viernes, 1 de mayo de 2020

Literatura

Vallejo para no iniciados. XIX Contra la idea de un Vallejo «marxista heterodoxo»

Julio Carmona

EN LA NOTA INTRODUCTORIA al libro, Contra el secreto profesional (CSP)1, Georgette Phillipart, la esposa, precisa que César Vallejo (CV) lo comenzó a escribir desde su llegada a París (1923), junto a otros dos trabajos: Poemas en prosa y Hacia el reino de los Sciris. Y agrega que el título, CSP, se lo puso en el año 1928, al regresar de su primer viaje a la Unión Soviética. Enseguida, Georgette indica que su desarrollo se extiende hasta los años 1928/29. Y concluye señalando que «Aunque no se puede establecer fechas exactas, es posible señalar que Poemas en prosa y Contra el secreto profesional (son) obras iniciadas más o menos al mismo tiempo», y continuadas igual entre los años aludidos: 1923 y 1929. Esta precisión de fechas explica las contradicciones o desencuentros que se pueden detectar en dichos trabajos —de lo que dejaré constancia—, y que algunos estudiosos de CV han manejado al desgaire.

        Pese a esas precisiones cronológicas de la viuda, hay autores que contradicen estas fechas, tal vez por no haber leído bien el dato proporcionado por Georgette2. Uno de esos casos es el de Miguel Gutiérrez quien ubica la fecha de CSP entre los años 1928 y 1929 (Vallejo narrador, p. 42). Y la precisión de la fecha que hace Georgette permite establecer que, en CSP, CV todavía no ha asumido el marxismo como su forma ideológica o su concepción del mundo. Y no como dice Miguel Gutiérrez que «CSP es un libro de afirmaciones y en cierta forma es una celebración del encuentro con el marxismo», y que aun afirme, a punto seguido, que en él se destaca «sobre todo la asunción del método dialéctico», obviando precisar que ese método corresponde a una dialéctica general, y no como él dice que la asume «para comprender y transformar el mundo, según la conocida tesis de Marx» (op. cit., 43). Esa tesis de Marx recién CV la utilizará en El arte y la revolución. En CSP no aparece para nada. En este primer libro, inclusive, el nombre de Marx solo aparece en dos oportunidades, y el de Lenin una sola vez (y en un texto de ficción, «Vocación de la muerte»). Y de esos textos se desprende con toda claridad la incertidumbre o vacilación que tiene CV de cambiar su concepción ideológica idealista (que lleva desde Perú) hacia una concepción materialista. Y, en efecto, se nota que ha hecho un acercamiento a las ideas marxistas (mas no con profundidad, como lo hará a partir de 1929), transitando también por las de Hegel y de Feuerbach. Esto se corrobora viendo los dos únicos textos aludidos en que menciona a Marx. Primero, el titulado «De Feuerbach a Marx»:

«Cuando un órgano ejerce su función con plenitud, no hay malicia posible en el cuerpo. En el momento en que el tennista (sic) lanza magistralmente su bola, le posee una inocencia totalmente animal. Lo mismo ocurre con el cerebro. En el momento en que el filósofo sorprende una nueva verdad, es una bestia completa. Anatole France decía que el sentimiento religioso es la función de un órgano especial del cuerpo humano, hasta ahora desconocido. Podría también afirmarse que, en el momento preciso en que este órgano de la fe funciona con plenitud, el creyente es también un ser desprovisto a tal punto de malicia que se diría un perfecto animal» (p. 13).

