sábado, 1 de septiembre de 2018

Política


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

José Carlos Mariátegui y la Realidad Peruana

Eduardo Ibarra

I

EN EL TÍTULO DE LA OBRA TEÓRICA más importante de José Carlos Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, se destacan, como se ve, dos términos: interpretación y realidad peruana, que, como se ve también, explican el SENTIDO de su mencionada obra, sentido que quedó expresado en la Advertencia a la misma:

Toda esta labor no es sino una contribución a la crítica socialista de los problemas y la historia del Perú. (p. 12).

Así, pues, aquellos términos: interpretación (crítica socialista) y realidad peruana (los problemas y la historia del Perú), se revelan profundamente ligados entre sí en la labor teórica de José Carlos Mariátegui.

En la nota autobiográfica Del autor, el maestro fue más explícito aún:

Los 7 Ensayos no son sino la aplicación de un método marxista para los ortodoxos del marxismo insuficientemente rígido en cuanto reconoce singular importancia al aporte soreliano, pero que en concepto del autor corresponde al verdadero moderno marxismo, que no puede dejar de basarse en ninguna de las grandes adquisiciones del 900 en filosofía, psicología, etc. (Ideología y política, p. 16).

Por razones obvias, no es necesario exponer aquí aquello del «aporte soreliano», pero sí señalar que, como se ha visto, José Carlos Mariátegui dice «un método marxista», y no «el método marxista», precisamente porque consideraba el antedicho «aporte» como correspondiente «al verdadero moderno marxismo», consideración ajena a otros teóricos marxistas.

        Esta circunstancia produce a primera vista la impresión de que el marxismo de Mariátegui se distingue del marxismo clásico.(1) Para disipar esta impresión, baste recordar aquí lo que el propio maestro acordó cuando el grupo de los fundadores debió establecer la base de unidad del Partido Socialista del Perú:

El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha. (ibídem, p. 160).

Pues bien, el presente artículo no tiene como propósito analizar el contenido teórico de la Creación Heroica de Mariátegui, sino estricta y exclusivamente su SENTIDO en cuanto aplicación del marxismo-leninismo a nuestra realidad concreta.

Huelga decir que José Carlos Mariátegui no nació marxista, sino que se hizo marxista en un proceso de ascensión ideológica que, como se sabe, comprendió algunas rupturas.

El propio maestro testimonió que se asimiló al marxismo durante su estancia en Europa:

De su viaje data su asimilación al marxismo. (Ideología y política, p. 16).

Como es de conocimiento común, esta asimilación tuvo lugar en la segunda mitad del año de 1920. Ahora bien, en carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, José Carlos Mariátegui precisó:

A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista. (Correspondencia, t. II, p. 331).

Esto quiere decir que, en su etapa de socialista a lo Araquistain (1918-1920), José Carlos Mariátegui carecía aún, como él mismo confesó, de los puntos de vista sistemáticos para enjuiciar los acontecimientos y las cosas del país.(2)

Tales puntos de vista sistemáticos son, precisamente, los puntos de vista del método marxista y, como se ha visto, es a partir de su regreso al Perú que el maestro dio comienzo a la aplicación del método marxista al conocimiento de la realidad peruana. Así, pues, puede decirse que a partir de su primera conferencia en la Universidad Popular Gonzáles Prada, José Carlos Mariátegui empezó a ser nacionalista en el sentido proletario del término.(3)

Pues bien, retrucando a Luis Miró Quesada, en el artículo Maximalismo peruano (30 de diciembre de 1917), José Carlos Mariátegui escribió:

¡Bueno! ¡Muy bolcheviques y muy peruanos! ¡Pero más peruanos que bolcheviques! (citado por Guillermo Rouillón, La creación heroica de José Carlos Mariátegui, t. I, p. 202).

Esta frase corresponde, pues, a la superada etapa de socialista a lo Araquistain del maestro.

