El Liquidacionismo de Derecha de Jaime Lastra
y la Reconstitución del Partido de Mariátegui
Eduardo Ibarra
DESDE SU APROBACIÓN en la Sexta Conferencia Nacional (enero de 1969), la lucha por la
reconstitución del partido de Mariátegui ha pasado por algunas etapas relevantes.
Así, inmediatamente después de realizada la mencionada Conferencia, surgió el
liquidacionismo de derecha de Saturnino Paredes y, poco después, el liquidacionismo
de “izquierda” de Ramón García. En estas circunstancias, el Partido debió
luchar por su propia existencia.(1) El desarrollo de esta lucha fue la condición
para poder luchar directamente por la Reconstitución, aunque puede decirse que
la lucha por la existencia del Partido fue la primera etapa relevante de su
proceso reconstituyente.
Más
tarde, entre los últimos años de los setenta y los primeros de los ochenta, surgió
el revisionismo de “izquierda” de Abimael Guzmán, quien, entre otras cosas,
tergiversó el contenido de la Reconstitución con aquello de “reconstituir el
partido para la guerra popular”, pues esta consigna entrañaba una flagrante negación
de la correcta concepción según la cual el partido se Constituye para la Revolución
y no para una forma específica de lucha y, como consecuencia, se Reconstituye
también para la Revolución. La lucha contra el revisionismo de “izquierda” de
Guzmán fue la segunda etapa relevante de la Reconstitución.
En
los años ochenta reapareció el liquidacionismo de derecha, esta vez bajo la
batuta de Ramón García; así, este liquidacionismo aparece como palingenesia del
liquidacionismo de “izquierda” de los años setenta. El actual liquidacionismo
de derecha niega el partido de clase (precisamente por eso es liquidacionismo) y,
avanzado el tiempo, terminó como tenía que terminar: renegando de la
Reconstitución, lo cual implica la negación de los Fundamentos Ideológicos,
Teóricos, Políticos y Orgánicos del partido de Mariátegui,(2) al mismo tiempo
que promoviendo un partido-amalgama (formado por todo tipo de oportunismo y
revisionismo).
En
estas circunstancias, un pequeño grupo de activistas asumió la defensa de la
reconstitución del partido de Mariátegui, es decir, la defensa de sus mencionados
Fundamentos, así como la tarea de desarrollar los mismos de acuerdo a la
situación actual. Entonces la crítica del revisionismo de “izquierda” de Guzmán
y del liquidacionismo de derecha de García fue adquiriendo una forma sistemática
y multilateral. Sin embargo, en las propias filas del pequeño grupo aludido
arriba, un elemento, a quien se le estaba dando la oportunidad de rectificarse
de sus extravíos teóricos y prácticos, reveló tempranamente oscuras intenciones.
Este elemento es Jaime Lastra. Aprovechando nuestra obligada ausencia en el
país, alegremente propuso la realización del “V Congreso” del Partido para el
año 2011,(3) evento en el cual aspiraba a ser elegido –con los votos del seguidismo
y de la ingenuidad–, Secretario General o, tal vez, Presidente del “Partido
Reconstituido”. Nada más este hecho da cuenta del pobre entendimiento que nuestro
nuevo liquidador tiene de la Reconstitución. Desde luego, su acción extraña al estilo
de trabajo marxista, fue oportunamente criticada. Pero sus métodos criollos
continuaron socavando la unidad: así, ocultó documentación nuestra a los ojos
de los activistas en proceso de organización, puso a un lado la consigna
propuesta: “¡Defender el pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y
desarrollarlo en función de la realidad actual!”; mintió a los activistas con aquello
del “Documento consensuado entre Eduardo y Jaime” (documento nunca consensuado
en realidad); se opuso a la aparición del blog CREACIÓN HEROICA (proponiéndonos
que publicáramos nuestros trabajos en los blogs de los liquidadores a fin,
según dijo, ¡“de no dispersar el trabajo de propaganda”!), y, no obstante haber
sido convocado para que escribiera en las páginas del mencionado blog, jamás lo
hizo; boicoteó, con vil pretexto, la publicación del libro El partido de masas y de
ideas de José Carlos Mariátegui y, finalmente (finalmente solo en este rápido
recuento, pues en realidad hay un largo etcétera), marginó al Comité de
Reconstitución José Carlos Mariátegui (CRJCM), suprimiendo así todo debate interno.
De esta forma levantó tienda propia, perpetuándose como cabeza de la misma.
Ciertamente nuestra posición principista le resultaba sumamente incómoda y
perjudicial a su eclecticismo, a su conciliacionismo, a su ambición desmesurada.
