domingo, 1 de febrero de 2015

Filosofía

Interacción de los Contrarios en el Desarrollo

(Cuarta Parte)

S. Meliujin

El propio proceso de interacción de las partículas es igualmente contradictorio. Según la teoría cuántica, la atracción entre las partículas se produce en virtud del intercambio de cuantos del campo electromagnético, gravitacional y nuclear. Este intercambio se basa en la bilateral radiación y absorción de los cuantos por las partículas; es decir, la propia interacción resulta posible gracias única­mente a la unidad de los procesos contrarios.

Con el paso de las partículas elementales a los átomos y a las moléculas nacen nuevas formas de contradicciones. La forma del movimiento químico se basa en la contradicción entre asociación y disociación de los átomos y las moléculas. Entre los átomos existen fuerzas electromagnéticas de atrac­ción, a las que se oponen fuerzas opuestas, originadas como resultado del propio movimiento de los átomos y la acción de los estímulos exteriores. Esas fuerzas opuestas aspiran a quebrantar el nexo químico entre los átomos y a provocar la desintegración de las moléculas. Debido a ello, todo el sistema, siempre que tenga estabilidad, permanece en un estado de equilibrio dinámico.

Una contradicción análoga existe también en otros sis­temas físicos, igual si se trata de cuerpos macroscópicos que de sistemas estelares. Los elementos integrantes de un siste­ma, que poseen velocidades propias relativamente grandes, aspiran a abandonar el sistema. Se oponen a esta tendencia potentes fuerzas electromagnéticas o gravitacionales que contienen a los elementos en el marco del sistema. El sistema es estable mientras que la energía de sus conexiones internas sea mayor que la energía de la acción exterior y la energía cinética total de los elementos integrantes. En caso contrario se produce la contradicción entre la vieja forma de organi­zación y las nuevas fuerzas del sistema. La solución de esa contradicción conduce al cambio de la estructura del sistema y al nacimiento de una nueva forma de la materia, dotada de equilibrio dinámico.

Las formas de movimiento biológico se caracterizan por sus propias contradicciones. La más general es la contradic­ción entre el organismo y las condiciones de su existencia, cuya solución conduce a la transformación de la forma in­terna y del tipo de metabolismo del organismo, a la modifi­cación de sus caracteres hereditarios en consonancia con las nuevas condiciones de vida. El metabolismo, de por sí, cons­tituye una contradicción entre la asimilación y la disimila­ción. En diversas formas de reflejo existe la contradicción entre excitación e inhibición, cuya acción recíproca constitu­ye el contenido interno del proceso de excitabilidad, sensa­ción y pensamiento. Por último, en las relaciones entre las especies, y dentro de las mismas, las contradicciones se ma­nifiestan en forma de lucha de competencia entre individuos de la misma especie, si están limitados en las condiciones de vida, y, sobre todo, en forma de lucha entre las especies. El resultado de la acción de esas contradicciones es la selección natural.

En los fenómenos sociales se producen contradicciones de un tipo totalmente nuevo: entre el hombre y la natura­leza, entre las fuerzas productivas y las relaciones de pro­ducción, la base y la supraestructura, la producción y el consumo, las diversas clases y grupos sociales, entre los Es­tados y entre lo viejo y lo nuevo en todas sus manifestacio­nes. Las contradicciones sociales pueden tener un carácter antagónico o no antagónico.

Los conceptos de contradicción antagónica o de contra­dicción no antagónica pueden aplicarse sólo a la esfera de los fenómenos sociales, ya que su solución presupone la acción de un factor subjetivo, la posibilidad de elegir entre el modo pacífico o el violento. En la esfera de los fenómenos de la naturaleza dichos conceptos son inaplicables, y si son empleados por algunos naturalistas, no pasan de ser una especie de metáfora. Los casos conocidos de aniquilamiento recíproco de partículas y antipartículas y su conversión en cuantos de campo electromagnético, de la lucha entre las especies, así como entre diversos microorganismos, son mani­festaciones de formas de movimiento físico y biológico que se realizan siempre a base de determinadas leyes de la natura­leza y no pueden realizarse de otro modo. En estos casos no hay ninguna elección entre varias soluciones posibles, ya que los fenómenos dados transcurren con arreglo a leyes inque­brantables de la naturaleza.

Vemos, pues, que con el desarrollo de la materia y la complicación de sus formas de movimiento constantemente se vuelven más complejos los tipos de las contradicciones y surgen contradicciones nuevas por principio, desconocidas anteriormente. Y en todos los fenómenos, empezando por las interacciones de las micropartículas y terminando por los complejos cambios sociales, las contradicciones constituyen el estímulo interno y el contenido del proceso de desarrollo.

3. La interacción de los contrarios como
fuente de desarrollo.

El análisis de las contradicciones en las diversas formas de materia y movimiento nos conduce de lleno al proble­ma de cómo la interacción de las contradicciones condiciona el desarrollo en la naturaleza inorgánica. La solución de ese problema depende de otros muchos problemas científico-naturales y filosóficos, pero la ley que estamos examinando permite trazar las vías fundamentales en esa dirección.

El desarrollo ascendente en la naturaleza inorgánica viene a ser un proceso de complicación de vínculos, formas de movimiento y estructura de los objetos materiales. Esta complicación está condicionada, en su esencia, por la inter­acción entre lo continuo y lo discontinuo, la atracción y la repulsión, así como por algunas otras contradicciones en la estructura de los cuerpos inorgánicos. Examinaremos su­cesivamente cómo determina el desarrollo cada grupo de contrarios.

Una de las manifestaciones más importantes de la uni­dad entre lo continuo y lo discontinuo en la estructura de la materia es la vinculación indisoluble entre las partículas y el campo. Gracias, precisamente, a esa vinculación resulta posible la formación de diversos sistemas materiales. La acción de las fuerzas nucleares, transportadas por el campo mesónico, conduce a la agrupación de protones y neutrones en núcleos atómicos; los campos electromagnético y gravitacional asocian los núcleos y electrones en átomos, los átomos en moléculas y estas últimas en cuerpos macroscópicos. Incluso la formación de sistemas cósmicos gigantescos resulta posible gracias tan sólo a la acción unificadora del campo gravitacional. Sin esa unidad de lo continuo y lo discontinuo la materia no podría poseer ninguna estructura concreta y, por consiguiente, tampoco sería posible su desarrollo.

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