Del Universo de
Arguedas a las Regionalidades Andinas de Sócrates Zuzunaga
Roque Ramírez Cueva.
LOS
EJES DE PROMOCIÓN Y VALORACIÓN cultural
del centralismo limeño no cambian, a pesar que el país ha transitado de una
hegemonía oligárquica a un remedo del modelo neoliberal. Hace casi cuarenta
años supe, por objeciones hechos por el poeta Juan Osorio Ticona en
publicaciones y eventos varios, que los literatos y cultores de las regiones
del interior –Región Lima aparte- eran tratados con ciertas prácticas de
apharteid. Antes, este sistema de segregacionismo cultural era implacable con
los escritores y cultores nacidos en tales regiones, hasta que se fue
imponiendo la universalidad de Vallejo, Arguedas, Edgardo Rivera, Oswaldo Reynoso,
Miguel Gutiérrez, Gálvez Ronceros, Juan Ojeda, Marco Martos; entre los de menos
edad, van creciendo Colchado Lucio y Julián Pérez.
En esta premisa, Iván Sócrates Zuzunaga H. va
perfilando su crecimiento, más el centralismo aún pretende ocultarlo, no importando
que Zuzunaga haya barrido con todos los concursos nacionales de importancia, en
algunos triplicó galardones, incluso ha ganado premios en lengua quechua. Es un
escritor que incursiona en todos los géneros, sin opacarse en ninguno, además
de ser canta autor de música andina. Las obras publicadas por él, son muchas, y
las más difundidas son: las novelas La noche y sus aullidos, y Recuerdos
de lluvia; los libros de relatos, Don Quijote de los Andes, Con
llorar no se gana nada y Taita Serapio. Y se han promovido los
cuentos infantiles: “Takacho, Takachito, Tacachin”, “Florecitas de Ñawin Pukio”,
entre otras producciones, sin contar las últimas novelas y su poesía prolífica,
también en quechua.
Por ahora no vamos a realizar un estudio
crítico de Sócrates Zuzunaga, narrador intenso quien, ahora con su productiva
escritura acumulada, es una segunda voz –la primera fue José María Arguedas- en
la que los personajes de las comunidades campesinas del sur peruano hablan
desde su propia voz, sin impostaciones foráneas, y este es un enorme mérito que
se le reconoce a él, a pesar que mascullen sus halagos los representantes del
centralismo atrás mencionado. Los jurados que lo colmaron de lauros han
señalado su peculiar sensibilidad para construir al hombre de los andes sin
maquillajes exógenos.
Nosotros destacamos su preocupación y
sagacidad por mostrar a sus lectores, una inconformidad filosa contra los
poderes regionales que se ceban expoliadores contra los mencionados comuneros
de la existente realidad andina, en el Perú no oficial. En este propósito
rescatamos –nos habíamos topado con ella hace unos meses- una breve entrevista
que le hicimos cuando recién publicó su libro de cuentos Con llorar no se gana nada, 1989, que tiene el mismo nombre del
cuento con que obtuvo el tercer lugar del concurso “El cuento de las 1,000
palabras” cuyo jurado fue integrado por A José B. Adolph, Javier Sologuren,
Antonio Cornejo Polar y Jorge Puccinelli. La entrevista –la primera que se le
hacía a Sócrates- se publicó en el fenecido diario capitalino El Nacional, en
el suplemento cultural Cara & Sello que editaba Hernán Flores. La
transcribo original tal como se redactó y alcanzó a la redacción del periódico,
ésta tiene unos párrafos y frases más que la publicada en Cara & Sello
porque sus correctores de estilo hicieron cortes, aun los créditos del
reportaje, apenas si aparecen mis iniciales, por razones de espacio no por
censura. Nuestro narrador, en una nota ¿Cómo escribir?, publicada en el Blog
“Chiquián Querido” menciona quien le hizo la entrevista. Bueno, Leamos:
En Paúcar del Sara Sara, ese otro Ayacucho
del Sur, ha buen tiempo que se viene germinando un narrador y una narrativa
distintos a la heredad arguedeana, aunque el mundo de Arguedas continúe como lo
expresa Sócrates Zuzunaga, autor de Con
llorar no se gana nada y tres veces premiado en el concurso “El cuento de
las mil palabras”. [Hoy, después de un cuarto de siglo, cuenta con abundantes
galardones obtenidos en concursos mayores]
Sócrates Zuzunaga mira a sus interlocutores
antes de dejar oír su voz, en realidad nos ausculta con la cautela del hombre
andino, y cuando habla nos otorga las palabras necesarias que, sin devaneos, vuelven
firmes a sus respuestas. El joven narrador Zuzunaga, ha buen tiempo también, sabe
por donde enrumba su narrativa ruralista fortalecida con las técnicas del
cuento citadino cortazariano.
