Nota:
Publicamos a continuación el Acta de Constitución del Comité de Coordinación por la Reconstitución del Partido de Mariátegui. Este es un documento histórico, pues representa la unidad de grupos y activistas de distinta procedencia orgánica que han sumado sus voluntades en un frente unido de clase a fin de centralizar la lucha por la Reconstitución sobre la base del marxismo-leninismo, el pensamiento de Mariátegui y las conquistas teóricas alcanzadas en la defensa, actualización y desarrollo de este pensamiento. Esta es la base necesaria e insustituible de la Reconstitución y, por lo tanto, base de la trasformación del Comité de Reconstitución en una organización partidaria que marchará a la realización del histórico Congreso Reconstituyente del Partido del proletariado peruano.
01.10.2025.
Comité
de Redacción.
Acta de Constitución del Comité de Coordinación por la Reconstitución del Partido de Mariátegui
Los grupos y activistas abajo firmantes declaramos:
1.º Nuestra adhesión al marxismo-leninismo (o doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao), así como a la Creación Heroica de Mariátegui, piedra angular del desarrollo del marxismo peruano.
2.º Nuestra adhesión al internacionalismo proletario y, por lo tanto, a la lucha por la «organización de un compañerismo basado en la igualdad» como el tipo de organización que corresponde a la actual situación histórica del proletariado internacional.
3.º Nuestra firme determinación de alcanzar la necesaria unidad en torno a todas las cuestiones básicas de la línea política general de la revolución peruana y a todos los aspectos destacados de la situación mundial.
4.º Nuestra determinación de contribuir a la construcción de un Frente Unido Revolucionario que comprenda al proletariado y a la pequeña burguesía revolucionaria y tenga como base la alianza obrero-campesina.
5.º Nuestra determinación de desarrollar el trabajo de masas necesario bajo el principio de que las masas hacen la historia y la política de que hay que ir a las masas profundas.
6.º Nuestra convicción de que el partido de cuadros y de ideas emergente del Congreso Reconstituyente, deberá ser transformado en un partido de masas y de ideas tan pronto la situación de la lucha de clases lo exija.
7.º Nuestra posición resueltamente contraria al intento oportunista de liquidar el partido de clase suplantándolo por un partido doctrinariamente heterogéneo.
8.º Nuestra independencia con respecto a los frentes reformistas y electoreros existentes en la escena nacional, a la vez que nuestro convencimiento de la necesidad de llevar adelante la lucha electoral con una posición netamente de clase, esto es, como factor de educación y organización revolucionarias de las masas, así como de la necesidad de realizar los circunstanciales pactos con organizaciones de masas de la pequeña burguesía no revolucionaria a fin de desenvolver determinadas luchas concretas.
9.º Que, en virtud de todo lo anterior, nos hemos constituido en un Comité de Coordinación que asumirá la histórica tarea de centralizar la lucha por la reconstitución del partido de Mariátegui y que deberá cesar en sus funciones con la realización de una Conferencia que tendrá que acordar, en primera instancia, la línea política general de la revolución peruana y seleccionar una Dirección Provisional encargada de preparar el Congreso Reconstituyente. Que, con la autodisolución del Comité de Coordinación, los grupos integrantes del mismo deberán igualmente autodisolverse. Que, por consiguiente, la aludida Conferencia expresará la unidad alcanzada.
10.º El Congreso Reconstituyente deberá aprobar el Informe Político, los Estatutos del Partido, el Programa de la Revolución, así como seleccionar a los miembros del Comité Central del Partido.
11.º Tener la seguridad de que más grupos y activistas adherentes del marxismo-leninismo y de la Creación Heroica de Mariátegui, se sumarán a esta histórica centralización de la lucha por la reconstitución del Partido.
12.º Nuestra determinación de publicar una revista virtual teórica como órgano del Comité de Coordinación y una revista igualmente virtual –o, en su defecto, impresa– dirigida a las amplias masas trabajadoras.
06.08.2025.
Firmas.
Nota:
La presente recopilación de citas de los maestros del proletariado es muy
pertinente en las circunstancias actuales en que pasamos de la lucha
ideológico-teórica a la lucha político-orgánica.
El intercambio de ideas sobre las citas que publicamos debe hacerse con la
única finalidad de cohesionar nuestras fuerzas en la lucha común por la
reconstitución del partido de Mariátegui y el socialismo.
01.10.2025.
Comité de Redacción.
¡Defender el Pensamiento de
Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad
Actual!
Citas para la Reflexión
En la lucha por la revolución, el proletariado no tiene más arma que la
organización. (Lenin).
***
No basta predicar la revolución, hay que organizarla. (Mariátegui).
***
… antes de unificarse y para unificarse es necesario empezar por deslindar
los campos de un modo resuelto y definido. (Lenin).
***
El marxismo avanza en lucha contra la ideología burguesa y pequeño burguesa
y sólo a través de la lucha puede avanzar. (Mao).
***
… sólo un partido dirigido por una
teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia. (Lenin).
***
Sobre todo, los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las
cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología
tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente
que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como
tal, es decir, que se le estudie. La conciencia así lograda y cada vez más
lúcida debe ser difundida entre las masas obreras con celo cada vez mayor, se
debe cimentar cada vez más fuertemente la organización del partido, así como la
de los sindicatos. (Lenin).
***
Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento
revolucionario. Nunca se insistirá lo bastante sobre esta idea en un tiempo en
que a la prédica en boga del oportunismo va unido un apasionamiento por las
formas más estrechas de la actividad práctica. (Lenin).
***
Para construir el partido, no basta saber gritar “Unidad”, es necesario
además tener alguna especie de programa político,
un programa de acción política. (Lenin).
***
Sin un programa, es imposible que el partido sea un organismo político más
o menos integral, capaz de mantener siempre una línea ante cada uno y todos los
virajes de los acontecimientos. Sin una línea táctica basada en la evaluación
del momento político actual y que dé respuesta exacta a los “malditos
problemas” del presente, es posible tener un pequeño grupo de teóricos, pero no
una unidad política operativa. Sin una evaluación de las tendencias
ideológicas-políticas “activas”, de actualidad o “a la moda, el programa y las
tácticas pueden degenerar en “puntos” muertos, inconcebibles de realizar en la
realidad y de aplicar a miles de problemas prácticos detallados, concretos y
más concretos, con una comprensión de la esencia de las cosas, una comprensión
de “lo que se trata”. (Lenin).
***
… un programa, que debe expresar nuestros conceptos fundamentales, fijar
con exactitud nuestras tareas políticas inmediatas, señalar las reivindicaciones
más cercanas, que son las que deben determinar el contenido de nuestra labor de
agitación, darle unidad, hacerla más amplia y más profunda y convertirla, de
agitación parcial y fragmentaria en favor de pequeñas reivindicaciones,
desligadas unas de otras, en una agitación por el conjunto de todas las
reivindicaciones socialdemócratas. Hoy día, cuando la actividad socialdemócrata
ha puesto en conmoción un círculo bastante vasto de intelectuales socialistas y
de obreros conscientes, adquiere un carácter imperioso la necesidad de
fortalecer con un programa la unión entre ellos y de darles así a todos una
sólida base que les permita desplegar una actividad más amplia. (Lenin).
***
Una de las condiciones precisas para que el proletariado pueda prepararse
para su victoria es la lucha prolongada, tenaz e implacable contra el
oportunismo, contra el reformismo, contra el socialchivinismo y demás
influencias y corrientes burguesas, inevitables por cuanto el proletariado
actúa en un ambiente capitalista. Si no se libra esa lucha, si no se consigue
previamente una victoria total sobre el oportunismo en el movimiento obrero, no
cabe ni hablar siquiera de dictadura del proletariado. (Lenin).
***
Con reformistas y mencheviques en las filas, la victoria en la revolución
proletaria es imposible; es imposible defenderla.
Esto es obvio en principio. Esto fue confirmado claramente por la experiencia
en Rusia y Hungría. (Lenin).
***
La lucha interior da al Partido fuerza y vitalidad; la prueba más grande de
la debilidad de un partido es el amorfismo y la ausencia de fronteras netamente
delimitadas; el Partido se fortalece depurándose… (Lassalle).
***
… la famosa libertad de crítica no implica la sustitución de una teoría por
otra, sino la libertad de prescindir de toda teoría coherente y meditada,
significa eclecticismo y falta de principios. (Lenin).
***
Marchamos en pequeño grupo unido por un camino escarpado y difícil,
fuertemente cogidos de las manos. Estamos rodeados por todas partes de
enemigos, y tenemos que marchar casi siempre bajo su fuego. Nos hemos unido en
virtud de una decisión libremente adoptada, precisamente para luchar contra los
enemigos y no caer, dando un traspiés, al pantano vecino, cuyos moradores nos
reprochan desde un principio el que nos hayamos separado en un grupo aparte y
el que hayamos escogido el camino de la lucha y no el de la conciliación. Y de
pronto algunos de entre nosotros comienzan a gritar: “¡Vamos al pantano!” Y
cuando se intenta avergonzarlos, replican: ¡Qué gente tan atrasada sois! ¡Cómo
no os avergonzáis de negarnos la libertad de invitaros a seguir un camino mejor!”
