralelamente a la Reunión de la Herradura, anotó: “En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (Ideología y política, p.246).

         Así, pues, en el marco del debate en el movimiento político popular, Mariátegui comunicó explícitamente la próxima fundación del partido proletario, mientras que, en el marco del trabajo legal, lo hizo en lenguaje alusivo.

  Que en este marco Mariátegui apelara al aludido lenguaje, da cuenta de lo que pensaba acerca de las condiciones objetivas en las que desarrollaba su actividad partidaria y, por lo tanto, de las medidas que tales condiciones imponían.

  En conclusión: Mariátegui y sus compañeros consideraron que, dadas las condiciones objetivas de operatividad, la fundación pública del Partido tenía que alcanzarse a partir de una actividad clandestina previa y, dadas las condiciones subjetivas en el naciente movimiento marxista, bajo la dirección temporal de una instancia secreta.

  En términos generales, puede decirse, por consiguiente, que si la labor de propaganda (Amauta, Labor, etc.) contribuyó poderosamente a preparar la base de masas del PSP (CGTP, etcétera.), la actividad organizativa clandestina coadyuvó potentemente al trabajo por fundar públicamente el Partido.

En el numeral 1 de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura se puede leer esta esclarecedora afirmación: “Constituir la célula inicial del Partido, afiliado a la III Internacional…”.

Cualquiera que sepa leer, puede entender perfectamente que lo citado sostiene la afiliación del Partido a la Tercera Internacional, y no de la célula secreta en particular. 

Por lo tanto, la célula secreta no sólo que fue una instancia orgánica de alcance temporal, sino que no se distinguió, por ninguna diferencia doctrinal, del resto de los organismos partidarios.

En conclusión: la célula secreta fue un recurso temporal de carácter estrictamente orgánico.
      

II
 

Como se ha señalado, nada más nueve meses después de la Reunión de la Herradura, Julio Portocarrero tergiversaba el carácter y el alcance de la célula secreta en la Conferencia Comunista de Buenos Aires (9).

       En ese evento, en efecto, presentó a dicha célula como doctrinariamente diversa al resto de los organismos partidarios: “¿El partido socialista es la expresión de nuestro pensamiento, de nuestra línea? El partido socialista lo hemos constituido como táctica, como medida de ligazón con las masas. No venimos a decir  que el partido socialista es la expresión profunda de los que luchamos por los intereses del proletariado” (ibídem, p.422). “El partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista” (ibídem, p.423.).

       Pero además, la presentó como si hubiera sido concebida con un alcance permanente: “Si con nuestro grupo podemos controlar el partido y dirigir sus acciones, ¿no es acaso un medio bueno de ligazón con las masas?” (Martínez, Apuntes, t.II, p.422).

       Después, Jorge del Prado presentó también la célula secreta como permanente: “… dentro del Comité Organizador del Partido, formado en 1928, él [Mariátegui] se preocupó de organizar una <<célula>> (o fracción)  comunista, encargada de garantizar, en forma permanente, la justa línea política del Partido”. Y, sin solución de continuidad, agregó: “Por si esto fuera poco, Mariátegui en ningún momento dejó de pensar que dicho partido debería adherirse a los principios marxistas-leninistas de la III Internacional…” (Mariátegui y su obra, Ediciones Nuevo Horizonte, Lima, 1946, p.99. Cursivas nuestras).

        Estas afirmaciones obligan a preguntarse: si el partido era adherente del marxismo-leninismo, ¿para qué, pues, una célula secreta permanente?

        En los años 1960, Ramón García se sumó a la falsificación de la verdad histórica del PSP: “Un punto importante de la discusión para la formación del Partido, fue el concerniente a su carácter legal. Como consta en el Acta [de Constitución], de acuerdo a las circunstancias concretas, el Partido fue denominado Socialista, para poder aprovechar en algo las posibilidades legales. Pero todos estuvieron de acuerdo en constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido” (La organización del proletariado, p.197, nota a pie de página).

        Como se ve, en García la falsificación cobraba un aspecto más grotesco: no se trataba ya de un grupo –como en Portocarrero o de una “célula” como en Del Prado–, sino de muchos grupos, es decir, de toda una estructura dentro del Partido, o sea, de un partido dentro de otro partido.

        Así, pues, García concebía al PSP con dos estructuras orgánicas, una dentro de otra, pero sin diferenciarlas todavía doctrinariamente.

        Sin embargo, su afirmación “los grupos secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido”, obliga a preguntarse: si el PSP era un partido marxista-leninista (como entonces admitía García), ¿para qué, pues, “grupos secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido”?

        Ni Jorge del Prado ni Ramón García fueron capaces, cada uno en su momento, de explicar cómo así una fracción secreta en el caso del primero y toda una estructura de grupos secretos en el del segundo, podía ser garantía de consecuencia en un partido marxista-leninista (10).

        La consecuencia de la militancia con respecto al marxismo-leninismo resulta de su lucha en dos frentes (lucha permanente contra el dogmatismo y el empirismo), y, asimismo, de la lucha entre dos líneas (lucha recurrente contra el oportunismo y el revisionismo), y no de la vigilancia de algunos pocos o muchos encapuchados (11).

         Cuarenta años después, en 2007, Ramón García insistió en su monserga: “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como ‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de los siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primer partido de masas e ideas de toda nuestra historia republicana” (La creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 aniversario, p.22).

         Así, a su antigua falsificación de presentar al PSP con dos niveles orgánicos, García le ha agregado ahora el supuesto negado de que ambas estructuras eran doctrinariamente diversas.

         Siguiendo, pues, la línea iniciada por Julio  Portocarrero y Hugo Pesce y continuada por Jorge del Prado, García ha profundizado su falsificación de la verdad histórica del Partido de Mariátegui. 

  Precisamente con base en esa falsificación, promueve ahora un partido de dos niveles: uno secreto, restringido, doctrinariamente homogéneo (marxista a secas, es decir marxista no leninista), y otro público, masivo, doctrinariamente híbrido.

  Así las cosas, el partido de García no solo que no sería un partido de clase, sino que tampoco sería un partido de masas en el sentido marxista del término.

  En la concepción de Mariátegui, el PSP debió ser un partido de masas con un carácter de clase, mientras el proyecto de García es de un partido de masas con un carácter pluriclasista (12).

  Por lo tanto, el pretendido partido de García es absolutamente contrario al Partido de Mariátegui.

