¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
A
Propósito de Algunas “Observaciones”
E.I.
I
EN CARTA
A CÉSAR RISSO DEL 4 de noviembre del presente, y no a CREACIÓN HEROICA,
como hubiera tenido que ser, Miguel Aragón ha hecho algunas “observaciones” a
la publicación en estas páginas, en oportunidad del 85 Aniversario de la
fundación del Partido Socialista del Perú, de tres documentos de este Partido.
Como
se sabe, la publicación de los aludidos documentos fue precedida de unas notas
en las que, entre otras cosas, señalamos: “Tanto los Acuerdos de la Reunión de La Herradura como los Acuerdos de la Reunión de Barranco han sido tomados del libro de Martínez de la
Torre Apuntes Para Una Interpretación
Marxista de Historia Social del Perú,
tomo 2, pp.397-398. El documento Principios
Programáticos del Partido Socialista, ha sido tomado del tomo 13 de las Obras Completas de Mariátegui,
pp.159-164.”
Los
editores de las Obras Completas de
Mariátegui señalan a propósito de los Principios
Programáticos…: “Se reproduce de Apuntes
para una interpretación marxista de historia
social del Perú, de Ricardo Martínez de la Torre, Tomo II, págs.398 a 404,
Empresa Editora Peruana S.A., Lima, 1948” (Ideología
y política, p.159, nota al pie de página).
Esta
afirmación explica porqué los Principios
programáticos… aparecieron en Creación Heroica sin los dos párrafos y las
tres consignas con que aparecen en el libro de Martínez de la Torre.
Esta
ausencia resultó, pues, de no haber cotejado la versión de Ideología y política con la de los Apuntes.
En
el cotejo –se entiende que posterior a la publicación de los documentos–, hemos
observado que los dos párrafos aludidos rompen un poco la unidad estilística
del texto, y que probablemente por esto los editores de las OC consideraron que no se debían a la
pluma de Mariátegui.
Esto
no es una conclusión sino apenas una hipótesis, y, por lo tanto, no modifica la
situación.
La
situación es que tales párrafos están en la versión de los Apuntes, y, mientras no se demuestre la hipótesis señalada, es
coherente ajustarse a dicha versión.
Por
lo tanto, rectificaremos el error (1).
En
el cotejo, hemos constatado asimismo que, mientras en Apuntes
el título del documento es el de Programa
del Partido, en Ideología y política es el de Principios programáticos del
Partido Socialista, y, además, que, mientras
en la versión de Ideología y política
aparece el subtítulo Reivindicaciones inmediatas,
en la de los Apuntes simplemente no
aparece.
Asumo,
pues, como se ve, públicamente y en primera persona, la responsabilidad del
error por un elemental sentido de consecuencia con la ética marxista.
II
Por otro
lado, Aragón señala que “los editores del Blog Creación Heroica (BCH)
han cometido un error de ligereza, al incluir dentro de los
textos del PSP los "Acuerdos de la Reunión de la
Herradura". Y digo "error de ligereza", porque la
difusión de ese documento ha debido ir acompañada, por lo menos, de un
mínimo comentario explicativo, salvo que los editores de BCH, con su silencio,
que los hace cómplices, estén demostrando su total aceptación de la
validez histórica del mencionado texto”.
Dejando
aparte por ahora la gratuita acusación que aparece en la afirmación, la misma
no pasa de ser una conjetura. Como se ha
visto, Aragón pone en tela de juicio lo que ambiguamente llama “la validez
histórica” de los acuerdos tomados en la Reunión de la Herradura (2).
Pero
ocurre que, en 1948, es decir en el año en que fueron publicados los Apuntes, con excepción de Avelino Navarro
–quien había muerto nueve años antes–, vivían aún los otros participantes de dicha
Reunión: Julio Portocarrero, César Hinojosa, Fernando Borja y Bernardo Regman.
Así, pues, si Martínez hubiera desnaturalizado, tergiversado, torcido los
acuerdos de la Reunión, cualquiera de los nombrados hubiera podido desmentirlo,
lo que no ocurrió entonces ni después.
El
argumento que presenta Aragón para dar piso a su conjetura es una falacia: el
hecho de que Mariátegui no escribiera después nada acerca de la Reunión de la
Herradura –Reunión preparatoria de la Reunión fundacional de Barranco– no
prueba que los Acuerdos de la primera de estas reuniones no sean ciertos.
Tampoco escribió Mariátegui nada sobre la Conferencia Comunista de Buenos Aires
de 1929, y este silencio no prueba que
los Acuerdos y Conclusiones de este evento no sean igualmente ciertos.
Como
se ve, en su propósito de cuestionar el proyecto de Ramón García de un partido
de “dos niveles”, Aragón pone en tela de juicio los Acuerdos de la Reunión de
la Herradura, y, de manera especial, aquel que menciona la “célula secreta de
los siete”.
Mas,
para demostrar la improcedencia del proyecto de García, basta demostrar –como
precisamente lo hemos hecho nosotros en varios artículos– que el pretendido
partido de “dos niveles” es un reciclaje de la concepción de partido levantada
por Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos
Aires, concepción absolutamente contraria a la de Mariátegui,
quien, precisamente en el Programa del
partido (Principios programáticos…),
señaló que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del
imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta
como su método de lucha” (Ideología y
política, p.160).
Así,
pues, Mariátegui no sostuvo que la “célula secreta de los siete” adoptaba el
marxismo-leninismo, sino que el Partido –de arriba abajo y de lado a lado–
adoptaba este método revolucionario.
Tan
es así, que Martínez anotó: “A fin de unificar doctrinariamente el pensamiento
y la acción de los grupos iniciales del Partido Socialista, Mariátegui elaboró
los siguientes puntos programáticos que fueron remitidos a las células del país
y del extranjero” (Apuntes…, t.II,
p.398).
“A
fin de unificar doctrinariamente…”, es decir, desde un principio el
marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP.
Esto
significa, pues, que Mariátegui definió y construyó el PSP como un partido de
clase.
Quienes plantearon el marxismo-leninismo
como la base de unidad de un nivel secreto en el Partido fueron Julio
Portocarrero y Hugo Pesce. En la Conferencia de Buenos Aires el primero
sostuvo: “El
partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la
ideología de la Internacional Comunista” (Martínez, Apuntes…, t.II, p.422.).
Esta concepción del PSP es lo que
sostiene Ramón García desde 1967 hasta la fecha (ver La organización del proletariado,
p.197, nota a pie de página, y La
creación heroica de José Carlos
Mariátegui. 80 Aniversario, p.22) (3).
Pero el fondo de la cuestión es el
carácter del Partido: si el marxismo-leninismo es la base de su unidad,
entonces es de clase. Pero si tiene dos niveles y uno de ellos, el secreto,
tiene como base de unidad un marxismo sin
leninismo, y el otro, el público, no tiene ninguna base doctrinal, como ocurre
en el proyecto de García, entonces no
es de clase (4).
De esta esencia del problema Aragón no
dice absolutamente nada, pues, como es de conocimiento general, seguidistamente
comparte la idea de García de un partido-amalgama, es decir, de un partido del
socialismo en general y no del
socialismo marxista-leninista en particular.
Así, pues, su divergencia con García en
punto al partido de “dos niveles” aparece como una divergencia puramente
organizativa. Por eso no llama la atención que solo vea el aspecto orgánico de
la cuestión: “[el] Sistema organizativo caudillista y ‘argollero’, antidemocrático y
antisocialista”. Por lo tanto, si García le restara a su proyecto
aquello de los “dos niveles”, Aragón podría sumarse al mismo tranquilamente.
Por otro lado, la constitución de una
“célula secreta de los siete”, que debía
copar el Comité Ejecutivo del Partido,
tiene su prueba en el hecho de que, precisamente
en la Reunión de Barranco, los integrantes de dicha célula coparon el “Grupo
Organizador del Partido”.
Otro acuerdo de la Reunión de la
Herradura fue “Convocar a una nueva reunión en la cual se incorporará a otros
elementos”, y, precisamente, la Reunión
de Barranco incorporó a Luciano Castillo y a Chávez León.
Otro acuerdo fue “Ayudar a la célula de
oposición sindical que Julio Portocarrero había organizado para realizar las
tareas y directivas fijadas en el V Congreso de la I.S.R”, y, precisamente, la Reunión de Barranco constituyó la Secretaría
Sindical y eligió al mencionado camarada como responsable de la misma.
Otro acuerdo fue darle al partido el
nombre de Partido Socialista del Perú, y,
precisamente, la Reunión de Barranco aprobó este nombre.
En fin, la Reunión de la Herradura fue
una preparación de la Reunión de Barranco en tres aspectos: en lo ideológico, con la adhesión a la
Tercera Internacional, lo que se expresó luego en la adopción del
marxismo-leninismo (ver Programa del
Partido); en lo orgánico, con el copamiento por la
“célula secreta de los siete” del Grupo Organizador del Partido; en el trabajo masivo, con la
constitución de la Secretaría Sindical.
Este es el cordón umbilical entre la
Reunión de la Herradura y la Reunión de Barranco, entre la preparación de la
fundación del Partido y la fundación misma.
¿Podría alguien, en su sano juicio, ver
en este cordón umbilical algo extraño a la ideas de Mariátegui? ¿Los Acuerdos
de la Reunión de la Herradura fueron una maquinación de Martínez de la Torre y,
por lo tanto, Mariátegui fue ajeno a la elección del nombre del Partido, a la
constitución de la Secretaría Sindical, a la constitución de la “célula secreta
de los siete”, a la incorporación de otros elementos?
Es de conocimiento general que
Mariátegui participó de la Reunión Fundacional de Barranco. Pues bien, el
primer Acuerdo de esta Reunión concretizó el tercer Acuerdo de la Reunión de la
Herradura. Como también es de conocimiento general, la Reunión de Barranco
aprobó la Moción presentada por Mariátegui. Pues bien, los numerales 1, 2 y 4
de esta Moción responden en su espíritu al numeral 2 de la Reunión de la
Herradura, así como el numeral 3 responde en su espíritu al numeral 1 de esta
Reunión.
Esta es la resonancia que tuvieron los
Acuerdos de la Reunión de la Herradura en los Acuerdos de la Reunión de Barranco.
Así, pues, poner en duda los Acuerdos de
la Reunión de la Herradura (sea considerándolos apócrifos, sea negando su valor
histórico), es cuestionar los Acuerdos de la Reunión de Barranco.