¡Ah, sí, señores, libres sois no sólo de invitarnos, sino de ir a donde mejor
les plazca, incluso al pantano; hasta consideramos que vuestro verdadero puesto
está precisamente en él, y nos sentimos dispuestos a prestaros toda la
colaboración que esté a nuestro alcance para trasladaros allí a vosotros! ¡Pero en tal caso soltad
nuestras manos, no os agarréis a nosotros, ni ensuciéis la gran palabra
libertad, porque nosotros también somos “libres” para ir adonde nos parezca,
libres para luchar no sólo contra el pantano, sino incluso contra los que se desvían
hacia él. (Lenin).
***
Cuando Engels atacó a Dühring, muchos representantes de la socialdemocracia
alemana se inclinaron hacia los conceptos de éste y acusaron a Engels, incluso
públicamente, en un congreso del partido, de aspereza, de intolerancia, de
polémica impropia de camaradas, etc. Most y sus camaradas propusieron (en el
Congreso de 1877) eliminar del Vorwàrts
los artículos de Engels, por no “presentar interés para la enorme mayoría de
los lectores”, y Vahlteich declaró que la publicación de esos artículos había
perjudicado mucho al partido, que también Dühring había prestado servicios a la
socialdemocracia: “debemos aprovecharlos a todos en interés del partido, y si
los profesores discuten, el Vorwàrts
no tiene en modo alguno por qué ser campo de tales disputas (Vorwàrts, 1877, Nº
65, 6 de junio). ¡Como veis, éste también es un ejemplo de defensa de la
“libertad de crítica”, y no estaría demás que meditaran sobre él nuestros
críticos legales y oportunistas ilegales, que tanto gustan de referirse al
ejemplo de los alemanes. (Lenin).
***
No hay solidaridad sin disciplina. Ninguna gran obra humana es posible sin
la mancomunidad llevada hasta el sacrificio de los hombres que la intenta.
(Mariátegui).
***
El espíritu revolucionario es espíritu constructivo. Y el proletariado, lo
mismo que la burguesía, tiene sus elementos disolventes, corrosivos, que
inconscientemente trabajan por la disolución de su propia clase. (Mariátegui).
***
Toca ahora a todos y cada uno de los continuadores de Mariátegui asumir, con honrado sentimiento de responsabilidad, disciplinadamente, su deber, y, de esta forma, ocupar su puesto en la historia. Por eso, todos los marxista-leninistas, sin excepción, estamos emplazados por el desarrollo de los acontecimientos; por consiguiente, SER O NO SER: ¡ESA ES LA CUESTIÓN! (El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución).
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!
Desplegar una Gran Iniciativa en la Lucha por
la Reconstitución del Partido de Mariátegui
Eduardo Ibarra
SIN DESPLEGAR una
gran iniciativa no sería posible impulsar como corresponde la reconstitución
del partido de Mariátegui. Las secretarías del Comité de Coordinación (CC) deben
ejercer la función de dirigir al colectivo según un Plan General y Planes
Específicos de construcción a ejecutarse cada uno de ellos según cronograma.
Para esto debe hacer que todos y cada uno de los miembros del CC realicen las
tareas necesarias en la construcción orgánica, el trabajo de propaganda, en la
investigación y el debate, en el trabajo de masas.
En la construcción orgánica hay que tomar
como base la organización celular (cada célula debe estar ligada a las masas);
en el trabajo de propaganda hay que tomar como centro la publicación del órgano
teórico del CC y de una revista, virtual o impresa, dirigida a las clases
trabajadoras; en la investigación y el debate, hay que tener como base la
recolección y centralización del material relativo a los temas pendientes de
solución, la organización del debate y la incorporación de intelectuales
marxistas a este debate; el trabajo de masas debe tener como guía ir a las
masas profundas, dotar al pueblo de un Programa de Acción y, sobre su base,
construir paso a paso un Frente Unido Revolucionario.
Sin
desplegar una gran iniciativa no sería posible impulsar como corresponde la
reconstitución del partido de Mariátegui. Es decir, no sería posible cumplir
con el histórico compromiso asumido con la firma del Acta de Constitución del
Comité de Coordinación por la Reconstitución del Partido de Mariátegui. Desplegar
una gran iniciativa en la lucha por las Reconstitución equivale a poner en
tensión todas nuestras fuerzas. ¡Pongamos, pues, en tensión todas nuestras
fuerzas!
15.10.2025.
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
Mantener Una Firme Posición de Clase
Eduardo Ibarra
EN LA LUCHA por la reconstitución del partido de Mariátegui, es particularmente importante mantener una firme posición de clase en todo orden de cosas, la misma firme posición que hemos mantenido siempre y, particularmente, a lo largo de la lucha contra el liquidacionismo.
Sin una firme posición de clase sería imposible llevar hasta el fin la Reconstitución. Esta posición de clase se desglosa así: adhesión inequívoca al marxismo-leninismo, a la Creación Heroica de Mariátegui y a las conquistas teóricas alcanzadas en la lucha por defender, actualizar y desarrollar esta Creación.
Sin esta irrecusable posición de clase el trabajo por la Reconstitución puede ser cualquier cosa menos un real trabajo por continuar la obra teórica y práctica del fundador del Socialismo Peruano.
En consecuencia, es ineludible mantener en todo momento una firme posición de clase en el trabajo de construcción orgánica, en el trabajo de propaganda, en el trabajo de investigación y debate, en el trabajo de masas y en la lucha contra el revisionismo y el dogmatismo y especialmente contra el liquidacionismo, forma extrema de revisionismo.
Así las cosas, podemos estar seguros de que sabremos cumplir bien nuestra jornada y que alcanzaremos los objetivos señalados en el Acta de Constitución del Comité de Coordinación por la Reconstitución del Partido de Mariátegui.
16.08.2025.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!
El Trasfondo de un Artículo de Carlos Moreno
(Octava Parte)
Eduardo Ibarra
ASÍ COMO Lastra hace uso de la adulación en sus relaciones políticas, hay también personas a las que les gusta ser aduladas. De esta situación se aprovecha nuestro liquidador para fungir de director de orquesta. En su blog publica escritos de articulistas de la más variada filiación ideológica y, concomitante con esto, organiza reuniones doctrinariamente variopintas. Incluso creyó que a su sola “invitación”, Ramón García y los miembros de CRJCM correríamos tras su proyecto de un “núcleo de dirección”. Pero, por supuesto, nosotros no somos seguidistas de nadie y, por lo tanto, no caímos en la emboscada; y, de acuerdo a lo que vimos, tampoco García respondió a la “invitación”. En consecuencia, el director de orquesta se quedó con los crespos hechos.
Como es fácil comprobar, Lastra tiene un desmesurado apego por los cargos, por el relumbrón, por la popularidad. He aquí sus medallas: “Director General” de la USJCM, “Director” de la revista Pizarra Socialista, “Presidente” del Movimiento Nacional Renovemos, “Editor” del blog Resistencia Ciudadana, “Director-Editor” del blog Creación Heroica, etcétera.
No puede escapar a nadie que el blog que Lastra dirige le sirve para rodearse de textos ajenos que puedan causar la impresión de que tiene teoría. Pero, como está comprobado, nuestro liquidador no ha contribuido con nada de valor a la tarea de defender, actualizar y desarrollar el pensamiento de Mariátegui, tarea básica de la Reconstitución. Todo lo que hace, pues, es cabalgar sobre las espaldas de quienes tienen la ingenuidad de prestarse a sus afanes de figuración y a su treta de hacerse pasar como adherente de la reconstitución del partido de Mariátegui.
Si pusiéramos a un lado los textos que Lastra publica en su blog que no son de su autoría ni de ninguno de los miembros de su grupo, y lo mismo hiciéramos con la publicidad que hace de eventos donde participan tirios y troyanos y con las citas de Mariátegui que le sirven para simular un mariateguismo que no es sino una trampa, ¿qué queda?, ¿qué queda sobre la línea y el camino de la Reconstitución? Casi nada: solo algunos artículos superficiales escritos por Lastra, aunque en ciertos casos publicados bajo la firma del “CCH”.(62).
En su famoso artículo “Contra el liberalismo”, Mao
escribió:
Estamos por la lucha ideológica activa, pues ella es el arma con que se logra la unidad interna del Partido y demás colectividades revolucionarias en beneficio del combate. Todos los comunistas y revolucionarios deben empuñar esta arma. (…) Pero el liberalismo rechaza la lucha ideológica y propugna una paz sin principios, dando origen a un estilo decadente y vulgar, que conduce a la degeneración política a algunas organizaciones y miembros del Partido y demás colectividades revolucionarias. (Obras escogidas, t. II, p. 25).