En nuestro ensayo La revista «Nuestra Epoca» y el socialismo peruano, escribimos lo siguiente acerca de la citada frase:

Ciertamente el lector puede darse perfecta cuenta de que, mientras en la Rusia revolucionaria el término bolchevique encerraba un concepto estricto y riguroso, en José Carlos Mariátegui encerraba un concepto tan dilatado e indefinido que hasta el señor Jorge Prado y algunos otros  (entre ellos Luis Ulloa, quien a la sazón tronaba contra «los hambreadores del pueblo»), resultaban bolcheviques. Este concepto dilatado e indefinido se observa igualmente en el hecho, más expresivo aún, de que José Carlos Mariátegui consideraba «bochevique» a Víctor M. Maúrtua, cuyo «socialismo» no le impedía ser ministro del civilista José Pardo.

Pero, como se sabe, ya marxista-leninista, expresivamente José Carlos Mariátegui no repitió nunca en ninguna forma el SENTIDO de la frase «más peruanos que bolcheviques» y, por el contrario, expuso una concepción distinta, una concepción marxista, una concepción correcta de la relación entre el marxismo y la realidad peruana. Veamos esto.

En el artículo Lo nacional y lo exótico (9 de diciembre de 1924), el maestro escribió:

Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea exótica. (…) El nacionalismo a ultranza es la única idea efectivamente exótica y forastera que aquí se propaga. Y que, por forastera y exótica, tiene muy poca chance de difundirse en el conglomerado nacional. (Peruanicemos al Perú, p. 40).

En el artículo Nacionalismo y vanguardismo (27 de noviembre de 1925-4 de diciembre del mismo año), apuntó:

Cuando se supone a la juventud seducida por mirajes extranjeros  y por doctrinas exóticas, se parte, seguramente, de una interpretación superficial de las relaciones entre nacionalismo y socialismo. El socialismo no es, en ningún país del mundo, un movimiento anti-nacional. Puede parecerlo, tal vez, en los imperios. En Inglaterra, en Francia, en Estados Unidos, etc., los revolucionarios denuncian y combaten el imperialismo de sus propios gobiernos. Pero la función de la idea socialista cambia en los pueblos política o económicamente coloniales. En estos pueblos, el socialismo adquiere, por la fuerza de las circunstancias, sin renegar absolutamente ninguna de sus principios, una actitud nacionalista. (…) En el Perú los que representan e interpretan la peruanidad son quienes, concibiéndola como una afirmación y no como una negación, trabajan por dar de nuevo una patria a los que, conquistados y sometidos por los españoles, la perdieron hace cuatro siglos y no la han recuperado todavía. (…) ¿Cuál es el secreto de esta capacidad de sentir las cosas del mundo y del terruño? La respuesta es fácil. La personalidad del artista, la personalidad del hombre, no se realiza plenamente sino cuando sabe ser superior a toda limitación. (ibídem, pp. 100, 102, 106).

En el artículo La nueva cruzada pro-indígena (enero de 1927), mantuvo:

… el fenómeno nacional no se diferencia ni se desconecta, en su espíritu, del fenómeno mundial. Por el contrario, de él recibe su fermento y su impulso. La levadura de las nuevas reivindicaciones indigenistas es la idea socialista, no como la hemos heredado instintivamente del extinto Inkario sino como la hemos aprendido de la civilización occidental, en cuya ciencia y en cuya técnica sólo romanticismos utopistas pueden dejar de ver adquisiciones irrenunciables y magníficas del hombre moderno. (…) De la presencia de un espíritu renovador, palingenésico que se nutre a la vez de sentimiento autóctono y de pensamiento universal, tenemos presentemente muchas señales. (Ideología y política, p. 167).(4)

Ahora el lector puede percatarse fácilmente de la diferencia sustancial entre la frase «más peruanos que bolcheviques» del Mariátegui socialista a lo Araquistain y los copiados conceptos del Mariátegui marxista-leninista.

Pero continuemos. Al final de sus 7 ensayos, el maestro dejó sentado:

Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.

De esta forma expresó el SENTIDO de su obra teórica cumbre: la aplicación del método marxista a la realidad peruana o, más bien –para ser exactos–, la fusión de dicho método y nuestra realidad concreta, es decir, el desarrollo del marxismo peruano que, como se sabe bien, en su etapa fundacional tiene nombre propio: Creación Heroica de Mariátegui.

