domingo, 5 de octubre de 2025

Internacionales

Solidaridad con Venezuela

Santiago Ibarra

CON EL PRETEXTO de luchar contra un inventado Cartel de los Soles (al cual acusan de narcotraficante y terrorista), nuevamente Estados Unidos, a la cabeza del extremista de derecha Donald Trump, busca derrocar al gobierno legalmente establecido de Nicolás Maduro. Trump ha desplazado a 8 buques de guerra, 1 submarino nuclear, 4.500 marinos y a varios aviones de guerra en las costas del Caribe y de Venezuela. Asimismo, dentro de esta movilización militar, Estados Unidos ha asesinado a 17 tripulantes de una pequeña embarcación, los cuales eran pescadores y no narcotraficantes como asevera Estados Unidos.

Para percatarse de la falsedad de las acusaciones de Trump, debemos observar que en sus informes sobre narcotráfico en la región, ni la ONU ni la DEA mencionaron nunca a un cartel semejante, ni tampoco que Venezuela sea un centro de producción de drogas. Por su parte, “EInforme Mundial sobre Drogas 2025 de las Naciones Unidas ratifica oficialmente que Venezuela mantiene su territorio completamente libre de cultivos ilícitos y laboratorios de procesamiento. Según este documento, apenas el 5 por ciento del narcotráfico internacional intenta utilizar rutas venezolanas, confirmando que el país no constituye una vía principal para el tráfico de sustancias prohibidas.”(1) Según este mismo informe, el 87% del tráfico de drogas sale de Colombia por las rutas del Pacífico, y el 5% que sale por Venezuela es mayormente detenido por las autoridades venezolanas.

Trump, de otro lado, tiene la osadía de intentar hacer creer que lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado cuando su país es el principal consumidor de drogas y no se conoce de ninguna lucha contra ninguna mafia en ese país, y cuando él, después de Biden, es el principal sostén militar y financiero del genocidio que cometen Israel y Netanyahu contra el pueblo de Palestina en Gaza. Además, Trump apoya a Netanyahu en su agresión a varios países árabes e Irán, además de que los propios Estados Unidos han bombardeado a este último país. Frente al proyecto colonial del Gran Israel, el cual implica robarle territorio a varios países cercanos, Trump no ha dicho nada. De hecho, Trump y Netanyahu son los más grandes violadores hoy en día del derecho internacional e implementan el estado de excepción permanente a escala global, pero esto no es obstáculo para que uno y otro hable alegremente de luchar contra el terrorismo y el narcotráfico y en nombre de esta supuesta lucha ellos agredan a las naciones que no se alinean con su proyecto.

Si no es la lucha contra las drogas, ¿cuál es el objetivo de Trump para movilizar a su fuerza militar en el Caribe? Su objetivo es derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y amedrentar a los gobiernos latinoamericanos y lograr concesiones de parte ellos, como algunos ya lo han hecho. Trump busca derrocar al gobierno de Maduro para obtener el control de las mayores reservas de petróleo que existen hoy en el mundo y que controla el gobierno venezolano gracias a la orientación nacionalista de su gobierno.

El propio Trump reconoció en un discurso del 2023 su interés por hacerse del control del petróleo venezolano: "’Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo’, confesó el exmandatario durante su primer discurso público tras su imputación por cargos federales.” (2)

Pero el gobierno de Trump intenta además impedir que China acceda a esas reservas de petróleo. Se colige que la movilización estadounidense de sus fuerzas militares en el Caribe se enmarca dentro de objetivos coloniales e imperialistas, para lo cual una vez más recurren a la violación del derecho internacional.

Con esta acción militar prepotente los Estados Unidos muestran una vez más que el sistema internacional no es sino uno constituido por países económicamente dependientes y políticamente libres solo en principio. Como estado imperialista que es, Estados Unidos mantiene una política internacional que viola la soberanía y la independencia de los países, provocando guerras o impulsando agresiones militares contra países mucho más débiles que ellos para lograr de éstos alineamientos con sus intereses económicos (por ejemplo, entregar sus recursos naturales) o enfrentarlos a la potencia rival de turno, hoy en día China.