No obstante, contra esta clara definición de la lucha ideológica activa propia del marxismo, en un artículo fechado el 10 de octubre de 2011 y publicado en el blog Camino Socialista dos días después, Lastra dejó escrito algo que ya hemos citado en parte:
Reconocerse ser parte de una tendencia, grupo, partido o secta no es que sea negativo por el solo hecho del significado de esas palabras. Lo valorativo está en la praxis política del integrante y de su colectividad, que puede ser positiva o negativa. Por ejemplo, no es MALO ser “marxista”, “marxista-leninista”, “marxista-leninista-maoísta”; tampoco lo es ser “guevarista”, “mariateguista”, “trotskista”, “fidelista”, etc. Lo positivo y negativo de cada colectividad se verá en su praxis política. Los antecedentes son solo una referencia a tener en cuenta. Con toda la importancia y consecuencias que esos antecedentes puedan significar, lo decisivo es el comportamiento actual y las perspectivas de esas tendencias, grupos, partidos y sectas políticas.
Preguntamos: esta afirmación, ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
Publicitar las posiciones antimariateguianas de oportunistas y liquidadores como hace Lastra en sus medios de propaganda (incluso asumiendo algunas de ellas de forma expresa y otras con un silencio pusilánime), ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
Suplantar el partido de clase por un partido-amalgama como al que Lastra pretendió dar curso en agosto de 2024 con aquello de “un núcleo de dirección”, ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
Suplantar la táctica mariateguiana de construir el frente revolucionario del pueblo peruano con la pequeña burguesía revolucionaria con la táctica de construirlo en alianza con la pequeña burguesía reformista, ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
A poco de levantar tienda propia, Lastra expresó lo que desde hacía mucho tiempo tenía como posición suya: un falso “marxismo-leninismo-maoísmo”; falso, porque, por ejemplo, para justificar su idea según la cual los marxistas deben participar en todas las acciones y en todos los eventos de todas las organizaciones de la izquierda peruana en el sentido dilatado del término, llegó a decir este disparate que copiamos nuevamente: “Toda abstención contradice la política revolucionaria del m-l-m” (carta del 31 de octubre de 2012 al CRJCM). Así que, según nuestro liquidador, la política “revolucionaria” del “marxismo-leninismo-maoísmo” consiste en mantener una paz sin principios con las desviaciones del marxismo y en ponerle el hombro a sus acciones y eventos. Esta grosera adulteración del carácter del “m-l-m”, ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
Por otro lado, nuestro liquidador llegó a decir esta barbaridad: “… polemizaré desde los afectos, más aún, si son compañeros con los cuales compartimos espacios de trabajo común, pero que divergimos en otras cuestiones. Tanto más será mi afecto si compartimos la adhesión a la misma doctrina y construimos un proyecto común.” (Lugar citado). Esta confesión de que comparte con los oportunistas “la misma doctrina” y construye con ellos “un proyecto común”, ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
Pues bien, ciertamente cualquier marxista informado y, además, honesto, sabe que todas estas posiciones de Lastra no son marxismo, sino liberalismo burgués.
Por otro lado, como lo hemos anotado más arriba, Mao señaló muy justamente que el marxismo-leninismo contiene la moral revolucionaria del proletariado. Como ya señalamos en este artículo, Lastra pretendió desaparecer de la realidad su intentona de fundar “un núcleo de dirección” doctrinariamente heterogéneo, es decir, pretendió hacer creer que César Risso nunca fue citado a una entrevista con Israel Terry, sino que eso fue una “alucinación” del CRJCM; que la entrevista de César Risso e Israel Terry que tuvo lugar en agosto de 2024 fue otra “alucinación” nuestra; que la “invitación” de Lastra a que participemos en “una escuela” a realizarse con exposiciones de Ramón García, Cesar Risso, Lastra y el suscrito, fue otra “alucinación” nuestra; que dicha “escuela” tendría el temario relativo a la Reconstitución preestablecido por Lastra, fue otra “alucinación” nuestra; que la anticipada finalidad de la “escuela” era constituir “un núcleo de dirección”, como le fue manifestado a César Risso, fue otra “alucinación” nuestra; que, por lo tanto, la publicación de un “Pronunciamiento” del CRJCM, no fue un justificado rechazo de la oportunista propuesta, sino el resultado de nuestras “alucinaciones” (ver este “Pronunciamiento” y, además, el artículo “La verdad se busca en los hechos”). Esta maniobra, indigna de cualquier persona íntegra, ¿es marxismo, o una repugnante maniobra antimarxista y, por lo tanto, amoral?(63)
Decir, como dice Moreno con el propósito de encubrir el proceso de descomposición ideológica de Lastra, que “inventamos situaciones”, ¿no es, acaso, una réplica de la maniobra de Lastra y, por eso, un acto amoral?
Intentar encubrir, como lo intenta Moreno, la propuesta de Lastra de constituir, a espaldas de los concurrentes a las variopintas reuniones que organiza su grupo, un “núcleo de dirección” doctrinariamente heterogéneo, ¿no es, acaso, una réplica de la maniobra de Lastra y, por eso, un acto amoral?
Y, este acto amoral constatado en Lastra y Moreno, ¿es marxismo, o liberalismo burgués?
Como hemos visto, Lastra no polemiza desde el marxismo, sino desde sus afectos por los oportunistas, con quienes, según confiesa sin la más mínima vergüenza, comparte “la misma doctrina” y “un proyecto común”. Este descarrío ideológico significa también la suplantación del marxismo (“la lucha ideológica activa”, en expresión sintética de Mao) por la conciliación con las desviaciones del mismo, es decir, por el liberalismo burgués. Pero, además, significa que Lastra estaba, ya en el bienio 2010-2012, ganado a la doctrina y al proyecto de los oportunistas con quienes alegremente compartía eventos que tenían por fin liquidar el partido de clase.
Tempranamente, pues, Lastra no pudo dejar de mostrar sus
cartas: liberalismo burgués en lugar de marxismo, por lo tanto, negación de la
lucha ideológica activa contra las desviaciones del marxismo, eclecticismo
teórico, conciliacionismo político, estilo decadente que condujo cada vez más
profundamente a la degeneración política de su grupo, degeneración que finalmente
se ha expresado en el paso de su grupo del oportunismo de derecha (que niega la
política marxista, pero no el propio partido), al liquidacionismo de derecha
(que niega la política marxista y el propio partido) y a la miseria moral que
significa negar con una palabreja su intención de constituir el varias veces
mencionado “núcleo de dirección”.
Este
flagrante liberalismo burgués de nuestro liquidador permite explicarse su
actividad partidista y su actividad frentista. En cuanto a lo primero, es de
conocimiento general que Mariátegui fue el fundador de un partido
doctrinariamente homogéneo, y que, precisamente, es este partido el que hay que
reconstituir. Sin embargo, ocurre que, como ya hemos señalado, toda la
actividad propagandística de Lastra (revistas impresas, blogs, reuniones, etc.),
presenta el signo de la heterogeneidad doctrinal. Incluso llega a publicitar
posiciones revisionistas, liquidacionistas y antimariateguianas. De esta manera
crea opinión pública y trabaja a favor de un partido doctrinariamente
heterogéneo. Cualquier marxista puede darse cuenta de esto perfectamente.
En cuanto a lo segundo, es de conocimiento común que Lastra participa del Movimiento Nacional Renovemos y del Frente Amplio, frentes reformistas y electoreros.
Este frentismo a ultranza de Lastra tiene dos causas. La primera es que el mencionado no es capaz de reconocer el antagonismo en el seno del pueblo. Ya hemos señalado que, al sostener Lenin que hay que explicar a las masas que la escisión con el oportunismo es inevitable e imprescindible, estaba señalando la existencia de un antagonismo en los planos ideológico, político y orgánico en el seno del pueblo. Naturalmente, este antagonismo se da tanto en el partido como en el frente. Por eso, en cuanto al partido, Lenin promovió la ruptura con el revisionismo, e impulsó la construcción de partidos doctrinariamente homogéneos. En las “Condiciones de ingreso a la Internacional Comunista”, dejó escrito lo siguiente:
7. Los partidos que deseen pertenecer a la Internacional Comunista están obligados a reconocer la necesidad de una ruptura total y absoluta con el reformismo y con la política del “centro” y a propagar esta ruptura en los círculos más amplios del Partido. Sin esto es imposible una política comunista consecuente.
La segunda causa es que Lastra no termina de entender algo que todo marxista inteligente entiende: así como el partido se constituye para la revolución (y se reconstituye para este mismo fin), EL FRENTE TAMBIÉN SE CONSTITUYE PARA LA REVOLUCIÓN. En consecuencia, el frente no es ni puede ser para compartir con reformistas, socialdemócratas, revisionistas, trotskistas, etcétera.
Como hemos visto anteriormente, Lenin señala que “La única línea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en… [educar a las masas] para la revolución en una lucha despiadada contra [el oportunismo]. (Cursivas nuestras).
Pero el espíritu ecléctico, conciliador, oportunista, dice: “no es MALO ser ‘marxista’, ‘marxista-leninista’, ‘marxista-leninista-maoísta’; tampoco lo es ser ‘guevarista’, ‘mariateguista’, ‘trotskista’, ‘fidelista’, etc.