Vale decir que la malicia es un resultado de la sociedad. Que el hombre se volvió malicioso cuando se humanizó, cuando se volvió un ser social. Lo que antes era instintivo (como lo sigue siendo en los demás animales) se desarrollaba de una manera plena, sin restricciones, sin interdicciones, sin prohibiciones. Y esa inocencia se vuelve a experimentar en ciertas actividades extremas, en las que el mismo hombre que las realiza se sorprende de su propia habilidad. Es el caso del tenista al hacer un lance magistral o del filósofo al descubrir una nueva verdad o del creyente religioso que ‘siente a dios tan en sí’3, se podría decir que, en esos momentos supremos, son ‘unos perfectos animales’, es decir, que se encuentran en la misma situación del primer hombre (en estado animal) que descubrió el fuego o la agricultura o la palabra o la idea de dios. Y se puede decir que algo similar está ocurriendo en CV al leer a estos autores (Feuerbach y Marx), es decir, una especie de iluminación, como debió ocurrirle al primer hombre que se descubrió como tal, un ser pensante, que asume su materialidad al verse reflejado en la realidad material, que está descubriendo en los textos de esos pensadores. Sin embargo, no puede dejar de verse que todavía se apoya en el pensamiento idealista de Anatole France, rescatando esa cualidad mística de la que todavía no se quiere desprender.4 Y su pesquisa conduce al retorno del poeta a la plenitud de su función, como si al escribir su poema fuera el primero que lo hace, sintiendo el mismo pasmo que aquel pariente lejanísimo que dijo el primer verso. Y es algo que CV, al parecer, sentía al concluir cada uno de sus trabajos escritos: «Fui a Rusia antes que nadie» (epígrafe de El arte y la revolución). No creo que esta expresión tenga que ver con una actitud de competencia (que es rechazada por CV en otros textos de CSP), sino más bien ese sentido explicado antes: de sentirse como el primer hombre que se maravilla frente al descubrimiento del mundo. Y es lo que también dice sentir en el texto titulado «La cabeza y los pies de la dialéctica»5. El texto es el siguiente:

«Ante las piedras de riesgo darwineano (sic)6, de que están construidos los palacios de las Tullerías, de Potsdam, de Peterhof, el Quirinal, la Casa Blanca y el Buckingham, sufro la pena de un megaterio, que meditase parado, las patas traseras sobre la cabeza de Hegel y las delanteras sobre la cabeza de Marx» (p. 19).7

Se sabe que el principal planteamiento de la teoría evolucionista de Darwin es que el hombre ha evolucionado a partir de una especie del género primates, y —dice CV— que esos monumentos palaciegos, prodigios de la arquitectura, que están tan alejados del hombre común, producen el riesgo de dudar que hayan sido hechos por los descendientes de aquellos lejanos parientes que Darwin propuso. El mismo CV —igual— ‘ante esas piedras magníficas’ se siente como un animal prehistórico, meditando, indeciso, entre el idealismo de Hegel [sobre cuya cabeza están los pies traseros del megaterio, es decir: que Hegel tenía a la dialéctica con la cabeza hacia abajo y los pies hacia arriba] y el materialismo de Marx [que ya está con la cabeza en su lugar: arriba]. Y ese es el signo característico de CSP, de ser el tránsito ideológico del idealismo al materialismo, su indecisión de abandonar a Hegel para pasar a Marx.

        Es obvio que en este libro su pensamiento todavía está impregnado de una concepción ideológica idealista. Y esta situación se hace evidente en el último texto de CSP. Si bien en él se nota que ya ha tomado conocimiento de algunas ideas de Hegel y de Marx, también se aprecia que adopta la licencia de mantener «unidos» a esos dos grandes pensadores en torno a la dialéctica; la que CV dice haber asumido, y hasta considera que ya la había utilizado en Trilce, es decir, desde que estaba en Perú. Pero, obviamente, está hablando de una dialéctica general, indiferenciada. Obviar esto, lleva, precisamente, a tergiversar el pensamiento de CV, afirmando que ya en este libro era marxista, pero heterodoxo. Y, así —en el artículo mencionado—, dice que en un diálogo con Georgette:

«Pasamos a la dialéctica en general. Aludo a Trilce y a su eje dialéctico de orden matemático —1 - 2 - 0— “Escalas”: o instrumento y conocimiento: el rigor dialéctico del mundo objetivo y subjetivo. Su grandeza y su miseria o impotencia» [cursiva mía. Y de inmediato dice que —en el diálogo—] «Me refiero a Hegel y Marx, que no hicieron sino descubrir la ley dialéctica. Paso a mí mismo cuya posición rebasa la simple observancia de esta ley y llega a cabrearse contra ella y llega a tomar una actitud crítica y revolucionaria delante de este determinismo dialéctico» (p. 99).

Es obvio que hay traspiés en las ideas que se expresan en la cita. En principio, porque no fueron Hegel y Marx quienes «descubrieron» la dialéctica. Es mejor decir que fue Hegel quien la retomó de la filosofía griega. Pero lo hizo sin cambiarle su esencia idealista. Y en el caso de Marx, lo que hizo fue enderezar esa dialéctica hegeliana que estaba boca abajo, poniéndola con los pies en la tierra. O sea que tampoco Marx «descubrió» la dialéctica. Y, en ese sentido, se tendría que decir que si se habla de un determinismo dialéctico (que es a su vez un contrasentido8), esto tal vez pueda hacerse en relación con la dialéctica hegeliana —incluso en ella, no en su totalidad—. Pero no con la dialéctica marxista, pues esta realizó una revolución dentro de esa «dialéctica general», sin que se pasase del materialismo al idealismo, como escribió CV, sino a la inversa.

