Nuevo Libro
Sobre Guamán Poma:
El Mundo Está Perdido.
Influencias de Acuña y
Arteaga
en el Ideario de Guamán
Poma, de Alfredo Alberdi Vallejo
1. INTRODUCCIÓN.
Hace mucho tiempo, cuando tomaba nota de un testamento deteriorado,
con una sarta de “mandas forzosas” y varios ítems sin mucha importancia, donde
ordenaba una noble indígena nombrada doña María Yupanqui quien decía ser
consorte de “Felipe Lázaro Guamán Poma”, no habría imaginado que me estaría
poniendo en camino para ubicar un manuscrito “gemelo” de “El primer nueva
corónica y buen gobierno”. En ese manuscrito de 1664, mencionaba que el
marido de ella había sido alguna vez “criado del doctor Docaña”, funcionario de
la Real Audiencia limeña.
En el gobierno colonial de finales del siglo XVI, no hubo un
funcionario con ese apellido “Docaña” o “de Ocaña”. Una vez releída la obra del
cronista quechua y habiendo descifrado el anagrama de “Crestobal de la Cruz mi
señor y amo” recién pudimos dar con el verdadero nombre del oidor doctor
Alberto de Acuña, español y contemporáneo de Guamán Poma, para quien habría
trabajado en calidad de “lengua” o intérprete como veremos a lo largo de todo
este estudio.
Muchos investigadores sobre la biografía y obra del cronista
huamanguino, tampoco tuvieron en cuenta una relación estrecha entre ambos
personajes, siempre se tuvo la idea que la “mayor influencia”, para que
escribiese “El primer nueva corónica y buen gobierno” habría sido el mercedario
Martín de Murúa que, en honor a la verdad, esa fue una colaboración entre ambos
autores aunque el tonsurado se habría beneficiado mucho más que el indígena
quechua de aquella amistad.
Otros autores contemporáneos han indicado los influjos en
Guamán Poma como es el caso del obispo huamanguino Gerónimo de Oré y otros. Pero,
¿dónde y cuándo aparecieron esas influencias directas del doctor de Acuña en
Guamán Poma? ¿Quién fue aquella ilustre persona? ¿Sólo él habría tenido
decisiva importancia en la vida y obra del cronista quechua? ¿O habría otros
personajes hispanos que le ayudaron ha forjar su obra? Todas estas preguntas
fueron hechas a lo largo de muchos años por varias personas dedicadas a
comprender y descubrir la vida del autor quechua; nosotros aquí iremos
respondiendo esas interrogaciones basados en la documentación colonial que, de
alguna u otra manera, tienen bastante parecidos la obra guamanpomina.
El oidor doctor Alberto de Acuña es el principal soporte
para la obra del cronista quechua. ¿Era desconocido este ilustre personaje en
la historia peruana porque su nombre nadie lo mencionó en sus trabajos? De
Acuña fue un ilustre personaje influyente no solo en los indígenas en su
calidad de “Abogado defensor general de los indios”, sino en varios estamentos
del Estado colonial: catedrático en la Real y Pontificia Universidad San Marcos
de Lima, miembro del Tribunal del Consulado de
Lima, miembro fundador y creador de la Real Audiencia de Chile,
entre otros.
Los numerosos manuscritos del doctor Alberto de Acuña fueron
perdidos durante el saqueo a la Biblioteca Nacional del Perú durante la Guerra
del Pacífico (1879–1883). Entre los investigadores modernos que han estudiado
los documentos escritos por de Acuña, destacan Roberto Levilier (1885–1969) con
su trabajo: “Gobernantes del Perú” (Tomo X, Madrid, 1926); Luis Eguiguren en:
“Diccionario cronológico de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos de
Lima” (Tomo I, Lima, 1949); Constantino Bayle en: “Protector de indios”,
Sevilla, 1945; el Padre Rubén Vargas Ugarte en: “Manuscritos peruanos en la
Biblioteca Nacional de Lima”, 1940; Guillerno Swayne y Mendoza en: “Mis
antepasados”, Lima, 1951; Manuel Moreyra Paz Soldán en: “Oidores y virreyes”,
tomo II, Lima, 1957, Guillerno Lohmann Villena y Raúl Porras Barrenechea en
años posteriores.
