La Burguesía Criminal y la Implosión del Capitalismo
en el Perú
Cesar Risso
EL CAPITALISMO se empieza a autodestruir por un
mecanismo inesperado para la propia burguesía: La delincuencia, que es el
método común de apropiación de la riqueza, en el sentido de extracción de
trabajo no pagado a los trabajadores asalariados, pero que se ha puesto en
evidencia extendiéndose a lo largo y ancho de nuestro país.
Pero la delincuencia en la forma en que se viene dando,
cuando no obtiene lo que quiere, simple y llanamente elimina a la víctima. Es
decir, cancela una fuente de creación de riqueza, y con ello resta “partículas”
de la fuerza de trabajo, objeto de explotación de la burguesía.
En la percepción de la burguesía las cosas operan
según el mercado, y como la delincuencia se desarrolla libremente sin ningún
control, debe de imaginar que se va a alterar la oferta y la demanda de fuerza
de trabajo y con ello prevé el alza de las remuneraciones, y también la
reducción de la demanda por la eliminación de consumidores. En otras palabras,
pagarán salarios más altos y venderán menos, y con ello reducirán sus ganancias.
Como la burguesía considera que el libre mercado es el mejor asignador de
recursos, tratará a la delincuencia como un “negocio” más, ya que tiene el
objetivo común de acumular dinero y capital.
En estas condiciones, la burguesía va a tener que
agregar algunos rubros más en la contabilidad de sus negocios: coima y
extorsión. Aunque el primero existe desde hace buen tiempo, ha aumentado
considerablemente, mientras que el segundo, que también tiene una existencia de
varias décadas, se va haciendo cada vez más una “práctica” común. Lo propio va
a tener que hacerse con el Plan Contable General para Empresas, agregando
nuevos rubros. Y, entre las causas de muerte, las autoridades considerarán la
muerte por sicariato, extorsión y asalto, o bien como parte de una pandemia,
por la magnitud de asesinatos, o como causa natural.
Esta situación no nos puede sorprender. Las dos
guerras mundiales, y todas las guerras desarrolladas en la época del
imperialismo, así como las guerras actuales, tienen como fondo el dominio
económico del mundo. De modo que lo que estamos viviendo actualmente es parte
de la “normalidad” del capitalismo llegado a una etapa de crisis permanente y
de agudización de la competencia.
Es probable que alguien, del campo de la burguesía,
como por ejemplo algún congresista, proponga la legalización de estas
actividades.
La particularidad del momento actual es que lo que
antes se desarrollaba de forma oculta, ahora brota a la superficie a la vista
de todos. Ya no es posible encubrir más el móvil verdadero del capitalismo, que
es el mismo de todo tipo de delincuencia: acumular dinero.
El dinero es, entre otras cosas, el representante
general de todas las mercancías, adjudicando el mismo carácter de mercancía a la
moral, la dignidad, el cuerpo, etc.
En consecuencia, es natural que “todos” quieran
hacerse de dinero independientemente de la forma en que se obtenga, pero
siempre con el mismo contenido, esto es, como representación del trabajo humano
coagulado en la inmensa variedad de mercancías.
¿Qué se propone a nivel nacional en estas condiciones?
Pues, que en los colegios les enseñen a los niños y adolescentes cursos como finanzas
y contabilidad, para que puedan tener mayores habilidades para conseguir
dinero. Es decir, como respuesta a la idolatría del dinero se propone que se
les enseñe a idolatrar no solo el dinero, sino hacer de esta idolatría su
objetivo, el leiv motiv de su existencia, y en consecuencia se preparen en los
colegios para conseguirlo. Pero lo que realmente alimentan con esto es la
delincuencia.
“Educación
Financiera y Tributaria, Contabilidad, Economía y Derechos del Consumidor son
las cuatro nuevas materias que comenzarían a dictarse en todos los colegios del
Estado, a partir del siguiente año, luego que el Minedu lo determine, conforme
a sus atribuciones y competencias.”1
Esto conduce a que la burguesía empresarial se
conforme con reducir sus ganancias, o que aumente la sobre explotación de las
clases trabajadoras para poder pagar a la burguesía criminal. Pero resulta que
la extracción de plusvalía está llegando al límite físico de los trabajadores,
es decir, por encima de lo que ya se le extrae al trabajador queda muy poco por
extraerle. Tendrá entonces el sector criminal de la burguesía, que actúa bajo
la denominación de delincuentes, que contar con los intelectuales burgueses que
les lleven las cuentas, como los contadores, los economistas, y los que
defiendan sus “derechos” de adquirir dinero como los abogados.
La plusvalía extraída a los trabajadores por los
empresarios, se distribuye entre los capitalistas industriales, los
capitalistas comerciales, los capitalistas que prestan servicios, los capitalistas
propietarios de locales, los capitalistas propietarios del capital bancario, a
lo que hay que agregar ahora a los capitalistas criminales, que se apropian del
resultado del esfuerzo de las clases trabajadoras. Hay que añadir a estas
categorías de capitalistas a aquellos que se apropian de parte de la plusvalía
a través del comercio exterior y de la deuda externa.
De seguir así las cosas, la burguesía terminará
fagocitándose, y con ello habrá dado curso a la destrucción del capitalismo,
que como bien sabemos, no se destruirá solo, sino que será el resultado de la
acción mancomunada de las clases trabajadoras con el objetivo común de eliminar
toda forma de explotación, reemplazando el capitalismo por el socialismo.
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