Y lo interesante de confrontar estas ideas primigenias del CV pre-marxista (conservadas en CSP), con las del ya marxista convicto y confeso —para usar la frase emblemática de J.C. Mariátegui— de El arte y la revolución, lo interesante de esto es —decía— que se recusa con las mismas palabras de CV las especulaciones que tratan de anular a las ideas del segundo, por dar permanencia absoluta a las ideas del primero. Hago una comparación de ambas posiciones para detectar —por un lado— el cambio que se dio en su manera de ver la relación Hegel/Marx. En EAR dice:

«El punto de partida de esta doctrina transformadora o revolucionaria del pensamiento, arranca de la diferencia fundamental entre la dialéctica idealista de Hegel y la dialéctica materialista de Marx».

[obsérvese arriba la cita sobre el mismo tema, en que unifica la dialéctica de ambos. Y a continuación CV cita a Marx]:

“Bajo su forma mística —dice Marx— la dialéctica se hizo una moda alemana, porque ella parecía aureolar el estado de cosas existente”. Y, en seguida, CV acota: «Bajo su forma racional, la dialéctica, a los ojos de la burguesía y de sus profesores, no es más que escándalo y horror, porque, al lado de la comprensión positiva de lo que existe, ella engloba, a la vez, la comprensión de la negación y de la ruina necesaria del estado de cosas existente. La dialéctica concibe cada forma en el flujo del movimiento, es decir, en su aspecto transitorio. Ella no se inclina ante nada y es, por esencia, crítica y revolucionaria» (p. 13. Cursiva de CV).

Téngase en cuenta la última frase que dice de la dialéctica materialista: que es «crítica y revolucionaria», para recordar que en CSP se la atribuía a él mismo, cuando señala que, frente a la dialéctica de Hegel y Marx, su «posición rebasa la simple observancia de esta ley [se refiere a la ley de la dialéctica descubierta, según él, por Hegel y Marx] y llega a cabrearse contra ella y llega a tomar una actitud crítica y revolucionaria delante de este determinismo dialéctico» (p. 99). Es decir que, en CSP, lo crítico y revolucionario estaba en él, y no en la ley de la dialéctica; mientras que en EAR los dos calificativos ya no se los atribuye ni a él ni a una dialéctica general, sino a la dialéctica materialista. Porque, como afirma Karl Korsch, refiriéndose al método dialéctico de Marx (y es algo que percibió CV) dice: «se revela como superior a todos los demás métodos de la investigación histórica y social en sumo grado, porque “en la comprensión positiva de lo existente comprende también, al mismo tiempo, la comprensión de su negación, de su necesaria desaparición, porque concibe a toda forma que es en el fluir de su movimiento, es decir, según su aspecto transitorio, porque no deja que nada lo impresione, y porque por esencia es crítico y revolucionario”.»9

        A continuación, precisaré cómo esa desubicación del «primer CV» lo lleva a poner a Pascal como máximo exponente de la dialéctica. Después de la cita precedente de CSP, dice:

«Luego pienso en Pascal, cuyo pensamiento figura, sin duda, entre los que animó una velocidad dialéctica más grande [¿más grande que la de Hegel y Marx?], pasando del materialismo o cientificismo (su física), a la filosofía, luego a la metafísica, luego a la religión, luego al cristianismo y, por último, al catolicismo» (Ibíd.)

Lo hecho por Pascal y por cualquiera que lo siguiera (en este caso el mismo «primer CV») no equivale a ‘rebasar, cabrearse o revolucionar’ a la dialéctica, sino más bien a involucionar respecto de ella.10 Y, por último, al final del mismo artículo con que termina CSP, el pensamiento de CV todavía está —para usar una frase de J.C. Mariátegui— «inficionado de decadentismo finisecular» y sujeción teísta. Ahí escribe: «Al salir del cementerio, vemos un crucifijo sobre una tumba y hablamos de la “esperanza” cristiana, en el más allá: creación formidable de Jesús, que nace de lo más hondo del dolor humano —Después de la guerra, debería haberse producido un renacimiento enorme de la concepción cristiana del destino del hombre. Etc.» (pp. 100-101). No se olvide que este es un libro escrito entre 1924 (cuando recién ha llegado a París) y 1928 (mes de octubre, es decir, hasta antes de su viaje a la Unión Soviética y de su adopción definitiva de la concepción marxista del mundo).