La lucha contra el liquidacionismo de García y de Lastra –no obstante la insignificancia
de este último– es la tercera etapa relevante de la Reconstitución.
Como
es de conocimiento común, Lastra ha puesto en juego los argumentos más absurdos
para justificar su falso “marxismo-leninismo-maoísmo”, así como su real política
de paz con todas las desviaciones del marxismo. Sin embargo, para lo único que le
han servido semejantes despropósitos, es para mostrar su penosa insolvencia
teórica y su embrollo ideológico que lo mantiene postrado en el
conciliacionismo y en la abdicación.
Lastra
dice:
… no es MALO ser “marxista”,
“marxista-leninista”, “marxista-leninista-maoísta”; tampoco lo es ser
“guevarista”, “mariateguista”, “trotskista”, “fidelista”, etc.(4)
También
dice Lastra:
Toda abstención
contradice la política revolucionaria del m-l-m.(6)
Lastra
cree, pues, que el “marxismo-leninismo-maoismo” propone la participación de sus
adherentes en toda acción y en todo evento de todas las organizaciones y grupos existentes en la escena nacional.
Y para justificar semejante estulticia, esgrime dos hechos: la no participación
del PCP-SL en los paros nacionales de fines de los años 70 y de la “izquierda
legalista” en los paros armados convocados por dicho partido.(7) Así, se sirve
de tales hechos para calificar de sectarios a los que no participaron en los mismos.
Con esta sofística nuestro personaje cree haber matado dos pájaros de un tiro.
Pero, cualquier lector con dos dedos de frente, tiene que darse cuenta de la
enormidad: Lastra pretende que lo que llama la “izquierda legalista”, pero, en
realidad, toda la izquierda no comprometida con la aventura “senderista”,
hubiera tenido que participar en los “paros armados”, y, al no hacerlo,
cometieron “sectarismo”. Es decir que el pretenso descubridor de la forma de
superar el sectarismo existente en nuestro medio, termina revelándose como un
verdadero anarcoide;(8) mutatis mutandis,
esta visión anarcoide es la que promueve hasta hoy mismo. Ni siquiera se ha
percatado de que solo es imperativo participar en aquellas acciones que
desbrozan la tendencia histórica de formación, consolidación y desarrollo de un
movimiento revolucionario de masas. Pero el análisis indica algo más. El sofístico
argumento de Lastra apunta a justificar su tozuda participación en los eventos
del grupo liquidacionista que encabeza García; de esta argumentación (solo de
esta argumentación, pues ni él mismo cumple con su creencia) se desprende su
concepto de sectarismo y de no sectarismo. Según su oblicuo parecer, son
sectarios quienes no participan en todas las acciones y en todos los eventos de
todas las organizaciones y grupos de izquierda y de “izquierda” (en
consecuencia, él mismo sería un sectario); y no son sectarios quienes
participan en todas esas acciones y todos esos eventos (¿quién hace esto, se
puede saber?).
Ciertamente el revisionismo de “izquierda” de
Guzmán, el liquidacionismo de derecha de García y la desviación de derecha de Lastra,
han sido desenmascarados, pero, por cuanto esta última desviación ha devenido
liquidacionismo de derecha(9) y que, en esta condición, ha profundizado su
empeño en socavar el trabajo, el camino y el objetivo del CRJCM de desarrollar
la Reconstitución hasta hacer posible la realización del Congreso
Reconstituyente del partido de Mariátegui, histórico evento a partir del cual el
partido potenciará su trabajo de masas hasta alcanzar un profundo enraizamiento
en las clases trabajadoras, es necesario recapitular algunos hechos.
Como
es evidente, el “marxismo-leninismo-maoísmo” que blande Lastra es más falso
todavía que el de Guzmán, de quien lo ha tomado, pero, como está probado, para
deformarlo desde una posición derechista.(10)
En
pleno impulso de la reconstitución del partido de Mariátegui, todo embaucador
Lastra agita la reconstitución, pero únicamente para negarla promoviendo un partido-amalgama.
Esta promoción se confirma en dos hechos más o menos recientes: en su absurda propuesta
de constituir “un núcleo de dirección” con elementos antagónicos entre sí
(marxista-leninistas y liquidadores); y en la reunión realizada en el mes de
noviembre del año próximo pasado, en la cual, como fue dispuesto por sus
organizadores, participaron elementos de la más variada filiación ideológica ¡para
discutir la necesidad del partido y la “reconstitución”!.(11)
La
cuestión del partido proletario es, en principio, la cuestión de su doctrina,
la cuestión de su adhesión al marxismo-leninismo. Esto quiere decir que
cualquier amalgama ideológica que pueda consumarse, no pasaría de ser una
“juntucha”.