En la Reunión del 4 de marzo de 1930 del CC del Partido Socialista del Perú, Mariátegui acordó lo siguiente:
El P.S. reconoce que
dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos impondrá la celebración
de pactos y alianzas generalmente con la pequeña burguesía revolucionaria.
Mariátegui dice, pues, que el Partido Socialista tendría que celebrar una alianza con la pequeña burguesía revolucionaria; como es obvio, no dice con la pequeña burguesía reformista. Y dice “generalmente”, porque, además de aliarse a la pequeña burguesía revolucionaria en un mismo organismo de frente unido, el Partido podía –puede– celebrar pactos con fuerzas reformistas para desenvolver algunas luchas concretas por reivindicaciones concretas. Pero, como lo entenderá cualquier marxista, esto último es una cosa completamente distinta a formar el frente con oportunistas y reformistas de toda laya.
No obstante, el espíritu blandengue, adulón, oportunista, dice: “polemizaré desde los afectos… Tanto más… si compartimos la adhesión a la misma doctrina y construimos un proyecto común.”
Así, Lastra participa de frentes con la pequeña burguesía reformista, electorera, frentes que, además, comprenden a fuerzas antimarxistas (los socialdemócratas, los socialistas domesticados, los trotskistas, los revisionistas contemporáneos y sus pósteros, son antimarxistas; de esto ningún marxista puede tener la menor duda).
Es notorio que Lastra no tiene ni la menor idea de la noción “izquierda de la derecha”. Como se sabe, el reformismo maquilla las expresiones más extremas del régimen capitalista a fin de hacerlo pasable y, así, se presenta como la izquierda de la derecha. Pero, no por eso esta “izquierda” deja de ser derecha, pues la única forma de no ser de derecha es luchando por derribar el poder del Estado burgués (ver nuestro artículo “Izquierda y derecha”). El reformismo es, pues, la “izquierda” que cumple la función de introducir la ideología burguesa en el seno del pueblo. Con esta “izquierda”, es decir, con esta derecha, Lastra se encuentra organizado en el MNP y en el Frente Amplio. Y se entiende que así sea, pues, en su condición de liquidador, él mismo es un introductor de la ideología burguesa entre las clases trabajadoras, cosa ampliamente demostrada en lo que va del presente artículo. En resumidas cuentas, Lastra se opone a la táctica leninista y a la teoría mariateguiana sobre el frente unido del pueblo peruano y, por vía de consecuencia, a la estrategia revolucionaria.
Más allá, pues, de su fraseología, sus estridentes afirmaciones “revolucionarias” y su retórica “marxista”, Lastra promueve, como hemos constatado, tanto un partido-amalgama como un frente-amalgama. ¡Este es su “marxismo-leninismo”!
Por consiguiente, dada su
vaciedad teórica, a Lastra y a Moreno no les ha quedado más que refugiarse,
como a un salvavidas, en su pretendido “activismo revolucionario” que, como ya
vimos, es más bien un activismo oportunista, y que, por eso, no es el marco en donde
pueda surgir el partido de Mariátegui reconstituido.
Notas
[62] En el artículo “La reconstitución y la
política concreta II”, hicimos la crítica de este extravío ideológico de Lastra
en los términos siguientes: “Lastra dice, pues, que la filiación doctrinal de
las diversas tendencias no es algo negativo. Por
eso precisa que no es malo ser, por ejemplo, “marxista”, “trotskista” o
cualquier otra cosa. (…) Es claro que, con el término “marxista”, Lastra se
refiere, concretamente, al grupo liquidacionista de derecha que, como bien se
sabe, se autoproclama “marxista”, así a secas. (…) Así, pues, resulta que,
según su óptica, ser liquidador no es nada negativo, pues “Lo valorativo [del
liquidacionismo] está en [su] praxis política”. (…) Pero ocurre que “la praxis
política” del liquidacionismo es, precisamente, liquidar el partido de clase, y
esto, obviamente, es algo profundamente negativo, decididamente antiproletario
y completamente contrarrevolucionario. (…) Sin embargo, con su “no es que sea
negativo”, Lastra pretende silenciar dicha realidad. (…) En el dirimente
editorial Aniversario y balance,
Mariátegui señaló que las “designaciones” de las diversas tendencias “distinguen
prácticas y métodos”. Distinguen
prácticas, es decir, Mariátegui sabía perfectamente que cada tendencia
tiene prácticas diferentes, derivadas, obviamente, de sus distintas filiaciones
doctrinales. (…) Pero, en el colmo de la inepcia,
Lastra cree que la filiación doctrinal de las diversas tendencias es cosa del
pasado (sus “antecedentes”, dice), y que, por eso, tienen la misma práctica
política (“lo decisivo es el comportamiento actual”), y, así, sin ningún
escrúpulo, ha levantado la falacia con la que pretende justificar su política
de paz con las desviaciones del marxismo. (…) Así, pues, desde el ángulo de esa
política de paz, resulta incomprensible la lucha de Mariátegui contra todas las
expresiones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias, y, en general,
la lucha más que centenaria de los marxistas de todo el mundo contra todas las
desviaciones de izquierda y de derecha. (…) Lastra ha puesto, pues, al desnudo
su absoluta incomprensión de la relación entre filiación doctrinal y práctica
política, y, así, ha puesto en evidencia que ha renegado el aserto
mariateguiano según el cual las diversas tendencias tienen diferentes prácticas
y métodos. (…) En conclusión, es Lastra –y no sus amigos oportunistas– quien ha
dejado en el pasado su filiación (“m-l-m” y “mariateguismo”), y es así como
puede entenderse su eclecticismo y su conciliacionismo con toda forma de revisionismo
(incluido el liquidacionismo, forma extrema de revisionismo).” En su proceso de
degeneración, Lastra, pues, ya no concilia con el liquidacionismo, sino que él
mismo ha caído en esta desviación extrema del marxismo. Si se tienen en cuenta
sus antecedentes –reseñados en el presente artículo– así como su tozuda
política de crear opinión pública a favor de la amalgama de oportunistas y
marxistas, su caída en el liquidacionismo no tiene por qué extrañar a nadie.
[63] Ciertamente el desvergonzado recurso con el cual Lastra pretendió negar su intento de fundar un organismo partidario doctrinariamente heterogéneo, expresa toda su descomposición ideológica y política y toda su miseria moral, pero, al mismo tiempo, todo el desprecio por la inteligencia de los lectores. Por otro lado, es obvio que con aquello de “alucinaciones” Lastra insinúa que los miembros del CRJCM tenemos problemas mentales, lo que es una bajeza extrema, insinuación que, como es natural, rechazamos categóricamente. Y, por supuesto, tal inescrupuloso recurso y tal bajeza extrema no tienen nada que ver con la reconstitución del partido de Mariátegui. Más bien son males que es necesario erradicar.
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
El Falso Marxismo-Leninismo de Jaime Lastra
(Segunda Parte)
Eduardo Ibarra
EN LA ACTUALIDAD, la solución del problema de la denominación de la doctrina se presenta en términos que exigen, más que ayer, ir a la esencia del mismo. ¿Qué hay en el fondo de la formulación “marxismo-leninismo-maoísmo”? ¿Qué hay en el fondo de la formulación “marxismo”, así a secas? ¿Qué hay detrás de la formulación “marxismo-leninismo” sin entender por esto la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao?
Stalin definió el leninismo como el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria, definición general de la que se desprende esta definición específica: “o más exactamente [el leninismo es] la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”, la misma que, desde luego, no puede entenderse al margen de aquella definición general.
El leninismo es una época en el desarrollo del marxismo. Stalin no dice esto explícitamente, pero con su definición del leninismo, lo da a entender sin margen a dudas. ¿Cómo podría ser que el leninismo, marxismo de nuestra época, no sea una época en el desarrollo del marxismo? El leninismo es, pues, el marxismo de nuestra época y, por lo tanto, no solo comprende el pensamiento de Lenin, sino también el de Stalin y el de Mao y, en una mirada prospectiva, puede decirse que comprendería también cualquier otro pensamiento marxista de valor universal que pueda surgir en nuestra época (la problemática de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado –que es una teoría abierta– y los nuevos problemas relativos al paso al comunismo, hacen plausible la hipótesis de una nueva etapa en el desarrollo del marxismo de nuestra época).
Que el leninismo es el marxismo de nuestra época quiere decir que sus raíces históricas son el imperialismo y la revolución proletaria. Precisar esta cuestión es absolutamente indispensable y, dadas las circunstancias, completamente ineludible en el debate sobre el pensamiento de Mao. Por eso, un maoísta delirante pero informado como Abimael Guzmán, ensayó una solución al problema de las raíces históricas de este pensamiento. En la recopilación Guerra popular en el Perú. El pensamiento Gonzalo, t. II, pp. 313-314, se lee:
El maoísmo es la aplicación del marxismo-leninismo a los países atrasados, de la ofensiva estratégica de la revolución mundial y de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado.
