Generación
Z y el Nuevo Proletariado
Marcelo
Ñaupari
LOS
LLAMADOS GENERACIÓN Z son la primera generación de nativos
digitales; muchas veces subestimada como una generación apática y fácilmente
manipulable, una fuerza laboral adormecida por las redes sociales y cuya máxima
expresión de rebeldía se limitaba a renegar en plataformas digitales, descargar
su frustración en videojuegos o votando por Milei, Trump o López-Aliaga. El
capitalismo se sentía seguro ante su mayor logro: millones de jóvenes pobres
con ideas de derecha o ultraderecha.
En
las últimas semanas, la burguesía peruana, sin oposición legislativa quiso
ampliar su plusvalía a modo de aportación obligatoria de estos jóvenes a las
AFP, generando una chispa que encendió la pradera de la rebeldía juvenil, que
ya venía buscando formas de resistencia a la ola de delincuencia y corrupción
en el país, y el descontento general de una generación que se siente sin
futuro.
Estos
nuevos proletarios no son los obreros de fábrica del siglo XX, sino una clase
trabajadora muchas veces sobrecalificada y que no sabe de derechos laborales;
soportan jornadas interminables, sin seguridad ni estabilidad. A pesar de ser
la generación más educada, también son la más explotada. La bandera de One
Piece, como símbolo de resistencia global La bandera pirata de una calavera
sonriente con un sombrero de paja ha sido enarbolada en protestas de jóvenes en
distintas partes del mundo (Indonesia, Nepal, Francia) y ha servido para
identificar a millones de jóvenes con un ideal de rebeldía.
Pertenece
a un manga (One Piece) en el que un grupo de amigos piratas van tras un mítico
tesoro y en cuya búsqueda se enfrentan a diversos momentos de injusticia y
opresión, incluyendo al de La Marina, que es el aparato represor de un tirano
gobierno mundial terriblemente corrupto y tan o más temible que los peores
piratas.
Si
bien no es un manga revolucionario, ha servido para identificar a toda una
generación cansada de que se aprovechen de ellos y también en la necesidad de
la unidad de los marginados frente a la opresión. Fue la bandera que
necesitaban los jóvenes peruanos para tomar la calle, ya que esta generación no
se siente representada por ningún partido político o sindicato tradicional.
De
la Rebelión a la Organización El gobierno, al darse cuenta del incendio social
provocado, se vio forzado a derogar el punto más polémico de la ley de
pensiones que obligaba el aporte a los independientes. Pero ya era demasiado
tarde. Miles de jóvenes seguían saliendo en las calles de todo el Perú,
descubriendo el alcance de su propia fuerza.
Sin
embargo, la tarea para estos nuevos trabajadores apenas comienza. La lucha no
puede limitarse a la indignación contra la corrupción o la delincuencia (que es
importante), sino que debe evolucionar hacia la comprensión de que ambos son
productos de un sistema capitalista que está diseñado para explotarlos. Es
necesario elevar la conciencia a que son una clase, y que es necesario
trascender la plataforma digital hacia la construcción de organizaciones de
discusión, movilización y de resistencia directa al sistema.
Autocríticamente,
también es tarea de la reconstitución del partido de Mariátegui generar un
vínculo con estos jóvenes hastiados de la política criolla, recordar
experiencias cercanas de lucha juvenil como la de Los Pulpines, la de la
Generación del Bicentenario, las luchas juveniles en Apurimac, Ayacucho, Cusco,
Puno, Ica, Arequipa… que terminaron diluyéndose por falta de organización
sólida, en algunos casos se activaron organizaciones barriales como Las Zonas
de Lima o coordinaciones regionales que no pudieron soportar la resistencia por
problemas internos y por falta de una organización mayor.
Es
importante mencionar el trabajo de los Frentes de Defensa y organizaciones de
familiares de los afectados en las matanzas que siguen activos y resistiendo.
La tarea es afirmar en estos jóvenes que, si bien su generación los une, la
única forma de lograr cambios persistentes es luchar por todos los
trabajadores, es decir, pasar de una lucha generacional a una consciente lucha
de clases.
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