La Crisis de la Socialdemocracia Provinciana Como
Última Alternativa de la Burguesía
Cesar Risso
¿CÓMO ORIENTARSE en la trama política que estamos
viviendo? ¿Qué está en juego? ¿Qué intereses en pugna se manifiestan?
Para analizar los acontecimientos políticos que datan
desde el periodo pre electoral, es necesario tener en cuenta los intereses que
están en juego. De un lado la burguesía como clase, que no quiere ceder el
gobierno del poder a ninguna agrupación que sea de izquierda, o que parezca de
izquierda, ni siquiera al ala izquierda de la propia burguesía. De otro lado
están los representantes de los diversos sectores de la burguesía, los
políticos, que se han desenvuelto como los propagandistas de las necesidades de
los empresarios, y como los ejecutores de las medidas que benefician a sus
representados burgueses.
El actual
Estado burgués en el Perú llegó a su cota más alta de organización de la
corrupción con el fujimorismo. Esta experiencia ensanchó el camino para los
sucesores en el gobierno. Con la experiencia ganada, prácticamente no hay
organismo público en el que no haya corrupción. Es más, la corrupción es uno de
los mecanismos de hacer negocio, de competir entre los mismos empresarios por
ganar una licitación. En el seno del mismo Congreso, se disputan las coimas por
representar los intereses particulares de determinadas empresas. Las
municipalidades, los gobiernos distritales, las instituciones públicas, el
poder judicial, las universidades públicas, etc., están plagados de arribistas
que buscan hacerse de las migajas que les arroja la burguesía.
Si bien
el Estado burgués puede, a estas alturas, considerarse como la corrupción
organizada, esta se desenvuelve con el concurso de los empresarios privados. La
crítica que la derecha hace del Estado y de la posibilidad de la intervención
del mismo en la actividad empresarial, tiene el sentido de no dejarse quitar
sus negocios, y además el impedir que se dicten normas que puedan afectar sus
ganancias. Así las cosas, pareciera que el Estado ha quedado reducido a la
defensa del orden burgués de forma cada vez más desembozada, así como la
defensa de la corrupción como forma de competir para obtener ganancias por
medio de los negocios con el Estado.
Se tiene
pues a la burguesía como clase que se enfrenta por intermedio de la prensa y de
sus representantes políticos a cualquier posibilidad de que la izquierda,
cualquiera que esta sea, pueda llegar o sostenerse en el gobierno del poder.
Pero las
disputas no se agotan en este nivel. Los arribistas, políticos profesionales o
novatos, hacen esfuerzos indecibles para erigirse en los representantes de los
empresarios. En esta pugna aparecen organizados en partidos políticos, así como
en ONGs, y en una diversidad de asociaciones privadas, actuando para
beneficiarse de sus servicios a la burguesía.
En este
conflicto, de parte de los políticos burgueses, se viene dando el intento de
vacancia. Las migajas de la burguesía son lo suficientemente jugosas como para
motivar estas acciones. Hemos visto la renuncia obligada de Pedro Pablo
Kucsinsky, la vacancia de Martín Vizcarra, y, tal vez, la vacancia o renuncia
de Pedro Castillo. Aunque esto último es poco probable si es que Pedro Castillo
se acomoda más o menos veladamente a los intereses de la burguesía, como parece
que ha sido, pues los gremios empresariales han guardado silencio en los
últimos tiempos, salvo por la medida de eliminación parcial de la tercerización
laboral. En todo caso los empresarios que permanentemente atacan a Pedro
Castillo son los propietarios de los medios de comunicación, que no están
recibiendo los millones de la propaganda estatal.