Contra quienes han afirmado que Estados Unidos no tiene ya ningún interés en América Latina, aquél pasa a la ofensiva en esta región con la finalidad de recuperar lo que equívocamente considera que es suyo. A la vez, con esta avanzada Estados Unidos intenta hacer frente a los avances de China en la región.

La ofensiva imperialista de Estados Unidos contra Venezuela, América Latina en general y la propia China, tiene el respaldo de gobiernos y fuerzas políticas reaccionarias que están en contra de la soberanía de nuestros pueblos. En este campo reaccionario se encuentran Argentina con Milei, Ecuador con Noboa, Perú con Boluarte y su congreso decadente, el cual ha declarado al ficticio Cartel de los Soles como una organización terrorista. Estos gobiernos enfrentan una caída importante de su aprobación y, particularmente a Boluarte, la reprueba el 93% de la población peruana. Esto no representa para ella ninguna dificultad para intentar hacer caer a Maduro, que ganó la presidencia con más del 51% de los votos. Todos los gobiernos y fuerzas políticas que apoyan a Estados Unidos y buscan la caída del gobierno de Nicolás Maduro (entre ellos, la opositora María Corina Machado) apoyan a Israel en su genocidio contra el pueblo palestino. Todos estos gobiernos y fuerzas políticas (liberales y populistas de derecha) están alineadas entonces con la violación del derecho internacional, de los principios humanitarios más elementales y el estado de excepción permanente, en un momento en el que Estados Unidos y Europa se preparan para la guerra. La amenaza contra Venezuela no se puede entender fuera de este cuadro de ofensiva imperialista.

Frente a la ofensiva imperialista Venezuela ha mostrado ante todo a un pueblo organizado dispuesto a defender con las armas a su patria y ha mostrado también fuerza militar. Venezuela cuenta además con el apoyo de los pueblos de Latinoamérica, y especialmente con el respaldo de Cuba, Colombia, Nicaragua y Brasil. Estados Unidos debe estar evaluando el respaldo internacional que tiene Venezuela (a los países mencionados hay que sumar el apoyo estratégico de China y Rusia) y el respaldo popular de su propio pueblo. Pensamos que por estas razones por lo pronto no se va a concretar ninguna invasión militar yanqui, pero no se puede perder de vista ni por un segundo que también es posible que Estados Unidos ataque militarmente con algún pretexto sacado de su falsa lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. En el imperialismo no se confía “ni tantito así”, decía Ernesto Che Guevara.

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Notas:

(1) Telesur TV, “Venezuela desmonta redes narcoterroristas mientas 87% opera en rutas del Pacífico colombiano”, 12 de agosto de 2025. Citado en: https://www.telesurtv.net/venezuela-desmonta-redes-narcoterroristas/ (negrillas en el original)

(2) Página 12, “El sincericidio de Donald Trump sobre Venezuela: ‘Estaba a punto de colapsar, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo’”, 12 de junio de 2023: Citado en: https://www.pagina12.com.ar/557326-el-sincericidio-de-donald-trump-sobre-venezuela-estaba-a-pun (negrillas en el original).



Mensaje de Paz para Toda la Humanidad

Manuel Lasso*

LA EXPLOSIÓN DE UNA BOMBA nuclear sobre una gran ciudad, como New York, Moscú o Pyongyang liberará una masiva cantidad de energía radioactiva que se precipitará como una tormenta de radiación gamma sobre la superficie de la tierra. Esta detonación, sin señales de alerta, generará una temperatura de 4,000 grados centígrados (7,232 grados Farenheight), una condición muy parecida a la temperatura de la superficie del sol, en un radio de 5 kilómetros (0.31 miles). Según cálculos científicos contemporáneos, de un total de 4.3 millones de habitantes, morirán instantáneamente 470,000 habitantes y quedarán heridos 630,000. Durante la explosión de Hiroshima el 65 % de los heridos fue resultado de quemaduras y el 20%, de injurias por la radiación.

