La Revolución Rusa*
José Carlos Mariátegui
CONFORME
al programa de este curso de Historia de la Crisis Mundial, el tema de la
conferencia de esta noche es la Revolución Rusa. El programa del curso señala a
la conferencia de esta noche el siguiente sumario: La Revolución Rusa.
Kerenski. Lenin. La Paz de Brest Litovsk. Rusia y la Entente después de la
Revolución. Proceso inicial de creación y consolidación de las instituciones
rusas.
Antes de disertar sobre estos tópicos,
considero oportuna una advertencia. Las cosas que yo voy a decir sobre la
Revolución Rusa son cosas elementales. Mejor dicho, son cosas que a otros
públicos les parecerían demasiado elementales, demasiado vulgarizadas,
demasiado repetidas, porque esos públicos han sido abundantemente informados
sobre la Revolución Rusa, sus hombres, sus episodios. La Revolución Rusa ha interesado
y continúa interesando, en Europa, a la curiosidad unánime de las gentes. La
Revolución Rusa ha sido, y continúa siendo, en Europa, un tema de estudio
general. Sobre la Revolución Rusa se han publicado innumerables libros. La
Revolución. Rusa ha ocupado puesto de primer orden en todos los diarios y en
todas las revistas europeas. El estudio de este acontecimiento no ha estado
sectariamente reservado a sus partidarios, a sus propagandistas: ha sido
abordado por todos los hombres investigadores, por todos los hombres de alguna
curiosidad intelectual.
Los principales órganos de la burguesía
europea, los más grandes rotativos del capitalismo europeo, han enviado
corresponsales a Rusia, a fin de informar a su público sobre las instituciones
rusas y sobre las figuras de la Revolución. Naturalmente, esos grandes diarios
han atacado invariablemente a la Revolución Rusa, han hecho uso contra ella de
múltiples armas polémicas, pero sus corresponsales, no todos naturalmente, pero
sí muchos de ellos, han hablado con alguna objetividad acerca de los
acontecimientos rusos. Se han comportado como simples cronistas de la
situación de Rusia. Y esto ha sido, evidentemente, no por razones de
benevolencia con la Revolución Rusa, sino porque esos grandes diarios
informativos, en su concurrencia, en su competencia por disputarse a los
lectores, por disputarse la clientela, se han visto obligados a satisfacer la
curiosidad del público con alguna seriedad y con alguna circunspección. El
público les reclamaba informaciones más o menos serias y más o menos
circunspectas sobre Rusia, y ellos, sin disminuir su aversión a la Revolución
Rusa, tenían que darle al público esas informaciones más o menos serias y más
o menos circunspectas.
A Rusia han ido corresponsales de la
Prensa Asociada de Nueva York, corresponsales del Corriere della Sera,2 del Messaggero3 y
otros gran des rotativos burgueses de Italia, corresponsales del Berliner
Tageblatt.4 el gran diario demócrata de
Teodoro Wolf, corresponsales de la prensa londinense. Han ido además, muchos
grandes escritores contemporáneos. Uno de ellos ha sido Wells. Lo cito al
azar, lo cito porque la resonancia de la visita de Wells a Rusia y del libro
que escribió Wells, de vuelta a Inglaterra, ha sido universal, ha sido
extensísima, y porque Wells no es, ni aun entre nosotros, sospechoso de Bolcheviquismo.
Urgidas por la demanda del público
estudioso, las grandes casas editoriales de París, de Londres, de Roma, de
Berlín, han editado recopilaciones de las leyes rusas, ensayos sobre tal o cual
aspecto de la Revolución Rusa. Estos libros y estos opúsculos, no eran obra de
la propaganda bolchevique, eran únicamente un negocio editorial. Los grandes
editores, los grandes libreros ganaban muy buenas sumas con esos libros y esos
opúsculos. Y por eso los editaban y difundían. Se puede decir que la Revolución
Rusa estaba de moda. Así como es de buen tono hablar del relativismo y de la
teoría de Einstein, era de buen tono hablar de la Revolución Rusa y de sus
jefes.
Esto en lo que toca al público burgués,
al público amorfo. En lo que toca al proletariado, la curiosidad acerca de la
Revolución Rusa ha sido naturalmente, mucho mayor. En todas las tribunas, en
todos los periódicos, en todos los libros del proletariado se ha comentado, se
ha estudia- do y se ha discutido la Revolución Rusa. Así en el sector
reformista y social-democrático como en el sector anarquista, en la derecha,
como en la izquierda y en el centro de las organizaciones proletarias, la
Revolución Rusa ha sido incesantemente examinada y observada.