Pero detallemos: los caminos universales a los que se refiere José Carlos Mariátegui son dos caminos consustanciales: 1) la verdad universal del marxismo-leninismo («El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha»); 2) el proceso de la revolución proletaria mundial («La revolución latino-americana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución socialista mundial»).(5)

Aquí, por lo tanto, no tienen lugar el nebuloso socialismo en general ni las «pequeñas revoluciones»  (renovaciones, palingenesias, resurgimientos).(6)

Como es de conocimiento común, por su espíritu universal, por su posición marxista, por su marxismo peruano, José Carlos Mariátegui fue acusado de «europeizante».

Esta interesada y torpe acusación fue confutada por el maestro en los siguientes términos:

No faltan quienes me suponen un europeizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones de mi país. Que mi obra se encargue de justificarme, contra esa barata e interesada conjetura. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales. (7 ensayos, p. 12).

Expresivamente, estos conceptos se encuentran en la obra cumbre de José Carlos Mariátegui. En la obra donde dio ejemplo de aplicación creadora del método marxista. Donde ofreció un paradigma de fusión de la verdad universal del marxismo y una realidad particular como la peruana.

Entonces, es claro que, en primer lugar, el maestro desenmascaró el prejuicio de la burguesía contra el marxismo («simple actitud reaccionaria, disfrazada de nacionalismo.»); y, al mismo tiempo, el prejuicio pequeño burgués («la pequeña burguesía es, sin duda, la clase social más sensible al prestigio de los mitos nacionalistas.»)

En segundo lugar, desenmascaró la oposición a la revolución socialista de sus aludidos detractores.

Como seguramente se sabe, la acusación de «europeizante» vino de los intelectuales saturados de espurio nacionalismo, entre ellos Haya de la Torre y sus repetidores.

Pero veamos más de cerca la cuestión.

La frase «más peruanos que bolcheviques»  tiene su explicación en las siguientes circunstancias: 1) en 1917 José Carlos Mariátegui no disponía de puntos de vista sistemáticos para enjuiciar los acontecimientos y las cosas del país; 2) ante la imputación de falta de peruanidad que implicaba la acusación de Luis Miró Quesada, el maestro se vio obligado a remarcar la condición de peruanos de los acusados.

Por otro lado, en dicha frase se constatan tres cosas: 1) el término bolchevique encierra un concepto confuso que, como ya señalamos, se pone en evidencia cuando José Carlos Mariátegui lo utiliza para calificar a Víctor M. Maúrtua y otros personajes; 2) el contraste entre «peruanos» y «bolcheviques» no comprende ni compromete, por lo tanto, al marxismo; 3) lo que queda de la frase, entonces, es el mencionado contraste como expresión específica de la relación entre nacionales y extranjeros.

Es decir, la frase mariateguiana tiene una extensión notoriamente limitada.

II

En el artículo Nuestra Epoca (Anuario Mariateguiano, Nº 2, 1990), Ramón García escribió:

No había pasado dos meses [de la Revolución de Octubre] y un 30 de diciembre [Mariátegui] escribía su célebre artículo Maximalismo Peruano, donde magistralmente marcaría la orientación cardinal del socialismo peruano: “¡Bueno! ¡Muy bolcheviquis y muy peruanos! ¡Pero más peruanos que bolcheviquis!» (p.146).

Como vemos, García erige la frase mariateguiana en «la orientación cardinal del socialismo peruano».

A propósito de ello, en nuestro artículo citado arriba escribimos lo siguiente:

Ahora bien, aparte de lo esclarecido, la frase «más peruanos que bolcheviquis» da cuenta de la relación entre peruanos y soviéticos, y esto es todo lo que queda de ella. Pero este sentido limitado de la frase es distorsionado por García con su pretensión de erigirla en «la orientación cardinal del socialismo peruano». En efecto, esta pretensión, expresada como está expresada (¡«orientación cardinal»!, ¡«del Socialismo Peruano»!) tiene un sentido general que, como es notorio, no consiente la frase del maestro. Cardinal significa fundamental, esencial, principal, trascendental; y el Socialismo Peruano está compuesto por cuatro elementos: el ideológico, el teórico, el político y el orgánico. Por lo tanto, por su sentido general, la frase de García da cuenta de la relación entre el marxismo peruano y el marxismo universal, entre el socialismo peruano y el socialismo mundial. De esta forma promueve que seamos «más peruanos» que marxistas, o sea, fomenta un nacionalismo no proletario, un nacionalismo pequeño burgués, un nacionalismo extraño al marxismo.

