Creación

Historia General de la República* 

                                                                   Cristhian Altamirano (Piura)

 

Mi país nació con la cabeza en los pies

Y el corazón en las manos.

 

Dicen los cronistas que los médicos

(mitad argentinos mitad hispánicos)

No le daban más de dos días de vida.

Y es que resultaba imposible que pudiera superar el desorden de su

                                                                              (genética,

 

la deformidad de sus órganos impedía su respiración,

no podía caminar porque sus ojos se llenaban de arena

y sus dientes se hacían añicos contra las piedras

cada vez que intentaba hablar.

Era terrible verlo sufrir así,

pero como en la historia hay proezas,

mi país resistió más de lo pronosticado.

 

Luego del milagro,

los médicos

(mitad argentinos, mitad venezolanos)

no querían hacerse cargo de lo que llamaban la Bestia de los Andes,

luchaban entre ellos para no atenderlo.

Así pasó el tiempo,

hasta que un día

de febrero,

mi país saltó por una ventana

y se marchó sin rumbo conocido,

cuando cumplió la mayoría de edad.

 

Algunos dicen que

anduvo por los burdeles comiendo migajas,

peleando con las ratas por algo de comer.

Otros dicen que se fue a una mina

a buscar oro para decorar sus dientes,

no tenía miedo de la muerte,

solo temía las piedras que caían

anunciando la presencia de riquezas.

 

Los más ancianos dice

que mi país fue capturado

por empresarios extranjeros:

yankees e ingleses se pusieron de acuerdo

para atraparlo sin dejar ninguna huella.

Dicen los más ancianos

que lo tienen amarrado

en algún lugar de la cordillera,

los captores cubrieron sus ojos para que no vea

cómo los buitres desgarran sus entrañas

y su boca fue llenada de piedras

para que no dijera ninguna palabra

cuando le arrancaran la piel

so excusa de venderla

en el mercado internacional de especias.

 

Aunque esta historia parece la más certera,

nadie sabe a ciencia cierta

qué pasó con mi país.

Los cronistas le perdieron el rastro,

los historiadores no pudieron encontrar

algún acta de nacimiento o defunción,

y así como llegó al mundo,

desapareció

convirtiéndose

en un muerto más de los muertos.

 

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(*) Del poemario: Historias.