Por otro lado, es oportuno señalar que
la “célula secreta de los siete” no fue concebida como una instancia orgánica
permanente, sino solo como una medida
temporal a fin de garantizar una dirección estable y solvente del proceso de
constitución del PSP (5).
Por eso Martínez señala que para la
Reunión de la Herradura “Fueron escogidos con detenida escrupulosidad los
compañeros de más solvencia, de más responsabilidad, capaces de imprimir, desde
el primer momento, una buena dirección al Partido que se trataba de fundar” (Apuntes, t.II, p.397).
Por eso uno de los acuerdos de la
Reunión de la Herradura reza así: “Constituir la célula inicial del Partido,
afiliado a la III Internacional, y cuyo nombre será el de Partido Socialista
del Perú, bajo dirección de elementos conscientemente marxistas” (ibídem).
Quienes después pretendieron que dicha
célula tenía un carácter permanente, dando lugar así a la concepción de un
partido de “dos niveles”, fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la
Conferencia Comunista de Buenos Aires (6). Esta pretensión fue asumida luego
por Jorge del Prado y, como ya quedó claro, desde 1967 por Ramón García.
Como se ha podido ver, la afirmación de
Aragón acerca de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura no pasa de ser una
conjetura.
En consecuencia, no hemos cometido
ningún “error de ligereza” respecto a dichos acuerdos. Por el contrario, es
precisamente Aragón quien ha cometido la ligereza de acusarnos de complicidad sobre la base de una simple
conjetura.
III
El
proyecto de Ramón García de un partido de “dos niveles” merece una
puntualización. Este proyecto no es un invento de los críticos de García sino
una realidad en marcha. El propio Aragón, cometiendo infidencia, hizo pública
la fundación del nivel secreto del partido de García, incluso mencionando los
nombres de quienes forman dicho nivel.
Así,
pues, fundado el nivel secreto y en plena actividad desde hace casi cinco años,
lo que le resta a García es fundar el nivel público de su partido. Para esto,
como se sabe, ha promovido y promueve seminarios y eventos donde poder pescar
algunos incautos. Con el señuelo de su “socialismo peruano” (negación del
Socialismo Peruano de Mariátegui) y el señuelo de constituir “un partido de
clase” (su proyecto es de un partido no
de clase, como está probado), ha pretendido y pretende sorprender a las
diversas tendencias y organizaciones de izquierda (7).
Por
lo tanto, no se necesita ser un genio para darse cuenta de que el nivel
secreto, en plena actividad, es la Dirección del partido de García, y, desde
luego, no puede haber nada más antidemocrático y antimarxista que la pretensión
de amalgamar las diversas tendencias y organizaciones en un partido de masas
bajo la dirección de unos elementos embozados en una instancia ajena y contraria a la potestad eleccionaria de los militantes.
El
proyecto de un partido de masas de García se presenta, pues, como un partido
donde las masas que se incorporarían a su estructura pública estarían dirigidas
por unos cuantos encapuchados.
En
consecuencia, cualquier marxista puede discernir perfectamente que dicho
partido no solo que no sería un partido de clase, sino que tampoco sería un partido de masas
en la acepción marxista del término (8).
Aragón
ha dicho que “los editores de BCH deberián (sic) fijar una posición
definida sobre el ‘partido de dos niveles’".
Parece,
pues, que el mencionado se empeñara en silenciar algo que no puede silenciar
por más que haga: precisamente hemos sido nosotros los que hemos demostrado que
el partido de “dos niveles” no responde en absoluto a la concepción de partido
de Mariátegui, y que, por el contrario, es un reciclaje de la concepción del
PSP que levantaron en la Conferencia Comunista de Buenos Ares tanto Portocarrero
como Pesce. Mencionemos algunos artículos que prueban estas verdades: El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui; Un artículo revelador; Primera vez tragedia, segunda vez
farsa; De cómo Ramón García tergiversa a Mariátegui; Ramón García o la
manipulación III; El concepto mariateguiano de partido de masas y de ideas;
Acerca del cuarto seminario del revisionismo peruano; Algo más que una
respuesta a Miguel Aragón.
Pues
bien, en años, Ramón García ni ninguno de sus repetidores ha sido capaz de
contestar nuestra crítica con argumentos, y no reiterando meras afirmaciones.
Ahora, pues, que, desde el seno mismo de su tendencia, Aragón plantea también
una crítica a dicho proyecto –aunque limitándose al incierto argumento de que
los Acuerdos de la Reunión de la Herradura son “dudosos”–, seguramente García y
sus repetidores sigan sumidos en el silencio, porque, ¿cómo podrían defender el
indefendible proyecto de un partido de “dos niveles” sin que se hundan aún más
profundamente en el revisionismo?
IV
Aragón
es una de las personas que más machaconamente habla de un “estilo de debate”
virtuoso, pero solo para negarlo ¡incluso en los propios textos donde alardea
sobre el mismo!
Así
por ejemplo, en
la carta a César Risso que comentamos, nos acusa de un “silencio, que [nos]
hace cómplices”, porque, según dice, aceptamos “la validez histórica” de los
Acuerdos de la Reunión de la Herradura.
Pero
hay que preguntarle al gratuito acusador: ¿cómplices de qué, si lo que afirma
de dichos acuerdos es apenas una suposición? ¿Cómo es posible que se atreva a
hacer una semejante acusación sobre la base de una simple suposición? ¿Qué
móvil lo ha conducido a proceder tan alegremente? Aragón, pues, como se ve, acusa,
a izquierda, sin ninguna base real, en otra expresión de su “estilo de debate” sin “acusaciones a diestra y siniestra”.
Por
otro lado, llamamos la atención sobre el hecho de que nuestro gratuito acusador
conoce perfectamente los artículos mencionados arriba, y su intención de
silenciarlos y presentarnos así como que no tenemos una posición definida
frente al proyecto de un partido de “dos niveles”, es otra perla de su “estilo
de debate”.
De
pasada, tenemos que señalar que Aragón no ha escrito nada sustancial sobre el
proyecto de un partido de “dos niveles”, limitándose a este respecto a echar
sombras sobre los Acuerdos de la Reunión de la Herradura, a revelar la
fundación del nivel secreto del partido de García y los nombres de los
elementos que lo conforman y, por último, a calificar de “delincuente” a uno de
ellos. ¡Oh virtuoso “estilo de debate” el de Aragón!
Pero
el “estilo de debate” de Aragón es nada más que un caso en el marco de la
membrecía de su tendencia: allí, desde Ramón García hasta Domingo Suarez, todos
llegan a enronquecerse proclamando virtuosismo mientras se desbordan en
imputaciones, insultos, falacias, mentiras, calumnias, maniobras, etc. En su
carta a César Risso, el propio Aragón se ha encargado de mostrar una vez más
esta moralina, esta doblez, esta trampa (7).
Y
había que señalar el hecho, pues semejante esquizofrenia se ha extendido fuera
de su tendencia, haciendo víctimas incluso entre algunos de los activistas de
mi tendencia, donde ha cobrado ribetes especiales que analizaremos en otro
lugar.
Pero
ese engañoso “estilo de debate” –que
incluye lagotería como diversivo y
como pantalla– solo puede confundir a quienes no tienen capacidad de
análisis y que, por esto, no pueden orientarse en la maraña de palabras
engañosas que tienden los operadores de dicho estilo. Para decirlo en otros
términos, a quienes no son capaces de encontrar la verdad en los hechos, entre
los cuales hay que contar las propias ideas, pues estas también son hechos
sociales.
Hace
tiempo hemos reivindicado el derecho del
proletariado a llamar a las cosas por sus nombres y a combatir el oportunismo
sin cobardes miramientos. Ahora ratificamos esta reivindicación.
V
Queremos
terminar señalando que no es cierto que el frente unido del pueblo peruano sea
la “tarea prioritaria del presente”.
La
palabra prioritario da cuenta de la precedencia
de algo con respecto de otra cosa que depende o procede de ello. Por lo
tanto, con su afirmación, Aragón pretende que el frente es o debe ser anterior
al partido y que el partido depende o procede del frente.
Pero
esto no es cierto. En el presente período, la
tarea prioritaria del proletariado y el pueblo peruanos es llevar hasta el fin
la Reconstitución del Partido de Mariátegui. Ningún marxista puede tener la menor
duda acerca de esto.
Por
eso, plantear la prioridad del frente con respecto al partido, expresa una
concepción frentista, concepción que, en mi tendencia, ha cobrado la forma
grotesca de que “el frente dirige al partido”. Esto, sin ninguna duda, es una
desviación de derecha, que analizaremos también en otro lugar.
La
construcción orgánica del Frente Unido del Pueblo Peruano es una tarea de
primera importancia. Acerca de esto no cabe la menor duda. Pero, como es
indiscutible, la construcción del Frente
es tarea del Partido.
Notas
[1] Mientras en mi caso
el error ha tenido por causa un exceso de confianza en los editores de las OC de Mariátegui, en estos el error es
de otra índole. Aun así, hay que otorgarles la posibilidad de que expliquen la
omisión y a qué se debió el cambio del título del documento programático
redactado por José Carlos Mariátegui.
[2]
Decimos “ambiguamente”, porque en el
contexto de la carta, la frase de Aragón puede entenderse de distintas
maneras: como que se refiere a los acuerdos como tales acuerdos (“ese
texto es de dudosa procedencia”), o, en su defecto, como que los mismos no
tienen ningún valor histórico (“la validez histórica del mencionado texto”). En el
primer caso, lo que querría decir Aragón es que los Acuerdos de la Reunión de
la Herradura son apócrifos; en el
segundo, que tales Acuerdos no tienen
ninguna trascendencia para el proletariado
peruano. En este caso, la frase de Aragón significaría que la afiliación de
“la célula inicial del Partido” “a la III Internacional”, la elección del
nombre de Partido Socialista del Perú, el apoyo a la célula de oposición
sindical organizada por Julio Portocarrero, el propósito de copar la Dirección
del Partido con los elementos de su “célula inicial” y la intención de
incorporar a otros elementos a las filas partidarias, fueron acuerdos ciertos pero
sin ningún valor histórico.
