martes, 2 de junio de 2015

Páginas del Marxismo Latinoamericano

Crítica a la Teoría del “Espacio-Tiempo-Histórico” de Haya de la Torre*

(Segunda Parte)

Guardia Mayorga


LA INFLUENCIA QUE EJERCE UN pueblo sobre otro, está determinado por el mayor desarrollo que al­canzan unos i el atraso en que viven los otros. Esta influencia está en razón directa de su falta de progreso.

En esta interdependencia un pueblo alcanza su emancipación mediante un mayor progreso que afian­za su conciencia histórica. Lo propio sucede en el individuo. Cuanto más niño o ignorante es un hom­bre, es mayor la influencia que recibe de su mundo circundante. Su desarrollo físico o cultural marca el proceso de su emancipación i el afianzamiento de su personalidad. Con formular la teoría del "Espa­cio-Tiempo histórico" no se ha dado ningún paso en este proceso de emancipación nacional ni con­tinental. Es una mera "teoría atrevida" para justificar un exclusivismo partidarista; así como el ra­cismo sirvió para justificar el nacional-socialismo. La implantación de una industria tiene más impor­tancia para conseguir nuestra independencia que la elucubración del "Espacio-Tiempo histórico".

Los últimos tiempos se han caracterizado por la contraposición del sistema individualista i del sistema socialista; el individuo frente a la sociedad. Esta pugna no sólo abarca los campos de la economía i de la política sino de la propia valoración histórica. La teoría de los héroes de Carlyle frente a la teoría del materialismo histórico. "La sociedad está fundada sobre el culto a los héroes. Todas las dignidades i jerarquías en que descansa la asociación humana, son lo que podríamos llamar una heroarquía, esto es, un gobierno de héroes. . . la his­toria del mundo no es sino una biografía de sus grandes hombres", escribirá Cariyle. "Gracias a las particularidades de su inteligencia i de su carácter, las personalidades influyentes pueden hacer variar el aspecto individual de los acontecimientos i algunas de las consecuencias particulares, pero no pueden hacer variar su orientación general, que está deter­minada por otras fuerzas. . ., todo talento convertido en fuerza social es fruto de las relaciones sociales", contestará Plejanov.

Así se contrapone la valoración individualista de la historia frente a la valoración socialista de la misma. También en el campo filosófico la estima­tiva de la historia oscila entre el idealismo i el ma­terialismo. Para el idealismo el proceso histórico es relativo, para el materialismo dialéctico es abso­luto— relativo. Absoluto en cuanto es un hecho objetivo, relativo en cuanto constituye parte de un proceso. Spengler es un representante de la deca­dente concepción idealista. Pensó que la caída del sistema capitalista arrastraría a la cultura Occiden­tal hacia su fin. Pero la Cultura Occidental toma nuevas formas i se desarrolla sobre nuevas perspec­tivas sociales.

Contraponer a Einstein con Spengler es como contraponer la Historia i la Física para resolver un mismo problema.

¿ES APLICABLE EL RELATIVISMO EINSTENIANO A LA ESTIMATIVA DE LA HISTORÍA? Recordemos que los elementos fundamentales del relativismo einsteníano, en lo que se refiere al Tiempo i al Espacio son: el observador, el suceso objetivo observado, la velocidad constante de la luz i los sistemas de referencia.

En el Espacio—Tiempo histórico se sustituye al observador por el historiador; el suceso observa­do, por el desarrollo de cada "Pueblo—Continente" en su Espacio — Tiempo histórico i la velocidad cons­tante de la luz, por los "pueblos luz" o sean aque­llos pueblos que han alcanzado su máximo desa­rrollo.

Es concepción clásica que los sucesos históri­cos se localizan, para ser tales, en el espacio (lugar en que se producen) í en el tiempo (época en que se realizan). La continuidad histórica está dada por la concatenación de estos sucesos. La historia vive en el pueblo que la forja i el historiador sistematiza i explica ese proceso. Marx no ha­ce sino explicar el proceso histórico dentro de !a concepción materialista, así como Hegel lo expli­ca desde el punto de vista idealista. Esta valora­ción de la historia es relativa mientras no tenga una comprobación real; pero una vez que se comprueba se hace objetiva, absoluta. Lo propio sucede con la valoración de un conocimiento científico. La exis­tencia del átomo es valorada desde diferentes puntos de vista, esto es lo relativo; pero cuando se realiza el estudio experimental del átomo i se descubre su estructura, el conocimiento tiene un carácter absoluto dentro de su relatividad con relación al todo.

La forma de producción i apropiación constituye la estructura de la Historia humana. Esto no se basa en una elucubración mental, sino en una realidad objetiva. Un principio que rige tal forma de producción no reconoce fronteras, se apli­ca allí donde esa forma existe. Estas formas eco­nómicas estructurales han tenido siempre una ten­dencia expansiva cada vez mayor. El ascenso de la economía tribal hasta la economía capitalista así lo demuestra.


En el caso del marxismo, este sistema no de­be ser tomado como una medida rígida, sino como un principio flexible que se adapta a una realidad social dinámica. En lo cambiable, en lo que devie­ne no es posible la aplicación estática de una me­dida. Sí en China o Estados Unidos se implanta­se el socialismo, éste no sería igual al socialismo de la Umón Soviética, no obstante que los principios que norman la socialización son los mismos. Los principios democráticos son univer­sales. La igualdad política i económica, la liber­tad, la existencia de los partidos que constituyen su esencialidad, son universales, pero su realización es particular, adquiere una fisonomía nacional. Lo particular coexiste dialécticamente con lo general, así como lo nacional coexiste con lo internacional. La democracia inglesa, la francesa, la norteamericana i la nuestra, giran dentro de la órbita de los princi­pios democráticos universales, sin embargo, ninguna de estas formas democráticas son iguales. Esta rea­lidad es la misma para el observador europeo, que para el americano o el asiático. El supuesto de considerar a Hegel o Marx situados en un punto estático i al Sr. Haya de la Torre en un punto móvil, es pura ficción. ¿Qué criterio tie­ne el Sr. Haya de la Torre para considerar a Marx situado en un punto estático i para considerarse él en un punto móvil? Parece confundir el dogma­tismo de una doctrina con el estatismo del obser­vador. El marxismo, por lo mismo que es dialéc­tico, no puede ser estático. Engels i Marx, como ya sabemos, estudiaron el proceso dialéctico del pasado i el futuro de la sociedad. La realidad his­tórica del socialismo ruso ha venido a comprobar la dinámica dialéctica í el proceso histórico del socialismo. Pensar que el marxismo se ha "congelado", es sostener que se ha detenido en su proceso; i si este proceso está en marcha ¿por qué descono­cer su dinámica histórica i considerarlo estático? No es, pues, posible identificar, como lo pretende el Sr. Haya de la Torre, al observador de un fenó­meno físico, con el observador de un proceso his­tórico; como no es posible identificar el proceso físico con el proceso histórico. En el primer caso el observador no interviene en el suceso que observa; en el segundo, el hombre es actor i no espectador de la historia. La guerra actual no tiene la misma valoración para el japonés que para el norteamericano. Para el primero constituye una derrota, para el segundo una victoria. Pero este es el aspecto relativo del acontecer histórico, pero su objetividad es la misma. La "filosofía hayista" ha tomado en cuenta sólo lo primero, olvidándose de lo segundo. Ha confundido el relativismo de la valoración con el objetivismo del proceso. El observador, donde quiera que se encuentre, "estático" o "móvil", no puede hacer variar el acontecer objetivo de la his­toria.

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