sábado, 6 de octubre de 2012


Política

Mariátegui y el Leninismo*


Eduardo Ibarra


En el debate en curso en la izquierda peruana, hay quienes pretenden que Mariátegui no fue marxista-leninista, y, por las motivaciones y el propósito que encierra, tal opinión es sumamente grave. Procedamos, pues, a su análisis.

I

En el artículo Henri de Man y la “Crisis Del marxismo”, originalmente publicado en la revista Variedades, el 7 de julio de 1928, José Carlos Mariátegui sostuvo: “Lenin aparece, incontestablemente, en nuestra época como el restaurador más enérgico y fecundo del pensamiento marxista, cualesquiera que sean las dudas que a este respecto desgarren al desilusionado autor de Más allá del Marxismo. La revolución rusa constituye, acéptenlo o no los reformistas, el acontecimiento dominante del socialismo contemporáneo. Es en ese acontecimiento, cuyo alcance histórico no se puede aún medir, donde hay que ir a buscar la nueva etapa marxista” (1). Y en el artículo Emmanuel Berl y el proceso de la literatura francesa contemporánea, originalmente publicado en la misma revista, el 22 de mayo de 1929 (2), Mariátegui agregó: “Lenin nos prueba, en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx” (3).

Es extraordinariamente expresivo que, en un libro consagrado a defender el marxismo de las tentativas liquidacionistas del revisionismo, Mariátegui dedicara a Lenin tan sustanciosos y precisos conceptos. Analicemos el significado de los mismos.

Afirmar, como afirma Mariátegui, que “Lenin aparece, incontestablemente, en nuestra época como el restaurador más enérgico y fecundo del pensamiento marxista” y, además, que es en la revolución rusa “donde hay que ir a buscar la nueva etapa marxista”, es afirmar que el leninismo es un desarrollo del marxismo en nuestra época. El significado de estas afirmaciones de Mariátegui es, pues, indesmentible, cualesquiera sean los argumentos en contrario que puedan presentar al respecto quienes se obstinan en negar la adhesión de Mariátegui al leninismo. Por eso, valorando la obra de Lenin, el maestro del Socialismo Peruano señaló: “el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx”. De este modo inequívoco sostuvo que Lenin prosiguió (continuó, llevó adelante) los principios de Marx, y que, al mismo tiempo, superó (enriqueció, desarrolló) a Marx en el sentido particular de que aportó al tesoro general del marxismo elementos teóricos nuevos en comparación a aquellos aportados por los fundadores.

Esto demuestra que Mariátegui comprendió perfectamente que el marxismo es una teoría en desarrollo, y que este desarrollo está determinado por los cambios en las condiciones de la lucha de clase del proletariado. En el libro Los Fundamentos del leninismo, Stalin definió el leninismo como “el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria” y, así, implícitamente, planteó que el leninismo es una nueva época en el desarrollo del marxismo. Pero el término etapa, utilizado por Mariátegui en la definición del leninismo, no acarreaba en su tiempo una seria confusión, como ocurre ahora debido a la definición que hacen algunos del pensamiento de Mao como “tercera etapa del marxismo”.

Por cuanto Mariátegui tuvo, pues, esa comprensión del leninismo, en el artículo La filosofía moderna y el marxismo, originalmente publicado en Variedades, el 22 de setiembre de 1928, dejó sentados estos conceptos: “Con lenguaje bíblico el poeta Paul Valery expresaba así en 1919 una línea genealógica: ‘Y éste fue Kant que engendró a Hegel, el cual engendró a Marx, el cual engendró a…’ Aunque la revolución rusa estaba ya en acto, era todavía muy temprano para no contentarse prudentemente con estos puntos suspensivos, al llegar a la descendencia de Marx. Pero en 1925, C. Achelin los reemplazó por el nombre de Lenin. Y es probable que el propio Paul Valery, no encontrase entonces demasiado atrevido ese modo de completar su pensamiento”. “El materialismo histórico reconoce en su origen tres fuentes: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. Este es, precisamente, el concepto de Lenin. Conforme a él, Kant y Hegel anteceden y originan a Marx primero y a Lenin después -agregamos nosotros- de la misma manera que el capitalismo antecede y origina al socialismo” (4). Mariátegui afirmó, pues, claramente, “y a Lenin después”, y esta afirmación nos releva de mayores comentarios.