Una bomba de 1 megatón (1,000 kilotones) destruiría 80 millas cuadradas (207 kilómetros cuadrados), con las dimensiones de 1,200 pies (0.36 kilómetros) de largo por 300 pies (0.060 kilómetros) de ancho. La bomba de Hiroshima solo tenía el poder de 16 kilotones.

El Belfer Center for Science and International Affairs de la Universidad de Harvard ha diseñado un mapa en tercera dimensión con círculos concéntricos que demuestran la intensidad de los daños producidos en cada uno de ellos por una explosión nuclear.

En Manhattan, en el círculo interior del hipocentro de la explosión, llamada el Fireball, con un radio de 0.5 kilómetros (0.31 millas), que iría desde Houston St. por el norte hasta el City hall PK Path por el sur, todos los habitantes desaparecerán volatilizados instantáneamente. Las ondas expansivas de la detonación producirán vientos devastadores, con una velocidad de 784 millas por hora (1,261 km por hora), que destruirán completamente a la mayoría de los edificios. Habrá un 100% de mortalidad. No quedarán sobrevivientes. Se calcula que, en el mismo momento, iguales daños sucederían en la capital de Rusia o en la capital de Corea del Norte.

En el siguiente círculo, denominada Heavy Blast Damage, con un radio de 1.89 kilómetros (1.17 millas, que iría por el norte desde Delancey St. Hasta Fulton St. por el sur, todo quedará convertido en una planicie en escombros. La onda expansiva de la explosión demolería todos los edificios de concreto. Habría un 100 % de mortalidad. Nadie sobreviviría en esta área.

En el próximo círculo, llamado de la Radiación, con similares dimensiones que la anterior, con un radio 1.89 kilómetros (1.19 millas), que iría desde 20th St. hasta Pearl St., solo sobreviviría el 15 % de la población, pero morirían en un mes debido al síndrome de radiación aguda. Paredes enteras de ladrillo y concreto se vendrían abajo o estarán colgantes de los edificios. Los edificios residenciales colapsarán. A continuación, columnas de fuego consumirán los edificios y las casas. Todos los carros estarán abollados y cubiertos de una gruesa capa de polvo.

En el círculo siguiente, con un radio de 2.29 kilómetros (1.49 millas), denominada Moderate Blast Damage, desde la 59th St. hasta la 18th St., los edificios residenciales colapsarían. Las injurias serían universales. Las fatalidades se encontrarían por todos lados. Los postes eléctricos de las calles quedarán derribados o inclinados, los cables del alumbrado eléctrico habrán desaparecido o quedarán chisporroteando apoyados en el asfalto. De los escombros escapará el gas de las cañerías rotas por todo lugar. Los puentes estarán destruidos con sus cables de suspensión tocando el agua. Las pistas asfaltadas o empedradas estarán cubiertas de innumerables trozos de vidrios rotos, hojas secas y basura. Los árboles de los parques quedarán deshojados y las estatuas de bronce se derretiráncomo la cera y permanecerán desparramadas alrededor de sus pedestales. El fuego consumiría todos los edificios. Columnas de humo gris se levantarían lentamente por todas partes.

El siguiente círculo de Termal Radiation, iría desde la 42 St. a Delavan St. in Brooklyn Tendría un radio de 4.31 kilómetros (2.67 millas) Allí se producirían quemaduras de tercer grado en la piel, el subcutáneo y los músculos de los quemados. No sentirían dolor, pero fallecerían en los siguientes días. A los sobrevivientes les causaría después cicatrices terribles y graves incapacidades. Muchos necesitarían amputaciones.

De un radio de 5.88 kilómetros (3.65 millas) el círculo llamado de Light Blast Damage tendría una cantidad incalculable de ciudadanos con los rostros cubiertos de ceniza y polvo y quemaduras de segundo grado con grandes ampollas y enormes colgajos de piel pendiendo de sus cuerpos, caminando con los brazos levantados para evitar el dolor producido al rozar el cuerpo.  En esta área los vidrios de las ventanas reventarían y grandes trozos caerían a las calles o herirían a los residentes que se acercarían a las ventanas para ver lo que habría ocurrido afuera después de la explosión. Estarían completamente exhaustos y aterrados, sin saber lo que necesitarían hacer. Se producirían cegueras hasta en 53 millas de distancia.

