viernes, 2 de junio de 2023

Internacionales

Una Respuesta a la Denuncia Impulsiva de Pamela Paul contra la Revolución Cultural de Mao...
O la Manera en que se Elimina el Pensamiento Crítico en “La Década que no se Puede Eliminar”
 

 

Raymond Lotta

 

LA EDICIÓN IMPRESA del 19 de mayo del New York Times sacó un artículo de opinión de Pamela Paul titulado “La década que no se puede eliminar”. Es un ataque vil y desinformado a la Revolución Cultural que inició y dirigió Mao Zedong en 1966 — y que duró hasta 1976, cuando una nueva clase explotadora derrocó al socialismo.

 

Paul repite las mentiras y distorsiones habituales sobre la Revolución Cultural: que “los intelectuales fueron torturados”, que Mao “trató de purgar a la sociedad china de todos los elementos no comunistas que quedaban”, que esto fue un “trauma político” en grande, en el que “camarada se volvió contra camarada, amigo contra amigo, esposo contra esposa e hijo contra pariente”. Cita cifras (sin fundamento) de que “de 1,6 millones a 2 millones de muertes” resultaron de lo que ella describe como “los horrores del maoísmo”.

 

Este tipo de tergiversaciones, el desprecio flagrante de las verdaderas políticas y la orientación-liderazgo de la Revolución Cultural, y los cuentos sensacionalistas del “terror de chusmas” se deconstruyen y refutan en los materiales disponibles en la página de recursos Pongamos las Cosas en Claro sobre las Revoluciones China y Rusa, ahora en revcom.us en inglés. Se puede encontrar un análisis integral de la Revolución Cultural en los escritos de Bob Avakian, especialmente en “La Revolución Cultural de China… el arte y la cultura… el disentimiento y la efervescencia… y el avance de la revolución hacia el comunismo; en una extensa entrevista conmigo sobre la historia de la revolución comunista; y hay otras investigaciones y trabajos importantes de varios autores y académicos sobre la Revolución Cultural, incluidos algunos que participaron en ella1.

 

Paul reduce una década compleja y turbulenta de lucha, de experimentación y de transformación que hacía época a la violencia vengativa. Es alucinante cómo ella elide la pregunta más esencial: ¿de qué se trataba en realidad la Revolución Cultural... y cuáles cambios operó? Sería como si se escribiera una historia de la Guerra Civil de Estados Unidos y se mantuviera al nivel de la escala de desorden, dislocación y muerte; se interpretó como una “tragedia” innecesaria de “hermano contra hermano” en todos los hogares y lugares de trabajo — pero no se dijera nada sobre la cuestión fundamental y el conflicto que subyacía a esta guerra: la esclavitud y su conservación y expansión, o su abolición2.

 

1. Algunos hitos clave de una década verdaderamente liberadora... que Pamela Paul anula

 

Paul trafica con saldos de muertes sin fundamento, pero no dice nada sobre la de vida de innumerables personas salvadas por la Revolución Cultural — por ejemplo, por la expansión sin precedentes de los servicios de salud al campo y la creación de la salud universal más igualitaria, basada en las necesidades en el mundo entero. (¡Para que conste, Shanghái tenía una tasa de mortalidad infantil más baja a principios de la década de 1970 que la ciudad de Nueva York!) Se mantiene al lector en la oscuridad respecto al etos de “servir al pueblo” que guiaba la gestión de la economía, que personas de todos los ámbitos de la vida adoptaron como criterio para evaluar y, sí, criticar a la dirección en todos los niveles.

 

Al leer el artículo de Paul, tampoco se llegaría a entender cómo se estaba creando una nueva cultura revolucionaria, con ballets y óperas que sintetizaban e hibridaban técnicas y formas musicales y de baile occidentales y no occidentales — que contaban historias no de dinastías feudales sino de crear un mundo nuevo, de mujeres que despertaban a la lucha por la liberación. Y simplemente para tener claridad acerca de las acusaciones de saquear museos, a la vez que se desarrollaba una intensa lucha ideológica contra las costumbres, tradiciones y cultura antiguas y esclavizantes — la política oficial del estado era proteger las reliquias culturales. 

 

¿Había problemas en la manera de tratar a los intelectuales y artistas profesionales? Sí. ¿Fueron perseguidos, castigados y asesinados como categoría? No. Eso es una tontería al estilo de los “cuentos de la Cripta”. Para repetir, los lectores pueden consultar las citadas fuentes.