Por estas razones, otros públicos tienen
un conocimiento muy vasto de la Revolución Bolchevique, de las instituciones
sovietistas, de la Paz de Brest Litovsk, de todas las cosas de que yo voy a
ocuparme esta noche, y para esos públicos mi conferencia sería demasiado
elemental, demasiado rudimentaria. Pero yo debo tener en consideración la
posición de nuestro público, mal informado acerca de este y otros grandes
acontecimientos europeos. Responsabilidad que no es suya sino de nuestros
intelectuales y de nuestros hombres de estudio que, realmente, no son tales
intelectuales ni tales" hombres de estudio sino caricaturas de hombres de
estudio, caricaturas de intelectuales. Hablaré, pues, esta noche, como
periodista. Narraré, relataré, contaré, escuetamente, elementalmente, sin
erudición y sin literatura.
***
En la conferencia pasada, después de
haber examinado rápidamente la intervención de Italia y la intervención de
Estados Unidos en la Gran Guerra, llegamos a la caída del zarismo, a los
preliminares de la Revolución Rusa. Examinemos ahora los meses del gobierno de
Kerensky. Kerensky, miembro conspicuo del Partido Socialista-Revolucionario,
quien ya os he presentado, tal vez poco amablemente, fue el jefe del gobierno ruso
durante los meses que precedieron a la Revolución de Octubre, esto es a la
Revolución Bolchevique. Kerensky presidía el gobierno de coalición de los
Socialistas Revolucionarios y los Mencheviques con los Kadetes y los Liberales.
Este gobierno de coalición representaba a los grupos medios de la opinión
rusa. Faltaban en esta coalición, de un lado los monarquistas, los reaccionarios,
la extrema derecha y, de otro lado, los Bolcheviques, los Revolucionarios
Maximalistas, la extrema izquierda.
La ausencia de la extrema derecha era
una cosa lógica, una cosa natural. La extrema derecha era el partido derrocado.
Era el partido de la familia real. En cambio, la presencia en la coalición, y,
por lo tanto, en el ministerio presidido por Kerensky, de elementos burgueses,
de elementos capitalistas, como los Liberales y los Kadetes, convertía la
coalición y convertía el gobierno en una aleación, en una amalgama, en un
conglomerado heterogéneo, anodino, incoloro.
Se concibe un gobierno de conciliación,
un gobierno de coalición, dentro de una situación de otro, orden. Pero no se
concibe un gobierno de conciliación dentro de una situación revolucionaria. Un
gobierno revolucionario tiene que ser, por fuerza, un gobierno de facción, un
gobierno de partido, debe representar únicamente a los núcleos revolucionarios
de la opinión pública; no debe comprender a los grupos intermedios, no debe
comprender a los núcleos virtualmente, tácitamente conservadores. El gobierno
de Kerensky adolecía, pues, de un grave defecto orgánico, de un grave vicio
esencial. No encarnaba los ideales del proletariado ni los ideales de la
burguesía. Vivía de concesiones, de compromisos, con uno Y otro bando. Un día
cedía a la derecha; otro día cedía a la izquierda. Todo esto cabe, repito dentro
de una situación evolucionista. Pera no cabe dentro de una situación de guerra
civil, de lucha armada, de revolución violenta. Los bolcheviques atacaron,
desde un principio, al gobierno de coalición, y reclamaron la constitución de
un gobierno proletario, de un gobierno obrero, de un gobierno revolucionario en
suma. Ahora bien, las agrupaciones proletarias, obreras, eran en Rusia cuatro.
Cuatro eran los núcleos de opinión revolucionaria.
Los Mencheviques, o sea los
minimalistas, encabezados por Martov y Chernov, gente de alguna tradición y
colaboracionista. Los Socialistas revolucionarios, a cuyas filas pertenecían
Kerensky, Zaretelli y otros, que se hallaban divididos en dos grupos, uno de
derecha, favorable a la coalición con la burguesía, y el de la izquierda,
inclinado a los Bolcheviques. Los Bolcheviques o los maximalistas, el partido
de Lenin, de Zinoviev y de Trotsky. Y los Anarquistas que, en la tierra de
Kropoktin y de Bakunin, eran, naturalmente; numerosos. En las tres primeras
agrupaciones, mencheviques, social-revolucionarios y bolcheviques, se
fraccionaban los socialistas. Porque, como es natural, en la época de la lucha
contra el zarismo todas estas fuerzas proletarias habían combatido juntas.
Había habido discrepancias de programa; pero comunidad de fuerzas y sobre todo
de esfuerzos contra la autocracia absoluta de los zares.
