domingo, 9 de junio de 2013

Educación


Los Centros Escolares Obreros de Morococha: 1924-1930

(Tercera Parte)

Víctor Mazzi H.


Funcionamiento y Gestión Administrativa

PARA UNA APRECIACIÓN OBJETIVA DEL FUNCIONAMIENTO de los Centros Escolares Obre­ros de Morococha se pueden distinguir dos etapas bien demarcadas: la primera fue desde abril de 1924 hasta febrero de 1929; período con muchas dificultades y carencias, fue dirigido por el Club de Movilizables N° 1 de Auxilios Mutuos. Esta gestión fue orientada bajo influencia del mutualismo. Concibieron que la cobertura de la educación para sus hijos debió circunscribirse a una aportación de pequeñas sumas de dinero entre los trabajadores involucrados. No percibieron la importancia de dirigir la formación educativa de sus hijos bajo nuevas expe­riencias y orientaciones que la libertad adquirida en la gestión y administración podía otorgarles.

Al planificar el desarrollo de las actividades lectivas anuales entre 1924 a 1928, la Comisión Escolar Obrera aplicó los planes y programas de estudio emitidos oficialmente por la Dirección General de la Enseñanza. Dicha decisión fue duramente criticada por Augusto Mateu, uno de sus docentes más destacados, pues siendo Centro Escolar Obrero:

«...Están al servicio exclusivo de los intereses del capitalismo y desarrollan programas de estudio que obedecen a los intereses de dicha clase dominante. En historia, la enseñanza es puramente chauvinista, porque así le interesa a la burguesía. En religión son intolerantes y consideran fundamental lo que es asunto personal y no función de la escuela, son pues escuelas que educan a los niños obreros como si fuesen niños burgueses. Lejos de preparar hombres aptos para servir a su clase, no hacen otra cosa que prepararlos para la sociedad burguesa. ”28

Si bien es cierto, este duro diagnóstico pone de manifiesto un cuestionamiento sobre los fines de la educación de aquella década, Augusto Mateu ha destacado las condiciones de cómo fue aplicado un programa de estudios: primero, desta­ca el carácter chauvinista, refiriéndose al caso de cómo entendemos un proceso histórico anatópico, carente de identidad cultural y sobre todo que incide en un nacionalismo que se desdibuja ante la presencia de fuertes intereses económicos de capitales norteamericanos. Lo más polémico y destacado es su crítica a la im­posición de la enseñanza de la religión católica, confundida con el criterio de que es la religión oficial del Estado peruano, por tanto se le impone sin ningún respeto sobre las creencias de otras religiones, es decir, no permiten ejercer la libertad de elección; las raíces de la intolerancia religiosa van sembrándose desde la escuela primaria; la separación entre escuela y religión prescinde del criterio humanista de libertad de conciencia.

Augusto Mateu advirtió que la aplicación de los programas y planes de estudios resultaron en una condición de inautenticidad para quienes se educaron bajo los mismos, pues reproducían un conjunto de actitudes y respuestas al contexto social no desde los intereses propios, sino desde la asunción de intereses y valores que no son los propios.

La caracterización de estos planes y programas de estudios hacen evidentes los rasgos de una educación dominadora29, obteniendo como resultado una relación de asimetría, y no prepara al niño sino para ser parte integrante del sistema económico, social y cultural ante el cual él aún está por pertenecer. Se establece, pues, una relación de dominador y dominado. Esto muestra una segunda condición de transtividad entre dominador y dominado, dentro de la cual, una empresa transnacional representa la condición dominadora externa, que se representa en un dominador interno y éste, a su vez, ejerce el dominio sobre la fuerza de trabajo nativo. La crítica de Augusto Mateu implicaba el hecho de que aún denominándose Centros Escolares Obreros no parecían diferir de cualquier otra escuela pública de la época; se uniformizaba a través de la aplicación de los planes y programas de estudios, los contenidos de estos planes y programas reproducían culturalmente el fenómeno de la dominación, generando en el educando una condición de inautenticidad y alienación del referente cultural.