Las
características más salientes del liquidacionismo de Lastra son las siguientes:
1) retórica adhesión al “marxismo-leninismo-maoísmo” y monstruosa
tergiversación del mismo; 2) por lo tanto, falso “marxismo-leninismo-maoísmo”;
3) ergo, imposibilidad de integrar la verdad universal del proletariado con la
práctica concreta de la revolución peruana; 4) insolvencia para defender y
desarrollar la Creación Heroica de Mariátegui y, de hecho, tergiversación de la
misma; 5) por consiguiente, discurso pro-reconstitución y socavación práctica de
su contenido, su camino y su objetivo; 6) eclecticismo teórico y conciliacionismo
político; 7) en consecuencia, amalgama orgánica, es decir, apuesta práctica por
un partido-mezcolanza; 8) métodos criollos; 9) entrismo en organizaciones
partidarias y frentes; 10) creídismo; 11) renuencia a la autocrítica.
De la lucha de Mariátegui por la constitución
del Partido del proletariado peruano se desprenden dos cuestiones de fundamental
importancia: la necesidad de construir una teoría de la realidad y la
revolución peruanas y llevar adelante el necesario deslinde con toda suerte de
desviación, con toda forma de oportunismo tanto en las filas del proletariado
consciente (construcción del partido) como en el marco de las clases
trabajadoras en general (construcción de la hegemonía del partido entre las
masas).
¿Quiénes
han cumplido, en este tiempo en que la reconstitución del partido es una
perentoria necesidad del proletariado revolucionario, con defender la Creación
Heroica de Mariátegui y desarrollarla? ¿Quiénes han cumplido con establecer
esta base, única e insustituible, de la Reconstitución? ¿Lastra? ¿Algún otro
activista partidario de la amalgama ideológica? El lector tiene la palabra.
Así,
pues, en esta hora grávida de acontecimientos decisivos, los marxistas
consecuentes deben saber mirar cara a cara los hechos y deslindar con el falso
marxismo-leninismo-maoísmo, la tergiversación de la Creación Heroica de
Mariátegui, el eclecticismo teórico, el conciliacionismo político, la amalgama
orgánica que se pretende imponer con notoria desesperación. Solo así podrían
demostrar que no ponen la amistad por encima del marxismo, que no ponen ningún
interés subalterno por encima del interés de clase de llevar hasta el fin la
Reconstitución y potenciar la lucha por el socialismo. En cualquier otro caso, todo
lo que estarían haciendo es ponerle el hombro al liquidacionismo (forma
específica de revisionismo), al intento de desviar el camino de la
Reconstitución, al protervo designio de liquidar la Reconstitución misma con
aquello del partido-amalgama. En pocas palabras, y para decirlo francamente,
todo lo que estarían haciendo, así no sean conscientes de ello, es servir al
enemigo de clase.
La
lucha contra el liquidacionismo de derecha y de “izquierda” de los años
setenta, contra el revisionismo de “izquierda” de Abimael Guzmán y contra el
actual liquidacionismo de derecha de Ramón García y Jaime Lastra, hizo posible la
retoma y el desarrollo –no completo aún, pero suficiente por ahora– de los Fundamentos Ideológicos, Teóricos, Políticos
y Orgánicos del partido de Mariátegui, es decir, hizo posible ingresar a la
cuarta etapa relevante de la Reconstitución: a la etapa –no exenta de nuevas luchas,
como ha quedado demostrado ya– en la
cual comienzan a concentrarse los marxista-leninistas más conscientes y volitivos
a efecto de establecer un Comité de Coordinación que prepare a paso firme la
realización del trascendental Congreso Reconstituyente del partido de
Mariátegui y, sobre esta base, llevar hasta el fin su Reconstitución.
En
la lucha por alcanzar este objetivo, todo verdadero marxista-leninista (por
razones evidentes es forzoso hablar en estos términos), tiene las puertas
abiertas, pues nadie es dueño de las mismas. Pero, como no somos liberales
burgueses y, por eso, no somos partidarios de un partido-amalgama, afirmamos
que los marxista-leninistas tienen que desembarazarse de toda carga inútil y
adherir firmemente a la verdad universal del proletariado revolucionario y, al
mismo tiempo, abrazar realmente la Creación Heroica de Mariátegui. Solo así
podrían aportar teórica y prácticamente a la realización del Congreso
Reconstituyente del partido y a la consecución de la meta de llevar hasta el
fin la Reconstitución y, por lo tanto, solo así podrían ocupar con toda
justicia su puesto en la historia.