¿Cuál era la posición, cuál era la
fisonomía, cuál era la fuerza de cada una de estas agrupaciones proletarias?
Los mencheviques y les socialistas revolucionarios dominaban en el campo,
entre los trabajadores de la tierra. Sus núcleos centrales estaban hechos, más
que a base de obreros manuales, a base de elementos de la clase media de
hombres de profesiones liberales, abogados, médicos, ingenieros, etc. El ala
izquierda de los socialistas revolucionarios reunía, en verdad, a muchos
elementos netamente proletarios y netamente clasistas, Que, por esto mismo, se
sentían atraídos por la táctica y la tendencia bolcheviques, pero no se
decidían a romper con el ala derecha de la agrupación.
Los hombres de la derecha y del centro,
como Kerensky, eran los que representaban a los socialistas revolucionarios.
Ambos partidos, Mencheviques y Socialistas Revolucionarios, no eran, pues,
verdaderos partidos revolucionarios. No representaban al sector más dinámico,
más clasista, más homogéneo del socialismo: el proletariado industrial, el
proletariado de la ciudad. Los maximalistas eran débiles en el campo; pero eran
fuertes en la ciudad.
Sus filas estaban constituidas a bases
de elementos netamente proletarios. En el estado mayor maximalista prevalecía
el elemento intelectual; pero la masa de los afiliados era obrera.
Los maximalistas actuaban en contacto
vivo, intenso, constante, con los trabajadores de las fábricas y de las usinas.
Eran del partido del proletariado industrial de Petrogrado y Moscú. Los
anarquistas eran también influyentes en el proletariado industrial; pero sus
focos centrales eran focos intelectuales. Rusia era, tradicionalmente, el país de
la intelectualidad anarquista, nihilista.
En los núcleos anarquistas predominaban
intelectuales, estudiantes Por supuesto, los anarquistas combatían tanto como
los bolcheviques, y en algunos casos de acuerdo con éstos, a los mencheviques y
a los socialistas revolucionarios de Kerensky.
Este era el panorama político del
proletariado ruso bajo el gobierno de Kerensky. Conforme a esta síntesis de la
situación, la mayoría era de los socialistas revolucionarios y de los mencheviques
coaligados.
Las masas campesinas y la clase media
estaban al lado de ellos. Y las masas campesinas significaban la mayoría en la
nación agrícola, en una nación poco industrializada como Rusia. Pero en cambio,
los bolcheviques contaban con los elementos más combativos, más organizados,
más eficaces, con el proletariado industrial, con los obreros de la ciudad.
Por otra parte, los mencheviques y los
socialistas revolucionarios no podían conservar su fuerza, su predominio en las
masas campesinas si no satisfacían dos arraigados ideales, dos urgentes
exigencias de esas masas: la paz, inmediata y el reparto de tierras.
El gobierno de Kerensky carecía de
libertad para una y otra cosa. Carecía de libertad para la paz inmediata porque
las potencias aliadas, de las cuales era ahijado y protegido, no le consentían
entenderse separadamente con Alemania. Y carecía de libertad para el reparto de
las tierras a los campesinos porque su alianza con los kadetes y los liberales,
sus compromisos con la burguesía, sus miramientos con los propietarios de las
tierras lo cohibían, lo coactaban para esta audaz reforma revolucionaria.
Kerensky no hacía, pues, en el gobierno
la política de las masas socialistas que representaba; hacía la política de la
burguesía rusa y de las potencias aliadas. Esta política impacientaba a las
masas. Las masas querían la paz. Y la paz no venía. Las masas querían el
reparto de las tierras. Y el reparto de las tierras tampoco venía.
Pero esta impaciencia de las masas
campesinas no habría bastado para traer abajo a Kerensky si hubiera sido,
efectivamente, sólo impaciencia de las masas campesinas, en vez de ser,
también, impaciencia del ejército. La guerra era impopular en Rusia. He
explicado ya cómo el gobierno zarista condujo la guerra con mentalidad de guerra
relativa, esto es con mentalidad de guerra de ejércitos y no de guerra de
naciones; y cómo, por consiguiente, el gobierno zarista no había sabido
captarse la adhesión del pueblo a su empresa militar.
El pueblo y el ejército esperaban que de
la revolución saliese la paz. La incapacidad de Kerensky para llegar a la paz,
soliviantaba, pues, en contra de su gobierno al ejército, que no sentía, como
los otros ejércitos aliados, el mito de la guerra de la Democracia contra la
Autocracia, porque la guerra rusa había sido dirigida por la autocracia
zarista. El ejército estaba cansado de la guerra, y reclamaba sordamente la
paz.