La mayoría de los historiadores, arriba mencionados,
estudiaron la personalidad y obra de Acuña en estricta consonancia a su
desempeño burocrático como funcionario del Estado colonial, pero en cuanto a su
aspecto como “defensor de los indios” solamente se le conoció medianamente y
ninguno sospechó el acercamiento con la obra del cronista quechua.
Pero no solamente de Acuña tuvo un papel importante en el formación
intelectual de Guamán Poma, sino algunos funcionarios, aunque no tan
“indigenistas” como el anterior nombrado; pues aquellos de alguna manera,
tuvieron papel central en sus enseñanzas leguleyas y, sobre todo, económicas en
la administración política del Estado, como es el caso del otro oidor doctor
Pedro Arteaga de Mendiola, contemporáneo del cronista huamanguino.
Los escritos del doctor Arteaga de Mendiola, hasta la
actualidad, no fueron estudiados a cabalidad, muchos que investigaron la documentación
relacionada con las minas de azogue de Huancavelica a ésos informes, sobre este
caso, fueron atribuídos al virrey conde del Villar.
En mayor medida el influjo de otro contemporáneo de Guamán Poma,
habría sido el burócrata provinciano don Juan Pérez de Gamboa en cuanto haberle
abierto, inconscientemente, las puertas de la alta administración colonial
limeña a partir de sus servicios como traductor entre pleitos de
indígenas–indígenas y españoles–indígenas.
Pero esos influjos, de los personajes arriba citados, tienen
sus gradaciones, estilos y niveles de conocimientos que asimiló Guamán Poma al
escribir su obra. Para comprobar estos detalles, hemos procedido a estudiarlos
entre la biografia y la diplomática para acertar en nuestro cometido y de lo
que sobresale, en mayor grado, es el ejemplar magisterio de Acuña en el
cronista nativo.
Metodológicamente, hemos acudido a la comparación epistemológica
basados estrictamente en la documentación, aún inédita, a cuyos autores los
iremos mencionando a lo largo del presente trabajo.
El título de nuestro trabajo está tomado de la frase del
mismo Guamán Poma: “el mundo está perdido” (Nueva corónica, pág.
975) porque el orden social permanece trastocado desde la colonia, según el orden
cronológico y la visión histórica indígena porque no tiene consideración mínima
a la propiedad originaria y la organización antigua del incanato, por eso está
perdido; pues la única manera de superar ese orden invertido social y la sobre
vivencia nativa es la devolución de las tierras usurpadas por las encomiendas a
sus dueños quechuas y aymaras.
El primer punto versa sobre algunos datos biográficos, tanto
del mismo cronista como de los personajes influyentes en el autor quechua: los
doctores oidores de la Real Audiencia de Lima, don Alberto de Acuña y don Pedro
Arteaga de Mendiola, también el corregidor Juan Pérez de Gamboa de quien Guamán
Poma fue traductor en la antigua Huamanga colonial. A estos ilustres personajes
Guamán Poma los pudo conocer, tratar y trabajar junto con ellos gracias a su
manejo de las lenguas castellana y quechua. En esta parte del capítulo
destacamos, aparte de su educación adquirida desde niño por el autor
ayacuchano, la situación de los traductores legales protegidos o sancionados
por el Estado colonial. En este tema resaltamos el caso de las “juntas” que
hicieron algunos nobles indígenas del Cusco para cuestionar que se entregasen o
vendiesen las tierras a “perpetuidad” a los encomenderos, en cuyo plan y estudio
estaba una comisión en Lima, con tal propósito, encargado por la Consejo de
Indias. A esta situación social del descontento nativo le llamó la burocracia
colonial limeña como: “la contradicción de la perpetuidad de los indios” cuya
víctima fue el mestizo traductor Antonio Ruiz en 1563, inculpado de “traducir
antojadizamente” la palabra castellana “perpetuidad” al quechua como: “landi”
(ranti) que significa: comprar, vender o enagenar”. Este proceso seguido
contra Ruiz y que marcó un descontento general en la sociedad cusqueña, de la
que era natural por nacimiento, y por los mismos escándalos, fraudes y demérito
moral de Briesca de Muñatones quien era el jefe de la llamada “comisión para la
perpetuidad”. Aquel proceso seguido al traductor fue anulado y la misma “perpetuidad”
olvidada por la Corona de España. En ese momento que la comisión estudiaba la
conveniencia de aplicar la “perpetuidad”, escribieron sendos “memoriales” un
clérigo llamado “racionero” Villareal quien su escrito entregó al virrey don
Francisco Toledo, pues cualquiera que lea el memorial de este autor notará su
inclinación a la venta de hombres y tierras por la Corona a los encomenderos;
es decir era partidario de la “perpetuidad” y con marcado racismo contra los
naturales los califica con los mayores epítetos negativos e injuriosos. Otro
memorial por aquel entonces es del oidor Juan de Matienzo. Este escrito extenso
presentado a la Audiencia de Charcas en 1567, es a raiz de la discusión de la
“perpetuidad”. Matienzo defendía, a medias, la venta de ciertas tierras y
hombres a sus encomenderos, pero sin “jurisdicción”, es decir, sin que tenga un
efecto legal la propiedad vendida sino que sea una especie de “anticresis”.