 

Aquí va una pregunta de reflexión para Pamela Paul. ¿Por qué las fuerzas más radicales de la década de 1960 y principios de la de 1970 en Estados Unidos, como el Partido Pantera Negra y las corrientes dentro del movimiento de liberación de la mujer, recurrían a la experiencia y la teoría de la Revolución Cultural, les sacaba lecciones y las popularizaban? Fue porque la Revolución Cultural fue la cumbre de la rebelión mundial y el levantamiento revolucionario que sacudían a los cimientos de la sociedad de clases opresiva. Y la China maoísta estaba viviendo algo absolutamente sin precedentes: una “revolución dentro de la revolución” maravillosa. Fue una fuente de inspiración y esperanza para la gente por todo el mundo que anhelaba y luchaba por la emancipación.

 

Pero Pamela Paul elude esta realidad y recae perezosamente en las narrativas burguesas de la Revolución Cultural como un “terror de las chusmas” instigado por un Mao fanático. No es como si ella tuviera que trabajar duro en esta tesis. Al fin y al cabo, nos bombardean de manera incesante con el mensaje de que el comunismo es una idea “peligrosa” e inviable que solo puede conducir a pesadillas. Lo escuchamos en boca de las clases dominantes y de los ideólogos dentro de la academia; los medios de comunicación lo refuerzan; una verdadera industria casera de reminiscencias de “sufrimientos” muy publicitadas, especialmente de personas que perdieron privilegios y posición social, le da al argumento de la historia un “rostro humano” y una pátina de autenticidad.

 

“La década que no se puede eliminar” encaja a la perfección en la narrativa anticomunista generalizada. Pero debo decir que es decepcionante que Pamela Paul produzca un texto tan intelectualmente irresponsable. Ella ha estado dispuesta a “ir contra la corriente” (para usar una frase maoísta de la Revolución Cultural) al alzar la voz contra la difamación, las acusaciones falsas, las acusaciones sin necesidad de sustanciación presentadas contra escritoras como Jeanine Cummins, autora de la novela American Dirt... y las afirmaciones sin fundamento de transfobia dirigidas contra la autora J. K. Rowling. Ella ha levantado la bandera de los hechos y la evidencia en oposición al juicio irreflexivo y la censura.

 

Pero en materia de la monumental revolución político-social que fue la Revolución Cultural, Pamela Paul arroja por la ventana el pensamiento crítico y el análisis histórico riguroso. En su artículo, Paul lamenta “la ausencia de una historia verídica” de la Revolución Cultural. Pero este es un llamado engañoso a tergiversar aún más la Revolución Cultural en nombre del “ajuste de cuentas” histórico. Así, analicemos la “historia verídica”.

 

2. ¿Cuál fue el trasfondo histórico y cuáles fueron los verdaderos objetivos de la Revolución Cultural?

 

Sí, esa pregunta fundamental omitida por Pamela Paul. La Revolución Cultural liderada por Mao estuvo guiada por su análisis científico de la compleja realidad de la sociedad china y los verdaderos peligros que enfrentaba el socialismo en ese momento.

 

Mao lanzó la Revolución Cultural para abordar un problema histórico mundial de la revolución comunista: cómo mantener una revolución cuyo objetivo es poner fin a toda explotación y opresión en el camino hacia la realización de ese objetivo. Y cómo hacerlo de manera que habilite a millones de masas a entender y bregar con este problema, librar nuevas formas de lucha revolucionaria bajo el socialismo para prevenir la restauración del capitalismo y revolucionar aún más las instituciones de la sociedad y el modo de pensar y valores de las personas.

 

Tenemos que poner las cosas en un panorama más amplio. En 1949, la revolución china, que movilizó a millones de personas bajo la dirección de Mao, tomó al poder. Expulsó al imperialismo extranjero e hizo añicos el viejo orden económico y social opresivo caracterizado por el gobierno despótico de los terratenientes en el campo y el corrupto capitalismo en las ciudades. La revolución estableció un nuevo poder estatal socialista y una economía orientada a satisfacer las necesidades básicas. La revolución bajo la dirección de Mao se puso a forjar nuevas instituciones liberadoras y nuevas relaciones cooperativas y colectivas entre las personas, para desafiar la subordinación profundamente arraigada de las mujeres y llevar a cabo otras transformaciones sociales. 

 

La Revolución Cultural de China se caracterizó por una expansión sin precedentes de los servicios de salud en las comunidades históricamente oprimidas y la creación del sistema de atención médica universal más igualitario y basado en las necesidades, en el mundo. En la imagen: los “médicos descalzos”, personas capacitadas en medicina básica y preventiva, atienden a personas en la región de Mongolia Interior.   