Los bolcheviques orientaron su
propaganda en un sentido sagazmente popular. Demandaron la paz inmediata y
demandaron el reparto de las tierras. Y le dijeron al proletariado: «Ni una ni
otra cosa podrá ser hecha por un gobierno de coalición con la burguesía. Hay
que reemplazar este gobierno con un gobierno proletario, con un gobierno
obrero, con un gobierno de los partidos de la clase trabajadora. Este gobierno
debe ser el gobierno de los Soviets». Y el grito de combate de los bolcheviques
fue: «¡Todo el poder político a los Soviets!».
Los Soviets existieron desde la caída
del zarismo. La palabra soviet quiere decir, en ruso, consejo. Victoriosa la
Revolución, derrocado el zarismo, el proletariado ruso procedió a la
organización de consejos de obreros, campesinos y soldados. Los soviets, los
consejos de trabajadores de la tierra y de las fábricas, se agruparon en
Soviets locales. Y los Soviets locales crearon un organismo nacional: el
Congreso Pan-Ruso de los soviets. Los soviets representaban, pues, íntegramente
al proletariado. En los soviets había mencheviques,
socialistas-revolucionarios, bolcheviques, anarquistas y obreros sin partido.
Kerensky y los socialistas
revolucionarios y mencheviques no habían querido que los soviets ejercitaran
directa y exclusivamente el poder. Educados en la escuela de la democracia,
respetuosos del parlamentarismo, habían querido que ejercitara el poder un
ministerio de coalición con los partidos burgueses, con partidos sin base en
los soviets. Los órganos del proletariado no eran los órganos de gobierno,
Había en Rusia una situación dual. El grito de los bolcheviques: "¡Todo el
poder político a los Soviets!", no quería, por tanto, decir: "¡Todo
el poder político al Partido Maximalista!"
Quería decir simplemente: «¡Todo el
poder político al proletariado organizado!» Los bolcheviques estaban en minoría
en los soviets, en los cuales prevalecían los socialistas revolucionarios. Pero
su actividad, su dinamismo y su programa les fueron captando cada día, mayores
afiliados en los soviets de obreros y de soldados. Y pronto los bolcheviques
llegaron a ser mayoría en los Soviets de la capital y de otros centros
industriales.
Kerensky, por consiguiente, no era
contrario al advenimiento exclusivo de los bolcheviques al gobierno. Era
contrario a que el gobierno pasase a manos del proletariado, dentro de cuyos
organismos contaba aún con la mayoría.
Ketensky y sus hombres procedían así
porque tenían miedo de la revolución, porque los aterrorizaba la idea de que
la revolución fuese llevada a sus extremas consecuencias, a su meta final, y
porque comprendían que los bolcheviques, en parte por su v alimenta personal,
y en parte por su programa que era el programa de las masas, acabarían por
conquistar la mayoría en el seno de las soviets.
Bajo
la presión de los acontecimientos políticos y las sugestiones de las potencias
aliadas, el gobierno de Kerensky cometió una aventura fatal; la ofensiva del
18 de junio contra los austroalemanes, La ofensiva militar era para Kerensky
una carta arriesgada y peligrosa. Pero era, al menos un diversivo transitorio
de la opinión pública.
El gobierno de Kerenskv quiso distraer
hacia el frente la atención popular. Los bolcheviques impugnaron vigorosamente
la ofensiva. Los bolcheviques, como ya he dicho, interpretaban los anhelos de
paz de la opinión pública. Además, pensaban que la ofensiva militar entrañaba
dos graves peligros para la revolución: si la ofensiva triunfaba, cosa
improbable dada las condiciones del ejército, uniría a la burguesía y a la
pequeña burguesía, las fortalecería políticamente, y aislaría al proletariado
revolucionario; si la ofensiva fracasaba, cosa casi segura, la ofensiva
originaría una completa disolución del ejército, una retirada ruinosa, la
pérdida de nuevos territorios y la desilusión del proletariado.
León Trotsky define así en su
libro: De la Revolución de Octubre a la Paz de Brest Litovsk, la
posición de los bolcheviques ante la ofensiva.
La ofensiva, como se había previsto,
tuvo lamentables consecuencias. El ejército ruso sufrió un rudo golpe. El
descontento de las masas contra Kerensky, el anhelo de la paz inmediata, se
acentuaron y se extendieron. Los bolcheviques iniciaron una violenta campaña de
agitación del proletariado.