El lenguaje laberíntico de Rayuela, buscando interpretar las
complejidades del transcurrir urbano del hombre cosmopolita, experimenta con
Zuzunaga hacernos comprender el mundo andino –del Sur-, desde construcciones
complicadas en las partes del relato.
Construcciones,
por cierto, levantadas sobre la base de la sutilidad e inteligencia inherentes
a la oralidad propia de los Yuyaqkuna (voces de la experiencia). Hablo de esa
oralidad expresada en la figura o imagen de los acertijos populares que, por
ser míticos, tradicionales y andinos, son muy cristalinos.
Desde luego, esa incorporación del lenguaje
urbano en la narración rural, tal vez nos la muestre compleja, cerrada,
unilateral -en tanto somos una desintegración cultural aún no sintetizada- a esta
narrativa de Sócrates Zuzunaga. Al parecer, se la entiende como de preferencia
orientada hacia cultores y lectores indígenas. Sin embargo, se muestra y vuelve
sí multi regionalista; su originalidad y fidelidad netamente andinas, la impulsarán
a espacios nacionales y, más tarde, continentales.
En tanto esperamos la llegada de ese
momento, tratamos de esculcar en la personalidad del autor, del narrador.
Conversación previa al encendido de la grabadora nos hablamos en distintos
tonos, y a la hora de grabar nos pusimos serios, acorde a los rasgos de
nuestros rostros. Entonces, abordado Sócrates Zuzunaga, acerca de su narrativa,
nos responde y nos precisa la geografía regional que él conoce muy bien:
Cara
& Sello:
Nacido en los ámbitos de Arguedas, ¿puedes decirnos si persiste aquel mundo?
Sócrates
Zuzunaga:
Arguedas nació en Apurímac y vivió en Puquio (Ayacucho), yo soy de más al sur,
de Paúcar del Sara-Sara, donde hay paisajes similares a Yawar Fiesta. Cuando conocí la costa, hasta los 17 años no lo hice,
percibí una realidad contrastante que agredió ásperamente mi concepción de la
vida peruana, el desprecio mostrados hacia la música y danzas serranas –un
botón de muestra- me hizo remirar mi tierra; mas, el mundo arguedeano continúa.
C
& S:
¿En qué momento de tu vida orientas tu inquietud por la narración?
Sócrates
Z:
¿Me creerías si te digo que culminé los estudios de secundaria sin conocer a
Arguedas? Es en la universidad donde supe de Agua, descubriendo que el mundo andino era narrado con autenticidad
dialectal (idiomática) y vivencial. Su lectura fue impulso suficiente para
disponerme a pisar sus huellas.
C
& S:
Entonces, ¿tus temas y personajes son parte de un universo arguedeano?
Sócrates
Z:
Sí, los temas y personajes son similares a los de Arguedas, mas sobre ello
busco armar un universo narrativo propio. Por eso mi preocupación por la
innovación de técnicas narrativas formales en la perspectiva heredada de José
María.
C
& S:
Esa preocupación te lleva a trasladar la experimentación lingüística de
Cortázar, a tus espacios rurales, ¿cómo abordas esta labor?
Sócrates
Z:
Mi interés es entrenarme en el tratamiento de lo rural a partir de un lenguaje
cosmopolita, con miras a emprender la plasmación de un proyecto de mayor
envergadura, como lo es la existencia del hombre andino en el camino y
supervivencia a la ciudad; es decir, en el proceso inicial y final de la migración.
C
& S:
¿Crees poder realizar tamaño propósito en la brevedad del cuento?
Sócrates
Z:
Si, bien no parece, el cuento es un género asequible y de mayor acuciosidad y
rigor estético, y, aun cuando la novela es una construcción más extensa que
expresa en mayor magnitud un mundo, afloja en algunos tramos, el cuento no.
Todo dependerá como lo abordemos.
C
& S : Con llorar no se gana nada, es tu
primer libro de cuentos que “trajinan en una tierra desgarrada e incomprendida”
(presentación), en él ¿cuál Ayacucho nos muestras?
Sócrates
Z :
Quien lea con atención observará que, a pesar de las noticias graves, de los
muertos y dados por desaparecidos, también reímos, amamos; y, claro, el
amanecer no es incierto. No olvido que la narrativa, aparte de ser un espacio
de goce estético, es un medio que denuncia las coyunturas por las que
transcurre un pueblo, un país. No soy el único en asumirlo, hay otros
narradores que coinciden tales como Edgardo Rivera Martínez, Julián Pérez,
Miguel Arribasplata, Félix Huamán Cabrera, guardo especial agradecimiento por él
(último narrador).
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