(Cuarta
Parte)
S.
Meliujin
El
propio proceso de interacción de las partículas es igualmente contradictorio.
Según la teoría cuántica, la atracción entre las partículas se produce en
virtud del intercambio de cuantos del campo electromagnético, gravitacional y
nuclear. Este intercambio se basa en la bilateral radiación y absorción de los
cuantos por las partículas; es decir, la propia interacción resulta posible
gracias únicamente a la unidad de los procesos contrarios.
Con
el paso de las partículas elementales a los átomos y a las moléculas nacen
nuevas formas de contradicciones. La forma del movimiento químico se basa en la
contradicción entre asociación y disociación de los átomos y las moléculas.
Entre los átomos existen fuerzas electromagnéticas de atracción, a las que se
oponen fuerzas opuestas, originadas como resultado del propio movimiento de los
átomos y la acción de los estímulos exteriores. Esas fuerzas opuestas aspiran a
quebrantar el nexo químico entre los átomos y a provocar la desintegración de
las moléculas. Debido a ello, todo el sistema, siempre que tenga estabilidad,
permanece en un estado de equilibrio dinámico.
Una
contradicción análoga existe también en otros sistemas físicos, igual si se
trata de cuerpos macroscópicos que de sistemas estelares. Los elementos
integrantes de un sistema, que poseen velocidades propias relativamente
grandes, aspiran a abandonar el sistema. Se oponen a esta tendencia potentes
fuerzas electromagnéticas o gravitacionales que contienen a los elementos en el
marco del sistema. El sistema es estable mientras que la energía de sus
conexiones internas sea mayor que la energía de la acción exterior y la energía
cinética total de los elementos integrantes. En caso contrario se produce la
contradicción entre la vieja forma de organización y las nuevas fuerzas del
sistema. La solución de esa contradicción conduce al cambio de la estructura
del sistema y al nacimiento de una nueva forma de la materia, dotada de equilibrio
dinámico.
Las
formas de movimiento biológico se caracterizan por sus propias contradicciones.
La más general es la contradicción entre el organismo y las condiciones de su
existencia, cuya solución conduce a la transformación de la forma interna y del
tipo de metabolismo del organismo, a la modificación de sus caracteres
hereditarios en consonancia con las nuevas condiciones de vida. El metabolismo,
de por sí, constituye una contradicción entre la asimilación y la disimilación.
En diversas formas de reflejo existe la contradicción entre excitación e
inhibición, cuya acción recíproca constituye el contenido interno del proceso
de excitabilidad, sensación y pensamiento. Por último, en las relaciones entre
las especies, y dentro de las mismas, las contradicciones se manifiestan en
forma de lucha de competencia entre individuos de la misma especie, si están
limitados en las condiciones de vida, y, sobre todo, en forma de lucha entre
las especies. El resultado de la acción de esas contradicciones es la selección
natural.
En
los fenómenos sociales se producen contradicciones de un tipo totalmente nuevo:
entre el hombre y la naturaleza, entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción, la base y la supraestructura, la producción y el
consumo, las diversas clases y grupos sociales, entre los Estados y entre lo
viejo y lo nuevo en todas sus manifestaciones. Las contradicciones sociales
pueden tener un carácter antagónico o no antagónico.
Los
conceptos de contradicción antagónica o de contradicción no antagónica pueden
aplicarse sólo a la esfera de los fenómenos sociales, ya que su solución
presupone la acción de un factor subjetivo, la posibilidad de elegir entre el
modo pacífico o el violento. En la esfera de los fenómenos de la naturaleza
dichos conceptos son inaplicables, y si son empleados por algunos naturalistas,
no pasan de ser una especie de metáfora. Los casos conocidos de aniquilamiento
recíproco de partículas y antipartículas y su conversión en cuantos de campo
electromagnético, de la lucha entre las especies, así como entre diversos
microorganismos, son manifestaciones de formas de movimiento físico y
biológico que se realizan siempre a base de determinadas leyes de la naturaleza
y no pueden realizarse de otro modo. En estos casos no hay ninguna elección
entre varias soluciones posibles, ya que los fenómenos dados transcurren con
arreglo a leyes inquebrantables de la naturaleza.
Vemos,
pues, que con el desarrollo de la materia y la complicación de sus formas de
movimiento constantemente se vuelven más complejos los tipos de las
contradicciones y surgen contradicciones nuevas por principio, desconocidas
anteriormente. Y en todos los fenómenos, empezando por las interacciones de las
micropartículas y terminando por los complejos cambios sociales, las
contradicciones constituyen el estímulo interno y el contenido del proceso de
desarrollo.
3. La interacción de
los contrarios como
fuente de desarrollo.
El
análisis de las contradicciones en las diversas formas de materia y movimiento
nos conduce de lleno al problema de cómo la interacción de las contradicciones
condiciona el desarrollo en la naturaleza inorgánica. La solución de ese
problema depende de otros muchos problemas científico-naturales y filosóficos,
pero la ley que estamos examinando permite trazar las vías fundamentales en esa
dirección.
El
desarrollo ascendente en la naturaleza inorgánica viene a ser un proceso de
complicación de vínculos, formas de movimiento y estructura de los objetos
materiales. Esta complicación está condicionada, en su esencia, por la interacción
entre lo continuo y lo discontinuo, la atracción y la repulsión, así como por
algunas otras contradicciones en la estructura de los cuerpos inorgánicos.
Examinaremos sucesivamente cómo determina el desarrollo cada grupo de
contrarios.
Una
de las manifestaciones más importantes de la unidad entre lo continuo y lo
discontinuo en la estructura de la materia es la vinculación indisoluble entre
las partículas y el campo. Gracias, precisamente, a esa vinculación resulta
posible la formación de diversos sistemas materiales. La acción de las fuerzas
nucleares, transportadas por el campo mesónico, conduce a la agrupación de
protones y neutrones en núcleos atómicos; los campos electromagnético y
gravitacional asocian los núcleos y electrones en átomos, los átomos en
moléculas y estas últimas en cuerpos macroscópicos. Incluso la formación de
sistemas cósmicos gigantescos resulta posible gracias tan sólo a la acción
unificadora del campo gravitacional. Sin esa unidad de lo continuo y lo
discontinuo la materia no podría poseer ninguna estructura concreta y, por
consiguiente, tampoco sería posible su desarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.