El gobierno de Kerensky reprimió, sin
miramientos, esta campaña de agitación. Muchos bolcheviques fueron
arrestados, otros tuvieron que huir y esconderse. Y dentro de esta situación,
sobrevino la tentativa reaccionaria del general Kornilov. Empujado por la
burguesía, que complotaba intensamente contra la Revolución, se rebeló contra
Kerensky. Pero su intentona reaccionaria no tuvo eco en los soldados del frente,
que deseaban la paz y miraban con hostilidad a los elementos reaccionarios,
conocedores de su mentalidad chauvinista y nacionalista.
Y los obreros de Petrogrado insurgieron
vigorosamente en defensa de la Revolución. La insurrección de Kornilov abortó
completamente, pero sirvió para aumentar la vigilancia revolucionaria de las
masas y para robustecer, consecuentemente, a los bolcheviques. Los
bolcheviques redoblaron el grito: «¡Todo el poder gubernativo a los soviets!».
Los socialistas revolucionarios y los
mencheviques recurrieron entonces, para calmar, para adormecer a las masas, a
una maniobra artificiosa: reunieron una conferencia democrática, asamblea
mixta de los soviets y de otros organismos autónomos, cuya composición
aseguraba la mayoría a Kerensky. De la conferencia democrática salió un soviet
democrático. Y este soviet democrático, completado con los representantes de
los partidos burgueses aliados de Kerensky, se transformó en parlamento
preliminar. Este parlamento preliminar debía preceder a la Asamblea
Constituyente. A los bolcheviques los tocaron, en el Parlamento preliminar,
cincuenta puestos, pero los bolcheviques abandonaron el Parlamento preliminar.
Invitaron a los socialistas-revolucionarios de izquierda, a aquellos que
condividían las opiniones de Kerensky, a abandonarlo también. Pero los
socialistas revolucionarios de izquierda no se decidieron a romper con Kerensky
y a unirse a los bolcheviques. La situación se hizo cada vez más agitada. La
atmósfera cada vez más inflamable. Veamos cómo se encendió la chispa final.
El soviet de Petrogrado, en defensa de
la Revolución, había constituido un Comité Militar Revolucionario, destinado
a preservar al ejército de tentativas reaccionarias como las de Kornilov. Este
Comité Militar Revolucionario, organismo fundamentalmente revolucionario y
proletario, vivía en pugna con el Estado Mayor de Kerensky. Kerensky
conspiraba contra su existencia basándose en que no era posible que
funcionasen en Petrogrado dos estados mayores.
El gobierno veía en el Comité
Revolucionario el futuro foco de la revolución bolchevique. Resolvió entonces
tomar una serie de medidas militares que le asegurasen el control militar de
Petrogrado. Ordenó el alejamiento de Petrogrado de las tropas adictas al
soviet y obedientes al Comité Militar Revolucionario, y la llamada del frente
de tropas nuevas. Estas disposiciones desencadenaron la revolución bolchevique.
El 22 de octubre, el Estado Mayor de
Kerensky convidó a los cuerpos de la guarnición a enviar, cada uno, dos
delegados para acordar el alejamiento de las tropas revoltosas. Los cuerpos de
la guarnición respondieron que no obedecerían sino una resolución del Soviet
de Petrogrado. Era la declaración explícita de la rebelión.
Algunas tropas, sin embargo, se
mostraban aún vacilantes. Los bolcheviques realizaron con eficaz actividad,
una rápida propaganda para captarlas a su causa. El gobierno de Kerensky llamó
a tropas del frente, estas tropas se pusieron en comunicación con los bolcheviques
quienes les ordenaron detener su avance. Y llegó la jornada final.
El 25 de octubre las tropas de
Petrogrado rodearon el Palacio de Invierno, refugio del gobierno de Kerensky,
y León Trotsky, a nombre del Comité Militar Revolucionario, anunció al Soviet
de Petrogrado que el gobierno de Kerensky cesaba de existir y que los poderes
políticos pasaban desde ese momento a manos del Comité Revolucionario Militar,
en espera de la decisión del Congreso Pan-Ruso de los Soviets.
El 26 de octubre se reunió el Congreso
de los Soviets. Lenin y Zinoviev, perseguidos bajo el gobierno de Kerensky,
reaparecieron, acogidos por grandes aplausos. Lenin presento dos proposiciones:
la paz y el reparto de las tierras a los campesinos. Las dos fueron
instantáneamente aprobadas.
Los bolcheviques invitaron a los
socialistas revolucionarios de izquierda a colaborar con ellos en la
constitución del nuevo gobierno, pero los socialistas revolucionarios,
vacilantes e irresolutos siempre, se excusaron de aceptar. Entonces el Partido
Bolchevique asumió íntegramente la responsabilidad del gobierno. El Congreso
de los Soviets encargó el poder a un Soviet de Comisarios del Pueblo.