En conclusión, el libro Defensa del marxismo, al mismo tiempo que una defensa del pensamiento de Marx, y precisamente por esto, es un reconocimiento de Lenin como continuador de Marx en nuestra época, un reconocimiento del leninismo como “la nueva etapa marxista”. 

Y, por cuanto este fue el entendimiento mariateguiano del leninismo, ya podemos comprender que el término marxismo no tiene, en el libro que comentamos, la limitación de significar únicamente el pensamiento de Marx. De hecho, defendiendo el marxismo, Mariátegui defendió su desarrollo por Lenin, como no podía ser de otro modo. En consecuencia, siendo este el verdadero sentido que tiene en esa defensa el término marxismo, entonces ya podemos entender qué quiso decir Mariátegui, y qué dijo efectivamente, con su declaración de ser “marxista convicto y confeso”. Por eso, nada menos que en Principios programáticos del Partido Socialista, escribió estos definitorios e incultables conceptos: “El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (5). Esta adhesión al marxismo-leninismo, este establecimiento del marxismo-leninismo como la base de unidad del Partido Socialista da al traste con cualquier tentativa de reducir el debate sobre la identidad doctrinal de Mariátegui a una discusión de palabras, con cualquier tendenciosa interpretación acerca de algunas declaraciones suyas, con cualquier tentativa de negar su adhesión al marxismo-leninismo. ¿Cómo podría aceptarse que Mariátegui no fue marxista-leninista cuando, como vemos, de su propia pluma quedó establecido el marxismo-leninismo como la base de unidad del partido que fundó el 7 de octubre de 1928? (6).

En la Encuesta a José Carlos Mariátegui, realizada por Angela Ramos y originalmente publicada en Mundial, el 23 de julio de 1926, el maestro señaló: “el dato no es sino dato. Yo no me fío demasiado del dato. Lo empleo como material. Me esfuerzo por llegar a la interpretación” (7).

No obstante, en un reciente debate sobre el tema que nos ocupa, hemos podido constatar las vueltas que han dado alrededor de los datos algunos de sus participantes, sin haber sido capaces de llegar a la interpretación. Esto vale especialmente para Miguel Aragón, quien, en carta a Jaime Lastra del 3 de enero del presente, dejó escrito: “La exposición de las razones, por las cuales considero que no es correcto afirmar ‘Mariátegui comunista’ o ‘Mariátegui marxista-leninista’, escapa a los límites de esta breve respuesta”. Y, en carta a Santiago Ibarra del 4 de febrero, también del presente, dejó dicho: “usted afirma: ‘En mi criterio, y como consta en documentos históricos, escritos por el propio Mariátegui, él fue marxista-leninista. Así de simple’. “Bueno, pues, ese es su criterio, yo lo respeto. Ni yo, ni nadie, tenemos ningún derecho a prohibirle su opinión. Pero ese NO era el criterio de Mariátegui, salvo que usted presente pruebas documentales en las cuales Mariátegui se declara ‘marxista-leninista, con la misma precisión y claridad que se declaró ‘marxista convicto y confeso en los ‘7 Ensayos’ e ‘Ideología y Política’” (dobles subrayados en el original).

¿Comprende el lector? En negro sobre blanco, Aragón sostiene, pues, que “no es correcto afirmar ‘Mariátegui comunista’ o ‘Mariátegui marxista-leninista’” y, luego de decir esto, se refugia en el supuesto negado de que no hay ninguna prueba documental que así lo demuestre. Ebrio de citas, Aragón se muestra incapaz de elevarse hasta la interpretación del pensamiento orgánico de Mariátegui sobre la teoría del proletariado. Si Mariátegui no dijo en primera persona que era marxista-leninista, entonces no fue marxista-leninista. Si dijo que era “marxista convicto y confeso”, entonces solamente fue marxista. Pero, como al que no es capaz de elevarse al nivel de la interpretación y pide pruebas documentales, hay que darle pruebas documentales, lo remitimos a Aragón a los Principios programáticos del Partido Socialista, donde, como lo hemos recordado arriba, el propio maestro estableció el marxismo-leninismo como la base de unidad de su partido. Este es el documento histórico al que Santiago Ibarra se refería, pero, por lo visto, el que pide pruebas documentales sólo ve las que le conviene y no las que no le conviene, no obstante que dice “leer con los dos ojos” y “buscar la verdad en los hechos”.