  Pero la marrullería del grupo revisionista es tal, que pretende disimular su desenmascarada trastienda con el señuelo que es la frase “[nuestro] objetivo… [es] la constitución [de un] partido de clase” (Manuel Velásquez).

  También con el señuelo que es la frase “reconstitución del PS” (Propuesta de plan 2012-2018) (13).

Asimismo con el señuelo que es levantar la frase “partido de masas y de ideas”, pero vaciada del concepto que encierra en Mariátegui.

  Igualmente con el señuelo que es la idea de “una organización de proyección nacional” (14).

  Tales señuelos, sin embargo, no le han servido en todos los casos, pues la mayoría de tendencias y activistas que pretendió sorprender, tuvo la capacidad de calar, más o menos tempranamente, en el carácter oportunista de su proyecto de partido (15).
 

III
 

En carta del 04.11 del año en curso, dirigida a César Risso, Aragón ha planteado sus reparos al proyecto de un partido de dos niveles.

  Así, intenta sustentar su posición en la conjetura de que los acuerdos de la Reunión de la Herradura no tienen “validez histórica” (16).

  Por lo demás, sostiene que, entre esos acuerdos, el “central fue la propuesta de formación de la ‘célula secreta de los siete’" (cursivas en negritas en el original), a la que considera como el Punto de referencia, que más de un caudillo personalista ha utilizado posteriormente para dar sustento a la antojadiza propuesta del ‘partido de dos niveles’" (17).

  Como se ve, sus observaciones se limitan al aspecto orgánico, y no tocan en absoluto el aspecto doctrinal del proyecto de García.

  Pero ocurre que el proyecto de García no sólo se basa en la falsificación de la verdad orgánica del PSP, sino también en la falsificación de su verdad doctrinal.

  Ahora bien, entre esas dos falsificaciones, existe una relación de causa y efecto: la idea de un partido de “dos niveles” se presenta como la materialización orgánica de la heterogeneidad doctrinaria que significa un marxismo sin leninismo en el “nivel secreto” y una diversidad doctrinaria en el “nivel público”.

  Así, pues, este proyecto de partido: 1) reniega el modelo de partido legado por Mariátegui; 2) reniega el principio del centralismo democrático; 3) sobrevalora el papel del individuo en las personas que forman el nivel secreto y subvalora este papel en las personas que formarían el nivel público; 5) conculca la independencia ideológica, política y orgánica del proletariado, es decir, reniega el partido de clase.

Desde luego, no es que la crítica de Aragón no sea justa. Un partido con dos niveles orgánicos permanente es una concepción contraria al marxismo. Pero, por no ver Aragón el aspecto doctrinal de la cuestión, es decir su esencia, su crítica no contribuye a esclarecer cabalmente el carácter oportunista del proyecto de García. Como se sabe, Aragón comparte el proyecto de un partido del variopinto socialismo en general, es decir, de un partido no de clase, y, debido a esto, no está en condiciones de hacer una crítica de fondo a dicho proyecto.

Para decirlo de una vez por todas: lo que Aragón pone en evidencia con su crítica limitada a lo orgánico, es una completa incapacidad de desembarazarse de la carga oportunista y revisionista que hace mucho García le colgó en las espaldas: negación del marxismo-leninismo, negación de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y el PSP, etcétera.

  Puede decirse, por otra parte, que dicha crítica expresa el límite al que se puede llegar en un grupo donde el seguidismo y el servilismo han hecho fáciles víctimas.

  Finalmente, quienquiera puede darse cuenta de hasta dónde puede llegar, en el marco de la izquierda, el grupo revisionista con su negación del marxismo-leninismo; su tergiversación de cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento de Mariátegui y especialmente de su filiación ideológica; su falsificación de la verdad doctrinal y orgánica del PSP; su plan de reestructurar el Estado burgués en sus bases municipales; su negación del partido de clase; su binomio egotismo burgués-servilismo feudal; sus métodos criollos.

   Desde luego, no está descartado que un grupo oportunista pueda convertirse en un partido de masas. En los años treinta el grupo de Haya (tipificado como oportunista pequeño burgués por José Carlos Mariátegui), se convirtió en el primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana. Esto es un hecho que sólo la más extrema ceguera intelectual puede negar.

   El drama del Socialismo Peruano en su período auroral fue, pues, que, debiendo haber constituido el primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana, esta condición la alcanzó un grupo oportunista, por razones que no es el caso analizar en el presente artículo.

   Los agonistas del Socialismo Peruano –tú, yo, él, nosotros, vosotros, ellos– debemos tener en cuenta esa negativa experiencia y, en estos tiempos decisivos, saber deslindar con el proyecto de un partido doctrinariamente variopinto, no de clase, revisionista, al mismo tiempo que centralizar los esfuerzos por llevar adelante la Reconstitución del Partido de Mariátegui.

   La Reconstitución implica construir un partido adherido al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario, con una correcta concepción de la revolución y una justa estrategia de masas, una militancia pensante y operante y, de continuar las condiciones actuales, con un estatus legal.

  ESTE PARTIDO DE CLASE SERÍA EL PRIMER PARTIDO DE MASAS Y DE IDEAS EN LA HISTORIA DEL PROLETARIADO PERUANO.
 

Notas:

[1] En su carta a César Risso del 4 de noviembre del presente, Aragón cuestiona “la validez histórica” de los acuerdos de la Reunión de la Herradura. Dice: “Hasta donde yo he podido avanzar en mis investigaciones, en el transcurso de los dos últimos decenios, ese texto es de dudosa procedencia”. Pero no dice por qué es “de dudosa procedencia”, lo que constituye un vicio de argumentación.

[2] Puesto que Aragón no ha presentado ni una sola prueba, su negación de la constitución de una célula secreta en la Reunión de la Herradura no pasa de ser una mera conjetura. Aragón dice: “Mariátegui en ninguna de sus cartas y artículos posteriores al 16 de setiembre,  nunca  informó ni comentó sobre los supuestos ‘acuerdos’ de  esa  reunión”. ¿Pero cómo puede creer Aragón que Mariátegui podía comentar en artículos y cartas UNA REUNIÓN SECRETA? Mariátegui no era infidente, y tampoco ingenuo para creer que sus cartas no eran pasibles de ser reveladas o caer en manos de la policía. 