 

Pero incluso a medida que avanzaba la revolución, China seguía siendo, analizó Mao, una sociedad caracterizada por desigualdades y diferencias sociales: entre las ciudades y las zonas rurales; entre una minoría que trabajaba principalmente en el campo de las ideas y la administración y aquellos que se dedicaban principalmente a la actividad manual; entre industria y agricultura; entre hombres y mujeres; etcétera. Seguían existiendo diferencias en los ingresos — y el dinero y el precio seguían siendo elementos integrales del funcionamiento de la economía. Esas “cicatrices” de la sociedad de clases no podían ser eliminadas de la noche a la mañana, pero tampoco se podía simplemente “vivir con ellas”. Estas desigualdades tenían que ser restringidas, reducidas y con el tiempo superadas.

 

Mao fue más allá. Analizó cómo una nueva clase privilegiada, una nueva clase capitalista burguesa —cuyas raíces yacen en los tipos de desigualdades que acabamos de describir— había surgido dentro de los niveles más altos del Partido Comunista de China y del gobierno. Esta nueva burguesía aspiraba (en nombre de un socialismo más “eficiente”) a poner la economía sobre cimientos basados en las ganancias; a poner el sistema educativo sobre una base elitista y tecnocrática; a concentrar los recursos en las ciudades, lejos del campo donde vivía la gran mayoría de la gente (campesinos) en ese momento.


Estos “seguidores del camino capitalista” contaban con enorme fuerza e influencia a principios de la década de 1960 en el ejército, en las instituciones de gobernanza, económicas, educativas y culturales. Ya estaban implementando tales políticas de las maneras que podían. A mediados de la década de 1960, estaban maniobrando para tomar el poder.

 

Ese fue el telón de fondo del mundo real para la Revolución Cultural. Durante diez años, Mao lideró una revolución de masas para impedir la restauración capitalista. Se hizo que la sociedad “se saltara por los aires”. Los nuevos sistemas de gobernanza política habilitaron a los trabajadores y campesinos para asumir una mayor responsabilidad para el rumbo de la sociedad. La investigación de “puertas abiertas” llevó a los científicos al campo para realizar experimentos junto con los campesinos y compartir su vida. Ya hablé de los importantes avances en la cultura.

 

No obstante, los seguidores del camino capitalista acumularon fuerzas para llevar a cabo un golpe de estado violento en 1976. Estas fuerzas arrestaron a la viuda de Mao, Chiang Ching, quien murió en prisión junto con altos importantes líderes de la Revolución Cultural, y asesinaron a muchos otros.

 

La China de hoy está gobernada por una nueva clase capitalista burguesa — el blanco político mismo de la Revolución Cultural. Estos seguidores del camino capitalista en el poder reestructuraron sistemáticamente la economía socialista de China, convirtiendo a China en una maquiladora para el capitalismo mundial, en una sociedad plagada de algunas de las desigualdades de riqueza e ingresos más extremas del mundo. China es ahora el segundo hogar más grande de multimillonarios. Es el contaminador número 1 de carbono del mundo. China se ha convertido en una potencia capitalista-imperialista que saquea los recursos en África y en otras partes.

 

Por motivos de legitimidad y estabilidad, esta nueva clase dominante burguesa se siente impelida a mantener el Partido Comunista — ahora como una fuerza represiva que hace cumplir los dictados del capital y persigue los intereses imperialistas de China. Y suprime la verdadera historia de la Revolución Cultural por los contrastes obvios con lo que están haciendo hoy.

 

3. ¿Cuáles fueron los métodos de la Revolución Cultural?

 

Sí, otro asunto fundamental omitido por Paul: los verdaderos métodos de la Revolución Cultural. Mao tenía por objeto impedir la restauración del capitalismo — no por medio de purgas y asesinatos, sino convocando y movilizando a decenas y cientos de millones de trabajadores, campesinos y estudiantes para emprender una “segunda revolución” para derrocar a estos seguidores del camino capitalista por medio de lucha política y llevar adelante la revolución en todas las esferas de la sociedad.

 

Las principales formas de lucha de la Revolución Cultural fueron el debate de masas (sobre la política y el rumbo de la sociedad) en foros públicos, periódicos y carteles murales; la movilización política de masas: manifestaciones, huelgas, levantamientos políticos que condujeron a nuevas formas de poder político y más participativas; y las críticas de masas en reuniones y asambleas públicas a las autoridades que promovían las políticas y programas neocapitalistas, así como a los administradores, profesionales de alto rango, expertos y otros que fueron influenciados por una perspectiva elitista burguesa y que se había venido alejando de la gente básica.