Sin embargo, ocurre que “los países atrasados”, la situación de la revolución proletaria mundial (que Guzmán creyó que en los años ochenta estaba a la ofensiva estratégica), y la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, son realidades propias de la época del imperialismo y de la revolución proletaria. No representan, pues, una nueva época histórica. Por lo tanto, Guzmán se equivocó. Dadas sus raíces históricas, el pensamiento de Mao es un desarrollo directo del marxismo de nuestra época, del leninismo, y, por eso, un desarrollo del marxismo-leninismo. En consecuencia, el término leninismo abarca el pensamiento de Mao y, debido a esto, en la denominación de la doctrina no tiene cabida el término “maoísmo”.
Levantar la denominación “marxismo-leninismo-maoísmo” es negar el leninismo como el marxismo de nuestra época. Esto es lo que hizo Lastra durante más de treinta años.
Por otro lado, levantar un marxismo a secas es renunciar al leninismo y, por consiguiente, abjurar del marxismo-leninismo, pues encierra la idea de que el leninismo es un fenómeno exclusivamente ruso. El fondo de esta idea es la negación de la potencia generatriz del marxismo para desarrollarse como verdad universal y, por lo tanto, la idea de que solo puede desarrollarse como verdad particular. Esta idea fue puesta de manifiesto por un seguidor de García al escribir que “Lenin es para Rusia y Mao para China”. Esta misma idea se observa en la literatura del revisionismo chino cuando sus representantes dicen que el “pensamiento Mao Zedong… es la integración de los principios universales del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china” («Resolución» de la VI Sesión Plenaria del XI Comité Central del PCCH, realizada el 27 de junio de 1981), negando así su valor universal.
Como es de conocimiento común, el revisionismo jruschoviano-brezhneviano no renunció formalmente a la denominación de la doctrina como marxismo-leninismo. Pero defenestró a Stalin y prácticamente congeló a Lenin. De esta forma su “marxismo-leninismo” solo le sirvió como diversivo, como tapadera, como engañabobos. Así, los marxista-leninistas auténticos saben que el “marxismo-leninismo” jruschoviano-brezhneviano es revisionismo. Dada esta situación, es necesario explicar que, cuando es asumido verdaderamente, el término marxismo-leninismo da cuenta de la adhesión a la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao. Esto significa que esta última denominación tiene un valor explicativo en relación al término marxismo-leninismo, pero, por cuanto este término representa el nombre científicamente exacto de la doctrina, la denominación de la misma según la nomenclatura de sus representantes no tiene un pleno valor científico independiente de su denominación como marxismo-leninismo.
Pues bien, como todos los que quieren saberlo lo saben, Lastra ha suplantado el marxismo-leninismo por el liberalismo burgués, ideología esta que norma toda su actividad partidista y frentista (ver nuestro artículo “El trasfondo de un artículo de Carlos Moreno”). Por lo tanto, ¿cómo podría decirse que su marxismo-leninismo es auténtico?
En una Intervención en la Conferencia de Representantes de Partidos Comunistas y Obreros realizada en Moscú en noviembre de 1957, Mao señaló:
En realidad, hay diversos tipos de marxistas: marxistas en un 100 por ciento, marxistas en un noventa por ciento, marxistas en un 80 por ciento, marxistas en un 70 por ciento, marxistas en un sesenta por ciento, marxistas en un cincuenta por ciento, y algunos son marxistas sólo en un 10 ó 20 por ciento. (Obras escogidas, t. V, p. 562).
Puesto que Lastra se muestra ganado al liberalismo burgués y, por eso, es uno de sus introductores entre las clases trabajadoras, puede decirse que, por el lenguaje que utiliza, es marxista solo al 10 o 20 por ciento.
De hecho, la exposición de Lastra sobre el marxismo-leninismo es descriptiva, y no analítica, razón por la cual no revela la esencia del problema. Así, se limita a decir que tal organización plantea tal cosa, tal otra organización plantea tal otra cosa y que lo correcto es lo que él dice solo porque él lo dice: “… la desviación ultraizquierdista… [cambió] la formulación de marxismo-leninismo, pensamiento Mao-tsetung por marxismo-leninismo-maoísmo” (“El trabajo por la reconstitución de la vanguardia”, artículo publicado en la edición 35 de la espuria Creación Heroica, p. 5); “Las tendencias de oportunismo de derecha (sic) procedieron a desconocer la BUP queriendo reducirla a la sola mención de ‘marxismo’” (ibídem); “consideramos que una formulación a la doctrina (sic) sería: adherir a la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao” (lugar citado, p. 6).
Lastra, pues, no analiza sino describe y, encima, tiene el descaro de decirle al lector “[nosotros] consideramos que…”, sin explicar absolutamente porqué considera lo que considera.
Es decir, aquí también Lastra juega a ser Dios: cree que basta su palabra, y que, puestos de hinojos, los lectores tienen que creer en ella.
Veamos una cuestión más. Ya hemos adelantado que el nombre científicamente exacto de la doctrina proletaria es marxismo-leninismo y que en relación a este término la denominación de la doctrina como la de “Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao”, tiene un valor explicativo. Pero sucede que, como hemos visto, Lastra autonomiza esta denominación y, de esta forma, hace a un lado la denominación científicamente exacta de la doctrina.
Lastra dice:
El debate de (sic) una justa y correcta denominación de la doctrina continuará, pero evitando rupturas por formalismos, cuando en lo esencial se tiene unidad.
Aquí Lastra muestra, una vez más, que suele repetir al liquidador Ramón García, quien, falseando los términos del correcto planteamiento del problema de la denominación de la doctrina, muy suelto de huesos llegó a esgrimir este sofisma:
… la discusión hasta bizantina acerca de si la doctrina se denomina Marxismo-leninismo o Marxismo–leninismo-maoísmo. Así, la posición respecto al marxismo se entiende como la lucha por un guión más o un guion menos” (“El partido de Mariátegui”, artículo publicado en la red).
Esta necedad fue desmontada hace mucho por nosotros (ver nuestro artículo “Acerca de algunos sofismas”, que republicamos en la presente edición de nuestro blog).
Es claro, pues, que, quienes postulan un pretendido “marxismo-leninismo-maoísmo”, lo que hacen es negar el leninismo como el marxismo de nuestra época; y quienes reducen la denominación de la doctrina al solo término marxismo, lo que hacen es negar la potencia intrínseca del marxismo de desarrollarse como verdad universal.
Como hemos visto, Lastra cree que el problema de la denominación de la doctrina es nada más que una “formalidad”, y, además, que esta “formalidad” no impide la “unidad” (partidaria, se sobreentiende), pues “en lo esencial se tiene unidad”. Pero, entonces, se impone esta pregunta: ¿qué es, en la frase citada, “lo esencial”? Lastra no explica en absoluto esta cuestión. Por eso, hay que decirle: el conjunto que hacen las diferentes denominaciones de la doctrina, encierra precisamente estas cuestiones esenciales: 1) potencia intrínseca del marxismo de desarrollarse como verdad universal; 2) el leninismo es una época en el desarrollo del marxismo; 3) el pensamiento de Mao tiene las mismas raíces históricas que el leninismo; 4) basta el término leninismo para expresar el marxismo de nuestra época. Entonces, las discrepancias en torno a la denominación de la doctrina no son ni pueden ser una simple “formalidad”, sino una cuestión teórica de primera importancia. Por eso, surge espontánea la pregunta: ¿cómo hablar de unidad partidaria con quienes niegan las esenciales cuestiones propias del marxismo-leninismo que acabamos de reseñar? ¿Cómo? Puede decirse, pues, que hasta cuando trata de un tema tan decisivo en la construcción del Partido, en la Reconstitución, como es la denominación de la doctrina, Lastra no puede sofrenar su liberalismo burgués ni su proclividad a la conciliación, a la metafísica, a la componenda. De esta forma promueve la unidad partidaria de los marxistas ortodoxos con los negadores del leninismo como el marxismo de nuestra época, o sea, con los negadores del marxismo-leninismo (revisionistas de “izquierda” y liquidadores). Por consiguiente, nadie que mantenga su sano juicio, puede negar que Lastra promueve el partido doctrinariamente heterogéneo.(2)
Resumiendo, puede decirse que quienes creen que el problema de la denominación de la doctrina es apenas una cuestión formal, se quedan en la superficie del problema y muestran así su incapacidad de revelar su esencia.
Pero, además, hay que anotar que en los textos “El trabajo por la reconstitución de la vanguardia”, “¿Reafirmación o reformulación de la base de unidad partidaria?” y “Debate sobre marxismo-leninismo-maoísmo (Parte 1)” (pésimamente escritos, dicho sea de paso), hay un verdadero cúmulo de equívocos, incoherencias, ambigüedades, absurdos y hasta frases ininteligibles, como por ejemplo la que sigue: “unidad ideológica doctrinalmente homogénea” (“El trabajo por la reconstitución…”, p. 5).
Así, pues, lo apuntado hasta aquí basta para mostrar que el artículo de Lastra sobre la verdad universal no es ninguna contribución a la reconstitución del partido de Mariátegui, sino que, todo lo contrario, puede servir para constituir un partido doctrinariamente heterogéneo.