En los siguientes días no habría agua potable, fría o caliente, ni desagüe en toda la ciudad. Las líneas telefónicas dejarán de funcionar y el ciberespacio permanecerá inaccesible. Los hospitales estarán en caos por la extraordinaria cantidad de quemados y heridos. No existirán departamentos de policía ni estaciones contra incendios.

La gente herida deambulará por calles y puentes en busca de atención médica. Estarán muy confusos, sin poder pensar bien, llorando por el horror, con los brazos levantados para evitar el roce con sus cuerpos quemados. Sus ropas estarán hechas jirones. La gente tendrá múltiples quemaduras con enormes ampollas y caminarán con grandes trozos de piel colgando de sus cuerpos. La gran mayoría tendrá los pelos quemados y erizados.

A pesar de la gran necesidad, no habrá médicos, enfermeras u hospitales suficientes para atender a la gigantesca cantidad de heridos buscando atención médica. Los muy exhaustos se recostarán en el suelo y esperarán a que les llegara la Muerte.

Todos los negocios permanecerán cerrados. En los días siguientes no habrá agua ni alimentos no contaminados. Entonces surgirá el vandalismo y mucha gente saldrá a las calles con armas de fuego para entrar a las viviendas en busca de alimento.

En ese momento no habrá policías ni servicios de emergencia. La gran metrópoli se convertirá en una ciudad sin ley y la gran humanidad con toda su impresionante civilización regresará a la edad de Piedra, a la época del homo erecto o de los Neandertales.

Cuando una nación ataque a otra, habrá una inmediata y letal reciprocidad. Luego, seguirán más ataques nucleares por todos lados, al punto de que todo el planeta se convertirá en el indescriptible campo de batalla de una guerra mundial nuclear. Los efectos de esta horrible catástrofe indefectiblemente conducirán a un invierno nuclear en todo el mundo.  Todo el polvo radioactivo de las inacabables detonaciones producirá una nube radioactiva que cubrirá todo el planeta, lo que bloqueará la entrada de los rayos solares. El resultado será una absoluta ausencia de alimentos y agua potable. La lluvia radioactiva se precipitará sobre todo el mundo y contaminará todos los sembríos y las aguas incluyendo a los ríos y los océanos. Esta extrema radioactividad producirá la muerte. Aumentará la incidencia del cáncer de la glándula tiroides y de las leucemias. Además, el porcentaje de niños afectados con defectos congénitos se incrementará hasta niveles inesperados. Por tal razón todo alimento sólido o líquido se tornará radioactivo y no habrá nada para comer ni beber. Entonces, en un promedio de cuarenta días todos los seres humanos sin ninguna distinción de nacionalidad empezarán a agonizar de deshidratación y de hambruna y fallecerán. Ningún país en el planeta quedará a salvo. Es posible también que si la población persiste en ingerir alimentos y agua radioactivos sobrevivirá por un tiempo, tal vez meses o años, pero fenecerán por el efecto de la radioactividad consumida. Entonces la humanidad con toda su impresionante civilización ingresará a un Infierno Nuclear y retornará a la barbarie, a una etapa muy anterior a la civilización humana iniciada por los sumerios.

Las destrucciones nucleares serían mutuas. No habría ni un solo orgulloso y petulante ganador porque toda la humanidad entera sería afectada incluyendo a los países no participantes. Los daños serán universales.

Sin embargo, todo este apocalipsis se podrá evitar si todas las naciones empiezan a comprenderse y a tolerarse unos a otros, a resolver sus conflictos internacionales de un modo civilizado, sin reaccionar con la brutal belicosidad de unos energúmenos primitivos simplemente por razones no trascendentales. Es poco lo que se pide; pero mucho lo que se podría ganar.

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(*) Escritor e investigador científico del Laboratorio de Rosalyn Yalow y de los Institutos Nacionales de Salud de Bethesda, MD.

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