[3] La presencia de Hugo Pesce en la Conferencia de Buenos Aires obliga a preguntarse: ¿la célula secreta fue ampliada con este militante? Por otro lado, es menester señalar que la publicación de los debates habidos en la Conferencia de Buenos Aires reveló ante la militancia partidaria la existencia de un “Grupo”, y, de esta forma, la célula secreta dejó de ser tal.

[4] Para una idea más precisa de la represión contra Mariátegui y el movimiento popular de su tiempo, puede verse el ensayo El proyectado viaje a Buenos Aires de José Carlos Mariátegui, publicado en los grupos de correo y, particularmente, en la revista digital CREACIÓN HEROICA.

[5] Con el término secreta enfatizo el hecho de que la Reunión de la Herradura fue realizada sin el conocimiento de otros elementos que después participarían de la Reunión de Barranco. Pero, obviamente, esta Reunión fue también, al mismo tiempo, clandestina.

[6] Como se sabe, en dicha Conferencia Julio Portocarrero había distorsionado la concepción mariateguiana del PSP, y, además, había retornado al país con la actitud de cambiarle el nombre al Partido. En la Reunión de Santa Eulalia del 20 de mayo de 1930 –a poco más de un mes de la muerte de Mariátegui– votó a favor del cambio de nombre.

[7] Incluso en la Conferencia de Buenos Aires, la actuación de Julio Portocarrero fue contradictoria. Mientras por una parte distorsionó –junto a Hugo Pesce– la concepción de Mariátegui del PSP, por ejemplo, por otra parte defendió –también junto a Hugo Pesce– sus tesis Antecedentes y desarrollo de la acción clasista, Punto de vista anti-imperialista y El problema indígena, que hace parte del trabajo El problema de las razas en América Latina.

[8] Para la fundación clandestina del “grupo organizador del Partido” bastó un pequeño número de cuadros como los que se reunieron en Barranco el 7 de octubre de 1928. Para la fundación pública del PSP hacía falta una extensa militancia de obreros y campesinos y, al mismo tiempo, era necesario concretar una dirección directa, centralizada, operativa sobre las amplias masas obreras y campesinas organizadas. Pero, en el marco de la lucha contra el oportunismo pequeño burgués del Apra naciente, el Partido no podía esperar alcanzar dicha situación en su grado más óptimo: la lucha por la hegemonía en el movimiento popular obligó a saltar algunas etapas y, así, en marzo de 1930, el Partido intentó su fundación pública, cosa que no se produjo por la oposición del ala reformista.

[9] Llama la atención que en la revelación, en la mencionada Conferencia, de la “célula secreta”, estuviera involucrado Hugo Pesce (que no era parte suya). Esto quiere decir: o bien Pesce había sido incorporado a dicha célula, o bien al hacer la revelación Julio Portocarrero, enteró a Pesce quien, entonces, simplemente la asumió.

[10] Eso de más solventes y más responsables es un factor relativo. Así lo prueba el propio derrotero de la célula secreta. En un plano general, es un hecho que ninguna instancia orgánica secreta puede garantizar consecuencia con respecto a las premisas establecidas. Conocedor de la dialéctica en el Partido, Mariátegui no concibió, por eso, la célula secreta como una instancia permanente, sino temporal. Concebir un nivel orgánico permanente en el Partido no solo es una flagrante negación del principio del centralismo democrático, sino también de la dialéctica inherente al Partido, o sea, del reflejo de la lucha de clases en todas sus instancias orgánicas. Esto es lo que hacen Ramón García y sus repetidores.

[11] Precisamente el proyecto de García de un partido de “dos niveles” expresa una concepción que niega a la militancia la función de luchar conscientemente contra el dogmatismo, el empirismo, el oportunismo y el revisionismo, pues en dicho proyecto la suerte del partido está librada a la vigilancia del nivel secreto. Ahora mismo puede observarse esta desviación en la relación del nivel secreto del grupo revisionista con su inicial nivel público que, como es de conocimiento común, se limita a repetir el discurso y los ucases del primer nivel. Esto es lo que García pretende hacer extensivo a la entera izquierda peruana, probando así su despotismo, directamente proporcional a su egotismo burgués.

[12] Para que las cosas queden claras: el carácter de clase del Partido está determinado no por la extracción social de sus militantes, sino por la ideología a la que adhieren. Por lo tanto, el Partido es de clase porque sus militantes adhieren al marxismo-leninismo. Ahora bien, un partido doctrinariamente heterogéneo, tampoco tiene esta condición por la extracción social de sus militantes, sino porque estos adhieren a diversas ideologías. Es por eso que el proyecto de García es de un partido pluriclasista.

[13] Hace tiempo que el grupo revisionista ha renunciado públicamente a la Reconstitución. En el artículo Organización: contenido y forma, García escribió: La propia experiencia, la propia lucha enseñó a través de la investigación de continuadores, que la Reconstitución se hundía en un círculo vicioso”. “La ‘reconstitución’ ha devenido fiasco en el país”. Y, en el artículo  Organización: nombre posible, reveló con qué pretende reemplazar la Reconstitución: con “una organización de proyección nacional”, integrada, por supuesto, por toda clase de oportunismo y toda clase de revisionismo. Así, pues, el hecho de que en su cuarto seminario el grupo revisionista haya pretendido sorprender a los participantes con aquello de “reconstitución del PS”, da la medida de sus métodos criollos y, por lo tanto, de su descomposición moral.

[14] Señuelo, porque es la forma en que el grupo de  García pretende que la izquierda se una partidariamente bajo su línea revisionista. Por lo demás, un partido-amalgama es la más completa negación de lo que fue el PSP. Dadas las notorias y notables diferencias doctrinales, la unidad de la izquierda peruana no es posible bajo la forma de partido, pero sí de frente. Hacia esta meta tienen que moverse las diversas tendencias.

[15] Algunas tendencias y activistas, sin embargo, han participado –en calidad de “organizadores” unos, de invitados otros– en los seminarios y eventos promovidos por el grupo revisionista a fin de fundar el nivel público de su partido. De esta forma evidenciaron un cierto espíritu seguidista, pero, después, en el curso de los eventos, tuvieron el suficiente criterio para no caer en la emboscada.