Como vemos, si el “marxismo-leninismo-maoísmo” de Lastra fue falso, ahora su “marxismo-leninismo” también es falso, pues el liberalismo burgués sigue siendo el patrón que guía toda su actividad partidista y toda su actividad frentista. No darse cuenta de esta realidad, es incapacidad teórica; y tratar de encubrirla con un poco de fraseología, es servilismo.
Es preciso subrayarlo: con los textos producidos en el COMITÉ DE RECONSTITICIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, la lucha por la Reconstitución cuenta con una teoría sobre la verdad universal del proletariado y el problema de su denominación. Esos textos son los siguientes: el libro El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación; los capítulos I, II III y XXVII del libro El Pez fuera del agua…; los artículos “La verdad universal del proletariado y la reconstitución del partido” y “Apuntes sobre algunos sofismas”; los artículos “El maoísmo nominal de J.P. Ballhorn y otras cuestiones”, “Abimael Guzmán y el problema de las raíces históricas del pensamiento de Mao” y “Respuesta a L.D.” (incorporados estos tres últimos a la inédita segunda edición, corregida y aumentada, de El pez fuera del agua); y, naturalmente, el presente artículo.
Nota
[2] Sin embargo, expresando sin querer su completa
confusión, en el artículo “El trabajo por la reconstitución…”, Lastra se llena
la boca hablando de la base de unidad partidaria: “adherir a la BUP, hoy en
proceso de reformulación”; “sobre esta reformulación habrá que ir precisando y
aterrizando mediante la coordinación y cooperación ante los requerimientos de
las masas en resistencia y lucha contra la clase dominante”. Esta última
afirmación es ambigua, y hay que preguntarse qué habrá querido decir Lastra realmente.
¿Cree nuestro liquidador que la “reformulación” (concepto no explica
exactamente en su artículo) de la base de unidad depende de “los requerimientos
de las masas”? En lo que concierne al aspecto ideológico de la base de unidad,
hay que subrayar que ninguna “coordinación” y ninguna “cooperación” es posible
con los negadores del marxismo-leninismo para lo que Lastra llama
“reformulación” de dicha base. Cuando Stalin escribió Los Fundamentos del Leninismo y Cuestiones
del leninismo, no “coordinó” ni “cooperó” con los oportunistas; lo que hizo
fue desplegar la lucha teórica contra ellos, y lo que resultó fue la
fundamentación, hasta hoy insuperada, del leninismo como el marxismo de nuestra
época. La pretendida “reformulación” de la base de unidad no depende, en su
aspecto ideológico, de “los requerimientos de las masas”. No decir las cosas
claramente sobre esta cuestión, da lugar a que se pueda pensar que Lastra cree
que la adopción del marxismo-leninismo por el Partido depende de tales
“requerimientos”, cuando todo marxista sabe perfectamente que tal adopción no
es ni puede ser más que un resultado de la actividad consciente de la
vanguardia. “Los requerimientos de las masas” solo deben ser tenidas en cuenta para
la elaboración de las reivindicaciones inmediatas.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui
de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!
Acerca de Algunos Sofismas
E. I.
EN EL ARTÍCULO El partido de Mariátegui (1988), publicado en la red, Ramón García escribió:
Pero también hay evidentes divergencias. Por ejemplo, la discusión hasta bizantina acerca de si la doctrina se denomina Marxismo-leninismo o Marxismo-leninismo-maoísmo. Así, la posición respecto al marxismo se entiende como la lucha por un guión más o un ismo menos. Y más marxista se considera quien se considere más marxista-leninista o más marxista-leninista-maoísta. Esta discusión podría obviarse si se considera que Marx y Engels fundaron la concepción marxista de la historia, Lenin y Stalin iniciaron la transformación socialista del mundo, y Mao y JCM universalizaron el marxismo en tanto doctrina y método. Así, los ismos están demás para el marxismo o cosmovisión marxista. Basta uno solo para abarcar con él a todos los maestros universales habidos y por haber.
Expresivamente, en esta cita García no habla en absoluto del desarrollo alcanzado por el marxismo con los continuadores, que es precisamente de lo que hubiera tenido que hablar para plantear científicamente la cuestión de la denominación de la doctrina.
Engels señala que la concepción de Marx,
No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación.
Pero García no hace ni la más mínima alusión a las conquistas teóricas alcanzadas por los continuadores a partir de los puntos de partida y el método que les ofrecía la concepción marxista del mundo.
De hecho, pues, García silencia el desarrollo universal del marxismo, pues lo que dice de Lenin y Stalin representa una conquista práctica (“iniciaron la transformación socialista del mundo”) y lo que dice de Mao y Mariátegui representa una conquista propagandística (“universalizaron el marxismo en tanto doctrina y método”).
Por lo tanto, cuando nuestro liquidador dice: “Esta discusión podría obviarse”, de hecho está diciendo: “esta discusión podría obviarse porque no hay ningún desarrollo universal del marxismo”.
Es claro, entonces, que, precisamente tratando la cuestión de la denominación de la doctrina, García reduce el marxismo a la concepción de Marx y Engels, y esto le sirve para plantear alegremente que “los ismos están demás para el marxismo o cosmovisión marxista. Basta uno solo para abarcar con él a todos los maestros habidos y por haber”.
Aquí, sin embargo, la frase “abarcar con él a todos los maestros habidos y por haber” se revela engañosa, pues, ¿qué maestros son esos que, con excepción de Marx y Engels, que “fundaron la concepción marxista de la historia”, los otros se limitaron a aplicarla y a propagandizarla?
En Los fundamentos del leninismo, Stalin señaló:
Lenin es marxista, y la base de su concepción del mundo es, naturalmente, el marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo alguno, que la exposición del leninismo deba comenzar por la de los fundamentos del marxismo. Exponer el leninismo es exponer lo que hay de peculiar y de nuevo en las obras de Lenin, lo aportado por Lenin al tesoro general del marxismo…
Por consiguiente, está fuera de discusión que la concepción del mundo de los continuadores tiene por base la concepción del mundo de los fundadores, pero, al mismo tiempo, también está fuera de discusión que Lenin, Stalin y Mao plasmaron aportes teóricos a partir de la concepción de Marx y Engels.
Así, pues, el marxismo ha tenido un desarrollo de valor universal, y es este desarrollo, precisamente este desarrollo, y ninguna otra cosa, lo que determina la necesidad del reconocimiento del leninismo.
Pero, como hemos visto, García silencia el desarrollo universal del marxismo y, de este modo, intenta hacer creer que la denominación de la doctrina es un asunto puramente formal (“un guión más o un ismo menos”).
Y tan torcido es su método, que imputa a los demás este formalismo (“la posición respecto al marxismo se entiende como la lucha por un…”), cuando la verdad pura y simple es que es él precisamente quien procede conforme a una visión formalista del problema de que tratamos, poniendo así de manifiesto su bizantinismo que, con el mismo torcido método, imputa también a los demás.
En conclusión, García escamotea el reconocimiento de los aportes de los continuadores, reconocimiento obligatorio para cualquier partido proletario, no solo por la razón científica arriba señalada, sino también por la razón política de diferenciar marxismo de oportunismo, marxismo de revisionismo, tal como enseñó Mariátegui que tiene que hacerse.
Por supuesto, García sabe por qué y para qué silencia el desarrollo universal del marxismo, por qué y para qué encubre la relación de este desarrollo con la cuestión de la denominación de la doctrina, por qué y para qué escamotea la obligatoriedad del reconocimiento del leninismo: tales recursos extraños al método marxista le permiten hablar de un marxismo a secas, y este marxismo a secas le consiente promover un partido doctrinariamente heterogéneo, o sea, un partido “marxista” antileninista , un partido no de clase, un partido-amalgama, un partido de “todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar” todo tipo de detractores de los maestros del proletariado internacional.
En conclusión, toda esta sofistería de Ramón García es revisionismo puro y simple y le sirve de base para promover un partido opuesto al partido de clase de Mariátegui.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui
de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!
Socialismo Proletario y Socialismo Pequeño Burgués
E. I.
I
Como es de conocimiento general, en el capítulo III del Manifiesto del partido comunista, Marx y Engels analizaron el socialismo reaccionario (socialismo feudal, socialismo pequeño burgués y socialismo alemán o socialismo «verdadero»), el socialismo conservador o burgués y el socialismo y el comunismo crítico-utópicos.
Este análisis demuestra que en el tiempo del Manifiesto la palabra socialismo servía para designar una gama de corrientes reaccionarias y no proletarias, algunas de estas últimas en coexistencia con el socialismo científico en el seno del movimiento obrero.