        Otro investigador que contradice los datos proporcionados por Georgette, es Ricardo González Vigil, quien escribe lo siguiente:

«Si bien parece verosímil la información de Georgette de Vallejo, según la cual Contra el secreto profesional reúne textos compuestos entre 1923-1924 (inicio de la vida de Vallejo en París) y 1928-1929 (etapa de su conversión al marxismo); cabe sostener que lo más probable es que el lapso principal de elaboración (trazando los hilos conductores del conjunto, la secuencia de los textos) acaeciera en 1927-1929. Por las siguientes razones: 1) El 7 de mayo de 1927 Vallejo publicó en la revista limeña Variedades un artículo que ostentaba el título “Contra el secreto profesional”, en donde arremetía contra el libro El secreto profesional (Le secret professionnel) del vanguardista francés Jean Cocteau…»

En realidad, es una razón —como diría don Miguel de Cervantes— de la sinrazón, el libro de Cocteau no es mencionado en ningún momento en el libro de CV ni siquiera el nombre de su autor. Y lo que se sabe es que el libro de Cocteau fue publicado en el año 1922, y hasta 1927, en que CV escribe el artículo en contra de «ese secreto» ha habido suficiente tiempo para que él conociera de su existencia. Y el artículo de 1927 obedece a otros móviles, que el mismo RGV sugiere: «oponerse a la óptica “purista”, “esteticista”, “des-humanizada”, dirigida sólo a los que son “entendidos”, fieles al secreto de la profesión, esa versión mundana de los especialistas que realizan una especie de sacralización de su oficio, sin importarles su apartamiento del resto de hechos sociales y del dinamismo total de la historia».

        Pero contra esos móviles CV pudo escribir con absoluta independencia de la existencia o no del libro de Cocteau. La segunda razón (y no hay más) que esgrime RGV es la siguiente: «2) En una página fechada el 20 de setiembre de 1929, Vallejo enumera obras que tiene en elaboración o en proyecto, incluyendo entre las primeras a Contra el secreto profesional, con la reveladora denominación de “libro de pensamientos” (expresión que, también, usará después para El arte y la revolución)».11 Pero esta es otra razón sin razón, que no clausura la validez del dato de Georgette, pues ella dice, en su nota introductoria citada arriba, que CV «titula así [a su libro Contra el secreto profesional] luego de su primer viaje a la Unión Soviética (Oct. 1928)». Según este dato de Georgette queda descartada la especulación de RGV, pues el título no lo puso CV en 1927 (año que escribió el artículo sobre Cocteau) sino en 1928, o sea independientemente del libro de Cocteau, y del artículo sobre él. Lo ha titulado así cuando ya ha visto —en acto— que la construcción de la sociedad nueva, socialista, ideada por Marx, es posible, y, por tanto, adquiere el compromiso consigo mismo de adherir al marxismo.

        Entonces, la precisión de la fecha no es gratuita.12 Ella hace ver la evolución del pensamiento de CV, de una concepción de la dialéctica general o idealista, hacia la dialéctica materialista, marxista, y este es un hecho que cristalizará en su otro «libro de pensamientos» El arte y la revolución. El no hacer esta distinción ha llevado tanto a Miguel Gutiérrez como a Ricardo González Vigil (entre otros investigadores de la obra y el pensamiento de CV) a considerar el supuesto marxismo de CSP, óptica desde la cual no hay sino un paso para decir —como ya adelantáramos— que CV era un marxista heterodoxo. Y, al parecer, ese es el propósito de Manuel Miguel de Priego, porque escribe lo siguiente:

«En punto a reflexiones contenidas en Contra el secreto profesional (…) ellas pueden abarcar y, de hecho abarcan, (sic13) los temas filosóficos, estéticos, artístico-literarios, sociales, políticos, económicos, científicos, y, a pesar de su variedad, no podríamos imputarles carácter miscelánico (sic14), porque se percibe en ellos cierta unidad de fondo, sin duda, determinada, en lo fundamental, por la coherente concepción doctrinaria del autor: el marxismo; además, un marxismo abierto, no invadido aún por la normatividad y el verticalismo del Estado único, la ideología única y el partido único, por lo menos no aún mediante su irrupción hipnótica sobre la conciencia de escritores y artistas» (CV, B-2002-a: XCII-XCIII).