En 1929, un núcleo de trabajadores mineros agrupados en « Vanguardia Minera» logró modificar la orientación educativa en los Centros Escolares Obreros. Dichos trabajadores mineros de filiación socialista lograron hegemonía orgánica después de un fructífero trabajo de persuasión, esclarecimiento y organización alentados por el «Grupo de Lima», dirigidos por José Carlos Mariátegui y Ricardo Martínez de la Torre. Esta orientación fue reforzada a través de las páginas de la revista Amauta y el periódico Labor, acercamiento que fue fortalecido con motivo de la catástrofe minera ocurrida el 14 de diciembre de 1928.

La segunda etapa, la más fecunda y breve en estos Centros Escolares Obreros, se inició en febrero de 1929 hasta el 18 de noviembre de 1930. La Sociedad Pro Cultura Nacional asumió la gestión administrativa y cambió la orientación peda­gógica de los Centros Escolares Obreros.

La nueva administración tomó contacto con la Internacional de los Trabajadores en la Enseñanza (ITE) con la finalidad de adquirir información sobre nuevas expe­riencias pedagógicas, contar con bibliografía actualizada y todo tipo de referencias que pudiera servir en el desarrollo de sus nuevos planes y programas  de estudios. Este contacto fue sugerido por José Carlos Mariátegui, quien sostenía correspon­dencia con Eudocio Ravines, deportado en París, quien trabajaba en la sede de la ITE. Las novedosas experiencias educativas de distintos países de Europa fueron conocidas por los maestros del Centro Escolar Obrero, considerando aquellas experiencias como ejemplo que podían recrearse replanteándose los niveles de peculiaridad de nuestra realidad, pues estaban convencidos que el aporte de su experiencia sólo podía ser auténtica en la medida que un nuevo tipo de educación sólo debe corresponder con la peculiar realidad donde se aplica.

Desde 1924, se convocaba a reunión en el mes de febrero a todos los delegados mineros de sección; cada sección en asamblea general elegía dos delegados ante la superintendencia de Cerro de Pasco Copper Corporation. En total sumaban treinta delegados, contando con la representación de trabajadores de la Sociedad Minera Puquiococha, que no fue propiedad de Cerro de Pasco Copper Co., sino del empresario Marciorelli. Entre los asambleístas nombraban a siete delegados mineros para conformar la Comisión Escolar Obrera, encargándoseles la gestión y administración de los Centros Escolares Obreros.

Este sistema de autogestión educativa indicó que la toma de decisiones administra­tivas se realizaba de común acuerdo entre los trabajadores mineros. La Comisión Escolar Obrera proponía a los maestros la adopción de mejores y nuevos planes de estudios. Esta flexibilidad permitió a los maestros conocer nuevas teorías y aplicar nuevas experiencias educativas.

La Comisión Escolar Obrera preveía el cuadro de necesidades para el normal funcionamiento de los Centros Escolares Obreros, y administraba la totalidad de aportaciones de los trabajadores mineros. La suma obtenida, en Libras Peruanas, por cada año, fue el siguiente: 1924; 912 L.p., 1925; 938.4 L.p., 1926; 1258.4 L.p., 1927; 970.8 L.p., 1928; 822 L.p., 1929; 958.4 L.p. y 1930; 306 L.p.30

       Contando con dicho presupuesto, se planificó el requerimiento de los gastos de infraestructura y logística para el mantenimiento y adecuación de la Casa Ha­cienda Pflücker que la gerencia de la Cerro de Pasco Copper Corporation había otorgado en concesión a la Comisión Escolar Obrera, la adquisición del material didáctico, el equipamiento de la biblioteca escolar mediante la compra de libros y enciclopedias, el contrato de maestros normalistas y autodidactos, considerando el criterio de su calidad pedagógica y la identificación con los trabajadores mineros. Una vez terminada la designación del personal docente se elaboraba el plan de estudios con las materias competentes en educación primaria.

La administración educativa fue rotativa. Los integrantes directivos fueron desig­nados por la Comisión Escolar Obrera y ratificados en una asamblea general de trabajadores. Cuando la Comisión Escolar evaluaba y crecía conveniente renovar el personal jerárquico, este cambio se realizaba ajustándose al criterio de la efi­ciencia de una buena gestión.