Los veintitantos años posteriores a la revolución de 1848 y el consiguiente desarrollo de la clase obrera y de la lucha entre el capital y el trabajo, demostraron la omnipotencia del socialismo científico y la impotencia de todas las tendencias del socialismo no marxista. En su «Introducción» al célebre libro La Guerra Civil en Francia, de Marx, Engels sostuvo que la Comuna de París «fue la tumba de la escuela proudhoniana del socialismo», pues demostró prácticamente la inconsistencia de la posición de Proudhon contraria a la asociación de los obreros para el ejercicio de la dirección de la producción, así como, asimismo, la tumba del blanquismo, pues demostró, también prácticamente, que la revolución proletaria no es ni puede ser el resultado de la acción conspiradora de un pequeño grupo de individuos, sino el producto de la lucha de las amplias masas populares.
El resultado de este doble entierro fue que el socialismo científico se reveló como el único socialismo realmente contrapuesto al capitalismo, como el único socialismo con un proyecto de sociedad que emana de la propia necesidad histórica. En su conocido artículo «Vicisitudes históricas de la doctrina de Carlos Marx», Lenin señaló respecto a uno de los resultados fundamentales del triunfo del marxismo:
La dialéctica de la historia es tal, que el triunfo teórico del marxismo obliga a sus enemigos a disfrazarse de marxistas. El liberalismo, interiormente podrido, intenta renacer bajo la forma de oportunismo socialista.
Esta aserción es completamente correcta. En efecto, después del triunfo teórico del marxismo, el liberalismo, interiormente podrido, renació como socialismo oportunista, y muchos casos demuestran ahora mismo esta verdad.
Por su parte, Mariátegui sostuvo:
El pensamiento revolucionario, y aún el reformista, no puede ser ya liberal sino socialista. (7 ensayos).
Esto significa que en el mundo contemporáneo el pensamiento revolucionario no puede ser ya liberal sino socialista en el sentido proletario del término, y que el reformismo no aparece ya como liberalismo sino como oportunismo socialista, como oportunismo en el seno del marxismo, es decir, como revisionismo. Ahora bien, este renacimiento del liberalismo como revisionismo determina que el mismo pueda ser confrontado en el terreno general del marxismo y, por lo tanto, pueda demostrarse mil veces más que el revisionismo no es más que socialismo de palabra y liberalismo de hecho.
II
Las diversas clases sociales que conforman los pueblos del mundo, reaccionaron de distintas formas frente a los perniciosos efectos de la aplicación del neoliberalismo económico.
El proletariado, fraccionado y debilitado, si bien tuvo una respuesta importante en el plano teórico, en la práctica no ha tenido la potencia necesaria para luchar victoriosamente contra las expresiones neoliberales de la dominación del capital sobre el trabajo.
Por su parte, la pequeña burguesía respondió al neoliberalismo con algunos discursos teóricos y, en el plano práctico, alcanzó el gobierno en algunos países de la periferia del mundo. El caso más publicitado es el del gobierno del Partido Socialista Unificado de Venezuela, que, como se sabe, se reclama inspirado en la teoría del «socialismo del siglo XXI».
Pues bien, lo característico de este gobierno –y de otros por el estilo– es que convive con la gran burguesía intermediaria del imperialismo, tiene un respeto supersticioso por la democracia burguesa y cree poder pasar al socialismo por la vía pacífica.
La convivencia con la burguesía intermediaria del imperialismo revela que, como es natural, el reformismo no tiene la intención de liquidar dicha clase, es decir, de confiscar sus medios de producción. Pues bien, esta convivencia –conflictiva, sin embargo, en algunos aspectos, aunque solo hasta cierto punto– significa que, en los países con gobierno reformista, la gran burguesía tiene, cada cuatro o cinco años, la posibilidad de recuperar el gobierno mediante elecciones. En otras palabras, presenta la nota de que, a pesar del tiempo que llevan los gobiernos reformistas, el poder económico de la gran burguesía se mantiene intacto y aun fortalecido. Este hecho expresa el respeto supersticioso de los gobiernos reformistas por la propiedad privada de la gran burguesía y, como es claro, esto es liberalismo y no marxismo.
Como se sabe, el teórico del «socialismo del siglo XXI», Heinz Dieterich Steffan, pone un signo de igualdad entre su socialismo y la llamada democracia participativa que, incluso en los casos en que se muestra muy participativa, no deja de ser democracia burguesa, pues de hecho sirve para reproducir las relaciones capitalistas de producción.
Mariátegui señaló:
… los cauces legales no pueden contener una acción revolucionaria. (Temas de nuestra América).
Por eso la democracia burguesa, en cualquiera de sus formas y en cualquiera de sus niveles estatales, no es el cauce de la revolución. Los cauces legales solo sirven para que el proletariado lleve su lucha de clase al terreno de la burguesía y acumule fuerzas. Nada más. Por eso Mariátegui señaló que
… la revolución es la gestación dolorosa, el parto sangriento del presente. (La escena contemporánea).
Ciertamente la idea de una vía pacífica al socialismo revela una concepción evolucionista y no revolucionista y, esto, como es claro, es liberalismo y no marxismo.
Así, pues, no obstante su retórica, los gobiernos reformistas cumplen el papel de administradores del capitalismo.
Pues bien, por su convivencia con la gran burguesía intermediaria, su concepción democrático burguesa y su ilusoria transición pacífica al socialismo, los gobiernos dizque socialistas, son casos en los que el liberalismo ha reaparecido como socialismo oportunista.
III
Después de la experiencia de la revolución socialista en el siglo XX, hablar de un socialismo que no sea de clase y de una política que no sea de clase, es un absurdo completo y, para decirlo francamente, es un engaño. Por eso, los marxistas deben explicar que el único socialismo revolucionario es el socialismo marxista, y que el socialismo reformista no es más que liberalismo reaparecido bajo una nueva forma. Es decir, el marxismo tiene necesidad de desenmascarar al socialismo oportunista, al revisionismo, lo que no impide que, ante un gobierno de esta tendencia, apoye las reformas que en alguna medida respondan a los intereses inmediatos de las clases trabajadoras, pero, naturalmente, luchando porque tales reformas se cumplan realmente; empero, al mismo tiempo, como en cualquier circunstancia, el socialismo marxista debe mantener su independencia ideológica, política y orgánica, pues si bien apoya las reformas como las aludidas, no apoya en cambio el reformismo.
En general, el socialismo marxista debe criticar todas las concepciones ideológicas, teóricas, políticas y orgánicas no proletarias. Este es el único modo de alcanzar la hegemonía en el seno de las masas.
Y, ante la tergiversación del concepto de revolución, debe reivindicar estricta e intransigentemente el sentido clasista de este concepto fundamental del marxismo.
14.10.2014.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!
Izquierda y Derecha
E. I.
I
Los dos términos que
dan título al presente artículo han sido desahuciados por algunos intelectuales
burgueses con el espurio argumento de que son anacrónicos. Según ellos, en el
mundo no existe ya la contradicción entre capitalismo y socialismo, y, en consecuencia,
en todos los países ha desaparecido la división de las fuerzas políticas en
izquierda y derecha. Con esta falacia buscan borrar de la conciencia de las
clases trabajadoras toda precisa demarcación entre revolución y reacción. Por
otro lado, hay quienes utilizan los mencionados términos de una manera abusiva,
es decir, sin tener en cuenta su estricto significado. Finalmente, hay también
quienes, so capa de su origen, pretenden expulsar ambos términos del lexicón
marxista o, cuando menos, descalificar el término izquierda como denominación
de las fuerzas revolucionarias.
Ciertamente estas son
razones suficientes para intentar un esclarecimiento de tales cuestiones.
En la Convención
Nacional francesa de 1791, los jacobinos, que luchaban por liquidar el
feudalismo, ocuparon el lado izquierdo del foro, mientras los girondinos, que
seguían el camino de la conciliación con la monarquía, ocuparon el lado derecho.
De esta azarosa circunstancia se tomó la costumbre de llamar izquierda a los
jacobinos y derecha a los girondinos. En consecuencia, ambos términos
adquirieron un contenido político preciso: empezaron a designar las dos
tendencias fundamentales de la burguesía francesa del siglo XVIII: la tendencia
revolucionaria y la tendencia oportunista.
Ahora bien, la clase
feudal era entonces la derecha por antonomasia. En consecuencia, en la época de
que tratamos, en el seno del pueblo eran de izquierda quienes luchaban por
liquidar la sociedad feudal y establecer la sociedad burguesa, mientras eran de
derecha quienes conciliaban con la monarquía. Esto quiere decir que, desde un
principio, ambos términos definieron la posición de las distintas fuerzas
políticas en el seno del pueblo por su posición ante el poder
político vigente. Y, precisamente en esto reside el quid de
la cuestión.
En virtud pues de su
adquirido contenido político, los términos
izquierda y derecha cobraron carta de ciudadanía más allá de los
marcos de la Francia dieciochesca, y hasta terminaron trascendiendo
los marcos de la lucha de la burguesía contra el feudalismo.