 

Carteles en grandes caracteres en las paredes de una fábrica en China proporcionaron a las masas una nueva forma de lucha revolucionaria bajo el socialismo para impedir la restauración del capitalismo.   

 

Estos métodos de lucha se detallaron claramente en documentos oficiales y ampliamente publicitados, incluida la siguiente orientación: “Donde haya debate, debe llevarse a cabo mediante el razonamiento y no por la fuerza”.

 

Actos de violencia y asesinatos sí tuvieron lugar durante la Revolución Cultural. Pero lo siguiente es lo que muestra la evidencia:


·                   Esta no fue la tendencia principal de la Revolución Cultural, y no fue la orientación de Mao.


·         Cuando las cosas tomaron un rumbo violento, Mao y las fuerzas revolucionarias condenaron y criticaron a tales tendencias por medio de declaraciones, directrices, editoriales e intervenciones directas.


·         Gran parte de la violencia fomentada durante la Revolución Cultural en realidad la instigaron las nuevas fuerzas capitalistas, especialmente con el propósito de desacreditar a Mao.

 

Había deficiencias y problemas, incluso graves, en el enfoque más amplio de la Revolución Cultural. Al intentar reducir esa gran división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, al promover la nueva actividad revolucionaria de arte y cultura de campesinos y trabajadores, se aplicaron demasiadas restricciones al trabajo artístico e intelectual profesional. No se tenía el tipo de efervescencia intelectual-cultural necesaria en una sociedad en el camino hacia el comunismo. No se entendía la gran importancia del disentimiento, incluido el disentimiento desde perspectivas antisocialistas. Este tema se ha explorado a fondo en el trabajo de Bob Avakian3.


4. Recuerdos, nostalgia y la lucha por la verdad histórica

 

Paul impulsa su argumento contra la Revolución Cultural invocando el tema del nuevo libro Red Memory: The Afterlives of China’s Cultural Revolution de la periodista británica Tania Branigan. Se trata de la noción de que en China, no se permite que la gente recuerde, existe un “olvido forzado” acerca de la Revolución Cultural. Traducción: no se anima lo suficiente y no se dirige desde las instituciones a las personas para recordar colectivamente en cierto sentido — es decir, para tener y abrazar el recuerdo de... “los horrores del maoísmo”.

 

Lo que es aún más inquietante para Branigan y Paul es el problema de recordar de manera equivocada, específicamente lo que ven como una “nostalgia” peligrosa acerca de la Revolución Cultural. Lamentan que sectores de la juventud “anhelen su ‘idealismo’ y claridad [de la Revolución Cultural]”, y que “los ex Guardias Rojos recuerdan la unidad y el propósito que faltan en la sociedad materialista de hoy [en China]”.

 

Pamela Paul va un paso más allá. Equipara este tipo de simpatía y atracción por la Revolución Cultural a la “nostalgia” y las “recreaciones” de la Guerra Civil en Estados Unidos — con sus “estatuas a la Confederación esclavista y bodas en las plantaciones del Sur”. A lo que debo responder cortésmente: ¿en qué universo vive? La Revolución Cultural fue la continuación de la lucha de los ex esclavos, siervos, oprimidos y explotados por la emancipación. Provocó, y sigue provocando, “pavor” entre los opresores y los ideólogos de la opresión (y entre las personas lastimeramente mal informadas).

 

Paul cita la obra del poeta y ensayista Clint Smith How the Word Is Passed y el papel que los recuerdos y la historia pueden desempeñar para dar sentido al pasado y al presente de Estados Unidos — su legado de esclavitud y segregación. Y, por analogía, sugiere que ese tipo de “ajuste de cuentas” es lo que se necesita en China con respecto a la Revolución Cultural. Pero, una vez más, ¡ella está completamente equivocada y tergiversa la realidad!

 

¿Sabe Pamela Paul que, en abril de 1968, después del asesinato de Martin Luther King, cuando los negros se levantaron en poderosas rebeliones, Mao Zedong emitió una poderosa declaración de apoyo? Declaró que ese levantamiento justo del pueblo negro era una “toque de clarín en el combate de todo el pueblo estadounidense explotado y oprimido contra la brutal dominación de la burguesía monopolista” y “un inmenso apoyo y estímulo a la lucha de todos los pueblos del mundo contra el imperialismo yanqui, y a la lucha del pueblo vietnamita contra éste”. ¿Cómo se ha transmitido ese “mensaje” a ustedes?