Notas
[1]
Mientras simulaba luchar por la existencia del partido, con el pretexto de que
basta la dirección ideológica García le entregaba en bandeja de plata al PCP-PR
la dirección del Sutep, desactivaba el Comité Regional de Lima del Partido y
conducía a la militancia al ocultismo.
[2] Sobre
esta negación y el partido-amalgama, el lector puede ver nuestros libros El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui, El partido de
Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución, La Creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano.
Planteamiento de la cuestión.
[3] En su
obnubilación, Lastra no se dio cuenta de que, por el desarrollo de los
acontecimientos, dicho título del Congreso había perdido vigencia.
[4]
Artículo fechado el 10 de octubre de 2011 y publicado en el blog Camino Socialista dos días después. Es menester sustituir la palabra malo,
destacada por Lastra con mayúsculas, por la palabra desviación (que es la
adecuada), pues cualquier marxista-leninista con un suficiente nivel teórico,
tiene que reconocer que ser “marxista” a secas (es decir “marxista”
antileninista), o “marxista-leninista-maoísta” (formulación que encierra la
negación del leninismo como el marxismo de nuestra época), o “guevarista”
(posición que representa tercerismo), o “trotskista” (oportunismo publicitado
por la reacción mundial y asumido especialmente por intelectuales pequeño
burgueses, heterodoxos por excelencia), o “fidelista” (corriente ligada al
revisionismo contemporáneo), es contrario a todo trabajo serio y responsable
por la reconstitución del partido de Mariátegui y por la construcción del
frente unido del pueblo peruano para la lucha por la toma del poder (frente,
por lo tanto, no electorero ni puramente reivindicativo). Para una mayor
información sobre este tema, el lector puede consultar nuestro artículo “La
reconstitución y la política concreta II”, publicado hace algunos meses en el
blog CREACIÓN HEROICA.
[5] No
solo su participación en los eventos de los liquidadores es prueba irrefutable
del conciliacionismo de Lastra, sino también su “frente unido” con una
vertiente del revisionismo jruschoviano-brezhneviano (ver los dos números de la
revista Pizarra Socialista) y su
vergonzosa conformidad con la arbitraria y oportunista división de nuestro
pueblo en “pueblo peruano” y “pueblo tawantinsuyano”. Para una mayor
información de estos ejemplos de conciliacionismo y abdicación, el lector puede ver nuestro artículo “La
reconstitución y la política concreta III”, publicado no hace mucho en este
blog.
[6] Carta
del 31.10.12 al CRJCM.
[7] Ver
nuestro artículo “La reconstitución y la política concreta II”.
[8] A
propósito de la no participación del PCP-SL en los famosos paros nacionales de
los setenta, en nuestro libro El pez
fuera del agua escribimos lo que sigue: “… el PCP-SL pretendió descalificar
algunas importantes luchas populares, como los paros nacionales de 1977 y 1978,
a los que, en una expresión de absurdo doctrinarismo, calificó de ‘paros
revisionistas’. Como no podía ser de otro modo, esta política contraria a la
acción frenteunionista del pueblo peruano abrió una brecha entre la
organización senderista y las amplias masas populares y, así, al replegarse al
departamento de Ayacucho en 1980, su frente unido actuado como suma de
‘organizaciones rojas’ constituyó nada más que la continuación de su egotismo
sectario” (pp. 120-121). Citado esto, se entenderá que lo que criticamos aquí
es la creencia de que todas las organizaciones de la izquierda ortodoxa y de la
izquierda reformista debieron participar en los paros armados de Sendero.
[9] Es
menester subrayar que el liquidacionismo de Lastra (negación del partido de
clase), estaba ya, in nuce, en su
afirmación según la cual “no es Malo ser, etcétera”
[10] El
lector puede encontrar una refutación del “marxismo-leninismo-maoísmo” de
Lastra en el artículo “La reconstitución y la verdad universal del proletariado”,
publicado hace algunos meses en este blog.
[11] Según
información recogida, esta reunión terminó en un ruidoso fracaso, no por culpa
de los invitados, sino por sus organizadores que, como es notorio, no tuvieron
(NO TIENEN) nada que proponer como base de un debate fructífero sobre
cuestiones cardinales: verdad universal del proletariado revolucionario,
integración de esta verdad con la práctica concreta de la revolución peruana,
línea política general (táctica, estrategia, frente unido, programa, etc.),
tipo de partido que requiere el proletariado peruano (partido de clase: de
cuadros, de masas).
18.01.2025.
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