El Alma Matinal
Alejandro Romualdo
José
Carlos Mariátegui, en la tierra, en el cielo,
en las
manos fecundas de los trabajadores,
se
afirma cada vez más el árbol de nuestros sueños,
y el
árbol de nuestros sueños da frutos en toda esta
Tú
tocaste la primera piedra
de una
alegría colectiva.
Pusiste
alas seguras a todos nuestros deseos.
Trazaste
el vuelo puro de la dicha posible.
Tu
ciencia es nuestra ciencia:
la ciencia
de la hoz, la ciencia del martillo,
la
ciencia invulnerable de los trabajadores,
la
teoría que vive la vida de la vida.
Felicidad
de ojos claros, dicha de labios dulces:
a la
altura del cerebro el corazón se eleva.
Y el
futuro del hombre abre todas las puertas
Que van
a dar al centro de la felicidad.
No
importa la calumnia. No importa la mezquindad.
La
verdad que sostiene la casa de los pobres
es una
verdad que nos ampara y nos fortifica.
Nosotros
somos la vida. Nosotros somos la alegría.
La
estrella de la razón conduce a una vida nueva.
Los
milagros se apoyan sobre la hoz y el martillo.
Y el
sueño de los hombres se cumple perfectamente.
José
Carlos Mariátegui: la verdad que enseñaste,
la verdad
que nos iguala y nos perfecciona,
ha
llegado hasta el fondo de las minas,
como
una lámpara maravillosa.
Como
una lámpara maravillosa que cumple nuestros deseos,
que enciende
la razón, que deslumbra con su poder.
José
Carlos Mariátegui, puño y letra del pueblo,
la primavera
crece y se funda en nosotros.
Nosotros
somos todos los deseos del hombre.
Y tú
estás con nosotros, como ayer, como siempre.
Julio,
1957.
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