Pues bien, como se sabe, el marxismo es una verdad válida para todo el mundo, es decir que, en principio, el marxista representa una realidad supranacional, y, enseguida y mechado a lo anterior, encarna una realidad nacional en la medida en que aplica el marxismo a una realidad particular. Aquella supranacionalidad se expresó desde el primer momento, cuando Marx y Engels proclamaron: «¡Proletarios de todos los países, uníos!». Por eso, la relación entre el marxista y su nacionalidad (que es una forma en que se expresa la relación entre lo universal y lo particular) no es una cuestión que pueda ser resuelta a favor de uno u otro término: no podemos ser más peruanos que marxistas, porque ello representaría un cierto nacionalismo que ve en el marxismo algo ajeno a nuestra realidad, y no podemos ser más marxistas que peruanos, porque ello representaría un universalismo en alguna medida indiferente a lo peruano. Por cuanto es una verdad universal, el marxismo no es algo foráneo con respecto a la realidad peruana. Por eso, ya marxista-leninista, José Carlos Mariátegui escribió: «Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea exótica.» (Peruanicemos al Perú, p. 40). Por eso escribió también: «El Perú es un fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria.» (ibídem, p. 38). Así, pues, la teoría del Socialismo Peruano es solo una expresión de la verdad universal del marxismo-leninismo, y la revolución peruana es solo una parte de la revolución proletaria mundial. Es decir, tanto la teoría del Socialismo Peruano como su concreción práctica aparecen como un caso de la unidad de lo universal y lo particular. Por eso, la identidad de los marxistas tiene dos aspectos, a saber: su ideología y su nacionalidad. Por eso, puesto ante la necesidad de resumir en una frase el SENTIDO de sus célebres 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui no repitió, en ninguna forma, la frase de su etapa de socialista a lo Araquistain, sino que escribió esta otra: «Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.» De esta forma subrayó que el marxismo nos permite ser peruanos en el sentido más pleno de la palabra. Los marxistas –así como los hombres en general, como todos los pueblos sin excepción– tienen una existencia nacional, pero su personalidad no se realiza plenamente sino cuando expresan su esencia universal; por esto, en su actividad revolucionaria deben saber alcanzar la plenitud de su personalidad mostrándose superiores a toda limitación o, para decirlo de otro modo, deben saber alcanzar la más perfecta unidad de sentimiento autóctono y pensamiento universal, según la formulación mariateguiana. Y basta fijarse en el pensamiento de Mariátegui para comprobar la verdad de dicha formulación: ¿alguien, en su sano juicio, puede decir, acaso, que dicho pensamiento es más peruano que marxista o, a la inversa, más marxista que peruano? Probadamente, el pensamiento de Mariátegui es marxismo peruano, es decir, la fusión –precisamente la fusión– de la verdad universal del proletariado con la realidad peruana. Por lo tanto, es un hecho que, en principio, la universalidad no niega la particularidad, sino que, por el contrario, permite su desarrollo hasta su plenitud.

Como es de conocimiento común, en el comunismo global no existirán ya las nacionalidades, pero, en cambio, no desaparecerá la concepción marxista del mundo, es decir, la nacionalidad de la gente en general se habrá disuelto en la universalidad de la humanidad liberada por fin de la forma nación de la particularidad, pero entonces el mundo será un mundo donde todos los hombres y todas las mujeres serán marxistas.

No obstante, como se ha visto, García se mueve en la superficie de los hechos; particularmente, silencia aquellos que están detrás de las afirmaciones de José Carlos Mariátegui, llegando incluso a retorcer el significado de las mismas. De esta forma pretende escamotear el análisis concreto del problema concreto, el análisis profundo de un problema ciertamente definitorio.

Ahora bien, el despropósito de García de erigir la frase mariateguiana en «la orientación cardinal del socialismo peruano», no solo constituye una evidente incomprensión de la relación entre la verdad universal del marxismo y nuestra realidad concreta, una obvia  incomprensión de la fusión de esa verdad y esta realidad concretada en la Creación Heroica de Mariátegui, sino también una soterrada intención de promover la idea de que el marxismo es algo foráneo con respecto a nuestra realidad, así como la intención de descalificar al Mariátegui marxista-leninista utilizando dolosamente una frase del Mariátegui socialista a lo Araquistain.