[3] Con
una diferencia: mientras en 1967 García sostenía dos estructuras en el Partido,
pero sin postular ninguna diferencia doctrinal entre ambas, ahora
también sostiene dos estructuras, pero
pretendiendo una diferencia doctrinal
entre las mismas: el nivel secreto, restringido, debe ser doctrinariamente
homogéneo, y el nivel público, masivo, debe ser doctrinariamente heterogéneo.
De este modo ha pasado de una fórmula
puramente orgánica a una fórmula
marcadamente doctrinal, subastando así la independencia ideológica y
organizativa del proletariado, es decir, liquidando al Partido como partido de
clase. Así, pues, de su liquidacionismo de izquierda de los años 1970,
García ha pasado a su actual liquidacionismo de derecha. Esto es, como lo hemos
señalado en otro lugar, revisionismo en
cuestiones de organización.
[4] En
el proyecto de García no es el marxismo-leninismo sino un marxismo a secas la
base de unidad del nivel secreto, y el nivel público no tendría ninguna base de
unidad doctrinal, es decir, sería doctrinalmente variopinto. Por eso este
proyecto es de un partido de masas no
de clase, contrario por principio al PSP que, conforme al planteamiento de
Mariátegui, hubiera tenido que ser un
partido de masas con carácter de clase, o, para decirlo de otro modo, un partido de clase bajo la forma de partido
de masas.
[5] Es
decir la “célula secreta de los siete” fue una fórmula puramente orgánica, cuya
utilidad muy probablemente debió cesar en marzo de 1930 cuando debió producirse
la fundación pública del Partido. A este respecto puede verse Mariátegui y el Partido Socialista del Perú
(borrador), del suscrito.
[6] Pero
en estos delegados el recurso temporal de la “célula secreta de los siete” no
solo apareció como permanente, sino
también como un nivel orgánico doctrinalmente diferenciado del resto de la
militancia partidaria. Como se ha
visto, esto es lo que sigue Ramón García, lo que demuestra que ni siquiera
tiene el mérito de la originalidad.
[7]
Estos dos señuelos fueron lanzados en el cuarto seminario llevado adelante por
el grupo revisionista con el engañoso nombre de “cuarto seminario del
socialismo peruano”.
[8] Precisamente con su pretensión de ser un partido de
masas, el proyecto de un partido de “dos niveles” de Ramón García es la más
flagrante tergiversación del concepto mariateguiano de partido de masas y de
ideas.
[9] Es
oportuno señalar que, otra característica del “estilo de debate” de Aragón es
que tiene dos varas: una para medir a sus adversarios políticos –entre ellos el
suscrito, a quien ha insultado y calumniado en más de una oportunidad– y otra
para medir a sus amigos. Por eso, cuando Gustavo Pérez cometió la más grosera y
oportunista tergiversación del numeral 3 de los Acuerdos de la Reunión de
Barranco, Aragón no dijo absolutamente nada (en este caso su “estilo de debate”
consistió en no debatir, es decir, en dejar hacer y dejar pasar, o sea, en dar
curso al liberalismo burgués que, como se sabe, es nota característica del
grupo que dirige Ramón García). En general, la trampa del grupo revisionista
consiste en que, cuanto más se desbordan sus miembros en insultos y métodos
criollos, más proclaman un estilo de debate virtuoso, es decir, mientras más se
desvían del estilo de Mariátegui, más utilizan el diversivo y la pantalla de un
estilo de debate que no siguen en absoluto. En el Socialismo Peruano es
necesario centralizar las ideas correctas vengan de donde vengan (así vengan,
por ejemplo, de un negador de la filiación
marxista-leninista de Mariátegui y del PSP como Aragón), así como, al
mismo tiempo, desechar las ideas incorrectas, igualmente vengan de donde vengan
(de un familiar, amigo, compadre, o del “más grande marxista-leninista-maoísta
viviente” o de “Yo el Supremo”).
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
Notas Sobre “la Célula Secreta de los Siete”
E.I.
LA NEGACIÓN DE LA “VALIDEZ HISTÓRICA” de los Acuerdos de la Reunión de
la Herradura (1), que he confutado en el artículo A propósito de algunas “Observaciones”, obliga a un análisis
puntual de la cuestión de “la célula secreta de los siete”, que es contra lo
que centralmente apunta el negador (2).
Como se sabe, en el tomo 2
del libro de Martínez Apuntes para una
interpretación marxista de historia
social del Perú, aparece el Acta de la Reunión de la Herradura, realizada
el 16 de setiembre de 1928.
De acuerdo al numeral 1 de
este documento, la Reunión constituyó “la célula inicial del Partido”. Precisamente esta célula fue “la célula
secreta de los siete”, que se menciona en el numeral 3, donde se especifica
su razón de ser: copar el Comité Ejecutivo del Partido.
En la Reunión de Barranco, realizada con la participación de dos
nuevos elementos, Luciano Castillo y Chávez León, la célula secreta copó el
Grupo Organizador del Partido. Así comenzó a cumplir con su razón de ser.
En la Conferencia Comunista de Buenos Aires, junio 1929, los delegados
del Partido aludieron, con el nombre de “grupo”, la existencia de la célula
secreta, aunque distorsionando su carácter y su alcance (3).
Pues bien, ninguno de los nombrados por Martínez como participantes en
la Reunión de la Herradura, negó jamás la realización y los acuerdos de esta
Reunión: ni en 1942, cuando Jorge del Prado la mencionó en su libro Mariátegui y su obra; ni en 1948, cuando
Martínez publicó sus Apuntes.
Por esas constataciones, en nuestro artículo mencionado arriba
asumimos la constitución de la célula secreta como un hecho.
Ahora bien, para comprender esa constitución, hay que tener en cuenta
las condiciones objetivas en las que el grupo de Mariátegui desarrolló su
actividad organizadora de lo que debió ser el primer partido de masas y de
ideas de nuestra historia republicana.
En los años 1920, tales
condiciones no facilitaban el trabajo legal con vistas a un tal objetivo. El
gobierno de Leguía, como es de conocimiento general, sometió a Mariátegui a una
constante vigilancia y a una sañuda represión: asalto a su casa, apresamiento y
clausura de su revista Amauta y de su
periódico Labor. Esta acción
represiva afectó asimismo al movimiento popular: “complot comunista”,
confinamiento y deportación de activistas, etcétera (4).
Debido, pues, a esas condiciones adversas, Mariátegui y sus compañeros
adoptaron, como era lógico que hicieran, ciertas medidas a fin de preservar su
actividad organizativa partidaria. Entre ellas se destacaron dos: 1) la
realización de una reunión secreta (5); y, 2) la constitución del “grupo
organizador del Partido” y del Comité Ejecutivo del Partido” en una reunión
clandestina.
La reunión secreta de “los
compañeros de más solvencia, de más responsabilidad, capaces de imprimir, desde
el primer momento, una buena dirección al Partido que se trataba de fundar”
(Martínez, Apuntes, t.II, p.397),
tuvo como uno de sus objetivos la constitución de “la célula secreta de los
siete” con el propósito arriba señalado y de preparar la Reunión de Barranco.
Reunión secreta-reunión clandestina. Dadas las condiciones de
operatividad, estos fueron los primeros pasos organizativos de los fundadores.
Tanto la Reunión de la Herradura como la Reunión de Barranco, sentaron
las bases doctrinales y organizativas para la fundación pública del Partido.
La fundación del Comité Ejecutivo del Partido con los miembros de la
célula secreta buscaba asegurar el éxito
del proceso de constitución, proceso que debía concluir con la mencionada
fundación pública. Con este evento la “célula secreta” habría perdido su razón
de ser.
La fundación pública del Partido fue un objetivo expresado por el
propio Mariátegui: “La libertad del Partido para actuar pública y legalmente,
al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus
ciudadanos, para crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar
sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de
fundación pública de esta agrupación” (Ideología
y política, p.164).
Y expresado también, con cierto detalle, por Martínez: “… cuando
discutimos con Mariátegui el Manifiesto con el que surgía públicamente el
Partido Socialista…” (Apuntes, t.I,
p.209). Este Manifiesto “… debía llevar la firma de todos nosotros…” (ibídem, t.II, p.508).
Así, pues, por la vía de la labor organizativa clandestina, el Partido
marchó hacia su fundación pública.
Ahora bien, en marzo de 1930, cuando se intentó esta fundación, su
Comité Ejecutivo estaba conformado también por militantes que no eran parte de
la “célula secreta”, la misma que, desde la Conferencia Comunista de Buenos
Aires, prácticamente había dejado de existir debido al curso que habían cobrado
los acontecimientos (6).
Puede decirse, no obstante, que, durante algunos meses, la célula
secreta cumplió un papel positivo en el desarrollo del proyecto de partido de
José Carlos Mariátegui (7).
En conclusión: la célula secreta
fue concebida con un alcance estrictamente temporal.
Trabajo orgánico partidario clandestino-fundación pública: he aquí la
vía concebida –y actuada en parte– para constituir el PSP como un partido de
clase bajo la forma de partido de masas (8).
Naturalmente, la idea de la fundación
del PSP no fue una idea secreta ni clandestina.
En el debate con Haya,
Mariátegui había anunciado: “Los elementos de izquierda que en el Perú
concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho –y organizaremos
formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación
definidas…” (Martínez, Apuntes, t.II,
p.301).
Y, paralelamente a la Reunión
de la Herradura, anotó: “En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y
grande palabra: Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta
independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y
demagógico)” (Ideología y política,
p.246).
Así, pues, en el marco
del debate en el movimiento político popular, Mariátegui comunicó
explícitamente la próxima fundación del partido proletario, mientras que, en el
marco del trabajo legal, lo hizo en lenguaje alusivo.
Que en este marco Mariátegui
apelara al aludido lenguaje, da cuenta de lo que pensaba acerca de las
condiciones objetivas en las que desarrollaba su actividad partidaria y, por lo
tanto, de las medidas que tales condiciones imponían.
En conclusión: Mariátegui y
sus compañeros consideraron que, dadas
las condiciones objetivas de operatividad, la fundación pública del Partido
tenía que alcanzarse a partir de una actividad clandestina previa y, dadas las condiciones subjetivas en el naciente movimiento marxista, bajo la dirección temporal de
una instancia secreta.
En términos generales, puede
decirse, por consiguiente, que si la labor de propaganda (Amauta, Labor, etc.)
contribuyó poderosamente a preparar la base de masas del PSP (CGTP, etcétera.),
la actividad organizativa clandestina coadyuvó potentemente al trabajo por
fundar públicamente el Partido.