El
testimonio de Karelim López ante la Fiscalía Especializada en Lavado de
Activos, no es otra cosa que la práctica común de los políticos que ejercen
algún puesto de importancia en la administración pública. El contenido del
testimonio da cuenta de un grupo de allegados a Pedro Castillo que se han
beneficiado de su condición para favorecer determinados negocios de manera
ilegal. Si Pedro Castillo está involucrado o no en esas actividades ilícitas,
es algo que está por verse. Sin embargo, lo que podemos apreciar es la condena
a Pedro Castillo de parte de los medios de comunicación. Al igual que en los
casos de Pedro Pablo Kuczinsky y Martín Vizcarra, el camino para la vacancia
presidencial está allanado.
Pareciera
que los representantes políticos de la burguesía tuviesen la patente de la
corrupción, y que en consecuencia se niegan a cederla. Si entre ellos se
enfrentan despiadadamente, qué se puede esperar cuando un hombre de pueblo se
alza con el gobierno del poder, precisamente del poder de la burguesía. Cualquiera
sea el resultado de las investigaciones, los sectores populares del interior
del país lo sienten como su legítimo representante, aunque por cierto este sentimiento
es cada vez más débil. El conflicto va mostrando también, y esto es parte de la
educación política del pueblo trabajador, que si bien es cierto la extracción
de clase es importante, lo verdaderamente dirimente es la posición de clase que
de forma consciente asumen los dirigentes. En el caso de Pedro Castillo queda
claro que su posición de clase es pequeño-burguesa, y que el movimiento
electoral que encabezó es socialdemócrata, apuntando sobre todo a las
propuestas de reformas dentro del mismo fondo capitalista.
El
conflicto en curso tiene un carácter burgués, por los personajes que están
involucrados. No están en discusión los intereses de las clases trabajadoras,
ni su expresión política en el cambio de Constitución que por algún tiempo
representó Pedro Castillo. Poco o nada queda de las propuestas contenidas en el
ideario de Perú Libre, las mismas que planteaban reformas dentro del sistema
capitalista. En todo caso, lo que se percibe es que tanto el ejecutivo como el
legislativo están igual de desprestigiados, y en consecuencia lo que puede de
alguna manera movilizar al pueblo es la consigna “que se vayan todos”.
Las
luchas democráticas del pueblo se están desenvolviendo de forma fragmentada. No
se ha logrado vertebrar movimientos a nivel nacional. La oportunidad que el
gobierno de Pedro Castillo permitía se dejó pasar desde un comienzo, al no
desarrollarse por parte de las tendencias proletarias la propaganda socialista.
Esta propaganda debió haber sido realizada para desenmascarar el móvil de la
burguesía, así como el funcionamiento del capitalismo; para denunciar la
presencia y accionar de las empresas transnacionales; para esclarecer la forma
en que las comunidades campesinas han sido incorporadas al mecanismo de
explotación del capitalismo; para caracterizar a la sociedad peruana, y así
sentar las bases del programa del proletariado para la superación del
capitalismo.
Dado el
origen popular de Pedro Castillo, el apoyo recibido por los ronderos cuando la
burguesía por todos los medios quería impedir su proclamación, permitía
presagiar que esta sería la forma en la que iba a gobernar, sustentándose en la
movilización de las masas. En cuanto a la presencia del pueblo del interior en
Lima, para respaldar al presidente frente al intento de vacancia, publicitado a
raíz de la reunión de la presidenta del Congreso en un conciliábulo, en el que
se discutía la forma de vacarlo, se fue desvaneciendo, debido a la actitud
conciliadora del propio Pedro Castillo y de los congresistas de Perú Libre.
La
insistencia de proceder a la vacancia, incluyendo la renuncia de PPK y la
vacancia de Martín Vizcarra, va configurando una situación que hará
insostenible, tarde o temprano, la actual forma de gobierno. La crisis política
no lo es tanto del gobierno, sino del sistema de gobierno en su conjunto, que
es la gestión de un Estado burgués que ha devenido en la organización de la
corrupción.
La crisis en las alturas no ha encontrado aún al
pueblo debidamente organizado, ni a su dirección consolidada y en su puesto,
para iniciar “una acción histórica independiente”.
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