Según información de Gamaniel Blanco31, la Comisión Escolar Obrera fueron presididas por los siguientes trabajadores mineros:


Cuadro N° 12: Presidentes de la Comisión Escolar Obrera 1924-1930
Año
Presidentes de la Comisión Escolar Obrera
1924
César Barrera del Carpió, Froilán Guzmán Espinoza
1925
Max Arana
1926
Héctor Herrera, Manuel Carrasco
1927
Juan Sancho Dávila, César Gamarra
1928
Enrique Castillo
1929
Alcides Hurtado de Mendoza
1930
Ramón D. Azcurra

Fuente; Blanco, Gamaniel: Apuntes monográficos de Morococha, p. 98.



Como puede notarse, en seis años de funcionamiento, la Comisión Escolar tuvo diez Presidentes. Los dos últimos, que concluyeron el mandato anual, pertenecían a la Sociedad ProCultura Nacional y aquella institución les brindaba orientación en el desarrollo de la gestión y respaldo en las decisiones que se tomaban sobre los programas de estudios que se aplicaban en los centros escolares obreros.

Los Centros Escolares Obreros dirigidos por la comisión escolar obrera fueron regentados en la Sección del Centro Escolar Obrero de varones y mujeres por los siguientes docentes:


Cuadro N° 13: Directores del Centro Escolar Obrero
Año
Centro Escolar Obrero Varones
Centro Escolar Obrero Niñas
1924
Gerardo Véliz
Dorila Murga de Mansilla
1925
José Cataño
Dorila Murga de Mansilla
1926
Manuel Mansilla Anardo
Teófila Quintana
1927
Roberto Peña
Teófila Quintana
1928
Eusebio Córdova
María Oré
1929
Gamaniel E. Blanco
Rosa Sovero
1930
Gamaniel Blanco - Eduardo Willstater
Rosa Sovero

Fuente; Blanco, Gamaniel: Apuntes monográficos de Morococha, p. 98.


Al culminar el año escolar se efectuaba una asamblea general de trabajadores, para elegir la nueva Comisión Escolar Obrera y sancionar el balance de la gestión y administración realizada por la saliente Comisión. Augusto Mateu Cueva -maestro del Centro Escolar Obrero- nos informa cómo se desarrollaba dicha asamblea:

«A un lado estaban sentados los miembros de la comisión cesante y al otro la nueva comisión presidida por el presidente de la primera. Este se puso de pie. Agradeció a los obreros reunidos y a la Sociedad ProCultura Nacional enseguida leyó su memoria en la que se sintetiza la marcha de los planteles obreros durante el año de su vigilancia. Terminó haciendo entrega de los documentos administrativos y del inventario de los enseres y útiles de ambos centros a la comisión que esa misma noche tomaba posesión del cargo32

La gestión administrativa y pedagógica era aprobada o desaprobada por la masa obrera en asamblea general. Esto obligaba a un necesario reajuste del trabajo educativo, a corregir errores o problemas presentados durante el desarrollo de la gestión. Esta experiencia administrativa nos puede señalar una autogestión edu­cativa obrera factible, ágil, certera y no burocrática para conducir la educación de sus propios hijos. Dicha experiencia, inédita en la historia de la educación peruana fue valorada por Augusto Mateu Cueva bajo los siguientes términos:

«La cooperación de los obreros en el sostenimiento de estas escuelas podemos considerarla como un ejercicio preliminar del derecho que tiene la clase obrera de dirigir libremente sus intereses; ya llegará el día en que ella, sin sujeción a la voluntad de otras clases, planteará y resolverá re­propios problemas33

Entendida como primera experiencia de gestión obrera en la educación escolarizada, los Centros Escolares Obreros funcionaron después con autorización del Ministerio de Justicia e Instrucción, pero bajo una administración que escapó de su control y supervisión. Gamaniel Blanco llama la atención de este hecho y reafirma: “El sostenimiento de estas escuelas por la clase trabajadora, sin apoyo de ninguna otra entidad, es un timbre de honor y de orgullo para el elemento consciente. Su ejemplo debe ser imitado en todas partes34

________________
28 MATEU, Augusto; Lampadas del minero, pp. 35-36.
29 SALAZAR BONDY, Augusto. Dominación y liberación, pp. 289-290. Sobre esta idea de la educación como sistema dominador, implica un proceso de reproducción económico, social y cultural.
30 BLANCO, Gamaniel; Op. Cit., pp.98-99.
31 Ibid., p.98
32 MATEU, Augusto; Lampadas del minero, pp.33-34
33 MATEU, Augusto, ibid, p.35
34 BLANCO, Gamaniel; ibid, p.99.



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