El
Hombre Como Primate.
(Primera
Parte)
M.F.
Niesturj
Rasgos de adaptación del cuerpo humano para
la marcha erecta
Los
hombres contemporáneos constituyen la especie del hombre razonable (Homo sapiens Linnaeus,
1735; del latín — "homo" — hombre, "sapiens" — razonable,
sensato, inteligente). Junto con los géneros y subespecies de los representantes
fósiles de la humanidad, los hombres contemporáneos forman la familia de los
homínidos (Hominidae — del latín, "homo", genitivo
"hominis" — hombre, del griego "idos" — especie). Junto
con la familia de parentesco cercano a los simios antropoides (Siiniidae), los
homínidos entran en la superfamilia de los primates catarrinos antropomorfos
superiores (Superfamilia:
Anthropomorpha s. Hominoidea).
Esta superfamilia, con todas sus particularidades distintivas, linda más
estrechamente que las demás a la otra superfamilia de los primates catarrinos,
a saber, a los cinomorfos (Superfamilia:
Synomorphá), en cuya composición entra la familia de los monos
catarrinos inferiores o cercopitecidos (Familia: Cercopithecidae).
Ambas superfamilias — antropomorfos y
cinomorfos — se enlazan en la sección catarrina de los primates superiores (Catarrhina s. Catarrhini). De la
sección platirrina de los primates platirrinos superiores, es decir, de los
monos americanos
(Platyrrhinas s.
Platijrrhini), la distinguen las siguientes particularidades: 1)
en su mayor parte, el tabique nasal es estrecho (septum nasale),
incluyendo el cartílago; 2) presencia, en la mayoría de los casos, de la sutura
frontotemporal en la región de la fosa temporal, es decir, el pterión
frontotemporal (en griego "pteron" — ala), que supera el extremo
superior del ala mayor del esfenoides y del hueso temporal; 3) meato auditivo
óseo exterior; 4) dos premolares; 5) la parte en "S" del intestino
grueso o intestino sigmoideo.
El hombre, según las particularidades
exteriores y estructura interna de su cuerpo es, sin duda alguna, un primate.
Con la mayoría aplastante de los primates superiores e inferiores, al hombre
le unen los siguientes rasgos de la estructura: las uñas planas, un poco
arqueadas en los primeros dedos de las manos y los pies; la mano con los dedos
III y IV más largos; un par de glándulas mamarias en el pecho; desarrollo
progresivo de los analizadores óptico y cinestésico con el estado retrogresivo
del olfativo; surco calcarino en la parte medial del lóbulo occipital; el asta
posterior del ventrículo lateral del cerebro; anillo óseo alrededor de la
órbita, clavícula bien desarrollada; cuatro clases de dientes — incisivos,
caninos, premolares y molares; la forma sencilla de retorta del estómago; el
intestino ciego; disposición de los testículos eri el escroto.
Otros rasgos más que aproximan al hombre a
los monos: la posición delantera de las órbitas; la pared casi toda ósea entre
la cavidad de la órbita y la fosa temporal; el encéfalo intensamente
desarrollado; la estructura particular de la retícula ocular; presencia de la
mancha amarilla (mácula) y la fovea central; curvatura
del intestino grueso; útero simple; placenta en forma de disco. Con los
catarrinos al hombre le une el tabique nasal estrecho y presencia de sólo dos
premolares.
Los rasgos de semejanza del hombre con los
antropoides en cuanto a la estructura del cuerpo se explican, en primer lugar,
en que los antepasados del hombre eran los monos antropomorfos que vivían en
los árboles y que más tarde tuvieron que pasar a la vida terrestre. Aquí, en
ellos se desarrolló la marcha erecta y luego el trabajo, lo que promovió la
reestructuración de su organismo por la línea de la adaptación a las nuevas
condiciones de vida. Como resultado del prolongado proceso del desarrollo
surgió una serie de diferencias bruscas del hombre, como el primate bípedo
terrestre, de los antropoides arbóricos. La marcha erecta y el trabajo
transformaron fuertemente el cuerpo humano y le dieron la singularidad
cualitativa de la constitución física.
En el aspecto exterior del hombre, como
primate bípedo, se destacan, ante todo, la posición erecta del cuerpo, el
tronco y cuello verticales con las extremidades inferiores completamente
desdobladas en la articulación de la rodilla. La posición vertical del tronco,
al estar parado o durante el desplazamiento por la tierra, se condiciona por el
desarrollo y disposición particular de los músculos coxofemorales, por ejemplo,
glúteos y cuadríceps crural, y también de los ligamentos correspondientes, por
ejemplo, el ligamento iliofemoral. Aquí, para la estabilidad tiene
importancia, además do eso, la forma ensanchada de la pelvis y el ángulo de
inclinación del cuello comparativamente largo del fémur, con respecto a su
diáfisis, que varía de 121 a 233°.