En el Perú, tanto en el de ayer como en el de hoy, los que representan e interpretan la peruanidad son quienes, concibiéndola como una afirmación y no como una negación, trabajan por una patria socialista.

Pero, como se ha visto, el pretendido nacionalismo de García se revela no como una afirmación de la fusión del marxismo y nuestra realidad, sino como una negación de la misma.

Hay que recordarle, sin embargo, a nuestro personaje, que, como está demostrado, lo peruano no está desconectado del fenómeno mundial del marxismo y de la revolución proletaria mundial.

El maestro señaló:

El marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades” (Ideología y política, pp. 111-12).

Este punto de vista expresa la esencia más profunda del marxismo y la necesidad fundamental del proletariado de todos los países de aplicar creadoramente el método marxista.

        Consecuente con su premisa, en su aplicación del marxismo José Carlos Mariátegui se apoyó íntegramente en la realidad, en los hechos peruanos. Extrajo su pensamiento de la entraña misma de la historia del Perú. Por eso, actuado por sus continuadores, el pensamiento de Mariátegui opera y acciona sobre nuestro ambiente, sobre nuestro medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades.

El análisis indica, pues, que la propuesta de ser «más peruanos» que marxistas, es una simple actitud oportunista disfrazada de nacionalismo que, por lo demás, expresa la permeabilidad de la pequeña burguesía al prestigio de los mitos nacionalistas.
       
Contra semejante propuesta, se alza la Creación Heroica de Mariátegui como la prueba irrefutable de la fusión de lo universal marxista y lo particular peruano.

Por lo tanto, la aplicación de la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana, ES LA ORIENTACIÓN CARDINAL DEL SOCIALISMO PERUANO.

Y bien, la fusión de lo universal marxista y lo particular peruano que comporta tal orientación, no es algo estático sino dinámico; por esto, la Creación Heroica de Mariátegui ha sido desarrollada y exige ser desarrollada permanentemente.

He ahí el Camino de Mariátegui.