[16] Aragón es ambiguo. En una parte de su carta habla de “los supuestos ‘acuerdos’” de la Reunión de Barranco, mientras en otras partes pone en duda “la validez histórica del mencionado texto”, y apunta esta frase: “la mencionada reunión supuestamente realizada en La Herradura el 16 de setiembre de 1928”. ¿Supuestamente? ¿Qué es, pues, lo que niega Aragón? ¿La fecha de la Reunión? ¿La realización de la Reunión misma? ¿Son “supuestos” los Acuerdos de la Reunión de la Herradura? ¿Considera reales estos Acuerdos, pero, como dice, no tienen “validez histórica”? Ciertamente Aragón tiene un embrollo en la cabeza, no obstante que su pesquisa lleva dos décadas.

[17] Es menester apuntar que el “punto central” de la Reunión de la Herradura no fue la cuestión de la “célula secreta”, sino la declaración de afiliación del Partido a la Tercera Internacional, pues ello representó su definición como partido marxista-leninista, cosa que se hizo evidente en el Programa del Partido, redactado por Mariátegui a solicitud del Grupo Organizador.
 

20.11.2013.
 

 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
 

 

El Concepto Mariateguiano de Partido de Masas y de Ideas

 


        E.I.

 

I

EN EL PRIMER CAPÍTULO HEMOS SEÑALADO que, en carta a Moisés Arroyo Posadas, Mariátegui se refirió a su proyecto de fundar “una agrupación definida, realista, de masas”, y que, en carta a César Vallejo, subrayó su “empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas.

Pero, como lo hemos señalado también, desde abril de 1922 hasta el 6 de octubre de 1928, Mariátegui mantuvo el concepto de partido de clase (1), y, desde el 7 de octubre del mismo año hasta marzo de 1930, señaló explícitamente el carácter de clase del PSP (2).

Es decir, el maestro se propuso un partido marxista-leninista, y no un partido de todos aquellos que se reclamaban, por sí y ante sí, del socialismo en general (3).

Precisamente, partido de clase significa partido adherido a la verdad universal del marxismo-leninismo. Y partido de masas significa: 1) militancia masiva de obreros y campesinos; 2) dirección efectiva sobre las clases trabajadoras organizadas.

Si el carácter de clase del Partido está determinado por su adhesión al marxismo-leninismo, su forma de masas o de cuadros está determinada por las condiciones objetivas de operatividad (4). 

El partido de masas se distingue por estar conformado por una mayoría de militantes que no son revolucionarios profesionales y una minoría de militantes con esta condición. Esta realidad, sin embargo, no borra la diferencia entre vanguardia y masas.

Por eso, el partido de masas es, también, en esencia, un partido de cuadros, es decir de dirigentes (5).

Así, pues, únicamente en el marco de la interpenetración de los conceptos de partido de clase y partido de masas, es posible entender realmente el concepto de “partido de masas y de ideas” (6).

Entre el partido de cuadros y el partido de masas no existe una barrera infranqueable. El partido bolchevique, por ejemplo, fue un partido de cuadros y de ideas en sus primeros años, pero después se transformó en un partido de masas y de ideas.

El mismo PSP fue, de hecho, un partido de cuadros y de ideas, aunque en el proyecto mariateguiano fuese concebido como un partido de masas y de ideas, que es en lo que hubiera tenido que convertirse (7).

Ya hemos señalado en qué consiste la condición de partido de ideas en el proyecto mariateguiano. Pues bien, ¿qué relación existe entre esta condición y la forma de cuadros o de masas del partido?

Marx señaló que la teoría deviene fuerza material una vez que prende en las masas. Por eso el partido de clase deviene vanguardia cuando su teoría prende en las masas, sea que exista como partido de cuadros o como partido de masas.

Esta es la relación existente entre el concepto de partido de ideas, por una parte, y los conceptos de partido de cuadros y partido de masas, por otra: en ambos casos el partido tiene que ser un partido con una teoría de vanguardia, pues solo así puede estar en condiciones de tomar el poder.

El concepto de partido de masas y de ideas no tiene un valor exclusivamente nacional, como creen algunos, sino un  valor universal en la medida en que, en cualquier país del mundo, la revolución no es posible sino a condición de ser dirigida por un partido de masas.

Lo expuesto hasta aquí da cuenta del concepto mariateguiano de partido de masas y de ideas.

Es este concepto, precisamente, el que deben asumir los continuadores de Mariátegui si quieren llevar hasta el fin la Reconstitución.
 

II
 

Desde la segunda mitad de los años 1980, Ramón García falsifica la identidad doctrinal de José Carlos Mariátegui y del PSP a fin de hacer pasar de contrabando su “marxismo” sin leninismo y su proyecto de un partido doctrinariamente heterogéneo.

Es decir le achaca a Mariátegui sus propias posiciones oportunistas y liquidacionistas, y, como es obvio, este criollo procedimiento lo pinta de cuerpo entero.

Puesto que el carácter de clase del Partido está determinado por su doctrina, es claro que un partido doctrinariamente heterogéneo no es ni puede ser un partido de clase (8).

Precisamente el proyectado partido del grupo liquidacionista es la materialización de un “marxismo” sin leninismo en su ya fundada instancia secreta, y, en su instancia pública por fundarse, sería la materialización de disímiles posiciones doctrinales. Esto es lo que se llama partido-amalgama.

Esta amalgama doctrinal explica que los promotores de semejante partido quieran titularlo socialista (9).

García ha escrito: “La propia experiencia, la propia lucha enseñó a través de la investigación de continuadores, que la Reconstitución se hundía en un círculo vicioso”. “La ‘reconstitución’ ha devenido fiasco en el país” (10).

De esta forma renunció a la tarea de la Reconstitución, y, en reemplazo de ella, ha levantado el proyecto de “una organización de proyección nacional” (11).

Esta “organización de proyección nacional” es concebida como el resultado de la “dilución-integración” del PCP (U), el PCP (PR), el PCP (SL), el PSP, el PST, etcétera (12).

¿Y qué cuestiones centrales propone como línea de esa pretendida organización?

Entre otras, las siguientes: 1) marxismo sin leninismo; 2) falsificación de la filiación doctrinal de Mariátegui; 3) tergiversación del contenido que tienen en la literatura mariateguiana sobre el Partido los conceptos de socialismo, socialismo peruano, creación heroica, partido de masas y de ideas; 4) mixtificación del Camino de Mariátegui; 5) acción legal municipal como el camino al socialismo; 6) falsificación de la verdad doctrinal y organizativa del PSP; 7) partido de “dos niveles”; 8) dilución del socialismo marxista en el variopinto mapa del socialismo en general (13).