Además, el memorial de Matienzo tiene el objeto de levantar todo un esquema de
la organización burocrática colonial. Pero esa discusión de la “perpetuidad”
estaba ya tan lejos, hacia 1592, en la mentalidad intelectual y social de esos
hombres que manejaban el timón del Estado colonial; por consiguiente, Guamán
Poma, ya no sintonizaba con esos pareceres, especialmente con esas discusiones
en que eran levantadas las ideas del obispo Bartolomé de las Casas. Guamán Poma
ya no participaba de ese punto de vista “lascasiano” porque ya estaba superado
el tema de la “perpetuidad” en ese momento histórico que le tocó escribir la
situación política y social en su crónica nativa.
El segundo punto aborda el tema de la base económica
colonial, ponemos énfasis en la explotación y producción minera del azogue y la
plata. Consideramos necesario relevar la visita de las minas de Huancavelica
donde se aplicaba una técnica nueva llevada del experimento de Almadén, España,
y la integración de especialistas anónimos que adquirieron experiencia en el
trabajo minero de Amberes (actual Bélgica) que se explotaba con subvención de
los capitales de los Fugger. Esa implementación remozada estaría bajo un
estudio y sistemática distribución de la mano de obra nativa obligatoria
mediante la “visita” hecha en 1588 por el oidor don Pedro Arteaga de Mendiola.
Es muy probable que Guamán Poma estuviese presente en aquella actividad del
oidor en calidad de traductor. La documentación estudiada de las minas de
Huancavelica, está plenamente registrada todas las condiciones de las minas en
arriendo o posesión de los artesanos mineros españoles, pero el caso de dos
indígenas doña Inés Asto y Fernando Guamán, que también tenían sus propiedades,
sólo quedan como mención tangencial. Y, precisamente, es este tema que mueve a
seria meditación en la perspectiva de aclarar la personalidad de Guamán Poma.
En este documento de Arteaga menciona al que actuó como lengua a un indígena llamado
don “Lorenzo Anchachumbi” quien habitaba en la misma Real Audiencia de
Lima. Cuando revisábamos nuestros apuntes, sacados de los pleitos de tierras
que contenían los manuscritos del Hospital de los Naturales de Huamanga,
registraba el nombre de “Felipe Lázaro Guamán Poma”, mientras
otros declarantes que aparecían en el mismo manuscrito y refiriéndose al mismo
personaje, le llamaban “Felipe Lorenzo Guamanchumbi”, ¿estos
nombrados eran la misma persona o eran diferentes personalidades? ¿Felipe
Guamán Poma de Ayala, habría sido el seudónimo de Lorenzo Anchachumbi? ¿O
Lorenzo Anchachumbi habría sido el otro nombre que usaba Felipe Guamán Poma de
Ayala? En medio de todos estos papeles, también sale a luz el nombre de una indígena
propietaria minera en Huancavelica llamada doña Inés Asto que era la
esposa del artesano minero Luis Ávalos de Ayala. Esta misma propietaria
nativa aparece en los pleitos de tierras de Chupas, una década después, con el
nombre completo de Inés Asto Coca (una veces el apellido Coca se
escribe como “Coya”) y la variante de Inés Coca quien era hija
del cacique Miguel Coca del repartimiento de los “Pabres” de Huamanga
colonial. Este linaje estuvo encomendado a favor de Garci Diez de San Miguel,
marido de doña Isabel de Solier. El cacique Miguel Coca estuvo
casado con doña Inés Chuquitinta, tía de Guamán Poma. El problema surge
en que la hija de ambos nativos “Pabres”, Inés Asto Coca estuvo
casada con Alonso Guamani y no con Luis Ávalos de Ayala.