En principio, como queda demostrado: si se respeta el orden cronológico, que se corresponde con el ideológico, en CSP, CV todavía no ha asumido el marxismo como concepción ideológica doctrinaria. Por tanto, no se puede decir que hay una unidad de fondo en esos escritos determinada por esa supuesta ‘concepción doctrinaria del autor’. Y lo más preocupante es que esta especulación conduce al comentarista a incurrir en una contradicción, pues al decir que en ‘el autor hay una coherente concepción doctrinaria’ eso colisiona con decir que se trata de «un marxismo abierto» que no ha sido «invadido aún [todavía] por la normatividad y el verticalismo del Estado único…»; es decir, se entiende, que ese «coherente marxismo» de CV después sería invadido por el otro: marxismo vertical. Y de todo esto resulta que hay más de un marxismo, y, más aun, que el coherente y correcto es el «abierto». Y no es así: hay un solo marxismo, el que no ‘chalanea con los principios’ de Marx, Engels, Lenin. Y este es el único marxismo al que postuló CV. El «marxismo abierto» al que alude MMdeP es el heterodoxo: el que chalanea con los principios.
______________
(1) César Vallejo (1973). Contra el secreto profesional. Lima: Mosca Azul Editores.
(2) Para mí, es la testigo más confiable, por la demostrada fidelidad a su memoria, a su pensamiento y a su acción, que explicitó siempre.
(3) «Siento a Dios que camina / tan en mí» (poema «Dios» de Los heraldos negros).
(4) Asimismo, esa idea de enraizar en la realidad material puede ser usada para explicar el poema «Intensidad y altura», en el que CV postula acabar con la controversia de qué es lo primero, lo más importante o lo fundamental en la poesía: ¿el fondo o la forma?
(5) Tal vez sea sugerente, pero no suficiente la explicación que de este texto da Miguel Gutiérrez. Dice: «… la aseveración marxista según la cual Marx puso sobre los pies la dialéctica hegeliana, acaso sea el origen del sugestivo cuadro siguiente, que Vallejo tituló: La cabeza y los pies de la dialéctica» (sic: la cursiva es de MG, op.cit., p. 42).
(6) Este término ha sido admitido en el DRAE, así: darwiniano.
(7) En el último texto de uno de los apéndices de CSP («del carnet de 1936/37» que es agregado por Georgette para la primera edición), CV vuelve a referirse a Hegel y a Marx. Pero lo hace de una manera cuestionable, como veremos más adelante, para luego plantear una hipótesis sobre ese desajuste, pues es un texto escrito en 1937, a un año antes de su muerte. Además, es importante determinar por qué no lo incluyó en El arte y la revolución, que será revisado por última vez en 1934.
(8) Hablar de un «determinismo dialéctico» es quitarle al segundo término su razón esencial de cambio, en tanto el primero solo admite las relaciones causales externas, y no las contradicciones internas.
(9) Marx, Cit. por Karl Korsch, en: El método dialéctico en El Capital, p. 197 (separata en PDF). De esta cita se puede deducir que CV pudo haber leído ese texto de Marx. (Cursiva mía).
(10) Aunque, como ya he dicho en otra oportunidad, no hay que tomar muy en serio todo lo que dice CV, pues su fino humor, como un estilete, puede estar horadando la propia seriedad del lector. Por ejemplo, en 1925, refiriéndose a los adelantos técnicos de la modernidad parisina, sobre Pascal escribía lo siguiente: «… a pesar de las protestas, todo hace creer que el nombre de Citrôen resplandecerá en el asta de la magnífica torre, para consuelo metafísico de Pascal, pálido aficionado a las alturas, y para venta de automóviles en serie» (Desde Europa, p. 47).
(11) Ricardo González Vigil, «Prólogo» a Contra el secreto profesional, tomado de: César Vallejo. Obras completas, Tomo 8, Lima, Editora Perú S.A., julio de 1992. Yo he manejado una versión en PDF.
(12) Asimismo, llama la atención que Manuel Miguel de Priego encargado de preparar la edición de los libros de pensamientos de CV, para la edición que de ellos hace la Universidad Católica de Lima (Ensayos y reportajes completos, B-2002-a), invierta el orden de presentación de ambos libros: primero EAR, y después CSP.
(13) La coma debió ir después de la frase «de hecho», quedando así «… y, de hecho, abarcan los temas…».
(14) La expresión propia o apropiada es «misceláneo».

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