Este conjunto, como es obvio, entraña la conculcación de la independencia ideológica, política y orgánica del proletariado.

Lo expuesto demuestra, pues, el vaciamiento que ha hecho García del concepto que encierra en Mariátegui la frase “partido de masas y de ideas” (14).

Vaciamiento que ha significado embutir dicha frase con un concepto oportunista.

Y, luego de imponer en su grupo ese vaciamiento, ahora pretende imponérselo a la izquierda peruana.

Porque para García y sus repetidores, la “organización de proyección nacional” es posible únicamente bajo sus posiciones (15).

Pero, por cierto, después del egotismo burgués de Abimael Guzmán (que en 1988 se autoproclamó “el más grande marxista-leninista-maoísta viviente”), el egotismo burgués de Ramón García (que en 2007 se autoproclamó “Yo el Supremo”), es cosa que difícilmente podría sorprender al conjunto de la izquierda.


Notas

[1] En abril de 1922, Mariátegui, César Falcón, Palmiro Macchiavello y Carlos Roce organizaron en la ciudad italiana de Génova un Comité, que, según señaló el segundo de los nombrados, formuló la iniciativa de fundar el partido del proletariado peruano y consensuó un “acta constitutiva” donde se consignó la adhesión “a los principios de la Tercera Internacional” (ver Anuario Mariateguiano, Nº2, 1990, pp.23-32).

[2] La última declaración de Mariátegui sobre el carácter de clase del Partido fue la que sigue: “El socialismo no puede ser actuado sino por un partido de clase; no puede ser sino el resultado de una teoría y una práctica socialistas” (Temas de nuestra América, t.12, p.69). En efecto, ni como movimiento ni como revolución ni como sociedad, el socialismo puede ser actuado sin un partido de clase. Si bien en el socialismo el partido debe disolverse como partido-aparato, en cambio debe mantenerse como partido-ideología-política. De otro modo no sería posible la realización del comunismo.

[3]  Este “por sí y ante sí” tiene el mismo sentido crítico de la siguiente observación de Mariátegui sobre el Comité de Propaganda y Organización Socialistas: “El grupo tiende a asimilarse a todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo…” (Ideología y política, p.99). Como se sabe, este Comité no tenía el marxismo-leninismo como su base de unidad, y, por esto, la incorporación a sus filas dependía de la simpatía del aspirante por alguna tendencia del variopinto socialismo reformista. Pues bien, en ocasión de su cuarto seminario, sintomáticamente el grupo liquidacionista ha parafraseado la frase de Mariátegui: ha llamado a “los que se reclaman del Socialismo Peruano” para que se sumen a su proyecto de un partido antimariateguiano. Con esta paráfrasis (verdadero señuelo) dicho grupo se refiere, desde luego, al “socialismo peruano” de Ramón García, con su marxismo a secas, su Mariátegui mixtificado, su reestructuración del Estado burgués en sus bases municipales y su partido doctrinariamente heterogéneo, y no, por supuesto, al Socialismo Peruano de Mariátegui, con su marxismo-leninismo, su integración de la verdad universal y nuestra realidad particular, su táctica y su estrategia revolucionarias y su partido doctrinariamente homogéneo. A esta burda maniobra el grupo liquidacionista le llama “poner los pies sobre la tierra”.

[4] Lo cual significa que lo que determina el carácter de clase del Partido, es un factor interno, intrínseco a sus militantes: su ideología; mientras lo que determina su forma de masas o de cuadros es un factor externo, extrínseco a sus militantes: las condiciones objetivas. En términos generales, puede decirse que, en condiciones de dictadura abierta de la burguesía, el partido no puede asumir sino la forma de partido de cuadros. Esto tiene un valor relativo. Mientras en condiciones de dictadura democrática, el partido puede y debe asumir la forma de partido de masas. Esto tiene un valor absoluto.

[5] Precisamente la palabra cuadro, de origen alemán, significa dirigente. 

[6] Para el marxismo, tanto el partido de revolucionarios profesionales como el de masas expresan un algo tercero: su carácter de clase. Lenin señaló: “… en 1900-1903… se sentaban los fundamentos del partido de masas del proletariado revolucionario de Rusia” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, ELE, Pekín, 1975, p.17. Elipsis nuestras). Es decir que, en el mismo período en que se sentaban estos fundamentos, Lenin escribió ¿Qué hacer? Por eso señaló también: “¿Qué hacer? es el compendio de la táctica y de la política iskrista de los años 1901 y 1902 en materia de organización”. Por lo tanto, es razonable pensar que en este libro se encuentran algunos de “los fundamentos del partido de masas” que posteriormente fue el partido bolchevique. Veamos esto. La idea fundamental que recorre ¿Qué hacer? es la idea de que el partido del proletariado es la materialización de la doctrina marxista, y es esta idea precisamente la que determina su carácter de clase: la exposición del partido de revolucionarios profesionales no es, pues, más que la sustentación de una de las dos formas posibles de partido de clase. Pero el partido de revolucionarios profesionales no era un partido marginal a la clase y las masas, sino por el contrario un partido profundamente ligado a ellas. Por eso apareció como una forma orgánica transitoria, episódica, temporal, que, en su fluencia histórica, dio lugar al partido de masas del proletariado ruso. En otras palabras, en la sustentación del partido de revolucionarios profesionales estaban ya contenidos algunos fundamentos del partido de masas. Este es el contenido más profundo de ¿Qué hacer?  

[7] Si a la altura de abril de 1930, o sea a año y medio de su fundación, el PSP no alcanzó una militancia masiva (sus escasos militantes campesinos es una expresión de esto), en cambio alcanzó una significativa influencia entre las masas trabajadoras: CGTP, etcétera. El PSP fue, pues, un partido de cuadros con cierta influencia entre las masas.

[8] Precisamente es el caso del proyecto de un partido de dos niveles. Variopinto en lo doctrinal, este partido no podría reclamar para sí la condición de partido de clase: las diversas tendencias que concurrirían en su interior, representarían los intereses de distintas fracciones de clase y aun de distintas clases, y, por lo tanto, no representaría homogéneamente los intereses históricos del proletariado revolucionario. Esto es una verdad elemental. Sin embargo, en una carta abierta dirigida a Cesar Risso y al autor de estas líneas, Manuel Velásquez sostuvo que “La idea de realizar un seminario… tiene como objetivo… la constitución [de un] partido de clase” (elipsis nuestras). Ciertamente este es un clamoroso caso de demagogia, es decir, de política criolla.