Sin embargo, en la propiedad de la mina de azogue “Chacllataca” aparecen
los propietarios registrados como Inés Asto y Fernando Guamán o
Guamani. ¿Habría sido esta Inés Asto una hija de Inés Asto Coca o Inés
Coca? También vale aclarar la situación del artesano minero Luis Ávalos de
Ayala que era hijo del “conquistador” capitán Luís Ávalos de Ayala, ambos
personajes parientes de Garci Diez de San Miguel y del heredero (en 1618) de la
encomienda de los “Pabres” de Huamanga, don Antonio Díez de San Miguel y
Solier. En la documentación del segundo Luis Dávalos o Ávalos menciona a su
padre que habría fallecido 1546, según presenta en su información el 31 de
agosto de 1557; además, dice que tiene otros dos hermanos menores que no
menciona sus nombres; en concreto, solicita una encomienda basado en los
méritos del padre. Al parecer, ésta sería una estrategia para obtener mano de
obra indígena y destinarlos al trabajo de las minas, aunque en su pedido no
menciona su condición civil de tal manera que, incluso, se diluye su matrimonio
con doña Inés Asto Coca; finalmente indica que le gustaría poseer una encomienda
en el Cusco que fueron de Pedro de Cabrera, Francisca de Cabrera y Luisa de la
Cerda (en 1572 dejaron Omasuyos y Cotabambas).
Entonces, ¿quién es quién detrás de todos esos nombres?
¿Cómo salir de este intríngulis? Al parecer sólo quedaría la esperanza que en
el futuro aparezcan más documentos que nos dé luces al respecto.
El tercer punto, es el más extenso de este trabajo porque
constituye el eje donde gira toda la novedad del móvil en que podría haberse inspirado
Guamán Poma para la construcción de su obra. De hecho, está todo el esquema del
memorial de Acuña, como una columna vertebral en la que descansaba, por lo
menos, todo el tema de “el buen gobierno” que es lo más sustantivo en la
crónica del autor quechua. Muchas de las desconexiones que notaron algunos autores
en Guamán Poma, es tan explícito porque obedecía seguir el esquema del memorial
de Acuña y, por este motivo de fuerza, para que sean entendidas las ideas
escritas acompañaría con los dibujos. Los capítulos compuestos por el autor ayacuchano
se adecuaba a las ideas generales vertidas por el oidor. Aquí cabe aclarar lo
siguiente: para todo el tema sobre la Iglesia, estaba subdividido en asuntos
complejos económicos con el caso de “diezmos”, la conveniencia en que los
indígenas no sean cargados con ese pago porque, como clara línea, sea por la
conversión de los nativos al cristianismo; se eliminarían los abusos de los
“arrendadores” o cobradores de los diezmos contra los nativos. Asimismo, de la
venta de las “bulas” de la Santa Cruzada que era insustituible –por entonces negociado
religioso– se proyectaba que podrían pagar los naturales mediante sus “cajas de
comunidades”. Todo ese complejo asunto económico, Guamán Poma pudo tratarlos
mediante algunos capítulos específicos escritos en: “Iglesia”, “Padres” e
“Indios”; aunque no todo podría destacarse en estos títulos incluidos como se
verá en los cuadros comparativos. También podría haber organizado su obra el
cronista ayacuchano siguiendo el orden del memorial de Acuña, en cuanto al trabajo
de las “minas” –aunque en este tema también habría ciertos influjos del oidor
Pedro de Arteaga de Mendiola– donde se contemplaba los maltratos a los nativos
por los “corregidores, los “curas doctrineros” y los “comisarios”. También
contienen el asunto de la disminución de la población nativa; es decir la
carencia de mano de obra nativa, por tanto iría en la reducción de los tributos
por lo que era necesario hacer ajustes temporarios de los habitantes indígenas
mediante las visitas y revisitas a las comunidades y encomiendas; pues según
esos resultados, se haría una retasa de los tributos e incluso ya se ensayaba
pedir una rebaja del pago de aquel concepto. Pero va también a escudriñarse que
la merma de mano de obra nativa obedecía a la gran morbilidad indígena por los “excesivos
trabajos”, fundamentalmente en las minas. Se plantea en el asunto del manejo de
la mano de obra nativa, el papel importante de los “caciques” que no estaban
exentos de abusos, fraudes, agravios y castigos. Todos los abusos onerosos