No es correcto, pues, empeñarse en negar la cualidad marxista-leninista de Mariátegui, expresada en la base de unidad del Partido, levantando una declaración en primera persona que tiene su explicación en el hecho, anotado arriba también, de que, con la palabra marxismo, Mariátegui hacía referencia al marxismo y a su desarrollo por Lenin, así como, si vemos el concepto y no la palabra, al autocalificarse socialista estaba de hecho autocalificándose comunista.

En la misma Encuesta realizada por Angela Ramos, el maestro del proletariado peruano señaló también: “Lo que siempre me habría aterrado es traicionarme a mí mismo. Mi sinceridad es la única cosa a la que no he renunciado nunca” (8). Y en su artículo Réplica a Luis Alberto Sánchez, originalmente publicado en Mundial el 11 de marzo de 1927, confutó así los reparos del literato conservador: “Sólo rectificaré, de paso, por el equívoco que pudiese engendrar, el concepto de que lo más mío está en ‘Amauta’. Siento igualmente mío lo que escribo en esta revista, y en cualquiera otra, y ninguna dualidad me es más antipática que la de escribir para el público o para mí mismo. No traigo, como es mi deber, a esta revista, tópicos extraños a la sección en que el propio director de ‘Mundial’ ha querido situar mis estudios o apuntes sobre temas nacionales y menos aún traigo arengas de agitador ni sermones de catequista; pero esto no quiere decir que aquí disimule mi pensamiento, sino que respeto los límites de la generosa hospitalidad que ‘Mundial’ me concede y de la cual mi discreción no me permitiría nunca abusar” (9). La tentativa de negar la identidad marxista-leninista de Mariátegui (silenciando o menospreciando su afirmación en los Principios programáticos…), de hecho pone en tela de juicio su sinceridad, su coherencia, su integridad.

Enfrentados al problema de reconocer la identidad doctrinal del maestro, es confundir las cosas reducir la discusión a la letra de una u otra declaración suya, y dejar por fuera lo verdaderamente sustancial: la coherencia de su pensamiento sobre la teoría del proletariado. Por eso, con la misma ejemplar coherencia del maestro, hace tiempo Raymundo Prado ha sostenido que “Mariátegui tomará bajo su influjo [bajo el influjo de la Revolución Rusa] una definida posición socialista y adoptará el marxismo-leninismo como el único método revolucionario de la época”, agregando categóricamente: “… juzgamos que la posición de Mariátegui es marxista-leninista” (10). Téngase en cuenta que esto está dicho en un libro que se titula El marxismo de Mariátegui, y no El marxismo-leninismo de Mariátegui, y esto demuestra la correcta comprensión que tiene Raymundo Prado del sentido que tiene en Mariátegui el concepto de marxismo.

La interpretación de las afirmaciones mariateguianas acerca de Lenin contenidas en el libro Defensa del Marxismo y el reconocimiento de la definición doctrinal que aparece en los Principios programáticos del Partido Socialista, que, como es obvio, definen al Partido y a Mariátegui como marxista-leninistas, liquidan toda tentativa de utilizar ciertas afirmaciones mariateguianas para pretender demostrar lo indemostrable: que “no es correcto afirmar ‘Mariátegui marxista leninista’”.