En el numeral 1 de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura se puede
leer esta esclarecedora afirmación: “Constituir la célula inicial del Partido,
afiliado a la III Internacional…”.
Cualquiera que sepa leer, puede entender perfectamente que lo citado
sostiene la afiliación del Partido a la Tercera Internacional, y no de la célula secreta en
particular.
Por lo tanto, la célula secreta no sólo que fue una instancia orgánica
de alcance temporal, sino que no se
distinguió, por ninguna diferencia doctrinal, del resto de los organismos
partidarios.
En conclusión: la célula secreta
fue un recurso temporal de carácter estrictamente orgánico.
II
Como se ha señalado, nada más nueve meses después de la Reunión de la
Herradura, Julio Portocarrero tergiversaba el carácter y el alcance de la
célula secreta en la Conferencia Comunista de Buenos Aires (9).
En ese evento, en efecto, presentó a dicha célula como doctrinariamente diversa al resto de los organismos partidarios:
“¿El partido socialista es la expresión de nuestro pensamiento, de nuestra línea?
El partido socialista lo hemos constituido como táctica, como medida de ligazón
con las masas. No venimos a decir que el
partido socialista es la expresión profunda de los que luchamos por los
intereses del proletariado” (ibídem,
p.422). “El
partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la
ideología de la Internacional Comunista” (ibídem,
p.423.).
Pero además, la presentó como si hubiera sido concebida con un alcance permanente: “Si con
nuestro grupo podemos controlar el partido y dirigir sus acciones, ¿no es acaso
un medio bueno de ligazón con las masas?” (Martínez, Apuntes, t.II, p.422).
Después, Jorge
del Prado presentó también la célula secreta como permanente: “… dentro del
Comité Organizador del Partido, formado en 1928, él [Mariátegui] se preocupó de
organizar una <<célula>> (o fracción)
comunista, encargada de garantizar, en
forma permanente, la justa línea política del Partido”. Y, sin solución de
continuidad, agregó: “Por si esto fuera poco, Mariátegui en ningún momento dejó
de pensar que dicho partido debería adherirse a los principios
marxistas-leninistas de la III Internacional…” (Mariátegui y su obra, Ediciones Nuevo Horizonte, Lima, 1946, p.99.
Cursivas nuestras).
Estas afirmaciones obligan a preguntarse: si
el partido era adherente del marxismo-leninismo, ¿para qué, pues, una célula
secreta permanente?
En los años 1960, Ramón García se sumó a la
falsificación de la verdad histórica del PSP: “Un punto importante de la
discusión para la formación del Partido, fue el concerniente a su carácter
legal. Como consta en el Acta [de Constitución], de acuerdo a las
circunstancias concretas, el Partido fue denominado Socialista, para poder
aprovechar en algo las posibilidades legales. Pero todos estuvieron de acuerdo
en constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por
el carácter bolchevique del Partido” (La
organización del proletariado, p.197, nota a pie de página).
Como se ve, en García la falsificación cobraba
un aspecto más grotesco: no se trataba ya de un grupo –como en Portocarrero o
de una “célula” como en Del Prado–, sino de muchos grupos, es decir, de toda
una estructura dentro del Partido, o sea, de un partido dentro de otro partido.
Así, pues, García concebía al PSP con dos
estructuras orgánicas, una dentro de otra, pero sin diferenciarlas todavía
doctrinariamente.
Sin embargo, su afirmación “los grupos
secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido”, obliga a
preguntarse: si el PSP era un partido marxista-leninista (como entonces admitía
García), ¿para qué, pues, “grupos secretos que velarían por el carácter
bolchevique del Partido”?
Ni Jorge del Prado ni Ramón García fueron
capaces, cada uno en su momento, de explicar cómo así una fracción secreta en
el caso del primero y toda una estructura de grupos secretos en el del segundo,
podía ser garantía de consecuencia en un partido marxista-leninista (10).
La consecuencia de la militancia con respecto
al marxismo-leninismo resulta de su lucha en dos frentes (lucha permanente
contra el dogmatismo y el empirismo), y, asimismo, de la lucha entre dos líneas
(lucha recurrente contra el oportunismo y el revisionismo), y no de la vigilancia de algunos pocos o
muchos encapuchados (11).
Cuarenta años después, en 2007, Ramón García
insistió en su monserga: “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como
‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de los
siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primer partido de masas e ideas de
toda nuestra historia republicana” (La
creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 aniversario, p.22).
Así, a su antigua falsificación de presentar
al PSP con dos niveles orgánicos, García le ha agregado ahora el supuesto
negado de que ambas estructuras eran doctrinariamente diversas.
Siguiendo, pues, la línea iniciada por
Julio Portocarrero y Hugo Pesce y
continuada por Jorge del Prado, García ha
profundizado su falsificación de la verdad histórica del Partido de
Mariátegui.
Precisamente con base en esa
falsificación, promueve ahora un partido de dos niveles: uno secreto,
restringido, doctrinariamente homogéneo (marxista a secas, es decir marxista no leninista), y otro público, masivo,
doctrinariamente híbrido.
Así las cosas, el partido de
García no solo que no sería un partido de clase, sino que tampoco sería un
partido de masas en el sentido marxista del término.
En la concepción de
Mariátegui, el PSP debió ser un partido de masas con un carácter de clase,
mientras el proyecto de García es de un partido de masas con un carácter pluriclasista (12).
Por lo tanto, el pretendido
partido de García es absolutamente contrario al Partido de Mariátegui.
Pero la marrullería del grupo
revisionista es tal, que pretende disimular su desenmascarada trastienda con el
señuelo que es la frase “[nuestro] objetivo… [es] la constitución [de
un] partido de clase” (Manuel Velásquez).
También con el señuelo que es la frase “reconstitución del PS” (Propuesta de plan 2012-2018) (13).
Asimismo con el señuelo que es levantar la frase “partido de masas y
de ideas”, pero vaciada del concepto que encierra en Mariátegui.
Igualmente con el señuelo que es la idea de “una organización de proyección nacional” (14).
Tales señuelos, sin embargo,
no le han servido en todos los casos, pues la mayoría de tendencias y
activistas que pretendió sorprender, tuvo la capacidad de calar, más o menos
tempranamente, en el carácter oportunista de su proyecto de partido (15).
III
En carta del 04.11 del año en curso, dirigida a César Risso, Aragón ha
planteado sus reparos al proyecto de un partido de dos niveles.
Así, intenta sustentar su
posición en la conjetura de que los acuerdos de la Reunión de la Herradura no
tienen “validez histórica” (16).
Por lo demás, sostiene que,
entre esos acuerdos, el “central fue la propuesta de formación de la
‘célula secreta de los siete’" (cursivas en negritas en el original), a la que considera
como el “Punto de referencia, que más de un
caudillo personalista ha utilizado posteriormente para dar sustento a la
antojadiza propuesta del ‘partido de dos niveles’" (17).
Como se ve, sus observaciones se limitan al aspecto orgánico, y no tocan
en absoluto el aspecto doctrinal del proyecto de García.
Pero ocurre que el proyecto de
García no sólo se basa en la falsificación de la verdad orgánica del PSP, sino
también en la falsificación de su verdad doctrinal.
Ahora bien, entre esas dos
falsificaciones, existe una relación de causa y efecto: la idea de un partido
de “dos niveles” se presenta como la materialización orgánica de la
heterogeneidad doctrinaria que significa un marxismo sin leninismo en el “nivel secreto” y una diversidad doctrinaria en
el “nivel público”.
Así, pues, este proyecto de
partido: 1) reniega el modelo de partido legado por Mariátegui; 2) reniega el
principio del centralismo democrático; 3) sobrevalora el papel del individuo en
las personas que forman el nivel secreto y subvalora este papel en las personas
que formarían el nivel público; 5) conculca la independencia ideológica,
política y orgánica del proletariado, es decir, reniega el partido de clase.
Desde luego, no es que la
crítica de Aragón no sea justa. Un partido con dos niveles orgánicos
permanente es una concepción contraria al marxismo. Pero, por no ver
Aragón el aspecto doctrinal de la cuestión, es decir su esencia, su crítica no
contribuye a esclarecer cabalmente el carácter oportunista del proyecto de
García. Como se sabe, Aragón comparte el proyecto de un partido del variopinto
socialismo en general, es decir, de un partido no de clase, y, debido a
esto, no está en condiciones de hacer una crítica de fondo a dicho proyecto.
Para decirlo de una vez por todas: lo que Aragón pone en evidencia con
su crítica limitada a lo orgánico, es una completa incapacidad de
desembarazarse de la carga oportunista y revisionista que hace mucho García le
colgó en las espaldas: negación del marxismo-leninismo, negación de la
filiación marxista-leninista de Mariátegui y el PSP, etcétera.
Puede decirse, por otra parte,
que dicha crítica expresa el límite al que se puede llegar en un grupo donde el
seguidismo y el servilismo han hecho fáciles víctimas.
Finalmente, quienquiera puede
darse cuenta de hasta dónde puede llegar, en el marco de la izquierda, el grupo
revisionista con su negación del marxismo-leninismo; su tergiversación de
cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento de Mariátegui y
especialmente de su filiación ideológica; su falsificación de la verdad
doctrinal y orgánica del PSP; su plan de reestructurar el Estado burgués en sus
bases municipales; su negación del partido de clase; su binomio egotismo
burgués-servilismo feudal; sus métodos criollos.
Desde luego, no está
descartado que un grupo oportunista pueda convertirse en un partido de masas.
En los años treinta el grupo de Haya (tipificado como oportunista pequeño
burgués por José Carlos Mariátegui), se convirtió en el primer partido de masas
y de ideas de nuestra historia republicana. Esto es un hecho que sólo la más
extrema ceguera intelectual puede negar.
El drama del Socialismo
Peruano en su período auroral fue, pues, que, debiendo haber constituido el
primer partido de masas y de ideas de nuestra historia republicana, esta
condición la alcanzó un grupo oportunista, por razones que no es el caso
analizar en el presente artículo.
Los agonistas del Socialismo
Peruano –tú, yo, él, nosotros, vosotros, ellos– debemos tener en cuenta esa
negativa experiencia y, en estos tiempos decisivos, saber deslindar con el
proyecto de un partido doctrinariamente variopinto, no de clase, revisionista, al mismo tiempo que centralizar los esfuerzos por
llevar adelante la Reconstitución del Partido de Mariátegui.