[9] El nombre del Partido no es un problema formal sino un problema de gran importancia política. La insistencia del grupo liquidacionista en el nombre de socialista no es casual, pues este nombre le sirve para expresar el proyecto de un partido del variopinto socialismo en general.

[10] Organización: contenido y forma. Cursivas en el original.

[11] No obstante esta renuncia, el grupo liquidacionista hizo aparecer el término reconstitución en su Propuesta de plan 2012-2018: “reconstitución del PS”, “El Partido Socialista Peruano reconstituido” (obsérvese, de paso, que le cambió el nombre al Partido de Mariátegui). Este aprovechamiento del prestigio del término reconstitución es otro caso de clamorosa demagogia, es decir, de política criolla.

[12] Con respecto a esta cuestión, cabe señalar que, en caso de que los partidos mencionados y los implícitos en los etcéteras, no se autodisuelvan para integrarse en una organización bajo las posiciones de Ramón García, se habría consumado fracaso final del proyecto de este personaje.

[13] Esto demuestra que García se ha aderezado su propio marxismo; su propio socialismo peruano; su propio camino al socialismo; su propio concepto de partido de masas y de ideas. Esto significa que, al Camino de Mariátegui, García le opone su propio camino. Esto es lo que el grupo liquidacionista llama “renovarse”. Por otro lado, señalamos que, fieles a nuestra convicción dialéctica, no tenemos ningún problema en reconocer algunos aciertos de García relativos a puntos específicos (así como los aciertos específicos de cualquier otro oportunista), pero esta cuestión la examinaremos en otro lugar. Por ahora solo es menester subrayar que dichos aciertos no podrían justificar la asimilación de ningún marxista a sus posiciones oportunistas y liquidacionistas que, como es obvio, marcan el carácter de su proyecto de partido.

[14] A fin de negar el marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP, García escribió: “Este término se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas indicando el método marxista, no la doctrina”. Pues bien, la frase “partido de masas y de ideas” aparece en la literatura mariateguiana una sola vez, y no precisamente en un documento de la importancia del Programa del Partido, sino en una carta a César Vallejo. Por lo tanto, si García fuese consecuente con su argumento estadístico, no hubiese tenido que asumir aquella frase. Pero la ha asumido, aunque, como está demostrado, vaciada de su contenido. El hecho, pues, de que, en este caso, no haya aplicado su aludido argumento, demuestra que el mismo no pasa de ser un equívoco recurso enderezado a negar el marxismo-leninismo de Mariátegui. Si de justificar esta negación se trata, García grita: “¡solo se encuentra dos veces en la obra de JCM, solo se encuentra dos veces!”. Pero, si de utilizar la frase mariateguiana de un partido de masas y de ideas se trata, musita para sí mismo: “no importa que se encuentre una sola vez en la obra de JCM, no importa que se encuentre una sola vez”. Esta doble contabilidad es una expresión de su fisonomía mental.  

[15] De esto ya tienen experiencia no pocos activistas. Por otro lado, es menester anotar que la dirección secreta del grupo liquidacionista se califica a sí misma de “roja” (programa máximo), mientras a aquellos a quienes pretende engatusar a efecto de fundar su nivel público, los califica de “verdes” (programa mínimo) (ver Ramón García, Organización: nombre posible). Esto demuestra que a los activistas de las otras organizaciones los tiene en muy poca estima

 
12.07.2012.


 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


 

El Desmonte de Una Conspiración Contra José Carlos Mariátegui y el PSP
 

E.I.
 

EN UN FOLLETO DE RAMÓN GARCÍA, hay una curiosa lista de “representantes” de la “Primera Generación 1920-1945”, dizque del Socialismo Peruano, preparada por Miguel Aragón, y asumida, huelga decirlo, por el primero de los nombrados. Decimos “curiosa”, porque allí aparecen algunos personajes que no tuvieron que ver con el marxismo (1). En las presentes notas, sin embargo, nos limitaremos al caso de Magda Portal, particularmente ilustrativo de la tendenciosidad de la lista.

En la polémica de los años veinte con el aprismo naciente, Magda Portal tomó decidida posición a favor de Haya de la Torre y en contra del socialismo marxista de José Carlos Mariátegui. La Portal renunció al Apra recién en 1948, en ocasión del II Congreso de este partido.

Pero, a más de ser, durante su militancia aprista, contraria al marxismo, la Portal fue también enemiga personal de Mariátegui, como quedó demostrado cuando, a poco de fallecido el maestro, publicó un artículo en el cual, entre otras cosas, le llamó “paralítico” (2). 

No obstante estos hechos, que son de conocimiento general, Miguel Aragón y Ramón García consideran que Magda Portal es una representante de “la primera generación del Socialismo Peruano”. ¡Ni más ni menos!

Pero esta arbitrariedad no es la única en la lista. Cualquiera que la examine, puede comprobar que allí aparecen otros antimarxistas y algunos no marxistas, así como que hay, también, ciertas ausencias (3).

Lo primero se deriva de la intención de amalgamar las primeras generaciones del socialismo reformista y del socialismo marxista, y, lo segundo, de la mala conciencia del autor de la lista y del publicista de la misma. 

Pues bien, lo señalado hasta aquí da la pauta de la aviesa intención: mixtificar el contenido doctrinal del Socialismo Peruano, tergiversar la verdad histórica de su primera generación, disolver el socialismo marxista en el variopinto socialismo en general, negar el carácter marxista-leninista del PSP.

Todo ello, sin duda, ES UNA CONSPIRACIÓN CONTRA JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Y SU PARTIDO.

¿Por qué contra Mariátegui? Porque, si bien el maestro utilizó el término socialismo tanto en su sentido elástico como en su sentido estricto de clase, cuando se refirió al tipo de socialismo que hay que crear heroicamente en América, y, particularmente, cuando, en la Advertencia a los 7 Ensayos, expresó su determinación de concurrir a la creación del Socialismo Peruano, se refirió, como es claro, al socialismo de clase, proletario, marxista-leninista, y no al socialismo en general.

Por consiguiente, considerar que el Socialismo Peruano comprende el variopinto mapa del socialismo en general, es renegar el concepto mariateguiano.  