Así, los dichos
términos fueron asimilados al lexicón marxista, y precisamente en la literatura
del partido bolchevique. En el ¿Qué
Hacer? (escrito entre 1901 y 1902), Lenin sostuvo:
La comparación de las
dos tendencias existentes en el seno del proletariado revolucionario (la
revolucionaria y la oportunista) con las dos corrientes de la burguesía
revolucionaria del siglo XVIII (la jacobina –la Montaña– y la
girondina) fue hecha en el artículo de fondo del número 2 de Iskra (febrero
de 1901). El autor de dicho artículo fue Plejánov. Los
demócratas-constitucionalistas, los “sin título” y los mencheviques gustan aún
ahora de hablar del “jacobinismo” en la socialdemocracia
rusa. Pero hoy día prefieren callar u... olvidar el hecho de que Plejánov lanzó
por primera vez este concepto contra el ala derecha de la socialdemocracia.
Y, en 1904, mantuvo
en otro lugar:
De por sí el hecho de
la división del Congreso (del partido) en ala izquierda y derecha, en ala
revolucionaria y oportunista, no sólo no representa aún nada terrible ni nada
crítico, sino ni siquiera absolutamente nada anormal. (Un paso adelante, dos pasos atrás).
De manera pues que,
ya a principios del siglo XX, los términos izquierda y derecha estaban
consagrados en el lexicón marxista y, como hemos visto, los mismos designan las
dos tendencias fundamentales en el seno del proletariado (y por extensión en el
seno del pueblo): la tendencia revolucionaria, que lucha por liquidar el
capitalismo y reemplazarlo por el socialismo; y la tendencia oportunista, que
lucha por atenuar algunas expresiones extremas del capitalismo, pero no por
liquidarlo como sistema económico-social.
Con estos términos ha
sucedido, pues, lo que Engels señala con toda razón en su famoso Ludwing
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana: las palabras valen no «lo que deberían
denotar por su origen», sino lo que «significan con
arreglo al desarrollo histórico de su empleo real».
II
Exactamente como ayer
la clase feudal fue la derecha por antonomasia, hoy la clase burguesa es la
derecha por antonomasia. Por consiguiente, en nuestra época cualquier fuerza
política en el seno del pueblo se define como de izquierda o de derecha en función de
su posición ante al poder político de la burguesía.
Los gobiernos
del Frente Amplio en Uruguay, del Partido de los Trabajadores en
Brasil, del Partido Socialista Unificado de Venezuela, entre otros, son
considerados por algunos como de izquierda. Pero la verdad es que, en rigor,
ninguno de esos gobiernos es de izquierda, pues no tienen más horizonte que
reformar el capitalismo.
No obstante, es un
hecho que, con arreglo a su empleo real, el término izquierda ha
cobrado una nueva acepción: designa también a las fuerzas políticas
reformistas. Entonces, como consecuencia de ello, es menester aclarar que tales
fuerzas son, en realidad, la izquierda de la derecha, pues, objetivamente, cumplen la función de
sostener el sistema capitalista mediante su maquillaje.
Existe, pues, una
diferencia sustancial entre la izquierda que lucha por liquidar el capitalismo
y la izquierda que lucha por retocarlo, entre la izquierda revolucionaria y la
izquierda reformista, entre la izquierda auténtica y la izquierda espuria.
Por otra parte, hay
quienes creen decir algo muy profundo con aquello de que el marxismo «no es de derecha ni
de izquierda, sino de avance». Con esto niegan que, con arreglo al desarrollo histórico de su
empleo real, el término izquierda encierra el concepto de avance, y el
término derecha encierra el concepto de conservación. Ocurre, por lo tanto, que
el marxismo es la doctrina de izquierda por antonomasia, sencillamente porque
de su aplicación por el movimiento revolucionario dimana el avance histórico
de la humanidad hacia su emancipación.
Contra la pretensión
reaccionaria, hay que reivindicar los términos izquierda y derecha como
conceptos políticos que dan cuenta del revolucionarismo y el conservadurismo,
respectivamente; contra la maniobra oportunista de cubrirse detrás del término
izquierda, hay que reivindicar su estricto significado revolucionario; contra
la pretensión de descalificar ambos términos que tipifican las fuerzas
políticas opuestas en el mundo actual, hay que reivindicar la acertada
observación de Engels según la cual las palabras valen por lo que «significan con
arreglo al desarrollo histórico de su empleo real», pues el árbol del
lenguaje vivo es siempre más verde que cualquier consideración etimológica.(1)
Nota
[1] De hecho, la
última pretensión comentada es un caso de negación de la semántica diacrónica.
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de
la Realidad Actual!
La Verdad se Busca en los Hechos
César Risso/Eduardo Ibarra
PREVIAMENTE
CITADO, el 17 de agosto de 2024 el suscrito César Risso se vio con Israel
Terry, quien le alcanzó una propuesta de Jaime Lastra, según la cual el CRJCM
estaba “invitado” a participar en “una escuela” que desarrollaría el siguiente
temario: 1) la coyuntura política y la necesidad histórica del partido del
proletariado; 2) el proceso de reconstitución del Partido Socialista fundado
por Mariátegui; y, 3) situación actual de la reconstitución. Según la
propuesta, el primer punto sería desarrollado por Ramón García (cabeza de un
grupo negador del marxismo-leninismo, del partido de clase, de la
Reconstitución, etc.); el segundo sería desarrollado por el suscrito Eduardo
Ibarra (miembro del CRJCM); y el tercer punto por César Risso (igualmente
miembro del CRJCM) y el propio Lastra (cabeza del grupo proponente de la
“escuela”, grupo distinguido, hasta ese momento, por su oportunismo de
derecha).
El objetivo de la “escuela”, según dijo
Terry, era “fortalecer un núcleo de dirección” que asumiera la tarea de
impulsar la Reconstitución. De esta forma el oportunismo de derecha del grupo
de Lastra devino liquidacionismo de derecha. Cualquier marxista puede entender
que amalgamar en un mismo organismo de tipo partidario a marxista-leninistas
(CRJCM) y liquidadores (grupos de García y de Lastra) equivale, sin discusión,
a liquidar el partido de clase y, por consiguiente, la propia reconstitución
del partido de Mariátegui.
Lo que vino después es historia que resumimos del modo siguiente: “Pronunciamiento” del CRJCM (con fecha del 31 de agosto de 2024 y publicado en la edición de CREACIÓN HEROICA del 1 de setiembre del mismo año); publicación en la edición del 1 de febrero de nuestro blog el artículo “El liquidacionismo de derecha de Jaime Lastra y la reconstitución del partido de Mariátegui”, de Eduardo Ibarra; publicación en el número 34 del blog que dirige Lastra de un artículo firmado por el “CCH”, pero escrito por el mencionado, así como el artículo “Breve comentario sobre un artículo de Eduardo Ibarra”, de Carlos Moreno; publicación en la edición de marzo de nuestro blog del artículo “Falsificaciones e infundios en defensa del liquidacionismo de derecha”, de César Risso, y el comienzo de la publicación en partes del artículo “El trasfondo de un artículo de Carlos Moreno”, de Eduardo Ibarra; un comentario de Carlos Moreno colgado en el índice, enviado por nosotros, de la edición de julio de CREACIÓN HEROICA.
Los cínicos recursos con los que, en su aludido artículo, Lastra pretendió negar su propuesta de constituir “un núcleo de dirección” como el indicado arriba, se explican no solo porque, como cualquier persona de mentalidad egocéntrica, no reconoce su caída en uno de los dos más extremos oportunismos, como es el liquidacionismo (el otro es el socialchovinismo), sino también, porque, según puede entenderse ahora, su propuesta de constituir el mencionado “núcleo” fue una iniciativa a espaldas de los activistas concurrentes a la “escuela”, que más tarde Lastra llamó “conferencias”. Este hecho pone al descubierto que todo lo que hace Lastra es engañar y utilizar a dichos activistas para consumar su plan de liquidar el partido de clase y, por lo tanto, liquidar la Reconstitución. Y todo esto, ¡precisamente a nombre de la Reconstitución! Así que ningún activista que se autoestime, puede seguir poniéndole las espaldas a Lastra para que cabalgue sobre ellas.
La reconstitución del partido de Mariátegui solo puede llevarse hasta el fin sin el liquidacionismo y contra el liquidacionismo. Esta es una verdad indiscutible para cualquier marxista.
Pues bien, volvamos al principio. Como marxistas sabemos
que la verdad se busca en los hechos, y lo reseñado en los dos primeros
párrafos del presente artículo son los hechos. Frente a ellos, solo caben dos
actitudes: revolcarse en la miseria moral que significa negarlos con las más escandalosas
falacias y las más viles calumnias, como han hecho Lastra y Moreno, o asumir
honradamente el reconocimiento de los mismos. Hoy Israel Terry se encuentra
ante esta disyuntiva. Si, por razones subalternas, asumiera la primera actitud,
los marxistas lo considerarán como tendrían que considerarlo; si asumiera la
segunda, ello significaría que en el grupo de Lastra todavía hay quien no se ha
olvidado que, en el plano de la conciencia, el marxismo es la dignidad del
hombre, y, en el plano de la política, la busca de la verdad en los hechos
expresa la condición revolucionaria de los luchadores de la causa proletaria.
31.08.2025.
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