La Reconstitución implica
construir un partido adherido al marxismo-leninismo y al internacionalismo
proletario, con una correcta concepción de la revolución y una justa estrategia
de masas, una militancia pensante y operante y, de continuar las condiciones
actuales, con un estatus legal.
ESTE PARTIDO DE CLASE SERÍA EL
PRIMER PARTIDO DE MASAS Y DE IDEAS EN LA HISTORIA DEL PROLETARIADO PERUANO.
Notas:
[1] En su carta a César Risso del 4 de noviembre del
presente, Aragón cuestiona “la validez histórica” de los acuerdos de la
Reunión de la Herradura. Dice: “Hasta donde yo he podido avanzar en mis
investigaciones, en el transcurso de los dos últimos decenios, ese texto es de
dudosa procedencia”. Pero no dice por qué es “de dudosa procedencia”, lo que
constituye un vicio de argumentación.
[2]
Puesto que Aragón no ha presentado ni una sola prueba, su negación de la constitución
de una célula secreta en la Reunión de la Herradura no pasa de ser una mera
conjetura. Aragón dice: “Mariátegui en ninguna de sus cartas y artículos
posteriores al 16 de setiembre, nunca informó ni comentó sobre
los supuestos ‘acuerdos’ de esa reunión”. ¿Pero cómo
puede creer Aragón que Mariátegui podía comentar en artículos y cartas UNA
REUNIÓN SECRETA? Mariátegui no era infidente, y tampoco ingenuo para creer que
sus cartas no eran pasibles de ser reveladas o caer en manos de la policía.
[3]
La presencia de Hugo Pesce en la Conferencia de Buenos Aires
obliga a preguntarse: ¿la célula secreta fue ampliada con este militante? Por
otro lado, es menester señalar que la publicación de los debates habidos en la
Conferencia de Buenos Aires reveló ante la militancia partidaria la existencia
de un “Grupo”, y, de esta forma, la célula secreta dejó de ser tal.
[4] Para una idea más precisa de la represión contra Mariátegui y el
movimiento popular de su tiempo, puede verse el ensayo El proyectado viaje a Buenos Aires de José Carlos Mariátegui, publicado
en los grupos de correo y, particularmente, en la revista digital CREACIÓN HEROICA.
[5] Con el término secreta enfatizo el hecho de que la Reunión de la
Herradura fue realizada sin el conocimiento de otros elementos que después
participarían de la Reunión de Barranco. Pero, obviamente, esta Reunión fue
también, al mismo tiempo, clandestina.
[6] Como se sabe, en dicha Conferencia Julio Portocarrero había
distorsionado la concepción mariateguiana del PSP, y, además, había retornado
al país con la actitud de cambiarle el nombre al Partido. En la Reunión de
Santa Eulalia del 20 de mayo de 1930 –a poco más de un mes de la muerte de
Mariátegui– votó a favor del cambio de nombre.
[7] Incluso
en la Conferencia de Buenos Aires, la actuación de Julio Portocarrero fue
contradictoria. Mientras por una parte distorsionó –junto a Hugo Pesce– la
concepción de Mariátegui del PSP, por ejemplo, por otra parte defendió –también
junto a Hugo Pesce– sus tesis Antecedentes
y desarrollo de la acción clasista, Punto
de vista anti-imperialista y El
problema indígena, que hace parte del trabajo El problema de las razas en América Latina.
[8] Para la fundación clandestina del “grupo organizador del Partido”
bastó un pequeño número de cuadros como los que se reunieron en Barranco el 7
de octubre de 1928. Para la fundación pública del PSP hacía falta una extensa
militancia de obreros y campesinos y, al mismo tiempo, era necesario concretar
una dirección directa, centralizada, operativa sobre las amplias masas obreras
y campesinas organizadas. Pero, en el marco de la lucha contra el oportunismo
pequeño burgués del Apra naciente, el Partido no podía esperar alcanzar dicha
situación en su grado más óptimo: la lucha por la hegemonía en el movimiento
popular obligó a saltar algunas etapas y, así, en marzo de 1930, el Partido
intentó su fundación pública, cosa que no se produjo por la oposición del ala
reformista.
[9] Llama la atención que en la revelación, en la mencionada
Conferencia, de la “célula secreta”, estuviera involucrado Hugo Pesce (que no
era parte suya). Esto quiere decir: o bien Pesce había sido incorporado a dicha
célula, o bien al hacer la revelación Julio Portocarrero, enteró a Pesce quien,
entonces, simplemente la asumió.
[10] Eso de más solventes y más
responsables es un factor relativo. Así lo prueba el propio derrotero de la
célula secreta. En un plano general, es un hecho que ninguna instancia orgánica
secreta puede garantizar consecuencia con respecto a las premisas establecidas.
Conocedor de la dialéctica en el Partido, Mariátegui no concibió, por eso, la
célula secreta como una instancia permanente, sino temporal. Concebir un nivel
orgánico permanente en el Partido no solo es una flagrante negación del
principio del centralismo democrático, sino también de la dialéctica inherente
al Partido, o sea, del reflejo de la lucha de clases en todas sus instancias
orgánicas. Esto es lo que hacen Ramón García y sus repetidores.
[11] Precisamente
el proyecto de García de un partido de “dos niveles” expresa una concepción que
niega a la militancia la función de luchar conscientemente contra el
dogmatismo, el empirismo, el oportunismo y el revisionismo, pues en dicho
proyecto la suerte del partido está librada a la vigilancia del nivel secreto. Ahora mismo puede observarse esta
desviación en la relación del nivel secreto del grupo revisionista con su
inicial nivel público que, como es de conocimiento común, se limita a repetir
el discurso y los ucases del primer nivel. Esto es lo que García pretende hacer
extensivo a la entera izquierda peruana, probando así su despotismo,
directamente proporcional a su egotismo burgués.
[12] Para que las cosas queden claras: el carácter de clase del Partido
está determinado no por la extracción
social de sus militantes, sino por la
ideología a la que adhieren. Por lo tanto, el Partido es de clase porque sus
militantes adhieren al marxismo-leninismo. Ahora bien, un partido
doctrinariamente heterogéneo, tampoco tiene esta condición por la extracción
social de sus militantes, sino porque
estos adhieren a diversas ideologías.
Es por eso que el proyecto de García es de un partido pluriclasista.
[13] Hace tiempo que el grupo revisionista ha renunciado públicamente
a la Reconstitución. En el artículo Organización:
contenido y forma, García
escribió: “La propia experiencia,
la propia lucha enseñó a través de la investigación de continuadores, que la Reconstitución
se hundía en un círculo vicioso”. “La ‘reconstitución’ ha devenido fiasco en el
país”. Y, en el artículo Organización: nombre posible, reveló con
qué pretende reemplazar la Reconstitución: con “una organización de proyección
nacional”, integrada, por supuesto, por toda clase de oportunismo y toda clase
de revisionismo. Así, pues, el hecho de que en su cuarto seminario el grupo
revisionista haya pretendido sorprender a los participantes con aquello de
“reconstitución del PS”, da la medida de sus métodos criollos y, por lo tanto,
de su descomposición moral.
[14] Señuelo,
porque es la forma en que el grupo de
García pretende que la izquierda se una partidariamente bajo su línea
revisionista. Por lo demás, un partido-amalgama es la más completa negación de
lo que fue el PSP. Dadas las notorias y notables diferencias doctrinales, la
unidad de la izquierda peruana no es posible bajo la forma de partido, pero sí de frente. Hacia esta meta tienen
que moverse las diversas tendencias.
[15] Algunas
tendencias y activistas, sin embargo, han participado –en calidad de “organizadores”
unos, de invitados otros– en los seminarios y eventos promovidos por el grupo
revisionista a fin de fundar el nivel público de su partido. De esta forma
evidenciaron un cierto espíritu seguidista, pero, después, en el curso de los
eventos, tuvieron el suficiente criterio para no caer en la emboscada.
[16] Aragón
es ambiguo. En una parte de su carta habla de “los supuestos ‘acuerdos’”
de la Reunión de Barranco, mientras en otras partes pone en duda “la validez
histórica del mencionado texto”, y apunta esta frase: “la mencionada reunión
supuestamente realizada en La Herradura el 16 de setiembre de 1928”.
¿Supuestamente? ¿Qué es, pues, lo que niega Aragón? ¿La fecha de la Reunión?
¿La realización de la Reunión misma? ¿Son “supuestos” los Acuerdos de la
Reunión de la Herradura? ¿Considera reales estos Acuerdos, pero, como dice, no
tienen “validez histórica”? Ciertamente Aragón tiene un embrollo en la cabeza,
no obstante que su pesquisa lleva dos décadas.
[17] Es menester
apuntar que el “punto central” de la Reunión de la Herradura no fue la cuestión
de la “célula secreta”, sino la declaración de afiliación del Partido a la
Tercera Internacional, pues ello representó su definición como partido
marxista-leninista, cosa que se hizo evidente en el Programa del Partido,
redactado por Mariátegui a solicitud del Grupo Organizador.
20.11.2013.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
El
Concepto Mariateguiano de Partido de Masas y de Ideas
E.I.
I
EN EL PRIMER CAPÍTULO
HEMOS SEÑALADO que, en carta a Moisés Arroyo Posadas, Mariátegui se refirió a
su proyecto de fundar “una agrupación definida, realista, de masas”, y que, en
carta a César Vallejo, subrayó su “empeño de dar vida a un partido de masas y
de ideas”.
Pero,
como lo hemos señalado también, desde abril de 1922 hasta el 6 de octubre de
1928, Mariátegui mantuvo el concepto de partido de clase (1), y, desde el 7 de
octubre del mismo año hasta marzo de 1930, señaló explícitamente el carácter de
clase del PSP (2).
Es
decir, el maestro se propuso un partido marxista-leninista, y no un partido de todos aquellos que se
reclamaban, por sí y ante sí, del
socialismo en general (3).
Precisamente,
partido de clase significa partido adherido a la verdad universal del
marxismo-leninismo. Y partido de masas significa: 1) militancia masiva de
obreros y campesinos; 2) dirección efectiva sobre las clases trabajadoras
organizadas.
Si el
carácter de clase del Partido está determinado por su adhesión al
marxismo-leninismo, su forma de masas o de cuadros está determinada por las
condiciones objetivas de operatividad (4).