 

Aquí va otra ironía. El período de la Reconstrucción en la historia de Estados Unidos, entre los años 1867 y 1877, presenció una transformación social radical: en la participación de las personas anteriormente esclavizadas en la vida política, en el acceso a los recursos económicos, en la creación de oportunidades educativas. Pero durante décadas —y no solo en las obras históricas que reflejaban la antigua perspectiva de la Confederación esclavista, sino también en gran parte de la historiografía imperante—, esos años se describieron como una época de excesos, extralimitación del gobierno, violencia vengativa, de “politicastros” que buscaban el engrandecimiento personal. Muy al estilo de las narrativas tradicionales contra la Revolución Cultural que se disfrazan de historia y contribuyen a una sabiduría convencional incuestionable.

 

5. Un punto fundamental de orientación, y una invitación

 

En 2013, Bob Avakian escribió un ensayo breve pero importante titulado: “Una pregunta agudamente planteada… ¿Nat Turner o Thomas Jefferson?”. Se inicia así:

 

¿Una rebelión de esclavos o un esclavista? ¿Se apoya a los oprimidos y su rebelión en contra del sistema opresivo y que se busca un camino radicalmente diferente, aunque con ciertos errores y excesos — o se apoya a los opresores, y a los dirigentes y los guardianes de un orden opresivo anticuado, quienes tal vez hablen de unos “derechos inalienables” pero aplican una brutalidad gratuita y un terror muy concreto sobre las masas populares a fin de reforzar y perpetuar su sistema de opresión?

 

Y más adelante en este ensayo, él plantea la siguiente pregunta:

 

¿Tenemos que aprender no sólo de la experiencia abrumadoramente positiva del movimiento comunista hasta hoy, pero también de sus deficiencias, lo que incluye a veces los errores serios y hasta los excesos? Sí, eso es una parte importante de la nueva síntesis del comunismo, y es crucial para poder hacer algo aún mejor en la nueva etapa de la revolución comunista.

 

Eso se aplica profundamente a la Revolución Cultural. Tenemos que aprender de sus enormes hazañas, de hecho rescatar la verdad de esas hazañas contra las tergiversaciones, pero también tenemos que aprender de sus errores y excesos. Precisamente para hacer algo mejor, sobre la base del nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian, en hacer la revolución para liberar a la humanidad de toda opresión en el mundo de hoy.

 

Con este espíritu, invito a Pamela Paul a que acuda a Libros Revolución en Harlem para sostener una conversación seria y receptiva sobre la verdadera historia de la Revolución Cultural.

_______________

 

 NOTAS:

1. Vea, por ejemplo, Mobo Gao, Gao Village: Rural Life in Modern China; Dongping Han, The Unknown Cultural Revolution: Life and Change in a Chinese Village; y Xueping Zhong, et al., Some of Us: Chinese Women Growing Up in the Mao Era.

2. Lo que, de hecho, es la manera en que se enseñaba esa historia hasta hace muy poco en Estados Unidos, no solo en las escuelas sino por medio de la cultura popular, como la película Lo que el viento se llevó (y lo que se está enseñando nuevamente en lugares como Florida y Texas).

3. Para tomar otro ejemplo, Bob Avakian ha escrito sobre la “noción muy equivocada y perjudicial…de que la verdad tiene un carácter de clase — de que existe una verdad burguesa y existe una verdad proletaria. Esto incluso se logró expresar en las directivas que guiaron la Revolución Cultural de China y fue en contra de su carácter arrolladoramente positivo como una lucha revolucionaria de masas que contaba con una dirección sobre una base comunista”. Este pasaje se encuentra en la sección “La ciencia” de BREAKTHROUGHS (ABRIENDO BRECHAS): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo y cabe estudiarlo a fondo, y respecto al trabajo que Avakian ha hecho sobre tanto la epistemología, o la teoría del conocimiento, del nuevo comunismo, como una concepción distinta de la manera en que se debería ejercer el poder estatal socialista, se recomienda fuertemente que los lectores consulten la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte que establece la visión panorámica y el plano concreto para una sociedad socialista en la que se fomentan el disentimiento y la efervescencia intelectual, y la búsqueda de la verdad, a una escala sin precedente, y forman parte del tejido mismo de la nueva sociedad socialista.

 

 

Fuente: revcom.us


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