cometidos contra los indígenas por los intereses privados de los corregidores,
encomenderos, escribanos, curas doctrineros y los españoles en general están en
las quejas del memorial y en la crónica de Guamán Poma. Para abreviar todo el contenido
de todo el primer memorial de Acuña y los parecidos con la obra del cronista
quechua –pues el lector podrá seguir en los temas organizados respetando el
orden de este manuscrito– sintetizaremos porque obedece a un complejo de varios
asuntos económicos, políticos, sociales (religión, salud, correo, etc.) y
jurídicos que se conjuntan en este interesante documento y, seguramente, será
una guía para entender el esquema seguido en la obra de Guamán Poma. El segundo
memorial de Acuña, es breve que incluye el asunto de los esclavos negros y su comportamiento
social dentro de la estructuración nativa y colonial, que también trae la obra
del cronista quechua como un subtítulo especial entre varios otros. Todo el
pedido de los problemas planteados en los memoriales de Acuña, tal vez Guamán
Poma pudo haberlos tratado en los subtítulos de “Consideración”, “Pregunta su
majestad y responde el autor”. Es pertinente destacar que no todos los puntos
de vista de Acuña es asimilado mecánicamente por Guamán Poma, sino existen
puntos controvertidos y encontrados que, de todos modos, nos indica que el autor
quechua habría tenido conocimiento previo de esas ideas que fue confrontándolas
dado los toques polémicos, del otro punto de vista, para definirlas por escrito
en su obra.
En el cuarto punto nos concentramos en comparar una casual coincidencia
respecto al ideario sobre las Naciones y los Estados de los siglos XVI y XIX.
El parecido, pese a los tres siglos transcurridos que media entre ambas
visiones, consiste fundamentalmente en que Guamán Poma, planteaba una
estrategia libertaria pero disfrazada en una idea especial de “cuatro reinos”
que representarían los “Estado–Naciones” independientes pero bajo la égida del
rey hispano quien tendría una función figurativa y no ejecutiva en esa
unificación de ésos reinos; con esta idea, el cronista quechua, estaría
planteando una independencia de las colonias y el afianzamiento de sus propias
posibilidades productivas y el control del “Estado–Nación” mediante un sistema
de gobierno propio. En cambio, don Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de
Aranda, español militar, político y embajador plenipotenciario en Francia por
encargo de Carlos III entre los años de 1767 a 1798, recomendaba al rey
hispano, con el fin de evitar la Independencia de las colonias en América, a
formar una especie de “repúblicas monárquicas” al estilo platónico, compuesto por
“cuatro monarcas” escogidos infantes españoles y americanos quienes deberían
reinar, el uno en México pagando tributos en plata, el segundo en el Perú
tributando en oro, el tercero en Costa Firme (correspondería a Nueva Granada,
actual territorio de Venezuela) que pagaría en géneros y tabaco, reservando
Cuba y Puerto Rico y que el mismo rey hispano pasaría a desempeña el papel de
“emperador” bajo una imposición política absolutista en esos reinos que
supuestamente levantarían; además, construirían una alianza fuerte contra
Inglaterra que pretendería la liberación de las colonias. También, en ese orden
mundial de potencias económico–militar, España sería la fiel aliada de Francia,
que ambas lucharían contra el gran enemigo inglés. Como se aprecia, esa idea
tiende a un conservadurismo despótico feudal que difiere mucho del ideario
renovador planteado por el cronista quechua.
Incluimos al final de los cuatro capítulos unos anexos documentales,
destacando entre ellos una “Información” y dos memoriales escritos por el doctor
Alberto de Acuña. Asimismo, se incluye la “relación”, “informe” y “visita” a
las minas de azogue de Huancavelica por el oidor don Pedro Arteaga de Mendiola.
También va un informe de Juan Pérez de Gamboa sobre las minas de Huancavelica.
Y, finalmente, damos a conocer el olvidado documento del
conde de Aranda. Pensamos que con estos aportes documentales se puedan abrir
nuevos caminos para verificar la biografía y el ideario del cronista quechua.
Berlín, agosto del 2013.0
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.