El
partido de masas se distingue por estar conformado por una mayoría de
militantes que no son revolucionarios profesionales y una minoría de militantes
con esta condición. Esta realidad, sin embargo, no borra la diferencia entre vanguardia y masas.
Por eso,
el partido de masas es, también, en esencia, un partido de cuadros, es decir de
dirigentes (5).
Así,
pues, únicamente en el marco de la interpenetración de los conceptos de partido
de clase y partido de masas, es posible entender realmente el concepto de
“partido de masas y de ideas” (6).
Entre el
partido de cuadros y el partido de masas no existe una barrera infranqueable.
El partido bolchevique, por ejemplo, fue un partido
de cuadros y de ideas en sus primeros años, pero después se transformó en
un partido de masas y de ideas.
El mismo
PSP fue, de hecho, un partido de cuadros
y de ideas, aunque en el proyecto
mariateguiano fuese concebido como un partido de masas y de ideas, que es en lo
que hubiera tenido que convertirse (7).
Ya hemos
señalado en qué consiste la condición de partido de ideas en el proyecto
mariateguiano. Pues bien, ¿qué relación existe entre esta condición y la forma
de cuadros o de masas del partido?
Marx
señaló que la teoría deviene fuerza material una vez que prende en las masas.
Por eso el partido de clase deviene vanguardia cuando su teoría prende en las
masas, sea que exista como partido de cuadros o como partido de masas.
Esta es
la relación existente entre el concepto de partido de ideas, por una parte, y
los conceptos de partido de cuadros y partido de masas, por otra: en ambos
casos el partido tiene que ser un partido con una teoría de vanguardia, pues
solo así puede estar en condiciones de tomar el poder.
El
concepto de partido de masas y de ideas no tiene un valor exclusivamente
nacional, como creen algunos, sino un
valor universal en la medida en que, en cualquier país del mundo, la
revolución no es posible sino a condición de ser dirigida por un partido de
masas.
Lo
expuesto hasta aquí da cuenta del concepto mariateguiano de partido de masas y
de ideas.
Es este
concepto, precisamente, el que deben asumir los continuadores de Mariátegui si
quieren llevar hasta el fin la Reconstitución.
II
Desde la segunda
mitad de los años 1980, Ramón García falsifica la identidad doctrinal de José
Carlos Mariátegui y del PSP a fin de hacer pasar de contrabando su “marxismo” sin leninismo y su proyecto de un
partido doctrinariamente heterogéneo.
Es decir
le achaca a Mariátegui sus propias posiciones oportunistas y liquidacionistas,
y, como es obvio, este criollo procedimiento lo pinta de cuerpo entero.
Puesto
que el carácter de clase del Partido está determinado por su doctrina, es claro
que un partido doctrinariamente heterogéneo no es ni puede ser un partido de
clase (8).
Precisamente
el proyectado partido del grupo liquidacionista es la materialización de un
“marxismo” sin leninismo en su ya
fundada instancia secreta, y, en su instancia pública por fundarse, sería la
materialización de disímiles posiciones doctrinales. Esto es lo que se llama
partido-amalgama.
Esta
amalgama doctrinal explica que los promotores de semejante partido quieran
titularlo socialista (9).
García
ha escrito: “La propia experiencia, la propia lucha enseñó a través de la
investigación de continuadores, que la Reconstitución se hundía en un
círculo vicioso”. “La ‘reconstitución’ ha devenido fiasco en el país” (10).
De esta
forma renunció a la tarea de la Reconstitución, y, en reemplazo de ella, ha
levantado el proyecto de “una organización de proyección nacional” (11).
Esta
“organización de proyección nacional” es concebida como el resultado de la
“dilución-integración” del PCP (U), el PCP (PR), el PCP (SL), el PSP, el PST,
etcétera (12).
¿Y qué
cuestiones centrales propone como línea de esa pretendida organización?
Entre otras, las siguientes: 1) marxismo sin leninismo; 2) falsificación de la
filiación doctrinal de Mariátegui; 3) tergiversación del contenido que tienen
en la literatura mariateguiana sobre el Partido los conceptos de socialismo,
socialismo peruano, creación heroica, partido de masas y de ideas; 4)
mixtificación del Camino de Mariátegui; 5) acción legal municipal como el
camino al socialismo; 6) falsificación de la verdad doctrinal y organizativa
del PSP; 7) partido de “dos niveles”; 8) dilución del socialismo marxista en el
variopinto mapa del socialismo en general (13).
Este conjunto, como es obvio, entraña la
conculcación de la independencia ideológica, política y orgánica del
proletariado.
Lo
expuesto demuestra, pues, el vaciamiento que ha hecho García del concepto que
encierra en Mariátegui la frase “partido de masas y de ideas” (14).
Vaciamiento
que ha significado embutir dicha frase con un concepto oportunista.
Y, luego
de imponer en su grupo ese vaciamiento, ahora pretende imponérselo a la
izquierda peruana.
Porque
para García y sus repetidores, la “organización de proyección nacional” es
posible únicamente bajo sus posiciones (15).
Pero,
por cierto, después del egotismo burgués de Abimael Guzmán (que en 1988 se
autoproclamó “el más grande marxista-leninista-maoísta viviente”), el egotismo
burgués de Ramón García (que en 2007 se autoproclamó “Yo el Supremo”), es cosa
que difícilmente podría sorprender al conjunto de la izquierda.
Notas
[1]
En abril de 1922, Mariátegui, César Falcón, Palmiro Macchiavello y Carlos Roce
organizaron en la ciudad italiana de Génova un Comité, que, según señaló el
segundo de los nombrados, formuló la iniciativa de fundar el partido del
proletariado peruano y consensuó un “acta constitutiva” donde se consignó la
adhesión “a los principios de la Tercera Internacional” (ver Anuario Mariateguiano, Nº2, 1990, pp.23-32).
[2]
La última declaración de Mariátegui sobre el carácter de clase del Partido fue
la que sigue: “El socialismo no puede
ser actuado sino por un partido de
clase; no puede ser sino el resultado de una teoría y una práctica socialistas”
(Temas de nuestra América, t.12,
p.69). En efecto, ni como movimiento ni como revolución ni como sociedad, el socialismo
puede ser actuado sin un partido de clase. Si bien en el socialismo el partido
debe disolverse como partido-aparato, en cambio debe mantenerse como
partido-ideología-política. De otro modo no sería posible la realización del
comunismo.
[3] Este “por
sí y ante sí” tiene el mismo sentido crítico de la siguiente observación de
Mariátegui sobre el Comité de Propaganda y Organización Socialistas: “El grupo
tiende a asimilarse a todos los elementos capaces de reclamarse del
socialismo…” (Ideología y política, p.99). Como se sabe, este
Comité no tenía el marxismo-leninismo como su base de unidad, y, por esto, la
incorporación a sus filas dependía de la simpatía del aspirante por alguna
tendencia del variopinto socialismo reformista. Pues bien, en ocasión de su
cuarto seminario, sintomáticamente el grupo liquidacionista ha parafraseado la
frase de Mariátegui: ha llamado a “los que se reclaman del Socialismo Peruano”
para que se sumen a su proyecto de un partido antimariateguiano. Con esta
paráfrasis (verdadero señuelo) dicho grupo se refiere, desde luego, al
“socialismo peruano” de Ramón García, con
su marxismo a secas, su Mariátegui mixtificado, su reestructuración del Estado
burgués en sus bases municipales y su partido doctrinariamente heterogéneo,
y no, por supuesto, al Socialismo Peruano de Mariátegui, con su marxismo-leninismo, su integración de la verdad universal y
nuestra realidad particular, su táctica y su estrategia revolucionarias y su
partido doctrinariamente homogéneo. A esta burda maniobra el grupo
liquidacionista le llama “poner los pies sobre la tierra”.
[4] Lo cual
significa que lo que determina el carácter de clase del Partido, es un factor interno, intrínseco a sus militantes: su ideología; mientras lo que determina
su forma de masas o de cuadros es un factor externo,
extrínseco a sus militantes: las
condiciones objetivas. En términos generales, puede decirse que, en
condiciones de dictadura abierta de la burguesía, el partido no puede asumir
sino la forma de partido de cuadros. Esto
tiene un valor relativo. Mientras en condiciones de dictadura democrática,
el partido puede y debe asumir la forma de partido de masas. Esto tiene un valor absoluto.
[5]
Precisamente la palabra cuadro, de
origen alemán, significa dirigente.
[6] Para el marxismo, tanto el
partido de revolucionarios profesionales como el de masas expresan un algo
tercero: su carácter de clase. Lenin señaló: “… en 1900-1903… se sentaban los
fundamentos del partido de masas del proletariado revolucionario de Rusia” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, ELE,
Pekín, 1975, p.17. Elipsis nuestras). Es decir que, en el mismo período en que
se sentaban estos fundamentos, Lenin escribió ¿Qué hacer? Por eso señaló también: “¿Qué hacer? es el compendio de
la táctica y de la política iskrista de los años 1901 y 1902 en materia de
organización”. Por lo tanto, es razonable pensar que en este libro se
encuentran algunos de “los fundamentos del partido de masas” que posteriormente
fue el partido bolchevique. Veamos esto. La idea fundamental que recorre ¿Qué hacer? es la idea de que el partido
del proletariado es la materialización de la doctrina marxista, y es esta idea
precisamente la que determina su carácter de clase: la exposición del partido
de revolucionarios profesionales no es, pues, más que la sustentación de una de
las dos formas posibles de partido de clase. Pero el partido de revolucionarios
profesionales no era un partido marginal a la clase y las masas, sino por el
contrario un partido profundamente ligado a ellas. Por eso apareció como una
forma orgánica transitoria, episódica, temporal, que, en su fluencia histórica,
dio lugar al partido de masas del proletariado ruso. En otras palabras, en la
sustentación del partido de revolucionarios profesionales estaban ya contenidos
algunos fundamentos del partido de masas. Este es el contenido más profundo de ¿Qué hacer?
[7] Si a la
altura de abril de 1930, o sea a año y medio de su fundación, el PSP no alcanzó
una militancia masiva (sus escasos militantes campesinos es una expresión de
esto), en cambio alcanzó una significativa influencia entre las masas
trabajadoras: CGTP, etcétera. El PSP fue, pues, un partido de cuadros con
cierta influencia entre las masas.