La revolución bolchevique tuvo días de
viva inquietud y constante amenaza. Los empleados y funcionarios públicos la
sabotearon. Los alumnos de la Escuela Militar se insurreccionaron. Las tropas
bolcheviques reprimieron esta insurrección. Kerensky, que había logrado fugar
del palacio de gobierno, al frente de los cosacos del General Crasnoff amenazó
a Petrogrado, pero los bolcheviques lo derrocaron en Zarskoyeselo. Y Kerensky
fugó por segunda vez. Los bolcheviques enviaron mensajeros a todas las
provincias comunicando la constitución del nuevo gobierno y la dación de los
decretos de paz y de reparto de las tierras.
El telégrafo y los servicios de
transporte boicoteaban e incomunicaban. Las tropas del frente permanecieron
fieles a ellos porque eran el partido de la paz.
Vino un período de negociaciones entre
los Soviets y la Entente. Los Soviets propusieron a la Entente la negociación
conjunta de la paz. Estas proposiciones no fueron tomadas en cuenta. Los
bolcheviques se vieron obligados a dirigirse separadamente a los alemanes. Se
iniciaron las negociaciones de Brest Litovsk. Antes y después de ellas hubo
conversaciones entre los representantes diplomáticos de las potencias aliadas
y Rusia. Pero fue imposible un acuerdo: Los aliados creían que los
bolcheviques no durarían casi en el gobierno. La paz de Brest Litovsk fue inevitable.
***
Esta es, rápidamente sintetizada, la
historia de la Revolución Rusa. Haré al final de este curso de conferencias, la
historia de la República de los Soviets. La explicación de la legislación rusa,
el estudio de las instituciones rusas, el análisis de la política sovietista.
Conforme al programa del curso, que como ya he dicho agrupa los acontecimientos
con cierta arbitrariedad, pero permite su mejor comprensión global, en la
próxima conferencia hablaré de la Revolución Alemana. Y llegaremos así a otro
episodio sustancial, a otro capítulo primario, de la historia de la crisis
mundial que es la historia de la descomposición, y de la decadencia o del
ocaso de la orgullosa civilización capitalista.
___________
(*) En
Historia de la crisis mundial.
NOTAS:
1 Pronunciada
el viernes 13 de julio de 1923 en el local de la. Federación de Estudiantes
(Palacio de la Exposición). La Crónica del miércoles 18 de julio de 1923 publica
una breve reseña periodística.
2 Correo de la
tarde.
3 Mensajero.
4 Hoja del Día
Berlinesa, periódico del Partido Demócrata alemán, dirigido por Walther
Rathenau. Propiciaba un entendimiento con los socialistas moderados, sobre la
base de impedir el cambio violento de la economía alemana.
Las Instituciones de la Revolución Rusa*1
José
Carlos Mariátegui
EL esquema de la constitución rusa es el
siguiente: Principio: Quien no trabaja no come. Fin: supresión de la
explotación del hombre por el hombre. Medio: durante la lucha decisiva del
proletariado contra sus explotadores el poder debe pertenecer exclusivamente a
las masas trabajadoras.
La célula del régimen sovietal es el
soviet o consejo urbano y rural. Estos, soviets urbanos y rurales se agrupan
primero en congreso de volost, luego en congresos distritales, en seguida en
los congresos provinciales, después en los congresos regionales y finalmente en
el congreso pan-ruso de los soviets, formado por delegados de los soviets
urbanos (uno por cada 25,000 habitantes) y por delegados de los congresos
provinciales (uno por cada 125,000 habitantes). El congreso pan-ruso se reúne
dos veces al año. Designa un comité central ejecutivo que es la suprema autoridad
en los intervalos entró congreso y congreso. El Comité Central Ejecutivo
nombra de su seno a los comisarios del pueblo que constituyen un colegio o
soviet a su vez. Los comisarios del pueblo son dieciocho.
El período de cada delegado es de tres
meses. Pero todos los delegados ton revocables en cualquier momento. Son
electores todos los trabajadores sin distinción de sexos, nacionalidades, religiones,
etc.
No existe el dualismo democrático en el
régimen sovietal. Los soviets son al mismo tiempo órganos ejecutivos y
legislativos. El consejo de comisarios del pueblo no es sino un comité directivo,
un estado mayor de la asamblea de los soviets. El parlamento suele no
corresponder, por envejecimiento, a las corrientes del instante. El soviet está
en constante renovación, en constante cambio. Todas las ondulaciones de la
opinión se reflejan en el soviet. El soviet es el órgano típico del régimen
proletario así como el parlamento es el órgano típico del régimen democrático.