Dicho sea entre paréntesis: el estilo lagotero que tiene Aragón de polemizar lo conduce a declarar que él respeta el criterio de que Mariátegui fue marxista-leninista (respetar implica consideración, deferencia, acatamiento, veneración, miramiento), contraviniendo así este agudo aserto dialéctico de Mariátegui: “No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas. Para nosotros hay ideas buenas e ideas malas”. Por eso declaramos enfáticamente que, a nuestra vez, no respetamos en absoluto la mala idea según la cual Mariátegui no fue marxista-leninista. Y, por cuanto  son los individuos los portadores de las ideas, hay que subrayar el hecho de que algo anda mal en Aragón para sostener una semejante idea. Justifico esta afirmación, recordando que, en su polémica con Sánchez, Mariátegui señaló que polemizaba “poco con los individuos y mucho con las ideas”, pero no dijo, como resulta obvio, que no polemizaba en absoluto con los individuos. En el presente artículo hemos polemizado, como ha podido ver el lector, mucho con una idea manifiestamente errónea, profundamente negativa y altamente peligrosa. Sólo faltaba que agregáramos una breve referencia a la actitud mental que la promueve.

Si todavía hoy existen algunos personajes de rancia ideología que niegan con verdadera rabia y con los más disparatados argumentos que Mariátegui fuera marxista, resulta que ahora hay marxistas que se obstinan en negar la cualidad marxista-leninista de Mariátegui. Esto, desde todo punto, es UNA CONSTATACIÓN QUE ES TODO UN LLAMADO DE ATENCION A LOS ELEMENTOS CONSCIENTES DEL SOCIALISMO PERUANO.