[8]
Precisamente es el caso del proyecto de un partido de dos niveles. Variopinto
en lo doctrinal, este partido no podría reclamar para sí la condición de
partido de clase: las diversas tendencias que concurrirían en su interior,
representarían los intereses de distintas fracciones de clase y aun de
distintas clases, y, por lo tanto, no representaría homogéneamente los
intereses históricos del proletariado revolucionario. Esto es una verdad
elemental. Sin embargo, en una carta abierta dirigida a Cesar Risso y al autor
de estas líneas, Manuel Velásquez sostuvo que “La idea de realizar un
seminario… tiene como objetivo… la constitución [de un] partido de clase”
(elipsis nuestras). Ciertamente este es un clamoroso caso de demagogia, es
decir, de política criolla.
[9] El
nombre del Partido no es un problema formal sino un problema de gran
importancia política. La insistencia del grupo liquidacionista en el nombre de
socialista no es casual, pues este nombre le sirve para expresar el proyecto de
un partido del variopinto socialismo en general.
[10] Organización: contenido y forma. Cursivas
en el original.
[11] No
obstante esta renuncia, el grupo liquidacionista hizo aparecer el término
reconstitución en su Propuesta de plan
2012-2018: “reconstitución del PS”,
“El Partido Socialista Peruano reconstituido” (obsérvese, de paso, que le
cambió el nombre al Partido de Mariátegui). Este aprovechamiento del prestigio
del término reconstitución es otro caso de clamorosa demagogia, es decir, de
política criolla.
[12] Con
respecto a esta cuestión, cabe señalar que, en caso de que los partidos
mencionados y los implícitos en los etcéteras, no se autodisuelvan para
integrarse en una organización bajo las posiciones de Ramón García, se habría
consumado fracaso final del proyecto de este personaje.
[13]
Esto demuestra que García se ha aderezado su propio marxismo; su propio
socialismo peruano; su propio camino al socialismo; su propio concepto de
partido de masas y de ideas. Esto significa que, al Camino de Mariátegui, García le opone su propio camino. Esto es
lo que el grupo liquidacionista llama “renovarse”. Por otro lado, señalamos
que, fieles a nuestra convicción dialéctica, no tenemos ningún problema en
reconocer algunos aciertos de García relativos a puntos específicos (así como
los aciertos específicos de cualquier otro oportunista), pero esta cuestión la
examinaremos en otro lugar. Por ahora solo es menester subrayar que dichos
aciertos no podrían justificar la asimilación de ningún marxista a sus posiciones oportunistas y liquidacionistas que,
como es obvio, marcan el carácter de su proyecto de partido.
[14] A
fin de negar el marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP, García escribió:
“Este término se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas indicando el
método marxista, no la doctrina”. Pues bien, la frase “partido de masas y de ideas” aparece en la literatura
mariateguiana una sola vez, y no precisamente en un documento de la
importancia del Programa del Partido,
sino en una carta a César Vallejo. Por lo tanto, si García fuese consecuente
con su argumento estadístico, no hubiese tenido que asumir aquella frase. Pero
la ha asumido, aunque, como está demostrado, vaciada de su contenido. El hecho,
pues, de que, en este caso, no haya aplicado su aludido argumento, demuestra
que el mismo no pasa de ser un equívoco recurso enderezado a negar el
marxismo-leninismo de Mariátegui. Si de justificar esta negación se trata,
García grita: “¡solo se encuentra dos veces en la obra de JCM, solo se
encuentra dos veces!”. Pero, si de utilizar la frase mariateguiana de un
partido de masas y de ideas se trata, musita para sí mismo: “no importa que se
encuentre una sola vez en la obra de JCM, no importa que se encuentre una sola
vez”. Esta doble contabilidad es una expresión de su fisonomía mental.
[15] De
esto ya tienen experiencia no pocos activistas. Por otro lado, es menester
anotar que la dirección secreta del grupo liquidacionista se califica a sí
misma de “roja” (programa máximo), mientras a aquellos a quienes pretende
engatusar a efecto de fundar su nivel público, los califica de “verdes”
(programa mínimo) (ver Ramón García, Organización:
nombre posible). Esto demuestra
que a los activistas de las otras organizaciones los tiene en muy poca estima
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
El
Desmonte de Una Conspiración Contra José Carlos Mariátegui y el PSP
E.I.
EN UN FOLLETO DE
RAMÓN GARCÍA, hay una curiosa lista de “representantes” de la “Primera
Generación 1920-1945”, dizque del Socialismo Peruano, preparada por Miguel
Aragón, y asumida, huelga decirlo, por el primero de los nombrados. Decimos
“curiosa”, porque allí aparecen algunos personajes que no tuvieron que ver con
el marxismo (1). En las presentes notas, sin embargo, nos limitaremos al caso
de Magda Portal, particularmente ilustrativo de la tendenciosidad de la lista.
En la
polémica de los años veinte con el aprismo naciente, Magda Portal tomó decidida
posición a favor de Haya de la Torre y en
contra del socialismo marxista de José Carlos Mariátegui. La Portal renunció al Apra recién en
1948, en ocasión del II Congreso de este partido.
Pero, a
más de ser, durante su militancia aprista, contraria al marxismo, la Portal fue
también enemiga personal de Mariátegui,
como quedó demostrado cuando, a poco de fallecido el maestro, publicó un
artículo en el cual, entre otras cosas, le llamó “paralítico” (2).
No
obstante estos hechos, que son de conocimiento general, Miguel Aragón y Ramón
García consideran que Magda Portal es una representante de “la primera
generación del Socialismo Peruano”. ¡Ni más ni menos!
Pero esta arbitrariedad no es la única en
la lista.
Cualquiera que la examine, puede comprobar que allí aparecen otros
antimarxistas y algunos no marxistas,
así como que hay, también, ciertas ausencias (3).
Lo
primero se deriva de la intención de amalgamar las primeras generaciones del
socialismo reformista y del socialismo marxista, y, lo segundo, de la mala
conciencia del autor de la lista y del publicista de la misma.
Pues
bien, lo señalado hasta aquí da la pauta de la aviesa intención: mixtificar el contenido doctrinal del
Socialismo Peruano, tergiversar la verdad histórica de su primera generación,
disolver el socialismo marxista en el variopinto socialismo en general, negar
el carácter marxista-leninista del PSP.
Todo
ello, sin duda, ES UNA CONSPIRACIÓN CONTRA JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Y SU PARTIDO.
¿Por qué
contra Mariátegui? Porque, si bien el maestro utilizó el término socialismo
tanto en su sentido elástico como en su sentido estricto de clase, cuando se
refirió al tipo de socialismo que hay que crear heroicamente en América, y,
particularmente, cuando, en la Advertencia
a los 7 Ensayos, expresó su
determinación de concurrir a la creación del Socialismo Peruano, se refirió,
como es claro, al socialismo de clase, proletario, marxista-leninista, y no al socialismo en general.
Por
consiguiente, considerar que el Socialismo Peruano comprende el variopinto mapa
del socialismo en general, es renegar el
concepto mariateguiano.
¿Por qué
contra el Partido de Mariátegui? Porque, al considerar a la antimarxista Magda
Portal, a otros antimarxistas y a ciertos no
marxistas, Aragón y García (y con ellos todos los que, por una causa u otra, se
limitan a repetir acríticamente el engaño), buscan
cuestionar el carácter de clase, marxista-leninista, del partido fundado por
Mariátegui. Con su malhadada lista, los mencionados liquidacionistas
intentan, pues, escamotear la decisión
orgánica del grupo fundador del PSP.
¿Cuál
decisión? La decisión de incorporar al Partido a unas personas, y no a otras.
Esta
decisión expresó el rechazo de los fundadores al socialismo reformista. Así se
comprende por qué algunos de los personajes que aparecen en la engañosa lista, no fueron
incorporados al PSP.
Así se
comprende, en un plano más general, por qué los socialistas reformistas que
venían de las experiencias de la revista Nuestra
Época, del Comité de Propaganda y Organización Socialistas y del diario La Razón, no fueron asimilados al partido marxista-leninista fundado el 7 de
octubre de 1928.
Así se
comprende que una cosa es la primera generación del socialismo reformista peruano
y otra cosa es la primera generación del socialismo marxista peruano.
Estos
hechos históricos prueban, pues, de un modo irrefutable, que el PSP fue un
partido de clase, y no un partido del
variopinto socialismo en general (4).
Lo
afirmado hasta aquí confirma que el Socialismo Peruano cumple su aniversario en
marzo, sencillamente porque, en este mes de 1921, con la escritura del artículo
El cisma del socialismo, el maestro
dio inicio a su Creación Heroica, es decir, a su Creación Marxista-Leninista.
Por lo tanto, el Centenario del
Socialismo Peruano se cumple en 2021.
Desde
luego, el punto de arranque del socialismo de Mariátegui, en el sentido general del
término, es la revista Nuestra Época,
“fuertemente influenciada por España,
la revista de Araquistain”, como el propio maestro puntualizó con ejemplar
honestidad en la hoja de vida Del Autor.
Por eso, si de la orientación socialista en general de Mariátegui se trata,
puede y debe celebrarse el aniversario de Nuestra
Época, pero sin confundirlo con el aniversario del Socialismo Peruano.
Hacer pasar el aniversario de Nuestra
Época por el aniversario del Socialismo Peruano, es utilizar a Mariátegui como coartada a fin de diluir el socialismo
marxista en el variopinto socialismo en general.
¿Por qué
el aniversario de Nuestra Época no es el aniversario del Socialismo
Peruano? Porque, el Socialismo Peruano, es tal en la medida
en que es la fructificación de la verdad universal del marxismo-leninismo en
nuestra realidad concreta (5).
Como se
sabe, la asimilación de Mariátegui al marxismo data de su viaje a Europa, y,
concretamente, del período julio-diciembre de 1920. Cualquier partidario
consciente de la dialéctica sabe que esta asimilación comportó una ruptura con
su inicial socialismo a lo Araquistain.
Precisamente
esta ruptura se expresó en el artículo El
cisma del socialismo, y, por lo tanto, puede entenderse que no fue casual
el tema de dicho artículo, pues en un solo acto su autor expresó su ruptura con
el socialismo reformista y su adhesión al socialismo marxista.