Es un régimen de representación profesional y de representación de clase.
La dictadura del proletariado, por ende,
no es una dictadura de partido sino una dictadura de clase, una dictadura de la
clase trabajadora. Cuando se inauguró el régimen sovietista los bolcheviques
no predominaban sino en los soviets urbanos, en los centros industriales. En
los soviets de campesinos predominaba el partido socialrevolucionario que
correspondía más exactamente a la mentalidad poco evolucionada y pequeño
burgués de los campesinos. Pero los bolcheviques se atrajeron la colaboración
de estas masas campesinas mediante la realización de su programa: celebración
de la paz y reparto de las tierras.
La economía, la política del régimen de
los soviets constituyen una transacción entre los intereses de los obreros
urbanos y los intereses de los trabajadores del campo. Estos últimos no están
aún educados, preparados, capacitados para el comunismo. Su actitud ha hecho
necesaria por ejemplo la distribución de las tierras en vez de su gestión
colectiva. Gorky mira la amenaza del porvenir en el campesino, en su egoísmo,
en su ojeriza al obrero de la ciudad. La necesidad de excitar la producción
hizo necesaria, por ejemplo, la libertad del pequeño comercio. En un principio,
bajo el régimen de las requisiciones, los campesinos redujeron la producción,
Ahora, la aumentan porque el comercio libre constituye un atractivo para
ellos. Lo mismo ocurre con los obreros industriales. Les es permitido trabajar
extraordinariamente para producir manufacturas destinadas al comercio libre. De
esta suerte, el régimen consigue un aumento de la producción, y, en tanto que
queda ésta normalizada sobre bases netamente comunistas, se confía a la
iniciativa y al comercio particular de obreros y campesinos la satisfacción de
las necesidades que el Estado no puede todavía atender.
La política internacional de los soviets
es eminentemente pacifista. La Federación de las Repúblicas Sovietistas está
constituida sobre la base del derecho de sus componentes a salir de ella.
Constituye una asociación voluntaria de naciones. Rusia ha renunciado a toda
reivindicación territorial en Polonia. Ha reconocido la independencia de
Finlandia y de las provincias bálticas. El ejército rojo tiene por objeto
sustancial la defensa de la Revolución. Es un instrumento al servicio de la
revolución mundial. El ejército rojo es ahora de 600,000 hombres.
Ha salvado al régimen de los asaltos
contrarrevolucionarios de Kolchak, Deninkin, Judenicht, Wrangel. Y ha
impuesto a las potencias europeas el abandono de la política de intervención
armada en Rusia. Rusia tiene acreditada embajada en Berlín, en Varsovia, en
Angora. Tiene representantes oficiosos o comerciales en Inglaterra, Italia y
otros países, importantes. Ha concurrido a la Conferencia de Génova y luego a
las de La Haya y Lausanne. Rusia ha concurrido, invitada oficialmente a la
Feria de Lyon. Una comisión de banqueros franceses acaba de visitar Rusia.
El bloqueo; otra arma de la Entente, ha
dañado extraordinariamente la producción rusa. Y ha causado la muerte de gran
número de campesinos en la región del Volga.
La educación y la instrucción, son
objeto de especial cuidado. El obrero tiene acceso a la instrucción superior.
En 1917 existían 23 bibliotecas en Petrogrado y 30 en Moscú: En 1919; eran 49
en Petrogrado y 85 en Moscú. Los institutos de Moscú han aumentado de 369 a
1357. La asistencia escolar que era de tres millones y medio ha aumentado a
cinco millones. Se ha fundado doce mil escuelas nuevas. El número total de bibliotecas,
que en 1919 era de 13,500, en 1920 era de más de 32,000. Se han creado 24
universidades obreras.
Gorky fue encargado de fundar la casa de
los intelectuales, en gran parte hostiles a la Revolución. Las artes reciben
estímulo. He asistido a una exposición de arte ruso en Berlín., Rusia estuvo
representada abundantemente en la última exposición internacional de Venecia.
Se observa rigurosamente la jornada de
ocho horas: Para los que se dedican a un trabajo nocturno la jornada es de
siete horas. Cada trabajador tiene derecho a 42 horas de reposo continuo a la
semana. Cada año, tiene derecho a una vacación de un mes, transitoriamente
reducida a quince días. El seguro social se extiende a toda la vida fiel
trabajador: enfermedad, desocupación, accidente, vejez y maternidad. Funciona
el control obrero de la producción. Existen casas de reposo para los trabajadores.
La residencia veraniega del ex gran duque Sergio en Ilinskoe es el principal
sanatorio para obreros fatigados.
Las alianzas profesionales.