¿Por qué contra el Partido de Mariátegui? Porque, al considerar a la antimarxista Magda Portal, a otros antimarxistas y a ciertos no marxistas, Aragón y García (y con ellos todos los que, por una causa u otra, se limitan a repetir acríticamente el engaño), buscan cuestionar el carácter de clase, marxista-leninista, del partido fundado por Mariátegui. Con su malhadada lista, los mencionados liquidacionistas intentan, pues, escamotear la decisión orgánica del grupo fundador del PSP.

¿Cuál decisión? La decisión de incorporar al Partido a unas personas, y no a otras.

Esta decisión expresó el rechazo de los fundadores al socialismo reformista. Así se comprende por qué algunos de los personajes que aparecen en la engañosa lista, no fueron incorporados al PSP.

Así se comprende, en un plano más general, por qué los socialistas reformistas que venían de las experiencias de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y Organización Socialistas y del diario La Razón, no fueron asimilados al partido marxista-leninista fundado el 7 de octubre de 1928.

Así se comprende que una cosa es la primera generación del socialismo reformista peruano y otra cosa es la primera generación del socialismo marxista peruano.

Estos hechos históricos prueban, pues, de un modo irrefutable, que el PSP fue un partido de clase, y no un partido del variopinto socialismo en general (4).

Lo afirmado hasta aquí confirma que el Socialismo Peruano cumple su aniversario en marzo, sencillamente porque, en este mes de 1921, con la escritura del artículo El cisma del socialismo, el maestro dio inicio a su Creación Heroica, es decir, a su Creación Marxista-Leninista. Por lo tanto, el Centenario del Socialismo Peruano se cumple en 2021.

Desde luego, el punto de arranque del socialismo de Mariátegui, en el sentido general del término, es la revista Nuestra Época, “fuertemente influenciada por España, la revista de Araquistain”, como el propio maestro puntualizó con ejemplar honestidad en la hoja de vida Del Autor. Por eso, si de la orientación socialista en general de Mariátegui se trata, puede y debe celebrarse el aniversario de Nuestra Época, pero sin confundirlo con el aniversario del Socialismo Peruano. Hacer pasar el aniversario de Nuestra Época por el aniversario del Socialismo Peruano, es utilizar a Mariátegui como coartada a fin de diluir el socialismo marxista en el variopinto socialismo en general.

¿Por qué el aniversario de Nuestra Época no es el aniversario del Socialismo Peruano? Porque, el Socialismo Peruano, es tal en la medida en que es la fructificación de la verdad universal del marxismo-leninismo en nuestra realidad concreta (5).

Como se sabe, la asimilación de Mariátegui al marxismo data de su viaje a Europa, y, concretamente, del período julio-diciembre de 1920. Cualquier partidario consciente de la dialéctica sabe que esta asimilación comportó una ruptura con su inicial socialismo a lo Araquistain.

Precisamente esta ruptura se expresó en el artículo El cisma del socialismo, y, por lo tanto, puede entenderse que no fue casual el tema de dicho artículo, pues en un solo acto su autor expresó su ruptura con el socialismo reformista y su adhesión al socialismo marxista.

Asimismo, puede entenderse que tampoco fue casual que, dos años después, al regresar al Perú “con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase”, lo primero que hizo, ante un auditorio de obreros y estudiantes, fue reiterar su ruptura con el socialismo reformista y su adhesión al socialismo marxista (6).

Sin embargo de lo esclarecido, Ramón García intenta borrar de la conciencia de los marxistas peruanos (ya la borró de la conciencia de sus partidarios), la ruptura de Mariátegui con el socialismo reformista, y, así, sentar una base para su partido-amalgama.

Precisamente en la nota titulada Por qué creación heroica, 12.08.10, el mencionado personaje evita toda referencia a dicha ruptura que, como se sabe, marcó un hito trascendental en el proceso ideológico de Mariátegui, y que, por sus consecuencias en la práctica, marcó un hito igualmente trascendental en la historia del proletariado peruano (7).

Es un hecho fuera de discusión que la Creación Heroica de Mariátegui no hubiera sido posible sin su asimilación al marxismo-leninismo. Del mismo modo, es un hecho igualmente indiscutible que sólo con el socialismo marxista el proletariado peruano alcanzó conciencia de su misión histórica y de las condiciones de su realización (8).

En Algunas observaciones a Magda Portal y en La carta que no se envió: Testimonio inédito de Anna Chiappe de Mariátegui, Anna Chiappe y Javier Mariátegui, respectivamente, dan prueba de su consecuencia en relación a José Carlos Mariátegui.

El lector objetivo, reflexivo, honrado, puede comparar esa consecuencia –ideológica, y no puramente familiar– con la consideración de Aragón y García de que la adversaria y ofensora de Mariátegui es una representante de la primera generación del Socialismo Peruano, y, de esta forma, sacar sus propias conclusiones.

Pues bien, la conspiración que hemos examinado, da cuenta, por sí misma, de la posición antimariateguiana de García y su grupo. El recurso de utilizar a Mariátegui como coartada no impide ni puede impedir al lector perspicaz reconocer esta verdad.

Ahora, pues, esclarecidos los hechos y las ideas, puede comprenderse mejor que, con su “Primera Generación 1929-1945”, el grupo liquidacionista pretende silenciar la filiación marxista-leninista de Mariátegui y el carácter de clase del PSP.

Ahora puede comprenderse mejor que, con su “socialismo peruano”, dicho grupo pretende desmontar el Socialismo Peruano de Mariátegui.

Ahora puede comprenderse muy bien que, con su intención de celebrar el centenario del Socialismo Peruano en 2018, y no en 2021, lo que hace es servirse de Mariátegui como coartada a fin de sentar una base para fundar un partido no de clase, un partido revisionista, un partido antimariateguiano.

Y, si acaso alguien no ha captado aún el oportunismo de García y sus repetidores, la lectura de la tramposa lista basta para que se convenza de ello sin ninguna dificultad.

          Pero, como es obvio, la analizada conspiración contra Mariátegui y el PSP no es más que un caso, entre otros, de lo que, confusionistamente, el grupo liquidacionista llama “mirar adelante, no atrás”.

Juzgue, pues, honradamente, el lector.
 

Notas

[1] A dónde va el Perú, Ediciones Perú Integral, Lima, 2001, p.61.