Mas es característica la columna vertebral
curvada, en forma de "S", con una curvatura cervical y otra lumbar
hacia delante o lordosis y dos curvaturas hacia atrás o cifosis — torácica
y sacra. Esta estructura de la columna vertebral se elaboró en calidad de
dispositivo amortiguador para la marcha bípeda; está condicionada la
paulatinidad de los movimientos del tronco, lo protege de las lesiones durante
los movimientos bruscos y saltos.
La cabeza está bien equilibrada en la
columna vertebral, descansa en su parte cervical que está mejor expresada que
en los monos antropomorfos. La posición natural do la cabeza en el hombre está
unida con la posición casi horizontal del eje basicraneal y permite que los
ejes longitudinales de las órbitas se dirijan Lacia adelante y un poco abajo.
Los canales laterales del estatolaberinto se sitúan horizontalmente, como la
línea que une dos puntos en el cráneo — nasión y
porión. Esto permite hablar sobre la orientación de la cabeza o cráneo por la
horizontal fisiológica o por la estatohorizontal (S. I. Uspenski, 1954).
Esta posición de la cabeza en el hombre
depende también de que el agujero occipital se encuentra no lejos del centro
del cráneo y está situado más o menos horizontalmente, y en muchos casos,
incluso se dirige hacia adelante. En los monos y otros mamíferos éste está
abierto hacia atrás, por ejemplo, en Jos antropoides bajo el ángulo de 17-35°. Tal
equilibrio de la cabeza en la columna vertebral hace posible mantener su
pesadez con ayuda de una musculatura relativamente más débil que en los
grandes monos u otros mamíferos cuadrúpedos con los tamaños y peso del cuerpo
correspondientes. También la musculatura masticadora del hombre es menos
potente. Todo eso hace comprender la debilidad de los relieves externo e
interno del cráneo del hombre en comparación con los antropoides.
El aumento de los tamaños y el desarrollo
progresivo del encéfalo condujo al crecimiento del volumen de la caja cerebral
con el afinamiento simultáneo de sus paredes en los homínidos en el proceso de
su evolución.
El tronco del hombre, en la parte torácica,
está aplanado considerablemente en sentido ventrodorsal. Eso depende, en grado
mayor, de la compresión do la caja torácica de delante atrás. Incluso en el
caso de la forma de cono y gran abertura del ángulo hipogástrico de la caja
torácica, el hombro se distingue fuertemente no sólo de los monos inferiores
con su caja torácica más corta, amplia y profunda. Al juzgar por la forma
amplia de la caja torácica de los monos grandes y pequeños antropomorfos, los
antepasados antropoides del hombre lograron su aplanamiento en grado
considerable, aún en el período de la vida arbórea, donde ellos se desplazaban
en una posición más o menos vertical.
La estructura de las extremidades
inferiores del hombre está también adaptada para la marcha erecta: esto se
refiero al enderezamiento de la articulación de la rodilla, el desarrollo
poderoso de algunos músculos del fémur (cuadríceps) y de la pierna (tríceps) y
también al arqueamiento longitudinal de la planta del pie. Las articulaciones
coxofemorales dispuestas ampliamente favorecen la estabilidad. Los dedos de la
planta están acortados, está desarrollado más que otros el dedo gordo, sobre el
cual cae el apoyo principal durante el desplazamiento. Este dedo, en la mayoría
de los casos, es el más largo. Este perdió la propiedad de oponerse a los demás
y está abarcado por el ligamento metatarsiano que os común para todos los dedos
de la planta.
La planta del pie del hombre es arqueada en
sentido longitudinal y transversal, lo que condiciona la posibilidad del
movimiento más lento y elástico por la tierra. Gracias al traslado de la
gravedad del cuerpo sólo en dos extremidades, y la modificación de la posición
del dedo gordo, en los dibujos táctiles se produjeron alteraciones y cambios.
Por ejemplo, el trirradio
t13 se desplazó más cerca a la base del dedo gordo.
Las plantas de los pies del hombre y de los
antropoides, con todas sus diferencias, conservan entre sí gran semejanza, por
ejemplo, en la musculatura del dedo gordo. Algunos especialistas consideran que
la planta humana puede ser deducida del tipo goriloideo o chimpancoideo. A
favor de eso testimonia también la estructura de la planta en los embriones
humanos con los dedos II-V relativamente largos y el dedo gordo notablemente
opuesto a éstos.
Para la formación del cuerpo humano en el
curso de la evolución de los homínidos tuvo gran importancia aquella
circunstancia en la cual sus antepasados del mioceno fueron antropoides
bastante grandes que vivían en los árboles y que al pasar a la marcha erecta
motivó que la distribución de la gravidez pasara a ser otra. El peso del cuerpo
de los antepasados terrestres, al juzgar por los tamaños de sus cráneos,
mandíbulas y dientes, constituía, aproximadamente, 40-50 kg. Es probable que
sus extremidades anteriores y el tronco estaban fuertemente desarrollados, pero
con el aumento de la potencia y longitud de las extremidades inferiores, el
centro de gravedad tuvo que desplazarse hacia abajo y en fin de cuentas ocupó
en el hombre contemporáneo la posición a nivel de la II o III vértebra sacra.
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