La atención a la infancia. Casas de
salud para niños. Los niños reciben instrucción, alimento y ropa. La protección
a la infancia comienza desde la maternidad. La mujer grávida tiene derecho a
la asistencia desde ocho semanas antes del parto.
La mujer y los soviets. Las mujeres
tienen todos los derechos políticos y civiles. La primera ministro ha sido
rusa: Alejandra Kollontain. En la delegación había varias mujeres. La propaganda
entre las mujeres.
El problema religioso. Separación del
Estado y de la Escuela de la Iglesia. La propaganda irreligiosa.
El matrimonio y su disolución. La
demanda de una sola de las partes basta para el divorcio.
La N.E.P. El Consejo de Economía
Pública. Milliutin. La electrificación de Rusia. Las concesiones al capital
extranjero.
La polémica con los social-democráticos
y con los anarquistas. La política de los sóviets ha emergido de la realidad,
ha sido dictada por los hechos. En ella ha influido, finalmente, la situación
general europea.
Los tribunales populares y el tribunal
revolucionario.
__________
(*) En
Historia de la crisis mundial.
NOTA:
1 Pronunciada el viernes 19 de octubre de 1923, en
el local de la Federación de Estudiantes del Perú. Se desprende del guión o
esbozo del autor, que éste ofreció a su auditorio un cuadro veraz y
polifacético de la realidad soviética del momento. La patria de Lenin atravesaba,
por aquel entonces, el primer período de la NEP (Nueva Política Económica),
después de salir de la etapa conocida con el nombre de "Comunismo de
Guerra", esto es: control de la grande, mediana y pequeña industria; monopolio
estatal del comercio del trigo; prohibición del comercio privado de cereales;
trabajo general obligatorio, extensivo a todas las clases de la población
("el que no trabaja no come"), etc. Mariátegui, con claridad didascálica,
caracteriza certeramente el régimen de la NEP, etapa de transición hacia el
socialismo. El poder soviético toleraba aún algunas formas de capitalismo. La
industria no había alcanzado el nivel de anteguerra. Las granjas del Estado
(sovjoses) y las granjas colectivas (koljoses) representaban un porcentaje ínfimo
de la economía campesina. En el plano de la circulación de mercancías, el
sector socialista únicamente conformaba un 50%, más o menos. Este es el cuadro
que, con otras palabras, pinta el conferenciante. Su dominio del terna es
excepcional, sobre todo, si se toma en consideración el desconocimiento general
que había entonces de la realidad soviética y si se recuerda que Mariátegui
nunca estuvo en la URSS.
Henri de Man y la "Crisis" del Marxismo
(Fragmento)
José
Carlos Mariátegui
Y Lenin aparece,
incontestablemente, en nuestra época como el restaurador más enérgico y fecundo
del pensamiento marxista, cualesquiera que sean las dudas que a este respecto
desgarren al desilusionado autor de Más allá del Marxismo. La
revolución rusa constituye, acéptenlo o no los reformistas, el acontecimiento
dominante del socialismo contemporáneo. Es en ese acontecimiento, cuyo alcance
histórico no se puede aún medir, donde hay que ir a buscar la nueva etapa
marxista.
La Filosofía Moderna y el Marxismo*
(Fragmento)
José
Carlos Mariátegui
Con lenguaje
bíblico el poeta Paul Valery expresaba así en 1919 una línea genealógica:
"Y éste fue Kant que engendró a Hegel, el cual engendró a Marx, el cual
engendró a...". Aunque la revolución rusa estaba ya en acto, era todavía
muy temprano para no contentarse prudentemente con estos puntos suspensivos, al
llegar a la descendencia de Marx. Pero en 1925, C. Achelin los reemplazó por el
nombre de Lenin. Y es probable que el propio Paul Valery, no encontrase
entonces demasiado atrevido ese modo de completar su pensamiento.
El materialismo histórico reconoce en su
origen tres fuentes: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa
y el socialismo francés. Este es, precisamente, el concepto de Lenin. Conforme
a él, Kant y Hegel anteceden y originan a Marx primero y a Lenin después -añadimos
nosotros- de la misma manera que el capitalismo antecede y origina al
socialismo.
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(*) En Defensa del marxismo.
Principios Programáticos del Partido Socialista*
(Fragmento)
José
Carlos Mariátegui
4º-
El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de
los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el
acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis
del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de
lucha.
________
(*) En Ideología y política.
El Proceso a la Literatura Francesa Contemporánea*
(Fragmento)
José
Carlos Mariátegui
Lenin nos prueba,
en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que
el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx.
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(*) En Defensa del marxismo.
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