[2] El artículo, titulado La trayectoria de José Carlos Mariátegui, apareció en el número 2 de la revista chilena Indice. Obviamente, aquí no juzgamos a Magda Portal como poeta, sino como iracunda militante del Apra, como antimarxista, como enemiga de Mariátegui. Tampoco nos referimos, como igualmente es obvio, a la Portal posterior a 1948, que se aproximó a la izquierda y que, en los años 1970, tuvo la honradez de confesarle al psiquiatra argentino Gregorio Bergmann estar arrepentida por su artículo de 1930.

[3] Un análisis detallado de esta cuestión y, en general, de la mixtificación que cometen Ramón García y sus repetidores de las generaciones del Socialismo Peruano, se encuentra en nuestro libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión, aún inédito.

[4] Ciertamente hay que saber leer a Mariátegui. El editorial Aniversario y balance (setiembre de 1928) y la fundación del Partido Socialista del Perú (octubre del mismo año), guardan una relación intrínseca y, por esto, esclarecedora. En el editorial, se puede leer: “En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término. La originalidad a ultranza, es una preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (Ideología y política, p.247). ¿Qué significado tiene aquí la palabra socialismo? Para contestar esta interrogante, hay que tener en cuenta este juicio del propio Mariátegui: “‘Nueva generación’, ‘nuevo espíritu’, ‘nueva sensibilidad’, todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de estos otros rótulos: ‘vanguardia’, ‘izquierda’, ‘renovación’. Fueron nuevos y buenos en su hora. Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones provisionales, por razones contingentes de topografía y orientación. Hoy resultan ya demasiado genéricos y anfibológicos. Bajo estos rótulos empiezan a pasar gruesos contrabandos. La nueva generación no será efectivamente nueva sino en la medida en que sepa ser, en fin, adulta, creadora” (ibídem, p.248). Como se ve, Mariátegui trazaba una línea demarcatoria entre la “nueva generación”, así a secas, que, en su momento, había representado “una nueva actitud espiritual”, y “la nueva generación”, “adulta, creadora”, marxista-leninista, es decir, entre la primera generación del socialismo reformista en sus diversas vertientes y la primera generación del Socialismo Peruano. Así, pues, al declarar Mariátegui, en el editorial del número 17 de Amauta, que, “Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista”, estaba señalando que su revista se declaraba categóricamente marxista. En la nota 23 del Cap. I del presente libro, hemos copiado la afirmación mariateguiana que prueba esta verdad. Por lo tanto, es claro que ese proceso de definición ideológica sirvió para deslindar, categóricamente, con los diversos matices del socialismo reformista, y principalmente con la tendencia aprista. Precisamente, en carta del 29 de setiembre de 1928 a Carlos Arbulú, el maestro puntualizó: “El editorial se refiere, por una parte, al vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales y, por otra parte, a cierta desviación que ha intentado propagarse en nuestras propias filas, a propósito del Apra” (Correspondencia, t.II, p.444). Por eso, un mes después, en el Programa del Partido, el maestro estableció el marxismo-leninismo como su base de unidad. Así, pues, tanto en Aniversario y balance como en el Programa… y, aún más en el propio título del Partido, el término socialismo tiene el significado de socialismo marxista-leninista, y no el de socialismo en general. Esto es una verdad elemental, y no tenemos la culpa de que, en pleno debate ideológico, sea necesario todavía explicarla.

[5] En la carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Mariátegui sostuvo: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas nuestras). ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que dicha investigación marcó una ruptura con respecto al “trato de Mariátegui con los tópicos nacionales” (Ideología y política, p.16), anterior a su regreso de Europa, pues, como él mismo señaló, entonces “carecía para enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (ibídem), es decir que, tal trato con dichos tópicos no fue, como es obvio, “conforme al método marxista”. No obstante esta realidad, la capacidad del maestro de buscar la verdad en los hechos y su consecuencia con las luchas populares, lo llevó, ya en el bienio 1918-1920, a sostener ideas y posiciones correctas que, por lo tanto, aparecen como los antecedentes de su Creación Heroica y, en algunos casos, como asimilables a esta Creación, tal como lo hemos señalado en otro lugar. Pero, hablando con propiedad, la Creación Heroica de Mariátegui tiene su punto de arranque en marzo de 1921, con la escritura del artículo El cisma del socialismo, su primer escrito netamente marxista. Así, pues, creemos que es importante celebrar el centenario de la revista Nuestra Época, por la sencilla razón de que es una excelente oportunidad para dilucidar el punto de partida del proceso intelectual que finalmente llevó a José Carlos Mariátegui a asumir el marxismo-leninismo como el fundamento ideológico del Socialismo Peruano.

[6] En la primera conferencia en la UPGP, el maestro señaló: “Una parte del socialismo se ha afirmado en su orientación social-democrática, colaboracionista; la otra parte ha seguido una orientación anticolaboracionista, revolucionaria. Y esta parte del socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptado el nombre de comunismo”. “Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas”. “Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas” (Historia de la crisis mundial, EEA, Lima, 1985, pp.21 y 22). Habría que ser muy poco perspicaz para no darse cuenta de que, cuando Mariátegui sostiene que aquí, como en Europa, los proletarios tienen que dividirse en reformistas y maximalistas, está diciendo que tienen que dividirse en socialistas (reformistas) y comunistas (maximalistas). Sólo porque entendía que en su tiempo la degeneración del socialismo no se había producido aún en nuestro medio, y, por lo tanto, la vieja y grande palabra conservaba todavía su grandeza, evitó el término comunismo, que, sin embargo, está implícito como concepto en los términos anticolaboracionistas y maximalistas. Dicho en otras palabras, en el Perú de su tiempo Mariátegui entendió y utilizó el término socialismo como sinónimo del término comunismo, sinonimia que, en la Europa de ese tiempo, había perdido vigencia, pues allí la degeneración del socialismo había impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En consecuencia, en relación a esta realidad, en el Perú de los años veinte el término socialista como título del Partido apareció también como una designación específica.

[7] En dicha nota, García se salta a la garrocha del año 1919 hasta el año 1923, es decir, elude completamente la estadía de Mariátegui en Europa, o sea, omite el período durante el cual el maestro se asimiló al marxismo. Esta deliberada omisión basta como prueba de su torcida intención.

[8] Lo mismo como conciencia real que como conciencia posible.

 
01.09.2012.

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