Asimismo,
puede entenderse que tampoco fue casual que, dos años después, al regresar al
Perú “con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase”,
lo primero que hizo, ante un auditorio de obreros y estudiantes, fue reiterar
su ruptura con el socialismo reformista y su adhesión al socialismo marxista
(6).
Sin
embargo de lo esclarecido, Ramón García intenta borrar de la conciencia de los
marxistas peruanos (ya la borró de la conciencia de sus partidarios), la
ruptura de Mariátegui con el socialismo reformista, y, así, sentar una base
para su partido-amalgama.
Precisamente
en la nota titulada Por qué creación
heroica, 12.08.10, el mencionado personaje evita toda referencia a dicha
ruptura que, como se sabe, marcó un hito trascendental en el proceso ideológico
de Mariátegui, y que, por sus consecuencias en la práctica, marcó un hito
igualmente trascendental en la historia del proletariado peruano (7).
Es un
hecho fuera de discusión que la Creación
Heroica de Mariátegui no hubiera sido posible sin su asimilación al
marxismo-leninismo. Del mismo modo, es un hecho igualmente indiscutible que
sólo con el socialismo marxista el
proletariado peruano alcanzó conciencia de su misión histórica y de las condiciones
de su realización (8).
En Algunas observaciones a Magda Portal y en La
carta que no se envió: Testimonio inédito de Anna Chiappe de Mariátegui,
Anna Chiappe y Javier Mariátegui, respectivamente, dan prueba de su
consecuencia en relación a José Carlos Mariátegui.
El
lector objetivo, reflexivo, honrado, puede comparar esa consecuencia
–ideológica, y no puramente familiar– con la consideración de Aragón y García
de que la adversaria y ofensora de Mariátegui es una representante de la
primera generación del Socialismo Peruano, y, de esta forma, sacar sus propias
conclusiones.
Pues
bien, la conspiración que hemos examinado, da cuenta, por sí misma, de la posición antimariateguiana de García y su
grupo. El recurso de utilizar a Mariátegui como coartada no impide ni puede
impedir al lector perspicaz reconocer esta verdad.
Ahora,
pues, esclarecidos los hechos y las ideas, puede comprenderse mejor que, con su
“Primera Generación 1929-1945”, el grupo liquidacionista pretende silenciar la
filiación marxista-leninista de Mariátegui y el carácter de clase del PSP.
Ahora
puede comprenderse mejor que, con su “socialismo peruano”, dicho grupo pretende
desmontar el Socialismo Peruano de Mariátegui.
Ahora
puede comprenderse muy bien que, con su intención de celebrar el centenario del
Socialismo Peruano en 2018, y no en
2021, lo que hace es servirse de Mariátegui como coartada a fin de sentar una
base para fundar un partido no de
clase, un partido revisionista, un partido antimariateguiano.
Y, si
acaso alguien no ha captado aún el oportunismo de García y sus repetidores, la
lectura de la tramposa lista basta para que se convenza de ello sin ninguna
dificultad.
Pero, como es obvio, la analizada
conspiración contra Mariátegui y el PSP no es más que un caso, entre otros, de
lo que, confusionistamente, el grupo liquidacionista llama “mirar adelante, no
atrás”.
Juzgue,
pues, honradamente, el lector.
Notas
[1] A dónde va el Perú, Ediciones Perú
Integral, Lima, 2001, p.61.
[2]
El artículo, titulado La trayectoria de
José Carlos Mariátegui, apareció en el número 2 de la revista chilena Indice. Obviamente, aquí no juzgamos a Magda Portal como poeta, sino como
iracunda militante del Apra, como antimarxista, como enemiga de Mariátegui.
Tampoco nos referimos, como igualmente es obvio, a la Portal posterior a 1948,
que se aproximó a la izquierda y que, en los años 1970, tuvo la
honradez de confesarle al psiquiatra argentino Gregorio Bergmann estar
arrepentida por su artículo
de 1930.
[3] Un
análisis detallado de esta cuestión y, en general, de la mixtificación que
cometen Ramón García y sus repetidores de las generaciones del Socialismo
Peruano, se encuentra en nuestro libro La
creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano. Planteamiento de la
cuestión, aún inédito.
[4]
Ciertamente hay que saber leer a Mariátegui. El editorial Aniversario y balance (setiembre de 1928) y la fundación del
Partido Socialista del Perú (octubre del mismo año), guardan una relación
intrínseca y, por esto, esclarecedora. En el editorial, se puede leer: “En la
lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos
espectadores ni inventar un tercer término. La originalidad a ultranza, es una
preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera, inscribimos esta sola,
sencilla y grande palabra: Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra
absoluta independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista, pequeño
burgués y demagógico)” (Ideología y
política, p.247). ¿Qué significado tiene aquí la palabra socialismo? Para
contestar esta interrogante, hay que tener en cuenta este juicio del propio
Mariátegui: “‘Nueva generación’, ‘nuevo espíritu’, ‘nueva
sensibilidad’, todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de
estos otros rótulos: ‘vanguardia’, ‘izquierda’, ‘renovación’. Fueron nuevos y
buenos en su hora. Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones
provisionales, por razones contingentes de topografía y orientación. Hoy
resultan ya demasiado genéricos y anfibológicos. Bajo estos rótulos empiezan a
pasar gruesos contrabandos. La nueva generación no será efectivamente nueva
sino en la medida en que sepa ser, en fin, adulta, creadora” (ibídem, p.248). Como se ve, Mariátegui
trazaba una línea demarcatoria entre la “nueva generación”, así a secas, que,
en su momento, había representado “una nueva actitud espiritual”, y “la nueva
generación”, “adulta, creadora”, marxista-leninista, es decir, entre la primera
generación del socialismo reformista en sus diversas vertientes y la primera
generación del Socialismo Peruano. Así, pues, al declarar Mariátegui, en el
editorial del número 17 de Amauta,
que, “Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista”,
estaba señalando que su revista se declaraba categóricamente marxista. En la
nota 23 del Cap. I del presente libro, hemos copiado la afirmación
mariateguiana que prueba esta verdad. Por lo tanto, es claro que ese proceso de
definición ideológica sirvió para deslindar, categóricamente, con los diversos matices del socialismo
reformista, y principalmente con la tendencia aprista. Precisamente, en carta
del 29 de setiembre de 1928 a Carlos Arbulú, el maestro puntualizó: “El
editorial se refiere, por una parte, al vanguardismo genérico e indefinido de
los oportunistas habituales y, por otra parte, a cierta desviación que ha
intentado propagarse en nuestras propias filas, a propósito del Apra” (Correspondencia, t.II, p.444). Por eso,
un mes después, en el Programa del
Partido, el maestro estableció el marxismo-leninismo como su base de
unidad. Así, pues, tanto en Aniversario y
balance como en el Programa… y,
aún más en el propio título del Partido, el término socialismo tiene el
significado de socialismo marxista-leninista, y no el de socialismo en general. Esto es una verdad elemental, y no tenemos la culpa de que, en pleno
debate ideológico, sea necesario todavía explicarla.
[5] En
la carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Mariátegui sostuvo: “A mi
vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de
Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea
e inicié mi trabajo de investigación de
la realidad nacional, conforme al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas nuestras). ¿Qué quiere decir
esto? Quiere decir que dicha investigación
marcó una ruptura con respecto al “trato de Mariátegui con los tópicos nacionales”
(Ideología y política, p.16),
anterior a su regreso de Europa, pues, como él mismo señaló, entonces “carecía
para enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (ibídem), es decir que, tal trato con dichos tópicos no fue, como es
obvio, “conforme al método marxista”. No obstante esta realidad, la capacidad
del maestro de buscar la verdad en los hechos y su consecuencia con las luchas
populares, lo llevó, ya en el bienio 1918-1920, a sostener ideas y posiciones
correctas que, por lo tanto, aparecen como los antecedentes de su Creación
Heroica y, en algunos casos, como asimilables a esta Creación, tal como lo
hemos señalado en otro lugar. Pero, hablando con propiedad, la Creación Heroica
de Mariátegui tiene su punto de arranque en marzo de 1921, con la escritura del
artículo El cisma del socialismo, su
primer escrito netamente marxista. Así, pues, creemos que es importante
celebrar el centenario de la revista Nuestra
Época, por la sencilla razón de que es una excelente oportunidad para
dilucidar el punto de partida del proceso intelectual que finalmente llevó a
José Carlos Mariátegui a asumir el marxismo-leninismo como el fundamento ideológico del Socialismo
Peruano.
[6] En
la primera conferencia en la UPGP, el maestro señaló: “Una parte del socialismo
se ha afirmado en su orientación social-democrática, colaboracionista; la otra
parte ha seguido una orientación anticolaboracionista, revolucionaria. Y esta
parte del socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha
adoptado el nombre de comunismo”. “Aquí, como en Europa, los proletarios
tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación
anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y
maximalistas”. “Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad
vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas
las tesis social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las
tesis evolucionistas” (Historia de la
crisis mundial, EEA, Lima, 1985, pp.21 y 22). Habría que ser muy poco
perspicaz para no darse cuenta de que, cuando Mariátegui sostiene que aquí, como en Europa, los proletarios tienen
que dividirse en reformistas y maximalistas, está diciendo que tienen que
dividirse en socialistas (reformistas) y comunistas (maximalistas). Sólo porque
entendía que en su tiempo la degeneración
del socialismo no se había producido aún en nuestro medio, y, por lo tanto, la
vieja y grande palabra conservaba todavía su grandeza, evitó el término comunismo, que, sin embargo, está
implícito como concepto en los términos anticolaboracionistas
y maximalistas. Dicho en otras
palabras, en el Perú de su tiempo Mariátegui entendió y utilizó el término
socialismo como sinónimo del término comunismo, sinonimia que, en la Europa de
ese tiempo, había perdido vigencia, pues allí la degeneración del socialismo
había impuesto, después de la guerra,
designaciones específicas. En consecuencia, en relación a esta realidad, en
el Perú de los años veinte el término
socialista como título del Partido apareció también como una designación
específica.
[7] En
dicha nota, García se salta a la garrocha del año 1919 hasta el año 1923, es
decir, elude completamente la estadía de Mariátegui en Europa, o sea, omite el
período durante el cual el maestro se asimiló al marxismo. Esta deliberada
omisión basta como prueba de su torcida intención.
[8] Lo
mismo como conciencia real que como conciencia
posible.
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