Notas:
[1] Defensa del marxismo, Empresa Editora Amauta, Lima, 1985, pp.21-22. Subrayado en el original.
[2] Este artículo fue incorporado por Mariátegui a su Defensa del marxismo con el título abreviado de El proceso de la literatura francesa contemporánea.
[3] Ibídem, p.126.
[4] ibídem, p.39.
[5] OC, t.13, Empresa Editora Amauta, Lima, 1975, p.160.
[6] Las afirmaciones de Mariátegui no dejan margen a dudas acerca de su convicción de que el leninismo es un desarrollo de valor universal del marxismo. Pero ocurre que, desde hace años, el grupo de Ramón García desenvuelve una campaña que tiene el doble objetivo de negar el leninismo como el marxismo de nuestra época y el marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP. Así por ejemplo, Gustavo Pérez, operador furibundo de dicha campaña, intenta presentar a Mariátegui como negador del leninismo. En el artículo La formación socialista revolucionaria italiana de Mariátegui y la ortodoxia socialista rusa, sostiene, de entrada, que “Es una constatación práctica, que Mariátegui no se autodenominó ‘marxista-leninista’ y se declaró simplemente ‘Marxista convicto y confeso’…, que tituló solo ‘Defensa del marxismo’ a uno de sus mas (sic) importantes libros, escrito precisamente en defensa del marxismo revolucionario, y que solo hiciese dos (o 3) alusiones al ‘marxismo-leninismo’ en toda su obra, entre ellas las que figuran en el Programa del Partido Socialista del Perú, que el (sic) constituyese”. De este modo establece la premisa que explica la intención con que, al final del texto, cita la siguiente afirmación de Mariátegui: "Lenin no es un ideólogo sino un realizador. El ideólogo, el creador de una doctrina carece, generalmente, de sagacidad, de perspicacia y de elasticidad para realizarla. Toda doctrina tiene, por eso sus teóricos y sus políticos. Lenin es un político: no es un teórico". Pues bien. Quienquiera que lea la cita movido por la pasión de captar la verdad, tiene que darse cuenta que los términos ideólogo y teórico no aparecen ahí en su acepción general, habitual, sino en un sentido especial, específico: designando a quien es “creador de una doctrina”. Así pues, en este contexto verbal, Marx, obviamente, es el ideólogo (“el creador de una doctrina”), y, como consecuencia, Lenin es, también obviamente, el político (el realizador de la doctrina). La afirmación mariateguiana encierra, pues, una verdad elemental: Marx fue el creador de la doctrina comunista, mientras Lenin fue un realizador de la misma. Pero, ¿acaso Marx no fue también, al mismo tiempo, un político, en el sentido habitual de la palabra? Y, ¿acaso Lenin no fue también, al mismo tiempo, un teórico, igualmente en el sentido habitual de la palabra? Entonces, la comprensión objetiva, correcta, honrada de la afirmación mariateguiana, no niega ni puede negar que, en el marco del sentido general de los términos teórico y político, Marx aparece también como político y Lenin aparece también como teórico. Obras del valor de Materialismo y empiriocriticismo, Cuadernos filosóficos, El imperialismo, fase superior del capitalismo, ¿Qué Hacer?, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, El estado y la revolución, entre otras, prueban que Lenin desarrolló el marxismo, precisamente realizando la doctrina de Marx. Esto es, asimismo, una verdad elemental, por lo que razonablemente dudamos que alguien pueda no entenderla. Ahora bien, la utilización dolosa de la afirmación mariateguiana que hace GP, está orientada a silenciar el hecho de que, en los Principios programáticos del Partido Socialista, el maestro definió la identidad doctrinal del PSP y, por tanto, la suya propia. Esta definición aparece, pues, como es obvio, no en un artículo, donde, por lo general, Mariátegui evitaba la jerga partidaria, sino en un documento del Partido Socialista del Perú, donde Mariátegui no podía ahorrase un lenguaje doctrinalmente exacto. Esto es una constatación práctica. Así pues, el silenciamiento que pretende GP tiene por destino manifiesto negar el leninismo, negar que el leninismo sea “la nueva etapa marxista”, negar que “el marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios”. La utilización dolosa de la cita de Mariátegui es, pues, un caso –entre otros– en que la tergiversación de una afirmación de Mariátegui es direccionada para negar otra afirmación suya. Es el truco de utilizar a Mariátegui como coartada. Es el truco de utilizar a Mariátegui contra Mariátegui. Pero el verdadero impulsor de este truco es Ramón García, quien, precisamente con su utilización ha impuesto en su grupo la negación del marxismo-leninismo como la verdad universal del proletariado y la negación de la identidad marxista-leninista de Mariátegui y del PSP. Ahora bien, la primera negación es, como resulta obvio, una cuestión que atañe a la verdad universal, y, por esto, ES REVISIONISMO. Y, la otra negación es una cuestión que atañe a nuestra verdad particular, al Pensamiento de Mariátegui, y, por esto, ES OPORTUNISMO. Y, ambas negaciones son un intento por sentar una base para un partido-amalgama: “marxista” no leninista en su “nivel secreto” (ya constituido, por lo demás), y doctrinariamente variopinto en su nivel público (por constituirse). Ciertamente la actitud de RG y su grupo es de una clamorosa deshonestidad intelectual: achacan a Mariátegui sus propias posiciones; intentan comprometer al maestro con sus desaguisados; no tienen el valor elemental de hablar a nombre propio; no tienen el coraje de sostener, desde su posición revisionista, que Mariátegui se equivocó al adherir al marxismo-leninismo. En más de dos décadas, no han sido capaces de demostrar absolutamente nada sin recurrir a argumentos falaces, como, por ejemplo, el desenmascarado en estas líneas. Contra la campaña antileninista y antimariateguiana del grupo de RG y GP, SE ALZA EL MARXISMO-LENINISMO DE MARIÁTEGUI COMO UNA MONTAÑA INELUDIBLE.
[7] Ibídem, t.4, p.156.
[8] Ibídem, p.155.
[9] T.13, p.220.
[10] El marxismo de Mariátegui, Editorial Mantaro, Lima, 2007, pp.57 y 113.
[11] T.13, p.219.


*Este artículo fue escrito el 06.02.08, y conserva toda su actualidad. Preparando la publicación del libro El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, el autor ha agregado una nota de pie de página: la nota 8, que, como ya pudo apreciar el lector, examina la utilización fraudulenta que hace Gustavo Pérez de una cita de Mariátegui perteneciente al artículo Lenin, aparecido en la revista Variedades el 22.09.1923, y reproducida en la página 73 del libro Mariátegui y la revolución de octubre. Escritos 1917-1930, de César Lévano. (Comité de Redacción). 

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