Notas
[1] Sobre esta cuestión puede consultarse nuestro trabajo El método de Mariátegui, publicado en el blog CREACIÓN HEROICA.
[2] En efecto, en la citada nota autobiográfica, el maestro confesó que, aunque a partir de su ingreso al periodismo, «tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del país… [pero que] carecía para enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (Ideología  política, p. 16). Para enjuiciarlos, es decir, para examinarlos, estimarlos, juzgarlos, conceptuarlos.
[3] Como es obvio, Mariátegui no fue nacionalista en el sentido proletario del término por los temas nacionales sobre los que escribió antes de su asimilación al marxismo-leninismo, sino por la aplicación vívida que hizo de esta doctrina en la interpretación de los problemas peruanos. «Ser “nacionalista” por el género de los estudios, no exige serlo también por la actitud política…» (Ideología y política, p. 221). Así, pues, serlo por la posición marxista aplicada a la realidad peruana, es ya nacionalismo proletario.
[4] Esto fue escrito en enero de 1927. Pero, como dejamos apuntado en nuestro ensayo La revista «Nuestra Epoca» y el socialismo peruano, José Carlos Mariátegui renunció al término renovación y sus derivados y, por lo tanto, a los términos palingenesia y resurgimiento y sus respectivos derivados para significar la revolución. En efecto, en el editorial Aniversario y balance, escribió: «La primera jornada de “Amauta” ha concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la “nueva generación”, de la “vanguardia”, de las “izquierdas”. Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista.» «“Nueva generación”, nuevo espíritu”, “nueva sensibilidad”, todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de estos otros rótulos: “vanguardia,”, “izquierda”, “renovación”. Fueron nuevos y buenos en su hora. Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones provisionales, por razones contingentes de topografía y orientación. Hoy resultan ya demasiado genéricos y anfibológicos. Bajo estos rótulos, empiezan a pasar gruesos contrabandos.» (Ideología y política, p. 247). Por lo demás, casi no es necesario decir que con la palabra socialista el maestro se refirió al marxismo, y no, desde luego, el nebuloso socialismo en general: «“Amauta”, en su Nº 17, el de su segundo aniversario, declara cumplido el proceso de “definición ideológica”, afirmándose, categóricamente, marxista.» (ibídem, p. 104). Por eso, en carta a Carlos Arbulú Miranda del 29 de setiembre de 1928, precisó: «El editorial [Aniversario y balance] se refiere, por una parte, al vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales y, por otra parte, a cierta desviación que ha intentado propagarse en nuestras propias filas, a propósito del Apra.» (Correspondencia, t. II, p. 444).
[5] Precisamente en el dirimente editorial Aniversario y Balance, José Carlos Mariátegui se extendió sobre el punto: «El socialismo no es, ciertamente, una doctrina indo-americana. Pero ninguna doctrina, ningún sistema contemporáneo lo es ni puede serlo. Y el socialismo, aunque haya nacido en Europa, como el capitalismo, no es tampoco específico ni particularmente europeo. Es un movimiento mundial, al cual no se sustrae ninguno de los países que se mueven dentro de la órbita de la civilización occidental. Esta civilización conduce, con una fuerza y unos medios de que ninguna civilización dispuso, a la universalidad. Indo América, en este orden mundial, puede y debe tener individualidad y estilo; pero no una cultura ni un sino particulares.» (Ideología y política, p. 248).
[6] A propósito de esta cuestión, en nuestro ensayo La revista Nuestra Epoca y el socialismo peruano, escribimos lo siguiente: «… en el artículo Admonición trascendental (Anuario mariateguiano, Nº 3, 1991, pp. 153-54), García escribió: “José Carlos Mariátegui entendió la revolución como renovación, como palingenesia, como Resurgimiento.” (p. 154). Y, para no perder la costumbre, pretendió solventar su afirmación tergiversando el pensamiento Mariátegui. Veamos esto.» «En su mencionado artículo, García reseñó algunas afirmaciones del maestro, y quienquiera que sepa leer las mismas tiene que darse cuenta de que hubo un momento en que José Carlos Mariátegui desahució el término renovación.» «En efecto, las primeras afirmaciones mariateguianas sobre el punto citadas por García, tienen fechas que van de junio de 1918 a noviembre de 1927; pero, como ya recordamos en nuestro ensayo, en el editorial Aniversario y balance el maestro desahució el término renovación, y, no obstante que García copia la parte donde ello aparece, ¡no se dio cuenta del deshaucio!» «Este desahucio se debió a que, en 1928, decantadas las posiciones en el variopinto socialismo de la época, el término renovación y otros aparecían “…demasiado genéricos y anfibológicos”, pues bajo ellos empezaban “… a pasar gruesos contrabandos.”» «El contrabando que pretende pasar García con su artículo, empieza a revelarse con solo preguntar: ¿La revolución es renovación de qué? ¿Palingenesia de qué? ¿Resurgimiento de qué?» «Y termina por revelarse completamente cuando se asimila de verdad el significado de la siguiente afirmación de José Carlos Mariátegui, silenciada por García: “… una revolución continúa la tradición de un pueblo, en el sentido de que es una energía creadora de cosas e ideas que incorpora definitivamente en esa tradición enriqueciéndola y acrecentándola. Pero la revolución trae siempre un orden nuevo, que habría sido imposible ayer. La revolución se hace con materiales históricos; pero, como diseño y como función, corresponde a necesidades y propósitos nuevos.” (Temas de nuestra América, p. 93).» «La revolución, dice Mariátegui, no dice la renovación. Esto en primer lugar; en segundo, dice que la revolución enriquece la tradición de un pueblo, pero que trae siempre un orden nuevo, pues como diseño y como función corresponde a necesidades y propósitos nuevos: dictadura del proletariado, lucha por la realización del comunismo, para decirlo en términos bastante generales. Por eso el concepto de revolución es mucho más rico, mucho más profundo, mucho más multilateral que el concepto de renovación.» «Pero, por lo visto, con su “renovación”, su “palingenesia”, su “resurgimiento”, García escamotea la esencia de la revolución: la creación de “un orden nuevo”.»

14.08.2018.

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